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Full text of "Isidoro De Maria 1901 Compendio De La Historia T 5"

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COMPENDIO DE LA. HISTORIA 

DE LA 

REPÚBLICA 0. DEL URUGUAY 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 

DE LA 

0. DEL 

POR 

ISIDORO DE-AI 

Miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia 



REPÚBLICA 


TOMO QUJNTQ 

PUBLICADO DESDE EL CUARTO TOMO BAJO EL PATROCINIO DEL ESTADO 


\ 

PRIMERA EDIdÓN 


PRECIOs $ *.00 


1901 

IMPRENTA DE «EL SIGLO», 25 DE MAYO NUM. 58 

Montevideo 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


DE LA 

REPÚBLICA 0. DEL URUGUAY 


LIBRO QUINTO 


CAPÍTULO I 


hi i Cisplatiiiíi en piona dominación Impi'rial~-El nuevo Cabildo de Montcvideo- 
Aprobiición sucesiva del Proyecto de Constitución Política del Imperio del 
Pensil por los Cabildos de la Cisplatlnn-Algunoa actos de mal cfeetcv-Des- 
titueioucs y extniriainientos-*Ccrcmonias para la Jura de la Constitución en 
la Capital.-So efectúa la Jura.--Elecciouca."Resultado de los Comicios. 


La entrada délas tropas imperiales & la plaza de Mon- 
tevideo el 27 de Febrero de 1824, puso término por com- 
pleto á la dominación Lusitana en la Provincia, quédando 
en pleno dominio de ella el Imp'erio del Brasil, deque era 
Emperador Don Pedro I. 

Al espirar el año 23, se había nombrado nuevo Cabildo 
en Montevideo para el 24, recayendo la elección en don 
Felipe Contucci de Alcalde de 1er. voto, don Félix Mas de 
Ayals de 2.°, el doctor don José Revuelta Regidor Decano 
Don Pedro Pablo Sierra Alcalde Provincial, don José Arte- 
cona Alguacil Mayor, don Santiago Sains déla Masa, Fiel 
Ejecutor, don Andrés Duran, Defensor de Pobres, don Il- 
defonso García, Defensor de Menores, don Ramón Masini 
Juez de Fiestas, Don Apolinario Gayoso Juez dePolicíay 


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don José Raymundo Guerra Sindico Procurador General '- 

Varios de los nombrados comparecieron en la Sala de 
Acuerdos el 2 de Enero del 24, para prestar juramento, 
haciéndolo con las protestas consiguientes, sin perjuicio 
del derecho que les correspondiese para presentar su 
renuncia del empleo. De este número fueron Más de 
Ayala, Artecona, Revuelta, Luis de la Masa, García, Masi- 
ni, Gayoso, Duran y Guerra, Sierra (Don Pedro Pablo) 
no hizo acto de presencia en el Acuerdo Capitular, por 
negarse desde ya á la aceptación del cargo. Al siguiente 
día, se tomó en consideración las renuncias escritas de 
estos señores, aceptándose los de los mas, y procedien- 
dose después al nombramiento de otros sujetos para el 
puesto.— Se dió lectura al escrito de excusación de don 
Pedro Pablo Sierra, negándose a la aceptación del cargo 
en razón délos compromisos políticos con que conside- 
raba su persona.— Como no se hiciese lugar á ella, elevó 
un segundo escrito inculcando en su negativa, «manifes- 
«tando que estaba resuelto ú sufrir los mayores sacrificios 
«antes que prodigar su consentimiento, como había di- 
cho y repetía»|l)No dándose por bastantes las razones ex- 
puestas por el dimitente, y pareciéndole indecoroso el 
modo con que el dicho Sierra se expresaba en su segunda 
contestación— dice el Acta, — se acordó por voto unánime 
que se decretara mandándole inmediatamente presentar- 
se á dar su juramento dentro de segundo día, so pena de 
incurrir en la multa de 500 pesos. 

Todas esas excusaciones eran el efecto del sentimien- 
to patriótico, que se sublevaba contra la nueva situación. 

El 9 de Marzo inmediato, dispuso el general Lecor. 
que donjuán José Duran, conservase el carácter de In- 
tendente Interino, como delegado de lá superioridad, 
quedando por el hecho á un lado la autoridad de don 
Felipe Contucci qué investía el carácter de Alcalde de 1er 


(1) Acta del Cabildo de 2 de Enero de 1824, 


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voto, y por consecuencia, de gobernador intendente, por 
nombramiento legal. — Esta resolución inesperada pro- 
dujo, como era natural, enojo en Contucci, que no tardó 
en hacer dimisión det cargo de Alcalde de ler. voto, reti- 
rándose del puesto que desempeñaba. 

Dos meses antes de ocupar la plaza las tropas del Im- 
perio, el Barón de la Laguna había recibido ordenes del 
Emperador de presentar al examen de los Cabildos de La 
Cisplatina, el proyecto de Constitución política del Brasil, 
y obtener su aprobación. Empezó por hacerlo efectivo en 
Maldonado, capital entonces provisoria del Estado Cispla- 
tino, cuyo Cabildodo aprobó el 20 de Febrero, en términos 
complacientes. Y tanto, que decía en su resolución «que- 
«siendo el proyecto tan sobrio y liberal, lo hallaba el ca- 
«bildo digno de la aprobación y aclamación de todos los 
«pueblos, salvas las bases y condiciones primarias y fun- 
«damentales del pacto de incorporación de este Estado, 
«fijadas en el Congreso Extraordinario de 1821 y bajo las 
«cuales íué incorporada al Imperio del Brasil con actas 
«sucesivas, dirigidas á garantir para siempre los dere- 
«chos y prerrogativas de este Estado y sus habitantes.» 

Sucesivamente fueron aprobándola los demás Cabil- 
dos y pueblos, cuyas actas firmaron los principales de 
sus moradores en Cerro Largo, -Colonia, Soriano, Car- 
melo, Rosario, Víboras, Canelones y San José. El de Ca- 
nelones hizo la misma observación que el de San Fernan- 
do de Maldonado, tocante ú las condiciones del Congreso 
Extraordinario de 1821.— Llegó su turno al Cabildo de Mon- 
tevideo siendo presentado á su aprobación el 22 de Abril 
de ese mismo año. Este, como todos los demás la apro- 
baron ‘sin escrúpulo. Alguno de ellos en términos que 
acusaban «servilismo extremo» según refiere Deodoro 
Pascual, miembro del Instituto Histórico del Brasil en 
sus Apuntes para la Historia. 

En ese intervalo tuvieron lugar algunos actos de mal 
efecto, que se tradujeron por venganzas políticas, ya sepa- 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


pando algunos empleados de su cargo, y ya extrañando 
algunas personas. Esos actos eran ejercidos por la Comi- 
sión Imperial, y aprobados por el Barón de la Laguna. 

Con manifiesta infracción de una Me las cláusulas 
de la Convención de 18 de Noviembre, se libró orden 
de destierro el 25 de Marzo, contra el canónigo don Pedro 
Vidal, don José Cataláy Codina, Director de laEscuela de 
la Sociedad Lancasteriana, Fray Lázaro Gadea su Ayudan- 
te, y don Zenon Piedra, ex-Franciscano. A la vez ‘eran se- 
parados de sus empleos el doctor don Jaime Zudañe Ase- 
sor del Cabildo, y don Francisco Arauclio secretario, sin- 
dicado, de contrarios á los imperiales durante la lücha 
entre éstos y los Lusitanos. 

En consécuencia el Intendénte interino cumpliendo 
las ordenes deLecor, intimóla salida del país á las perso- 
nas nombradas en los siguientes términos: 

«Dentro de 15 días contados desde la fecha, saldrá V. 
de este Estado, adonde no puede Vd. retardar sin licen- 
cia expresa del Superior Gobierno, y al efecto ocurrirá 
por su pasaporte á la Secretaria de Provincia; que así lo 
tiéne mandado S. E. el limo, y Excmo. Señor Barón déla 
Laguna Capitán General del Estado, y me ordena por ofi- 
cio del día de ayer, así lo haga á Vd. entender para su 
cumplimiento. 

Dios guarde á Vd. 

Montevideo, Marzo 28 de 1821. 

Juan José Duran 

Intimados— Al canónigo don Pedro J. Vidal— Don José 

Catalá— Juan Lázaro Gadea y Zenon Piedra. 

Por empeños, se revocó la orden de extrañamiento 
relativo á Catalá, llevándose ó efecto con las otras tres 
personas. 

Al último de esos sujetos se habían atribuido planes 
revolucionarios para hacer ilusorio el Pacto celebrado por 


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Lecor y don Alvaro da Costa el 18 de Noviembre, y en 
ese concepto la Comisión Imperial quería desterrarlo. Re- 
celoso de ello el mismo dia que entraron a la plaza las 
tropas brasileras, se fué ocultamente de la ciudad para 
Canelones. De manera, que cuando el gobierno Intenden- 
cia quizo llevar a efecto la orden de extrañamiento, no 
sabía su paradero. 

En ese estado, por nota reservada, se dirigió al co- 
mandante de Canelones para que tratase de impedir su 
evasión.— Véanse sus términos: 

«limo. Señor— Tengo el honor de incluir á V. S. el ad- 
junto oficio de esta Intendencia y decreto del Emo. Señor 
Capitán General álos fines que se indican. Con este mo- 
tivóme ocurre poner en su conocimiento que el tal Pa- 
dre Piedra salió sin licencia de este gobierno, ni de di- 
cho Exmo. Señor el dia mismo en que entraron las tropas 
imperiales en esta plaza, dirigiéndose á esa Villa donde 
permaneció por tres días oculto; y como lo había hecho 
antes de la transación en que por una noche pasó tam- 
bién a ella con varios planes revolucionarios, á efecto de 
hacer ilusorio el Convenio que se pactaba entre ambos 
Generales. Se me ha asegurado así mismo que álos tres 
dias de su permanencia en Canelones, salió para la Cale 
ra de García, que ele allí se dirigió á Maldonado y Rocha, 
y Ultimamente á la capilla de San Román donde me di- 
cen se halla fomentando sus prosélitos en sus antiguos 
planes. Este individuo tiene por costumbre el burlarse 
de las autoridades. Por tanto, á fin de que esta vez no 
lo consiga, espero que V. S. sin pérdida de tiempo y con 
la mayor reserva destaque ü aquel punto persona de con- 
fianza ü fin de que pueda sorprenderlo antes que llegue 
á su noticia esta disposición ele la Comisión Imperial, ha- 
ciéndole intimar que inmediata y directamente se diríja 
á esta Capital á presentarse en la Secretaria de esta 
Intendencia, á donde recibirá orden de lo que deba eje- 
cutar, encargando asi mismo se le observe hasta que 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


llegue á esta gla 2 a para que no haga burla como antes 
ha hecho de las disposiciones del Gobierno, avisándome 
inmediatamente del resultado á fin de impartir nuevas 
ordenes por si se hallase en aquel destino. 

Juan José Duran 

Illmo. Sr. Teniente Coronel Comandante de la 
Villa de Guadalupe Don Antonio Pintos. 

Haciendo caso omiso por el momento de otras 
disposiciones de menor importancia politica, volveremos 
á la jura de la Constitución y á los comicios que le 
siguieron. 

Una vez aprobado por los Cabildos el proyecto 
de Constitución presentada ó su examen, mas por 
forma que otra cosa, se 'acordó procéder en Mayo al 
juramento. Para él efecto el 8 de ese mes se ajustó por 
el Báron de la Laguna el proyecto del Ceremonial á que 
el 10 le prestó aprobación el Cabildo. Se designó el 12 
para jurarla. 

El Ceremonial convenido, que á juicio del Cabildo, 
pareció el mas análogo, en su caso, al que se practicó 
en la ciudad de Rio Janeiro para la solemne jura de lo 
Constitución Politica del Imperio del Brasil, fué en 
ésta forma. 


CEREMONIAL 

Se destinará de antemano por disposición del Señor 
Capitán General una Guardia competente, que tendrá 
su puesto en la parte exterior del Pórtico de la Iglesia, 
cuyo comandante estará encargado de facilitar cuantos 
centinelas se le pidan por el Juez de Fiesta, para con- 
servar el orden de los asientos. 

Vó el Cabildo á sacar de su palacio al Señor Capitán 
General hasta la Casa Capitular. 


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Sale de la casa Capitular el cortejo en dos hileras; en 
medio de ellas va el Proyecto de Constitución conducido 
por el señor Rejidor Décano Alférez Mayor, sobre un 
cojín rico. 

Sigue el Cabildo presidido por el señor Capitán 
General. 

A la puerta de la iglesia de la parte interior, estará 
el señor Vicario de capa pluvial, asistido del diácono y 
sub-diácono y de su clero, y de la Comunidad de San 
Francisco, con cruz alta. 

Habrá una credencia en la Capilla Mayor donde es- 
tará colocado el libro de los Santos Evangelios. 

Mientras los señores concurrentes hacen oración al 
ocupar sus puestos, el señor Regidor décano, Alférez 
Mayor sube jd prebisterio acompañado del señor Juez 
de Fiestas, y coloca en la credencia el proyecto de 
Constitución, retirándose ambos á sus puestos. 

En seguida se cantará la Misa, concluida esta 
y tomada por el Preste la Capa, sube al presbiterio el 
Señor Capitán General, y presta de rodillas el jura- 
mento cerca del Preste, con la mano derecha puesta 
sobre el libro de los Evangelios, diciendo «Juro por 
« los Santos Evangelios obedecer y ser fiel á la Cons- 
« titución Política de la nación Brasilera, á todas sus 
« leyes y al Emperador Constitucional Denfensor Per 
« petuo del Brasil Pedro Primero. » 

Prestado el juramento, el Capitán General se levan- 
tará, y de pié en el mismo lugar, presidirá el juramento 
que prestará. 

El señor Cura Vicario. 

El Exmo. Cabildo. 

Concluido esto, salen hasta los Portigos del atrio el 
Exmo Cabildo, el Capitán General y todo el acompaña- 
miento, y el señor Regidor decano, Alférez Mayor, dirá 
en voz alta. 

Viva la Constitución Politica de la Nación Brasilera. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


Viva el Emperador Constitucional Défensor Perpetuo 
del Brasil y su comitiva. 

Para este acto liabrú dos alas formadas de tropas 
en la puerta de la iglesia hasta la grada del axxo princi- 
pal, para que aquel lugar esté despejado. 

Sigue á esto el Tedeum Laudamos, y repique de 
campanas en todas las iglesias y salvas de artillería 
de la plaza y la marina. 

Regresa al Cabildo el aparato y comitivas en el 
mismo orden. 

Salvas al nacer el Sol, al salir del Qabildo la Cons- 
titución, al Tedeum y al ponerse el sol. 

Montevideo, Mayo 10 de 1824. 

Juan Vidal yBatlle — Gregorio Vega— Ramón Nieto 
—José de Artecona y Sobral— Santiago Sains 
DE LA Masa— DAMIAN DE LA PEÑA — MIGUEL MON- 
testruque— Ramón Masini— Juan Vidal y Be- 
navidez— José Raymundo Guerra. 

I 

Efectuada la Jura en la forma acordada, invitó el 
Cabildo á todas las clases de la sociedad á prestar el 
juramento, señalando para ello desde el 18 hasta el 
18 del mismo mes, como plazo en que pudieran presen- 
tarse en la Capitular á' verificarlo. 

Llegado el día se presentaron 594 ciudadanos, sin con- 
tar los empleados públicos por haberlo hecho yo en sus 
respectivas oficinas, jurando en los términos que que- 
dan referidos. 

El Edicto que acompañó el Acta para la invitación al 
juramento, decia entre otras cosas — «El mismo Exmo. 
Cabildo comuuica á todas las clases de ciudadanos, que 
habiendo sido examinados dichos proyectos con ma- 
dura atención, especialmente, desde que ocupada esta 
ciudad por las armas imperiales pudo verificarlo sin 


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zozobra ni temor, no le queda que hacer reflexión ah 
guna sobre su contenido, puesto que permanece vigente 
en debido término lo acordado el año 21 al Congreso 
Cisplatino » . 

Jurada la Constitución Brasilera se procedió poco 
después á la elección de Senador y Diputados á la 
Asamblea General del Brasil, tonto en la Capital como 
en los departamentos, dando por resultado los escru- 
tinios que fueron haciéndose desde Agosto á Noviem- 
bre, la elección por mayoría de sufragios de Don Lúeas 
José Obes, Don Nicolás Herrera y Don Damaso Anto- 
nio Larrañaga. 

Obes hacia poco que había regresado del Janeiro (9 
de Mayo) con su hijo Máximo en el bergantín ameri- 
ricano Wintoer, resultando electo á la Representación 
por Montevideo y la Colonia, como lo fué Larrañaga 
por Montevideo y Maldonado, Herrera por Montevideo 
y la Colonia. 

En 1a apariencia todo parecía propender á la esta- 
bilidad de la situación, contribuyendo á ello la política 
mesurada del general Lecor, encaminada á hacer tole- 
rable, sino simpática al pais la dominación extran- 
jera, auxiliado eficazmente por el Brigadier Márquez de 
Souza «que cultivaba su crédito en los pueblos Cispla- 
« tinos, merced á ciertas combinaciones de alta trascen- 
« dencia política con el general Lecor, que no pasaban 
« desapercibidas de los hombres que observaban sues- 
« trategia . » (1) 

Propendía Lecor á consolidar la situación pacífica 
con una política suave y complaciente, cuidando de no 
exacerbar los ánimos de los naturales, identificán- 
dolos con ella en lo posible, a la vez que tx*a- 
taba de favorecer á los europeos que quedaron en la 
Provincia, dándoles tierras para su fomento. A esto 


(1) Apunta para la Historia de la República Oriental por don Caries Anaya, 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


respondía su circular del 5 de Abril, repartiéndoles 
las de chacras en esta forma. 

« Habiendo determinado S. M. I. que á los solda- 
tf dos que han sido de la División de Voluntarios Rea- 
'( Ies, y quedaron en la Provincia, se les repartan tie- 
« rras, en que ejerciten su industria con actividad propia 
« y fomento de esta, he determinado en Junta de Ha- 
« cienda, que todos los Cabildos remitan al Excmo. 
« Señor Síndico del Estado una relación de las suertes 
« de chacras que se hallan valutas, por no ha- 
« ber sido aún repartidas en los departamentos, y que 
« ó los individuos que se les presenten con títulos ex- 
« pedidos por dicho señor Síndico General que á S. M. 
« tuvo á bien cometer este encargo, les dén posesión 
« de las que en ellos se detallen». 

Carlos Federico Lecor. 

Sin embargo, no faltaban espíritus observadores, 
que considerasen ilusoria la estabilidad de la situación 
precaria, transitoria de la dominación Imperial, juzgando 
cuestión de tiempo, y no muy lejano, su derrumbe, 
apesar de todas las apariencias en contrario. 

Dejemos á los acontecimientos del año 24 en sus pos- 
trimerías y principios del 25, la resolución del pro- 
blema. 


CAPÍTULO II 


En la otra Banda del Plata— Precedentes— El Gobierno de Lus lloras y la oposición— 
Plauui- do invasión á la Oriental frustrados. 


El desenlace de la lucha armada del 23 en la Provincia, 
había producido con la dominación Imperial la emigra- 
ción deciento y tantos jefes, oficiales y tropas orientales, 
contrarios á ella, que fueron á engrosar en la opuesta 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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orilla del Plata, las alas de los anteriores. En esa condi- 
ción, todos eran elementos adversos á la situación polí- 
tica á que había quedado reducida la Banda Oriental, 
y que trataron de utilizar los partidos de la otra orilla, 
lo mismo en Santa Fé, que en Buenos Aires. 

Por otra parte, la actitud tomada por el gobierno 
de Buenos Aires desde último del año 23, reclamando 
de el del Imperio la reintegración de la Banda Oriental 
á la antigua Union de las Provincias, que tan mal éxito 
tuvo cuando la misión de don Valentín Gómez, dejó 
pendiente una cuestión en Febrero del año 24, de ulte- 
riores consecuencias. Todo concurría á mantener una 
situación por lo menos vidriosa, que no podía dejar 
de hacer presentir perturbaciones. 

Con efecto, los acontecimientos que tuvieron lugar en 
ese tiempo en l'a Banda Occidental, fomentados primero 
por la oposición al gobierno de Martin Rodríguez, y des- 
pués, por la mas formidable declarada al gobierno de 
Las Heras, prepararon los ánimos para las aventuras, 
concitando á dar comienzo á la revolución en esta már- 
jen del Rio, y formando planes de invasión á la Banda 
Oriental, para sustraerla á la dominación del Imperio. 

Sepamos cual era entonces el estado de cosas en la 
/ otra orilla, que precedieron á la empresa de los Treinta 
y Tres legendarios del año 25; cual la situación política 
del gobierno de Buenos Aires y de las Provincias, las 
tendencias de los partidos, el estado de los ánimos, los 
planes formados, para estar habilitados para juzgar con 
conocimiento de los antecedentes, de la importancia ó 
influencia que ejercieron en los futuros sucesos, 
v Estando á las crónicas escritas de aquella época 
azarosa, la administración Las Heras, que sucedió á 
la de Martín Rodríguez en Abril de 1824, tenía una opo- 
sición íqrmidable, á cuyo frente estuvo al principio 
Díaz Veles, pero habiéndose separado del partido, for- 
maron los oposicionistas una Comisión Directora com- 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


puesta de Dorrego, Achaval, Lecocq, Tagle y el canó- 
nigo Vidal, con facultades amplias para hostilizarlo. 
Perdieron la votación en las elecciones, en que funda- 
ban sus esperanzas, y entonces Dorrego, como jefe de 
oposición atacó al Ministro García por no haber decla- 
rado la guerra al Brasil, y terminó diciendo que era 
indispensable que se pusiese en ejecución el plan de 
invadir el Estado Oriental. 

Los proyectos de la oposición no se cifraron en 
estas y otras medida s— Refiere Deodoro Pascual, en sus 
Apuntes para la Historia de la República Oriental del 
Uruguay, — sino que pasaron más adelante, y minaron la 
opinión del gobierno en todas direcciones. Los promoto- 
res se hicieron de algunas fuerzas en Santa-Fe, abrieron 
comunicaciones con Bustos en Córdoba, pronunciándo- 
se la adhesión de los gobernadores de Santa-Fe y Cór- 
doba. No pararon en ésto sus intrigas, pues, para ob- 
tener fuerzas en Santa-Fe, mandaron los oposicionistas 
cinco mil duros á Cullen, para que reuniese á los Orien 
tales que estaban dispersos, y los Entrénanos que fue- 
sen desertando de los dos escuadrones que cediera 
Mancilla al gobierno de Buenos Aires. Invitaron á La- 
valleja para que fuese á hacerse cargo de aquellas fuer- 
zas, y no habiendo éste aceptado, fué mandado en su 
lugar Rufino Bauza. 

Reinaba la mayor desunión entre el gobierno y la 
oposición, entre las Provincias entre si, puesto que no 
solo no obedecían á la Capital, sino que también esta- 
ban en revuelta intestina. Las primeras noticias que 
llegaron del Perú fueron que no existia la mejor armonía 
con Bolivia y el gobierno de Buenos Aires, porque aquel 
se inclinaba al sistema Federal, mientras este solo pre- 
tendía la Union de las Provincias. Por eso se creyó que 
el congreso del Perú se opondría á las miras del gobier- 
no de Buenos Aires, lo que no dejaría de causar tras- 
tornos en los arreglos políticos de las Provincias. 


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Estas nuevas amilanaban al gobierno de Buenos 
Aires, y detenían por el momento la marcha tanto de él, 
como de los oposicionistas instigadores de la revolución 
en la Banda Oriental. Empero estas impresiones no fue- 
ron duraderas, porque por ese tiempo recibieron los de 
la Banda Oriental, la respuesta desfavorable de Bolívar. 

Poco tiempo después, corría como cierto que Sucre 
iba ¡i aproximarse al Paraguay para reducir al dictador 
Francia a que se reuniese al gobierno del Perú, á fin de 
evitar la unión de ese Estado autocrítico jesuítico a! Im- 
perio del Brasil, lo 'que mucho recelaban los patriotas 
viendo que Francia habia admitido al Cónsul y Agente 
Brasilero Antonio Manuel Correa da Cainara en su terri- 
torio. 

Estas nuevas alentaron al partido oposicionista 
Bonaerense y ¿i los Orientales allí residentes, y encen 
diose la chispa déla deseada invasión, contra la volun 
tad del gobierno de Las lleras. 

Los ánimos se mostraban exaltados; se manda- 
ban emisarios á Entre-Rios, Santa Fé y Córdoba; se 
promovían tumultos en Mendoza; se tachaba a Las 
fieras de antipatriota, se instigaba á León Sola go- 
bernador de Entre Ríos para que pusiese la Provincia 
sobre las armas; se reunían en los Clubs y en las Logias; 
v se pagaba bien á los comprometidos y se alistaban nue- 
vos adeptos; entraban ios Pampas, desvastandolo todo 
basto 14 leguas de la ciudad; aparecían pasquines y se 
distribuían papeles incendiarios en ambas riberas. A su 
turno León Sola entrando en el plan, convidaba al gene- 
ral don Fructuoso Rivera para que diese comienzo á la 
revolución- en la Provincia Cisplatina, en la que ocupaba 
una posición espectable. Por fin, se veían los signos pre- 
cursores del golpe de mano que se premeditaba. 

Tal era la situación y lo que se tramaba. Se había 
formado una especie de Junta preparatoria en Buenos 
Aires para tratar de invadir la provincia de Montevideo, 
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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


cuyo plan reservado se daba trazado en la siguiente 
forma. 

« La Torre (Andrés) debe mandar la columna de la 
izquierda, que piensa pasar en San Gregorio compuesta 
de las tropas siguientes. 400Santafecinos, 250 Guaycurús, 
ISO Milicianos de la campaña de Buenos Aires. 

« Su objeto es llevar la confusión á la frontera é 
impedir que esta preste auxilios á la Provincia Oriental. 

« Lavalleja mandará la del centro, compuesta de cua- 
tro escuadrones veteranos de Entre Ríos incluso los 
que están en Buenos Aíres; estos llevarán un infante 
á la grupa; y además las milicias del Paraná, Nogoyá, 
Gualeguaycbú y Uruguay, en número de 1700 hombres. 

« Su vanguardia de 200 se compone de 100 oficiales 
de empresa y 100 resueltos con 16 bomberos. Estos 2 0 
hombres son para empresas rápidas y optan á grandes 
premios. 

«Mancilla se situará donde las eircunstancias lo 
exijan» con los húsares de Buenos Aires, y su escolta de 
100 hombres. Los puntos de casa Blanca y Paysandú se- 
rán ocupados inmediatamente. 

«La tercera columna al mando de Dorrego, compues- 
ta de cazadores negros, veteranos y cívicos de Bue- 
nos Aires, desembarcará entre Colla y San José, y se si- 
tuará en Canelones para cortar las comunicaciones. 

« Martin García debe guarnecerse, y una escuadrilla 
sutil, sujeta a Mancilla se situará en dicha Isla. 

« La Torre romperá el movimiento doce ó quince 
días anticipadamente, para llamarla atención, y cargará 
luego Lavalleja rápidamente, debiendo obrar con prefe- 
rencia sobre la línea del Uruguay. 

« En Gualeguay y Gualeguaychú se deben armar lan- 
chones para abordar las goletas de guerra. (1) 


( 1 ) Apuntes para la historia da la República Oriental del Uruguay por Dej- 
doro Pascual, miembro del Instituto Histórico Geográfico del BiasLh- T. 1, Cap IV. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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Escusado será agregar á lo relacionado, que este 
plan secreto, sufrió muchas modificaciones, quedando 
al fin sin efecto. 


CAPÍTULO III 

La política Leeor-Aclitwl del je fe del Regimiento de Dragonea de la TTiúrtn-Su 
ideal político- Pri’limiimreK-- Fallecimiento del Brigadier Márquez de Souza 
-Nombramiento de líí vera de Comandante Ci eneral de Campa ñn-Trnbnjfta re- 
volución arios en pro de la libertad de la Provincia-Planes y combinaciones 
para sustraerla al dominio ilel Imperio-Fracaso. 

Hemos dicho que la' política desplegada por el gene- 
ral Lecor Gobernador y Capitán General de la Cisplatina, 
tendía á hacer tolerable, sino simpática al país la domina- 
ción brasilera. Sin embargo, toda la diplomacia no 
podía impedir que el sentimiento natural del amor pa- 
trio, se manifestase en sus espanciones intimas, adver- 
so al Imperio, acariciándola esperanza de recuperar su 
libertad é independencia arrebatada por la fatalidad del 
destino, y tratar de reconquistarla. 

La Provincia había sido sometida por la fuerza irre- 
sistible de los acontecimientos, á la condición en que 
se hallaba, y era lógico y natural esperarse siempre que 
sus esforzados hijos pugnasen por sustraerla á tan 
ingrata situación, con tanto más motivo, cuanto que, el 
el país estaba en poder de tropas extranjeras en idio- 
ma y antecedentes históricos, que por bien que se com- 
portasen bastaba esa circunstancia para la malqueren- 
cia. A pesar, pues, de las apariencias de adhesión al 
gobierno reinante, empezaban ú germinar en los áni- 
mos de algunos patriotas de resolución, ensueños de 
libertad política, nobles ideales, aspiraciones levanta- 
das, que aunque de difícil realización yen la más ab- 
soluta reserva, se encaminaban en el fondo del alma, 
al ansiado objetivo de sustraer la patria nativa al bo- 
chornoso dominio extranjero. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


En ese rumbo iba en primera linea en esta Banda, 
la personalidad del jefe del Regimiento de Dragones 
déla Union, que tan señalada parte tuvo poco después, 
en los felices acontecimientos del año 25, que dieron 
nervio á la gloriosa empresa de los Treinta y Tres 
legendarios, á cuyo frente vino el bravo Lavalleja. Des- 
de antes, las insinuaciones ó sujestiones de Sola, go- 
bernador de Entre Rios, lo habían señalado en esta 
Banda, como el indicado para dar comienzo á la revo- 
lución, convidándolo á entrar en las combinaciones 
que se formaban en la otra orilla del Uruguay, y el Plata, 
para abordar la empresa redentora en esta contra la 
dominación del Imperio. Rivera no se resolvió por en- 
tonces á pronunciarse, conservándose como ajeno á 
tomar parte en los planes indicados. Pero poco después, 
y según el giro que toman las cosas, pensó que debía 
aprovecharse la coyuntura que ofrecían los sucesos 
de Entre Ríos, los de Pernambuco y Bahía, y la disposi- 
ción de los espíritus á través de todos los temores, 
para fomentar esta con cautela, é ir preparando el te- 
rreno para el momento oportuno de obrar en el senti- 
do de libertarla Provincia del dominio extranjero. Esto 
acontecía antes de conocerse, el triunfo de Ayacuclio 
por Sucre, que tanto exaltó los ánimos de los patrio 
tas orientales en Buenos Aires, y de cuyos aconteci- 
mientos trataremos más adelante. 

Concebida la idea, comenzó por explorar en sus 
confianzas íntimas, la disposición de sus amigos los 
coroneles Laguna (Julián) y Bonifacio Calderón, quie- 
nes juzgaron el pensamiento prematuro. No obstante, 
Rivera, no renuncia á su ideal, propendiendo en sus 
conversaciones-' privadas á insinuarlo á algunas otras 
personas de su relación y confianza, capaces de ser 
consultados, con el propósito de conocer su opinión y 
despertar el espíritu nacional adormecido, preparán- 
dolo para cuando sonase la hora de la acción. Testi- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


21 


gos de ella, fueron en los últimos meses del año 24, 
don Goyo Mas, Duarte y don Pedro Pablo Sierra, veci- 
nos y patricios bien reputados, con quienes se fran- 
queó, revelándoles su pensamiento y propósito. 

Repetiremos un episodio de ese tiempo, en cQmpro- 
bación de lo dicho. 

Un día visitaba á don Pedro Pablo Sierra el gene- 
ral Rivera, en su casa quinta sita en extramuros de esta 
ciudad. Sierra era un antiguo capitán de milicias de 
Artigas, patriota, hombre reservado y amigo íntimo de 
Rivera. Paseaban ambos en el jardín, hablando sin 
testigos. Rivera te habló de la Patria-, preguntándole 
«sino le parecía que los patriotas debían disponerse á 
«trabajar por la libertad.»— Sierra, sorprendido por la 
«pregunta le repuso:— «General, ¿quiere usted compro- 
«meterme?»— No, mi amigo don Pedro Pablo— le contes- 
«tó el general. — Le hablo con ingenuidad.— Sé que us- 
«ted es patriota y hombre de confianza. Es menester 
«que pensemos en la libertad de la patria del dominio 
«extranjero. Hablemos con franqueza. Si desconfía de 
«mí, lo autorizo para que me denuncie. A dos cuadras 
de aquí, está el cuartel de los brasileros, y el general 
Bayés, (1) Puede usted hacerlo.» 

«Y cambiando ideas al respecto, el general le reve- 
ló su pensamiento. Le dijo que se hacían algunos tra- 
«bajos muy reservados en ese sentido, y lo excitó á ir 
«preparando el animo de los paisanos para cuando fue- 
«se oportuno obrar, dejand-6 á un lado toda vacilación 
«y egoismo». 

Varias veces, en el transcurso del tiempo, tuvimos 
ocasión de oir del labio del venerable patriota señor 
Sierra (2) estas referencias, que le hacían rejuvenecer 

i 

(I) El cuartel déla referencia era entonces el llamado do Moralw, en el Cordon an- 
tigua Panadería de ese nombre, -líoy transformado en el denominado de Los Treinta 
jf Trett que ocupa el Batallón 2.° de Infantería. 

\ (2) Este señor fué uno do nuestros Legislado res Constituyentes, que contaba el 
mérito de conservar — como una reliquia preciosa la phima qu¿ firmó nuestro 
Evangelio político. 


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COMPENDIO. DE LA HISTORIA 


emocionado, y deque tomamos nota, corroboradas des- 
pués por otros contemporáneos. 

En el curso de esos trabajas secretos, llegóse has- 
ta el plan de inducir al Barón de la Laguna á una reu- 
nión dé tuerzas en Canelones, donde concurrirían cien 
hombres de milicias de cada departamento, con el obje- 
to aparente de imponer á los enemigos. Esas fuerzas 
debían ser revistadas por Lecor, en cuyo acto se 
efectuaría un pronunciamiento separatista del Imperio, 
apoderándose de su persona y de su Estado Mayor. La 
idea, empero, no pudo llevarse á efecto, quedando en 
el secreto de los que la concibieron. 

La política adoptada por Lecor, de templanza y 
contemplaciones, no agriando los ánimos, respondía al 
propósito de la completa pacificación del Estado. 

Tenia por auxiliar eficaz de ella, al brigadier Már- 
quez de Souza, gefe continental prestigioso, respon- 
diendo á ciertas combinaciones de trascendencia entre 
ambos personajes. Pero, una muerte súbita acaecida 
en Noviembre del año 24, arrebató la vida al Márquez 
de Sauza (1) colocando en serio conflicto al Barón de 
la Laguna, «ante la falta de gefes capaces de sustituir 
« en campaña al malogrado general, en el desempeño 
« de sus difíciles é importantes funciones. El general 
« Lecor, se halló con las manos ligadas para realizar 
« sus proyectos, y creyó salvar el conflicto con la elec- 
« ción de comandante general de Campaña en el Bri- 
« gadíer don Fructuoso Rivera. Revistióle de todas sus 
« facultades y puso á sus órdenes todas las divisiones 
« de los distintos acantonamientos del Estado, que 
« subían próximamente de tres á cuatro mil bayonetas. 
« Rivera aceptó con orgullo esa distinción como el 
« único capaz de desempeñar tales funciones, y mar- 


(1) Fal eció'etl MontcvLde© en la casa de Adama »it:i en la callo Sun Benito (hoy 
Colon \ entre las de San Sebastian y San Ramón (hoy Sur an4i y Reconquista.) Recordamos, 
que fué ia primara casa mortuoria, que bc enlutó en e*.ta ciudad. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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« chó al Durazno, donde se hallaba de antemano su 
« Regimiento de Dragones de la Union, al que se le 
« hablan agregado algunos gefes y oficiales imperiales, 

« como en previsión de su conducta.» 

« Su recepción fue celebrada con un banquete en 
« aquella guarnición, en que el general Rivera cometió 
« algún imprudente desliz, y avisado el general Lecor, 

« le llamó á la capital, donde llegado, aquel, logró des- 
« vanecer la desconfianza, regresando en seguida al 
« Durazno » ( 1 ). 

Desde antes de producirse estos incidentes inespe- 
rados, se ha visto cuales eran las ideas que empe- 
zaban á germinar en el ánimo de Rivera, coincidiendo 
en lo fundamental con las que preocupaban también 
á los emigrados en la Banda Occidental, tendentes unas 
y otras ó redimir de algún modo, la Provincia Oriental 
del dominio del Imperio. Era presumible, pues, que 
en la nueva posición del getieral Rivera, aunque mas 
delicada, no dejase, consecuente con sus ideales ante- 
riores, de servirlos en cuanto fuese posible, como 
patriota. —Asi fué para su gloria, como se verá en el 
curso de los sucesos que mencionaremos en los capí- 
tulos siguientes. 

Desde las postrimerías del año 24 y principio del 
25, fueron tomando cuerpo los trabajos políticos diriji 
dos á preparar el terreno para sustraer de un modo ú otro 
la Provincia Oriental del dominio del Imperio. — En esa 
patriótica obra, surjieron varios proyectos, planes, com 
binaciones, avanzando hasta el de independizar conjun- 
tamente la Cisplatina con la del Rio Grande del Sud y 
Entre Ríos, en cuyo vasto plan separatista del Imperio, 
se dibujaba un Estado independiente y confederado. 

Rivera no era extraño á esos trabajos, cuyo crédito y 


( l ) Apuntos para la Historia te la Republi a Oriental del Uruguay, desde el 
año de 1825 á 1830, e critos por Don Cárlos Anaya, actor en los acontecimientos de 
aquella época. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


ascendiente que gozaba en la campaña, y entre lo prin- 
cipal de los ríograndenses, lo habilitaban para ser uno 
de los más eficaces obreros. La tradición nos hace 
conocer el relato de ellos, y el testimonio escrito que 
tenemos de Don Pedro J. Britos, antiguo y respetable 
vecino de Paysandú, testigo presencial de las entre 
vistas y conferencias del general Rivera en aquella 
época, con jefes ríograndenses, combinando los me- 
dios de realizar el pensamiento, evidencian la exacti- 
tud de aquel antecedente histórico. 

Dejaremos á la publicación hecha no ha muchos 
años en Paysandú por el referido señor Britos, revela- 
dora y narrativa de los sucesos, que lo demuestre. 
APUNTES DE CARTERA POR DON PEDRO J. BRITOS 
Dice en ellos lo siguiente : 

« El añ'o 24, época en que apenas contaba lá años, 
« fui empleado en las oficinas del Gobierno Brasilero, 
<f que á la sazón dominaba la ciudad de .Montevideo. 
« El coronel Don Ramón Rodriguez, español, al servi- 
« vicio del Brasil en esta parte de la Provincia, era el 
« jefe superior inmediato de las fuerzas brasileras, des- 
« tacadas en el Rincón de las Gallinas. Siendo, como 
« era, casado con mi hermana Joaquina Britos, me tra 
« taba con el cariño de un padre. A la edad de 16 años 
« me llevó á su lado. Rodríguez vivía en Paysandú en 
« casa de mi madre, ranchos que más tarde fueron la 
« panadería de Abril. Allí presencié cosas que en ade- 
« lante comprendí ser la fermentación de los espíritus en 
« favor de la libertad, los pasos preliminares para la 
u Independencia de esta República » . 

« Mi referido cuñado era un hombre no vulgar en su 
« época; poseía regular instrucción, y esto unido á sus 
« cualidades morales, le granjeaba las simpatías y con- 
« sideración de que gozara. Amigo intimo del general 
« Rivera, en casa los vi más de una vez reunidos con 
« importantes jefes Riograndeses, combinando los me- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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¡t dios de independizar ésta Provincia con la del Rio Gran- 
« de g otras brasileras y argentinas, para constituir un 
« Estadofuerte ó independiente, algo asi como el ideal de 
« Artigas ». 

« Apesar de cuanto se diga, Rivera era querido por 
« los principales y más prestigiosos caudillos brasileros 
« de la vecina Provincia =>. 

« Por lo que he juzgado después, cuando esas 
« sigilosas entrevistas, el movimiento estaba á punto de 
« estallar. — Indudablemente se habian hecho muchos 
« trabajos, y el ejército ( imperial 1 se hallaba anar- 
n quizado. » 

« Un día llegó un gefe de caballería, un tal Jardín. 
« Mandaba un destacamento en el Rincón de las 
« Gallinas y venía con su gente en completa discordia 
« con el gele de la infantería que quedaba en aquel 
« paraje, el cual, si mal no recuerdo, era un coronel 
« Rodríguez. Jardín, venia en queja ante mi cu- 
li nado. Este aconsejóle y por la noche despachó varios 
« chasques, marchando á su vez á campaña. » 

. « Una noche, no estando mi cuñado en el pueblo, 
« una fuerza rodeó la casa. Entraron varios de los que 
« la componían, me ataron en la cama, y me llevaron 
n á presencia de su^gefe. Reconocí en él al coronel 
(i Laguna, quien en el acto se apercibió del error de 
« sus subalternos, que lo que querían era únicamente 
« prender ó aquel. Fui en el acto puesto en libertad, 
« y Laguna me hizo entregar los parejeros de Rodri- 
« guez, que la gente se habia llevado. Ése movimiento 
« fu é concordante con el de los Treinta y Tres, según 
« se vió mas tarde. » 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


CAPÍTULO IV 

Antecedentes- -Preliminares de la empresa de lus Treinta y Tres patriotas -Los ini- 
ciadores— Nombramiento del Gef o— Emisarios á la Banda Oriental-Recursos y 
elementos adquiridos-Recelos de invasión- Vigilancia en el Uruguay- Rivera. ~ 
■ Coincidencia de ideales patrioticog-Oüeio de Rivera al Cabildo de Soriano.- 
Pensamiento á que responde. --Con uto de defección en el batallón de Pe ni a mán- 
canos en la plaza de Montevideo— rroiiunciatiiieuto aplazado. 


La victoria alcanzada por Sucre en Ayacucho el 9 
de Diciembre de 1824. ponía termino á la lucha gloriosa 
de la Independencia Sud Americana, no quedando tre- 
molante por el momento el pabellón de Castilla, sino en 
las lortalezas de San Juan de Ulloa en Méjico, el Callao 
en el Perú, Valdivia y Chilce enchile. 

A últimefc de Enero del año 4825 llegó esa nueva fe 
iiz á Buenos Aires, cuyo acontecimiento fue celebra- 
do con subido entusiasmo en aquella ciudad por mu- 
chos días. Todos los pueblos de nuestra habla esta- 
ban emancipados en el vasto suelo de Sud-América. 
Todos en el goce de su independencia política. Solo 
uno existía subyugado al extranjero, después de haberse 
sustraído en otra hora, como sus hermanos de origen, 
de causa, de sacrificios y de glorias, al vasallaje de la 
Metropóü. 

Ese pueblo era la Provincia Oriental del Río de la 
Plata, que con el nombre de Cisplatina había Sido in- 
corporada al Imperio del Brasil desde el año 21, y per- 
manecía en esa mortificante posición bajo el domi- 
nio de un poder extranjero. 

La idea de sustraei'lo á esa bochornosa condición, 
y el deseo vehemente de su libertad vivía en el corazón 
de los Orientales, sofocado por la ingratitud de la suerte. 
La anarquía reinante en las Provincias Argentinas, era 
un obstáculo para abordar su reincorporación á la 
Union de las del Sud, libertándola del poder del Impe- 
rio. Sin embargo, durante la administración del general 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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Martin Rodríguez en la otra orilla del Plata, que terminó 
en Abril del año 24, don Bernardino Rivadavia íué envia- 
do á Londres con el objeto de negociar un tratado de 
amistad y comercio con el gobierno Británico; aprove- 
chando esa oportunidad solicitó los buenos oficios de 
S. M. B. á efecto de obtener del Brasil la restitución de 
la Provincia Oriental bajo la base de que las Provincias 
Unidas y el Brasil solo se considerarían con respecto á 
la Provincia Oriental, con los mismos derechos que te- 
nían España y Portugal antes de la emancipación. (1) El 
gobierno inglés ofreció tratar en oportunidad del nego- 
cio. 

Entretanto,, el partido de oposición al gobierno de Las 
Heras acusaba á este de inaccipn al respecto, y de con- 
cierto con algunos emigrados Orientales, trataba de inte- 
resar al Libertador Bolívar en favor del pensamiento. 
Los trabajos de la opuesta orilla no habían dado resulta- 
do favorable en ese sentido. La anarquía de las Provin 
cias y la situación crítica del gobierno de Las Heras, 
contrariaba los proyectos de reincorporación, y el dia de 
la libertad de la Banda Oriental se retardaba, malgrado 
de los anhelos de sus hijos dentro y fuera de su ''seno. 

Existiendo estos precedentes, vino la nueva de la 
victoria de Ayacucho á exaltar el ánimo de los que 
aspiraban en Buenos Aires á que recuperase la Provin- 
cia Oriental su autonomía, arrancándola á la domina- 
ción brasilera. En medio del frenesí con que se feste- 
jaba, el triunfo de Ayacucho, se dieron voces contra el 
Imperio en las reuniones populares, en circunstancias, 
que hacia poco tiempo, había sido recibido en aque- 
lla ciudad en el carácter de Cónsul del Brasil el señor 
Sinfronio María Pereyra Sodré; voces que, revelaban 
la disposición hostil de los ánimos. 

Impacientes los emigrados orientales en Buenos Ai- 


(I) Moraor ttiduin de ¿o;i rranciaco Magariños sobre la Independencia Orien- 
tal 1654. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


res, empezaron á agitarse, tratando de promover la 
empresa de la liberación de la Provincia del poder im 
perial, á despecho de las dificutades que pudieran opo- 
nerle la superioridad de los elementos y recursos del 
Imperio, y la política vacilante del gobierno de Buenos 
Aires, con cuyo asentimiento y apoyo no podía con- 
tarse. 

. Unos cuantos de ellos celebraban la victoria de Aya- 
cucho en el saladero de don Pascual Costa en Barra- 
cas, del cual era Lavalleja encargado ó mayordomo. En 
esa reunión de amigos expresó Lavalleja (Don Juan 
Antonio) con palabras entusiastas, el deseo de empren- 
der la libertad de la Patria del poder extranjero si tu- 
viese quien lo ayudase á‘ hacerlo.— Todos á la vez le 
respondieron animosos acompañarlo sin reserva. Don 
Manuel Oribe, don Manuel Lavalleja. don Simón del 
Pino, don Manuel Melendez. don Pedro Trapani y don 
Luis Ceferino Latorre, presentes, ofreciéndole asi su 
concurso, fueron los de la iniciativa. Convenidos 
desde ese momento en el pensamiento y resolución, 
empezaron sin demora sus trabajos los siete iniciado- 
res del proyecto, incluso don Juan Antonio Lavalleja. 

Para evitar sospechas acordaron reunirse nueva- 
mente en la casa de negocio de Don Antonio Villanueva, 
de que era socio Don Luis C. Latorre, invitando á ella 
á algunos otros amigos de confianza. Lo efectuaron 
en los últimos días de Enero ó principios de Febrero, 
concurriendo á la reunión los iniciadores, y Don Pa- 
blo Zufriategui, Don Atanasio Sierra, Don Manuel Freyre 
y Don Basilio Araujo. 

Allí contrajeron el solemne compromiso de iniciar 
la redención de la Patria, obligándose bajo juramento 
á emprender la Cruzada Libertadora, á costa de su 
vida y su fortuna. — Labraron una acta de ese compro- 
miso patriótico, por la cual aceptaban formalmente el 
de abordar la libertad de la Patria ó morir en la de- 


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monda, nombrando para Jefe de la empresa al Tenien- 
te-coronel Don Juan Antonio Lavalleja ; agregando que 
si fallaba, se comprometían á renovarla una y veinte 
veces. 

Esa acta firmada por todos la entregaron original 
en el mismo instante al gefe nombrado. Lavalleja la 
recibió gozoso guardándola en el bolsillo. Desgracia- 
damente no lomaron copia de ella, y en medio de las 
tribulaciones del tiempo, se le perdió á Lavalleja, por 
cuya causa quedó la historia privada de poder consignar 
ese precioso documento en sus pajinas. Desde aquel mo 
mentó los firmantes se contrajeron á preparar los medios 
de llevar acabo la patriótica obra. 

Una de sus primeras resoluciones fué mandar emi- 
sarios secretos á la Banda Oriental á explorar la dispo- 
sición de ios ánimos de determinados paisanos de 
acción ó de influencia, solicitando su adhesión para li- 
bertar la Provincia de la servidumbre extranjera, infor- 
mándoles de todo. Esos emisarios abnegados y resueltos 
fueron don Manuel Lavalleja, don Atanasio Sierra y 
don Manuel Freire, cuya arriesgada comisión desempe- 
ñaron satisfactoriamente. Eran portadores de porción 
de cartas de don Juan Antonio Lavalleja, para varias 
personas. Las trajeron en rollos ocultas en los bastos 
de los recados. Desembarcaron disfrazados de peones 
en la Agraciada, costa del Uruguay, aparentando venir 
á buscar trabajo en alguna estancia. (1) 

Uno lomó la dirección de Soriuno, otro la de la Colo- 
nia y otrola de Toledo. Con el primero que se encontra- 
ron fue con dón Tomás Gómez, con quien se franquea- 
ron, y el mismo que los habilitó de caballos para el 
viaje. 

Los emisarios desempeñaron sin contratiempo su 
cometido, encontrando la mejor voluntad en Gómez, 


(1) Referencias de don Manuel Freire y don Manuel Lavalleja 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


Don Joaquín Figueredo, Don Juan Arenas, Don Maria- 
no Acosta, Don Vicente Hamos, Don Tomás Bargueño, 
Don Leonardo Olivera, Don José Lapuente, Don Pedro 
José Sierra, Don Pedro Francisco Berro, Don Bernabé 
Albín, Don Lázaro Gadea ( Religioso ) , Don Manuel Ga- 
lleros, Don Andrés Duran y algunos otros. Los más 
se manifestaron decididos á coadyuvar á la empresa, 
si bien otros se mostraron vacilantes, juzgándola pre- 
matura ó temeraria, no obstante los esfuerzos de los 
emisarios para inspirarles confianza en el éxito, ha- 
ciéndoles entender que se contaba con 500 hombres y 
300 mil pesos. 

Arenas, capitán al servicio del Imperio, se compro- 
metió á reunir caballada y alguna gente só pretexto de 
ir á voltear yeguada ; Gómez hizo la misma oferta, Fi- 
gueredo respondió entusiasmado que le proporcionasen 
dos mil tiros y se comprometía á dar cuenta de la obra, 
entretener á los Imperiales por el Este, mientras La 
valleja se movía sobre el Uruguay, quedando encar- 
gado de la entrega á su título de algunas cartas que 
se le confiaron. — Olivera por el mismo estilo, impo- 
niéndoles de los trabajos que se venían haciendo con 
la mayor reserva en el propio sentido de revolución.— 
Burgueño, se ponía sin reserva al servicio de la idea 
patriótica, — La Puente contaba con 80 negros de su 
esclavatura para cooperar llegado el caso.— Albín se en- 
cargaba de’recibir y dar dirección á la corresponden- 
cia que enviase Lavalleja de Buenos Aires. Don Pe- 
dro Berro se ofrecía á servir de intermediario para la 
entrega con seguridad de la correspondencia que tra- 
jera Albín á sus títulos. Estos y otros trabajos de in- 
terés patriótico tenían lugar en la primera quincena 
de Febrero. 

Algo llegó á columbrarse ó sospecharse de 1a venida 
de los emisarios, tratándose de prenderlos. Sábelo don 
Ignacio Oribe que se hallaba en una estancia y se 


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los mandó prevenir para que tratasen de ponerse en 
salvo como lo hicieron. Leonardo Olivera, y acaso 
Rivera mismo, no fué extraño á este aviso. Había sido 
como se ha dicho, uno de los invitados por carta de 
Lavalleja para adherirse á la revolución, y de lo^cual 
había dado conocimiento confidencialmente á su gefe ei 
general Rivera. 

A’ consecuencia de esto, y de otros incidentes 
ocurridos, se levantaron presunciones de revolución, 
suscitándose desconfianzas. El general Rivera tenía 
émulos entre los brasileros, y estos esparcieron especies 
sospechosas sobre su lealtad al Imperio, atribuyéndole 
connivencia con los emigrados Orientales en Buenos 
Aires. Para disiparlas, se le aconsejó diese un Mani- 
fiesto, como lo díó efectivamente, el 13 de Febrero, 
protestando adhesión al gobierno de la Cisplatina, desva- 
neciendo asi las desconfianzas, sin inutilizarse para 
poder servir sus ideales. 

Lavalleja y sus compañeros perseveraban en llevar 
adelante los suycs. Mandó á Entre Ríos de emisario á 
don Basilio Araujo á ponerse de acuerdo con don 
Andrés Latorre, para que se preparase á secundar el 
movimiento en oportunidad, llamando la atención del 
enemigo por el Hervidero. 

Desgraciadamente en ese intérvalo se hizo sentir 
en el deparlamento de la Colonia una gavilla de saltea- 
dores, y Arenas recibió órden de marchar á perseguirlos, 
como lo hizo ^n efecto, de cuyas resultas quedó herido é 
imposibilitado para poder cumplir su compromiso auxi- 
liando con caballada la empresa de los libertadores. 
Sabido por Lavalleja ese contraste, mandó á don Rafael 
Uriarte á hablar con don Tomas Gómez, para que no 
dejase de reunir la caballada posible, no pudiendo 
contar ya con el concurso de Arenas. 

Intertanto, los iniciadores del movimiento en Bue- 
nos Aires, se dedicaban á reunir recursos y eleraen- 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


tos para la empresa, contribuyendo cada cual al objeto, 
en la esfera de sus facultades. Don Pedro Trapani, 
Don Pascual Costa, Don Luis C. La torre, de avantajada 
posición en el comercio, fueron de los contribuyentes 
principales. Don José María Platero puso á disposi- 
ción* de Lavalleja 200 tercerolas que conservaba en de- 
pósito en la Aduana de Montevideo.-— Por este medio 
y utilizando cada uno sus relaciones, se reunieron los 
primeros equipos, armas y municiones para la Cruza- 
da Libertadora, bajo el mando de Lavalleja, que pronto 
vamos á ver en campa ña. Don Luis La torre, agregó ar- 
mas y otros artículos ú sus donativos, dos banderas 
tricolores que hizo preparar expresamente á su costa, 
destinadas para los expedicionarios. Las formaban dos 
listas azul-celeste horizontales, y una blanca en el cen- 
tro, cruzada diagonalmente por otra punzó, llevando 
este mole bordado — Libertad o Muerte! que ha- 
bía sido el juramento hecho por los siete iniciado- 
res.— El dibujo, fué obra de Mr. Goulú, retratista, cuyo 
trabajo efectuó un Domingo en el domicilio de Lalo 
rre. (1) Esas banderas se destinaron en oportunidad, 
una para los espedicionarios de Lavalleja, y la otra se 
reservó para un corsario que debía prepararse al co- 
mando de Furnier, como se realizó poco después. 

El saladero de don Pascual Costa y la casa de 
don Pablo üadea en San Isidro, eran tos puntos á 
donde se enviaban en reserva los elementos reuni- 
dos por los patriotas, concertándose allí con Uriarte 
la manera del transporte de todo á la Banda Oriental, 
sin que se apercibiesen de ello las autoridades de 
Buenos Aires, con cuyo consentimiento no se con- 
taba. 

Receloso en tanto el general Lecor de alguna 

íl) Rtit'eremáay de Don Luis Ci*tVrlno y Don Vicente L&torre, de, endiente 
este último de la casa de comercio de Viilanueva que ayudó ó la costura de las Ban- 
deras, á la edad de 18 años, 


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tentativa de invasión por el Uruguay, mandó se re- 
doblase la vigilancia en la costa de este Rio estacio>- 
nando en él embarcaciones armadas, y ordenando afc? 
mismo tiempo el retiro de las caballadas de la costa-, 
cuya operación se confió al activo oficial al servicio del' 
Imperio, conocido por el Tornero encargado de la vi- 
gilancia terrestre. 

Por una coincidencia que apareció inapercibida, ai* 
mismo tiempo que Lavalleja y sus nobles compa- 
ñeros de empresa, propendían en Buenos Aíres, á‘ 
emprender la Cruzada Libertadora el año 25, Rivera, en v 
en esta Banda al servicio del Imperio, en el cargo de' 
comandante general de campaña, propendía también, - 
disimuladamente al mismo fin— es decir, á preparar el* 
terreno, para sustraer en su hora su pais natal, deP 
dominio extranjero. — En ese camino iba el futuro vens- 
cedor del Rincón, en sus confianzas intimas, en su¿r' 
actos calculados, 1 ’ y en la organización estudiosa de" 
su bien reputado Regimiento de Dragones de la Unió». - 
á eso respondía el pensamiento velado, que encerraba 
la comunicación dirijida al Cabildo de Sonano, que 
vamos á consignar, enteramente desconocida, relativo'' 
á la clase de gente destinada al remonte de ese cuer- 
po, de toda su confianza, para las ulterioridades con- 
cébidos. 

No quería que formasen en él vagos, y mal entrete- 
nidos, ni individuos ele otras Provincias, sinó sugetoé 
honrados, de conocida probidad, hijos de familia. 
— Esto respondía á un plan secreto, en que solo él y 
el coronel Laguna estaban, relacionado con la idea.' 
libertadora que se incuba va. 

Si la inserción de este documento, de señalado inte- 
rés histórico á nueslro juicio, importa una digresión, al? 
relato que venimos haciendo délos preliminares de la" 
empresa gloriosa de los Treinta y Tres patriotas, pedimos-' 
disculpa, en gracia dé la verdad palpitante que contiene.,' 

3 


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Sí 


COMPENDIO DE I.A HISTORIA 


OFICIO DEL G EX ERAL RIVERA AL CABILDO DE 

SORIAXO 

lía liegadó el tiempo en qu-e la mismo experiencia 
está diciendo la necesidad de que el Regimiento de 
Dragones de te Union {como enteramente destinado i'i 
la conservación del orden, y haoer respetar en te 
campaña los derechos de la seguridad individual y pro- 
piedades) esté formado, no de vagos y mal entreteni- 
dos, y de personas de otras provincias que quizás sus 
mismos vicios los han arrastrado ú este destino; 
sino de sujetos honrados, de conocida probidad, y 
respeto á las leyes, lates como deben ser los hijos de 
familia, de los que sin violencia pueden proporcionar- 
se de todos los departamentos u« 'número suficiente 
para completar este Regimiento. 

Cuando se vea organizado con esta ciase de per- 
sonas, desaparecerán de nuestro suelo tontos malva- 
dos, que no se dedican sino á 1a Tuina y aniquila- 
miento de los vecinos laboriosos que contieno nuestra 
campaña. 

¿Qué podrá esperarse de un ladrón, vago y mat 
entretenido que se dedico al servicio militar? Qué 
desertando con tes armas que se le han confiado, 
para sostener el órden y derechos de te Provincia, 
uniéndose después á otros de 1a misma clase, causen 
en lo campaña «nales incalculables, cometiendo críme- 
nes de toda especie, cómo desgraciadamente lo muestra 
1a experiencia todos los días ? 

Los hijos de familia, sujetos por educación y 
subordinados por tes leyes, hallándose autorizados y 
con las armas- en 1a mano, impondrán respeto á esa 
caterva de hombres perniciosos y enteramente detes- 
tables, que arruinan tes más bellas producciones del 
país, y atropellan los derechos más sagrados, obligán- 
dolos con su constancia en perseguirlos, y ninguna 


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DE LA REPÚBLICA O.’ DEL URUGUAY 


:J5 


condescendencia, é que reformen enteramente sus 
costumbres, ó abandonen un territorio que aniquilan 
con sus vicios. 

Convencido intimamente de osla necesidad, me ha 
parecido oportuno, dirigirme á esa Ilustre Corporación, 
por medio del tilmo, señor Coronel de las Milicias, de 
entre Yí y Rio Negro don Julián de la Laguna, á quien 
espero que esa ilustre Corporación le oiga acerca de 
esto asunto, para que de acuerdo con él, ven fuerza 
del pulso y madurez con que ese I. Cabildo lia sabido 
obrar siempre, tome en consideración el asunto que 
propongo, examinando sus ventajas; y en el caso de ser 
acceqnible, espero se sirva avisarme que número de 
individuos se pueden proporcionar de ese Departa- 
mento, que sean de aquellas precisas condiciones; 
para dar cuenta á la superioridad, como lo liaré con 
los avisos que reciba de los demás departamentos, 
donde me dirijo con la misma solicitud. 

Ninguno do estos individuos podrá ser obligado á 
servir más tiempo que cinco años, en el cual será paga- 
do mensualmen le de sus sueldos: y asistido con puntua- 
lidad en el vestuario y raciones. 

líu el momento de verificarse su alistamiento, le 
será entregado un vestuario completo, y cuatro pesos 
por vía de gratificación. Con más mi documento firma- 
do por el Comandante del Cuerpo, donde acredite el 
dia, mes y año en que principie su servicio; para que 
á la conclusión del tiempo de su empeño, baga el re- 
querimiento conveniente para que ésta acuerde su li- 
cencia, á que se accederá religiosamente. 

l'lspero que esa í. Corporación, haciéndose cargo de 
las ventajas que resultan al l’ais de estas medidas, 
pondrá de su parle el esmero posible para que se rea- 
lizo n. 

Kl Illmo. señor coronel Laguna, á más de este asun- 
4o, va en comisión de aprehender una partida consi- 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


derable de ladrones, que en las inmediaciones del Pue- 
blo de las Vacas, robaron la casa del vecino don Juan 
Araña, cuyo parte me ha dirigido el Excmo. Señor Ge- 
neral á quien se encaminaron desde aquel punto, y sin 
embargo que lleva cuarenta hombres, tal vez se vea en 
la necesidad de distribuirlos para indagar de los ladro- 
nes y las prendas robadas hasta descubrirlos, ruego á 
esa I. Corporación les franquée los auxilios que preci- 
se para aquel desempeño. 

Dios guarde á V. S. S. muchos años. Comandancia 
General San Pedro 11 de Marzo de 1825. 

Al M. 1. Cabildo del Departamento de Santo Domin- 
go Soriano. 

Fructuoso Rivera. 

Retomemos el hilo de la narración de los sucesos 
que precedieron á la venida de los Treinta y Tres ú 
esta Banda. 

Dentro de los muros de Montevideo algunos patrio- 
tas iniciados en el proyecto, propendían con la reserva 
consiguiente, á ganar el batallón de Pernambucanos 
desafecto al Barón de la Laguna, á consecuencia de las 
disidencias entre portugueses y brasileros en el Bra- 
sil.— El comité revolucionario de Buenos Aires auxi- 
liaba estos trabajos, sirviendo de intermediario para 
comunicarse y conducir algunos fondos. Don Ge- 
rónimo Soriano (o) Chentopé, capitán de la goleta Pepa, 
uno de los paquetes de la carrera. 

Don Luis C. Latorre, meritorio actor de aquellos 
tiempos heroicos— refiere en su Memoria lo siguiente 
sobre el particular: 

« Se habían ganado los sargentos del Batallón de 
« Pernambucanos para el pronunciamiento.— Doña Jo- 
« sefa Oribe fué una de las que más hizo para sedu- 
« cirios, ganándolos con ofertas y regalos. Para elefee- 
« to se le envió por los patriotas que estaban en Bue- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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« nos A;res algunas onzas de oro por conducto de Chen- 
te topé, a la sazón capitán de uno de los paquetes. Don 
« Juan Antonio Lavalleja, sin embargo, fué dé opinión 
« que se aplazase el pronunciamiento de los Pernam- 
« bucanos hasta que él pasase á esta Banda, porque de 
« otro modo, aislados, se malograría dentro de la plaza 
« de Montevideo sin el apoyo de la campaña. » 

« En estas circunstancias, algo se sospechó de los 
« Pernambucanos, por cuanto se procedió á la prisión 
« de los sargentos y algunos oficiales después de lapa- 
<( sada de los Treinta y Tres, aun cuando no se les pudo 
« probar. Algunos de ellos fugaron de la plaza, y uno 
« de los sargentos hizo la campaña con los patriotas 
« contra el Brasil. » 

Don Pablo Zuírialegui debía venir de incógnito á 
ponerse al frente del movimiento. 


CAPÍTULO V 

Treinta y Tros patriotas «lo los primores exi'ctVoíoiiíirios tle 

la onstdt fio £¡m 7s ilre | Buenos Aire^l —Su 1 Icenla ¿i IJrazo Laityo, isla del Delta 
del Paraná- Incidente une apresuré su venida. 


En los primeros dias del mes de Abril (1825) partió 
de la costa dc^San Isidro en Buenos Aires el primer 
grupo, ó primera expedición délos Treinta y Tres patrió- 
las Orientales, rumbo al Delta del Paraná, con el desig- 
nio de invadirla Banda Oriental, y libertarla de la 'domi- 
nación del Imperio del Brasil. 

Navegando por canales reservados llegaron el 7 de 
Abril á la Isla Brazo Largo, una de las del Delta del Pa- 
raná, á esperar la incorporación del segundo grupo ó 
expedición, que con su gefe don Juan Antonio Lavalleja 
debía seguir su ruta. 

Con la idea desque no se notase en Buenos Aires 
la desaparición de los expedicionarios, habían acor- 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


dado salir en dos partes ó grupos, con tres ó cuatro 
dias de intervalo. Por ese motivo partió la primera expe- 
dición el 1." de Abril, estando á las referencias de don 
Juan Spikerman, uno de los expedicionarios, aunque 
según las de otros contemporáneos ó autores, no íué 
precisamente el 1." de Abril, sino del 3 al i del mismo 
cuando se realizó la partida. 

Nueve patriotas decididos componían eso primera 
expedición : — Don Manuel Oribe, Don Manuel Lavalleja. 
Don Manuel Freíre, Don Atanasio Sierra, Don JuanSpi- 
kermar, Don Carmelo Colman, el sargento Andrés Are- 
guati, José Leguizamon. Andrés Gheveste i baqueano ) 
y Dionisio Oribe (hombre de color, criado de Don Ma- 
nuel Oribe ). El meritorio patrón de la embarcación que 
los condujo, Don José Remigio Gaotán. 

Ese primer grupo era portador de cantidad de arma- 
mento. pertrechos y equipos recolectados en lineaos Ai- 
res, embarcados reservadamente cu aquella costa, y 
en cuya, operación, es tradicional el episodio signijica- 
tivo, que vamos referir. — Una noche, algunos emigra- 
dos orientales trataban de embarcar ocultamente un 
armamento de la barraca de Don Pascual Costa, con 
destino á la Banda Oriental. — Don Manuel Oribe, Don 
Pascual Costa y Don Jacinto Trapani, hacían parte de 
ellos, en primer término. — Una patrulla ó partida de 
cinco hombres que recorría la ribera, los sorprende en 
el Bajo, tomando los vehículos que conducían el arma- 
mento. — Uiiodejos interesados le dice al oficial cíela 
patrulla: — 1 < Estas armas son para los orientales que 
« se preparan á ir á libertar la Banda Oriental, que es el 
« único punto, que no lo está, después de la batalla de 
« Ayacucho. — No impidan embarcarlas». — A lo cual 
respondió el oficial: — « Tienen razón los orientales. — 
« Muchachos, ayudémosles al embarque, á cargar mu- 
« chachos, que son para nuestro ejército de Salta, v 
« viva la revolución» . Y así lo hicieron. — «El ejército- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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desalía», era el pretexto con que se favorecía- eL in- 
tento de Los patriólas orientales, á despecho de tas con- 
trariedades del gobierno de Unenos Aires. 

K\ 7 de Abril llegó la primera expedición a su desli- 
no alrontaiulo con felicidad todos los riegos del viaje, 
estando, como estaba, el Uruguay cruzado por la escua- 
drilla sutil del Imperio al mando de don Jacinto. Desem- 
barcaron en la Isla nombradla esperar la venida ele la 
segunda expedición coa Lavallejn.— Durante su estadía 
pasaron de oculloá la costa Oriental, Oribe. Lavalleja 
(Manuel) y ei baqueano Cheveste con el oléelo de ha- 
blar con Gómez (Don Tomás) y convenir el día y pun- 
to en (pie debin esperar con caballada á los expedi- 
cionarios como anlos se había convenido. — Lograron 
entrevistare, y conlando con el pronto arribo de los 
compañeros de la segunda expedición, quedaron, con- 
venidos con Gómez en esperarlos con caballos en la 
cosía del 11 al 12 de Abril, operación que practicó Gó- 
mez tres noches consecutivas, sin que los expedicio- 
narios apareciesen.— Allí, en « Brozo Largo ». espejaron 
en vano, sobre diez días los primeros expedicionarios. 
la ; aparición de los segundos, con la ansiedad consi 
guien íe, sin conocer la causa del retardo. — Kn ese 
tiempo, agolaron toda su vitualla, y apremiados por 
el hambre, amargados- por la incertidumbre ó inquie- 
tos por el silencio de Gómez en (ierra, se resolvieron á 
emprender la cruzada del Uruguay, que redore con 
exactitud Don Domingo Ordo ua na en sus Conferencia* 
Sor i a fes i/ Ecou'nní frcby tratando de los T renda y Tres 
patriólas, en eL párrafo que vamos á transcribir (ex- 
tu atoen fe de la página lií). 

« Don Manuel LavalLeja y don Manuel Oribe genios 
« impacientes y movedizos,, determinaron; con C heves le 
« ir á inquerir la causa de aquel silencio y buscar que 
(c comer, que por lo pronto era ia primera necesidad 
« que había que satisfacer, Al llegar d tierra, la noche 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


* era oscura, y casi á tientas dieron con una carbonería 
cuyo dueño los llevó á la inmediata estancia de los 
«r Ruiz, quienes les explicaron que don Tomas Gómez 
había sido descubierto, teniendo que escaparse para 
éi Buenos Aires, y que las caballadas de la costa habían 
, es sido recojidas é internadas » . 

Efectivamente, al llegar ambos á la estancia de 
, «Gómez, se encontraron con la esposa de este, doña 
(Gabina Ruiz y sus hermanos Manuel y Laureano, por 
.¿quienes supieron que Gómez había tenido que fugar 
.un una canoa para las Islas, y de allí á Buenos Aires; 
.que la caballada reunida había sido llevada por el Tor- 
ne, ro; y que ellos mismos recelosos de ser aprehendidos 
íiabían tenido que ocultarse tres días en el monte á 
•cansa de saberse, que contrariando las órdenes habían 
¿acercado la caballada tres veces á la costa con Gómez. 
•iLos hermanes Ruiz, carnearon dos reses para proveer 
.de carne á los expedicionarios, y con ese auxilio y una 
hornada de pan que les preparó lo esposa de Gómez, 
¿«egresaron contentos Lavalleja y Oribe á Brazo Largo, 
.cuya isla llamaron de la Paciencia , no sin haber convenido 
Antes con los hermanos Ruiz que reuniesen algunos 
. caballos y que hicieran señales con fogatas en la cos- 
ta del Uruguay cuando fuese oportuno el desembarco. 

Entretanto, volvamos lavlsla á Buenos Aires y ven- 
enos, cual era el estado de- los ánimos, al iniciarse la 
..-expedición. 

« Desde el l. n de Abril basta el 15 del mismo, se no- 
taba en los semblantes, circuios, lugares secrelosy mar- 
genes del río, una ansiedad, un movimiento, una oílucn- 
qja y una actividad disimulada en parte,, tan grande y 
ñoco usada, que no podían dejar de despcrlar la aten- 
ción de los menos interesados. «Los últimos ocho dias 
presentaban los conciliábulos revolucionarios eso as- 
'< pecio, que nos impone en la naturaleza, cuando en vís- 
. < peras de un grande trastorno físico, aparente una in- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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« movilidad siniestra que finaliza por una explosión des- 
ee tructora. El plan secreto, que hemos revelado, para in- 
« vadir la Banda Oriental sufrió muchas modificaciones 
,a hasta el 17 Abril. » (1) 

Era la consecuencia del espíritu público indudable- 
mente, del estado de la opinión, completamente favora- 
ble al movimiento, y áque era opuesto el gobierno de 
Buenos Aires, por debilidad, ó temor de provocar el rom- 
pimiento con el Brasil. 

La demora de la segunda expedición había sido 
ocasionada por un temporal que sobrevino al siguiente 
día de su salido, arrojando la débil embarcación que la 
conducía á la costa del Salado. Este contraste le im- 
pidió por algunos días su arribo á Brazo Largo, punto 
convenido para reunirse, y donde se conservaban los ele- 
mentos que habían llevado de Buenos Aires para la empre- 
sa, custodiados en el mismo paraje por Freire, Lavalleja 
< Manuel ) y Siera que los habían conducido. 

Cumple aquí hacer mención del incidente que apre- 
suró la venida de los Treinta y Tres patriotas á la glo- 
riosa empresa, que inmortalizó su memoria, tal como 
consta de las referencias de los mismos actores, con- 
firmadas por la versión de sus contemporáneos. 

Aguijoneados los emigrados orientales en Buenos- 
Aires, por el deseo de acomeler la empresa redentora 
de libertar el país de la dominación Imperial, y fomen- 
tada esa patriótica aspiración porjlos bonaerenses, venían 
trabajando desde Enero con solicitud en pró de la rea- 
lización de la empresa. — El general Rivera en esta 
Banda^aunquc al servicio del Imperio, como tantos otros 
patriotas de valer: como Laguna, Arenas, Servando Gó- 
mez, Caballero, Leonardo Olivera, Mas, Sierra, Pérez 
Y otros, no ignoraba los trabajos de Lavalleja y com- 


(1) Apuufcrs para la Historia de la República Oriental del Uruguay por Beodo ro 
Pasqual tomo 1, 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


pañeros, si bien por su delirada posición se mostraba, 
circunspecto y reservado, no ocultaba sus simpatías en 
el seno de la confianza de íntimos amigos. 

Un dio, por el mes de Marzo, se encontró con don 
Gregorio Lecocq, honorable compatriota que á la sazón 
se ocupaba en campaña en hacer una tropa de midas pa- 
ra llevar á Buenos Aires. Hablando de eso con Rivera, 
dijólc el general que se apurase en la operación, porque 
para Mayo ó antes, podían sobrevenir algunos sucesos 
que trastornasen las cosos y se lo impidiese. Con ese mo- 
tivo lehizo en reserva algunas conlianzas de los trabajos 
que se hacían con sijílo por su parle, preparando las 
cosas pava un próximo pronunciamiento revolucionario, 
que debía estallar en pocos dias, aconsejándole que no de- 
morase su operación. 

En consecuencia, don Gregorio Lecocq se apresuró á 
dar vado á su propósito, hizo la tropa, é inmediatamente 
se puso en camino para la Banda opuesta. Atli, hablando 
confidencialmente con su íntimo amigo don Juan Anto- 
nio Lavalleja en Buenos Aires, lo impuso de lodo, délos 
preparativos de Rivera para la revolución, aconsejándo- 
le que se apresurase á emprender la pasada proyectada 
ganando tiempo, que el espíritu público era favorable, y 
el éxito coronaria el esfuerzo unido de los Orientales. 

Lavalleja y sus amigos, con este aviso, y ut ilizando 
el consejo de Lecocq, se apresuraron a realizar cuanto 
anles la empresa, activándolos aprestos, de manera que 
para principios de Abril estuvieron prontos para abor- 
darla. — Conlaprecipitaeióncou quelo hicieron, quedaron 
en tierra unos diez de los expedicionarios, que demora- 
ron su embarque, por cuyo motivo, en vez de formar estos, 
el número de 42, romo estaba convenido, solo ascendie- 
ron ó 32, los que partieron en las dos expediciones con 
Lavalleja, cuyo delalle se verá en la lisia respectiva, inas 
adelante. Se observará que en la nómina aparecen 33, y 
esto se explica, por la circunstancia de habérseles reuni- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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do en su estadía en ^Brazo Largo», un montarás volun- 
luntario. de nombre Francisco Romero, á quien don Ma- 
nuel Lavalleja le puso su apellido, viniendo á ascender 
a Wi los expedicionarios, figurando con el nombre de 
Francisco Lavalleja. 


CAPÍTULO VI 


Arriba <le 1:i oxi^ulírioii <V‘ In.s Tsviuta y Tres patriotas ron Luvíilloja ni 

IVIta del ruraná— Se ivuni* h 1:1 priiaorn 011 Brazo F/ir.ií" y so preparan ambas 
ú invadir. — Km prenden la travos ia dtd Vniguny y efectúan rl da-so silbare o ni 
la rosta, biiUdiriou dr la Aiírariadn —I* rtn.-lj tina di; La val 1< -ja-- Lista do lo**. 
Tiviida y Tivs—Sus;: lirio n pr: tri.it ten. ru ¡su favor colectada rn lineaos Aires. 


En la noche del once de Abril (1825) partió de la 
cosía de San Isidro. Puerto de Sánchez, en Buenos Ai- 
res, la segunda expedición de los Treinta y Tres patrio- 
tas (i) viniendo en ella el jefe Don Juan Antonio La- 
valleja, Don Pablo Zufriategui y 20 individuos más. — 
Lavalleja nulos de la parí ida había despachado en co- 
misión ú Entro Ríos ú Don Basilio Araujo, uno cielos 
Treinta y Tres, con el objeto de ver al coronel Don An- 
drés Latorre, que debía secundar por el Hervidero el 
movimiento, 'lo ¿pie no se efeeluó. 

La embarcación que los condujo venía al cargo dei 
patrón Juan Irigoylin, y tripulada por tres hombres. 
Uno de estos era Luis Socávelo, italiano, autor de la na- 
rración de la partida, escrita años después en la Con- 
cepción Ttel Uruguay, que haremos conocer más ade* 
lauto, aunque adolece ele algunas equivocaciones. El 
17 de Aludí llegó Ja expedición al Delta reuniéndose (i 


(I) El 11 de Abiif de )S2ñ partí de Buenos Air os como uno de lo; T/obsti- 
Y Tres patriotas, y vi liJ dU misuio desembarque en las playas orientales — Memoria 
original del mayor Don Cabio ZufrintcguL 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


la primera en Brazo Largo. Sin dilatar, dos de los ex- 
pedicionarios se resolvieron ir á dar aviso de la llegada 
á los Ruiz, en la costa opuesta, concertando con ellos 
la pasada para el desembarco en las playas orientales. 

« Una humareda levantada en lo alto de la punta de 
-Chaparro, avisó á los expedicionarios el 18 de Abril, que 
el momento ansiado de pasar al suelo de la patria ha- 
bía llegado, y que esa noche podían cruzar el Uruguay 
sin más espera». 

« A la noche, una fogata encendida en una quebra- 
da, indicaba el punto ú donde debían dirijirse en la ri- 
bera: pero como la noche fuese muy oscura y el viento 
contrariase la dirección de las velas, Ruiz cambió el 
punto en que debían aproximarse, que era en el Sauce, 
por otro de mas favorable corriente, encendiendo una fo- 
gata fugitiva en el embocadura de un arroyo llamado Gu- 
tierres, jurisdicción de la Agraciadia. í (1) 

Spikerman dice á este respecto lo que sigue: 

« Nos embarcamos en los dos lancliones y navega- 
mos durante la noche, hasta ponernos á la vista de la 
costa Oriental, á fin de hacer la travesía del Uruguay en 
la noche del 19.— El rio estaba cruzado por lanchas de 
guerra imperiales, y por consiguiente, emprendimos 
marcha en esa noche. A las siete habiendo navegado co- 
mo dos horas, nos encontramos entre dos buques ene- 
migos, unoá babor y otro á estribor, veíamos sus faroles 
úmuy corla distancia, el viento era Sur, muy lento, y tu- 
vimos qu.e hacer uso délos remos. 

Sacarelo, tripulante déla embarcación que condujo á 
su bordo áLavalleja con la segunda expedición, refiero lo 
siguiente ol respecto. 

« Poco antes de ponerse el sol partía » el lauchon 
en dirección al Paraná de las Palmas, poro atracando 
á la costa de San Isidro venían « esa noche á su bordo 


(1) Conferencias sociales y Económica por don Domingo Ordoñana, 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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el general Lavalleja, siete oficiales y varios otros indi- 
viduos. Remontarnos el canal del Chañó, hasta la boca 
del Minl, donde nos acercamos ó una isla y conti- 
nuamos la noche siguiente hasta la boca del Guazú, y 
nos escondimos en la isla que está frente ó Punta 
Gorda. A la noche siguiente, se nos dió la voz de si- 
lencio ij palabra seca, por el temor que había á la vigi- 
lancia de los cruceros brasileros, y en cuanto llegamos 
á Punta Gorda bajaron á tierra dos hombres que volvie- 
ron pronto. Empezamos á costear río arriba hasta 
Punta Chaparro donde bajaron los dos hombres. Segui- 
mos á Casa Blanca (Estancia) y allí también bajaron; 
continuamos hasta la Punta del Arenal Grande y allí 
también bajaron y 1 hablaron con un Austríaco que 
tenía un rancho inmediato á la costa, el que dió la 
noticia que la gente que buscábamos se hallaba en el 
Rincón entre el monte, y entonces fuimos hasta la 
Punta del Amarillo, en donde desembarcamos todos 
á los tres de la mañana del 19. » 

Era más de media noche— al segundo canto del ga- 
llo, según el dicho vulgar— cuando pisaron el suelo 
patrio el 19 de Abril los Treinta y Tres patriotas al 
mando de Lavalleja, desembarcando en la costa del 
Uruguay, margen izquierda del arroyo Gutiérrez, ju- 
risdicción de la Agraciada, puerto de Doña Manuela 
Ruíz de Gómez, besando con emoción y religioso res- 
peto la tierra natal, que venían resueltos á redimir de la 
dominación del Imperio del Brazil, ó sucumbir en la he- 
roica demanda. Internadas d remo las embarcaciones 
en el referido arroyo, ocultos por los árboles de la cosía, 
desembarcaron los monturas, armas, etc., y cargaron, 
llevándolas á cuestas á alguna distancia entre el monte, 
con el propósito de esperar á que aclarase el día, para 
despachar bomberos y hacerse de caballos. — Cada uno 
de los expedicionarios, conducía dos sables y dos ter- 
cerolas para distribuir entre los de la cruzada. Los albo- 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


res del 20 de Abril encontraron á los lieróes á pie en la 
espesura del monte talar que los encubría, con lo espe- 
ranza de poder montar á caballo. A su amparo hicie- 
ron la descubierta y no habiendo novedad, divisaron 
un rancho, al cual se dirigió Don Manuel Lavalleja con 
el baqueano Cheveste, con los frenos en la mano en 
busca de caballos. En esa cboza de un austríaco, en- 
contraron un caballoatado. Lo toman, montan en ól enan- 
cados Lavalleja y el baqueano para explorar el lugar y 
ver si aparecían los Ruíz con algunos caballos, como 
habían convenido para los expedicionarios. Por fin, ú 
eso de las siete de la mañana divisaron á corla distan- 
cia tres ginetes conduciendo una tropilla de caballos. 
Eran los hermanos Manuel y Laureano Ruíz, que con 
el peón Mariano Rujan, venían con caballada, que ha- 
bían logrado ocultar entre unas breñas inmediatas, pro- 
porcionando con ello á los expedicionarios el elemento 
de viabilidad indispensable de que carecían. 

« Inmediatamente ensillaron, se hicieron los cargue- 
ros, y la expedición se internó en el bosque, buscando 
un punto mas secreto y franco para despachar bombe- 
ros y chasques, y ordenar el plan de campaña. » (1) La ex- 
pedición siguió adelantando cautelosamente en aquella 
dirección, y al llegar al arroyo del Arenal Grande , estan- 
cia de don Juan Saavedra, Lavalleja despachó con comu- 
nicaciones al chalanero Juan Irigoyia, que lo había hecho 
seguir hasta aquel punto.. Las comunicaciones dirijidas 
desde ese punto ú Buenos Aires y las cartas particu- 
lares para Don Luis C. La torre y otros amigos se le- 
charon en el Arenal Grande, y esa circunstancia bas- 
tó para que el nombre de ese arroyo mediterráneo, 
que no tiene desembocadura en el Rio Uruguay, sehiciese 
celebre contrariando la verdad histórica.» (1) 

Ese error de inteligencia esplicable, que venia usur~ 


(1) Conferencias citadas de don Domingo 0rdoñ,ina. 


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17 


pando ú la Af/rariada , el mérito de haber sido el 
lugar del desembarco de los Treinta y Tres patriotas, 
y no Arenal (¡raíble., quedó rectificado solemnemente en 
el Ada de reinvindicación labrada y suscrita por los ve- 
cinos y autoridades del distrito en la Ensenada de la 
Agraciada, costa del Uruguay el 1U de Abril de 1863. 

Efectivamente, en el acto referido por Ordoñana, 
del despacho de las comunicaciones de Lavalleja fecha- 
das, en Arenal Grande, que -di ó lugar á la creencia 
equivocada del punto, despachó tambiéu para Buenos 
Aires, «al chalanero lrigoytia, coala embarcación que los 
había conducido, diciendo Lavalleja á sus valientes 
compañeros— como Cortes en la conquista de México,— 
estas palabras que reasumen el heroísmo del hombre 
renovando el juramento de los iniciadores de la era- 
empresa « Ahora vencer ó morir rompa ñeros ! 

A ellas responden con subido entusiasmo estos — 
¡Viva, ¡a Patria — A vencer ó morir' y en esos momentos 
se les distribuye la siguiente Proclama, que traía 
el ínclito geíe impresa de Buenos Aires. 


PROCLAMA DEL GENERAL LAVALLEJA 
¡VIVA LA PATRIA! 


Orientales! 

Llegó en fin el momento de redimir nuestra amada 
patria de la ignominiosa esclavitud con que ha gemido 
por tantos años, y elevarla con nuestro esfuerzo al pues- 
to eminente que le reserva el destino sobre los pue- 
blos libres del nuevo mundo. 

El grito heroico de libertad retumba ya por nues- 
tros dilatados campos con el estrépito belicoso de la 
guerra. El negro pabellón de la venganza se ha des- 
plegado, y el esterminio de los tiranos es indudable. 


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48 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


Orientales! 

Aquellos compatriotas nuestros, en cuyos pechos 
arde inexhausto el fuego sagrado del amor patrio, y de 
que más de uno ha dado relevantes pruebas de su entu- 
siasmo y su valor, no han podido mirar con indiferencia 
el triste cuadro que ofrece nuestro desdichado país, 
bajo el yugo ominoso del déspota del Brasil. Unidos 
por su patriotismo, guiados por su magnanimidad, han 
emprendido el noble designio de libertadores. Decidi- 
dos á arrostrar con frente serena toda clase de peligros 
se han lanzado al campo de Marte con la firme resolu- 
ción de sacrificarse en aras de la Patria ó reconquis- 
tar su libertad, sus derechos su tranquilidad y su glo- 
ria. 

Vosotros que os habéis distinguido siempre por 
vuestra decisión y energía, por vuestro entusiasmo y 
bravura ¿consentiréis aun en oprobio vuostro el infáme 
yugo de un cobarde usurpador? ¿Seréis insensibles al 
eco dolorido de lá patria que implora vuestro auxilio? 
¿Miraréis con indiferencia el rol degradante que ocupa- 
mos entre los pueblos? ¿No os conmoverá vuestra mis- 
ma infeliz situación, vuestro abatimiento, vuestra des- 
honra? 

No compatriotas; los libres os hacen lo justicia de 
creer que vuestro patriotismo y valor no se han extin- 
guido, y que vuestra indignación se inflama al ver la 
Provincia Oriental como un conjunto de seres esclavos 
sin gobierno, sin nado propio más que sus deshonras 
y sus desgracias. 

Cese ya pues nuestros sufrimientos. Empuñemos 
lo espada, corramos al combate y mostremos al mun- 
do entero que merecemos ser libres. Venguemos nues- 
tra patria; venguemos nuestro honor y purifiquemos, 
nuestro suelo con sangre de traidores y tiranos. 

Tiemble el déspota del Brasil de nuestra justa ve n- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


49 


ganza! Su cetro tiránico será convertido en polvo y 
nuestra cara Patria verá brillar en sus sienes el laurel 
augusto de una gloria inmortal. 

Orientales! 

Las Provincias hermanas, solo esperan vuestro 
pronunciamiento para protejeros en la heroica empresa 
de reconquistar vuestros derechos. La gran nación Ar- 
gentina de que sois parle tiene gran interés de que 
seáis libres, y el Congreso que ri je sus destinos no 
trepidará en asegurar los vuestros. Decidios, pues, y 
que el árbol de la libertad fecundizado con sangre vuel- 
va á aclimatarse para siempre en la Provincia Oriental. 

Compatriotas! 

Vuestros libertadores confían en vuestra coopera- 
ción á la honrosa empresa que- han principiado. Co- 
locado por voto unánime á la cabeza de estos héroes 
yo tengo el honor de protestaros en su nombre y en 
el mío propio, que nuestras aspiraciones solo llevan 
por objeto la felicidad de nuestro país, adquirirle su 
libertad. Constituir la provincia bajo el sistema repre- 
sentativo republicano en uniformidad á las demas de la 
antigua jmion. Estrechar con ellas los dulces víncu- 
los que antes la ligaban. Preservarla déla horrible pla- 
ga de la anarquía y fundar el imperio ele la ley. He 
aquí nuestros votos: 

Retirados á nuestros hogares después de terminal’ 
la guerra, nuestra más digna recompensa será la gra- 
titud de'~nuestros conciudadanos. 

Orientales! 

El mundo ha fijado sobre vosotros su atención. La 
guerra va á sellar nuestros destinos. 

Combatid, pues, y reconquistad el hecho más pre- 
cioso del hombre digno de serlo. 

Campo volante, Abril de 1823. 

Juan A. Lavalleja. 

4 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


Al despachar Lavalleja á los lanchoneros de la ex- 
pedición para Buenos Aires, remitió con ellos la lista 
nominal de los Treinta y Tres patriotas, pero formada 
con apresuramiento, en momentos de urgentes atencio- 
nes, antes de pasarse la primer revista de comisario, 
adoleció de algunos errores, que no Vinieron á notarse 
sino después, dando lugar á la confección de otra he- 
cha de concierto en Julio de 1830, por el general Lava- 
lleja y el coronel Oribe,— Habiéndose procedido poste- 
riormenfe á su cotejo con la de Abril del año 25 por 
el Ministerio, se observó que había entre ambas dis- 
conformidad y equivocaciones.— Para salvarlas, escla- 
reciendo el punto, se decretó por la superioridad en 
Febrero de 1832, que informase el coronel Oribe. 

Con efecto, este jefe lo hizo con fecha 11 del mis- 
mo mes y año, en los términos que se verán en lañó- 
la que vamos á transcribir como pertinente al asunto, 
conjuntamente con la lista formulada de los oficiales 
y soldados que pasaron el ib de Abril de 1825 con el 
general Lavalleja al suelo oriental, con las anotacio- 
nes con que 1a acompañaba. 

Excmo. señor.— La adjunta lista comprende exac- 
tamente el número de los individuos que eu Abril de 
1825 se trasladaron de la capital do Buenos Aires -á 
iniciar la guerra contra las tropas imperiales que do- 
minaban. Verdad es que cuando se dió conocimiento ú 
aquel gobierno por medio de una lista nominal de los 
individuos de aquella empresa, la circunstancia de no 
hallarse reunidos, por motivos del servicio, hizo incu- 
rrir en la involuntaria equivocación que ahora se nota. 
Las urgentes atenciones que en aquellos momentos 
nos ocupaban, no permiUeTon rectificar un error, que 
se miró entonces como demasiado insustancial, y de 
ninguna trascendencia ulterior, pues á nadie le ocu- 
rrió se le premiase, como ha sucedido, ni tampoco 
jos interesados reclamaron, por su propia gloria, como 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


51 


hombres de inferior instrucción, y esta es la verdade- 
ra causa de los defectos que lia observado el señor 
Ministro en el cotejo de las listas de Abril de 1825 y 
Julio de ¿830. 

Existen' varios oficiales de aquella procedencia á 
quienes puede consultar la superioridad con presencia 
de la lista que se acompaña, y por ese medio arribar 
al punto de convencimiento que se desea, y las anota- 
ciones marginales le ilustrarán respecto al movimien- 
to y alteraciones que sufrieron los individuos que 
contiene, y la aparente sustitución que se advierte. 

Es cuanto el infrascripto tiene que decir en cum- 
plimiento clel decreto antecedente. 

Montevideo Febrero li de 1832. 


Manuel Oribe. 

de los oficiales y soldados que pasaron el 


Relación 
Jü de Abril de 1823 con el 
Ionio Lavalleja. 

Ron Juan Antonio Lavalleja 
« Manuel Oribe 
o Rabio Znínatcgui 
« Simón del Riño 
« Manuel Freiré 
« Manuel Lavalleja 
M Jacinto Trapani . 

« l’anlaleou Arligas (1) 
u Fulgencio Sanabria 
« Manuel Mclendez (2) 

« Alanasio Sierra 
« Basilio Ara ujo 


señor general don Juan Ail- 

Ron Santiago Gadea 
« Juan Spikerman 
« Andrés Aregualí (3) 

« Andrés SpNcerman 
« Celedonio Hoja 
« Andrés Cheveste 
¿c Juan Ortiz 
« llamón Ortiz 
« Avelino Miranda 
« Carmelo Colman 
« Santiago Niebas 
« Miguel Martínez (4) 


(1) Fu> wu?rln pe i^u iencfo dcser’orcs. 

( i) Mu ió sállenlo ei comisión doí ojórciio. 

(;.i) Inserid. 

(4) De, -je. *10 Janeiro en i a división que iniHió de esta plaza» 


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■COMPENDIO DE LA HISTORIA 


Don Juan Rosas 
« Tib«rcio Gómez (5) 

« Ignacio Nuñez 
« Juan Acosta 
« José Leguízamon (6*1 
« Francisco Romero 
« Norberto Orliz (7) 

« JuanArteaga (8| 
Montevideo, Febrero 10 


Don Agustín Yelazquez (9). 
« Dionisio Oribe 
«( Joaquín Artigas 
« Matías Alvarez (10) 

« José Llaguareté (11) 

« Ignacio Molina (12) 

« Felipe Carapé, 

de 1832. 

Manuel Oribe. 


LISTA DE LOS TREINTA Y TRES PATRIOTAS 

Arreglada por el Teniente Videla encargado del Ar- 
chivo de la Inspección General ele Armas.— Publicada 
en el Catálogo do la Correspondencia Militar do 1825 - 
( 1885 .) 


Comandante en Gefe 
Don Juan Antonio Lavalleja 
Mayor D. Manuel Oribe 
« « Pablo Zuírialegui, 

« « Simón del Pino, 

Capitán (t Manuel Lavalleja 
« « Manuel Freíre 

« « Jacinto Trapani 

« « Gregorio Sanabria 

TTes. « Manuel Melendez 
. « « Atanasio Sierra 

« « Santiago Gadea 

Alferes « PantaleonArtigas 
Cadete « Andrés Spikerman 


Sargento Juan Spikerman 
Cabol." Celedonio Rojas, 
Baqueano Andrés Clieveste 
Soldados Juan Orliz 
« Ramón Ortiz 
« AvelinoMiranda 
« Carmelo Colman 
« Santiago Nievas 
« Miguel Martinez 
« Juan Rosas. 

« Tiburcio Gómez 
« Inocencio Nuñez 
« Juan Acosta 
« José Leguisamon 


(5) Pué hecho prisionero del enemigo poco antea de U|¿z. Ir forme de Oribe del 

8 de Febrero de itft'. 

h>) Murió i li Ituzaíngó. 

(7) Su ignora su destino. 

(3) Se ignora sil deatino después que fué hecho prisionero. 

Murió en Ituaain-.-ó 

(10) Murió el 10 üe Mayo de 1325 

(11) Desertó a los scia diae de haber pasado. 

(12) Murió. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL. URUGUAY 


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toldado Francisco Romero 
(i Norfoerto Ortiz 
«■ Inician o Romero 
« Juan Arteoga 
« Dionisio Oribe (cria- 


do de D. Manuel 
Oribe) 

Joaquin Artigas (cria- 
do de D. Pantaleon 
Artigas.) 


El capitán don Basilio Araujo no vino incorporado á 
los Treinta y Tres, pero si, en la misma combinación hizo 
el viaje por tierra,— pasó el Uruguay, cumplió su comisión 
y se incorporó en la costa á los Treinta y Tres. 

Estando al tenor de esta lista nominal, resultarían 
34 y no 33 los expedicionarios que con Lavalleja des- 
embarcaron en la zona de la Agraciada (i) el 19 de Abril 
de 1825, á emprender la libertad de la Provincia Orien- 
tal, y entonces la exactitud histórica con relación al 
número. de individuos que formaron, no quedaría muy 
lucida. 

En el mismo caso se encuentra La que vamo-s á 
transcribir á continuación, y que es precisamente la 
primer lista de la Revista de Comisario pasada e! 30 
de Abril de aquel año, autorizada por don Pablo Zu- 
friateguU jefe ó encargado del Estado Mayor, con el 
Visto Bueno del coronel comandante en jefe don Juan 
Antonio Lavalleja, por cuya circunstancia debe hacer 
fé. Pero tenemos, que también por ella, vienen á resul- 
tar treinta y cuatro y no treinta y tres los expedicio- 
narios desembarcados en aquel lugar histórico, que el 
pincel de nuestro egregio Blanes inmortalizó en su 


Not\ explicativa— El arroyo Catalán, formado por ía confluencia det imutf 
Grmvfe y Aren.nl Cinco, desemboca en el Uruguay. A unas do* legua* al Sud desagua 
el arroyo AgvHdr*f'.a y dio menos agutí que el otro. Más al SwL. entre i* Pauta de 0 ca- 
parro y el arroyo Stuic*. ya le un arroya el o que se llamó en tiempos lejanos de Guar- 
■diúzuhtd, y después de Gntuvra^ oowo aparece en la Carta Gc-^rAíica do* ai o 1826* 
edición de Londres. A esc arroyo Gnlürrez llamóse de los Haf* % por tener en ese 
punto bu campo ó establecimiento iá f*m4Ma Á'uúr, Laureano y ifiaaaeH, «aliados de 
don Tomás Gómez. 

En la Carta Geográfica del ailo de 1&S> citada* ge denomina arroyo érrtiflíreal de 
la Agraviada, ambug por corrupción, por cuanto e9e lugar ora conocido por la Graseria* 
•como aparece en títulos ó documentos de campo. 

El nombre de Arenal Grande y Chico tienen origen por los arenales qne hay en 
^csa costa del Uruguay, más ó menos extensos. 


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54 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


cuadro del Juramento, á cuyo trente viene et héroe 
Lavalleja, como se observará por su lectura. 

Si hubo error en el número que aparece, bien pudo di- 
manar de incluirse en él á don Basilio Araujo que no 
vino incorporado á los Treinta y Tres, conducidos por 
Irigoytia y Gaetan en sus embarcaciones, pero que en 
la misma combinación hizo el viaje por tierra, pasó el 
Uruguay, y se incorporó en la costa ú los demás compa- 
ñeros de la cruzada. En la lista del cuadro de Blanes, 
figuran 33, incluso Basilio Araujo. 

Si lo hubo en la sustitución de nombres de algu- 
nos individuos de tropa, por las causas manifestadas 
por el coronel D. Manuel Oribe en su nota al Myaisterio 
en Febrero del año 32, que dejamos reproducida, como 
pertinente al asunto, á él se habrían debido las varias 
listas de los Treinta y Tres, que han aparecido,. discor- 
dantes en parte entre si, formadas á favor de la memo- 
ria ó de informes de contemporáneos. 

LISTA DE LOS TREINTA Y TRES PATRIOTAS 
ESTADO MAYOR GENERAL 

Pié de lista de los individuos que tiene el expresado 
para la Revista de comisario del presente mes. 

Coronel Comandante en Geíe, don Juan Antonio La- 
valleja, presente. 

Sargentos Mayores, don Manuel Oribe.— Don Pablo 
Zufriategui. — Don Simón del Pino, presentes. 

Capitanes, Don Manuel Lavalleja.— Don Manuel Frei- 
ré.— Basilio Araujo (1).— Jacinto Trapani.— Gregorio Sa- 
nabria, presentes. 

Tenientes, Don Manuel Melendez.— Don Atanasio 
Sierra. — Don Santiago Gadea, presentes. 

Alférez, Don Pantaleon Artigas, presente. 

Cadete, Don Andrés Piquiman (2), presente. 

(1) Véase la primer nota de la lista. 

(2) Spikerman, lo mismo (¿ue el siguiente. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


55 


Sargento, Don Juan Piquiroan, presente. 

Cabol.", Don Celedonio Rojas, presente. 

Baqueano, Don Andrés Cheveste, presente. 

Soldados, Juan Ortiz.— Ramón Ortiz.— Avelino Mi- 
randa. — Carmelo Colman. — Santiago Nievas. — Miguel" 
Martínez.— Juan Rosas. — Tiburcio Gómez. — Ignacio Nu- 
ñez.— Juan Acosta.— José Leguisamon. — Francisco Ro- 
mero (a).— Norberto Ortiz.— Luciano Romero.— Juan Ar- 
teaga, presentes. 

Sirvientes, Dionisio Oribe. — Juan Artigas (b), pre- 
sentes.— Total: tropa 20. 

Notas— El capitán don Basilio Araujo no vino in- 
corporado á los Treinta y Tres, pero sí en la misma- 
combinación hizo el viaje por tierra, pasó el Uruguay, 
cumplió su comisión y se incorporó en la costa á los 
demás. 

Los señores jefes, oficiales, tropa y sirvientes que 
componen esta lista, pisaron la margen oriental del 
Uruguay en el día 19 del corriente para promover la- 
libertad de la Provincia. 

Cuartel general, en marcha, 30 de Abril de 1825. 

Pablo Zufriategul 

Visto Bueno: 

Lavalleja. 

Cerraremos este capitulo con la relación de los con- 
tribuyentes en Buenos Aires á la suscripción patriótica 
promovida y recolectada por los meritorios patriotas 
don Pedro Trápani y don Gregorio Gómez Orcajo, en 
auxilio de la Provincia Oriental. 


(a) Esta figuró después en otras listas coa el ape Iidode Lav.Ileja puesto por 
don Mttnuel (Nota, nuestra) 

(b) EL nombre de c*to Individuo era Joaquín y no Juan* 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


oti 


SUSCRIPCIÓN PATRIÓTICA RECOLECTA DA EN RUE- 
NOS AIRES DESDE ABRIL DE 1825 HASTA EL 31 DE 
ENERO DE 1820. 

Razón de las cantidades que lian entrado en poder 
de don Pedro Trápani procedentes- de una suscripción 
que dicho señor y don Gregorio Gómez abrieron con 
el objeto de socorrer á la Provincia Oriental; y de las 
que con el mismo objeto le ha suministrado el Gobierno 
de la Provincia de Buenos Aires: 

Miguel Riglos, $ 1.000; Ramón Larrea, $ 1.000; Fé- 
lix Alzaga, $ 500; José María Coronel. § 500; Manuel 
Haedo, $ 500; Pedro Leziea, $' 1.000; Juan Molina, $ 500; 
El amigo de los Orientales, § 500: P. tí., § 500; Miguel 
Gutiérrez, $ 500; Tomás Isman, $ 700; Miguel Marín, 
$'200; Manuel Leziea, $ 500; Alejandro Martínez, $ 1.000: 
Ramón Villanueva, $ 500; Juan Pablo Sáenz Valiente, 
$ 500; Julián Panelo y C. a , $ 500: Juan Pedro Agnirre, 
$ 500: Mariano Fragueiro, $ 300: Ruperto Alvarellos-, 
$-500: Julián Arrióla, $ 500; Lúeas González, $ 500: Lo- 
renzo Uriarte, $ 500; los Sres. D. Juan José y D. Nicolás 
Anchorena. $ 3.000. 

Octubre 8-. —Del Gobierno de la Provincia de Buenos 
Aires por mano de los Sres. Leziea y finos., en varias 
partidas, $ 35.5G6. 

Octubre 17— Por 1.200 pesos procedentes de una letra 
girada por D¿ Pedro Trápani contra D. Carlos María 
lluergo, á seis meses de la fecha, valor de 150 terce- 
rolas pertenecientes al armamento destinado ala Banda 
Oriental, las que- Rieron vendidos al Sr: Carril; por 1 co- 
misión de su padre el Gobernador de San Juan, á 
quien se creyó muy conveniente complacer en esto- 
ven ta, $ 1.200. 

Octubre 22— Del Gobierno de la Provincia de Bue- 
nos Aires por mano de los Sres. Leziea y Unos., en 
varias partidas, $ 40.000. 


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DE LA. REPÚBLICA O, DEL URUGUAY 


5 7 


Diciembre 31 — De la Tesorería General de la Pro- 
vincia de Buenos Aires* S- 34.000. 

182(i— Enero 20— De la misma en una letra, g 9.G00, 
Enero 31— De la misma en dinero electivo, s 40.000. 
TolaL, $ 17-6. oGG, 


CAPÍTULO VII 


I-tw pH un: ros iui>vimi.*nt<*s de los Tivinla y Trus patriota*.— Su onoiumtro en 8¿m 
SítlVíi lor <‘<n i iriMtto dol coronel Dispersión ilt* — -Marcha y cu 

ti'sidiL do Duvnllein en Snnniin.- -El primor avi*o tenido do la saiñla de la 
expedición de Rumos Aires .—Ordenes de marolia á Rivera de la Colonia,.-- 
Hn partida. —Kiiisodio en Mon/.ou. ---Sor presa y toma- — Se incorpora a la revo- 
lución.- Luvnllcia Iti nomina y hace ivcouneorscjjruiuLo jele de ullsi.— Opertieio- 
nes,— Tnmiros.— lííiViilUfja- iles¡i!e¡íii. Ja- tricolor cu el CcrrUn ile la Victoria, — 
Arriltd al Buceo del *vLU.n*rt.*nl del SiuVb—Xoinbni ni lento de Zufriatcgni cu 
í.'mulsión á liitcntiN Aires por Rivera y Lavaileja.— Sitio de la plaza de Monte vi- 
deo por los- labe ti ¡ido res-. 

A caballo los Treinta y Tres patriotas, emprenden 
la primera jornada. El 20 de Abril desprende Lavaileja 
descubridores, y sabe por éstos que en la costa de San 
Salvador había una pequeña fuerza de Laguna. Lava- 
Reja con la suya marcha en esa dirección. Iban en ca- 
mino,. cuando se les apareció Rafael U liarte con 10 
voluntarios que so incorporan á Los- Treinta y Tres le- 
gendarios. Loa voluntarios eran- José María Pudín,. Fe- 
liciano Fuentes, Ceferino Saavedra, Mariano Rodríguez, 
Manuel Mesa, Florentino Díaz, Manuel Ribero, Juan 
Medina y un pardo Camacho. Lavaileja despacha á 
U liarte secretamente á San Salvador, á investigar la 
fuerza- que había allí-,, conviniendo encontrarse- al si- 
guiente día en la estancia de Saavedra, costa del Arenal 
Grande. El 21 á la noche regresó Uñarte con noticias 
y el 22 se puso en marcha la expedición hacia aquel 
punto, formando la vanguardia- once voluntarios- al. man- 
do de don Manuel. Lavaileja. En el camino se les re- 
unió don José Gil Fernández,, ratificando la noticia de 


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58 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


hallarse en la cercana Villa de San Salvador el coronel 
don Julián Laguna y al capitán don Servando Gómez 
con unos 70 hombres. Al descender al valle de San 
Salvador en la mañana del 23, tuvo aviso Laguna de 
acercarse fuerza armada, y mandó á un oficial José 
Balbuena á reconocerla. Al encuentro del emisario, se 
adelantó don Manuel Lavalleja, á quien le preguntó 
Balbuena, «que gente era aquella»; á lo que le con- 
testó Lavalleja: «es la vanguardia del ejército liberta- 
dor». Al oirlo, se vuelve al galope á llevar el parte á 
su jefe, quien incontinente trató de formar su fuerza 
de unos ochenta hombres para recibirlo. Lavalleja pre- 
para la suya, mandando enarbolar §n una lanza la ban- 
dera Tricolor. Gil Fernández, se le ofrece á ir antes 
de parlamentario para que ambos jefes se entrevista- 
sen, evitando la lucha entre paisanos. Lavalleja se 
presta gustoso á ello. Parte Gil Fernández, habla con 
Laguna, y convenidos, se apartan ambos jefes de los 
suyos á una distancia, se ponen al habla, cambian 
algunas palabras, pero infortunadamente no se avienen. 
Laguna juzga intempestiva, precipitada y temeraria la 
empresa; Lavalleja tiene fé en ella, y la resolución in- 
quebrantable de llevarla adelante á cualquier precio. 
En ese sensible desacuerdo van á medir sus armas. 
Los de Lavalleja cargan. El choque es corto, y Lagu- 
na prefiere la dispersión de su fuerza, superior en nú- 
mero, á empeñarse en un combate reñido. En ella 
muere uno de sus soldados bajo el filo de la espada 
de Manuel Lavalleja y un tiro de Manuel Mesa, y sale 
herido- un teniente Balverde, que hacen prisionero en 
'el paso del Río. Los dispersos toman distintas direc- 
ciones, unos para Mercedes, otros para Soriano, La- 
guna hácia el Durazno, á excepción del sargento Se- 
rrano, que con seis compañeros de los dispersos, se 
incorporaron voluntarios á las filas de Lavalleja. 

Después de este lance, la hueste libertadora siguió 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


59 - 


para Soriano, en cuya histórica Villa entró el 24 de 
Abril sin la menor resistencia. Dos horas antes se 
había embarcado la guarnición de ese punto, en la es- 
cuadrilla sutil imperial delmandode Don Jacinto, habien- 
do sido avisado del peligro por un mensajero de don Pa- 
blo Gadea (uno de los Treinta y Tres), ligado por paren- 
tesco al mencionado don Jacinto. 

ELjefe de los Treinta y Tres incorporó á sus filas 
allí algunos voluntarios, como un joven Grané, y dirigió 
en el dia tres oficios al Cabildo de Soriano, dando al- 
gunas disposiciones, que se verán por el tenor del Acta 
siguiente, que consta en el Libro de Acuerdos de aquel 
Cabildo. 


CABILDO DE SORIANO 

En esta muy noble, valerosa y leal Villa de Santo 
Domingo Soriano y Puerto de la Salud del Río Negro, en 
veinticuatro (24) días del mes de Abril de 1825. — 
Nos los Señores Justicia y Regimiento juntos y congre- 
gados en esta casa de nuestro Alcalde de primer voto 
Don Vicente Gallegos, á pedimento del Comandante de 
las fuerzas armadas de la Patria, Don Juan Antonio La- 
valleja, dentro en este día en esta Villa, quien juntos 
nos pasó tres oficios, el l.° para que en el momento se 
mandaran aprontar las Milicias del Departamento, que 
se hallaban bajo el mando de la Patria; el 2.° encargán- 
donos el orden y sostén del vecindario y castigar á los 
malos, hasta última pena si sus delitos asi lo merecían 
y el 3.° privando de todo auxilio á las fuerzas enemigas 
de la Patria ; cuyas contestaciones pasó nuestro Alcalde 
á nombre dé este Cabildo.— Y no habiendo más que 
acordar, cerramos este Acuerdo. 

José Vicente Galleóos. — José Luis Acosta. 
Pablo Grané. — José Basallo. — Félix 
José Gadea. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


De Soriano siguieron los libertadores para la Ca- 
pilla Nueva (Mercedes) el 25, en cuya Villa se arepa- 
raba á resistir su guarnición, foseando las calles, por 
cuyo motivo se abstuvo Lavalleja de atacarla por evitar 
conflicto al vecindario, pero engrosando sus filas con 
algunos voluntarios. 

De allí siguieron para el interior de la campaña. 

El primer aviso tenido de la salida de la expedición 
de Lavalleja de Buenos Aires, había sido dado el 18 de 
Abril por el Cónsul del Brasil en aquella ciudad, al 
Ministro de Relaciones Exteriores, y transmitida inme- 
diatamente al gobernador de la plaza de la Colonia del 
Sacramento, por medio del siguiente oficio: 

Illmo. y Exmo. Señor:— Ayer á las diez de la noche 
se me avisó que pasaron para esa Banda Oriental, ha 
tres ó cuatro días, Lavalleja, Oribe, Alemán y alguhos 
oficiales más, con 20 ó 30 soldados, con bastante arma- 
mento y dinero, con destino al puerto de las Vacas, y 
pretenden ir á atacar el campamento del Durazno, en 
el cual tienen oficiales que están combinados con ellos; 
y por tanto ruego á V. E. en bien del servicio de S.'M. I., 
que haga expedir los oficios inclusos á su destino con 
la brevedad que exije el caso; así como las participa- 
ciones de este acontecimiento á los Comandantes de 
la Capilla Nueva, Sandú, Soriano y todos los otros pun- 
tos, á fin de que estén prontos para cualquiera ataque 
que se pretenda hacer contra los mentados lugares. 

Avista de este acontecimiento, V. E. tomará también 
todas las medidas de precaución que juzgue conve 
niente, y que están conformes con el celo con que 
V. E. sirve á S. M. I. y á la Nación. 

Buenos Aires, 18 de Abril de 1825. 

' Illmo. y Excmo. Sr. Manuel Jorge Rodríguez, goberna- 
dor de la plaza de la Colonia del Sacramento. 

Sinfronió María Pereiha Sodré, 

Cónsul. del Imperio, 


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DE LA REPUBLICA O* DEL URUGUAY 


fil 


A esta comunicación contestó ol gobernador de la 
Colonia, en ñolas del .18 y 28 de Abril, participándole que 
sus oficios habían llegado á sus respectivos destinos, 
y añadiendo en la del 28, « que los revolucionarios lia* 
a luán desembarcado en lo (irariada el Ti, de donde 
<« llevaron caballada, y el 28. ya estaban en Santo Bo- 
íl mingo, teniendo un tiroteo en San Salvador con el 
a coronel Laguna, que por tener poca gente se retiró 
« perdiendo un alférez muerto: dicen que con la gente 
« que se les juntó, tendrían unos 200 hombres». 

Tales fueron las primeras noticias que tuviéron los 
imperiales, de la expedición libertadora, y demás, pade- 
cidas con los errores do fecha. 

Lo que era do lodo punto indudable, era el bocho 
de haberse realizado con felicidad la heroica empresa 
de los Treinta y Tros patriotas, que pisaban triunfan- 
tes las playas orientales. Aquella cruzada inmortal, no 
había sido preparada ni concertada con el gobierno -dé 
Buenos Aires, ni con el general Rivera en esta Banda. 
Por consiguiente, éste ' no había sido prevenido de la 
empresa, aunque no ignorábalos trabajos de Lavalleja 
y sus amigos en el sentido de sacudir el yugo extran- 
jero, descubriendo en ellos los síntomas precursores 
de la revolución. Sabía por su ayudante don Leonardo 
Olivera que Lavalleja le había escrito invitándolo a ad- 
herirse á ellos, como á algunos otros paisanos, pera 
juzgaba que no se lanzarían á correr los azares de la 
suerte sin una combinación seria que asegurase el 
éxito. 

Antes de la pasada ele los Treinta y Tres, el gene- 
ral Rivera, comandante general de campaña, habla sa- 
lido de Montevideo para la Colonia con una escolta de 
25 hombres al mando dei capitán Vareta, acompañán- 
dole sus ayudantes clon José Augusto Pozolo y don 
Leonardo Olivera, así como su sirviente Yuca, hombre 
de color, de toda su confianza, que le acompañaba 


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<52 


COMPRENDIO DE LA HISTORIA 


tlescle el tiempo de Artigas. De manera, que cuando se 
efectuó la venida de aquellos legendarios, Rivera ajeno 
ú ella, se encontraba en la Colonia. 

Apenas se supo, recibió órdenes del gobernador y 
Barón de la Laguna, para ponerse en marcha sobre 
ellos, en dirección á las Vacas, donde según las noti- 
cias del Cónsul del Imperio en Buenos Aíres, debía 
efectuarse su desembarque. « Al recibir Rivera esta 
« orden,— dice Deodoro Pascual en sus Apuntes llisló- 
« ricos — quedó sorprendido por lo prematuro de la era- 
« presa, más no por el hecho, porque no ignoraba el 
« plan. Hizo sus cálculos, y se dirigió con su gente al 
« punto que convenía. » 

Efectivamente, cumpliendo Rivera las órdenes re- 
cibidas, no sin sorpresa, se puso en marcha con unos 
80 hombres de escolla, pero en vez de dirigirse á las 
Vacas ú otro punto de la costa del bajo Uruguay, se 
dirigió estudiosamente al centro de la campaña, con 
la idea preconcebida de dejar libro el campo para obrar 
sin resistencia á los expedicionarios de Lavalleja. « Si 
« otra cosa se hubiera propuesto, disponía de fuerzas 
« y elementos superiores para poder batir y dispersar 
« aquel grupo de valientes. » (1) 

En su marcha impartió órdenes al mayor Calderón 
(Bonifacio Isas) de su dependencia, para (pie se in- 
corporase con su fuerza en las cabeceras del Perdido 
donde lo esperaba, cuyo chasque conductor del oficio 
íué tomado por Lavatlcja el 28 de Abril, imponiéndose 
de la comunicación, y sabiendo por declaración de él, 
el punió donde se bailaba Rivera, que quedaba en la 
estancia de Don Cayetano Olivera, ú unas seis leguas de 
distancia. El chasque tomado, de apellido Paez, había 
sido soldado en otro tiempo de Lavalleja, y reconociendo 


(1*) Kcfercnoiss hechas por el general Eive;a ei 1340 ni autor del "Compendio 
d? Historia”, sobre el ai un lo. 


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DE LA REPÚBLICA O. DÉL URUGUAY 


63 


á su antiguo jefe, no hesitó en imponerlo de la situación 
ele Rivera, que había dejado A unas seis leguas de aquel 
paraje, y convenir conducirlo hasta su campo, y ade- 
lantarse á decirle que la fuerza que venía era la del ma- 
yor Calderón. 

Rivera se hallaba en Monzon. donde puesto en eje- 
cución el ardid concertado para la sorpresa, así que el 
ayudante Don Leonardo Olivera, capitán de campo del 
general Rivera, recibió el aviso de Paez, se lo participó 
al general, preparándose este á salir á su recibo tan 
luego se aproximase la fuerza. — Así sucedió en la ma- 
ñana del 20. — Al divisar ésta montó á caballo acompa- 
ñado del copilan Varóla y de su asistente Yuca, diri- 
giéndose confiado al encuentro del supuesto Calderón 
y su fuerza, encontrándose con su compadre Don Juan 
Antonio Lavalleja. Ambos jefes se adelantaron, y al reco- 
nocerse, sorprendido Rivera, Lavalleja sonriente le 
dirigió estas palabras, que Rivera retribuye : — Com- 
pra? re. . . . 3 'o trtm'n'rn tanjo ni ¡s njnMias, como usted 
¡fama n sus pn rejeros. — ¿ k's mi prisionero ? — -Yo soy ene- 
mijo — contestóle. — Sorprendido, ó mejor dicho, deján- 
dose sorprender por la eslralagcma, quedaban salvadas 
las apariencias con el Imperio. — La loma real 6 aparente 
del prestigioso y esforzado 'adalid déla époc-a del pre- 
cursor insigue de la nacionalidad Oriental. . fué una 
suerte para la Patria, con latido con su eficaz é impor- 
tante concurso, la causa de su libertad política. —La in- 
corporación de su personalidad á las lilas de los liber- 
tadores desde aquel momento, fue una gran .fortuna para 
la patria, el primer triunfo ele los Treinta y Tres deno- 
dados patriotas, y el. precursor de muchos triunfos, 
desde el del Rincón de Rácelo y Sarandi hasta Misiones. 

Rodeado por Zufrialegui, Trúpani, Manuel Lavalleja 
y algunos otros de los compañeros de Lavalleja, se 
cambiaron algunas palabras de urbanidad y confianza, 
mientras el jefe áe los Treinta y Tees lo invita á apearse. 


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.COMPRENDIO DE LA HISTORIA 


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haciéndolo él también á la vez, estrechándose las manos 
y tomando ambos asiento en el campo sobre la yerba, 
platicaron un rato. 

Rivera hace llamar á su Yuca, y le manda que llame 
á sus ayudantes á tomar órdenes. Viene Pozolo y otro 
oficial. Al llegar, don Manuel Lavalleja les dice que 
entreguen sus espadas. Lo hacen, pero momentos 
después se las devuelven, disponiendo Rivera que mar- 
che á pie la tropa de su escolta con los oficiales. Esta 
lo efectúa, incorporándose los Orientales á los Treinta 
y Tres, y destinando á los que eran brasileros ú la 
guardia de prevención. (1) 

Lavalleja y Rivera celebraron una conferencia re- 
servada en la propia estancia de don Cayetano Olivera, 
por mús de dos horas, en la cual quedaron convenidos 
ambos jefes en el plan que debía seguirse. Lavalleja 
dió á reconocer en el aclo td general Rivera en sit gra- 
do, nombrándolo segundo jefe del Ejército Libertador, 
en cuyo carácter empezó ú funcionar con éxito', ligando- 
las espadas Providenciales que habían de trozar las 
cadenas de la amada Patria. 

Inmediatamente se dispuso de perfecto acuerdo, 
apoderarse de las fuerzas brasileras que á las órdenes 
del coronel Borbas, estaban destacadas en San José, y 
de que se plegase Calderón con tas suyas á la revolu- 
ción, como se efectuó al día siguiente. 

Como se realizó eso, lo refiere un publicista, en 
los términos siguientes: 

« A partir de ese momento, las operaciones de los 
libertadores participaron de la naturaleza del nuevo 
adalid. Esa misma noche se marchó sobre el pueblo- 
de San José, en donde á la sazón se hallaba el jefe 
brasilero Borbas con su regimiento de Paulistas eom- 


(1) Referencias del general Ppz-jIo al airfcor, conflipiadas .por otros iconfcem- 
poráneos. 


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DE LA REPÚBLICA O. EjEL pftUGUAY £5 


puesto de 200 plazas, ílespachantfo el general Rjyer§, 
próxima ya la columna al Paso del Rey, á uno de §ijs 
ayudantes con orden esc rit a para Borbas, disponien- 
do que al oscurecer ese día, que era $1 siguiente de 
la marcha, se hallase con su fuerza sobre el referido 
Paso del Rey, donde lo esperaba. » 

« La columna libertadora acampó á las o de la tardp 
en un potrero inmediato al lugar de la cita, y Rivera 
con sus ayudantes se trasladaron al Paso. fnvitado Bor- 
bas y sú oficialidad á pasar donde se hallaba el general 
Rivera, lo hicieron inmediatamente. » 

« Dado el aviso al general Lav.alieja de esta opera- 
ción. y dispuesto todo de antemano para ella, sorpren- 
dido en esa actitud el Regimiento, su i eíe Y oficiales, se 
les intimó rendición a la tropa por el general Layalleja 
y su fuerza en actitud de combate, v »i «r 4 - 
por el general 05 , ,, JC ie y oiiciales 

‘ _ - rivera en persona, — rendición que 

obtuvo sin el disparo de un solo tiro. » 

« Al aclarar el siguiente día llegaba al lugar dél 
suceso el capitán Juan Borbas, hijo del coronel ya pri- 
sionero, con 20 soldados y los bagajes del Regimiento, 
y notando en él gente desconocida, trató de ponerse en 
guardia, pero fué en el acto atacado y perseguido, mu- 
riendo dos soldados y quedando prisionera toda la par- 
tido.» 

« Pocas horas después, llegaba al campo de tan fe- 
liz resultado, el mayor Calderón con su Regimiento de 
Dragones Orientales. Con esta fuerza, en la que el ge- 
neral Rivera tenía prestigio y confianza, no hubo que 
hacer esfuerzo alguno. El Regimiento de Dragones con- 
secuente con su nombre, formó entusiasta en las fi- 
las de los libertadores. » 

« Como á las ocho de la mañana., el pequeño Ejér- 
cito de la Patria marchó sobre el pueblo de. San José, 
adelantando el general Lavalleja á su hermano don Ma- 
nuel y á don Atanasio Sierra con algunos individuos 

5 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


de tropa, con el objeto de tomar algunos de los sol- 
dados de Borbas que hablan quedado rezagados en la 
población . » 

Era menester aprovechar los momentos y desple- 
gar suma actividad para sacar todo el partido que 
debían prometerse los patriotas de la adhesión de Ri- 
vera á los libertadores. 

El ascendiente que gozaba en la campaña por su lar- 
ga actuación en ella, lo mismo que sobre los jefes y oficia- 
les orientales que hasta entonces militaban bajo las ban- 
deras del Imperio, era preciso utilizarlo de inmediato 
para robustecer el poder de las armas libertadoras. — 
Poniéndolo en ejercicio, se había conseguido, que tanto 
Calderón como Ramón Mancilla, jefe interino del Regi- 
miento de Dragones de la Provincia, respondiendo á 
bus insinuación^, ™ pegasen á la causa. 

A Calderón le había escrito éil esiGo láminos : «La 
« patria pide hoy los esfuerzos de sus hijos. Vd. sabe 
a mis sentimientos. En esta virtud, yo creo que ya 
« llegó el momento de anonadar á los usurpadores de 
« nuestra libertad. Hemos sido esclavos mientras no 
« pudimos ser libres. Haga Vd. reunir cuantos hom- 
« bres pueda, haciéndoles entender esto mismo. Yo 
« ya estoy reunido á mi compadre Don Juan Antonio La- 
« valleja, que con una fuerza de valer y ordenada se 
« ha puesto bajo mis órdenes, para con ellas y las de- 
« más que vienen, aunar nuestros esfuerzos con este 
« fin sagrado. Escribí á Laguna yá Goyo Mas, para que 
« en la Florida y Arroyo de la Virgen reúnan cuanta 
« fuerza y armas puedan». 

El I.® de Mayo escribía al capitán Don Goyo Mas, su 
íntimo amigo lo siguiente: — '» Ha llegado la época de 
« hacer libre para siempre nuestra cara Patria. La Pro- 
el vincia en masa está con nosotros. Vd. sabe que- 
« hace tiempo lo teníamos convenido, y ya llegó la oca- 
« sión. Mi plan se ha realizado. Conmigo está mi com- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


67 


« padre Juan Antonio. Como antes hemos jurado echar 
« á los portugueses del país, ó quedar nuestra sangre 
« para memoria. En esta virtud es preciso que Vd. se 
« venga á ver conmigo para recibir mis órdenes y reu- 
« nir la gente del Arroyo de la Virgen y de la Florida». 

Convenía en aquellos momentos hacer entender á 
los hombres que se trataba de atraer sin vacilaciones 
que Rivera era el jefe principal, como medio de obte- 
ner el concurso de ellos, por el ascendiente que tenia 
y por la influencia que podía ejercer en el ánimo dé los 
indecisos, el nombre del general Rivera, unido á la san- 
tidad de la causa. 

Esto explica el porqué escribía en sus cartas: — « Con- 
migo está mi compadre Juan Antonio», ó yo ya estoy 
reunido con mi compadre Don Juan Antdnio, que con 
una fuerza de valer y ordenada, se ha puesto bajo mis ór- 
denes. 

Poco después, la columna patriota que había acam- 
pado en la costa del río, entraba en la población desple- 
gando la tricolor bandera, aumentando sus filas con la 
presentación de voluntarios. Allí se supo que el resto 
de la fuerza que había quedado en el Durazno al mando 
del coronel Ferreda, se había pronunciado contra el 
Imperio, prendiendo al jefe, que después puso en liber- 
tad Lavalleja. 

En Canelones se hallaba el coronel Barrcto Pintos 
con el 2.° Cuerpo de Paulistas, quien al saber por un 
cadete que logró escapar de San José lo acaecido allí 
con Borbas, se retiró precipitadamente á media noche 
para Montevideo, haciéndolo con él simultáneamente 
los destacamentos escalonados en el trayecto hasta Ca- 
saballe. 

Dueños los patriotas de la campaña al Sud del Río 
Negro y reducidas las fuerzas imperiales á las plazas 
fortificadas de Montevideo y la Colonia, la revolución 
Oriental tomó un incremento ttan feliz, como rápido ha- 


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COMPRENDIO DE LA HISTORIA 


bía sido la marcha triunfal de los Treinta y Tres, favo- 
recido por una serie no interrumpida de sucesos afor- 
tunados en los diez primeros días que contaba su gloriosa 
empresa. Las proclamas de Lavalleja distribuidas con 
profusión levantaron el espíritu público atrayéndoles 
partidarios y cooperadores. 

Lavalleja era de opinión de marchar á sitiar la Co- 
lonia, pero Rivera juzgó más conveniente dirijirse al 
centro de la campaña, formar reuniones y entrar en 
operaciones, en previsión de la venida de fuerzas ene- 
migas por la frontera de Río Grande y de otra cualquier 
contingencia. 

Por fin, el 2 de Mayo á las 9 de la noche se puso 
en marcha la columna patriota de .San José para Cane- 
lones, adelantándose el valiente oficial Manuel Melendez 
con una partida exploradora. El 3 entró en la Villa de 
Guadalupe, donde no había enemigos, en razón de ha- 
berse replegado , como se había dicho , todos los 
destacamentos ú la plaza de Montevideo. De allí des- 
tinó Lavalleja varios jefes ú hacer reuniones: Leonardo 
Olivera á Maldonado, Juan José Florencio á San José, 
Pino, á la campaña de Canelones, marchando Rivera al 
Durazno, conduciendo los prisioneros hechos en San 
José é incorporar las fuerzas diseminadas. 

Contento délos resultados tan felices de su empresa, 
escribió Lavalleja 6 su señora desde San José el 2 de 
Mayo, lo siguiente : 

San José, Mayo 2 de 1825. 

Señora Doña Anita Monterroso de Lavalleja— -Buenos 
Aires. 

« Mi querida Anita. — El 19 de Abril salté en tierra 
con los Treinta y Tres Patriotas ; el 23 ataqué á Don Ju- 
lián Laguna y á Servando en San Salvador. El 24 entré 
en Soriano. No quise atacar ñ la Capilla en Mercedes 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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por evitar un desorden en los vecinos de aquel pueblo. 
Continué mi marcha al interior de la campaña, y tuve 
noticias que Don Frutos venía en marcha de la Colonia 
á incorporarse d una fuerza de 300 portugueses que era- 
ban la campaña y esta fue cortada por nosotros. 

« Desatendí todas las atenciomes y me propuse per- 
seguirlo, y el 29 á las once de la mañana lo tomé con 
seis oficiales que le acompañaban y 50 y tantos solda- 
dos. Yo traté de sacar de este acaso imprevisto todas 
las ventajas que me podían ser favorables, y lo pri- 
mero fué oficiar al coronel Borbas que se hallaba en 
San José de guarnición, para que saliera con toda.su 
tropa y poderlo -sorprender. Efectivamente logré mi 
intento. — Fueron prisioneros 150 soldados y nueve ofi- 
ciales ». 

« Ya está reunido conmigo Don Bonifacio Calderón 
con cien hombres y 200 que están en el paso del Du- 
razno ya están á mis órdenes. Marcho ahora mismo 
que son las nueve de la noche sobre Canelón y ma- 
ñana pienso estar en el Cerrito de Montevideo. La Pro- 
vincia se ha pronunciado de un modo indecible á mi 
favor. En la adjunta de Oribe para Latorre van deta- 
lladas nuestras operaciones». 

Juan Antonio Lacalleja. 

Con la misma fecha, lo hacía Oribe á Latorre en es- 
tos términos : 

« Sr. D. Luis Latorre — San José, Mayo dos de 1825. 
— Mi amigo: Nuestra campaña es asombrosa por las 
ventajas que hemos conseguido en menos de ocho días, 
pues por el lugar donde le escribo podrá calcular cua- 
les son las ventajas. El 19 nos desembarcamos y el 23 
batimos en San Salvador á Servando y al coronel La- 
guna donde los dispersamos sin tirar un tiro, y si solo 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


á sable. El 29 tomamos á Frutos Rivero con 50 hom- 
bros en el Arroyo Grande. El 30 tomamos prisionero al 
coronel Borbas con todo su campo, donde no tuvimos 
ni un solo muerto. Los prisioneros alcanzan á ciento 
ochenta que tenemos en nuestro poder. Hoy son las 
siete de la noche y marchamos ú Canelones. Pasado 
mañana estará la Bandera Patria en el Cerrito. Mélen- 
dez salió con una partida para adelante. 

« Frutos está incorporado con toda la fuerza con 
nosotros. El día 1 perecerán los esforzados patriotas ó 
enarbolarán la Bandera en el Cerrito de la Victoria». 

. Manuel Oribe. 

En la noche del 6 de Mayo se puso en marcha La- 
valleja de Canelones sobre Montevideo con 72 hombres, 
quedando Rivera en aquel punto. En la mañana del 7 
aparecieron los patriotas en la cumbre del Cerrito de la 
Victoria, á la vista del pueblo de Montevideo, enarbo- 
lando la Bandera Tricolor de la legión libertadora. — 
José Porto, fue el primer voluntario que se le presentó 
abandonando el trabajo de labranza en que se ocupaba 
en las inmediaciones (Reducto), é incorporándose á 
sus filas. 

La alarma producida en la plaza fue grande. Se 
mandaron cerrar las puertos y todas las casas de nego- 
cio. — Se desprendió de ella una fuerza de caballería 
como de 300 hombres, para explorar el campo, prontas 
las baterías para cualquier ataque á la plaza. La fuerzo 
descubridora llegó á corta distancia hasta la chacra de 
Doña Petrona Palacios, sin atreverse á pasar más ade- 
lante. —Los patriotas en -número de 73 hombres avan- 
zaron en dos escalones. — El primero de 22 ginetes al 
mando del sargento mayor Don Manuel Oribe, y el se- 
gundo de 18, al del capitán Don Manuel Lavalleja, ade- 
lantando una guerrilla al mando del teniente Don Ata- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


71 


nasio Sierra, en la cual venía el reciente voluntario Porto. 
Don Juan Antonio Lavalleja quedó con unos 20 hombres 
de reserva. Batidos los imperiales, fueron perseguidos 
hasta el saladero llamado del Inglés , (de Duton), en las 
Tres Cruces, con pérdida de algunos hombres. 

Después de este primer lance á la vista de Monte- 
video, se retiraron los patriotas á sus posesiones del 
Cerrito, sin. atreverse los imperiales á ir á desalojarlos 
temerosos de que tuviesen mas fuerzas ocultas , que 
sus exploradores no habían podido descubrir. — Tan pre- 
cipitada había sido la retirada del jefe brasilero que ocu- 
paba Casaballe en los momentos de aproximarse la co- 
lumna de Lavalleja, que dejaron todo abandonado en el 
campamento, y hasta las pulperías volantes sus fac- 
turas. 

Lavalleja se mantuvo algunos días en las cercanías 
de la plaza, esperando el resultado de la combinación 
aplazada antes, en que debía pronunciarse el batallón 
de Pernambucanos, cuyo plan había fracasado, como se 
ha dicho en otro capítulo. — No obstante, la deserción de 
Pernambucanos, se acentuó, haciéndose sospechosa su 
íidelidad, y atribuyéndose, no sin fundamento, á traba- 
jos de personas sindicadas, adictas á la revolución 
dentro de la plaza. — Fueron reducidos ¡i prisión varios 
ciudadanos por los Imperiales, y confinados unos en el 
bergantín de guerra Piroja y otros encerrados en la Ciu- 
dadela. — Kntre los primeros se contaron Don Juan Giró, 
Don Juan Benito Blanco, Don Solano Antuña, Don José 
Alvárez, Don Lorenzo J. Perez y algunos otros. —A esa 
prendición siguió poco después otra de personas sindi- 
cadas de partidarios pronunciados por la revolución, en 
cuyo número fueron reducidos ú prisión Don Ramón 
Castriz, Don Tomás Burgueño, Don Apolinario Gayoso, 
Don José Antequera, Don Ramón Masini. Don Antonio 
Suso y Don Jorge Liíian. 

Un esa situación arribó al puerto del Buceo el payle- 


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72 COMPENDIÓ DE LA HISTORIA 


bot Libertad clel Sticl, procedente de Buenos Aires, despa- 
chado Ocultamente por Don Pascual Costa, á cuyo bordo 
venían varios jefes y ciudadanos meritorios á engrosar 
lás filas de los libertadores, conduciendo petrechos y 
fondos para Lavalleja. de que era portador Don Román 
Acha. — Venían en él Don Román Acha, Don José Ma- 
ría Platero, Don Gabriel y don Rosendo Velazco, Don 
Gregorio Pérez, Don Carlos San Vicente, Don Estévan 
Dongado, Don Francisco Villagran, Don Atanasio Lapido, 
Don Bonifacio Vidal, Don Felipe Maturana, Don Benito 
Ojeda y veinte individuos más, componiendo 32, de los 
cuales algunos eran de los que debieron venir en la ex- 
pedición délos Treinta y Tres. 

Cuando los de la plaza se apercibieron de la llegada 
al Buceo de aquella embarcación, ya era tarde pora po- 
der la marina imperial capturarla con todo lo que con- 
ducía, ó impedir su desembarco, porque los patriotas 
en armas que dirigía Lavalleja se apresuraron á protejer 
el desembarque, quedando burlado el enemigo. 

Avisado inmediatamente el general Rivera del arribo 
de aquel importante contingente, y del interés de las co- 
municaciones y elementos recibidos, de que era porta- 
dora la nave arribada al Buceo, se puso en camino en 
el acto de Canelones, donde se hallaba, para el Cerrito, 
á cuyo punto llegó en la noche del once, donde le es- 
peraba Lavalleja para acordar lo que conviniese al ser-__ 
vicio de la causa. 

Allí, procediendo en la mayor armonía ambos ge- 
fes, las dos primeras figuras de la revolución, que se 
robustecía, acordaron enviar á Buenos Aires en comi- 
sión, al teniente-coronel de Dragones de la Unión, Don 
Pablo Zufriategui. con el objeto de entrar en negocia- 
ciones con los agentes extranjeros y demás que se ex- 
presan en el Poder, en la inteligencia que no podría 
permanecer cerca de ellos más que ocho días. 


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DÉ LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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He aguí la credencial cotí que lo acreditaron para 
el desempeño de su comisión : 

« En el Cerrito de Montevideo á 12 del mes de Mayo 
de 1825, nos Don Fructuoso Rivera y Don Juan Antonio 
Lavalleja, jefes de las tropas de la patria en la Banda 
Oriental, damos y conferimos todo nuestro poder bas- 
tante á la persona de Don Pablo Zufriategui, teniente- 
coronel de Dragones de la Unión, para que se acerque 
diligentemente á los agentes de las naciones extranje- 
ras que se hallen en aquel destino, de Buenos Aires, y 
entre en negociaciones con ellos, solicitando auxilios de 
soldados, armas y dinero, en la inteligencia que no po- 
drá permanecer cerca de éstos más que ocho días, des- 
pués que manifieste el objeto de su misión. Se lo da- 
mos asimismo para que instruya de nuestro estado é 
intenciones, y muy particularmente para que asegure 
sobre la legalidad de nuestros sentimientos, respecto 
al deseo de ver libre la Provincia para mandar los dipu- 
tados al Congreso Nacional. 

« Y para que su comisión tenga carácter legal, le 
domos el presente poder que firmamos. 

Fructuoso Rivera.— Juan Antonio Lavalleja». 

Rivera como jefe de más graduación autoi’izó pri- 
mero la credencial, y en la misma forma la hizo tres 
días después, cuando reunido con Lavalleja en la Villa 
de San Pedro del Durazno, acordaron el nombramiento 
de una nueva Comisión, modificando la de Zufriategui, 
compuesta de Don Pedro Trapani, Don Román Acha, 
Don Pascual Costa y Don José María Platero, con la con- 
dición de ponerse de acuerdo en todos los casos, con 
Don Román Acha, como se desprende del tenor del si- 
guiente oficio dirigido á Zufriategui. 

« Hemos juzgado conveniente autorizar con nuevos 
poderes á una Comisión que hemos nombrado. Por 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


tanto: desde el momento queda suspensa su Comisión, 
debiendo ponerse de acuerdo en todos los casos con el 
señor don Román Acha. 

« Dios guarde á Vd. muchos años. 

« Cuartel general en la Villa de San Pedro del Duraz- 
no, Mayo 15 de 1825. 

Fructuoso Rivera.— Juan Antonio Lavalleja». 

:Sr. D. Pablo Zufriategui, teniente coronel de Dragones 
de la Unión. 

El 13 partieron para el Durazno, Lavalleja y Rivera, 
donde fijaron, mor el momento, su cuartel general, de- 
jando establecido el sitio de la plaza de Montevideo, á 
cargo de Isas Calderón como primer jefe, y de Oribe 
(Don Manuel) de segundo. 

A su llegada á aquel punto escribía Lavalleja á la 
Latorre lo siguiente : 


« Durazno y Mayo 15 de 1825. 

«Sr. Don Luis Latorre.— El día 7 del corriente se enar- 
boló el Pabellón de la Libertad en el Cerrito, y los ene- 
migos están encerrados en la plaza, donde los contiene 
nuestra línea. Mientras tanto yo estoy alarmando la 
campaña y á la techa ya está toda ella capaz de cual- 
quier empresa, 

« El resultado de los pocos días que han corrido 
hasta el siete en una guerra pasiva, lia sido de dos- 
cientos soldados, once oficiales, dos sargentos mayo- 
res, un teniente-coronel y dos coroneles portugueses 
prisioneros. 

« Todo se ha mostrado favorable y creo que los ene- 
migos aunque me den algo que hacer no me vencerán 
nunca. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


75' 


« Don Pablo Zufriategui que será el dador, infor- 
mará áVd. de todas nuestras ocurrencias y estado, con 
cuyo motivo no le digo más, sino que trabaje cuanto 
pueda por nuestra felicidad que así Lo espera su muy 
affmo. » 


Juan Antonio Lavalleja. 


CAPÍTULO VIII 


Partida del Síndico Gcnoral García de Ziiüiga en comisión al Jane ir o. --Embar- 
que d o tropas para Montevideo.— Si i Holgada.- -Rugrutio de García Zúa igra. — Am- 
pliuckmc* del puccso del Taylebot “ libertad del Sart’V- Las comisiones en- 
viadas á Buenos Aires por los jol'et del ejórelt) Patrio — Medidas adop- 
tadas por estos en favor del orden. — Exposición patriótica del general 
Rivera. 

Cuando supo el general Lecor la pasada de los Trein- 
ta y Tres ú esta Banda, y sobre todo la reunión de Ri- 
vera á Lavalleja, incorporado á los libertadores, se 
alarmó tanto, que inmediatamente dispuso que Don To- 
más García de Zúüiga, Síndico Procurador del Estado, 
saliese dentro de tercero día en comisión para el Ja- 
neiro. Con efecto, salió en el bergantín-goleta Sanio 
Domingo Eneas (el 2. ), tenido por el más velero, que 
descargó precipitadamente para poder efectuarlo, pues 
era buque mercante, y no tuvo tiempo de hacer lastre, 
por cuyo motivo casi naufraga. 

Ili/.o el viaje ele aquí al Janeiro en seis días, llevando 
á su bordo al referido sefior García de Zúüiga, conjun- 
tamente con Don José Antonio Maciel, su secretario. 

A los tres dias después de haber llegado al Janeiro, 
se embarcaron en aquel puerto dos mil hombres de 
¡ropa de auxilio para Montevideo, enviados por el Em- 
perador, quien para el efecto mandó reunir todas ios 
tropas en persona, y sin revelar nada, él mismo designó 
los batallones que debían marchar haciéndolos embaí 1 * 


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76 


COMPENDIO ÜE LA HISTORIA 


car para Montevideo, á donde llegaron en Junio, con 
diez ó doce días de viaje. 

Don Tomás García regresó en el mismo buque que 
lo condujo á Río, con siete días de navegación,, des- 
pués de haber demorado quince en el Janeiro. Guando 
llegó á Montevideo ya estaban aquí las tropas enviadas 
por el Emperador, conjuntamente con pertrechos. 

El general Lecor había estado enfermo de resultas 
del disgusto que le produjo la pretensión de los jefes 
de la plaza, obligándolo á nombrar un consejo de ellos, 
para proceder en todos los casos con su acuerdo, á con- 
secuencia de atribuírsele connivencia con Rivera, siendo 
por esa razón vigilado. 

En el breve relato hecho en el capítulo anterior so- 
bre lo ocurrido con el poylebot Libertad del Sud en el 
Buceo, se omitieron algunos pormenores, que creemos 
conveniente ampliar en éste. 

Cuando apareció en estas aguas aquella embarca- 
ción, despachada furtivamente de Buenos Aires por Don 
Pascual Costa, trayendo á su bordo armamento y mu- 
niciones para los patriotas en armas en esta Banda, 
amaneció en el Buceo. Advertido con sorpresa por los 
imperiales, enviaron un buque de su armada á recono- 
cerlo y capturarlo, mientras hacían salir por tierra una 
fuerza para la mejor operación, y la cual fue hostilizada 
por la de los patriotas que le salieron al encuentro. 
Afortunadamente, á su llegada ya era tarde para impe- 
dir el desembarco de Treinta y Dos Patriotas que 
conducía á su bordo, y el de los pertrechos, porque se 
había efectuado protegido por los libertadores, con el 
concurso de un abnegado vecino del lugar (Don Hi- 
pólito Pernas) que facilitó en el acto los medios de 
transporte. — Realizado esto, el buque fuó abandonado, 
incendiándolo después los marinos imperiales. 

Habíamos dejado al jefe de los Treinta y Tres y á 
Rivera en el Durazno, después de haber nombrado en 


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DE JLA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


77 


el Gerrito á Zufriategui en comisión á Buenos Aires, 
para cuyo destino s.e embarcó en la costa de la Colonia. 
Don Pablo'Zuíríategui desempeñó satisfactoriamente su 
«omisión en Buenos Aíres, pero juzgándose sus serví- 
cios de suma importancia en el ejército, acordaron Lava- 
lleja y Rivera autorizar con nuevos poderes aúna comi- 
sión compuesta de don Pedro Trápani, don Román Acha, 
don José María Platero y don Pascual Costa en los térmi- 
nos que se han visto por la nota dirijida desde el Duraz- 
no por aquellos jefes al teniente coronel Zufrategui. 

Acha tenía relaciones íntimas con el ministro de Re- 
laciones Exteriores, doctor don Manuel J. García, y se 
consideraba aparente para gestionar en favor de la cau- 
sa, lo mismo que á los demás señores nombrados para 
formar el Comité, estando perfectamente al corriente 
de las necesidades del Ejército, y de los propósitos de 
sus jefes. Mientras esos patriotas se dirijian á Buenos 
Aires en desempeño de su importante cometido, en que 
merecieron bien de la Patria, tas dos primeras figu- 
ras de la revolución se ocupaban de la organización del 
ejército, de la distribución de sus fuerzas y su comando, 
y la adopción de medidas tendentes á la conservación del 
órden yá ofrecer garantías á la propiedad y á la vida de 
los habitantes de la Provincia. 

Una de las primeras y mas severas adoptadas en ese 
interés, fué la decretada por los jefes de la Provincia en 
Orden del clia del 15 de Mayo, por la Circular que vamos á 
transcribir. En ella tuvieron por principal objeto preve- 
nir los desórdenes y licencias á que se prestara la situa- 
ción anormal de la campaña, y establecer la moral mas 
cumplida en las fuerzas en armas, basta tanto se crease 
«1 Gobierno que debía rejir la Provincia. 

Merced ú ella, a los ejemplos imponentes que le si- 
guieron, se transitaba sin temor por la campaña, á pun- 
to de que llegó en ese tiempo a conducirse semanalmen- 
te á la Tesorería los fondos recaudados en las Recepto- 


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78 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


rías de la línea sobre Montevideo, confiados á un solo 
individuo, sin ser jamás agredido en el trayecto. 

Como prueba de este aserto, y aún á riesgo de incu- 
rrir en digresiones, citaremos un caso ocurrido poco des- 
pués de instalado el Gobierno Provisorio, donde domina- 
ban las armas de la Patria. A poco mas de dos leguas de 
la plaza de Montevideo— en el Manga - existían estable- 
cidos los dos hermanos Fernandez con negocio de alma- 
cén, en la chacra conocida por los Dos Hermanos, espa- 
ñoles, nativos de la Coruña. Una noche fueron asaltados, 
maltratados y robados por dos malvados. Investigado el 
hecho y aprehendidos los criminales, fueron juzgados y 
ejecutados. Con ese escarmiento no se repitieron en buen 
tiempo atentados semejantesr alentados por la impu- 
nidad. 


CIRCULAR 

Los jefes de la Provincia en la Banda Oriental, en Orden 
del dia: 

La experiencia ha manifestado desgraciadamente en 
otras épocas, que en la revolución las pasiones se desen- 
frenan, y los malvados se aprovechan en esos momentos 
para cometerlos delitos de deserción, homicidios, estu- 
pro y latrocinio, y como tales hechos no evitados al prin- 
cipio, después se hacen un hábito general, que al fin 
consuma la ruina del país. Hemos acordado no perdo- 
nar medio alguno con el fin de evitar sus desastrozas 
consecuencias. Y al efecto, hágase saber al Ejército en 
Orden de este día, que será castigado con la última pena, 
(esto es, con el cadalso), todo el que cometiere cualquie- 
ra ele los delitos referidos; y para sentenciara tal pena al 
ladrón, bastará que el hurto llegue al valor de cuatro pe- 
sos. Un breve sumario en que resulte prueba ó semi- 
prueba, es bastante para proceder á la sentencia, no de- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


79 


hiendo el reo estar en capilla mas de 24 horas; esto es, 
cuando las circunstancias no exijan que la sentencia 
sea mas brevemente ejecutada. 

En tanto que en la Provincia no se crea el Gobierno 
que deba regirla, téngase este Decreto por ley Inviolable. 
Su lectura será repetida diariamente en el Ejército por* 
los Sargentos de compañía y los Comandantes de ellos- 
serán responsables, si así no lo hiciesen verificar. 

Mándense copias de ella á todos los puntos donde- 
hay tropa empleada, y practíquese la misma diligencia 
pasándose circulares á los Cabildos para que la hagan sa- 
ber á los vecinos, que á ellos también les comprender 
y los Jueces Ordinarios procederán á formarles causa y 
ejecutar la sentencia del modo que queda prevenido; y 
para el efecto pidan tropas al punto mas inmediato don- 
de la haya. 

Cuartel General del Durazno, Mayo 15 de 1825. 

Fructuoso Rivera.— Juan Antonio Lavalleja,- 

Es copia á la letra del original. 

Joaquín Revillo. 

Capitau-Secreta rio. 

Desde que el general Rivera se incorporó al movi- 
miento iniciado por Lavalleja al frente de los Treinta y 
Tres patriotas, trató de propender á inclinar en favor de 
su causa á los continentales limítrofes sus antiguos ami- 
gos, en el interés de evitar los males de la guerra pro- 
ducida. 

A ese propósito respondían las comunicaciones di- 
rijidas en los primeros dias de Mayo (10 y 12) á los jefes- 
de Rio Grande don Tomás José da Silva del comando de- 
aquella Provincia, al Mariscal Abreu, gobernador de las . 


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80 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


armas déla misma, y á algunos otros jefes continentales. 

En esas comunicaciones decía al primero: « La Pro- 
« vincia toda unida, y á imitación del Imperio del Brasil, 
« reclama su libertad é independencia. Tengo á mi dispo- 
<( sicion dos mil hombres, no para liaoer la guerra á mis 
« compatriotas y amigos, sino para pedir con justicia el 
« pleno goce de nuestros derechos. Economizar la sangre 
« y privarnos délas consecuencias de la guerra, son los 
« sentimientos que abrigamos y confiamos en que V. S. 
« animado de estos mismos principios, hará cuanto esté 
« de su parte para que recobremos nuestros derechos y 
« desaparezcan de entre nosotros losmales delaguerra.» 

« El coronel Fort escribe á V. S. que dentro de pocos 
« dias estará en ese destino para tratar de una suspen- 
« sión de armas, hasta tanto el Barón de la Laguna deli- 
« bcre sobre las exposiciones que se le han hecho. » 

En este estado de cosas, el general Rivera creyó con- 
veniente, dar un Manifiesto ó Exposición de sus proce- 
dimientos, renovando sus aspiraciones patrióticas, é in- 
citando ála vez á los Orientales y álos Brasileros amigos, 
á combatir por la causa, en los términos que van á verse 
por el siguiente documento, que por primera vez vela lu? 
de la publicidad. 

EXPOSICIÓN Y EXHORTO PATRIÓTICO 
DEL GENERAL RIVERA 


CirCü IÁR 

Pueblos y habitantes de la Banda Oriental! 

Apurado mi sufrimiento por vuestros justos cla- 
mores, yexaltado mi patriótico celo para afianzar el goce 
délos inalienables derechos que por espacio de catorce 
años disputáis con la espada y con toda clase de sacrifi- 
cios, he tomado al fin la resolución de conduciros al 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


81 


campo del honor, á perecer en él, ó triunfar de los tira- 
nos que quieran oponerse al goce de vuestra libertad ci- 
vil. Mejor que yo, sabéis que vuestros juramentos y pro- 
clamaciones al Emperador del Brasil, fueron con la con- 
dición deque S. M. I. había de jurat la Constitución que 
hiciese la Asamblea General Constituyente y Legislativa 
del Imperio, pero también sabréis que no tuvo efecto por 
que S. M. I. disolvió la Asamblea Representativa de la 
Nación, con un golpe arbitrario de aquellos que los tira- 
nos marcan la época de su despotismo. Sabéis que tam-' 
bien exijisteís que. fueran reconocidas y aprobadas las 
bases de incorporación acordadas en el Congreso cele- 
brado en Montevideo el año 21, y que fueran divididos 
los Poderes. Sabéis que jurasteis la Constitución queel 
Emperador gustó daros; pero sabéis también que las ba- 
ses fueron despreciadas y que la Constitución no se pu- 
so en práctica, por más que la solicitaron algunos Pue- 
blos de la campaña por medio de sus Representantes. 
Sabéis que no hace mucho que el Cabildo ele Montevideo 
inducido por el Barón de la Laguna, y otra porción de 
absolutistas representaron al Emperador que querían 
ser absolutamente gobernados por el sistema de Federa- 
ción, Sabéis que fué contestada la representación nega- 
tivamente, pero al mismo tiempo fueron condecorados 
los decrépitos miembros del Cabildo, para admirar de 
este modo ú todas las autoridades del Brasil para que 
estimuladas por aquellos quiméricos hombres repre- 
sentasen en el mismo lenguaje, A fin de hacerlo valer á 
su tiempo, y entonces declararse el Emperador absolu- 
to amo de los bravos, que supieron con su sangre colo- 
carlo en el augusto trono, para que desde él, les prome- 
tiese y afirmase su libertad civil. 

Esta es compatriotas, la historia de los sucesos que 
os son bien notorios; y estos son, Brasileros, los eslabo- 
nes de la cadena que el Emperador esta forjando para 

uniros con ella al pesado carro de la tiranía de sus an- 
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COMPRENDIO DE LA HISTORIA 


tepasados; y sino, refleccionad. — ¿A qué conduce el co- 
locar en todos los empleos de la mayor importancia ge- 
íes europeos, que en época no muy distante fueron nues- 
tros mayores enemigos ? Será con la idea de sujetarnos 
al sistema de su augusto Padre, cuando lo crea oportuno ? 
— Si la primera, ¿cómo -tuvo el Brasil hijos valientes pa- 
ra destruir áesos mismos que hoy proteje con escanda- 
losa postergación de los beneméritos Brasileros? Y cómo 
tuvo sabios que supieron formarle el trono y colocarlo 
en él ?— Si la segunda, ¿ á qué esperáis Brasileros ? Se os. 
olvida ya, que vertisteis vuestra sangre para sellar con 
ella la libertad de vuestros derechos, y para afianzar la 
diadema de vuestro Emperador, pues recordad que 
arrastra d los hijos del Norte, á los más de ellos inocen- 
tes ó al menos sin proceso ni causa, y sin oirlos, á los 
calabozos y prisiones, cuya obra solo puede discurrir la 
más atroz tiranía. Ya es tiempo que le obliguéis á que os 
cumpla lo que os prometió; y sino, ayudadnos á derribar- 
lo, para que no vuelva la antigua tirania á sentar su so- 
lio en el Brasil. 

Y vosotros, vecinos orientales, recordad el robo que 
sufrieron vuestras haciendas. Recordad que en todos 
los Pueblos de la campaña había Gobernadores militares 
contra el espíritu de la Constitución. Recordad, en fin, 
cuanto os costó derribar el coloso de la antigua tiranía, y 
cuanto os costaría destruir éste, si le dejaséis más tiem- 
po para asegurar la presa. 

Yo, per mi parte, estoy satisfecho de haber desem- 
peñado religiosamente mis deberes. Mientras estuve 
persuadido que el Emperador cumplía sus promesas, le 
fui fiel, agradeciéndole las consideraciones con que me 
distinguió; mas luego que advertí su doble intención, yo 
no debía ser el instrumento de la esclavitud de mi Patria, 
y mucho menos cuando por la falta de cumplimiento á 
sus promesas, quedaba desligado del juramento condi- 
cional que presté con mi Rejimiento. Del mismo modo. 


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DE LA. REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


83 


estáis vosotros desligados. Corred, pues, alas armas.— 
Defender nuestros derechos, ó perecer en la empresa, 
es nuestro lema. Sostenedlo, bravos Orientales, y sereis 
dignos de la posteridad, de 1a Patria y de vuestros geíes. 

Cuartel General en el Durazno, 16 de Mayo de 1825. 

Fructuoso Rivera. 

CAPITULO IX 


Boquis Iones riel Agente Cónsul uv ilal Brasil en B unios Aires/— Evasivas tlel BTí- 
nirilei'io.— Notus cumbisulits.- -1%I Gobierno pillo autoriza-ión ul Congreso priva 
reforzar lo, línert rtol Uruguay tui previsión de los eventos de la guerra 
' encendida en la Banda Oria mil. --Su lición de la ley.— Ui s.iun del vict -almi- 
rante Jx>b<* 1SI Ministro Con test a. 

Al tenerse la primera noticia de los expedicionarios 
con Lavalleja para la Banda Oriental, el Cónsul Brasilero 
residente en Buenos Aires, entrevistado con el Ministro 
de Relaciones, le interrogó si contaban con la protec- 
ción del Gobierno Argentino. La respuesta fuó nega- 
tiva. Pero observando que los acontecimientos iban en 
crece, y con ellos’ las desconfianzas, el Agente Consular 
redobló sus exljencias el 30 de Abril, solicitando una 
declaración categórica sobre si el Gobierno Argentino 
había tomado parte en ellos, ó si la tomaría en el caso 
de que fuese adelante el proyecto de los aventureros, 
como los clasificaba. 

Eso dió margen al cambio de las siguientes notas : 

El infrascripto. Cónsul de S. M. el Emperador del 
Brasil, habiéndose presentado personalmente al señor 
Ministro de Relaciones-Exteriores, á quien se dirije en 
el 18 del corriente, para informarle de que habían pa- 
sado de ésta para la Banda Oriental, varios oficiales y 
soldados con armamentos y municiones, destinados á 
atacarlas, bien así corno á las fuerzas imperialistas esta- 
cionadas allí, y procurando igualmente saber del señor 
Ministro si semejante proceder era apoyado por este 
gobierno, recibió la satisfactoria contestación de que él 


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Sí 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


por su parte en nada lo autorizaba; pero añadiéndose 
•ahora haber sido informado oficialmente de haber efec- 
tuado el desembarque en la Graciada el 23, y hallarse 
reunida ya una partida de 200 hombres que dirigiéndose 
-á. San Salvador rompió hostilidades contra el coronel 
Laguna, que por la desigualdad de las fuerzas tuvo que 
retirarse con pérdida de un oficial muerto; y pudiendo 
acontecer que este desagradable negocio tome un ca- 
rácter más sériOj el infrascripto para poder informar 
bien de todo á su corte, como es su más sagrado deber, 
■y esclarecerla acerca de cuales son las intenciones del 
gobierno de> esta capital en este asunto, le es indispen- 
sable exigir del señor Ministro que le declare si el go- 
bierno ha tomado parte en estos acontecimientos, y 
aún si la tomará en caso de que vaya adelante el pro- 
yecto de los tales aventureros. Esta declaración ser- 
virá de guía al gobierno de S. M. I. y evitará procedi- 
mientos que puedan tornar arriesgada la amistad que 
existe felizmente entre ambos gobiernos. 

El infrascripto espera que este gobierno, una vez 
que en nada intervenga en los referidos procedimientos, 
tomará todas las medidas públicas para impedir el au- 
mento y fuerza de la tal facción, y juntamente el cas- 
tigo de aquellos que le pertenezcan, y ya recojidos á 
-ésta como escandalosamente pregonan los papeles pú- 
blicos. 

El que suscribe saluda al señor Ministro con su 
acostumbrada consideración y respeto, 

Buenos Aires, 30 de Abril de 1825. 

Sinfronio María Pereira Sodré, 

Cónsul de S, M. el Emperador del Brnail. 


-Exmo. señor don Manuel José García, Ministro y Se- 
cretario de Estado de Relaciones Exteriores en este 
Supremo Gobierno. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


85 


A esta nota, contestó el Ministro Argentino con lat 
siguiente : 

Buenos Aires, Mayo 2 de 1825. 

El Ministro que suscribe, habiendo puesto en con- 
sideración de su gobierno la nota que el señor CónsuE 
del Estado del Brasil le ha dirijido con fecha 30 de Abril 
último, pidiéndole explicaciones con respecto á la em- 
presa que refiere de algunos emigrados de Montevideo 
asilados en esla plaza, se halla encargado por su go- 
bierno de decir en contestación á dicho señor Cónsul^ 
que puede seguir desempeñando sus funciones en ésta, 
ciudad bajo el seguro concepto de que el gobierno cum- 
plirá lealmente con todas las obligaciones que reconoce- 
mientras permanezca en paz y armonía con el gobierno- 
de S. M. I., debiendo agregar el que suscribe, con re- 
lación á la tentativa, que anuncia el señor Cónsul, que 
no está, ni puede estar, en los principios bastante acre- 
ditados de este gobierno, el adoptar en ningún caso 
medios innobles, ni menos fomentar empresas que no- 
sean dignas de un gobierno regular. 

El Ministro que suscribe, saluda al señor Cónsult 
con su acostumbrada consideración. 

Manuel José García. 

Señor Cónsul y Agente Comercial del gobierno deF 

Brasil. 

Siete días después de esta contestación evasiva, ef 
gobierno de Buenos Aires dirigía al Congreso la siguien- 
te nota: 

Buenos Aires, Mayo 9 de 1825. 

La guerra se ha encendido en la Banda Oriental deE 
Río de la Plata. Este solo hecho, y además el carácter 
que debe desenvolver naturalmente, hacen necesario» 


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86 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


al Ejecutivo el ponerse en precaución contra los even- 
tos que ella puede producir, y que amenazen bien sea 
la tranquilidad interior del Estado, ó bien la seguridad 
de sus fronteras. 

La situación actual de la nación demanda, en este 
caso, la cooperación del Congreso Nacional, á fin de 
que las respectivas Provincias de la Unión se decidan 
S enviar con este objeto aquel número de tropas que 
Ies sean innecesarias para el servicio interior de ellas, 
poniéndolas ú disposición del gobierno general. El Eje- 
cutivo espera que las resoluciones del Congreso Gene- 
ral, sobre un objeto tan importante y tan nacional ten- 
drán el más cumplido efecto. Y por eso es que se 
dirije con la mayor confia-nza, pidiéndole quiera tomarlo 
en consideración con la urgencia qup él demanda. 

El gobierno saluda á los Representantes de la Na- 
ción con la consideración de siempre. 

Juan Gregorio de las Heras. 

Manuel J. García. 

En consecuencia, el Congreso no dilató en tomar en 
consideración el asunto, sancionando á lós dos dias (11 
de Mayo) el siguiente Proyecto de Ley propuesto por la 
Comisión de Milicias. 

« Artículo l.°— Se autoriza al Gobiérno de la Provin- 
cia de Buenos Aires, .como encargado provisoriamente 
del Ejecutivo Nacional para prover á la defensa y segu- 
ridad del Estado, y se le recomienda especialmente el re- 
forzar por ahora la línea del Uruguay en precaución de los 
eventos que puede producir la guerra que se ha encen- 
dido en la Banda Oriental del Rio de la Plata, » 

Esto último no se realizó hasta Setiembre, en que re- 
eien se organizó ql Ejército de Observación. 

A los dos dias de la sanción de esta Ley, constante 
de mas artículos, el Agente Consular del Brasil, daba 


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87 


cuenta á su gobierno el 13 de Mayo, délo que presencia- 
ba, en los términos siguientes: 

« Ya no hay la menor duda de que ha comenzado en 
la Banda Oriental la revolución que comuniqué á V. E. en 
mis oficios N.°s3 y 4.—E1 17 del pasado Abril á eso de las 
10 de la noche fui avisado con certeza de haber pasado 
para aquel país varios oficiales y soldados destinadcs á 
hacer la premeditada revolución. En el mismo instante 
traté de mandar lletar una embarcación, y al dia siguiente 
por la mañana, la hice partir para la Colonia, á cuyo go- 
bernador mandé el oficio copia N.°l y otros de participa- 
ciones, tanto al Barón de la Laguna, como al brigadier 
Sebastian Barreto Pinto, que se hallaba fuera de la plaza 
con alguna fuei’za, afortunadamente llegaron estos ofi- 
cios cinco dias antes del desembarque de ellos, la que 
sino hubiera acontecido, quizás á estas horas estuviese 
muerto el Barón y la plaza en poder de los enemigos por 
la combinación que había dentro y de que ya le había pre- 
venido.» 

« Luego que despaché la embarcación oficié al Mi- 
nistro de Relaciones Exteriores, pidiéndole una audien- 
cia, que se concedió, y en ella di parte de la ida de 
aquella gente, exigiendo de él que me declarase si lia- 
bian ido con licencia del gobierno, y si él tenía parte 
en tal negocio, á lo que se me repuso que el gobierno 
en nada se metía, y retíreme, recibiendo empero, el 29 
á las 7 de la noche el oficio de la copia núm. 3, y cons- 
tándome la salida de embarcaciones con armamento y 
municiones no viendo providencia alguna para impe- 
dir la continuación de tales remesas, juzgué de mi de- 
ber dirigir al Ministro la nota de la copia núm 4, por 
la cual pedí explicaciones de las intenciones del Go- 
bierno y tuve por respuesta lo que se vé por la eópia 
núm. 5, la cual me parece que puede servir de mucha 
luz al gobierno de S. M. I. combinándola con la poste- 
rior tolerancia de la salida de aquí de bajeles que es- 


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88 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


tán llevando armas y municiones continuamente, y de 
otras, hasta con intento de abordar alguno de los bu- 
ques de guerra, como aconteció liá tres días, que sa- 
lieron dos lanchones y una goleta ; no estando bien 
cierto si esta última fué con aquel objeto, ó sola á 
desembarcar armas y ciento y tantos hombres que 
llevó, pero yo había prevenido ya al Barón y por eso 
no temo que los sorprendan. » 

«Ya ha habido algunos encuentros, y las tuerzas re- 
volucionarias se han aumentado, pasándoseles el Re- 
gimiento de la Unión, y añaden que también su anti- 
guo comandante Fructuoso Rivera. 

« El plan se les 'malogró en parte, porque conta- 
ban con la revolución dentro de la plaza para enseño- 
rearse de ella, ’é inmediatamente nombrar para el Con- 
greso de aquí un diputado, el cual presentando las 
actas de incorporación ó ésta, exigiría socorros para 
rechazar cualquiera fuerza del Imperio; más, infeliz- 
mente se descubrió el negocio, pero todavía el gobierno 
espera ganar en sus negociaciones políticas, y por esto 
estoy convencido de que está protegiendo indirecta- 
mente aquella revolución para tener inquieta la Provin- 
cia ii fiil de presentar ú Inglaterra que pretende inter- 
venga en este negocio, el argumento de que nuestra 
ocupación es forzada y no voluntaria, á S. M. I. y tan 
es así, que tratan de mandar un agente extraordinario 
para ésa á proponer indemnizaciones. 

« Mi mansión aquí en nada les agrada, en tal grado, 
que el mismo Ministro á título de amistad se lamentó de 
las críticas circunstancias en que me veia, y me facilitó 
documentos con que pudiera presentarme en esa, sin 
que me resultara perjuicio por haber salido de aquí; 
empero respondíle que estaba dispuesto á perder antes 
la existencia— ya bien amargada — que salir sin órdenes 
de mi corte. 

« El Congreso de aquí promulgó una ley para el 


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89 


aumento del ejército nacional, elevándole á ocho mil 
hombres. 

Buenos Aires, 13 de Mayo de 1825. 

SINFRONIO María PEREiRA SodrÉ». 

Se acusaba de doblez ó falta de severidad, el pro- 
ceder del gobierno de Buenos Aíres para con el Impe- 
rio, á vista de los hechos que se producían, tan contra- 
dictorias con el tenor de las notas de la Cancillería, 
que impulsaban al Agente Consular á pedir de nuevo 
explicaciones de los propósitos del gobierno. 

Así se desprende del contenido de la nota ! dirigida 
el l.° de Junio al Ministro de Relaciones de la Argen- 
tina, que vamos á transcribir: 

« Buenos Aires, I.® de Junio de 1825 

« F.l infrascripto Cónsul de S. M. el Emperador del 
Brasil, habiendo exigido por su nota del 30 de Abril 
pasado, del señor Ministro de Relaciones Exteriores ex- 
plicaciones de las intenciones de este gobierno sobre 
la revolución que varios oficiales y soldados salidos 
de esta capital, fueron hacer en la Banda Oriental, y 
juntamente que en el caso de no haberse autorizado 
tal proceder, se tomasen medidas públicas y conve- 
nientes para impedir el aumento y fuerza de aquella 
facción, le fué respondido que el gobierno nada autori- 
zaba, y que menos fomentaría empresas que no fue- 
sen dignas de un gobierno regular; pero sin que nada 
se le dijese con respecto á las providencias que pedía, 
para que no aumentase la fuerza de los facciosos, y 
mucho menos que se diesen órdenes algunas hasta 
hoy para impedir las continuas salidas de bajeles car- 
gados de armas, municiones, gente y dinero. — No obs- 
tante las participaciones hechas por el infrascripto al 
señor Ministro en las conferencias que tuvo el honor 
de tener el 11 y 20 de Mayo, llegando el descaro ó arrojo 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


DO 


de los comisionados de aquellos revoltosos en esta á 
mandar en la noche del 2í cinco balleneras y una ba- 
landra á la Colonia del Sacramento para sorprender 
la corbeta de guerra Liberal de S. M. I. estacionada 
allí; estos buques regresaron sin haber podido obte- 
ner nada por la vigilancia que había en dicha corbeta 
y los agresores de tamaño atentado quedaron impu- 
nes. 

« El que suscribe no puede creer de ningún modo 
que este gobierno ignore, á vista del mismo impreso 
dirigido por el jefe de la rebelión Juan Antonio La- 
valleja, la existencia en esta capital de una Comisión 
intitulada Oriental, encargada de expedir todo cuanto 
es menester, no solo para el aumento de los revolu- 
cionarios, si que también para tentar la captura de al- 
guna de las embarcaciones de guerra de S. M. I. que 
se hallan guardando las costas de aquella Provincia, 
siendo muy pública una suscrición que aquí hicieran 
para los gastos precisos de la mentada revolución y 
sus miembros asaz conocidos, y no consta que se ha- 
yan tomado medidas algunas sobre tal gente, ni tam- 
poco castigado un comisionado de los facciosos que 
llegó á esta con oficios dirigidos á este gobierno. 

« Tan repetidos hechos obligan al infrascripto á pe- 
dir de nuevo explicaciones de las intenciones de este 
gobierno en este negocio, para comunicarlo todo al co- 
nocimiento* del gobierno de S. M. I. y así mismo las 
exigidas providencias, que impidan las continuas sali- 
das de barcos para ios fines que quedan referidos, en 
el caso que este gobierno esté resuelto, como es de 
.esperar, á no auxiliar tan irregular proceder. 

« El infrascripto tiene el disgusto de verse en la 
dura necesidad de tener que protestar á este gobierno 
por la falta de medidas que acaba de mencionar, y que 
puede dar motivo áun justo rompimiento délos lazos de 
.amistad que ligan felizmente á entre ambos gobiernos. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


91 


« El Cónsul infrascripto aprovecha esta ocasión 
para asegurar al señor Ministro debelaciones Exterio- 
res la alta consideración que tiene por su persona. 

« Excmo. Sr. Don Manuel José García, Ministro y Se- 
cretario de Estado de Relaciones Exteriores. 

Sinfronio María Pereira Sodré » . 

Por notorios que fuesen los hechos apuntados por el 
Agente Consular del Imperio, y por más que perseverase 
•en sus requisiciones jiada conseguía, porque el gobierno 
de Buenos Aires no podía ir contraía corriente que em 
barazaba su marcha. 

En nota de 8 de Julio reproduce el Cónsul las mis- 
mas quejas, y exije idénticas explicaciones á las prece- 
dentes, y espera del Ministerio una respuesta satisfac- 
toria que le persuada «que en calidad de Agente de 
■S M. I. no seiúa menos considerado que los de otrtís 
.gobiernos ». 

En esas circunstancias ancla á la vista de Buenos 
Aires parte de la escuadra brasilera estacionada en 
aquellas aguas, al mando del Vice-Almirante y Coman- 
dante en jefe de las fuerzas navales del Imperio, Ro- 
drigo José Pereira Lobo, y vá á probar si su requisi- 
ción tiene mejor éxito que las del cónsul Pereira 
Sodré. Monta la corbeta Liberal y desde su bordo di- 
rige al Ministro de Relaciones Exteriores del gobierno 
de Buenos Aires la siguiente nota : 

OFICIO DEL VICE ALMIRANTE DE LA ARMADA 
IMPERIAL 

Exmo. Señor: Habiendo llegado á S. M. el emperador 
defensor perpétuo del Brasil, la desagradable noticia de 
haberse últimamente manifestado una insurrección en* 
la Provincia Cisplatina, movida por muchos súbditos del 
Gobierno de Buenos Aires, que seduciendo los pueblos 


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92 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


desprevenidos y reuniéndose al pérfido y rebelde Fruc- 
tuoso Rivero, han empezado hostilidades contra el Im- 
perio del Brasil, y constando ai mismo Augusto Señor- 
que todo concurre á hacer recaer sobre el Gobierno de 
Buenos Aires los mas vehementes indicios de apoyar 
aquella sublevación, no solo por haberse dado de allí el 
impulso ó las hostilidades, insinuándose públicamente 
la insurrección, abriendo suscriciones en su favor y 
disponiéndose la Banda Oriental á la llamada Union de 
las provincias del Rio de la Plata, como por haberse usa- 
do de los papeles y periódicos del -Gobierno de Buenos- 
Aires para llamar el odio general con tra ía incorporación 
de la Provincia Gisplatina al Imperio del Brasil, usando 
se délas mas denigrantes y ofensivas espresiones con- 
tra S. M. I., sinó también porque tiene noticias de que de 
Buenos Ames se suministra dinero á los facciosos, ade- 
más de las insinuaciones hechas al Entre Ríos para so- 
correrlos; no siendo posible destruirla notoriedad de se 
mejames hechos, antes al contrario [teniendo que agre- 
garle los últimamente vistos, de salir del puerto de 
Buenos Aires cinco lanchones y una balandra cargados 
de gente con dirección ú la Colonia, llevando el fin, talvez,. 
de sorprender, algunas de las embarcaciones Impe- 
riales estacionadas allí, acontecimientos á que debe 
reunirse el mas agravante de todos y el mas escan- 
daloso, cual es el apresamiento y robo del Portu- 
gués «Pensamiento Feliz», ya fondeado en el puerto 
de Buenos Aires junto al registro, resolvió el mis- 
mo Augusto Señor mandar inmediatamente fuerzas, de 
mar y tierra para repeler la fuerza con la fuerza donde 
fuese necesario, y afianzar á los fieles cisplatinos el goce 
de sus derechos políticos como ciudadanos del Imperio 
del Brasil á quien legal y espontáneamente se ligaron, 
"hasta jurar su Constitución fundamental, y acabar de 
elegir sus diputados á la Asamblea de la Nación. —Mas 
no pudiendo s. M. el Emperador persuadirse todavía de 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


93 


que el Gobierno de Buenos Aires á quien el del Brasil ha 
dado constantemente todas las pruebas de relaciones de 
•amistad, se preste á proteger medidas revoluciona- 
rias, impropias de Gobiernos civilizados, y á fomeutar 
hostilidades sin una abierta y franca declaración de 
guerra, no se delibera á echar mano de los medios hos- 
tiles permitidos por el derecho de gentes, y que tiene 
á su disposición, sin exigir antes las explicaciones 
convenientes sobre hechos tan agravantes. —Por tanto, 
el abajo firmado, Vice-Almirante de la Marina Impe- 
rial y Comandante de las fuerzas navales surtas en 
Montevideo, recibió orden de S. M. el Emperador su 
Augusto Soberano para pedir á este gobierno las expli- 
caciones de aquellos hechos, esperando firmemente 
que este gobierno, haga retirar de la Provincia Cispla- 
tina sus subditos envueltos en la revolución manifes- 
tada allí; por ser ésta la única medida que puede probar 
exactamente, que ellos no tienen ni esperan protección 
•del gobierno de Buenos Aires, usando' al mismo tiempo 
el Gobierno de toda su influencia con las Provincias 
-de Entre-Ríos y Santa Fé para que no presten auxilios 
ó los revolucionarios; siendo de presumir que ellas no 
los prestarán sin connivencia ó aprobación del ‘gobier- 
no de Buenos Aires; quedando además el de S. M. I. 
en la esperanza de que, esta requisición tan justa. como 
generosa, será prontamente satisfecha, á fin de dar un 
testimonio de la ingenuidad de su comportación, y, con- 
vencer al Gobierno Imperial de que sus sospechas no 
son bien fundadas, como lo desea para ventaja recí- 
proca. El que suscribe participándolo al señor Ministro 
de Relaciones Exteriores del Gobierno de Buenos Ai- 
res á quien tiene el honor de dirigirse para que lo 
■eleve al conocimiento de su gobierno, le suplica el 
obsequio de una contestación categórica y aprovecha 
esta oportunidad para ofrecerle Las protestas de su 
•distinguida consideración. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


A bordo de la corbeta Liberal surta en frente de Buenos- 
Aires á cinco de Julio de 1825. 

Illmo. y Excmo. Sr. D. Manuel José García, Ministro 
de Relaciones del Gobierno de Buenos Aires. 

(Firmado): Rodrigo José Pereira de Lobo, 

Yice-almirauto. 

CONTESTACIÓN. 

Buenos Aires, Julio u del_825.— Elque suscribe, Ministro 
Secretario de Estado en el Departamento de Relacio- 
nes Exteriores del Ejecutivo Nacional de la República 
las Provincias Unidas del Río de la Plata, ha recibido- 
la nota qué con fecha de ayer se sirvió dirigirle el Excmo. 
Sr. Vice-almírante de la armada Imperial Brasilera y Co- 
mandante de las fuerzas navales surtas en Montevi- 
deo, y tiene el honor de participarle que está dispuesto- 
á contestar sobre los objetos que en ella se indican, 
tan luego como le conste que el señor Vico-Almirante 
se halla debida y suficientemente autorizado con todas 
las formalidades establecidas por el derecho interna- 
cional. 

El que subscribe aprovecha esta oportunidad para 
saludar al señor Viee Almirante con su consideración 
distinguida. 

(Firmado ) : Manuel José García. 

Excmo. Sr. Vice-Almirante de la Armada del Brasil y 
Comandante en jefe da las fuerzas imperiales 
surtas en Montevideo. 

A bordo de la corbeta Liberal, surta en frente de Bue- 
nos Aires, á 7 de Julio de 1825. — El abajo firmado Vice- 
Almirante de la Armada Imperial y Comandante én 
jefe de las fuerzas navales estacionadas en el Río de 
la Plata, tiene el honor de decir al Excmo. Sr. Minis- 
tro de Relaciones Extenores del gobierno de Buenos 
Aires, que recibió la nota que V. E. se dignó dirigirle 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


95 


en contestación á la primera comunicación datada el 5 
del corriente en la cual pedia ú nombre de S. M.I. las 
explicaciones que allí se refieren; y por orden del 
mismo Augusto ¡Señor eran hedías las reclamaciones 
contenidas en ella. 

Desea el Kxmo. Sr. Ministro que le conste hollarse 
el abajo firmado «debida y suficientemente caracteri- 
zado para esta misión con todas las formalidades esta- 
blecidas por el derecho internacional». A esto res- 
ponde á S. E. que así ordenó S. M. I. lo practicase, y 
y en la manera y forma que le previenen las Instruc- 
ciones que recibió de su gobierno, es que formalizó 
esa misma noto referida. 

Nada tiene que responder sobre este objeto el que 
suscribe, agradeciendo al mismo tiempo y retribuyendo 
al Kxcmo. Sr. Ministro la salutación conque le honró. 

Illmo. y Excmo. sr. D. Manuel José García, Ministro Se- 
cretario de Estado do las Relaciones Exterio- 
res del Gobierno de Dueños Aires. 

( Firmado) : — Rodrigo José Fep.reira Lobo. 

La ley disponiendo la formación do un ejército de 
observación sobre el Uruguay, era un hecho; pero fal- 
taba formarlo, y eso demandaba tiempo. Así filé que 
pasaron sobre cuatro meses antes de poder hacerse 
efectivo y reforzarse la linea del Uruguay, como se ha- 
bía dispuesto. • 

Veamos lo que dió mérito á su creación y á la Mi- 
nuta de Comunicación al gobierno, propuesta por el 
diputado Agüero, pidiendo explicaciones de los sucesos 
de la época, cuyos antecedentes conviene conocer para 
mejor apreciar las cosas. 

El 3 de Mayo (1825) el Gobierno de Buenos Aires dió 
cuenta ni Congreso de la guerra que había empezado 
en la Banda Oriental por los patriotas, cuyo suceso dió 
mérito á la ley del 11 de Mayo, disponiendo la forma- 


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96 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


ción ele un ejército de observación sobre el Uruguay. 

Con este motivo presentó el diputado Agüero (don 
Julián), en la misma sesión, una Minuta de Cohvunica- 
ción al gobierno, pidiendo explicaciones, que diese idea 
de los sucesos de la época, y cuyo tenor era el si- 
guiente: 

« Con fecha tres de Mayo el gobierno de Buenos 
Aires encargado previsoriamente del Poder Ejecutivo 
Nacional, dió cuenta al Congreso de haberse encendido 
inopinadamente la guerra en la Banda Oriental del Río de 
la Plata, y este suceso dió mérito á la ley de 11 del mismo 
mes, por la cual, yen previsión de los resultados que po- 
dían sobrevenir, se dispuso que la línea del Uruguay fuese 
reforzada competentemente, á cuyo efecto se dictaron 
por la misma ley cuantas medidas so consideraron 
oportunas en nuestras actuales circunstancias. 

Posteriormente el Congreso se ha instruido, aunque 
no- de un modo oficial, que el benemérito general li- 
bertador del Perú, Antonio José de Sucre, Iva avisado 
al Poder Ejecutivo que las tropas del Emperador del 
Brasil, han invadido y ocupado la provincia de Chiqui- 
tos, en el alto Perú. Y ha entendido, por último, el 
rumor que empieza á divulgarse sobre insulto come- 
tido contra nuestra bandera nacional por las fuerzas 
navales del Imperio. 

Estos hechos, en proporción que han puesto en 
agitación la opinión pública, no han podido menos que 
ctínrnover también y alarmar á la Representación Nacio- 
nal. lia debido apercibirse desde luego de las consecuen- 
cias que tales antecedentes pueden producir contraía se- 
guridad, defensa é integridad del territorio del Estado, 
lia sentido el enorme peso de la responsabilidad que 
gravita sobre los Representantes, en cuyas manos han 
puesto las Provincias de la Unión su futuro destino. 
Conoce, por último, lo delicado de su posición y la ne- 
cesidad de obrar con una actividad infatigable, y con 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


P7 


una prudente previsión de los sucesos que pueden set* 
consecuencia de los que hoy empiezan ó desenvolverse* 

Conducido el Congreso por tan justas consideracio- 
nes, ha acordado que el Poder Ejecutivo le instruya 
sin pérdida de momentos, no sólo sobre la existencia 
y realidad de aquellos hechos, sino también sobre las 
medidas que de sus resultas puede haber adoptado* 
Sobre todo, quiere muy particularmente ser instruido 
del estado y circunstancias de esa guerra, qne sin roño- 
^ cimiento de la Autor¡<lad Suprema se ha encendido en ha 
Procincia <) rientaL 

Y como la ley de once de Mayo fue dictada en previ- 
sión de los resultados que puede producir ella en otras 
Provincias, lia acordado que el Poder Ejecutivo le de 
cuenta con especialidad de lo que se halla hecho puro 
dar á aquella ley su deludo cumplimiento, de las dificulta- 
des que puedan haber retardado el (píela línea del Uru- 
guay esté ya reforzada en términos que imponga respeto 
ó nuestros enemigos, é inspire conílonza á nuestros 
pueblos y que últimamente le proponga cuantas medi- 
das considere necesarias para sobreponerse á los of.is- 
lóculos que sino se vencen, peligre la suerte del Estado* 
En la inteligencia que el Congreso esta resuelto ó hacer 
cuantos esfuerzos estén ó su alcance y ó exijir de los Pue- 
Jilos el último sacrificio para sostenerla dignidad y el 
honor nacional. 

Lo que de orden del Congreso General se comunico 
al gobierno de Buenos Aires como Encargad) del Poder 
Ejecutivo Nacional, para su inas pronto y puntual cum- 
plimiento. 


Julián Segundo de Agüero, 
Al Gobierno de Buenos Aires. 

7 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


CAPÍTULO , X 


Organización Ig fuerzas.— Opevr.cl me a militares.— (le isas, jefe superior de 
la líiiia d?l lUJllotlj M.» itavi le>. — l'.riii ucs ■«I.i.s5.fÍ.L*yi j i il¿l Gjliiaruo 
Provisorio. 


A mediados de Mayo dejamos á Lavaileja y Rivera en 
el Durazno, contraídos d lomar disposiciones, para orga- 
nizar el ejército patrio y asediar los pantos ocupados 
por el enemigo. Varios jefes y oficiales se destinaron en 
comisión á distintos puntes de la campaña á hacer reu- 
niones, difundiendo las proclamas patrióticas de Lava- 
lleja. 

Don Leonardo Olivera íué destinado d Maldonado, 
donde en pocos dias formó una brillante división.— Qui- 
rós con la suya, lo fué al sitio déla Colonia del Sacra- 
íTíento, siendo segundo jefe don Atanasio Lapido. Don 
Ignacio Oribe con una corta división se deslinó de obser- 
vación al Cerro-Largo y Don Pablo l’erez en Cebollatí. 
Sobre la linea sitiadora de Montevideo había quedado 
de-geíe superior Isas (a ) Calderón, y de segundo don Ma- 
. nuel Oribe, como se ha referido en otro capítulo. 

Rivera (don Fructuoso) quedó en el Durazno, costa del 
Yí, reuniendo y organizando fuerzas, y Lavaileja (donjuán 
Antonio) Comandante en gefe, se dirijió á Santa Lucia 
Chico d. establecer el Cuartel General del Ejército. Días 
después, llegó Rivera con una brillante división al Cuar- 
tel General en la ñarra del Pintado, donde se revistaron 
las fuerzas reunidas, nombrando Lavaileja ú don Pablo 
Zufriategui, (que había regresado de Buenos Aires) gefe 
de Estado Mayor, y sucesivamente á don Gabriel Velaz- 
co Mayor dol Detall é Instructor de las fuerzas que se or- 
ganizaban en ese punto. Se dispuso la formación de un 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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batallón de infantería de lí-nea al mando del anticuo co- 
ronel don Felipe Duarte, compuesto en su mrayor parte de 
Libertos, que se denominó Libertos Orientales. 

A la actividad desplegada en la campaña para robus- 
tecer la revolución, cuyas lilas engrosaban continuamen- 
te, respondía la que señaló muy honrosamente el proceder 
de la Comisión Auxiliadora en Buenos Aires, á cuyo frente 
estaban don Pedro Tro pañi, don Román Acha, don Pas- 
cual Costa, don José Moría Platero y don Luis C. La torre, 
enviando en arriesgadas expediciones, lodo género de 
recursos al jefe de la revolución pira el ejército de la 
Provincia. 

En esa situación, vinoá descubrirse por fortuna, la 
infidencia clel primer jete del asedio déla plaza de Mon- 
tevideo, Isas Calderón, que conspiraba di acuerdo con 
Lecor. 

Un incidente inesperado, dió lugar al descubrimiento 
de la trama. 

En las frecuentes salidas de las fuerzas de la plaza á 
forrajear, eran hostilizadas por las sitiadoras, y en 
uno de los combates originados, .se comprometió seria- 
mente la avanzada al m ando de don Manuel Oribe, estre- 
chada en el tránsito por los enemigos. Isas Calderón con 
iti suya, lejos de pro tejerla, se mantuvo indiferente, frió 
espectadora la vista del suceso, luciéndose sospechoso 
de traición, empezándose desde entonces á desconfiar de 
su lealtad, y á vigilar sus procedimientos. Oribe tuvo 
avisos de precaverse contra su infidelidad, hasta que 
un día recibió un anónimo de la plaza, en que se le pre- 
venía que debía ir al campo sitiador cierta mujer con co- 
municaciones reservadas para Calderón. En consecuen- 
cia tomó sus medidas, logrando sorprender la correspon- 
dencia que conducía la mensajera, quino dejaba duda 
de <[iie se tramaba una conspiración, con sacrificio de la 
vida de algunos de losprincípales j ifes de la revolución. 

Oribe bajo su responsabilidad proc idió á aprehen- 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


derlo, disponiéndose á dar aviso de todo á Lavalieja, que 
liabia venido (fias antes á Canelones. Éste, en esos mo- 
mentos se hallaba en reunión con algunos vecinos de la 
Villa de Guadalupe, convocados con el objeto de pedirles 
su cooperación en favor de la revolución, manifestándo- 
les con toda reserva, que la revolución Oriental no conta- 
ba con otros recursos, sino con los que le proporcionara 
el patriotismo y desprendimiento de los amigos de la 
libertad, y exhortándolos á auxiliarla. Se hallaban pre- 
sentes en esa reunión de vecinos don Joaquín Suárez, 
don Ramón Márquez, don Alejandro Chucarro, don Mar- 
celino Sanlurio, don Juan María Furreiro y algunos otros, 
que se manifestaron dispuestos á prestarle toda la coope- 
ración que pudiesen. En esos momentos llegó un oficial 
solicitando urgentemente hablar con el jefe de los 
Treinta y Tres, á quien impuso de todo lo acaecido con 
Calderón. 

Fué esa la primera noticia que tuvo Lavalieja del su- 
ceso, confirmada poco después con el aviso de don 
Manuel Oribe, á la vez de enviaríe^escoltadoal presunto 
delincuente, remitiendo lo prueba de la infidencia. 

En cuanto se supo en Guadalupe el hecho de que se 
acusaba á Isas Calderón, (Mayo 30), los capitulares don 
Joaquín Suárez y don Pedro Pereda, divijieron ñola á ' 
Lavalieja, significándole la sorpresa que les había cau- 
sado el proceder del Sargento Mayor Isas y demás que 
intentaban una revolución horrorosa, á la vez que don 
Luis Eduardo Perez aconsejaba á Lavalieja lo hiciese 
conocer en la Orden del dio, y que se cuidase mucho 
de los traidores en el Durazno, donde había mucha 
portuguesada. 

Entre tanjo, se procedía á procesar al acusado, 
nombrándosele defensor al Sargento Mayor don Pedro 
Lenguas, por la siguiente nota: 

El Sargento Mayor don Bonifacio Isas, del Regi- 
miento de «Dragones de la Unión», á quien estoy pro- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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cesando' de orden del Comandante en jefe don Juan 
Antonio Lavalleja. por delito de alta traición, ha nom- 
brado á usted para su defensor. Lo que aviso para que 
si acepta usted dicho cargo, se sirva pasar hoy á este 
campamento á prestar el juramento que previene, la 
ordenanza, y estendida en et proceso la diligencia co- 
rrespondiente, pueda desde Luego empezar las ratifica- 
ciones de los testigos que debe usted presenciar. /t. 

Dios guarde ¡i usted muchofraños. /o 

|j 

Campamento en Santa Lucía Chico, 19 de Junio de 18251 *5: 


Pablo Zufriategui. 


Señor Sargento Mayor don Pedro Lenguas. 

N. ! 

Se procedió al arresto de algunas personas, fugan- 
do para la plaza el capitán Bautista Cordovez, compli- 
cado sin duda en la causa. Concluido el proceso y sen- 
tenciado por el Consejo de Guerra, el comandante en 
jefe del Ejército, creyendo que no estaba en sus atri- 
buciones hacer ejecutar su sentencia sin la aprobación 
del Gobierno Provisorio, que en esos dias se había ins- 
talado, lo sometió d su resolución con el siguiente oficio: 

« Exrao. señor:— Adjunto á V. E. el proceso formado 
ñ los reos don Bonifacio Isas y N. N., el que está con- 
cluido y sentenciado por el Consejo de Guerra. Como 
no está en mis atribuciones hacer ejecutar las senten- 
cias dadas, sin aprobación de V. K., lo pongo á su dis- 
posición, á fin de que con arreglo ajusticia, determine 
lo que estime conveniente. 

Dios guarde á V. E. rpuchos años. 

Cuartel general, 23 de Junio de, 1825. 

e- 

Juan Antonio Lttvalleja. 


Eterno. Gobierno Provisorio de la Provincia. 

Este le acusó recibo simplemente en la misma fecha. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


Entretanto, mediaron empeños para que se revocase 
la sentencia pronunciada por el Consejo de Guerra. Ce- 
diendo 6 ellos con bondad el mismos general Lavalleja 
interpuso su mediación en ese sentido, en un Memo- 
rial dirigido al Gobierno, á cuya noble solicitud accedió,, 
devolviéndola el 28 de Junio con esta nota: 

« El Gobierno Provisorio de la Provincia devuelve 
á V. E. el Memorial que se ha servido dirijirle, interpo- 
niendo su mediación 4 ! fin» de que fuese revocada la 
sentencia recaída en la causa de don N. N. y don Bo- 
nifacio Isas. El Gobierno se forma un placer en acce- 
der á la justa solicitud que V. E. ha elevado á su con- 
sideración. 

Dios guarde á V. E. muchos años. 

Florida, Junio 28 de 1825. 

Manuel Calleros. 

Francisco Araucho, 

Secretario. 

Excmo. Señor Brigadier General en Jefe del Ejército de* 

la Provincia, don Juan Antonio Lavalleja. 

Los encausados obtuvieron su Libertad, dirigiendo 
don ‘Bonifacio Isas al Comandante en jefe del Ejército, 
Lavalleja, la siguiente nota de agradecimiento: 

« Exrao. señor: Don Bonifacio Isas lleno de respeto, 
se presenta ante V. E. á tributar sus agradecimientos 
por la generosidad con que ha sido mirado en la des- 
gracia á que ha sido reducido por la calumnia más 
atroz; sostenida de tal modo, que siendo inocente, apa- 
recía con delito, á presencia de aquellos hombres á quie- 
nes mas aprecio. 

Su reconocimiento, Exmo. Señor, será eterno, y tan 
luego como en el público quede destruida la mala nota 
en que inocente y desgraciadamente se ha visto envuel- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 103 



to, demostrará con sus hechos su gratitud al bien que 
acaba de recibir, y que en sli opinión por la justa eausa 
de la Patria, es ahora, y será siempre, la misma qüe ha 
mostrado en las anteriores épocas de la revolución. 

Bonifacio Isas. 

Una vez libre, se puso en camino para Mercedes» 
siendo acompañado en el trayecto por el oficial de Hú- 
sares don José Costa, por disposición de Lavalleja. 

Si íué grato ó no, á la gentileza dispensada en su des- 
gracia, y consecuente á la promesa de no tomar armas 
en lo sucesivo contra la causa de la Patria, lo dirá el tiem- 
po, viéndolo después incorjioradoálas tilas del Imperio. 

Isas Calderón era natural de la Provincia áe Cór- 
doba. 

K1 ejército Oriental se preparaba á entraren opera- 
ciones contra el enemigo, que acababa de recibir por 
una parte, tropas de refuerzo de Rio Janeiro, y por otra, 
los contingentes de caballería del Rio Grande, que en nú- 
mero de dos mil hombres, trasponían la frontera al man- 
do del general Abreu, internándose en el territorio 
Oriental por el Norte del Rio Negro. Pero antes de abrirlas 
quizo el insigne Lavalleja organizar un Gobierno Provi- 
sorio, encargado deda administración pública, mientras 
él se contraía á las atenciones premiosas de la guerra. 

Con ese laudable fin, el 27 de Mayóse dirije á los Cabil- 
dos para convocar á comicios populares para constituirlo. 

Dispone por circular que se proceda ála elección de 
un ciudadano por cada departamento, en todos los pue- 
blos libres de la presión del enemigo, para formar el 
gobierno Provisorio de la Provincia. Realizadas las 
elecciones, se instala el 14 de Junio inmediato, el go- 
bierno en la villa de la Florida, en cuyo solemne acto, de- 
pone ante él su autoridad, el Libertador, dando cuenta 
de sus procederes, en los términos que se verán por el 
tenor de la siguiente Acta: 


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íOí 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


INSTALACIÓN DEL GOBIERNO PROVISORIO 

ACTA 

En la villa de la Florida, Departamento de San José 
de la Provincia Oriental, á catorce de Junio de mil 
Ochocientos veinticinco, reunidos á consecuencia de la 
convocatoria expedida en veintisiete del próximo pa- 
sado Mayo por el Jefe interino don Juan A. Lavalleja en 
la sala destinada al efecto, los señores nombrados 
para miembros del Gobierno Provisorio de la Provin- 
cia d saber: -l)an Francisco Joaquín Muñoz, por el De- 
partamento (le Mnldonado;— Don Loreto Gomeusoro, por 
el Departamento de Caneloííes ; — Don Manuel Duran, 
por el de San José; —Don Manuel Calleros, por el de 
la Colonia del Sacramento, - y Don Juan José Vázquez, 
por el de Santo Domingo Soriano ; ausente el señor don 
J, Pablo Laguna, por el Durazno ( 1 ) acordaron dichos 
señores: — que era llegado el caso que se cumpliesen 
los justos voto» del digno Jefe que los boina convocado, 
y de sus comitentes, en cuya virtud se procedió á la 
elección de Presidente que por la pluralidad recayó en 
el más anciano, siéndolo don Manuel Caberos, y acto 
continuo nombraron en comisión para calificar los po- 
deres á ios señores don Francisco Joaquín Muñoz y don 
Juan José Vázquez, siendo los de éstos examinados 
sucesivamente por los demás, y aprobados que fueron 
como legítimos y legales por estar revestidos de igua- 
les caracteres, puesto en pié el señor Presidente, dijo: 

Señores : El Gobierno Provisorio de la Provincia 
Oriental del Río de la Plata, está instalado legítima 
mente. 

En este estado compareció en la Sala el Jefe interino 
don Juan Antonio Lavalleja, expresando en el idioma 


(J) Por rcnun:ia de eete luú electo don Gabriel A. Poreira. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


105 


•íuas rico y enérgico, la profunda satisfacción que po- 
seía al tener la honra de saludar y ofrecer el homenaje 
-de su reconocimiento, respeto y obediencia al Gobierno 
¿Provisorio de la Provincia. «Que el feliz instante de su 
<< inauguración presentaba á sus ojos la mejor recom- 
« pe nsa- de sus desvelos, y que por ellos protestaba y ju- 
■-< raba ante los Padres déla Patria y ante el cielo, obser- 
« vador de sus íntimos sentimientos, prodigar para sal- 
•« varia hasta el último aliento, en unión délos bravos 
'■« que trillaban la senda de la gloria y los peligros. » 

listo dijo, y se retiró dejando en manos del señor 
Presidente una Memoria que indicó contener la fiel liisto- 
ada de sus pasos desde que tuvo la fortuna de besarlas 
risueñas riberas del nativo suelo'. 

El tenor de ella es el siguiente: 

« Señores— Reunidos con algunos dignos patriotas, 
a concebírnosla feliz idea de pasar áesta Provincia desde 
« la de Buenos Aires, donde nos habían conducido los 
« últimos sucesos que tuvieron lugar en ella, con el ob- 
a jeto de poner en movimiento á nuestros paisanos, des- 
« pertar su patriotismo, y atacar á los extranjeros que 
n se consideran señores de nuestra Patria. 

« En número de treinta y tres, entre oficiales y sol- 
dados pisamos estas playas afOL lunadas, y puede decír- 
M se que una cadena de triunfos ha sido nuestra marcha. 

« El ardimiento heroico que en otro tiempo distin- 
u guió ¡i los Orientales, revivió simultáneamente en to- 
<r< dos los puntos de la Provincia, y el grito de Libertad 
>'i se oyó por todas parles. 

« La fortuna ha favorecido nuestro intento, y en po- 
eos dias nos ha dado resultados brillantes’. 

« Tales son el haber arrollado á los enemigos en to- 
■< das direcciones. 

« El haber formado unejército respetable. 

a Este se halla dividido en diferentes secciones se- 


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106 


COMPENDIO DE LA. HISTORIA 


» gnn lie considerado necesario, ó instruirá á V. S. el 
» siguieute detalle: 

« Un cuerpo de mil hombres en la barra de Sart- 
« ta Lucía Chico -á mis inmediatas órdenes, — otro de 
« igual fuerza ú las del Brigadier Rivera, en el Du- 
« razno, en observación y en pequeños destacamen- 
« tos sobre la columna enemiga que permanece en- 
« tre Río Negro y Uruguay. Una división de trescien- 
« tos hombres al mando del señor Mayor ( 1 ) sobre 
« Montevideo — otra de igual fuerza al mando del co- 
« mandan te Güiros sobre la Colonia y costas inmediatas- 
« — algunos destacamentos que montan por la costa 
« del Uruguay y Río Negro hasta Mercedes, observando 
.< los _ movimientos de la Flotilla enemiga, y asegurando 
« en cuanto puede ser, nuestras relaciones con Bue- 
« nos Aires. 

« A más de estas fuerzas, se hallan sobre las fron- 
« teras una división al mando de don Ignacio Oribe. 
« en observación sobre el Cerro-Largo, y otra al man- 
« do del coronel don Pablo Pérez sobre Cebollatí. 

« Todos estos cuerpos que se hallan bien armados?. 
« engrosan diariamente y reciben una'regular organiza 
« ción y disciplina. 

« Instado por la urgencia de las circunstancias. 
« he nombrado provisoriamente una Comisión de Ra- 
íl cienda que entienda en todos los ramos respectivos. 

« He expedido también circulares para que todos los 
« bienes, haciendas é intereses pertenecientes á los; 
(( emigrados á laolaza de Montevideo y puntos donde 
« se halla el enemigo, se conserven en depósito de sus 
« encargados hasta que se presenten á recibirlos sus. 
« legítimos dueños, ó hasta que instalado el Gobierno- 
« de la Provincia deliberase sobre esto lo que creyese 
« más justo y conveniente. 


(i) Era tioa' Oribe. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 107 


« Se ha establecido una Receptoría General en Ca- 
li nelones, para exigir derechos sóbrenlos artículos que 
« se introducen en la plaza y se exportan de ella para 
« el interior. 

« lie ciado provisoriamente algunas patentes de^ 
r< corso para que tengan su efecto en las aguas del 
« Río de la Plata y Uruguay, y por fin, contamos hoy 
« con recursos de alguna consideración en armamen- 
« tos, municiones y elementos para la 'guerra, ad- 
íe quínelos por mis créditos y relaciones particulares 
« en Buenos Aires. 

« Una Comisión fue nombrada allí para recolectar, 

« aprontar y hacer conducir todo cuanto se negociase 
« y fuese útil ¿--nuestros intereses, y no puedo menos 
« que recomendar á la consideración del Gobierno los 
« distinguidos servicios que ha prestado. 

« En unión del señor Brigadier Rivera, me he diri- 
« gido al Gobierno Ejecutivo Nacional instruyéndole de 
« nuestras circunstancias y necesidades; y aunque no 
« hemos obtenido una contestación directa, se nos ha 
« informado por conducto de la misma Comisión, las 
« disposiciones favorables del Gobierno, y que éstas 
« tomarán un carácter decisivo tan luego como se pre- 
(i senten comisionados del Gobierno de la Provincia. 

« Este, señores, es el actual estado de nuestros ne- 
« gocios, el que tengo hoy la honra de manifestar al 
« Gobierno Provisorio, q^ie con tanta satisfacción veo 
« instalado, á quién felicito tributándole desde este 
« momento mi más alta consideración, respetos y obe- 
« diencia. 

« Villa déla Florida, Junio catorce de mil ochocien- 
« tos veinticinco. 

« Juan Antonio Lavalleja. » 

El contenido de este documento, excitó las efusio- 
nes más puras de admiración y aprecio hacia el genio 


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108 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


grande y emprendedor que concibió y puso en planta 
la herúica idea de libertar su Patria á despecho del 
poder de los usurpadores, y terminó la sesión con el 
nombramiento de Secretario, que recayó en don Fran- 
cisco Araucho; y habiendo prestado el correspondien- 
te juramento, ordenó el Excrno. Gobierno Provisorio 
se extendiese la presente Acta, firmándola los señores 
que la componen conmigo el infrascripto Secretario 
que certifico.— Manuel Calleros — Manuel Darán— Lorelo 
Gomensoro — Francisco Joaquín Maños— Juan José 1 'as- 
quee — Francisco A rancho, Secretario. 

instalado el Gobierno Provisorio, uno de sus pri- 
meros actos, fue el nombramiento de Brigadier Gene- 
ral y Comandante en Jefe del Kjército de la Provincia: 
hecho en la persona de don Juan Antonio Lavalleja, y 
el de Inspector General del Ejército en el Brigadier don 
Fructuoso Rivera, comunicándolo á ambos. 

lie aquí su tenor: 

Florida. Junio 14 de 182á. 

EL Gobierno Provisorio de la Provincia "Oriental al- 
tamente satisfecho de los heroicos esfuerzos de V. E. 
■en la digna obra de la reorganización del país, y de las 
relevantes cualidades que le distinguen y fundan las 
más vivas esperanzas de realizarla, ha tenido á bien 
depositar en su persona el cargo de Brigadier General 
y Comandante en Jefe del Ejército de la Provincia, con 
todos los honores, preeminencias y prerogaLivas, que 
por este título le corresponden, facultándolo para que 
pueda expedirse en los casos y circunstancias extraor- 
dinarias que presente el curso de la guerra de la Inde- 
pendencia, con toda la extensión y plenitud de Auto- 
ridad que demande el mejor suceso; y al electo tiene 
la honra de dirijir á V. E. el presente, que servirá de 
suficiente título, y nombramiento, y se hará saber en 
la Orden del día á todas las fuerzas que componen el 


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DE LA. REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


109 


Ejército de la Provincia para su reconocimiento y obe- 
diencia. 

Dios guarde á V. E. muchos años. 

Manuel Calleros. 

Francisco Arattjo, 

Sucri ta io. 

Excmo. señor General y Comandante en Jefe del Ejér- 
to de la Provincia Oriental, don Juan Antonio La- 
valleja. 

NOMBRAMIENTO DE INSPECTOR GENERAL 
DEL EJÉRCITO 

El Kxcmo. Gobierno Provisorio de la Provincia al 
comunicar ú V. E. su instalación, y nombramiento que 
ha hecho del Brigadier General y Comandante en Jefe 
del Ejército de ella, en el señor don Juan Antonio La- 
val!eja/ha tenido á bien conferir á V. E. el de Inspec- 
tor General del mismo, con el goce de todos' los ho- 
nores, preeminencias y prerrogativas que por tal título 
le corresponden, y á que le hacen acreedur su distin- 
guido mérito y servicios. En su consecuencia, lo par- 
ticipa á V. E. por medio del presente, que deberá ser- 
virle de título y nombramiento suficiente para el debido 
reconocimiento de su Autoridad, de la del Excmo. señor - 
Brigadier General y Comandante en Jefe, y del cargo 
conferido á V. E.; tocto lo que hará saber en la jótrele n 
del dia á las fuerzas" del Ejército di la Provincia que 
actualmente se hallan á las órdenes de V. E. 

Dios guarde á V. E. muchos años. 

Florida, Junio 14 de 1825. 

Manuel Calleros. 

Francisco Acancho, 

tí eret. rio. 

Excmo. Señor Brigadier, Inspector General del Ejército 
de la Provincia, don Fructuoso Rivera. 


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110 'COMPENDIO DE LA HISTORIA 


A estos nombramientos siguió el de una Comisión 
de Hacienda compuesta de don Joaquín Suarez, don 
JManuel Calleros, don Alejandro Chucarro y don Juan 
A. Ramírez. En seguida, la Circular del Gobierno Pro- 
visorio a los Cabildos y Jueces de los Departamentos 
de la Provincia, comunicando su instalación y sus le- 
vantados propósitos, en los .siguientes términos: 

Circular — El Exorno. Gobierno Provisorio de la 
Provincia, tiene el honor de comunicar á V. S. su ins- 
talación, que tuvo lugar el inmediato día lí del que 
luce, y en su consecuencia, no puede dispensarse de 
manifestar á V. S. y á los habitantes de ese Departa- 
mento lqs votos que le animan por su felicidad, y su 
resolución de consagrar á tan digno objeto todos los 
esfuerzos y sacrificios que estén en la esfera de su po- 
der, en justa correspondencia á la confianza públiga, 
á que debe su autoridad. 

K1 Gobierno para sostener el penoso encargo 5. (fue 
lia sido llamado, y que desea expedir con acierto y sa- 
tisfacción de sus comitentes, se felicita contando en 
su auxilio las virtudes y celo de esa ilustre Corpora- 
ción y délas autoridades de su dependencia, á quienes 
se servirá transcribir la presente noto. 

Dios guarde á V. S. muchos años. 

Florida, 16 de Junio de 1825. 

Manuel Calleros. 

Francisco Acancho, 

Pe- Mario. 

A los Cabildos y Jueces de los Departamentos de la 
Provincia. 

Uno de los actos más dignísimos y trascendenta- 
les, del Gobierno Provisorio, de concierto con las no- 
bles aspiraciones de los Jefes libertadores, íué el de 
proceder inmediatamente á la elección de Diputados 
para constituir la Representación Provincial, dando con 
ello la prueba más evidente de su abnegación patrió- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


111 


tica*, que., ni impone su- voluntad despótica, ni usurpa 
4 los Pueblos eí legítimo derecho de la dirección de 
sus destinos, por medio de sus Representantes, libre- 
mente elejidos. 

A ese noble propósito respondía la Circular de 17 
de Junio, y las Instrucciones que las acompañaba, del 
¡tenor siguiente : 

Circular — «Kl Gobierno Provisorio, penetrado de 
la extensión de sus arduos deberes, lia estimado por 
uno de los más esenciales, proceder inmediatamente 
.-á la convocatoria de la Sala de Representantes de la 
Provincia. 

«Cuando los dignos hijos de la Patria han lanzado 
<con lieroismo el noble grito de Libcrtcul ! y empuñado 
las armas para recuperarla á toda costa, la suerte de 
los Pueblos, y su política existencia, debe librafrse á los 
•órganos legítimos de su voluntad. 

« Hasta aquí, tiranos y ambiciosos dispusieron de 
vella, al impulso de sus pasiones é intereses. Es llega- 
do el día de escucharse los majestuosos é imponentes 
votos de los séres que lian roto las cadenas, abjuran- 
do por siempre la ridicula obra de las combinaciones 
jy tenebrosos plañe* de sus mandatarios. La Provincia 
Oriental desde su origen, ha pertenecido al territorio de 
las que componían el virrey-nato de Buenos Aires, y 
por consiguiente, íué y debe ser una de las de la Union 
Argentina representadas en su Congreso General Cons- 
tituyente. Nuestras instituciones, pues, deben mode- 
larse por las que hoy hacen el engrandecimiento y 
prosperidad de los Pueblos hermanos. Empecemos por 
plantear la Sala de nuestros Representantes, y este 
.gran paso nos llevará á otros de igual importancia, á 
la organización política del País, y á los progresos de 
la guerra. 

«A la penetración de V. -S. y ciudadanos de ese 
Departamento, tan lejos fie ocultarse esas verdades, 


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112 


COMPRENDIO DE LA HISTORIA 


sabe el Gobierno Provisorio, y sabe el mundo, ífue' 
ellas están grabadas en* lo íntimo de la conciencia pú- 
blica, y que su ejecución forma el deseo más ardiente- 
y universal de todos los buenos. Por tanto, el Gobierno 
ha dedicado á ella su primera atención, y espera que 
segundado por V. S. en tan honroso esmero, se veri- 
que á la brevedad más posible el nombramiento de la 
Representación Provincial, con arreglo' á las Instruc- 
ciones que se acompafian al efecto. ' 

« Dios guarde á V. S. muchos años. 

« Florida, Junio 17 de 1825. 

« Manuel Calleros. 

« Francisco AraucJio, 

a gecretmio » 


INSTRUCCIONES 

1. a — La Sala de Representautes de la Provincia se 
compondrá de tantos Diputados como son fos Departa-., 
mentos de su comprehensión. 

2. a — El nombramiento de Diputado se hará por tres 
electores de cada uno de les Pueblos y su jurisdic- 
ción. 

3. a — En las Asambleas primarias que deben for- 
marse en cada uno de los Pueblos para et nombramien- 
to de Electores podrán votar, á excepción de los es- 
clavos, todos los que se hallen establecidos en ellos., 
siendo mayores de 20 años. 

4. a — Las Asambleas primarias serán presididas por- 
to Autoridad Judicial del Pueblo, y el Párroco ó Yice- 
Párroco, por falta de aquél, quienes nombrarán los. 
escrutadores y un Secretario. 

5. a — Cada individuo votará in-voce, por tres electo- 
res, y el Secretario de la Asamblea asentará el voto- 
escribiendo el nombre del votante y del elejido, leyén- 
dolo á su presencia y bajo la inspección de los conjue- 
ces y escrutadores. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


113 


6. a — Pueden ser electores los ciudadanos propie- 
tarios en el pueblo ó su jurisdicción, de conocido pa- 
triotismo. 

7. a — El nombramiento de Electores se celebrará en 
un dia festivo después de la Misa Parroquial, en la 
casa de Justicia ó en el Templo, precediendo antes la 
citación del vecindario por Edictos y citación de Jueces 
respectivos. 

g.K — El acta de nombramiento de Electores se ce- 
rrará en el mismo d(a al ponerse el Sol» y haciéndose 
en seguida el escrutinio de votos por el Secretario y 
escrutadores, se extenderá el Acta correspondiente, 
que autorizarán el Ayuntamiento ó Jueces, Párroco ó 
Vice-Párroco, Escrutadores y Secretario, por los que 
•serán nombrados electores los tres individuos que reu- 
nieran mayor número de sufragios, á quienes se les 
pasará un oficio inmediatamente para que procedan á 
la elección de Diputado. 

—Acto continuo : reunidos los electores harán 
el nombramiento de Diputado en el individuo que me- 
reciese su coníiaiüZu, * a c ^ ase militar ó 

eclesiástica, reuniendo la circunstancia u c 9 ° r 

o con carta de ciudadanía, propietario y residente en 
cualquiera de los distritos de la Provincia, y conocido 
amigo de su independencia. 

10. » Verificada por los electores la elección de Di- 
putado, pasarán la Acta del nombramiento con oficio 
al electo, indicándole se apersone á la mayor brevedad 
en la Villa de la Florida, donde debe reunirse la Repre- 
sentación Provincial. 

11. a Nadie puede escusarse del cargo de Elector 
•ó Diputado por pretexto alguno. 

12. » —Los Cabildos de los Departamentos, ó Alcal- 
des Ordinarios de los demás, cuya capital no se halle 

8 


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114 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


aún libre, expedirán los oficios y órdenes correspon- 
dientes para el cumplimiento de estas Instrucciones. 
Villa de la Florida, Junio 17 de I82ó. 

Manuel Calleros. 

Franc i seo A i • ancho , 

Secretario . 


CATÍTÜLO XI 

ItafctcJdn «Ict Comandante Quitas cu el as -dio de la Colonia— Abandono <lc tfate.-Sit 
restablecimiento por Leonardo Olivera.— M í ivdui del ¿ronera 1 LavalJeja (i refor- 
zarlo.— II cello do amias en Arroyo Grande por Caballero ^Muerte de Machuca, 
Honores conferidos.— Sucesos en la linea del sitio de M mtcvlilco. 

(in suceso inesperado, acaecido el 10 de Junio en 
el asedio déla plaza de la Colonia del Sacramento, vino 
a producir un contraste para alentar un tanto al 
enemigo en aquel punto. Fué la defección del Coman- 
dante Quirús, (portugués de nación), jefe de la fuerza 
patriota que sitiaba aquella plaza. Quirús había sji-v, 
destinado con su división al sitio de la Cokr; 4 ; a> pero 

de 10 CQUSa de la rev ?!” -on, que volun- 

, uuí nc uaDia abrazado, y traicionando la confianza 
depositada en su lealtad, desertó de sus banderas, des- 
quiciando la fuerza que mandaba, en ausencia del "¿A 
jefe de ella don Atanasio Lapido, y apodérenlos^ ele las 
últimas remesas de pertrechos y demás artículos re- 
m Hielos para el Ejército el 6 lo Provincia, por la Comi- 
sión Auxiliadora instalada en Buenos Aires. 

En esas circunstancias llegaba de la misma proce- 
dencia don Luis Ceíerino La torre, conduciendo /en una P 
ballenera varios artículos de guerra para los pati iotas 
en armas, quien avisado en la costa de la defección 
de Quirós por una paisana, trató de ponerlos en salvo 
ocultándolos en los pajonales inmediatos. 

Púsose él á salvo, partiendo en la noche' á pié con 
dirección al Sauce, acompañado por uno de los tr i pu- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


115 


lanles de la ballenera, donde según noticias, había 
fuerzas de la Palria. Con efecto, se halló en aquel 
punto con jente de la división de Maidonado al mando 
de don Leonardo Olivera, quién al saber la defección 
de Quirós, venia á marchas forzadas para la Colonia 
á restablecer el sitio que había quedado abandonado. 

El comandante Olivera logró restablecerlo, obligan- 
do á los sitiados á encerrarse en los muros de la plaza 
acosados por fuertes guerrillas, siendo en una de ellas 
herido levemente el valeroso Olivera. 

Hasta el 25, no tuvo Lavalleja parte oficial del su- 
ceso, en cuya fecha daba cuenta (fe él al Gobierno Pro- 
visorio, en los siguientes términos : 

« Kxcmo. Señor: Por partes dél Teniente Coronel 
2.° Comandante del Departamento de la Colonia, y al- 
gunos cfflciales sueltos, he tenido noticia del aconteci- 
miento ocurrido en aquel destino el 19 del corriente. 
Quirós, comandante en jefe de aquellas fuerzas sitia- 
doras, aprovechando los momentos en que se hallaba 
ausente su 2.° don Atanasio Lapido, se apoderó de los 
últimos auxilios llegados de Buenos Aires, y coa algunos 
individuos que le acompañaron, se lian pasado á la 
plaza enemiga. Estas son las últimas noticias, y las 
que en globo he tenido, hasta ahora. Luego que las ten- 
ga más circunstanciadas, tendré el honor de avisarlo 
ú V. E. 

«En el entretanto, quedan tomadas todas las pro- 
videncias, á fin de que no se entable desorden en aquel 
Departamento, mandando tropas al mando de un jefe 
de toda mi confianza. 

t « Dios guarde á V. E. muchos años. 

« Cuartel general, Junio 25 de 1825. 

« Juan Antonio Lavalleja. 

« Excmo. Gobierno Provisorio de la Provincia. » 


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•116 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


A este oficio contestó el Gobierno el 27, disponiendo 
una indagación de las causales, por los fundamentos 
expresados en la siguiente nota : 

« Por el oficio de V. E. del 25 del que jira, queda 
impuesto el Gobierno de que el Teniente Coronel déla 
tuerza sitiadora de la Colonia don Juan Tejeyra Quirós 
en circunstancias de estar ausente su segundo don 
Atanasio Lapido, cometió la perfidia de arrebatarse los 
Ultimos auxilios llegados de Buenos Aires, y pasarse 
á los enemigos que dominan aquella plazo. 

« Un procedimiento tan monstruoso como inespe- 
rado, por un oficial que desertado de las banderas á 
que pertenecía, dió muestras nada equivocas de su 
decisión por nosotros, en consecuencia al compromiso 
de su deserción, ha debido prepararse por causales y 
antecedentes tan graves y poderosos como era menester 
para producir un paso casi inconcebible en las cir- 
cunstancias que rodeaban al oficial Quirós. 

« Partiendo de estas consideraciones, ni al Gobier- 
no, ni ú V. E. es dable desatenderse de lo mucho que 
iínporta el esclarecimiento más prolijo y circunstancia- 
do de tales causales y antecedentes, y al efecto, antes 
que el suceso se envuelva entre las sombras del mis- 
terio, podrá V, E. comisionar un oficial experto y del 
carácter que se requiere, que pase al lugar de la escena 
ú formar con la brevedad posible la correspondiente 
indagatoria, instruida antes por V. Er de los conoci- 
mientos y datos que puedan ilustrarla sobre el objeto 
de su encargo, y facultándolo para residenciar á los 
que resultasen culpables, dando cuenta á V. E. opor- 
tunamente del resultado de su importante comisión. 

Dios guarde á V. E. muchos años. 

Florida, 27 de Junio de 1825. 

Manuel Calleros. 

Francisco A rancho, 

Sooícimo 

Excmo. señor Brigadier, General en Jefe del Ejército 
de la Provincia. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


117 


En ese estado de cosas, resolvió el General Lava- 
lleja marchar personalmente al asedio de la Colonia, 
reforzándolo con el Escuadrón de Húsares que llevó á 
sus órdenes. Uno de sus objetos era protejer las re- 
mesas de armamento, vestuarios y demás que le hacían 
por aquel punto sus Comisionados en Buenos Aires, 
á despecho de la vigilancia, y persecución de los cru- 
ceros imperiales, hecha á las débiles embarcaciones 
que las conducían á distintos puntos de la costa. 

Transportada á aquel, trató de estrechar al enemi- 
go, restableciendo en todo su rigor el asedio de la plaza. 
En uno de los lances con los sitiados, llegaron los pa- 
triotas hasta los portones, en cuyo combate se distin- 
guieron por su valor los Húsares, y en el cual resultó 
gravemente herido el bravo Mayor Marino, do cuyas 
resultas falleció. 

Lavalleja permaneció algunos dias en aquel punto, 
hasta que atenciones de otro orden, le obligaron d re- 
gresar al Cuartel general en el Perdido. 

Los continjentes imperiales que á las órdenes del 
general Abreu y otros jefes habían pasado de Rio Gran- 
de, ya se habían internado en el territorio Oriental por 
el Norte del Rio Negro, marchando por el Sur en su 
observación fuerzas del general Rivera. Una de sus 
avanzadas al mando del intrépido Felipe Caballero, se 
encontró con el enemigo ¡i inrRédiaciones del Arroyo 
Grande el 7 de Julio, librándose entre ambas partidas 
un reñido combate, triunfando en él, las armas de la 
Patria. De ese lance glorioso, impuso el General Rivera 
al Comandante en Jefe del Ejército en estos términos ; 

Arroyo Grande, Julio 8, á las 8 de la noche. 

Compadre y amigo : Tengo la satisfacción de noti- 
ciarle que nuestros primeros ensayos han correspon- 
dido al empeño de nuestras avanzadas. Una partida de 
30 portugueses comandada por el alférez Francisco Ma- 


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118 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


citado, íué atacada por mis avanzadas y derrotada com- 
pletamente, quedando el dicho alférez prisionero con 4 
soldados. Escaparon como 4 ó 6; los demás murieron á 
sable, como acostumbran hacerlo mis Dragones. Los 
enemigos so resistieron fuertemente, porque era fuerza 
Igual, pero al fin dieron la espalda. 

Por nuestra parte tuvimos Ja desgracia de perder 
al capitán don justo Machuca, que at cargar recibió 
una bata de pistola - de un soldado enemigo y murió 
en el mismo sitio. También fue herido un sárjenlo y 
un soldado, no de mayor riesgo. Por nuestra parte no 
hubo más desgracias. 

El bravo teniente don Felipe Caballero ha sido 
el héroe de esta pequeña empresa, que en las cir- 
cunstancias vale mucho, porque al fin es empezar con 
acierto. 

Fructuoso Rivera. 

Señor lien oral don Juan Antonio Lavatteja. Comandante 
en Jefe deí Ejército, 

■ Inmediatamente Lavalleja. remitió este parte al Go- 
bierno Provisorio, quien lo contestó muy satisfecho en 
esta forma : 

« lia sido muy satisfactorio al Gobierno do la Provin- 
cia el parte que acompaña V. K. en su nota nüm. 18 del 
Brigadier Inspector General, en que se detalla ia derro- 
ta que sufrió la partida enemiga de 30 hombres que 
mandaba el alférez Francisco Machado, por los bravos 
Dragones de la Guión. 

«En su consecuencia, y queriendo prestar la conside- 
ración que merecen los primeros ensayos do las armas 
de la Patria, ha acordado que en su nombre y el del 
Gobierno se den las gracias al benemérito Teniente 
don Felipe Caballero que mandó la empresa, y ñ lodos 
los que la desempeñaron, que se distingan con el re- 
nombre de VqñV'fth'.N-, confiriendo el ascenso de Capi- 
tán al expresado Caballero. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


119 


(( Que al memorable Capitán Machuca que pereció 
cargando al enemigo en el campo del honor, se le tri- 
buten los últimos honores en la Capilla del pueblo de 
San Pedro, en la forma más decorosa que pueda prac- 
ticarse, debiendo ponerse en el túmulo esta inscrip- 
ción: Murió por la Gloria; y que finalmente, que la 
presente Orden se inserte en la del Dia á los Cuerpos 
que componen el Ejército la de Provincia. 

« Dios guarde á V. E. muchos años. 

« Florida, 12 de Julio de 1825. 

«JUanuel Calleros. 

« Francisco Acancho, 

“ Secretario. 

«Al Excmo. Señor Brigadier General en Jefe del Ejército 
de la Provincia. » 

En cumplimiento de esta disposición, se les confirió 
el renombre de Valientes, á los que acompañaron «en 
ese primer ensayo de las armas de la Patria», al bravo 
Capitán Caballero, ascendido á este grad^; y á la vez se 
celebraron las exequias fúnebres en la iglesia del Du- 
razno con el posible esplendor al meritorio Capitán 
Justo Machuca, inscribiéndose en el catafalco esta sig- 
nificativa frase: Murió por la Gloria! — último tributo 
al guerrero desgraciado. 

Después de la separación de Isas (a) Calderón del 
comando del sitio de la plaza de Montevideo, de que 
fué primer jefe por su graduación, quedó éste confiado 
á don Manuel Oribe, segundo jefe del asedio. Su fuerza 
se componía de unos 300 hombres de caballería, mien- 
tras las del Imperio en lo plaza y en las cercanías se 
estimaba en 1.100 de infantería y 600 de caballería, 
después del refuerzo de tropas que les llegó á media- 
dos de Jiuiio del Janeiro. 

•Continuamente había guerrillas entre ambas partes 
y aún combates más serios, cuando salían las tropas 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


enemigas en gruesas columnas á forrajear á alguna 
distancia fuera de los muros. La deserción de soldados 
de la plaza, especialmente pernambucanos, era frecuen- 
te. Los pasados iban á aumentar las fil^s de los sitia- 
dores, á la vez que hijos del país que podían hacerlo, 
no trepidaban en ir á incorporarse á tas fuerzas de la 
Patria sitiadoras. Otros trataban de evadirse de la plaza, 
partiendo para Buenos Aires, para trasladarse de allí 
al campo de los patriotas en armas en esta Banda, y 
alistarse entusiastas bajo sus banderas. En el número 
de esos abnegados patriotas, se contaron jóvenes de la 
mejor posición que abandonando todo, fueron sucesi- 
vamente á pedir un puesto de honor y de peligro en 
las hileras del Ejército Oriental, al comando de Lava 
lleja y Rivera. 

En esa pléyade de nobles y decididos patricios, 
amantes de la libertad de la Patria, se contaron Félix 
Aguiar, Garlos Navia, Jaime Illa, Cristóbal Salvañach. 
José Costa, Tomás Viana, Francisco Acancho, Melchor 
.Pacheco, Gregorio Peña, Pedro Latorre y tantos otros 
que sería largo enumerar. 

Dentro de la plaza, la causa de la libertad de la Pro- 
vincia del dominio Imperial, contaba con ardientes 
partidarios y cooperadores en su vecindario, que á ries- 
go de todo, propendían á auxiliarle. 

Referiremos un episodio, que dará idea de la exce- 
lente disposición de los patriotas de aquella época, para 
servir á la Patria. 

Don Pedro Pablo Sierra, vecino del Cordón y anti- 
guo patriota, se dedicó á reunir ocultamente un arma- 
mento para auxiliar con él á los sitiadores. Con sacri- 
ficios pudo adquirir una regular cantidad de sables y 
carabinas, que mantenía ocultos entre pilas de adobes 
en un galpón de su establecimiento de horno de fabri- 
car ladrillos, en la casa-quinta de su propiedad, sita 
frente á la conocida por del Oficial Real. En reserva 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGJJAY 


121 


dió aviso de ello al Capitán Figueredo, para que cuan- 
do les fuese posible, viniese con algunos hombres cual- 
quier noche á llevar su acopio de armas al jefe de la 
linea sitiadora. 

Convenidos en ello, una noche de Junio vino Fi- 
gueredo con una partida á recojer el armamento. Con 
todo el sigilo imaginable, para no ser sentidos por los 
portugueses del Cuartel de Morales, distante pocas cua- 
dras de allí, dieron comienzo á la operación, el mismo- 
Sierra personalmente, acompañado de don Bartolo Quin- 
tero, otro antiguo patriota, a favor de la luz de una 
linterna que llevaba oculta el animoso Sierra. Poco á 
poco, aquellos dos patriotas, fueron sacando con santa 
paciencia las armas escondidas entre las pilas de ado- 
bes, y llevándolas á cuestas á una distancia del camino 
donde esperaba Figueredo con la partida tras el cerca- 
do, para cargarlas y conducirla á lugar seguro en la 
línea. 

Así procedían los patriotas de aquel tiempo, y, 
¡quién diría! — un mes después, en aquel mismo lugar, 
era tomado prisionero en un revéz de la suerte por los 
imperiales el Capitán don Manuel Lavalleja, uno de los 
Treinta y Tres, extraviado de sus compañeros de em- 
presa en el asalto al cuartel de las guerrillas de Sutil,, 
como va á verse por el parte oficial de aquel suceso- 
de armas. 

SORPRESA AL CUARTEL DE GUERRILLAS 

En la noche del 18 de Julio ( 1825 ) fuerzas de los 
sitiadores de la plaza de Montevideo al mando del jefe- 
de la línea don Manuel Oribe, sorprendieron el Cuartel 
de Guerrillas imperiales, situado en extramuros de la 
ciudad, en la casa conocida por Panadería del Oficial' 
Real. 

El parte de esa empresa trasmitido por el Coman- 


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CQXIPRENDIO DE LA HISTORIA 


te de Operaciones sobre Montevideo, al General en Jefe 
del Ejército el 19, no menciona el lugar del Cuartel; solo 
dice el de Guerrillas , sin expresar si estaba en lo anti- 
gua Panadería del Oficial Real, ó en la de Morales. Pero 
en el oficio con que la adjuntaba el general Lavalleja al 
Gobierno Provisorio con fecho 20, aparecía el suceso 
como ocurrido en la Panadería de Morales. ' 

Ese iué un error de inteligencia padecido por el no- 
ble general con relación al lugar, perfectamente expli- 
cable, confundiendo el cuartel de Guerrillas con el de 
Morales, que era el de los Paulistas. 

En obsequio de la exactitud histórica, podemos 
rectificarlo, como conocedores del suceso, por la cir- 
cunstancia de nu'estra vecindad inmediata entonces al 
cuartel de Guerrillas de la referencia, frente precisa- 
mente á nuestra casa paterna, calle por medio, de la del 
Oficial Real. 

Los Guerrillas del Imperio, al mando del mentado 
Sutil, tenían su Cuartel en el edificio de la antigua Pa- 
nadería del Oficial Real, en los fondos de él, al Norte, 
quedando el portón de entrada al Siid, sobre el camino. 

La parte del edificio que ocupaba el cuartel, estaba 
separada de la existente á la entrada, que habitaba una 
familia de don Sebastian Rodríguez, mediando un des- 
campado entre una y oirá, en cuyo centro existía un 
gran pozo de balde. 

El asalto ó avance al cuartel, efectuado por la fuerza** 
de .los patriotas al mondo de Oribe, filé hecho por los 
fondos de la quinta, por la parte del Este, abriendo por- 
tillos en el cercado de pitas, introduciéndose á pié por 
entre el arbolado que existía, dejando los caballos fuera 
del cercado. En esa forma pudieron llegar los asaltantes 
sin ser sentidos hasta el alojamiento de los Guerrillas, 
cuyos centinelas Rentan distantes en la portada de en- 
trada al Sur sobre el camino. 

El plan de los patriotas en ese avance era el de 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


123 


-darles un humazo de pajuelas de que iban provistos, 
tomándolos dormidos en el cuartel, pero al empezar la 
ejecución, fueron sentidos, se produjo la alarma, inten- 
taron salir algunos 'de los guerrillas que fueron sablea- 
dos, y se empeñó la lucha entre atacantes y atacados, 
fallando el plan de los primeros. En la retirada, entre la 
quinta y la arboleda, se extravió desgraciadamente el 
capitán Lavalleja, saltó la zanja y el cercado por la parte 
del Sur, y fué á dar en tos pisaderos del horno de la- 
drillos de don Pedro Pablo Sierra en el terreno de en 
frente, donde quedó perdido. Oculto allí, en el Horno, lo 
descubrieron al amanecer del día siguiente los portu- 
gueses, tomándolo prisionero. 

El parte de este suceso, dado por el Jefe de la línea, 
aqlor en él, fué el siguiente: 

Excmo. Señor : Ayer noche marché á sorprender 
el Cuartel de Guerrillas, y conseguí llegar hasta la puer- 
ta, donde maté algunos hombres: pero al retirarme con 
la oscuridad de lo noche, se extravió el capitán don 
Manuel Lavalleja, al que acabo de saber lo toma- 
ron prisionero. 

También remito nueve pasados de la plaza que hubo 
ayer. 

Dios guarde á V. E. muchos años. 

* Línea, Julio 19 ele 1825. 

• Manuel Oribe. 

Señor Brigadier don Juan Antonio Lavalleja. 

Excmo. Señor: Adjunto á V. E. la comunicación 
del Comandante de Operaciones sobre Montevideo. 
Agregue V. E. á esta ocurrencia, que la entrada hecha 
hasta lo Panadería de Morales fué á pié. 

Dios guarde á V. E. muchos años, 

í 

Cuartel General, Julio 20 de 1825. 

Juan Antonio Lavalleja. 
Excmo. Gobierno Provisorio de la Provincia. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


CAPÍTULO XII 


Servidos fie la Comisión (Mentid forman a en Buenos Aires y auxilios enviados ai 
Ejército ele la Provincia.— Comisionados elcl Gobierno Provisorio á Buenos 
Aires-- - Instalación de la Junta de Representantes en la Florida— . Declaratoria 
de la Independencia de la proviucia. — Otras leyes. 

El 14 de Mayo (1825) habían sido autorizados por 
los jeíes de la revolución Lava lie] a y Rivera, los seño- 
res don Pedro Trapani, don José María Platero y don 
Pascual Costa, para formarse en Comisión Oriental en 
Buenos Aires, con el fin de recolectar auxilios para 1» 
libertad de la Provincia. 

Señaladísimos servicios prestaron aquellos patrio- 
tas en el desempeño de su cometido, desde que se 
constituyeron en Comisión. 

Algunos de ellos, se refieren en su Corresponden- 
cia á los Jeíes Orientales, en esta forma: 

Mayo 25— Participan que el Gobierno de las Provin- 
cias Unidas, no bahía contestado aún al oficio condu- 
cido por el señor Zufriategui, pero que aseguraba á 
la Comisión que sigue la marcha que le demarca el 
Cóngreso, no podiendo éste á Juicio de la Comisión, 
desatender de modo alguno las reclamaciones de esa 
Provincia, cuando ellas traigan el carácter necesario. 
En cuanto al dinero que piden, esta Comisión trabajó 
en ese sentido, y solo se necesito para conseguir unas. 
400 ó 500 onzas, la pronta organización de un Gobierno 
que responda de esta operación. Dice haber comprado 
bajo sus créditos, armas y pertrechos por la suma de- 
16.000 pesos, y avisa remitir por don Manuel Arauclio 
200 tercerolas y 100 cajones cartuchos ( 5.000 tiros ) y 
36 fusiles por el lanchen «Carmen», patrón Pedro Or- 
nany, y por don Juan Carlos Blanco 25 tercerolas, 4 
cajones sables ele latón y 5 cajones cartuchos. Agrega,, 
que Blanco les dirá algo que no se puede fiar al papel. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


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-y les entregará 1.500 pesos en onzas y 13 cajones fu- 
siles de á diez cada uno. 

Mayo 27 — fin esta fecha comunicaba Lo siguiente : 
Se remiten por Valentín Ballesteros 700 sables, 720 ter- 
cerolas, 192 fusiles, 10.d&0 cartuchos y un atado saca- 
trapos. Manifiesta que hay mucha conveniencia en 
mandar una persona de respeto en clase de enviado 
al señor Bustos, gobernador de Córdoba, para que au- 
xilie á la Provincia con los soldados que pueda, é in- 
corporándose á las fuerzas que el Congreso Nacional dis- 
ponga, é igual diligencia con Corrientes, y que Trápani 
trabaja ya en ese sentido. Avisaba que hacían tres noches 
que salieron de aquella bahía una goleta y algunas ca- 
noas con intención de abordar la corbeta Liberal , ó en 
su defecto al bergantín Rey Pedro , despachados por 
Vicente Casares del Comercio, de acuerdo con don Pa- 
blo Zufriategui, Alvear y otros de ésta, y con inteli- 
gencia de Zufriategui, pero qUe hoy habían regresado 
sin haber conseguido la empresa, y solo sí, alarmar 
los buques portugueses. Añade que el armamento que 
compraron en 16.000 pesos, se componía de 900 terce- 
rolas, 501 fusiles, 1.531 sables latones de tropa y 280 
de oficiales; y á más 200 sables y 100 tercerolas que un 
patriota de Montevideo prestaba á la Provincia. 

En Junio 9, '‘escribían remitiendo en la balandra 
Serpiente , á cargo de don Pedro Pablo Gadea lo si- 
guiente: 110 fusiles, 17 tercerolas, 920 sables de sol- 
dado y 100 para oficiales, 900 cananas y 10.000 cartu- - 
chos. Avisa recibo á la nota referente á la reunión de 
Oficiales y al empréstito que hay urgencia en levantar. 
Respecto al empréstito la Comisión remite su proyecto, 
para que en vista de su importancia resuelvan los se- 
ñores Jefes lo conveniente. Agrega que los señores 
de la Comisión del Empréstito piden en lugar del seis 
por ciento el nueve, y que en lugar de los 25 años de 
/tiempo para su pago sean solo doce. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


El 26 ele Julio, los señores Gomeusoro y Muñoz, 
escriben al General Lavalleja. cociéndole que el dia 
anterior finalizaron los objetos primordiales de su Co- 
misión, que el Presidente del Congreso, diputado La- 
prida, 1.0S dijo que estaba facultado por el Honorable 
Congreso para hacer saber al Gobierno y Jefe de la 
Provincia Oriental, que del modo más seguro, cierto y 
decidido podían contar con la protección de la Repú- 
blica de las Provincias Unidas del Rio de la Platu para 
la libertad del territorio Oriental, á cuyo efecto tenía 
comunicado órdenes al Ejecutivo Nacional, para que 
preste lodos los auxilios que’ pidan; que r por ahora con- 
venía guardar reserva hasta preparar las Provincias, 
fortificar la línea del Uruguay, y dispuestos con los ele- 
mentos necesarios se declarase la guerra al Imperio. 

El 12 de Agosto participaba el señor Muñoz al ge- 
neral Lavalleja, que el Gobierno Nacional había res- 
pondido á las esperanzas de sus deseos, y que está 
pronto á facilitar todo cuanto se necesite para llevar 
adelante la guerra. 

El 21 comunica Trapani que en el dia marcharon 
diez carretas cargadas y que dentro de dos dias mar- 
charían otras tontas al punto indicado, donde concu- 
rrirá el buque que debe conducir la carga; y que sin 
perjuicio de eso, sallan en el dia i botes con 600 sables 
y otros artículos. 

El 25 avisan Muñoz y Gomeusoro el regreso del 
bote Druida , después de desembarcar la carga entre 
Martin Chico y Yacas, y dejado todo á don Federico 
Albín. Agregan remitir por el mismo bote 250 ponchos, 
y por otro del capitán Chain 4 cajones sables, uno de 
pistolas y 2 de cartuchos. Por otros dos botes 6 cajones 
sables, 5 de pistolas, 4 de municiones y 08 dragonas. 

En otras varias comunicaciones desde, el 26 de 
Agosto hasta el 22 de Setiembre, participan la remisión 
de armas, uniformes, impresos del Oficio del triunfo del 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


127 


Inspector, general Rivera, y anuncia por fin Gornenso- 
ro, que remitirá ríos cañones de montaña. 

Bajo auspicios esperanzosos, se había procedido a 
la elección de Diputados para formar la Represen (ación 
de la Provincia. Esta se reunió el 22 de Agosto y se 
instaló solemnemente el 25 en la Villa de la Florida, en 
cayo acto procedió á la Declaratoria de lo Independen- 
cia en esta forma: 

LEY DECLARANDO INDEPENDIENTE Á LA 
PROVINCIA ORIENTAL 

Florida, Agosto 25 de 1825. 

La II. Sala de Representantes de la Provincia 
Oriental del Rio de la Plata, en uso de la soberanía 
ordinaria y extraordinaria que lcgalmente inviste, 
para constituir la existencia política de los pueblos, que 
la componen, y establecen su independencia^ felicidad 
salisíacioiido el constante universal y decidido voto ele 
sus represen lailos: — después de consagrar a tan alto 
fin su más profunda consideración; — obedeciéndola 
rectitud de su íntima conciencia, en el nombre, y por 
la voluntad de ellos, sanciona con valor y fuerzo de ley 
fundamental, lo siguiente: 

l.° — Declara irrites, nulos, disueltos y de ningún 
valor para siempre, lodos ios actos de incorporación, 
reconocimientos, aclamaciones y juramentos arranca- 
dos á ios pueblos de la Provincia Oriental, por la vio- 
lencia de la fuerza unida á la perfidia de los intrusos 
poderes de Portugal y al Brasil que la han tiranizado, 
hollado y usurpado sus inalienables derechos, y suje- 
tadole ni yugo de un absoluto despotismo desde el año 
ele 7817 hasta el presente do 1825. Y por cuanto el Pue- 
blo Oriental aborrece y detesta hasta el recuerdo de 
los documentos que comprenden tan ominosos actos, 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


los Magistrados Civiles de los pueblos en cuyos ar- 
chivos se hallan depositados aquellos luego que reci 
han la presente disposición, concurrirán el primer dia 
festivo en unión del Párroco y vecindario y con asis- 
tencia del Escribano, Secretario ó quien haga sus veces 
á la casa de Justicia, y antecedida la lectura de este 
Decreto se testará y borrará desde la primera línea 
hasta la última firma de dichos documentos, exten- 
diendo en seguida un certificado que haga constar ha- 
berlo verificado, con el que deberá darse cuenta opor- 
tunamente al Gobierno de la Provincia. 

2.°— En consecuencia de la antecedente declara- 
ción, reasumiendo la Provincia Oriental ha plenitud «1-3 
los derechos, libertades y prerrogativas, inh atonté.-» & 
los demás pueblos de la tierra, se declara de hecho y 
de derecho libre é independiente del Rey de Portugal, 
del Emperador del Brasil y uC cualquiera otro del uni- 
verso y con amplio y pleno poder para darse las for- 
mas que en uso y ejercicio de su soberanía estime 
convenientes. 

Dado en la Sala do sesiones de la Representa- 
ción Provincial en la Villa de San Fernando de la 
Florida, etc. - Juan Francisco de la Robla, Presidente, 
Diputado por el Departamento de Guadalupe; Luis 
Ediuxvdc Perez, Vice-Presidente, Diputado por el De- 
partamento de San José; Juan José Vázquez, Diputado 
por el Departamento de San Salvador; Ioaquin Suave; , 
Diputado por el Departamento de la Florida; Manuel 
Calleros, Diputado por el Departamento de Nuestra Se- 
úora de los Remedios; Juan de León, Diputado por el 
Departamento de San Pedro; Carlos Anana, Diputado 
por el Departamento de MaUlouado; Siman del Pino, 
Diputado por el Departamento de San Juan Bautista; 
Santiago Sierra, Diputado por el Departamento «le las 
Piedras ; Alanasio Lapido, Diputado por el Depar- 
tamento del Rosario; Juan Tomás Xuñez, Diputado por 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 129 


el Departamento de las Vacas; Gabriel Antonio Perei- 
ra, Diputado por el Departamento de Pando; Mateo 
Lázaro Cortés, Diputado por el Departamento de Minas ; 
Ignacio Barrios, Diputado por el Departamento de Ví- 
boras. — Felipe Alvarez Bengochea, Secretario. (1) 

Esta solemne Declaratoria fué leída al Pueblo con- 
gregado en la Piedra Alta de la Florida (2) y celebrada 
con demostraciones de subido regocijo por el Pueblo 
y las tuerzas del Ejército reunidas en el Cuartel General 
en el Pintado. 

Este acto valiente y transcendental de la Soberanía 
Oriental, ponía el sello á la empresa de los Treinta y 
Tres Patriotas, teniendo el mérito los Generales Lava- 
lleja y Rivera, de haber mantenido cuatro meses antes 
de organizarse las Autoridades y poder establecer re- 
glas de disciplina, tina masa de tres mil hombres de- 
fendiendo la Patria en todos los puntos del territorio 
dominados por sus armas en el orden más regular. 

Simultáneamente, usando la Junta de Representan- 
tes de la soberanía ordinaria y extraordinaria de que 
se .hallaba investida la Representación Provincial, de- 
claró por otra Ley de la tnisma fecha (25 de Agosto): 
« Que quedaba la Provincia Oriental del Rio de la Plata 
« unida á las demás de este nombre en el territorio de 
« Sud-América. » 

Esta declaración tenía por principal objeto, inte- 
resar al gobierno. Argentino en la protección decidida 
de la revolución Oriental, desde que esta Provincia 
proclamaba su unión á las demás del Rio de la Plata. 
Hasta entonces el gobierno Argentino la había esqui- 
vado, pues hasta fines de Agosto se manifestaba 


(1) Colección de Leyes por Antonio Caravia, 

( 2 ) La histórica Pudra Alto , donde se dio loctura ante el pueblo congregado en 1& 
Florida, á el acta de la Declaratoria de la Independencia, se baila situada sobre el 
nivel del Santa Lucía Chico del lado que mira al Pueblo, casi al nivel del piso, distante 
unas 4 leguas de la Villa. -Mide 46 varas de largo, por 10 de ancho y 6 y media de 
altura. 

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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


-oficialmente tan dispuesto á satisfacerlos reclamos 
del Agente Político del Imperio sobre la salida del puer- 
to de Buenos Aires de embarcaciones hostiles al Impe- 
rio despachadas por la Comisión Oriental, que en nota 
de 13 de Agosto y 1.» de Setiembre le significaba que 
el gobierno había tomado todas las precauciones nece- 
sarias para impedirlo, y que se habían librado las ór- 
denes convenientes para impedir la salida del Riachuelo 
de dos lancliones y persecución del bergantín Palas, 
cuyo proyecto había denunciado el Agente Brasilero 
Antonio José Falcon da Frota. 

El gobierno de Buenos Aires no se había pronun- 
ciado sobre las declaraciones del Oriental. La prensa 
de Buenos Aires había dado la mayor publicidad á lás 
sanciones de la Legislatura de la Florida. El Agente del 
Brasil en nota del 10 de Setiembre, solicitó del gobier- 
no de Buenos Aires una declaración explícita acerca 
de la Unión decretada por la Representación de la Pro- 
vincia Oriental á las demás del Rio de la Plata. El go- 
bierno Argentino la evadió, contestando al Agente del 
Brasil en nota 14 de Setiembre, «que el gobierno no 
« se hallaba en estado de pronunciarse con respecto á 
«las declaraciones hechas en la Provincia Oriental á 
«que se referia la nota citada. » 

Vacilaba en declararse. Temia, sin duda, romper con 
-él Imperio, no inspirándole acaso, bastante confianza 
el resultado de la revolución Oriental. Los Orientales 
estaban solos en la lucha, a pesar del alliago hecho á la 
política del gobierno Argentino, accediendo á las ins- 
trucciones reservadas de ella, para declarar su incor- 
poración á las Provincias Unidas del Rio de la Piala, 
que importaba la ley promulgada el 25 de Agosto, si- 
multánea á la Declaratoria de la Independencia. Se es- 
timó como una necesidad impuesta por las circunstan- 
cias, con la esperanza de resultados favorables, rele- 
gando al olvido en cierto modo, aquellas palabras del 


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DE LA. REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


131 


lamoso Artigas: «Jamás sacrificaré al precio de la ne- 
cesidad, el rico patrimonio de los Orientales.» 

Particularmente el Comisionado de los jefes orien- 
tales don Román Aclia, había- obtenido la promesa del 
gobierno Argentino, por intermedio del ministro Gar- 
cía, su íntimo amigo, de que tomarían un carácter de- 
cisivo sus disposiciones en favor de la revolución 
Oriental, tan luego como se presentasen Comisionados 

del Gobierno de la Provincia, que como lo había ex- 
presado, entraba en los propósitos de Lavalleja cons- 
tituir. 

En ese concepto y con tan alhagüeña esperanza, 
apenas se constituyó el Gobierno Provisorio, envió en 
comisión á Buenos Aires á dos de sus miembros, don 
Francisco J. Muñoz y don Loreto Gomensoro, pero 
aún cuando permanecieron allí algunos meses, ges- 
tionando, no se hizo efectiva la promesa pública y de- 
cisiva, que no dejase lugar á dudas. Muñoz y Gomen- 
soro para decidirlo á protejer de frente la causa de la 
revolución Oriental, llegaron á significarle, que en otro 
caso, aunque con pesar, el Gobierno Provisorio de la 
Provincia, se resolvería á buscar el apoyo de Inglate- 
rra, que en otra época había favorecido á Artigas, á 
trueque de declarar Puc/'to franco , el de Montevideo, 
para el comercio con la Gran Bretaña. Esto no dejó de 
hacer su efecto en el ánimo de aquel gobierno, pero 
sin arribarse á salir de la perplegidad ó indecisión. 

Intertanto, los Agentes del Imperio le hacían car- 
gos, y en la primera quincena de Julio, se presentaba 
frente á Buenos Aires la Armarda Imperial al mando 
del Vice-Almirante Lobo, á reclamar contra la salida de 
efectos «para los insurjentes de la Provincia Oriental, 
así como de piratas». A esa gestión respondió el go- 
bierno Argentino al Vice-Almirante, « dando por cerra- 
da tocia ulterior explicación de carácter diplomático», 
no pudiendo hacerlo con un jefe- militar que además 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


de no hallarse autorizado en forma para ello, se pre- 
sentaba mandando una fuerza armada y en actitud ver- 
daderamente hostil. » 

Como antecedentes, no haremos caso omiso, en su 
cita, consignando aquí las notas cambiadas entre el 
Tice-Almirante y el Ministro de Relaciones Argentino, 

« Buenos Aires, Julio 8 de 1825. 

«El que suscribe, habiendo informado á su Gobier- 
no de que, según lo expuesto por el señor Vice-Almi- 
ranfe de la Armada Brasilera en su comunicación de 
ayer, no se haya habilitado en la forma reconocida en- 
tre las naciones para tratar sobre los objetos que in- 
dicó en su primera nota del 5 del corriente, ha sido 
autorizado para manifestar á dicho señor que en su 
consecuencia ninguna comunicación diplomática puede 
tener lugar. Pero al hacer esta declaración, está facul- 
tado para infoi'mar al señor Vice-Almirante, que aun- 
que no es de practica de las Provincias Unidas el entrar 
en explicaciones diplomáticas con un jefe militar, que 
además de no hallarse caracterizado en forma para 
ella, se presenta mandando una fuerza armada y en 
actitud verdaderamente hostil, conviene ahora á la 
dignidad del Gobierno de las Provincias Unidas el que 
las demás del mundo no tengan motivo de pensar, que 
él rehúsa de modo alguno desmentir en toda ocasión 
la imputación que se le hace de haber promovido la 
sublevación actual de los pueblos de la Banda Oriental 
del Rio de la Plata, y por ello el que suscribe está 
autorizado para negar solemnemente tal hecho. 

El señor Vice-Almirante no puede negar por mucho 
tiempo el hecho notorio á todo este país, de que la ac- 
tual insurrección ha sido obra esclusiva de sus habi- 
tantes, sin ayuda ni conoctmiento al menos de las 
Provincias Unidas, y que cualesquiera socorro que ha- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


133 


yan obtenido de Buenos Aires son comprados con el 
dinero y crédito particulares, en los almacenes de esta 
ciudad que están abiertos á todos sin excluir á los ene- 
migos naturales. Con respecto á los botes armados sa- 
lidos de este puerto, el decreto de 9 de Junio último, 
que también debe haber llegado á noticias del señor 
Vice-Almirante, y las medidas tomadas para recuperar 
el yate Pensamiento Feliz, sirven de respuesta sobrada 
y muestran los medios dignos de que este Gobierno ha 
usado para asegurarse en adelante contra la repetición 
de atentados semejantes, 

« Por lo que hace á los súbditos de estas Provin- 
cias empleados, según se dice, en la Banda Oriental, 
el Gobierno lo ignora, y carece además de autoridad 
sobre ellos, porque los ciudadanos de las Provincias 
Unidas son libres para ir donde les parezca; y aún cuan- 
do fuese compatible con las instituciones liberales de 
esta República, la intervención del Gobierno en los 
actos y deliberaciones puramente privadas de los ciu- 
dadanos, él no podría forzarlos á volver de un territorio 
«obre cual no ejerce poder alguno. Finalmente, y para 
marcar con esta ocasión importante de un modo más 
positivo todavía, el verdadero carácter del Gobierno de 
los Provincias Unidas no duda, el que suscribe, de hacer 
saber al señor Vice-Almirante que, no podiendo ser una 
materia indiferente para el Gobierno de las Provincias 
Unidas el actual estado de la Banda Oriental, el cual 
afecta demasiado la tranquilidad de las demás Provin- 
cias de la República, y siendo por ello cada voz más 
urgente el establecer definitivamente las futuras rela- 
ciones de esta República con la córte del Brasil, había 
determinado el Gobierno Nacional desde su instalación, 
el enviar con tales objetos una Misión especial al Rio 
.Janeiro; medida que acelerará ahora con los graves mo- 
tivos que prestan los últimos acontecimientos, y la cual 
probaría en todo evento á la corte del Brasil las amiga- 


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134 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


bles disposiciones de este Gobierno, y al mundo, cuales, 
son los principios que rigen en ambos Estados vecinos. 

« Quedando, pues, cerrada toda ulterior explicación 
de carácter diplomático con el señor Vice-Almirante, al 
que suscribe no le resta sino saludarlo con la debida- 
consideración.— Manuel José García. —limo, y Excmo. 
señor Vice-Almirante de la Armada Brasilera y Coman- 
dante en Jefe de las fuerzas navales surtas en el Rio de 
la Plata. » 

«Abordo de la corbefa Liberal, en frente de Buenos 

Aires, 11 de Julio de 1825. 

« El que suscribe acusa el recibo que con fecha 8 
del corriente le hizo el honor de dirigirle el Excmo. Se- 
ñor Ministro de Relaciones Exteriores y Gobierno de 
Buenos Aires, á la cual responde que, pues S. E. dá « por 
cerrada definitivamente toda ulterior explicación de ca- 
rácter diplomático » , él pasa á comunicar á S. M. I. y 
su Gobiei'no este resultado de su misión. Sin embargo, 
seguro de que S. M. el Emperador desea conservar los 
lazos de amistad que hasta ahora han subsistido entre 
el Imperio del Brasil y el Gobierno de las Provincias 
Unidas, se apresura el que suscribe á significar al Ex- 
celentísimo señor Ministro, que el haberse presentada 
al frente de Buenos Airas con parte de las fuerzas na- 
vales confiadas á su mando, no es ni debe juzgar ac- 
titud verdaderamente hostil, pues bien lejos de preten- 
der atentar á la tranquilidad y seguridad de la Capital 
de la República, ni contra el comercio de sus pacíficos 
habitantes, el único fin es ( según le toca practicar ) 
servirse de todos los medios de prevención contra la 
exportación de efectos para los insurgentes de la Ban- 
da Oriental, ó contra la salidá de piratas, ya que las 
medidas ( cualesquiera qne hayan sido, ó hayan de ser ) 
del Gobierno de la República, por experiencia se ven 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


135 - 


eludidas siempre; y siempre infructuosas. De todo lo 
referido puede el Exorno, señor Ministro informar á 
su Gobierno, aceptando también y retribuyendo la pro- 
testa de estima y consideración que recibió el que- 
suscribe. 

( Firmado ) — Rodrigo José Ferreira de Lobo. 

limo, y Excmo. señor dan Manuel José García, Minis- 
tro, etc., etc. 


CAPITULO XIII 


Suceso* de amina. —Triunfos y revece?? de loa patriotas- — Kv:S:on de los presos- 

políticos de la Ciudtuleta 3* su incorporad ó a a las Jilas del Ejército. 

Las fuerzas enemigas venidos de Rio Grande, se in- 
ternaban por el Norte del Rio Negro en la campaña 
de la Provincia. Su marcha ero observada por las de la 
División del general Rivera. 

Este jefe desde Bequeló, departamento de Soriano., 
comunicaba al General en Jeíe el 21 de Agosto, que- 
dirigía sus marchas- sobre la columna enemiga, con el 
objeto de hostilizarla. Los pormenores de sus opera- 
ciones sobre el enemigo, hasta Mercedes, y sus triun- 
fos podrán apreciarse por el tenor de la siguiente nota, 
en que daba cuenta el 23 al General en Jefe del Ejér- 
cito. 

Excmo. Señor: — En mis anteriores comunicaciones- 
clel 21 comuniqué ú V. E. desde Bequeló que dirigía 
mis marchas sobre la columna enemiga, con el objeto 
de hostilizarla en cuanto me fuese posible, y el resul- 
tado no lia dejado de corresponder á nuestro empeño. 

El 22 á la noche despaché sobre el punto que ocu- 
paba la columna al capitán de milicias don Felipe Gae- 
te y. al alférez de Dragones don Lorenzo Cardoso cort 
un escuadrón para que cargase sobre sus puestos 


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136 


COMPRENDIO DE LA HISTORIA 


avanzados, y lograron dispersar y acuchillar una guar- 
dia de su frente, habiendo muerto á algunos, y hecho 
prisioneros otros. En esta misma noche destaqué al 
capitán don Servando Gómez, y al de igual clase don 
Felipe Caballero con dos escuadrones sóbre el punto 
de Mercedes, llevando el primero en su compañía al 
alférez don José Montiel y á don Juan Manuel Ribero, 
y el segundo al alférez don Juan Santana y don Vicen- 
te Leira, todos de Dragones, quienes atacaron por va- 
rias partes al pueblo, donde se hallaban una guarni- 
ción de infantería colocada en la plaza, y atrincherada 
y favorecida por las azoteas, y sin embargo de los mu- 
chos fuegos de los enemigos, y hasta de los buques 
que estaban en el rio, no evitaron que nuestros bravos 
tomasen prisioneros á los señores oficiales capitanes 
don Manuel José de Abren y don Cándido José de 
Abreu, ambos hijos del General, al teniente don Mar- 
cos Pintos y al cadete don Basco José de Abreu, con 
más doce soldados de diferentes cuerpos. Muertos, no 
puede saberse su número, porque como el fuego filé 
en varios puntos lograron salvar á los que corrían con 
sus armas á reunirse á la plaza. Heridos ha habido 
algunos, según informan varios pasados que se han 
recogido hoy en mi campo. 

No puedo menos que recomendar á V. E. el em- 
peño do los señores oficiales y tropa, así como el todo 
de la división que estaba conmigo, con la que me había 
colocado á una cierta distancia para protejer las opera- 
ciones de mis partidas. 

El sufrimiento de los señores oficiales y tropa, los 
hacen dignos de la bendición de la Patria y de las 
consideraciones de V. E. 

Al amanecer de este día me presenté con todas mis 
fuerzas sobre el Paso del Dacá, habiendo destinado un 
escuadrón que entretenía en guerrillas á la guarnición 
que estaba en sitio. A las doce del dia se movió el 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


137 


todo de la columna con todos sus bagajes, y en masa 
marchó hasta la misma Capilla, donde se halla hasta 
«hora que son las doce de la noche. 

Comunico á V. E. que habiéndome pedido los ca- 
pitonés prisioneros que querían escribir á su padre el 
general Abreu, pidiéndole algunas prendas de equipaje 
y dinero, se los permití, persuadido de que este pro- 
cedimiento en nada se oponía á las leyes de la guerra 
y al derecho de gentes. En su virtud despaché de par- 
lamentario al capitán con oficio de Mayor del Detall 
don José Augusto Pozolo, con la comunicación que en 
copia acompaño á V. E., y á que me contestó el gene- 
ral Abreu de palabra, que mañana lo liaría por escrito 
desde Mercedes, para donde iba en marcha y se halla- 
ba ya pasando el Dacá. Al poco tiempo mandó un oficio 
al teniente coronel don José Rodríguez, para asegurar- 
me que por esta noche cesaban las hostilidades, y que 
ofrecía su palabra de honra que no haría ningún mo- 
vimiento hostil sin que fuese obligado. Yo le ofrecí 
igual procedimiento, y hasta esta hora no ha habido 
novedad. 

Las que ocurran, como la contestación que espero, 
tendré cuidado de comunicarlas á V. E. 

Se han recojido 22 desertores del Ejército enemigo, 
que con armas y municiones seguían viaje para su 
país. Les he quitado las armas y ofrecido (Jar pasaporte 
para que sin ningún obstáculo puedan seguir su mar- 
cha, siempre que esta medida sea de la aprobación de 
V. E., pues creo que ella surtirá muy buen efecto, lue- 
go que llegue la noticia á los demás. 

Dios guarde ú V. E. muchos años. 

Campamento, Agosto 23 do 1825. 

I 

Fructuoso Rivera. 

Excmo. señor General en Jefe del Ejército de la Pro- 
vincia den Juan Antonio Lavalleja. 


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138 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


El 22, otro triunfo de las armas de la Patria, alcan- 
zado en San Francisco, departamento de Paysandú, por 
el coronel Laguna, viene á favorecer la causa de la re 
volución Oriental. 

El 2 6, lo comunica Rivera al General en Jefe y éste 
lo trasmite al Gobierno. 

Excmo. Señor: En este momento que son las 6 de 
la tarde, acabo de recibir parte del General en Jefe, en 
el que comunica lo siguiente ; 

« El señor coronel don Julián Laguna entre otras 
cosas me dice lo siguiente: 

« Tengo el honor de anunciar á V. E. que el 21 del co- 
rriente entré á Paysandú. La fuerza que allí se hallaba 
había salido fuera á dormir al campo, la que fué batida 
por uno de los escuadrones que había destacado por 
mi derecha y en una cañada inmediata h San Francisco 
fué batida la fuerza enemiga, la que á pesar de su re- 
sistencia no puclo contener la carga á espada, y le fué 
preciso ponerse en fuga en desórden. Fué acuchillada 
perfectamente hasta que lograron ganar el monte, que- 
dando en nuestro poder 19 prisioneros, 13 muertos, he- 
ridos deben ser muchos, porque en la primera carga 
sé entreveraron los nuestros; sin embargo que todavía 
no aclaraba el día, no se dejó de hacer alguna cosa.. 
Esa noche se había emboscado á las 10 don Ramón 
Rodríguez. 

« Ahora que son las doce se me está reuniendo 
mucha gente de la derrotada, y según mi cálculo ya 
tengo más de 200 de los dipersos y paisanos que se 
me presentan. Se están reuniendo las caballadas en 
buen número; se ha tomado bastante armamento y 
municiones, de modo, que según yo veo, se me reú- 
nen antes de la noche 300 hombres más á los 300 que 
traje. Sin embargo que el coronel Jardín se halla en. 
San José (del Uruguay) con 300 hombres, yo piensa 
hacerle una retirada falsa, á ver si logro pasar el Que- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


139 = 


guay y cargarlo deveras. Entretanto, ya hago seguir una 
fuerza sobre el Rincón de Ilaedo, para donde yo tam- 
bién marcharé luego que mis atenciones por acá* 
no me llamen con la fuerza. 

Lo que c omu ni jo á V. E. en nombre de la Patria* 

San Francisco, 22 de Agosto de 1825. 

Julián Laguna. 

Excmo. Señor Inspector del Ejército, Brigadier don 
Fructuoso Rivera. » 

Lo comunico á V. E. para su satisfacción y conoci- 
miento. 

La columna de Abreu aún no ha hecho movimien- 
to de Mercedes. Se halla en el mismo punto hasta aho- 
ra que son. las 12, según el parte de Caballero que acabo 
de recibir. Yo me hallo en el potrero de Ribero, pero 
hoy pienso pasarme ¡i lo de Pelayo en Coquimbo para 
dar descanso á mis caballadas, y recojer las que pueda 
de San Salvador, Sorinno, etc. El enemigo está muy 
aterrado. Ayer llegaron algunos heridos de Paysandú 
ú la columna de los escapados, entre éstos Lino Perez. 
con 15-, que escapó cerca de San Francisco, y lo persi- 
guió una partida hasta el Arroyo Negro, según la de- 
claración de los chasques. 

Tengo la mayor satisfacción en saludar ú V. E. 

Dios guarde á V. E. muchos años. 

Fructuoso Rivera 
Señor General en Jefe del Ejército. 

Existían presos en la Ciudadela algunos patriotas» 
entre ellos el valiente oficial don Tomás Burgueño, los 
cuales lograron fugar en la noche del 31 de Julio, fa- 


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140 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


vorecidos por los centinelas qué los acompañaron en 
su escape. Desde los altos muros de aquella fortaleza 
descendieron por medio de cuerdas hasta el foso, y de 
allí escaparon para el campo, hasta que pudieron llegar 
ú las primeras guardias avanzadas de la línea de los 
sitiadores. Merced á su arrojo y admirable resolución, 
salvaron de las prisiones y se incorporaron á las filas 
de la Patria, donde en pocos dias el bravo Tomás Bur- 
gueño reunió un Cuerpo de cien hombres y fué uno de 
los campeones de la causa de la libertad. 

El siguiente oficio del Jefe de Estado Mayor al Go- 
bierno Provisorio instruye del hecho: 

« En este momento acabo de recibir connunicacio- 
nes del señor General en Jefe fecha l.° del presente, era 
la que me comunica, para que lo haga con V, E., de que 
en la noche del 31 se han fugado de la Ciudadela los 
prisioneros Ramón Castriz, Juan Pablo Morales, Juan 
Torres, Juan Pablo Pereira, Jorge Liñán, el oficial Bur- 
gueño ( 1 ), dos soldados nuestros, dos paisanos por- 
tugueses y tres soldados que eran los centinelas, todos 
los que se descolgaron por una soga. 

Lo que doy parte á V. E. de orden del señor Gene- 
ral en Jefe. 

Dios guarde á V. E. muchos años. 

Cuartel general, 3 de Agosto de 1825. 

Pablo Zufriategui. 

Excmo. Gobierno Provisorio de la Provincia. 

En los primeros dias de Setiembre, logró el coronel 
imperial Bentos Manuel Ribeiro, pasar con la División 
á sus órdenes á retaguardia de la del General Rivera 


(1) Den Tomás Burgveño. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


14Í 


sin ser descubierta por las guardias de Rivera. Eso 
aconteció una noche, en que desde la caida de la tarde, 
se habían empeñado fuertes guerrillas entre las avan- 
zadas de ambas fuerzas. Al amanecer recien lo advirtió 
el capitán Caballero, jefe de las guardias de la retaguar- 
dia, dando aviso de ello á su Jefe. En el momento que 
lo supo el General Rivera, levantó su campo para seguir 
el rumbo del enemigo. 

En todo ese día no pudo avistarse, pero en la marra- 
na siguiente fué descubierto su paradero por el mismo- 
capitán, quien lo avistó en la costa del Aguila en la car- 
neada, mandando aviso al General Rivera. Observando 
Caballero que el resto de la tropa ensillaba, la cargó 
temerariamente, empeñándose el combate, del que tuvo 
que retirarse. En asas circunstancias llega Rivera con 
su División, muy inferior en número á la de Bentos 
Manuel, trabándose un combate reñido y desigual entre 
ambas fuerzas. Rivera, abandonando el campo se puso 
en retirada, con perdida de dos oficiales y 20 soldados, 
el mayor Ramón Mansilla entre los primeros, quedan- 
do dueño de él los imperiales. 

Este contraste sufrido por las armas de la Patria, 
habilitó á Bentos Manuel para poder marchar con su 
fuerte columna en dirección á Montevideo. Conocido su- 
rumbo, se mandó aviso al general Lavalleja de lo ocu- 
rrido, al sitio de la Colonia donde se hallaba. En el acto- 
se disponía á la marcha con sus Húsares y la División 
de Maldonado, dejando frente á la Colonia al coman- 
dante Arenas con una corta fuerza para sostener el 
asedio. Lavalleja imparte órdenes de replegarse todos 
los destacamentos á la Florida, para donde se dirige. 
El 7 de Setiembre se hallaban reunidas todas las fuer- 
zas patrias en el punto indicado, incluso Rivera, que á 
los dos días del contraste, se hallaba con su División 
rehecha en el Perdido, campando tranquilamente. 

Bentos Manuel, ha'bía apresurado sus marchas, y no 


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i 42 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


iué posible darle alcance, y en consecuencia, se le dejó 
seguir su rumbo, que era ú Montevideo. 

En esa situación, los Generales Lavalleja y Rivera, 
^acuerdan emprender una operación de sorpresa al ge' 
íieral Abreu, que había quedado en Mercedes con unos 
ochocientos hombres. Esa empresa se confló á la peri- 
cia del General Rivera, agregándose á su división al 
coronel don Andrés Latorre con una fuerza. La colum- 
na expedicionaria marchó resuelta á la operación el 15 
de Setiembre. 

Llegada al Perdido, Rivera convocó una Junta de 
guerra, A la que asistieron los jefes Latorre, Laguna, 
Planes, Andrés Medina, Quinteros y Pozolo. En ella ex- 
puso el plan acordado, cometido A su dirección. Opinó, 
que á su juicio debía empezar A realizarse por arreba- 
tar al enemigo las caballadas, que según nolioias tenía 
reunidas en el Rincón de las Gallinas, custodiadas por 
algunos piquetes de poca importancia, con la protec- 
ción del general Abreu que pudieran necesitar, río por 
medio, hallAndose con el grueso de sus fuerzas en 
Mercedes. 

Aprobada la opinión del General Rivera, trató éste 
de realizar el golpe de mano, disponiendo para el efecio 
250 hombres, y cometiendo A Latorre el mando de las 
demás fuerzas, con el fia de presentarse sobre Abreu 
y llamarle la atención, mientras él operaba en el Rin- 
cón do las Gallinas. 

El 19 se dividieron las expediciones, y el 2í el Ge- 
neral Rivera realizaba su empresa sorprendiendo y acu- 
chillando la custodia de las caballadas en el Rincón, 
apoderándose de éstas ; y sucesivamente, batiendo y 
■derrotando completamente la división del coronel Jar- 
clin, en la forma que se verá por ios siguientes Partes 
del General vencedor en aquella importante y trascen- 
dental jornada de imperecedero recuerdo. 


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DE L’A REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


143 


ACCIÓN DEL RINCÓN DE IIAEDO 


PRIMER PARTE DEL TRIUNFO DEL GENERAL RIVERA 

Excmo. Señor:— Por mi comunicación de ayer diri- 
gida al coronel ¿atorre, considero á V. E. impuesto, aun- 
que no tan menudamente, del buen resultado de mis 
operaciones, sobre los enemigos de nuestra libertad; 
y ahora tengo la mayor satisfacción de comunicar á 
V. E. que el resultado lia correspondido en un todo d 
nuestro empeño Todas las caballadas que el enemigo 
tenia en el Rincón de Haedo están en nuestro poder, 
cuyo número por falta de tiempo no puedo precisar, pero 
por mi cálculo han de pasar de ocho mil caballos, entre 
buenos y regulares de servicio. 

Destrozada una división de 700 hombres á las órde- 
nes del coronel Gerónimo de Jardin,de ésta han quedado 
en el campo más ele TOO muertos, entre éstos un coro- 
nel, 2 mayores y más de 16 oficiales ele diferentes gra- 
duaciones. Prisioneros serán unos 300 poco más ó me- 
nos. En esta clase, habrán como 20 oficiales, contan- 
do con 6 que dejé al señor general Abreu, con más 30 
soldados herirlos, y como yo no tuviese, como .V- E. 
sabe, los medios para hacerlos tratar, creí propio en 
obsequio á la humanidad, el mandar al capitán, en 
ejercicio de Mayor del Detall don José Augusto Pozolo, 
para ofrecer al señor General Abreu la soltura de aque- 
llos heridos para que los hiciere tratar, como que á él 
pertenecían, lo que aceptó, y fueron dejados en la pobla- 
ción conocida por la «Columesa de Real Granza». Así 
mismo ignoro el número de armamento, porque hasta 
ahora que son las 12 de la noche, parí nada he tenido 
tiempo; pero á mi ver no bajan de 1.500 armas de todas 
clases, de luego y blancas; así como el número consi- 
derable de munición á bala de carabina ; y privándomelo 


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144 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


mis atenciones, no puedo aún dar el’parte circunstan- 
ciado a V. E. por falta de tiempo. Lo haré dentro de dos 
días contados con todo el esclaracimiento necesario. 
Por ahora, dígnese V. E. disimular esta falta, que sola 
es hija de mis atenciones y falta de salud, con que ai 
presente me hallo, en la oblgación de dar á V. E. el 
parte como llevo expuesto, y solo baste asegui'ar á 
V. E. que ha sido una completa acción. 

Así mismo, mi General, no puedo menos, ya, desde 
ahora, exponer al superior conocimiento de V. E. de lo 
que son dignos mis jefes y oficiales y tropa que tuve 
y tengo la honra de comandar, y acompañarme en esta 
tan ardua jornada. Solo á estos guerreros, mi General, 
sería capáz de no arredrarlos la formidable fuerza con 
que nos batimos, cuando solo eramos 250 hombres: 
pero yo pensaba en la ocasión de la batalla, que llevá- 
bamos á retaguardia 4.030 coraceros, según el valor y 
orden con que se presentaron nuestros soldados ú la 
presencia del peligro. 

Yo presentaré áV. E. un detall de todos los señores 
oficiales y sargentos, encareciéndole desde ahora un 
premio á que se han hecho tan dignos, y muy particu- 
larmente infinitos paisanos de mi amistad que me acom- 
pañaron en la acción. 

Nuestra pérdida no excederá de 20 entre muertos 
y heridos, en este número el bravo capitán de «Volunta- 
rios Lijeros»don Gregorio Mas, y don Antonio Falcón, 
ambos heridos levemente. 

Lo que tengo la honra de comunicar á V. E. salu- 
dándole en nombre de la Patria, con la más alta consi- 
deración y respeto.— Setiembre 25 de 1825.— Fructuoso 
RiVERa.— Excm. jseñor Gobernador y Capitán General 
de la Provincia. 

Es cópia. 

Pedro Lenguas, 

de la ilesa Guerra^ 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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Don Fructuoso Rivera al Excmo. Brigadier General Jefe 
del Ejército de la Patria, D. Martin Rodríguez: 

El señor Comandante en Jefe don Juan Antonio La- 
valleja, al destinarme sobre estos puntos, me recomendó 
que luego que lograse algunas ventajas sobre el ene- 
migo de nuestra libertad, lo participase á V. E. sin 
demora, así como al señor General de Entre Ríos : yo 
dando cumplimiento a los encargues de mi General y al 
que me impone el deber; tengo la mayor satisfacción en 
elevar al Superior conocimiento de V. E., que ayer al 
amanecer tomé con una fuerza de 250 homnres (250 hom- 
bres) á mis órdenes el Rincón de las Gallinas, puhFo en 
dónde los enemigos tenían el depósito de un número 
considerable' de caballadas con una pequeña guardia, la 
que fue acuchillada, hasta escaparse alguna parte de 
-ella abordo de los buques de guerra, que con sus fue- 
gos de artillería pudieron salvarlos de las garras de 
nuestros guerreros; ú las ocho de la mañana había 
conseguido tener en mi poder todas las caballadas; á 
esta misma hora tuve parte de mis bomberos que el 
coronel imperial Gerónimo Gómez Jardín, se aproxi- 
maba ti nosotros con una división de setecientos hom- 
bres (70Q_Jiombres) más ó menos; á las, nueve tuve 
segundo aviso, que ya seguían á pasos precipitados, 
entrando por el portón del Rincón ; inmediatamente 
reuní mis partidas y los esperé en el mismo caminó, 
á una_ distancia de media legua del Paso del Rio Negro 
que está enfrente de Mercedes ; dispuse mi tropa y al 
momento que se me presentaron los cargué, y conse- 
guí, Excmo. Señor, dar un día de gloria á la Patria. 
La División enemiga fué destrozada completamente y 
acuchillada más de cuatro leguas, quedando en el cam« 
po muertos más de cien hombres, (100 hombres ), cer- 
ca de trescientos (300) prisioneros, entre éstos veinte 

oficiales de todas graduaciones; oficiales muertos pa- 
10 


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146 


COMPRENDIO DE LA HISTORIA 


-san de diez y seis (16) incluso 'el coronel José Luis 
Mena Bárrelo; el resto de la fuerza enemiga se ha fa- 
vorecido en los montes, y hasta esta hora que son las 
seis de la mañana se están recogiendo infinitos dis- 
persos; acaballo no se escaparon arriba de 100 hombres 
{eien)‘; lia quedado aún en nuestro poder un jiúmero 
considerable de armamento y municiones. "* , 

En nombre de la Patria tengo la satisfacción de 
anunciar á V. E. esta victoria, seguro del placer que 
sentirá V. E# como interesado en los triunfos de la 
Patria. El General Abreu ocupa á Mercedes con seis- 
cientos hombres (600 hombres) pero sin caballadas para 
-emprender cosa alguna; toda la costa del Uruguay está 
libre hasta Misiones ; Denlos Manuel que ganó con 
mil hombres (1.000 hombres ) á Montevideo, no ha vuel- 
to á hacer movimiento hasta el 18 del presente, y si 
me da tiempo de cuatro días para reunirme con el se- 
ñor Comandante en Jefe, ya será difícil que aquella 
fuerza pueda obrar sobre la campaña. 

Campo, Setiembre 25 de 1825. 

Fructuoso Rivera. 


PARTE DETALLADO DE LA AQCIÓN DEL RINCÓN 
DADA EL 24 DE SETIEMBRE DE 1825 

Excmo. Señor : — En comunicación del 21 del co- 
rriente anuncié á V E. desde el Perdido, que con la 
tuerza que consta del adjunto Estado sacado de la Di- 
visión que se ha puesto á mis órdenes, me ponía en 
marcha con dirección al Rincón de Ilaedo, lo que ve- 
rifiqué á las 8 de la noche de ese mismo día desde el 
Paso de la Tranquera;- y al amanecer él 22 estuve sobre 
<el Río Negro en el Paso de Vera. La escaséz de canoas 
y el tiempo lluvioso y contrario impidieron bastante mi 
pasaje hasta que venciendo no pequeñas dificultades 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


117 


pude ponerme con toda la fuerza y-.caballadas al otro 
lado, cuya operación concluí á las G de la mañana del 
día 23. 

Desde aquel momento emprendí mis marchas con 
el mayor silencio y ocultación, favoreciéndome mucho 
para ésto la localidad del terreno quebrado tan apró- 
pósito para mis intentos, y sin haber sido sentido de 
los enemigos logré aproximarme hasta el referido 
Rincón, desde la mañana del 21, sorprendiendo las 
guardias enemigas y atacando con resolución la tropa 
que hacíanles la custodia de caballadas, ganados y todo 
lo demás que se hallaba en aquel depósito, fué com- 
pletamente derrotada y hecha prisionera, quedando á 
mi disposición lodo el campo y cnanto encerraba. 

Sabía con bastante certeza que el coronel Jardín con 
700 hombres cargaba sobre dicho Rincón, y que se ha- 
llaba ya en San Francisco, pero nunca me persuadí que 
hicieran unas marchas tan precipitadas que pudiesen 
impedir la toma de Las caballadas y mi regreso. Con 
este fin destiné sobre Sandú desde el Río Negro al 
capitán don Mariano Pereda con una partida para que 
estuviese á lá observación de dicha Ropa y me diera 
avisos necesarios de sus movimientos; pero cuando él 
llegó al paraje que le .señalaba y por dónde primera- 
mente debía'h pasar los enemigos eran las 1 % de la no- 
che y ellos habían pasado a la oración, porque venían 
haciendo las marchas más extraordinarias y precipita- 
das (¡ue podía imaginarse. 

Ya había repartido algunas partidas á recojer ca- 
balladas, cuando fui informado por mis bomberos y por 
parte del mismo capitán Pereda, que los enemigos es- 
iaban inmediatos a la boca del Rincón; en seguida 
recibí otro de que ya estaban de la parte interior, y 
entonces mandé reunir mis partidas ^ me puse en es- 
tado de esperarlos. Yo tenía la mayor confianza de que 
los enemigos debían ignorar el que nos hubiésemos' 


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148 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


introducido ya en el Rincón, y por consiguiente que se 
nos aproximaría como que venía á encontrarse con sus 
amigos. 

Mis esperanzas correspondieron á los hechos, por- 
que tos enemigos se dejaron ver en tres divisionos, y 
en aquella posición marcharon sobre mí hasta que pa- 
reciéndome oportuno ordené que 40 tiradores manda- 
dos por los bravos capitanes don Gregorio Más y don 
Manuel Benovidez, presentasen una guerrilla y carga- 
sen á la primera división : lo que efectuaron haciendo 
que esta se replegase sobre la segunda, a que reforzó 
la tercera, mientras seguíamos al trote por un bañado 
casi intransitable. Yo iba á la izquierda de mis dragones 
que formaban la derecha de mi linea, y comandaba el 
bravo capitán don Servando Gómez, El centro lo com- 
ponían la milicia del Durazno, que comandaba el bene- 
mérito-coronel don Julián Laguna, que comandaba el 
valiente capitán don Miguel Saenz,'á quién reforzé para 
sus operaciones con el capitán en ejercicio de mayor 
de Detall don José Augusto Pozólo, cuyo valor y se- 
renidad merece toda mi consideración. En esta dispo- 
sición llegamos sobre los enemigos, en tiempo que no- 
habían podido disponerse para la batalla. Sufrimos una- 
descarga general, pero al cabo se hallaron los enemi- 
migos con los sables de nuestros bravos sobre sus 
cuellos. El terror, la confusión y el desorden se apo- 
deraron desde aquel momento de los contrarios, que 
no pudiendo soportar la presencia de los libres, vol- 
vieron la espalda poniéndose en una fuga vergonzosa. 

Más de tres leguas fueron perseguidos y acuchilla- 
dos por nuestros héroes, quedando aquel campo sem- 
brado de cadáveres, armas y despojos. Un capitán. 3 
tenientes, 4 alféres, 7 cadetes, 10 sargentos, 8 tambo- 
res, 2 cornetas, £0 cabós y 150 soldados prisioneros. 
Dos tenientes, 1 alféres, 2 cadetes, 2 sargentos, 28 sol- 
dados gravemente heridos, que por no poderlos con- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 149 

y 


ducir los remití á la Capilla Nueva; 189 carabinas, 177 
sables, 164 pistolas, 163 cananas, 7.590 cartuchos á bala, 
10 lanzas, 2 cajas de guerra, 3 clarines y 8.000 caballos 
quedaron en nuestro poder, y en el campo de bátalla 
más de 140 muertos, entre' ellos un coronel, un mayor 
y oficiales de todas las graduaciones. 

Por nuestra parte no hemos tenido más desgracia 
que herido muy levemente el capitán de Tiradores don 
Gregorio Más, el teniente don J. Antonio Falcón, 15 
soldados, entre ellos algunos de cuidado, y 7 muertos 
como lo acreditan los adjuntos Estados. 

Los heridos muy gravemente de los enemigos que 
dije á V. E. mandé para Mercedes, íué precediendo un 
parlamento al general Abreu, con un capitán prisione- 
ro, diciéndole que en obsequio de la humanidad orde- 
nase que se recogiesen al hospital de le Capilla todos 
aquellos gravemente heridos, de quienes yo no podía 
cuidar de ningún modo por falta de cirujanos, y por- 
que las marchas que emprendía no me" daban lugar. 

Regresó el capitán con la contestación de agrade* 
■cimiento de aquel general, y yo me puse en retirada, 
■que hacían bastante trabajosa el número de prisione- 
ros y caballada que conducía, hasta que en el Paso del 
Palmar me alcanzaron 130 hombres que pedí de refuer- 
zo para esta conduciún al comandante de las tropas 
que había dejado eñ esta parte del Río Negro para ope- 
rar sobre Mercedes. 

Los señores jefes, oficiales y tropa que componen 
mi división son acreedores por su constancia, virtudes 
y sufrimientos á que V. E, los distinga como merecen 
y muy particularmente los que me han acompañado 
en la jornada del 24, cuyos nombres van expresados 
en el Estado adjunto. 

Todo cuanto puedo decir á V. E. en obsequio de 
los que me acompañaron á dicha jornada, sería poco para 
lo que ellos han merecido y por lo tanto lo dejo á la 
consideración de VI E. 


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150 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


Con la misma particularidad recomiendo á V. E. á 
los beneméritos ciudadanos que ansiosos de la libertad 
de su Patria, lian abandonado sus casas acompañándo- 
me en la campaña sin interrupción, y últimamente se 
han portado como los bravos guerreros en la acción 
del 24, y son los señores don Eugenio Debía, Eugenio 
Guevara, Ramón Cnrdozo, Luis Quísmera, Juan de Dios 
Padilla, Pedro Gómez, Manuel Guillón y Manuel l’erei- 
ra, cuyos virtudes recomendables y su buen compor- 
tamiento en la batalla, me [impulsan á recomendar á 
V. E. por la consideración y recompensa que tanto 
merecen, como así mismo don Vicente Viera y don Ga- 
bino Morales, cuyos grandes sacrificios por la Patria 
los hacen dignos de elogios. 

Yo en medio de los transportes que me causah una 
victoria de este tamaño, felicito áV, E. y demás compa- 
ñeros de armas por la parte que Ies toca, y tengo la 
satisfacción de anunciar á V. E. que toda mi división 
está en la mejor actitud y con los más vivos deseos 
de emplearse en empresas de la salvación de la Patria. 
El señor Coronel don Julián Laguna, que será quien 
conduzca este parte á manos de V- E. le informará de 
todas las ocurrencias que por menudo no cito, y como 
lia sido un testigo ocular de las operaciones, puede 
instruir á V. E. de todo, 

Paso de Lugo, Setiembre 30 de 1825. 

Fructuoso Rivera. 

Excmo. señor Gobernador y Capitán General don Juan 
Antonio Lavnlleja, 

P. D.— Sería faltar á mi deber sino recomendase á Ion- 
consideración de V. E. al benemérito ciudadano Hipó- 
lito Lcnzino, pues este individuo tiene tantos y tan dis- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


151 


tingnidos sacrificios hechos & la causa de la Patria 
en todas ocasiones como en la referida jornada del 24_ 

Rivera. 

Es copia. — Pedro Lenguas , Encargado de la Mesa 
de Guerra. 


OTROS DETALLES 

Sin ningún género de duda, el triunfo del Rincón' 
fué de gran importancia para la causa de. la Revolu- 
ción Oriental. 

A lo queda relacionado en los Partes Oficiales del 
jefe vencedor de aquella jornada, que tlejamos trans- 
critos, agregaremos ahora algunos otro's detalles par- 
ticulares que corroboran y amplían los referidos, to- 
mados de la Monografía escrita por don Luis G. Lato- 
rre, patriota meritorio y colaborador entusiasta de la 
empresa de los Treinta y Tres legendarios, citados an- 
leriormente: 

« Rivera, como se ha dicho, se dirigía a^ Rincón á 
tomar las caballadas del enemigo, quien para asegurar- 
las mejor, había zanjeado la Boca del Rincón dejando 
una pequeña entrada. Rivera toma á los caballerizos y 
se apodera de las caballadas. Al salir del Rincón se- 
encontró con el coronel Jardín que con una división 
como de 900 hombres venía en dos columnas, una 
al mando de Jardín y otra al de Maribarreto, cuyos dos 
jefes venían en desacuerdo y por motivo de esta ene- 
mistad marchaban divididos. 

« Rivera que tenía apenas unos 300 hombres, se 
encontró primero con la gente de Maribarreto que eran 
lanceros*, y ordenó al comandante don Servando Gó- 
mez que con sesenta hombres los cargase. La carga 


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152 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


del bravo Gómez inició el ataque y desbarató la fuerza 
Imperial de Maribarreto que cayó envuelta en la otra 
fuerza de Jardín, siendo ambas llevadas por delante y 
acuchilladas por las del General Rivera. En la persecu- 
ción que se les hizo se tomaron muchos prisioneros, 
y los mismos vecinos tomaron porción de dlpersos. 
Don* Francisco Haedo, hacendado, con la peonada de 
su estancia, salió en persecución también de los dis- 
persos^ logrando tomar algunos de ellos. 

« El General Rivera se portó como un héroe y ú 
pesar de hallarse imposibilitado por las hemorroides 
de que padecía, de cabalgar, persiguió activamente al 
enemigo hasta no poder más,Jpues después de consu- 
mada la victoria, le íué preciso bajarse del caballo para 
curarse,' habiéndose puesto en cuatro pies material- 
mente. porque no podía estar de otro modo, para en- 
contrar alivio. Esto lo presenció don Francisco Haedo 
quo lo refirió varias veces admirando la resistencia y 
el valor de Rivera. 

« Este contraste puso en apuros á Abreu que se 
hallaba en Mercedes, y sobre cuyo punto marchó el ca- 
pitán don Felipe Caballero (el oficial más valiente del 
ejército, según opiniones de don Luis Latorre) á hos- 
Tilizarlo. Rivera mandó los prisioneros al Durazno. 

« Cuando llegó á Montevideo la noticia de la derrota 
- que habían sufrido los imperiales en el Rincón, el 24 de 
Setiembre de 1825, fué tal el susto que les causó, que el 
general Lecor desistió de su marcha á campaña, y salió 
Bentos Manuel y el coronel Pintos precipitadamente por 
Toledo y Pando en dirección A Cebollatí, buscando la 
incorporación de Bentos González, que se hallaba por 
aquel paraje. Las proclamas impresas que llevó Ben- 
tos Manuel y" que fué esparciendo por el tránsito, lle- 
vaban la firma del general Lecor, porque ni tiempo tu- 
vieron para imprimir otras nuevas. 

« La línea. sitiadora de los patriotas estaba entonces 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


153 


en Santa Lucía, á donde se había retirado, y Bentos 
Manuel logró ganar el departamento de Maldonado, é 
incorporarse en el Arroyo de los Chanchos á Bentos 
González da Silva. 

« El General Lavalleja [en consecuencia ordenó al 
teniente coronel don Manuel Oribe que marchase con 
los Dragones de la Patria número 9, que se había or- 
ganizado en el Pintado, á observar la marcha del ene- 
migo. El General Lavalleja campó en la Cruz y el Gene- 
ral Rivera se hallaba por el Yi. El plan de .Bentos Ma- 
nuel era batir en detall á algunas de las fuerzas nues- 
tras, especialmente las de Rivera que creía poder 
cortar. » 

Otro autor, hablando de los prisioneros llevados al 
Durazno en custodia, y el Ejército de Observación so- 
bre la línea del Uruguay, al mando del pundoroso gene- 
ral don Martin Rodríguez, refiere el siguiente episodio : 

« Después del triunfo del Rincón de las Gallinas, 
expléndido y casi decisivo por el momento, el número 
de prisioneros que tenía el Ejército Libertador era en 
extremo crecido y eso preocupaba sériámente á su 
general en jefe, pues tenía que distraer de las opera- 
ciones que la situación reclamaba, una parte conside- 
rable de sus fuerzas en la guarnición del Durazno, que 
era donde custodiaba sus prisioneros. 

« Con este motivo, y creyendo que la neutralidad 
argentina en la lucha en que se hallaba empeñado el 
pueblo Oriental, era solo aparente, y que el ejército de 
observación que aquél Gobierno había organizado y 
situado en la costa occidental del Uruguay á las órde- 
nes del general don Martin Rodríguez, podría favore- 
cerlo, envió con el objeto de conferenciar con él á su 
respecto, 6. los ciudadanos don Atanasio Lapido y don 
Gabriel Antonio Pereyra, el primero en el carácter de 
Comisionado y el segundo en el de secretario de esa 
misión. 


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15 i 


Compendio de la historia 


« Las instrucciones dadas á Lapido, versaban espe- 
cialmente sobre el envío de los prisioneros hechos por 
la revolución á territorio de Entre Ríos, casi desierto 
entonces, en donde con sigilo podían ser guardados,, 
dejando por ese motivo ú Jodo el personal de los pa- 
triotas en la plenitud de las operaciones que debían 
abrir. 

« La pasada de los Treinta y Tres no había respon- 
dido, y eso lo’sabía el Gobierno Argentino, por expli- 
caciones que se le habían dado, al propósito de hacer 
de la Canda Oriental un Eslado libre ó independiente, 
sino la entidad componente de las Provincias Unidas 
del Rio de la Plata; cuerpo político á que había perte- 
necido desde su emancipación del poder de España, y 
al que era su voluntad seguir perteneciendo. 

« Bajo tales auspicios, la confianza en el éxito de la 
misión, era legítimamen.e una realidad. 

« Ella, sin embargo, no se realizó. 

« El general Rodríguez oyó el -mensaje con cariño 
y contestó al ciudadano Lapido lo siguiente: 

« Dígale Vd. ó su jefe, que simpatizo altamente 
« can el movimiento de los orientales y los ayudaría 
« en su heroica empresa de todas veras, pero que tengo 
n órdenes de mi Gobierno de observar ti su respecto 
« la más extricta neutralidad. Dígale usted al valiente- 
« general Lavalleja, que haga esfuerzos por ser feliz, 
« pues si fracasase la heroica empresa que ha aborda- 
« do, tendría que remitir á Buenos Aires, bajo segura 
« custodia á los que buscasen] un amparo en estas 
« costas. » 

« Lapido regresó de su misión, dos dias antes de la 
batalla del SarandL » 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


155 


CAPÍTULO XIV 


líatela dól Suramli. -- Píii s Oliriulcs. — Otros detalles. - Indumentaria de I^va- 
llcja y Rivera en la acción. Lista de prisioneros. 


El triunfo del Rincón de Haedo, el 24 de Setiembre',, 
fué el precursor de la victoria del Sarandí, alcanzada- 
el 12 dé Octubre siguiente, de que vamos á ocuparnos.. 
Ambas jomadas, fueron de señaladísima importancia 
para la causa de la libertad de la Provincia. En el trans- 
curso de 18 dias. la Patria de los Orientales, — «cuya 
grandeza sólo es comparable con si misma», como 
dijo el precursor de su nacionalidad, — por el esfuerza 
sólo de sus hijos, por dos veces se había coronado de 
inmarcesible gloria, vencedora de las huestes de ua 
Imperio. 

Gomo se ha dicho, antes de la acción de Haedo, y ó 
consecuencia del contraste sufrido en el Aguila por Ri- 
vera, el coronel imperialista Bentos Manuel Ribeiro,. 
había logrado internarse con su División en el Depar- 
tamento de Montevideo, dando eso lugar á que Lecoiv 
Vizconde de la Laguna, tratase de concierto con Ben- 
tos Manuel, expedicionar sobre Lavalleja. Pero el áuceso 
del Rincón desbarató su plan, y se propuso que Bentos 
Manuel unido* con Bentos González, batirían en detall á 
Lavalleja y luego á Rivera en la misma forma «antes 
que^ el fuego de la revolución Oriental se extendiera á 
Rio Grande. » 

Con ese propósito Lecor despachó secretamente con 
oficios para Bentos Manuel á un propio, que lo fué Pío 
García, avecindado en' extramuros, á quien confió la 
conducción de las comunicaciones, dando órdenes é- 
instrucciones á Bentos Manuel. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


Pío García era patriota, y al llegar á Canelones, se 
■confió á don Ramón Márquez, otro patriota, revelán- 
dole su comisión. Ambos, en absoluta reserva, convi- 
nieron en abrir el oficio de que era conductor, y que 
llevaba oculto dentro del forro’ del poncho, é imponerse 
del contenido. Ileclro esto, resuelve Márquez partir sin 
pérdida de tiempo al encuentro de Lavalleja, para in- 
formarle de todo, acordando que Pío García, retardase 
un poco su marcha para entregar á Bentos Manuel los 
oficios de que era portador. 

Así lo efectuaron, y gracias al aviso que le llevó 
Márquez á Lavalleja, del plan del enemigo, tomó en 
tiempo Lavalleja sus medidas para la incorporación de 
todas las fuerzas patrias, burlando al enemigo. Así 
tuvo lugar la acción entre los ejércitos contrarios el 
12 de Octubre en los campos de la Orquesta del Saran- 
dí con el éxito más feliz para las armas Orientales, de 
que darán idea los documentos y amplios pormenores 
que damos á continuación: 


BATALLA Y TRIUNFO DEL SARANDÍ 

PRIMER PARTE OFICIAL AL COMISIONADO DEL GOBIERNO 
ORIENTAL EN BUENOS AIRES 

Ya no es posible que el déspota del Brasil espere 
de la esclavitud de esta provincia, el engrandecimiento 
de su imperio. Los Orientales acaban de dar al mundo 
■nn testimonio indudable del aprecio en que estiman su 
libertad. 

Dos mil soldados escojidos de la caballería brasi- 
lera, comandados por el coronel Bentos Manuel, han 
sido completamente derrotados en el día de ayer en la 
■costa del Sarandí por igual fuerza de estos valientes 
patriotas que tuve el honor de mandar. Aquella Divi- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


157 


sión, tan orguilosa como su jefe, tuvo la audacia de 
presentarse en campo descubierto, ignorando, sin duda, 
la bravura del ejérci tonque insultaban. 

Vernos y encontrarnos, fué obra del momento. En 
una y otra línea no procedió otra maniobra que la car- 
ga, y ella fué, ciertamente-la más formidable que puede 
imaginarse. 

Los enemigos dieron la suya á vivo fuego el cual 
despreciaron los mios, y, sable en mano y carabina ci la 
espalda, según mis órdenes, encontraron, arrollaron y 
sablearon, persiguiéndolos más de dos leguas, hasta 
ponerlos en la fuga y dispersión más completa, siendo 
el resultado quedar en el campo de batalla, de la fuer- 
za enemiga más de cuatrocientos muertos, cuatrocien- 
tos setenta prisioneros de tropa y cincuenta y dos ofi- 
ciales, sin contar con los heridos, que aún se están 
recogiendo, y dispersos que ya se han encontrado y 
tomado en diferentes partes ; más de dos mil armas de 
todas clases, diez cajones de municiones y todas las 
caballadas. 

Nuestra pérdida ha consistido en un oficial muerto, 
trece de la misma clase heridos, treinta soldados muer- 
tos y setenta heridos. 

Los señores jefes y oficiales y tropa son muy dignos 
del renombre de valientes. El bravo y benemérito Brí- 
gadier'Inspector (1) después de haber desempeñado 
con la mayor bizarría en el todo de la acción, corre 
una fuerza pequeña que ha escapado del filo de nues- 
tras espadas. 

En primera ocasión detallaré circunstanciadamente 
esta memorable acción, pues ahora mis muchas aten- 
ciones no me lo permiten. 


( 1 ) Don Fru :tuo:o Riyera. 


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153 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


El Sargento Mayor encargado del Detall de este 
Ejército, ( i ) conductor de éste, informará á usted de 
los otros pormenores que apetezca instruirse. 

Dios guarde á U. muchos años. 

Cuartel General en el Durazno. 13 de Octubre 
de 1825. 


Juan Antonio Lavalleja. 
Al señor Comisionado del Gobierno Oriental. 


Buenos Aires, Octubre 21 de 1825 

(Be E 'l 2V¿ ¿j, periódico de aqucl a ciudad) 


Detalles de la victoria del Sarandí, extratados de una 
comunicación -de uno de los jefes vencedores: 

« El once estando acampados en la Cruz, después 
de repetidos partes del teniente coronel Oribe, que ve- 
nía observando la columna de los enemigos, calcula- 
mos que éstos, según su marcha, se dirigían al Paso 
del Durazno, en cuyo concepto el General en Jefe La- 
valleja mandó á Oribe que en la noche se nos reuniese 
■en el camino. 

« Al efecto, nos pusimos en marcha á las oracio- 
nes. A las gnee de la noche nos reunimos y seguimos 
ú verificarlo con la División del ürigadier Rivera que 
se hallaba acampado en el Sarandí, á donde llegamos 
•al amanecer. En el momento dieron parte las descu- 
biertas que los enemigos se hallaban á distancia de 
una legua en marcha, y con dirección á aquel punto; 
con esU aviso se dió orden de mudar caballos y pre- 
pararse al ataque. 


( I ) Don G-biiél Ye’azco. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


159 


« A las ocho estuvimos prontos y formadas las di- 
siones. El general arengó á las tropas y en aquel mo- 
mento distribuyó el mando de la línea en estos térmi- 
nos:— La izquierda á las órdenes del brigadier Rivera, 
«1 centro á las del teniente coronel Oribe, la derecha 
ú las del teniente coronel don Pablo Zufriategui, y la 
reserva á las del coronel Quesada. •" Al mismo tiempo 
que nosotros mudábamos caballos los enemigos hacían 
lo mismo á la distancia de media legua, y del mismo 
modo formaron ellos sus divisiones. 

Nosotros teníamos un cañoncíto de montaña de á 
4, que lo hicimos avanzar para hacer algunos tiros, y 
parece que hubieranios convenido en que el tercero 
que se disparó fuese la señal para ambas líneas de prin- 
cipiar la pelea, así es que al tercer tiro se movió toda 
la línea de ellos, cargando sobre la nuestra con cara- 
bina en mano; á este movimiento nos pusimos también 
s al trote sable en mano , y asi que estuvimos á una dis- 
tancia regular se mandó cargar al galope, cuya carga 
no les dió lugar á los enemigos sino para disparar sus 
armas y fugar; particularmente el costado izquierdo 
que se dispersó y fué acuchillado completamente por 
nuesira derecha. La derecha enemiga sufrió igualmente 
en la carga que le dieron nuestros^Drogones, en la que 
quedó herido nuestro coronel Latorre. El centro nues- 
tro tuvo un contraste, pues flaqueó su izquierda y pu- 
dieron hacer un pequeño estrago los enemigos, pero 
fué contenido por nuestra reserva que con el General 
Lavalleja á su frente restableció el combate. Resde 
este momento la victoria ya no fué dudosa, y los sol- 
dados, oficiales y jefes no trataban más que de ver como 
alcanzar ó los que fugaban. A la una de la tarde pude 
contar 420 prisioneros, entre éstos dos tenientes coro- 
neles y un mayor. A las dos salió el General Rivera 
con 600 hombres en seguimiento de Bentos Manuel que 
con 300 hombres -se dirigía al Yí. y al que alcanzó en 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


el Paso de Polanco al ponerse el sol; pero ya del otro 
lado, pues había un cuarto de hora que había pasado; 
hasta aquí es lo que aconteció el 12. Hoy somos 14 y 
tenemos en nuestro poder 610 prisioneros y cincuenta 
y ocho oficiales, entre éstos á Pedro Pintos y el capi- 
tán Burlamaquí. Muertos en el campo de batalla se t 
han contado 416, fuera de setenta y tantos que han 
muerto los vecinos; en éstos se halla el teniente 
coronel Felipe Neri ; diez cajones de municiones,, 
dos mil armas y todas sus caballadas se hallan en 
nuestro poder. Por nuestra parte hemos tenido cua- 
renta muertos y 62 heridos, en los primeros hay un 
capitán y en los segundos 13 oficiales comprendidos en 
aquel número ; á cada momento llegan prisioneros con- 
ducidos por los vecinos; éstos son los que caen en 
buenas manos. Bentos Manuel, Bentos González y .Bo- 
nifacio Calderón van juntos y esperamos caígan juntos 
según las medidas que ya se han tomado. Ellos tratan 
de ganar Mercedes por el Rincón de las Gallinas. Esto 
es todo lo que ha ocurrido hasta este día. 

« Sarandí. 14 de Octubre de 1825. » 


OTROS DETALLES SOBRE EL MISMO TÓPICO 

En la Monografía escrita por don Luis de Latorre, 
actor en la acción del Sarandi, ya mencionada, sé re- 
fieren los siguientes, que confirman ó amplían los an- 
teriores : 

« — La columna enemiga se dirigía hacia el Paso 
del Durazno, según los partes repelidos del teniente 
coronel Oribe. En este concepto, én la noche del once 
de Octubre ordenó Lavalleja á Oribe que se le reuniese 
en esa noche, en el camino, lo que se verificó á las 
once de la noche, habiendo emprendido su marcha La- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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valleja desde la Cruz á las oraciones. Reunidas arabas 
fuerzas, continuaron la marcha al Sarandi donde se 
hallaba campado Rivera, y á cuyo punto llegaron al ama 
necer del día doce de Octubre. 

« Al aclarar el día doce las descubiertas divisaron 
dos hombres en la cuchilla y se reconocieron ser bom 
beros del enemigo, quien venía en marcha y se hallaba 
á corta distancia. Inmediatamente se ordenó mudar 
caballos y prepararse al ataque. El enemigo avanzaba 
con rapidez con la idea de flanquear la columna del 
General Rivera, que ya estaba con los caballos muda- 
dos. Rivera envía aviso al General Lavalleja de la apro- 
ximación del enemigo, pero todavía no habían concluido 
de mudar caballos la gente de Lavalleja. Como á las 8 
de la mañana estaba el enemigo encima é intentaba 
flanquear al General Rivera, á la vez que otra División 
enemiga amaga al General Lavalleja que no tuvo tiem- 
po para hacer mudar caballos á toda la gente. Lavalleja 
tenia una pieza de montaña de á 4 y mandó disparar 
algunos tiros para contener á la fuerza enemiga^que 
se le acercaba, sin dejarle tiempo para formar su línea 
de batalla. 

« El enemigo venia en columna cerrada, pero des- 
plegó en batalla al acercarse, destinando su mejor tro- 
pa á batir la columna de Rivera. Pero éste haciendo 
un cuarto de conversión y por medio de una maniobra 
hábil, burla el plan del enemigo, cargó con sus dra- 
gones la derecha enemiga y la hizo pedazos. Por este 
incidente vino el General Rivera á ocupar la izquierda 
de la línea de batalla, tocándole la derecha por su gra- 
duación, por no haber tenido tiempo material el Gene- 
ral Lavalleja para formar la línea. 

« El General Lavalleja ocupaba una altura, y la co- 
lumna enemiga que iba á su encuentro subía el repe- 
cho. Lavalleja mandó sable en mano y tercerola á la 
espalda á su tropa, después de proclamarla, carga al 
a 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


enemigo, recibe á quema ropa el fuego de éste, y se vá 
sobre él á sable, obligándolo á volver la espalda y lo 
acuchilla en la fuga. El centro de Lavalleja sufrió un 
ligero contraste, tanto porque la mayor parte estaba 
en los caballos de la marcha, cuanto por no haber 
podido antes de la batalla apoyarse en la izquierda que 
mandaba Rivera. 

« El triunfo fué completo y la persecución del ene- 
migo duró dos leguas. En ella el bravo capitán don 
Bernabé Rivera logró-rendir en el Paso del Sarandí á 
cuatrocientos y un soldado enemigo que iban en fuga. 

Se les desarmó, sin ofendérseles en lo más míni- 
mo, dejándolos hasta en“posesión de sus monturas. 

« El General Rivera por otra seguía á Bentos Ma- 
nuel que con 300 hombre huía hacia Polanco, en cuyo 
paso le dió alcance el General Rivera á puestas de sol, 
pero ya estaba del otro lado, 

« El coronel Pintos con algunos fugitivos fué loma- 
do en la azotea de Maciel por el plantel de los infantes 
del coronel Duarte que se hallaban en aquel punto. Su 
capián Juan Brid, 

« El General Lavalleja siguió para el Durazno, donde 
estaban los prisioneros hechos en el Rincón, y esta- 
bleció allí su cuartel general al siguiente día de la ba- 
talla, 

(( De allí mandó el parte del triunfo de' Sarandí á su 
Comisionado en Buenos Aires, nombrando para esta 
comisión al mayor don Gabriel Velazco y á don Luis 
Ceferino Latorre que le acompañara. Debían fusi- 
larse tres de los prisioneros, pero Velazco por un 
sentimiento de humanidad que le honi’a, pidió á La- 
valleja por la vida de ellos, á lo cual accedió el Ge- 
neral. Lavalleja acompañó hasta Maciel á los conduc- 
tores del parte, y al despedirse le pidió Latorre ( don 
Luis ) que indultase á lodos los prisioneros Orientales 
que se habían tomado en las tilas de los imperiales. 


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163 


Lavalleja lo rehusaba, fundándose en que eran traído- 
fes. Había entre ellos un español,, por quien pidió La- 
torre, alegando esta calyiad, y al fin obtuvo del Gene- 
ral Lavalleja que librase la orden de indulto general 
para todos. El resultado de este acto generoso fué ex- 
celente, pues se conservó á la Patria algunos hijos 
más, perdonando sus extravíos, y algunos de los in- 
dultados sirvieron con tanta fidelidad y constancia en 
la campaña, como por ejemplo un tal Sanquinoso, que 
fueron queridos y admirados. 

« Después de remitirse el parte, se hicieron todavía 
muchos prisioneros de los dipersos, y entre ellos 183 
que se tomaron en el Arroyo Grande por el teniente 
don Santos Aguilera con solo veinte y siete hombres. 
El hecho fué así : — Santos Aguilera pertenecía á la fuer- 
za del coronel Arenas que estaba sobre la Colonia. Dió^ 
alcance en el Arroyo Grande á 183 imperiales de los 
derrotados en Sarandí, y aunque no llevaba más que 
veintisiete hombres les intimó rendición haciéndoles, 
entender que atrás venía el coronel Arenas con una 
División y que acabaría con ellos sino se entregaban» 
Atemorizados con ésto los enemigos se entregaron 
prisioneros á Aguilera, quién los desarmó y condujo 
á los Porongos. 

« De modo, que con todo esto, excedieron de 700 
los prisioneros que se tomaron, resultantes de la de- 
rrota en el Sarandí, de los imperiales. » 


Episodios da la acción del Sarandí- por don José 
Costa, oficial de Húsares del Ejército Patrio: 

« En lo general la gente que lo componía era ju- 
ventud en su mayor parte, llena de ardor y valerosa-, 
pero sin conocimientos en el arte de la guerra. Esta 
observación no escapó al ojo perspicaz del entonces 
mdyor don Ramón Cáceres, quién le dijo al «general La- 
valleja, que mandase carabina a la espalda >j sable, en. 


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164 


COMPENDIO-DE LA HISTORIA 


mano , y que de este modo se triunfaría en la acción. 
Idea que adoptó el general y dió el triunfo del Sarandí. 

El teniente coronel entonces de Dragones Liberta- 
dores don Ignacio Oribe, entregó antes de la acción 
la munición al oficial Costa para que municionase ó dos 
cartuchos á su Regimiento. Su jefe, el entonces tenien- 
te coronel don Gregorio Perez, ordenó cargar las ar- 
mas, diciendo á sus soldados : « no hay que andar ti- 
rando tiros, sino es la espada la que debemos manejar 
este día.» Luego que concluyó la acción, hubo que des- 
cargar unas cuantas tercerolas por la recámara, pues 
varios soldados habían cargado su cartucho con la 
bala para abajo. Baste esto para demostrar lo bisoño 
que eran en el manejo de las armas. » 

PARTE DETALLADO DE LA ACCIÓN DEL SARANDÍ 

Después de reunirse el 10 entre el segundo y tercer 
gajo de Mansevillagra las dos divisiones imperiales, 
constantes la una de mil cuatrocientos hombres al man- 
do del coronel Bentos Manuel, y la otra de seiscientos 
al mando del mayor Bentos González, ambas fuerzas 
de caballería escogida, según se manifiesta en las co- 
municaciones dirigidas al citado coronel por el Vizcon- 
de de la Laguna, que logró interceptar oportunamente, 
encontrándose en ellas la órden de dicho general para 
-que se persiguiese y concluyese con el ejército de mi 
mando, antes que llegase el fuego de la revolución 
á la Provincia de San Pedro, no dudé un instante en 
prepararme con la resolución de aprovechar la oportu- 
nidad que iba á presentarme aquella disposición del viz- 
conde, dejándole bien arrepentido de su nécia confian- 
za y con testimonios que en lo sucesivo le hiciesen 
mirar con más respeto y le enseñasen á conocer los 
enemigos que tan fácilmente pretendían concluir. 

Con este objeto permanecí aquel día sobre el arroyo 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


165 


de la Cruz disponiendo la división que se hallaba á mis 
inmediatas órdenes y comunicando desde allí al señor 
Inspector don Fructuoso, esperase mis avisos con la 
división de su mando, que se hallaba acampado en la 
Horqueta del Sarandí, cuyo punto no debía abandonar 
para realizar la unión de ambos cuerpos en el momen- 
to necesario. 

Al teniente coronel don Manuel Oribe, que con los 
escuadrones de Dragones Libertadores de bu mando, 
formaba la vanguardia de este Ejército en observación 
del enemigo, ordené replegarse sobre mi campo ó al 
del señor Inspector en el caso de que aquel emprendie- 
se su marcha, á una'de esas direcciones, avanzándose 
á distancia regular para que también fuese posible su 
í’eunión á mi primer aviso al movimiento de la fuerza 
imperial de cuyas marchas equívocas no podía asegu- 
rarse su verdadera dirección, y en esta duda esperé otro 
parte que pudiera proporcionarme aquel -conocimiento 
para levantar mi campo. 

En efecto, al anochecer repite el referido Coman- 
dante de Vanguardia, que el enemigo se dirigía á; Cas- 
tro; ordené entónces la reunión de aquella fuerza arma- 
da y advertí al señor Inspector que en la noche debía- 
mos incorporarnos en su campamento del Sarandi, en 
cuya costa juzgaba debía amanecer el enemigo, según 
el cálculo que pude formar de su movimiento; y serían 
las dos de la mañana del día doce, cuando se incorporó 
el camandante Oribe con la expresada fuerza á su man- 
do, y continúe mi marcha graduando el tiempo que res- 
taba de noche para estar reunido con el señor Inspec- 
tor al aclarar el día, lo que pude conseguir antes de las 
cinco de la mañana. 

En esta hora avisaron las partidas de descubiertas 
•que el enemigo se hallaba á medía legua de la parte 
opuesta del Sarandí, y«en seguida se dejaron ver. á me- 


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166 COMPENDIO DE LA HISTORIA 


líos distancia de nuestro ejército, que á la sazón mu- 
daba caballos con la mayor presteza. 

El enemigo se ocupaba en la misma maniobra y 
antes de hora y media marcharon 4 encontrarse ambos 
ejércitos. 

Calculé entonces ventajoso esperar al contrario en 
la costa que ocupaba para que, quedando un gajo del 
expresado arroyo á retaguardia de aquél, sirviese de 
obstáculo á la retirada, pero evitaron el encuentro en 
aquel punto y marcharon á despuntar el expresado 
gajo. 

Yo me dirigí entonces á su frente, mandé desplegar 
la batalla que la formaron eu el costado derecho los 
escuadrones de Húsares Orientales al mando de su 
teniente coronel comandante don Gregorio Perez y las 
milicias de Canelones al mando de su sargento mayor 
don Simón del Pino. Centro: los escuadrones de Drago- 
nes Libertadores al mando de su Comandante teniente 
coronel don Manuel Oribe, y una compañía de Dragones 
de la Unión ai mando del capitán don Bernabé Rivera. 
Costado izquierdo: los Dragones de la Unión al mando 
de su Coronel don Andrés Latorre y milicias entre Yi 
y Río Negro al de la misma clase don Julián Laguna. 
Reserva : Milicias de Maldonado al mando de su Coro- 
nel don Leonardo Olivera, y las de San José á las de 
su Comandante coronel graduado don Juan José Que- 
sada, colocándose al frente del costado derecho 
la compañía de tiradores de Maldonado al mando de 
su capitán don Francisco Osorio y al frente del cos- 
tado izquierdo el teniente coronel don Adrián Medina 
con un escuadrón de la misma arma. 

Al costado izquierdo de los tiradores de la derecha 
se colocó una pieza de á cuatro de montaña, mandada 
por el subteniente de artillería don José Joaquín de 
Olivera. Fueron los jefes de las citadas divisiones en 
la izquierda el señor Brigadier Inspector General dorr 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


167 


Fructuoso Rivera, en la derecha el Teniente Coronel 
Jefe de Estado Mayor don Pablo Zufriategui, en el cen- 
tro el Teniente Coronel Comandante de Dragones Li- 
bertadores don Manuel Oribe, y en la reserva el Coronel 
-de las Milicias de Maldanado don Leonardo Olivera. 

Un solo instante tardaron los enemigos en descar- 
gar sus armas, casi alcanzando á' tocar con ellos los 
soldados de la Patria, los cuales cumpliendo el jura- 
mento que acababan de repetir, (de preferir la muerte 
á la ignominia de la esclavitud), siguieron inalterables 
hasta desordenar á cuchilladas toda 1a línea enemiga, 
que no pudiendo resistir de los Orientales se pusieron 
en desordenada retirada, en la cual hicieron con élla 
sentir más el rigor de nuestras armas, dejando más de 
dos leguas de campo cubiertas de cadáveres, al fin de 
cuya distancia, del otro lado del Sarandi, pudieron ha- 
cer una reunión que contenía treinta y siete oficiales 
y cuatrocientos soldados por el teniente coronel Alen- 
castre, La cual fué rendida después de haber solicitado 
se les tratase como prisioneros de guerra. En esta pe- 
queña suspensión, los jefes Bentos Manuel y Bentos 
González, lograron escapar con poco más de trescien- 
tos hombres, que aunque fueron seguidos por una di- 
visión al mando del señor Inspector, no fué posible 
alcanzarlos. Los enemigos dejaron ciento treinta y tres 
heridos, cincuenta y dos oficiales, inclusos tres Tenien- 
tes Coroneles, quinientos veintiún soldados prisioneros 
sin contar los heridos, mil doscientas carabinas, 1.040 
sables útiles, más de doscientos rotos, seiscientos cin- 
cuenta pistolas, cincuenta lanzas, mil sesenta cananas, 
diez mil cartuchos de carabina á bala, y todas sus ca- 
balladas, cuyo número se aumentó posteriormente, ha- 
biéndose rendido el dia 14 el teniente Aguilera, que 
mandaba una partida de veintisiete hombres en la costa 
del Arroyo Grande,' una fuerza de 16 oficiales, ciento 
diez y siete soldados, con noventa tercerolas, ochenta 


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168 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


-sables y cuarenta y cuatro pistolas, é igualmente en 
la costa de Maciel el mayor don Pedro Pintos con 8 
soldados, todos armados. 

El ejército de la Patria sufrió la pequeña pero sensible 
¡pérdida del capitán don Matías Lasarte de Dragones Li- 
bertadores y treinta y cuatro soldados muertos, y he- 
didos el coronel don Andrés La torre, capitanes don 
Pedro Correa, don Juan Salado, don Manuel Wal y don 
Cayetano Piriz, tenientes don Gerónimo Berruerato, don 
Juan Galván, don Luis Donadí, don Tomás Aguilera, don 
Felipe Almeida y don Juan Fernandez, los alféreces don 
Abdón Rodríguez, don Manuel Andión y don Francisco 
.Márquez, y sesenta y siete soldados. 

Ningún premio sería bastante digno de los señores 
jefes y oficiales y tropa que se han hallado en esta ac- 
ción, si por ella no alcanzacen el heróico renombre de 
.Libertadores de su Patria. 

* 

Cuartel General en Mercedes, Octubre 26 de 1825. ... 

Juan Antonio Lavalleja. 

Pedro Lenguas, 

Encargado do la Moa» do la guoira, 

LA INDUMENTARIA DE LOS GENERALES LAVALLE- 
JA Y RIVERA EN SARANDÍ 

Aún cuando no sea más que á título de curiosidad* 
.sino le concediese otro de mayor interés el recuerdo de 
la historia, vamos á hacer breve mención de la indu- 
mentaria, modesta, sencilla, con que los Generales La- 
yalleja y Rivera se presentaron en la acción del Sarandí, 
ajenad toda ostentación. Nada de entorchados. Todo era 
relativo, con la precaria situación de sus compañeros 
de armas, que por lo general, unía á su pobre clase, 
los visibles desperfectos debidos á los trabajos y pena- 
lidades sufridas en la campaña. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


169 


Podría decirse sin exageración, que se asemejaba 
en su sencillez, á la que dignificó en su tiempo al in- 
signe Artigas, antiguo Jefe de los héroes del Sarandí. 

Lavalleja vestía casaca corta de paño azul, con vivos 
encarnados, y pantalón del mismo color. Una gorra con 
galón ancho, y una capirusa que la cubría por la lluvia. 
Bota granadera. Espada con baina de zuela y chapas de 
metal. Montura modesta, con pistoleras. Montaba ese 
día en un brioso caballo Malacara. 

Rivera vestía chaqueta azul, con piel ó cuero rene- 
grido al rededor, en el cuello, bocamangas y pecto, con 
alamares ó muletillas, que ceñían la grande chaqueta 
que le llegaba á la cintura. Gorra con galón ancho. Bota 
granadera. Fspada baina de metal. Ambos generales 
llevaban la banda d media espalda. Montura modesta, 
con pistoleras. Cabalgaba ese día en un hermoso Tor- 
dillo. 

Asi los describe en sus apuntes el teniente de Hú- 
sares don José Costa, actor en Sarandí, que originales 
conservamos en nuestro poder, confirmados por otros 
actores. 

En los mismos, agrega lo siguiente, respecto al Co- 
mandante -del Cuerpo de « Dragones Libertadores », don 
Ignacio Oribe : — « Este jefe vestia casaca y pantalón 
azul, poncho á media espalda, sombrero de Jipi japa con 
penacho punzó en el cintillo. Cabalgaba en un zaino 
negro de soberbia presencia. Sus soldados llevaban para 
distinguirse una especie de banda blanca, lo mismo que 
los de Alencástre, jefe enemigo, por cuyo motivo éstos 
se engañaron al encontrarse en la dispersión con los 
«Dragones Libertadores», creyéndolos de los suyos y fue- 
ron prisioneros. 

JEFES Y OFICIALES PRISIONEROS EN SARANDÍ 

RELACIÓN - 

Teniente Coronel — Joaquín Antonio Allencastre. Is~ 
máel Suórez. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


Sargentos Magores — Teodoro Vurlamach, Pedro Pin- 
tos, Simón da Silva. 

Capitanes — Lorenzo José Periera, Francisco F. An- 
gel, Martin Rodríguez, Joaquín Tomás da Silva, Juan» 
Bautista Miereles y Antonio González Miereles. 

Tenientes — Antonio' López Sequeira, Sebastián José 
de Britos, José Antunes Persinclas, José Joaquín de las 
Cruz, Manuel Rívero de Morales, Feliberto Facundo de? 
Souza, Benito José Braganza: Pedro José Diabla y Sin- 
foroso Sanguino. 

Sab-Teni entes — Joaquín Ferreira Barboza y Fermia- 
no José de Olivera. 

Alféreces — Joaquín Gómez de Araucho, Fabián Leí - 
tes de Cantos, Ceferino Domínguez de Olivera, Pónciano* 
Gómez de Leiva, José Victorino Pereira Cuello, Teodoro*' 
José de Avila, Antonio Leites de Sequeira, Albano Bau- 
tista Suarez, Francisco de Lemus Farias, Agustín An- 
tonio de Mello y Sebastián Francisco da Silva. 

Cirujano— N . Ni eves . 

Cadetes— Serafín Joaquín de Alencastre, Martin tarro 
Tejera Pintos, Francisco Lúeas de Olivera, Joaquín Fran- 
cisco Guiarte, José Mauricio Gómez, Angélico' Gómez» 
Warno Antonio de Mello, Juan Rodríguez Pallares,. 
Francisco Juan dos Santos Gutiérrez, Vicente Ferreira 
Suarez, José Alvarez de Morales, José Antonio de Mo- 
rales, Miguel Luis dé Acuña, David Luis de Acuña, An- 
iño Francisco Cardozo, Fernando García da Vasconse- 
ll i o, Plácido 1 José de Lémus, Antonio Silveiro Díaz, José 
Antonio Barboza, Constantino G^mez da Silva, Luis 
Cándido Tejera y Juan Antunes. 

HERIDOS 

Teniente Coronel — Juan Marques de Sosa Prates. 

Tenientes —Antonio José de Mello y Joaquín' de 
Bruns. 

Cadetes — Antonio Meine Facundo y Manuel Anto- 
nio de Avila. 


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DE EA REPÚBLICA O. ©EL URUGUAY 171 


LA FOSA COMÚN DE LOS CAÍDOS EN SARANDÍ 

Se desprende de todo lo relacionado, -respecto á la 
batalla del Sarandí, una consideración de que no cree- 
mos deber prescindir, sin señalarla como enseñanza, 
y antecedente honroso para vencedores y vencidos en 
aquella jornada. . 

Tal és, la de qué, en medio del -ardor de los com- 
batientes, si la humanidad tuvo que deplorar desgracias 
y víctimas en la ruda pelea, inherentes al combate leal 
y valeroso, por lo menos se respetaron las leyes de la 
guerra, salvando ilesa de toda mancha de barbarie, de 
todo oprobio para la civilización en aquel campo de 
batalla. 

Rendido este homenaje de justicia á vencedores y 
vencidos, la rendirémos también al procedimiento in- 
mediato para recojer los cadáveres de los caldos. 

Uno de los primeros cuidados del noble vencedor 
Capitán General de la Provincia, íué ordenar la reunión 
de los cadáveres esparcidos en el campo de batalla, 
para destinarlos á la fosa común, como fuese posible, 
á proceder a la incineración si se juzgase indispensa- 
ble. A esa piadosa operación prestó conjuntamente su 
concurso el Gobierno Delegado, ordenando al Juez Co- 
misionado dél distrito del Sarandí, procediese con el 
auxilio del vecindario, á recojer los cuerpos insepultos 
en toda la extensión del campo del combate, segun- 
dando al encargado de ello por el General Lavalleja. 

Al cumplimiento de esa plausible disposición, res- 
pondía el siguiente Oficio dirigido á lq Junta de Gobier- 
no ¡por el Comisionado don Francisco X. Caballero, 
constando por él haber sido recogidos 490 cadáveres 
hasta la fecha (Octubre 18): 

Excma. Junta de Gobierno. 

En conformidad del Oficio de V, E,, fecha 14 de 'Oe- 
toe, digo que inmediatamente pasó al campo de bata- 


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172 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


lia á verificar lo que se me ordena, adonde encontré el 
vecino Gaceres, el cual estaba encargado por el Excmo. 
señor Capitán General de la Provincia para recojer todos 
los cadáveres y amontonarlos donde luese convenien- 
te ; adonde le ayudé con mi vecindario hasta concluir 
dicha operación. Por cuenta que me dá dicho Gaceres 
asciende la totalidad'de los difuntos á cuatrocientos no- 
venta, fuera de algunos muertos que puede haber fuera 
<le dicho campol 

Guarde Dios á V. S. muchos años. 

Francisco Xavier Caballero. 
Barandi, Octubre 18 de 1825. 


CAPÍTULO XV 


Llega á Buenos Aires el parte oficial (le la victoria clel SarahdL— Regocijos que 
produce.— Manifestado iics populares.— Su influencia cu la actitud del Gobier- 
no y del Cougrcso. — Actos que lo demuestran.— Heiuoorporación (lela Provin- 
cia Oriental fe las Unidas del Rio de la Plata.— Admisión de sus Diputados al 
Congreso.— Indulto decretado por Lavallqj tu— Rivera renueva su gestión pa- 
cífica y cordial con los Jefes Continentales.— El Congreso General dicta varia» 
leyes, autoriza al Ejecutivo para expedir despachos de Brigadieres de la Nación 
& La val le Ja y Rivera, y amplía las facultados del Jefe del Ejército do Observa- 
ción sobre el Uruguay*— Discusiones en el Cougrcso.— Notas diplomáticas. 

La noticia oficial del triunfo del Saraiidí, por el Ejér- 
cito Oriental, se tuvo en Buenos Aires el 19 de Octubre. 
Su conductor fué el Mayor don Gabriel Velazco, acom- 
pañado del meritorio patricio don -Luis C. Latorre y det 
teniente de Húsares don José Costa, con una pequeña 
escofia de Húsares Orientales bien uniformados. El re- 
gocijo y entusiasmo que produjo tan feliz nueva fue in- 
menso. El parte oficial venia dirigido al Comisionado 
Oriental don Pedro Trapani. Hubo manifestaciones pú- 
blicas y reuniones populares de imponente y patriótica 
significación. El 20 apareció en El Piloto, periódico es- 
crito por don Santiago Vázquez y otros notables, el pri- 
mer parte de Lavalleja de la acción del Sarandi, é im- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


173 


portantes detalles de la batalla. Su publicación hizo 
subir de punto el entusiasmo pop'ular. 

Una gran reunión de pueblo, con banda de música 
á la cabeza, recorrió las calles en el día y fué hasta la 
Casa de Gobierno, vivando á los vencedores del Sarandí 
y dando mueras al Emperador y sus sostenedores. Con- 
tinuándola en la noche, pasó en trayecto por el domi- 
cilio del Representante del Brasil señor Falcao da Frota, 
donde el tumulto acentuó los vivas y mueras, permi- 
tiéndose algunos desmanes. En consecuencia, al día 
siguiente el Agente Brasilero pidió sus pasaportes, y ga- 
rantías para su persona, por los fundamentos expre- 
sados en su nota (21 de Octubre), en estos términos: 

« Es por la primera y también por la última vez que 
« el infrascripto Agente Político de Negocios del Impe- 
« rio del Brasil, tiene el disgusto de poner en conoci- 
« miento del Excmo. señor Ministro de Relaciones Ex- 
« teriores para trasmitirla así á su Gobierno, que ayer 
« 20 del corriente, a eso de las 10 y media de la noche, 
« se le hizo á su persona un insulto grave y público, 
« en que hasta que vió expuesta su segurinad indivi- 
.« dual; pues corto era el paso para llegar á vías de'he- 
« chos, una vez proferidos por un inmenso gentío los 
« gritos y alaridos de mueran los Portugueses, muera el 
« Emperador del Brasil, mueran todos los amigos de ese 
« tirano! y muera el Cónsul; acompañando esto al mis- 
« mo tiempo de golpes violentos en la puerta, y de so- 
lí nidos de trompetas de la música que acompañaba á 
« esta turba. » 

A esta nota repuso el Ministro señor García, ofre- 
ciendo que se tomarían providencias eficaces para que 
no se repitiesen esos excesos; pero no satisfecho con 
eso el Agente, reiteró el 24 sus pasaportes, manifes- 
tando « que solo se demoraría el tiempo preciso parp 
« prepararse á embarcarse, y hallarse en el puerto 
(( el bajel en que había determinado retirarse. » 


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COMPRENDIO DE LA HISTORIA 


Las manifestaciones hostiles al Brasil, y de entu- 
siasmo por la causa de la Patria victoriosa en Sarandí, 
continuaban. Una de ellas se efectuó en el teatro, en 
grado superlativo. En. sus transportes, voces entusias- 
tas de la concurrencia pidieron á Juan Cruz Várela, 
inspirado poeta, una improvisación, una Oda al triunfo 
del Sarandí. El celebrado bardo argentino, respondien- 
do entusiasta á la petición, púsose en pié sobre la lu- 
neta que ocupaba y emocionado pronunció estas va- 
lientes frases : 

Pueblos oid! — escarmentad tiranos! 

La venganza que toman las naciones, 

De los que insultan sus sagradas leyes!... 

No pudo proseguir dominado por la emoción, los 
aplausos y los Víctores del auditorio, y dijo conmovido: 
hasta mañana; no puedo más... 

Y lo cumplió dando al siguiente dia terminada su 
magnífica Oda á la Victoria del Sarandí, que en letras 
de oro guarda la historia de los tiempos heroicos que 
pasaron. 

Pueblos oid!... Escarmentad tiranos! 

Merced á ese triunfo puramente oriental, cambió la 
faz de las cosas en la política equivoca, vacilante del 
gobierno de Las lleras en Buenos Aires, empezando d 
lomar nuevos rumbos, y resolviéndose el Congreso á 
asumir otra actitud más decidida, en favor de la 
revolución Oriental, sino para su absoluta independen- 
cia de lodo Poder extraño, por lo menos para libertar 
su provincia del vasallaje Imperial, en la forma que 
demostraron los acontecimientos. 

En ese resultado, cúpole buena parte á la influen- 
cia de don Bernardino ltivadavia^prócer argentino que 
acababa de llegar de Europa (Octubre 21), con la rati- 
ficación del Tratado con la Inglaterra. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


175 


El revéz que acababan de experimentar las armas 
<del Imperio en los campos de la Órqueta del Sarandí, 
liizo tal efecto en el ánimo del Vizconde de la Laguna, 
•que bajo su impresión, apenas se supo en Montevideo, 
impartió órdenes para reducir de nuevo á prisión, á los 
•ciudadanos Giró, Blanco, Perez, Suso, Masini y algunos 
otros de los presos políticos que acababan de obtener 
su libertad, pero que felizmente lograron evitarlo, eva- 
diéndose unos para Buenos Aires y otros para el carn- 
eo de los sitiadores. 

Hizo más el Vizconde en su irritación, puso á pre- 
cio la cabeza de Lavalleja y Rivera, imitando al gober- 
nador bonaerense que en otro tiempo llevó su saña 
iiasta el extremo de poner á precio la cabeza de Ar- 
ligas 1 2000 $ por la de Rivera y 1500 por la de Lavalleja. 

Hasta entonces se había entretenido la admisión de 
los diputados Orientales al Congreso, y relegando has- 
la mejor oportunidad, la reincorporación de la Provin- 
cia Oriental á la comunidad de las de la Unión del Río 
<de la Plata, á que se refería la ley de Agosto, pero en 
la sesión ruidosa del 25 dé Octubre, después de algunas 
.secretas, quedaron sancionadas ambas cosas. Fue au- 
torizado el Ejecutivo para expedir despachos de Briga- 
dier de la Nación á Lavalleja y Rivera, que lo eran de 
la Provincia Oriental, y se ampliaron las facultades del 
«General del Ejército de Observación sobre el Uruguay 
don Martin Rodríguez, en cuyas discusiones se emi- 
tieron juicios honrosos para los Orientales, como se ve- 
rá más adelante. 

Empero, tornemos á lo pertinente á los actos de 
los Generales Orientales á raiz del triunfo del Sarandí, 
antes de que asumiese el Gobierno Argentino, el rol á 
■que se refieren esas leyes. 

El primer acto del. Capitán General Lavalleja, fue 
decretar el Indulto siguiente : 


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176 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


Don Juan Antonio Lavalleja, Gobernador y Capitán Ge- 
neral de la Provincia Oriental. 

Por cuanto: Atendiendo al triunfo conseguido por 
nuestras armas sobre los enemigos en la jornada del 
día 12, en obsequio á la gloria á que se han hecho dig- 
nos los beneméritos ciudadanos de la Provincia, y para 
que cesen los padecimientos de muchos hijos de ella, 
que por errada opinión se ven unos expuestos a perder 
su suelo, y otros á andar vaqueando por los montes, 
he venido en decretar lo siguiente: 

1. ° - Todo individuo que halla desertado de las filas 
de la Patria, y todo el que esté disperso desde aquel día, 
ó se haya separado después de su división quedan in- 
dultados, con tal que se presenten en el preciso término 
de quince días á cualquiera de nuestras fuerzas, para 
ser incorporados al Cuerpo que pertenecían. 

2. °— Queda igualmente indultado todo individuo hijo 
del país que desertado, ó en cualquier otro modo esté 
en servicio en los enemigos, si abandonando aquellas 
banderas se presentase en el término de treinta dias 
á cualquier de las autoridades que la Provincia ha cons- 
tituido ; advirtiendo á los que comprende este articulo, 
que este será el último indulto que á elios les alcance. 

3. ° — Todo el que sea comprendido en estos artícu- 
los y vencidos los plazos se aprehenda, será tratado 
con todo el rigor que la ley señala á su delito. 

Y á efecto que llegue á noticia de todos, circúlese 
á quien corresponde y fljénse en los lugares de esti- 
lo para su cumplimiento. 


Cuartel General en el Durazno, Octubre 20 de 1825. 


Pedro Lenguas, 

Encardado de la Mesa de Guerra, 


Lavalleja. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL. URUGUAY 177 


Muchos desgraciados se apresuraron á acojerse al 
indulto acordado tan noblemente, por ta magnanimi- 
dad del Gobernador y Capitán General de la Provincia 
don Juan Antonio Lavalleja, triunfante en Sarandí, y las 
filas del Ejército se vieron aumentadas con el concur- 
so de muchos paisanos- extraviados. 

A su turno, el General Rivera, después de la victo 
ría del Sarandí, renovaba políticamente, su gestión pa- 
cífica y cordial cerca de los principales Jefes de Rio 
Grande, con el deseo de atraerlos á armonizar en as- 
piraciones pacíficas, amistosas y razonables, como lo 
había iniciado desde el principio de la revolución. 

Desde que el General Rivera se incorporó al movi- 
miento libertador iniciado por el ínclito Jefe de los 
Treinta y Tres patriotas, trató de propender con su 
acuerdó ¿.robustecerlo con la cordialidad de los sentí 
míen-tos de los Continentales limítrofes, evitando así 
las consecuencias lamentables de la guerra. 

A ese fin respondía su comunicación de 10 y 12 de 
Mayo, dirigidas á don Tomás José, da Silva del Comandó 
de la Provincia do Rio Grande, y al Mariscal Goberna- 
dor de las Armas de la misma dan José de Abreu, y á 
otros jefes manifestándoles los sentimientos que ani- 
maban á los libertadores y la. confianza que tenían de 
que participando de ellos; harían de su parte cuanto 
fuese posible para que reconociesen sus derechos y des- 
apareciesen los males de la guerra. 

Persiguiendo el mismo propósito, cuyos móviles 
no podían, confundirse con la> debilidad, en presencia 
de la. expléndída victoria del Sarandí, dirigía á los ge- 
nerales Barreto y Abren, prestigiosos en la provincia 
de San Pedro del Sud, las siguientes comunicaciones, 
•tan acreedoras por sus levantadas tendencias, a figurar 
en la historia : 


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178 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


i 

Don Fructuoso Rivera al E.rc/no. señor Brigadier General 
don Sebastián Barreta Peragra Pintos. 

En esta fecha le remito al Excmo. señor Mariscal 
y Gobernador de las Armas de la Provincia de San Pedro 
del Sud don José Abreu, un oficio que transcribo á V. E. 
para que como tan interesado en la felicidad de su Pro- 
vincia, interese todo su valimento para que la inmedia- 
ta ruina que le aguarda se desvanezca con la presencia 
de una amistad general y una paz duradera, que una á 
sus habitantes de satisfacción y placer, haciendo con 
ella que regresen al seno de su familias, ciento y tantos 
oficiales de todas graduaciones, y sobre mil individuos 
de tropa que se hallan prisioneros de nuestras armas, 
los que sin embargo de ser tratados con consideración, 
gimen la ausencia de lo que más aman. Conozco que 
los -Sentimientos de V. E. simpatizan con los- míos, y 
confio que hará de su parte cuanto le sea posible, para 
que desaparezca de entre nosotros ese germen de ri- 
validad que he tratado de evadir con bastante diligen- 
cia, porque ese pesar hace en el día suspirar á muchas 
familias de esa Provincia, que muy pronto verá V. E. 
cubiertas de luto y amargura, si la prudencia y el inte- 
rés general se apartan de. los jefes que la dirigen. Estos 
son y serán, Excmo. señor, los resultados funestos de 
una guerra injusta, y los que queremos evitar, á pesar 
de nuestro estado preponderante y de nuestros resenti- 
mientos. llaga V. E. iguales demostraciones, y aparezca 
el día en que animados de unos mismos sentimientos, 
vivamos tranquilos, roposando en la amistad que es‘a 
Provincia ofrece á las del Continente. 

Dios guarde é V. E. muchos años. 

Costa del Río Negro, Octubre 22 de 1825. 

Fructuoso Rivera. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


179 


Don Fructuoso Rivera al Excmo. señor Mariscal y Ge- 
neral de las Armas de la Provincia de San Pedro del 
Sud don José de Abren. 

Cuando esta Provincia d principio de este año, hizo 
su revolución para sacudir el yugo de la dominación 
que le oprimía, fué uno de mis primeros pasos dirigirme 
á V. E, con mi comunicación de 12 de Mayo, como á los 
demás señores Jefes del Imperio inmediatos á ella, in- 
vitándolos á que habiendo hecho sus habitantes la acla- 
mación de su Independencia, y unidos en masa habían 
jurado morii ó conseguirla, escudado de la razón con 
que habían principiado su marcha, estuviese V. E. como 
todos los demás S. S. á quién me dirigí, inclinados 
á reconocer un paso tan justo y tan digno del nombre 
americano, ofreciendo que los Jefes y habitantes de esta 
Provincia serían eternamente amigos de los brasileros, 
con tal de que no se opusiesen á la consecución de 
nuestros derechos, porque si por lo contrario trataban 
con las armas en la mano, se destruía nuestra grande 
obra; una guerra sanguinosa é interminable sería 
el resultado de la injusticia con que se nos combatía. 
V. K. despreciando mis insinuaciones y el buen deseo 
•de economizar la sangre americana, dirigió su marcha 
sobre esta Provincia con 19 columna que comandaba,, 
y desde el Paso de Quinteros en el Río Negro, por Julio 
de este año se dignó contestarme de un modo que no 
correspondía á mis insinuaciones. 

Entonces estaba persuadido V. E. que con la tropa de 
su mando obligaría á que esfe país se viese perpétua- 
mente uncido ai yugo de la esclavitud que había sacu- 
dido, sin recordar que sus habitantes habían jurado 
morir primero que volver á esa degradación. V. E. es 
un testigo ocular de los sucesos anteriores, en que las 
armas de la 'Patria fueron acreditando con sus triunfos 
la exposición de mi citada comunicación; y lo es tam- 


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180 


COMPENDIO DE LA. HISTOIUA 


bien de las posteriores jornadas de 24 de Setiembre úl- 
timo en el Rincón de las Gallinas, y la del 12 del presen- 
te en la costa del'Sarandí, ellas han acreditado hasta lo 
sumo, que los Orientales saben cumplir sus votos, y que 
una vez emprendida esa obra, no la dejan sin concluirla, 
y perfeccionarla. La Provincia, libre de opresión, en- 
grandecida con sus triunfos, y con una fuerza respeta- 
ble, se halla en aptitud de llevar la guerra á las Provin- 
cias del Continente, en desagravio del ultraje que sus 
habitantes han recibido, de querer por la fuerza sepa- 
rarlos de la esfera de hombres libres á que correspon- 
den un considerable número de las Provincias herma- 
nas ocupan ya la costa del Uruguay, decididas á prestar 
sus esfuerzos para ayudarnos en nuestras operaciones. 
Aqui ya no leñemos enemigos que combatir; por con- 
siguiente, la guerra es preciso dirigirla á las provincias 
del Continente, y ellas son las que quedando en esque- 
letOj satisfagan con sus intereses los gastos del Ejér- 
cito y demás consecuencias de la guerra. 

Esta Provincia ya no tiene que perder más que su 
libertad, y ésta la ha afianzado con las armas; de con- 
siguiente, la guerra le es mus bien ventajosa que per- 
judicial, pues todas las se hallan en las Pro- 

vincias que debe invadir; y el que quede en un estado 
lamentable y desgraciado, ó el que reporten la tranqui- 
lidad de una paz que añadir á las felicidades que dis- 
frutan, estriba solo en la resolución de V. E. 

En este estado, y deseoso de privar el derrame de 
sangre conservando en las Provincias vecinas una ar- 
monía inalterable, y en fuerza de las facultades que 
para entrar en negociación me ha concedido el lixcmo. 
Señor Gobernador y Capitán General de la Provincia, 
don Juan. Antonio Lavalleja, me dirijo á V. E. con el 
fin de que nos ponga á cubierto de los males de la 
guerra, una transacción que mantenga las relaciones de 
amistad y comercio que siempre lia deseado esta Pro- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


181 


vincia; si V. E. estima la conservación de la de su 
mando, y quiere ver é sus habitantes lejos de las des- 
gracias que les amenazan, sírvase avisarme en contes- 
tación, que abraza el ventajoso partido que propongo, 
de hacer una paz que eternice la memoria de V. E., 
proporcionando á esta Provincia una felicidad durade- 
ra, y nombrar los sujetos que deban concurrir á la for- 
mación de los Tratados; ó lo contrario, si no estuviese 
V. E. inclinado á mi proposición, para dictar mis pro- 
videncias; pues mientras la libertad de nuestros dere- 
chos no esté reconocida y asegurada, no podemos en- 
vainar las espadas que con solo este fln hemos empu- 
ñado. 

Bien conocerá V. E. ahora que no es la- debilidad 
quien me estimula á dar este paso, sino mis humanos 
sentimientos por la conservación de las vidas é intere- 
reses de los habitantes de unas Provincias que tanto 
aprecio me merecen: en cuyo obsequio tengo el honor 
de dirigir á V. E. esta comunicación, para que se sirva 
hacer de ella el uso que encuentre más arreglado y 
-compatible á las circunstancias. 

Dios guarde á V. E. muchos años.' 

Costa del Río Negro, Octubre 22 de 1825. 

Fructuoso Rivera. 


Siguiendo el hilo de los sucesos en estas narracio- 
nes, y antes de llegar á la declaración de la guerra por 
-el Imperio del Brasil á la Argentina, haremos mención 
de la nota del Ministro de Relaciones Exteriores del 
•Gobierno Argentino, fecha 4 de Noviembre, comunican- 
do al del Imperio, la Declaración del Congreso reco- 
nociendo de hecho reincorporada á la República de las 
Provincias Unidas del Plata, la Provincia Oriental, es-. 


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182 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


lando por ella comprometido el Gobierno á proveer á 
la defensa y seguridad de la misma Provincia. 

« Buenos Aires, Noviembre 4 de 1B25. 

« El que suscribe, Ministro Secretario de Estado en 
el Departamento de Relaciones Exteriores de la Repú~ 
blica denlas Provincias Unidas del Río de la Plata, au- 
torizado especialmente por su Gobierno, tiene el honor 
de dirigirse al limo, y Excmo. señor Ministro de Esta- 
do en el Departamento de Relaciones Exteriores del 
Imperio del Brasil para hacerle saber, \que habiendo los 
habitantes de la Provincia Oriental recuperado por sus 
propios esfuerzos la libertad de su territorio, ocupado 
por las armas de S. M. I., y después de instalar un 
Gobierno regular para el régimen de su Provincia, han 
declarado solemnemente la nulidad de los actos por 
los cuales se pretendió agregar aquel país al Imperio 
del Brasil, y en su consecuencia han expresado «que 
« su voto general, constante y decidido era por la uni- 
« dad con las demás Provincias Argentinas á que siem- 
« pre perteneció por los vínculos más sagrados que 
« que el mundo conoce. » El Congreso [General de las 
Provincias Unidas, á quien fué elevada esta declara- 
ción, no podía negarse sin injusticia a usar de un de- 
recho, que jamás fué disputable, ni dejar sin deshonra 
y sin imprudencia, abandonada a su propio destino una 
población armada, valiente é irritada, y capaz de los úl- 
timos extremos en defensa de sus derechos. Por ello 
es que en sesión de]25 del pasado mes de Octubre ha 
sancionado: «Que de conformidad con el voto unifor- 
« me de las Provincias del Estado, y del qne delibera 
« damente ha reproducido la Provincia Oriental, por el 
« órgano legitimo de sus Representantes, en la ley de 
« 25 de Agosto del presente año, el Congreso á nombre 
« de los Pueblos que representa, la reconoce dé hecho- 
« reincorporada á la República de las Provincias Unidas 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 183 


<( del Río de la Plata á que por derecho ha pertenecido 
« y quiere pertenecer. » 

Por esta solemne declaración, el Gobierno general 
está comprometida á proveer á la defensa y seguridad 
de la Provincia Oriental. El llenará su compromiso por 
cuantos medios estén ú su alcance, y por los mismos 
acelerará la evacuación de los dos únicos puntos mi- 
litares que guarnecen aún las tropas de S. M. I. 

El que suscribe está al mismo tiempo autorizado 
para declarar: Que en esta nueva situación el Gobierno 
de las Provincias Unidas conserva el mismo espíritu 
de moderación y de justicia que sirve de base á su po- 
lítica, y que ha dirigido las tentativas que ha repetido 
hasta aquí en vano para negociar amigablemente la 
restitución de la Provincia Oriental, y del cual dará 
nuevas pruebas cuantas veces su dignidad se lo per- 
mita:— que en todos casos no atacará sino para defen- 
derse y obtener la restitución de los puntos aún ocu- 
pados, reduciendo sus pretensiones á conservar la in- 
integridad del territorio de las Provincias Unidas, y 
garantir solemnemente para lo futuro la inviolabilidad 
de sus límites entre la fuerza ó la seducción. 

En tal estado y después de haber hecho conocer al 
limo, y Exorno, señor Ministro de E tado y Relaciones 
Extranjeras del Imperio del Brasil las intenciones y de- 
seos del Gobierno de las Provincias Unidas del Río de 
la Plata, resta añadir que penierá únicamente de la vo- 
luntad de S. M. 1. el establecer una paz demasiado pre- 
ciosa á los intereses de los Estados vecinos, y aún de 
todo el Continente. 

El que suseribe saluda al limo, y Kxcrao. señor Mi- 
nistro de Estado en el Deparlamento de Relaciones 
Extranjeras de S. M. el Emperador del Brasil, y le pro- 
testa las seguridades de su más distinguida conside- 
ración. 

( Firmado ) — Manuel José García. 
limo, y Excmo. señor Luis José Carvalho é Meló, Mi- 
nistro de E. y R. E. del Imperio del Brasil. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


18 Í 


Esta nota apareció en El Argos de Buenos Aires el 
5 de ese mes, en el Extraordinario número 203. 

El modo' como fué remitida al Gobierno Imperial por 
el Ministerio Argentino, fué así: — El 6 de Noviembre 
llegó á Montevideo, con procedencia de Buenos Aires, 
el Sargento Mayor don Francisco Linch, poniendo en 
manos del Vizconde de la Laguna el Oficio siguiente: 
«Departamento de Relaciones Exteriores. — Buenos Ai- 
res, 4 de Noviembre de 1825. — El infrascrito Ministro 
de Estado en el Departamento de Relaciones Exterio- 
res de la República de las Provincias Unidas del Río 
de la Plata, tiene el honor de dirigirse al limo, y Excmo. 
señor Vizconde de la Laguna, y rogarle se digne remi- 
tir en la primera oportunidad que se le presente, el ad- 
junto pliego para el limo, y Excmo. señor Ministro de 
Estado y de Relaciones Exteriores del Imperio del Bra- 
sil, por ser su contenido de sumo interés, tanto al Go- 
bierno de S, M. I. como al_de la República de las Pro- 
vincias Unidas. 

« El Sargento Mayor don Francisco Linch, tendrá 
el honor de poner en manos del limo, y Excmo. señor 
Vizconde de la Laguna la presente comunicación. — El 
infrascrito, etc. — Manuel José García. » 

Es de presumir que el Vizconde no se figurarla que 
tal fuese el contenido; pero como quiera que fuese, re- 
mitió sin dilación el pliego ú su gobierno. La nota di- 
rigida al Ministro del Imperio, llevaba fecha 3 de No- 
viembre, y no 4, como apareció en El Argos , según 
observación del historiador Deodoro De Pascual. 

Desde últimos de Octubre, se había ordenado por- 
el Ministerio de la Guerra, que pasasen. los prisioneros 
hechos en Ilaedo y Sarandí á la margen opuesta dél 
Uruguay por el Salto, pero no se pudo efectuar por la 
deficencia de la fuerza de Lavalleja para escoltarlos. En 
consecuencia se repitió la órden el 24 de Noviembre al 
•al Jete del Ejército de Observación, para que pasase el 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


185 


Uruguay, reforzado con fuerzas de Córdoba y Mendoza 
que estaban en San Nicolás,' para efectuarlo, cuya ope- 
ración no so había realizado hasla últimos de Diciembre. 

En el transcurso de Diciembre, tuvieron lugar su-- 
eesos de la mayor trascendencia, como consecuencia 
de la declaración del Congreso, trasmitida por el Mi- 
nisterio al Gobierno Imperial, tales como la declaración 
de guerra al de las Provincias Unidas el 10 de Diciem- 
bre, y el bloqueo de sus puertos, — que referiremos en 
olro capítulo. Por el momento nos concretamos á las le- 
yes de más importancia sancionadas en ese período 
por el Congreso, al extracto de su discusión. Figuraron 
-entre ellas la autorización para expedir despachos de 
Brigadieres de la Nación á Lavalleja y Rivera á solici- 
tud del Gobierno encargado del Ejecutivo Nacional, y 
la ampliación de las facultades al General del Ejército 
de Observación sobre el Uruguay, con algunos de los 
•discursos pronunciados, sumamente honrosos parados 
Orientales, y olías referencias de actualidad. 

Buenos Aires, Diciembre 21 de 1825. 

Los méritos de los Brigadieres de la Provincia 
Oriental don Juan Antonio Lavalleja y don Fructuoso 
Rivera, son tan notoriamente relevantes, que ellos en 
sí mismo llevan la justicia con que es indispensable 
manifestarles el reconomiento á que se han hecho dig- 
nos por la bizarría y buen orden con que se han con- 
ducido y conducen. 

El Gobierno encargado del P. E. N., atento á pre- 
miar de algún modo sus importantes servicios, siguien- 
do lo que estaba establecido antes de la disolución del 
Estado; tiene el honor de presentarlos al C. G. C. 
pidiendo la autorización que corresponde para poderlos" 
nombrar y expedir los despachos de Brigadieres de la 
Nación, reservándose para el primero, y para los que 
■desde esta lo acompañaron en la heroica y arrojada em- 


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186 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


presa de libertar el territorio Oriental, como para lo& 
otros que se hayan señalado en el trascurso de la cam- 
paña, consultar las distincion.es que a cada uno corres 
pondan. 

El Gobierno tiene el honor ele saludar á los seño- 
res Representantes Nacionales con su acostumbrado 
respeto. 

( Firmados ) — Juan Gregorio de las Iíeras. 

Múreos Balcarce. 

PROYECTO DE LEY 

« El Congreso General Constituyente de las Provin- 
cias Unidas del Río de la Plata, ha acordado y decreta 
lo siguiente : 

Art. l.° En atención ú los distinguidos servicios que- 
han prestado en favor de la libertad de la Provincia 
Oriental, don Juan Antonio Lavalleja y don Fructuoso 
Rivera, se autoriza al Poder Ejecutivo Nacional para 
que les expida despachos de Brigadieres. 

■2.° Et Ejército que bajo las órdenes del primero ha 
servido para tan gloriosa empresa, se declara compren 
dido en los goces que acuerda la ley de 31 de Diciem- 
bre próximo pasado. » 

MINUTA DE COMUNICACIÓN 

El Congreso General Constituyente, habiendo toma 
do en consideración la nota del P. E. N. de 21 del pa- 
sado Diciembre, en que pide facultad para expedir des 
pachos de Brigadieres ú don Juan Antonio Lavalteja y 
don Fructuoso Rivera, ha sentido una satisfacción vehe- 
mente, cuando por resolución de esta fecha ha autori- 
zado al Gobierno para premiar de algún modo los emi- 
nentes servicios de los referidos Brigadieres y de los 
individuos que hayan muerto ó inutilizádose bajo las 
órdenes clel primero, desde que se dió principio á la 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL ÜRUGUAY 


187 


grande empresa de libertar á la Provincia Oriental; 
pero quiere además recomendar al Gobierno la consul- 
ta que indica sobre las distinciones y premios á que 
se han hecho acreedores los que le acompañaron en 
aquella época memorable, y los demás que se hayan 
distinguido en el curso de la campaña. 

El Presidente del Congreso lo comunica de su or- 
den al Poder Ejecutivo Nacional. 

( Firmados ( — Lucio Mansilla, Juan José Paso. 

Santiago Vázquez. 

En la sesión del 23 de Diciembre de 1825, presentó 
el Gobierno de Buenos Aires el siguiente 

PROYECTO DE LEY 

Siendo de necesidad autorizar al General que está 
encargado del Ejército que cubre la línea del Uruguay, 
sin las restricciones de la ley de once de Mayo último, 
el Congreso General Constituyente ha acordado y de- 
creta : 

Art. l.“ El Gobierno* encargado del Poder Ejecutivo 
Nacional queda autorizado para ampliar las facultades 
del General que manda la línea de observación sobre 
el Uruguay, dándole en las Provincias de Entre Ríos, 
Montevideo, Corrientes y Misiones, la plenitud de fa- 
cultades que designa el art. 6, trat. 7, tít, l.° de la Or- 
denanza General del Ejército, dejando á los Gobiernos 
de dichas Provincias la jurisdicción económica y gu- 
bernativa de ellas. » 

En la discusión de este Proyecto, expuso el Gene- 
ral Mansilla lo siguiente : 

« Después de una serie de sucesos prósperos, debi- 
dos todos al valor denodado de la Provincia Oriental , el 
Congreso 'declaró incorporada de hecho á la República 


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■m 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


aquella Provincia, que por tantos títulos le correspon- 
dió de derecho. En seguida y con la mayor previsión 
determinó la formación de un Ejército sobre la porte 
occidental del Río del Uruguay; y finalmente, reclamó 
imperiosamente el que-esla fuerza pasase el Río Uru- 
guay, no con el objeto de ayudar ú los Orientales en 
su causa, sino con el fin de tomar la iniciativa en una 
guerra tan nacional como la que exije nada menos que 
la integridad de una parle del territorio usurpado.» — 
{ Sesión del 2í de Diciembre de 1825. ) 

El doctor Agüero, dijo: — «Yo no creo que deba ser 
así, sino que ese Jefe ó cualquier otro, que vaya ú po- 
nerse á la cabeza de ese Ejército luego que pase el Uru- 
guay y se establezca [en la Banda Oriental, que tome 
bajo su dirección la guerra, é incorpore entre sus filas 
los bravos orientales que deben pertenecer y pertene- 
cen al Ejército Nacional (y el Ejército puede contar 
como una gloria el que le pertenezcan) ese Jefe repito, 
■cuando más se aleje clel Uruguay tantas más facultades 
necesita de las que por el proyecto se piden. » 

Después de varios alégalos propuso el diputado 
Agüero ( don Julián ) el siguiente exordio que fué apro- 
bado con pequeña variación : ' 

« El Congreso General de las Provincias Unidas del 
Río de la Plata, instruido de los nuevos esfuerzos que 
se prepara á hacer el Emperador del Brasil, para res- 
tablecer su dominación en la Provincia Oriental, recon- 
quistada gloriosamente por el valor de/ionado de sus 
Sujos libres : Considerando que la guerra no se hace ya 
á la Provincia Oriental, sino ú La Nación Argentina; 
que las Provincias todas deben entrar á consumar la 
heroica empresa que principiaron por sí solos los 
Orientales bravos; que la Provincia Oriental no va á 
ser sola el teatro de la guerra, sino que pueden serio 
también las de Entre- Ríos, Corrientes y Misiones; que 
en tan delicadas circunstancias, á más de ser necesa- 


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BE LA REPÚBLICA O. BEL URUGUAY 


189 


rio que las Autoridades Nacionales desplieguen una ac- 
tividad infatigable, es igualmente preciso que los Pue- 
blos se presten á los sacrificios que demanda imperio- 
samente su seguridad y su defensa, é ínterin acuerda 
otras medidas que prepara para forzar al Emperador 
del Brasil, á que haga justicia al Pueblo Argentino, 
acuerda por ahora V decreta lo siguiente, etc. » 

Cuando marchó el Ejército de Observación á situar- 
se en la margen occidental del Uruguay, al mando del 
General don Martin Rodríguez, lo hizo por Entre. Ríos, 
y para acortar camino desmontó sobre diez leguas de 
bosque por Monliel, en cuyo trabajo se empleaba la 
tropa. En el tránsito se desertaron muchos soldados y 
para contener la deserción, se fusilaron no pocos de- 
sertores. La marcha íué en Junio ó Julio. 

El 25 de Octubre de 1825, por ley del Congreso Ge- 
neral Constituyente se incorporó la Provincia Oriental 
á las demás de la Unión, y el 26 se avisó esta resolu- 
ción al General Lavalleja y al del Ejército ele Observa- 
ción. 

En la misma fecha se previno á uno y á otro pop 
el Ministerio ele Guerra, que pasasen los prisione- 
ros hechos en Ilaeelo y Sarandí, etc, por los. Orientales 
á la banda opuesta del Uruguay por el Salto. Ambos 
Generales contestaron que estaban de acuerdo para ve- 
rificarlo, pero no se practicó, porque Lavalleja no tenía 
fuerza disponible para escoltarlos porque eran muchos. 
En vista de la demora, se repitió al General la orden 
en 2í de Noviembre, previniéndosele que para verificarlo 
pasase el General Martin Rodríguez á la Banda Orien- 
tal, incorporando al mismo tiempo 1.200 hombres de 
Córdoba y Mendoza que estaban en San Nicolás. Hasta 
últimos de Diciembre no se había verificado. 

Hablando de la heroica empresa de los Orientales, 
el doctor Agüero la apreciaba en estos términos: 

« Es preciso hacer justicia á los bravos Orientales. 


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190 


COMPRENDIO DE LA HISTORIA 


Sí, señor, en este lugar, en la ley, y nunca más bien 
empleado ese estilo, sino es para hacer justicia á un 
esfuerzo tan glorioso y tan heroico, de que no cuenta 
un ejemplo la historia de nuestra revolución , acaso y sin - 
acaso, ninguno de los Pueblos de América, y quien 
sabe si algún Pueblo del mundo. » 


CAPITULO XVI 


Otros teams.— .Los Suatos Patronos tic Montevideo, áocl«<uIoa especiales por Mon- 
señor Muz/ i ú nombre de Sil 3nutlil*u!.«*£l 
etapa.-- Colocación de la piedra í*ík!*íí? intuí. 


Haciendo un paréntesis á los sucesos bélicos de 
este ayo (1825) que llevamos relacionados, provenien- 
tes de la guerra iniciada por los Treinta y Tres patrió- 
tas Orientales contra la dominación Imperial, no ce- 
rraremos el año sin hacer mención de la declaratoria 
hecha en sus comienzos, por Monseñor Muzzi, Arzo- 
bispo de Filippi á nombre de Su Santidad, con relación 
á los Santos Patronos especiales de la Ciudad y Pro- 
vincia de Montevideo, y su culto. 

Al misma tiempo recordaremos la valiosa obra em- 
prendida por la benemérita Hermandad de Caridad en 
la segunda época de su Hospital, para honra de Mon- 
tevideo. 151 19 de Abi'il de ese año,- se acordaba la colo- 
cación de la Piedra fundamental de ese edificio, para 
el día 24 del mismo mes, en que efectivamente se rea- 
lizó la ceremonia. 

Ambos precedentes, relacionados el uno, con el cul- 
to divino, y el otro con la Caridad, tienen justo título 
á no ser olvidados por la Historia, cuya reminiscencia 
habíamos omitido. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


191 


SE DECLARAN PATRONOS ESPECIALES 
DE ESTA CIUDAD Y PROVINCIA Á SAN FELIPE 
Y SANTIAGO 

« Siendo constante desde la fundación de esta ciu- 
dad de San Felipe y Santiago de Montevideo, Capital 
<de la Provincia Cisplatina, que los antedichos San- 
tos Apóstoles se han tenido y solemnizado como ver- 
daderos Patronos de esta Ciudad y su Jurisdicción; y 
faltando un documento auténtico de que conste lo 
haya sido jurado el Patronato, Nos, á nombre y con 
la autoridad del Sumo Pontífice León XII, que Dios 
guarde, accedemos á las piadosas preces del Excmo. 
Cabildo, y declaramos los antedichos Bienaventurados 
Apóstoles por Patronos especiales de esta Ciudad y 
Provincia, á fin de que sea promovido y dilatado su 
culto sagrado para mayor gloria de Dios, y provecho 
espiritual de tan religiosos ciudadanos, -y de los demás 
vecinos. Por tanto, decretamos que el día Natalicio de 
los Apóstoles San Felipe y Santiago sea observado co- 
mo día de Fiesta de rigoroso precepto en toda la ciudad 
y su distrito. — Segundo : Que el Clero Secular y Regu- 
lar celebre dicha fiesta con rito doble de primera clase 
con octava. — Tercero: Que en la Iglesia Matriz, en el 
día de dichos Santos Apóstoles, lucrarán los fieles In- 
dulgencia Plenaria, á condición que procedan tres días 
consecutivos de Ejercicios Espirituales al menos; que 
los fieles habiendo asistido al menos á tres distribu- 
ciones, confiesen y comulguen en el día de la fiesta, 
rogando á Dios para los piadosos fines de Su Santidad. 
En fin, etcétera. — Dada en la ciudad de Montevideo y 
Enero ^9 de 1825. — Juan, Arzobispo Vicario Apostólico. 
— (Hay un sello). — Juan María Mastai, Canónigo pri- 
mer Secretario. » ( 1 ) 

( i ) Eate fué rnáa taróle el Pontifico fio JX 


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192 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


Lo inserto concuerda con sus originales de que yo- 
el Escribanodoy íé, y de que quedan archivados en la Se- 
cretaria de este Excmo. Cabildo — Luciano de las Cásas r 
Escribano Público del Cabildo. 

Pasando ahora á otro tópico, volvamos la vista ¿ 
una de las obras públicas de aquella época, destinada 
al engrandecimiento de Montevideo, debida á la solici- 
tud de la piadosa institución de Caridad, fundada por 
don Francisco Maciel, llamado el Padre de los Pobres, 
dignísimo del recuerdo justiciero de la Historia y de la 
posteridad. 

Montevideo, aún bajo el dominio extranjero, merced 
al excelente espíritu del pueblo y á la solicitud <le su 
Tribunal Consular, había realizado en el año anterior, 
una mejora importante; con la construcción de su pri- 
mer muelle de madera, que no lo tenía igual la capital 
del antiguo Virreinato. Ese muelle, sólido y cómodo- 
constaba de unas 70 varas de largo por 36 de ancho, 
con tres escaleras, barandillas y asientos. Aquella íué 
« la grande obra del Muelle de la época, en que se 
« agotaron las rentas del Consulado, pero que viú con- 
cluida con aplauso y satisfacción pública. « (1) 

Ahora, en el año 25, llegábale su turno al Hospital 
de Caridad en su segunda etapa, para timbre del Pue- 
blo que fundó Zavala en la márjen izquierda del Ríc> 
de la Plata. 

El primitivo Hospital de Montevideo, que había ser- 
vido, en condiciones muy precarias, por el espacio de 
37 años de asilo á la humanidad doliente, reclamaba, á 
justo título ser reemplazado por otro de mayor capaci- 
dad y más en armonía con el adelanto de los tiempos 
y las necesidades crecientes de la población, que se 
computaba ya en unas 14 mil almas próximamente. 

Con ese laudable fin, se propuso la Hermandad de- 


( l ) Nota del Consulado de 13 de Majo de 182-1 al Baróa de la Laguna., 


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Caridad, abordar una empresa, que podría llamarse gi- 
gantesca en aquel tiempo, dada la deficiencia de los 
recursos con que se contaba para llevarla á efecto, tal 
como la demolición completa del viejo edificio del Hos- 
pital, y la construcción de otro nuevo, en muy supe- 
riores condiciones. 

Como se efectuó aquel levantado pensamiento, va- 
mos á referirlo : 

El 1.® de Noviembre de 1824, se recibió de la Admi- 
nistración del Hospital la nueva Junta de Caridad, (1) 
sustituyendo á la que le había precedido. Dedicando 
todos sus conatos al fomento del Hospital, y confiando 
en el Altísimo, y en la filantropía nunca desmentida de 
Montevideo, se propuso abordar una empresa, de cier- 
to, superior á sus recursos por el momento. Tal era la 
de demoler todo el antiguo edificio, y levantar otro bajo 
un vasto plan, desde sus cimientos. Ardua era la em- 
presa, comparada con Jos arbitrios. No había en Caja 
sino unos 300 pesos, y se adeudaba sobre 4 mil. No 
importa; ánimo y adelante. La fé, la abnegación y la 
fuerzo de voluntad todo puede allanarlo. Sagra, Luna, 
Irigoyen, Acha, Tort, Mesquita y otros Hermanos sos- 
tienen con ardor la idea, y al fin, queda solucionado el 
proyecto. 

El 14 de Diciembre de aquel año se acordaba su 
demolición desde los cimientos, «y construir otro ca- 
« paz de abrazar los muchos objetos de que cuidaba la 
« Hermandad; que en todos sentidos fuese el mejor 
« en su clase en este Continente, que haga honor al 
« pueblo donde se levanta. » (2) Y ú últimos de ese 
año, el pico y la barreta daban'principio á demolerlo, 


. (1) La compusieron don Cárlos Camuso, Santiago Maza, Manuel Durán, Joa- 
quín Sagra, Manuel Lima José Mar!» Boo, Francisco More, Isidro Arenas, Juan Manuel 
fiemes Irigoyen» Domingo Vázquez, Antonio Juanioó, Bernardo Mezquita, Carlos Jua- 
nicó! Manuel Martínez, Mauucl del Castillo, — Vice* Secretarios José de Puga y Juan 
VlUoradoB. 

(2) Memoria Instructiva del Hospital de Caridad — 1826, 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


quedando consumada la demolición a principios de 
Abril de 1825, (2) para dar comienzo á la construcción 
del nuevo edificio, sobre' una área de 1.500 varas cua- 
dadas según el plano levantado por el arquitecto don 
José Torit.no, con las reparticiones necesarias para los 
distintos objetos que abrazaba, desde las enfermerías 
para ambos sexos, hasta la Sata de Expósitos, y desde 
tos cuartos para dementes, hasta las. demás Oficinas. 

Gomo era consiguiente, la Hermandad de Caridad 
invitó al Cabildo pora asistir A la colocación de la Pie- 
dra angular del edificio, y éste respondiendo digna- 
mente al noble propósito, acordó lo que expresa la si- 
guiente Acta: 

ACTA DEL CABILDO 

« En la ciudad de Montevideo á 19 de Abril de 1825 
— El Excmo. Cabildo, Justicia y {Regimiento de ella, 
que suscriben, reunidos en su Sala Capitular de Ayun- 
tamiento, como lo lian de usft y costumbre, para tra- 
tar cu Acuerdo ordinario asunto del bien público, pre- 
sidiendo el señor Alcalde de primero voto don Santiago 
Sainz de la Maza, con asistencia del Regidor Alguacil 
Mayor interino, Sindico Procurador General, Hurlado de 
Mendoza, y presente yo el Escribano de Cabildo., dijo 
S. E — One invitado este Excmo Cabildo por la Her- 
mandad del Sanio Hospital de Caridad para su asisten- 
cia al neto de la Colocación de la Piedra fundamental 
del nuevo edificio que va á construir para mansión de 
los enfermos pobres de solemnidad, y poner en la Caja 
que tía de colocarse en dicha Piedra, la Memoria que 
S. E. quiere trasmitir á la posteridad, fué acordado de 
un voto y conformidad se mande construir una Lámina 
de Plata con la siguiente inscripción : 


( I ) !,a Juuta de Caridad del arto H c*>rapn¡?ie*on casi ta ew totalidad Jos 
xofanv a miembros dd Ft. raería pl a san 4^ e* !o*i a'ínres y ai a. Joxntoó ¿ps 

iva don I.trt? dd }¡\ K m Líuua Cacito Hiel JitJta Vitanda» Atante! 

A lquero» y Santiago CabUUn. * 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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« Año de mil ochocientos veinticinco. — Imperando 
el Augusto Señor don Pedro primero, Emperador Cons- 
titucional del Brasil : — Gobernador de esta Provincia 
Cisplatina, en nombre de S. M. I. el limo, y Excmo. 
Señor Capitán General, Barón de la Laguna, Superior 
Presidente del Excmo. Cabildo de esta Imperial, muy 
noble, muy leal, Reconquistadora y Benemérita de la 
Patria ciudad de Montevideo, Capital de la referida Pro- 
vincia, cuyos miembros son los señores don Santiago 
Sainz de la Maza, Alcalde'de' primer voto, don José de 
Artecona Salazar, Alcalde de 2.° voto, don Juan Mendez 
Caldeyra, Regidor Decano, don Pedro Larrañaga, Re- 
gidor Alcalde Provincial en ejercicio, y electo don Mar- 
tin García de Zúñiga, don Francisco Hurtado de Men- 
doza, Regidor Alguacil Mayor don Juan "Vidal y Benavi- 
des Regidor Defensor ‘de Pobres, don Manuel Ocampo 
Regidor Defensor de Menorés, don Matías Gómez de 
Arboleya Regidor Juez de Fiestas, don Luis de la Rosa 
Britos Regidor Juez de Policía, don José Raymundo 
Guerra Síndico Procurador General. 

«La cual será colocada en dicha Caja el domingo 
24 del corriente en que ha de celebrarse el asiento de 
la referida Piedra, y que ajustando dicha Lámina y gra- 
badura con don Valentín Ayllon, se le mande satisfa- 
cer su importe de los fondos Municipales á la Ilustre 
Junta de Própios. — Con la cual se concluyó esta Acta 
cjue firma S. E. de que yo el Escribano doy fé. 

Luciano de las Casas , 

Escribano Púb ico del Cabildo. 

EL 24 de Abril en que se celebraba la fiesta anual 
del Patrocinio de San José y comunión de los enfer- 
mos del Hospital, asistían las Autoridades y el pueblo 
de Montevideo con júbilo al acto solemne de la colo- 
cación de la piedra fundamental del nuevo edificio, 
puesta en el ángulo Noro este de la cuadra, siendo pa- 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


drinos en la ceremonia el Vizconde de la Laguna y el 
Gobernador Intendente de la ciudad don Juan José Du- 
ráij, distinguido miembro de la Hermandad, inscripto 
en su Cugdro desde eFaño 1822. ( 1 ) 

CAPÍTULO XVII 


Línea sitiadora de Monto video.— Impuestos de extia^oiim ó introducción!— Rentas. 
— Ingreso y egreso de t torería. — Kcceptodas.— Empleados, 


Después del triunfo de Sarandí, había vuelto el co- 
ronel Oribe á ocupar el puesto de línea sitiadora de la 
plaza de Montevideo, que había sido suspendida, reti- 
rándola á Sania Lucía, De manera que el año 26, esta- 
ba al frente de su comando, teniendo á sus órdenes el 
Regimiento de Dragones Libertadores, de que era Ma- 
yor don Manuel Freire y l'as Milicias de Maldonado, 
componiendo todos juntos 300 hombres. 

Su campamento estaba en el Manga, en lo de Pedro* 
José Sienra, y sus guardias avanzadas en Maroñas y en 
el Paso del Molino del Miguelete, Los centinelas del 
primer punto, se situaban en la cuchilla frente á lo de 
Pacheco Medina, (2) y las de la del Miguelete de esta 
parte del arroyo, frente á lo de Felipe Estavillo, distan- 
te de la ciudad como legua y media próximamente. De 
esos puntos venían frecuentemente oficiales de los si- 
tiadores, de la parte del Este, por el camino del Car- 
dal hasta los Ombúes, conocidos por de doña Mercedes 
López, señora patriota, á una legua justa de la plaza, don- 
de eran obsequiados por la dueña de casa, y recibían 
las encomiendas de que era depositaría, remitidas de la 


(1) Recientemente, en 1599, en una escavación hecha en el cimiento del Hospi- 
tal enees paraje, se descubrióla Piedra fundamental puesta entonces. Con e?e motivo 
se procedió por la Comisión Nacional de Caridad y Beneficencia, á ia abertura de la 
Caja, encontrándose en ella la lamina referida en la Acta transcrita, y convertido su 
demás contenido en una maBa iniorme. Se renovó la Caja, volviéndose A colocar en la. 
.piedra angular, levantándose Acta de lo efectuado, 

(2) En la actualidad Villa de la Unión. 


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197 


plaza. La misma operación hacían por el Norte, internán- 
dose por el camino de Maturanas hasta el Arroyo Seco. 

Los centinelas de los imperiales llegaban por ese 
costado hasta los Ombúes conocidos por de Grajales, 
donde hubo vez en que los patriotas sitiadores á tiro de 
lazo, se llevaron enlazados centinelas enemigos. 

La línea de los imperiales por el Este, llegaba a lo de 
Pedro Piñeirúa en las Tres Cruces, donde éstos habían 
formado un reducto, con centinela avanzada á unas 
pocas cuadras de distancia, en dirección del Camino 
del Cardal, que desempeñaba las funciones de portón 
de salida y entrada para el campo, y de registro de lo 
que se conducía. 

Las fuerzas destacadas por esa parte, tenían sus 
cuarteles en la Aldea, en los Saladeros de Saravia y Sil- 
va y en la chacra de Arruga. Las guerrillas del men- 
tado Sutil, tenían el suyo en el saladero de Pereira. 
Un regimiento de caballería lo tenía en el Cuartel de 
Morales, alojándose frente ú éste, sucesivamente los je- 
fes de la linea generales Alencastre y Aviléz. 

En esa situación, se escopeteaban frecuentemente 
sitiadores y sitiados, especialmente en las salidas de 
los segundos, ú forrajear á alguna distancia, haciéndolo 
por lo general en fuerte columna. 

En cuanlo al sitio impuesto á la plaza por los pa- 
triotas en armas, lejos de ser rigoroso, era simple blo- 
queo terrestre, estando sujeto al pago de derechos de 
introducción y extracción; en la forma que va á verse. 

Derechos de extracción é introducción impuestos 
en la línea sitiadora de la plaza de Montevideo : 

EXTRACCIÓN DE LA PLAZA 

Por cada pipa de vino 10 pesos. — Por cada pipa de 
caña 10 pesos. — Frasquera de ginebra, 12 reales. — Por 
barrica de harina, 12 reales. — Por los demás efectos 
extranjeros el 10 por ciento. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


INTRODUCCIÓN Á LA MISMA 

Por carrada de leña de trozo, un peso. — Por ídem 
rajada, medio peso, — Por fanega de carbón, real y me- 
dio. — Por id de trigo, 6 reales. — Por idem de maíz 4 
reales. — Por cuero de yegua, medio real. — Por el de- 
becerro, 2 reales. — Por la arroba de sebo, 2 reales. — 
Por la de cerda, 2 reales. — Por el millar de aspas, 2 
pesos. — Por las vacas, 2 pesos. — Por bueyes, 12 reales. 
— Por novillos, un peso.— Ganado lanar, 2 reales cabe- 
za.— Por arroba de carne salada, tres reales. — Por el 
pasto, real por peso. 

Villa de la Florida. Agosto 11 de 1825. 

Carlos A naya. 

Administración y Tesorería Principal de Rentas Públicas. 

derechos aumentados por la superioridad á las 
RECEPTORÍAS 

La cal, 2 pesos por fanega. — Los cerdos, 4 reales 
uno. — La grasa, 4 reales arroba. —Tocino, 4 reales lon- 
ja. — Jabón, un real por peso. — Papas, 4 reales fane- 
ga. — Zapallos, 4 reales ciento. ^Gallinas, 2 reales do- 
cena, — Quesos, 2 reales docena. — Sal, 3 reales fanega. 
Las guías, 4 reales. 

Adicional — Sobre los derechos de recaudación en 
las Receptorías de la linea de Montevideo, los mismos, 
que quedan copiados. 

Canelones, Noviembre 28 de 1825. 

Carlos Anaya. 

Tesorería Principal. 

RAMO DE RENTA 

Estado de las entradas de esta Tesorería Principal 
de la Provincia por las distintas Cojas y ramos de ellas, 
en los meses ele Julio á Diciembre de 1825: 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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Mes de Julio — Hacienda en común, pesos 19; Ramo 
de Alcabalas, 2(52; Varias Receptorías, 2.303 1/2.— Total: 
Pesos 2.585, 3 1/2 reales. 

Agosto — Depósitos integrables, pesos 1.000; Ramo 
de Alcabalas, 232; Varias Receptorías, 3.17G. — Total : 
Pesos 4.408. 

Setiembre — Ramo de Alcabalas, pesos 777, 3 1/2 rea- 
les: Varias Receptorías, 4.2G1. — Total : Pesos 5.038, 3 1/2 
reales. 

Octubre — Varias Receptorías, pesos 20. 

Noviembre — Depósitos integrables, pesos 15.214; Ra- 
mo de Alcabalas, 78, 3 1/2 reales: Varias Receptorías, 
5.983, 7 3/4 reales. — Total: Pesos 21.503, 5 1/2 reales. 

Diciembre — Depósitos integrables, pesos 9,544, 5 rea- 
les; Varias Receptorías, G.34G, 1 1/2 real. —Total: pesos 
15.810, 7 reales. — Total general de ingresos: pesos 
49.446, 5 1/2 reales. 

San Pedro (Durazno), Diciembre 31 de 1825. 

Carlos Anaya. 


Tesorería Principal de 1a Provincia. 

Estado de las salidas de esta Tesorería Principal de 
la Provincia por las distintas Cajas y Ramos de ella, 
en los meses de Julio á Diciembre de 1825. 

Mes de Julio — Sueldos militares, pesos 102; Hospi- 
tal, 96; Gastos extraordinarios. 1. — Total : pesos 205. 

Agosto — Sueldos militares, pesos 12; Gastos de gue- 
rra, 341, 3 reales; Gobierno Político y sueldos civiles, 
401, 1 real; Hospital, 1; Gastos extraordinarios, 9. — To- 
tal: pesos 771, 1 real. 

Setiembre — Sueldos militares, pesos 616, 7 3/4 rea- 
les; Gastos de Guerra. 315, 7 reales; Gobierno Político y 
sueldo^ civiles, 418, 2 1/2 reales; Hospital, 4'6, 2 1/2 rea- 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


les; Gastos extraordinarios, 369. — Total: pesos 2.136, 
3 3/1 reales. 

Octubre — Sueldos militares, pesos 7.147, 2 reales; 
Gastos de Guerra, 80; Gobierno Político y sueldos civi- 
les, 117; Hospital, 4; Abasto del Ejército, 300. — Total: 
pesos 7.649, 2 1/4 reales. 

Noviembre — Sueldos militares, pesos 4.485, 7 reales; 
Gastos de Guerra, 2.055: Hospital, 392; Abasto del Ejér- 
cito, 1.000; Gastos extraordinarios, 1.113, 5 1/2 reales. — 
Total: pesos 9.018, 2 1/2 reales. 

Diciembre — Sueldos militares, pesos 5.034, 3 1/2 rea- 
les; Gastos de Guerra, 1.145, 4 1/2 reales; Hospital, 7; 
Abasto del Ejército, 471, 3 1/2 reales. — Total : pesos 
6.652, 5 1/2 reales. — Total general: pesos 26.-438, 7 rls. 
Durazno, Diciembre 31 de 1825. 


Empleados en la Receptoría Principal de Canelones 
y Receptorías de la línea : 

Canelones — Receptor principal, Francisco Meló. — 
Auxiliar, Antonio Fernandez. 

Piedras— Receptor, Miguel Espige.— Dependientes, 
Gregorio Lomas, Atanacio Tardaguila, José Tomás Fi- 
guerola, José A. Lo torre. 

Manga — Receptor, Pedro José Sierra. — Dependien- 
tes, Antonio Alvarez, Joaquín del Valle, Diego Pardo. 

CAPÍTULO XVIII 


DecluraeiOu de guerra del Brasil (i las Provincias Unidas.— Bloqueo.— Resoluciones 
del Congreso Argentino,-- Autoriza ni Poder Ejecutivo para resistir la guerra 
declarada por el Brasil. — Proclama de. éste llamando (i las tirinas.— El Kjórcifio 
de Observación sobre la línea tlel Uruguay pasa este lito y entra & operar en te- 
rritorio oriental. 

El 10 de Diciembre ( 1825 ) el Emperador del Brasil 
declaró la guerra ú las Provincias Unidas del Río de la 
Plata y á su Gobierno. El decreto apareció inmediata- 
mente en Janeiro, concebido en estos términos:' 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


201 


« Habiendo el gobierno de las Provincias Unidas 
del Río de la Plata practicado actos de hostilidad contra 
-este Imperio, sin provocación, y sin proceder declara 
•cíón expresa de guerra, prescindiendo de las formas 
recibidas entre las naciones civilizadas, conviene á la 
dignidad de la nación Brasileña y al orden que debe 
ocupar entre las Potencias, que YO, habiendo oído mi 
Consejo de Estado, declare, como declaro, la guerra á 
•dichas Provincias y su Gobierno. Por tanto, ordeno que 
por mar y tierra se les hagan todas las hostilidades posi- 
bles, autorizando el corso y el armamento que quieran 
-emprender mis súbditos contra la nación; declarando 
que todas las tomas y presas, cualquiera que sea su ca- 
lidad, pertenecerán completamente á los aprehensores, 
.sin deducción alguna en beneficio del erario público. 

Así lo tenga entendido el Supremo Consejo Militar, y 
lo haga publicar, remitiendo éste por copia á las esta- 
ciones competentes y fijándolos por edictos. — Palacio 
de Río Janeiro, JO de Diciembre de 1825, -l.° de 1a In- 
dependencia y del Imperio.— Con la firma de S. M. I.— 
Visconde de Santo Amaro. » 

Este decreto filé acompañado por un extenso mani- 
fiesto del mismo Monarca, que terminaba con este pá- 
ralo : 


^ I 


\ 


«...En estas circunstancias, agotado ya el sufrimien- 
« to, perdida ioda esperanza de pacificación, queda por 
« último que recurrir al poder de las armas, y rechazar 
« la fuerza con la fuerza. Por tanto, S. M. I. llamando 
« ú los cielos y al mundo por testigos de la pureza de 
« intenciones, venciendo con el mayor trabajo la repug- 
« nancia que despierta en su corazón el cuadro allictivo 
« de las calamidades que son inseparables del cuadro 
« de semejantes crisis, condescendiendo con el voto 
« universal de sus fieles y pundonorosos súbditos, ce- 
« diendo finalmente á lo que debe á su alta dignidad y 
•« al bien clel imperio, ha declarado guerra ofensiva y 


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/%\® 1 



202 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


« defensiva al Estado de Buenos Aires, confiando eit 
« la Providencia Divina, en la justicia de la causa y eit 
« la nobleza de los ánimos de sus leales súbditos, la 
« prosperidad de las armas del Imperio, y en la impar- 
tí cialidad- de las Naciones, la aprobación de esta De- 
« claración, tan dolorosa á su imperial corazón, cuán. 
« inevitable se ha tornado, r 

« Río de Janeiro 10 de Diciembre de 1825. » 

Consecuente con ella, el Vice-Almirante Rodrigo 
Lobo, que tenía á su mando sobre 30 buques de gue- 
rra, declaró el 21 de Diciembre bloqueado el puerto de 
Buenos Aires y todos los demás puntos dependientes 
de aquel Estado, concediendo 40 dias de plazo á los 
bajeles extranjeros surtos en aquel puerto para zanjar 
sus negocios y retirarse de sus aguas. 

El 23 se recibió en Buenos Aires la noticia de ha- 
llarse en Montevideo la Declaración de guerra del Bra- 
sil contra los Provincias Unidas, y de haber sido refor- 
zada la Escuadra Imperial, que se preparaba á salir á 
bloquear á Buenos Aires. Con ese motivo el General La 
valleja despachó un oficial de conflan'za con pliegos 
para el Gobierno de Buenos Aires, avisándole que tres 
mil y tantos hombres se movían sobre la Banda Orien 
tal, y exijiendo de consecuencia, resoluciones sobre el 
paso del Uruguay del Ejército de Observación, para to- 
mar parte en la lucha. 

Por su parte, el gobierno Argentino, en previsión de 
los acontecimientos que se esperaban antes de cono- 
cerse la declaración de guerra del Brasil, tomaba sus 
medidas para la resistencia. Despachaba en comisión á 
Europa al capitán de navio Roberto Rawson, que se ha-, 

bía puesto al servicio de la República Argentina, á com- 
prar buques de guerra, armarlos y tripularlos, á la vez 

que procuraba contingentes de las Provincias del inte- 
rior para aumentar el Ejército de Observación sobre el 
Uruguay. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 203 


El Congreso Argentino, por resolución ele l.° de 
Enero ( 1826 ) autorizó al Gobierno encargado del Poder 
Ejecutivo, para resistir la guerra declarada por el Em- 
perador del Brasil á las Provincias Unidas, acordando 
el corso marítimo y poniendo sucesivamente á dispo- 
sición del Gobierno de Buenos Aires todas las tropas 
de línea y las Milicias del territorio Argentino. 

En consecuencia, el 3 de Enero, el General Las lle- 
ras, que era el gobernador de Buenos Aires, dirigió 
una Proclama enérgica, llamando á todos A las armas. 

«Ciudadanos! (decía en ella) El emperador del 
Brasil, ha dado al mundo la última prueba de su in- 
justicia, de su política inmoral, y de su inconsistencia 
con la paz y seguridad de sus vecinos.... desde boy 
todos somos soldados sin excepción. Respondamos 
todos al grito de guerra y venganza. La hora ha lle- 
gado. Desde hoy tendremos que responder ante el mun- 
do de los desastres que ella traerá consigo: caerán 
sobra la cabeza de aquellos que las provocaron. Si 
el Emperador en el desvarío de su orgullo ha tomado _ 
la moderación por pusilanimidad, que reciba el pago 
de su error. Que hallen los brasileños en nosotros un 
ejemplar, y que las Repúblicas vean siempre desple- 
gadas las banderas de las Provincias del Río de la Pla- 
ta en la vanguardia de ana guerra de libertad. — A las 
armas, ciudadanos, á las armas ! 

«Buenos Aires, 3 de de Enero de 1826. 

«Juan Grerorio de Las IIeras. » 

Desde la declaración de guerra, había sido nombra- 
do el general Martin Rodríguez, ( que lo era del Ejér- 
cito de Observación ), Comandante general del Ejército 
Nacional. En ese carácter, el 28 de Enero de 1826, pasó 
el Uruguay con 1.S0) hombres de las tres armas, pro- 
tegidos por fuerzas del coronel Laguna en su pasaje. 


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204 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


Vino á situarse en San José del Uruguay, donde dió co- 
mienzo á las providencias tendentes á la organización 
•del Ejército para emprender operaciones. En ese pun- 
to permaneció hasta principios de Julio, en cuya fecha 
se puso en marcha para el interior. El 13 de ese mes 
-campaba en la costa del YL donde estableció su cuartel 
general. Continuó allí en la organización del Ejército, 
de que se había ocupado durante su estadía en San 
José del Uruguay, en cuyo tiempo tuvieron lugar las 
serias y lamentables desavenencias de Rivera con La- 
i vaíleja, que referiremos más adelante. 

La pasada del Ejército Argentino al territorio Orien- 
tal, con el fin «de tomar UVjniciativa en una guerra tan 
« nacional como la que exije nada menos que la inte- 
« gridad de una parte del territorio usurpado, » (i) 
había coincidido 1 con la adopción de la bandera Argen- 
tina enarbolada desde el' ir» de Enero como Pabellón Na- 
cional en la Provincia, sustituyendo á la Tricolor de la 
época de Artigas, establecida por ley de Agosto, y que 
había tremolado triunfante en los campos del Rincón y 
Sarandí. Coincidió también con otros actos ó hechos de 
significación, como la provisión de una imprenta para 
el servicio del Ejército (Enero 20), los despachos de 
Brigadier expedidos á los Generales Lavalleja y Rivera, 
la admisión de los Diputados al Congreso, el aumento 
de la Escuadra y, por fin, la elevación de Rivadavia á 
la Presidencia de la República (Febrero 7) y el anta- 
gonismo enardecido de los partidos federal y unitario 
con el nombramiento del Presidente, que no tardó en 
contagiar á la Banda Orienlol. 

Pero volvamos á la pasada del ejército al mando del 
general Martin Rodríguez y á sus trabajos de organiza- 
ción. 

« El '"pasaje del Ejército al Sallo, causó gran contento. 


( 1 ) Discurso del General Mansilla cu Bcsíúa del Congreso Constituyente. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


205 


« En el Durazno se celebró con una brillante parada de 
« de las tuerzas Orientales, proclamadas por el General 
« Rivera, con la habilidad y el genio especial que lo 
« distinguiera. » (1 ) 

Poco después, empezando el general Martin Rodrí- 
guez á la organización del ejército con los refuerzos- 
que había recibido de la otra Banda, ordenó al general 
Lavalleja el envío de fuerzas de la Provincia para in- 
corporarlas al ejército nacional. Con ese motivo, la& 
tropas orientales comenzaron á ser fraccionadas, des- 
tinándose por pelotones ú distintos cuerpos del Ejér- 
cito. Este procedimiento vino á ser, desgraciadamente,, 
la piedra de toque de las disenciones y rivalidades de 
los generales Rivera y Lavalleja. Rivera era opuesto á 
que se desorganizasen los Cuerpos Orientales qué es- 
taban bajo sus inmediatas órdenes, y los cuales quería’ 
Lavalleja, incorporar á los Argentinos. Rivera, suspi- 
caz ó cabiloso, creía ver en esa medida un fin político 
de mal agüero, una tendencia á dislocar los elementos 
orientales, que respondería quizás, á ulteriores miras 
de absorción ó dominación. De esas desinteligencias 
provino un serio y deplorable desacuerdo y preven- 
ción entre ambos jefes. Juzgaba Rivera, que con esa 
medida «no sólo se aniquilarían las fuerzas de la Pro- 
« vincia, sino que se desgarraría en trizas su autono- 
« mía, verdadero fin perseguido desde los tiempos de- 
u Artigas» (2). 

En ese sensible desconcierto y vistas opuestas, to- 
maron cuerpo las prevenciones de ambos jefes, se- 
agriaron los ánimos, resurgiendo antiguas rivalidades, 
que obligaron á Rivera á separarse de las filas, pa- 
sando á las del Ejército del general Martín Rodríguez 
que se hallaba én San José del Uruguay, y al cual mar- 
chó á presentarse. 


(1) Memoria histórica por don C&rlos Aoaya. 

(2) Exposición del general Rivera, dirigid* en su defensa á don Julián de^ 
Gregorio Espinosa á Buenos Airea, el 19 de Septiembre de 1826. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


5¡Q6 


« De ese incidente alarmante, resultaron defeccio- 
nes de jefes, oficiales y tropa, afectos á Rivera, y las 
hostilidades que resucitaban antiguas animosidades» (1). 

Con efecto, el Regimiento de Dragones de la Unión, 
destacado en el Durazno, fue el primero que se insu- 
rreccionó, inducido por los sargentos, prendiendo ¡i 
su jefe Andrés La torre, á la oficialidad, y tomando ca- 
ballos se pusieron en camino, buscando la incorpora- 
ción del general Rivera. 

Poco después y sucesivamente, algunos otros de 
sus parciales, siguieron el ejemplo de insurrección en 
varios puntos, sin que toda la solicitud del discreto ge 
neral Martin Rodríguez en pró del orden y la concilia- 
ción, bastase á contener los extravíos y dominar la anar- 
quía. La situación se tornaba cada día más crítica, y la 
noticia délos movimientos revolucionarios ó insurrectos 
ocurridos en la Banda Oriental, al llegar á Buenos Ai- 
res, produjo tal alarma, que indujo al Presidente de la 
República á convocar un Consejo de todos sus Minis 
tíos para acordar las medidas convenientes. 

En ese Consejo, se acordó entre otras providencias, 
que el general Airear fuese á ponerse á la cabeza del 
Ejército. La situación entonces, en medio de las tur- 
bulencias ocurridas, era ésta: — El mayor don Bernabé 
Rivera, después de rechazar las medidas conciliatorias 
propuestas por el general Rodríguez, había empezado 
A hostilizar el Ejército, interceptando chasques, y to- 
mando carros, equipajes y tropas de ganados que le 
iban dirigidos. Él misino se había colocado sobre el Río 
Negro con una fuerza de 200 hombres. La división de 
Paysandú, que estaba sobre el Arapey, después de ha- 
ber preso á su Comandante Quintero, y puesto ú su 
cabeza al Comandante Raña, abandonó su posición de 
Vanguardia, vino sobre el campamento de San José, 


(1) Memoria k’stóri:a por don Carl.s A naya. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


207 


• arrebató unos 800 caballos ele los mejores que tenía 
■aquella división, y se reunió con don Bernabé Rivera. 
Los indios charrúas capitaneados por el Sargento Silva, 
habían lomado parte en la sublevación y vinieron tam- 
bién sobre el mismo río. El capitán Caballero por Mer- 
cedes, el teniente San tan a por Carpintería, y otros ofi- 
ciales Orientales por diferentes puntos, habían hecho 
reuniones y procuraban evitar los ánimos contra el 
Ejército. En el mismo Entre-Ríos se sentían convulsio- 
nes, con el objeto de favorecer aquellas turbulencias; 
últimamente, el incendio se hacía general, y la Provin- 
cia Oriental y el Ejército, parecían aproximarse á una 
crisis espantosa. » 

« El Ejército .estaba dividido. La infantería, parte de 
ia artillería, el Regimiento número -í de Caballería, con 
todo el Parque y bagaje estaba en San José, sin medio 
-de movilidad, y la sublevación de la milicia de Paysandú 
-que se conservaba á vanguardia, dejaba aquel cuerpo 

• ti decubierto, y en riesgo de sucumbir al primer ata- 
que. Los sublevados favorecidos por la creciente ex- 
traordinaria del Río Negro, se creían seguros de la divi- 
sión de Caballería que estaba en el Durazno. » (1) 

Volviendo á la personalidad del General Rivera, lo 
habíamos dejado completo mente divorciado del General 
Lavalleja, é incorporado al Ejército del General Martin 
.Rodríguez, sobre cuyo hecho refiere De Pascuale, en sus 
>;< Apuntes para la Historia», lo siguiente: 

« Aunque el gobierno de Buenos Aires en lo que 
•:< menos pensaba era en dar importancia á Fructuoso 
« Rivera, no obstante, trató de ganarlo para que pres- 
« tase con la mayor eficacia todos los auxilios que le 
-a sugiriese s,u experiencia y valor, al general en jefe 
■a bonaerense .para el feliz éxito de sus operaciones en 


( I ) Exposición del General Alvear par a contestar al Mensaje del Gobierno Ar- 
tino en 18*7 — Buenos Aíres* 


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208 


COMPRENDIO DE LA HISTORIA 


« campaña contra los imperiales; y para mejor atraer 
« á sus intentos al jefe oriental, diéronle el grado de- 
« general de división en el Ejército de las Provincias 
« del Rio da la Plata, ó cuyo servicio estuvo unos me- 
« ses hasta que partió para Buenos Aires, en donde le 
« esperaban asechanzas tan inesperadas para él, como 
« premeditadas por sus enemigos ». ( 1 ) 

En ese carácter, durante su permanencia en el Ejér- 
cito del general Martín Rodríguez, fue destinado por 
este jefe á una operación sobre el jefe imperialista 
Bento Manuel Ribeiro en el Cuarein, con el propósito 
de sorprenderlo. Rivera marchó al desempeño de su 
comisión, pere no logró su objeto, regresando á dar- 
cuenta al general en jefe del resultado. Poco después, 
recibió orden de éste, y obtuvo licencia pava pasar á 
Buenos Aires á presentarse al gobierno, como lo efec- 
tuó á fines de Julio, embarcándose en una débil lancha 
en el puerto de las Vacas para Buenos Aires, afrontan- 
do los riesgos de la travesía, vigilada por los cruceros 
imperiales. 

La presencia del General Rivera en aquella Capital 
donde jamás había aportado, y dados sus antecedentes., 
fué motivo de gran novedad, come se verá en el curso 
de este trabajo. 

En ese tiempo, el General Lavalleja, Gobernador de 
la Provincia, su rival, había delegado el Gobierno en el. 
sustituto don Joaquín Suarez. 

Retomando el hilo de lo relativo al Ejército del Ge- 
neral Martin Rodríguez, lo habíamos dejado campado 
en la costa del Yi, ocupado en su organización para la 
futura campaña. A últimos de Agosto, vino el General 
Alvear, nombrado para relevarlo en el comando del Ejér- 
cito, en circunstancias tan críticas, como queda reíeri- 


(1) Apuntes para la Historia dal Río de la Plata por Deodoro de Pascual»*, 
miembro dei Instituto Histórico del Brasil* Tomo l. u pág, 260. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


209 


do, en que la anarquía había tomado creces. « Al llegar 
« al Durazno, vió que el abismo era mayor que lo que 
« en Buenos Aires se creía, refiere en su exposición,— 
« Su primera operación fue llamar al gobernador Sua- 
« rez, de cuyo patriotismo estaba bien cierto, y al gene- 
« ral Lavalleja. listos dos jefes se encargaron de avis 
« tarse con los sublevados para hacerles entrar en la 
« la línea de su deber, más no pudieron conseguirlo. 
« Sus proposiciones fueron no solo desatendidas, sino 
« rechazadas con injurias. » 

Intertanto, queriendo Alvear hacer una manifesta- 
ción de aprecio al general saliente, dispuso « en Orden 
general que todos los jefes y oficiales del Ejército, con- 
curriesen ú acompañar en la retirada al general Mar- 
tin Rodríguez y ú su Ministro el general Enrique Mar- 
tínez. En ese acto, Alvear les dirigió la palabra, di- 
ciéndoles : — «Jóvenes que empezáis vuestra carrera 
militar, imitad el ejemplo de este noble y anciano gene- 
ral, que se separa de las huestes para ir á rendir el 
debido homenaje al Congreso General. Y vosotros, mi- 
litares de los Andes, que venís á abrir una campaña 
con una juventud brillante, haced que vuestros dis- 
cípulos sean dignos de vuestra educación militar en 
valor y moderación y disciplina. » (1 ) 

Acompañáronlo hasta el paso del Río, y regresa- 
ron satisfechos á su campo. 

Como el gobierno Argentino continuaba mandan-' 
do fuerzas para engrosar el Ejército, y por otra parte 
Alvear se proponía reparar la división en que estaba, 
resolvió cambiar de acampamento, marchando al Arro- 
yo Grande, campos de doña Juana Flores y don San- 
tiago Sayago. donde con más amplitud los Cuerpos se 
dedicarían á ejercicios doctrínales, siendo Instructor 
el bizarro coronel Brandzen. 


(1) Diario llevado por el CapIÍAn del N° 7, autes Temen t: de Húsares, don 
José CcaU» 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


Dejémoslo aqui por el momento, antes de decla- 
rarse la insurrección y la anarquía, para abrir la cam- 
pañana sobre el continente, y volvamos á lo acaecido 
en Buenos Aires con la presencia del general Rivera 
en aquella Capital, según las referencias del autor de 
los « Apuntes para la. Historia » , Deodoro de Pascuale, 
yo citado, sin perjuicio de alguna rectificación oportu- 
namente. 

« La llegada del general de división don Fructuoso 
Rivera á la capital del Estado, sede del Gobierno de 
las Provincias Unidas, íué una verdadera ovación. No 
sabemos decir si estas demostraciones eran sinceras 
de parte de todos ; pero á lo menos se puede asegu- 
gurar que sí que lo fueron de la de sus numerosos 
amigos. El ser el principal jefe de los' Orientales, su 
valor, su nomln-adía, las peripecias de su vida, aunque 
no larga,y su carácter franco, le hacían el objeto de la 
atención de todos. Añadíase ó esto el que se le juzga- 
ba como hombre necesario en la grande empresa, que 
formaba el principal objeto de los sacrificios de Buenos 
Aires, qua era apoderarse del puerto de Montevideo. 
Sus admiradores, amigos y partidarios quisieion hacer 
manifiestas éstas sus simpatías, y para ello le dieron 
una gran comida en casa de don Pascual Costa, cono- 
cido por su patriotismo, y enemistad para con los im- 
periales. Entre las personas convidadas á este banque- 
te se halló Juan Manuel Rosas, ya entonces reputado 
como la celebridad de las Pampas. 

« Cuando se llegó á los brindis, muchos fueron los 
que se hicieron en exageradas expansiones patrióti- 
cas. Rosas queriendo en aquella sazón ostentar su en- 
tusiasmo por el héroe oriental, se levantó, tomó una 
copa en la mano y dijo: «Señoras y caballeros, permi- 
tidme un brindis. » 

« Aún no había terminado estas palabras y ya se 
hallaban rebozando los vasos. 


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DE LA REPÚBLICA O DEL URUGUAY 


211 


« Bebo, continuó, á la salud del gaucho Rivera ! » 

« Al oir éste un brindis tan original, como propio 
■del jefe de las milicias de las Pampas, repuso en malos 
versos, y alegremente, algo análogo á la nombradla del 
gaucho ; aunque las señoras con especialidad se ofen- 
dieron del modo brusco de Rosas y se retiraron de la 
mesa. 

« Rivera continuó, como si tal cosa no hubiera acon- 
tecido, hablando, riendo y gastando bromas como es 
costumbre en tales casos. El dueño de la casa, don 
Pascual Costa, previendo lo que podría suceder si de- 
jaba pasar la primera impresión, sin dar un paso que 
pusiera en contacto en los dos recien conocidos, les 
presentó uno á otro con expresiones lisongeras, y así 
que los vió empeñados en la conversación, Los dejó. 
Con efecto, poco tiempo después hablaban ambos muy 
amistosamente y con grande calor á presencia de los 
demás convidados. » 


Reanudemos el hilo de los sucesos. 

« Aún está fresca en la memoria La comida que le 
dieron á Rivera en casa de Pascual Costa sus admira- 
dores, ú su llegada á Buenos Aires, en donde ya diji- 
mos que le esperaban asechanzas, por él no bien co- 
nocidas, y perfectamente calculadas por sus adversa- 
rios. » 

« Con efecto, aconteció que pocos días después de 
jsta demostración, llegó á los oídos de Costa que el go- 
bierno del señor Rivadavia estaba determinado á dar 
la orden de arrestar á Rivera en dónde quiera que se 
le hallase. Así que constó al mentado sujeto lo que se 
fraguaba, avistóse con el jefe oriental, mostróle el ries- 
go que corría su libertad [y cabeza, y le aconsejó que 
se escondiese, acompañándolas palabras con los he- 
chos. 

Costa, que aún está lleno de vida, se puso en mo- 


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212 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


vimiento; habló á sus numerosos amigos,. procuró que 
le ayudasen para que le suministrasen á Rivera los me- 
dios de fugarse, y acordó bienhadadamente de enten- 
derse con Rosas para llevar a cabo su difícil empresa. 

Instruido Rivera de todo lo que ese amigo hacía por 
él, y estando desprovisto de dinero, no titubeó en ir á 
hablar con Rosas para pedirle un empréstito de 3.000 
pesos. Rosas se los dió inmediatamente, llegando &u 
amabilidad, ó cálculo en esta ocasión, hasta el extremo 
de darle una carta de recomendación para el goberna- 
dor de Santa Fé, López; con cuyos auxilios salió Ri- 
vera de Buenos Aires, burlando de este modo los planes 
de sus enemigos y de los de la Banda Oriental. » 


« Además, el no haber podido Rosas dominar á Ri- 
vera y hacer de él un maniquí, cual lo eran los cau- 
dillos que le servían, indignóle sobre manera y le dis- 
gustó para siempre del jefe oriental. 

<( Apenas constó en la capital la fuga de Fructuoso 
Étivera', alarmóse el vecindario, y publicó el señor don 
Bernardino Rivadavia, Presidente de las Provincias Uni- 
das del Río de la Piala, en 14 de Setiembre, una orden 
dirigida al Inspector general del ejército para que en- 
carcelase á don Fructuoso Rivei'a, y le pusiese á la dis- 
posición de la policía, añadiendo en el bando «que el 
« general Rivera estaba llamado dentro del preciso tér 
« mino de 24 horas á presentarse para responder ante 
« los Tribunales á la acusación de infidencia » en que 
había incurrido. 

« El modo como se obró en esta coyuntura, prueba 
que los adversarios del jefe oriental procedieron con co- 
ñato reconcentrado contra él; porque la orden de arres- 
to fué comunicada sin pérdida de tiempo á todos los 
subalternos de la Provincia y á las autoridades de los 
vecinos Estados. 

« Dejemos á los de Buenos Aires en su persecución 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


213 


y véamos el rumbo que tomó Rivera al salir de esa 
ciudad. 

v No iba solo el jefe oriental. Junto á él, en clase de 
compañero ó asistente, iba un muíalo ele nombre Luna. 
Este noble y fiel compañero ha de representar un papel 
digno de ser trasmitido á la posteridad en las páginas 
inmediatas. 

o Así que hubo puesto los piés fuera del recinto de 
Rueños Aires, tomó la dirección de San Nicolás. En un 
punto á propósito obtuvo un bote, y, habiendo cruzado 
él y su fiel asistente el río, en dirección A Entre-Ríos, 
se presentó ai coronel Céspedes, amigo suyo. 

a Durante el tiempo que allí permaneció, formó sus 
planes y era su intención pasar A la Banda Oriental; 
más se halló en conflictos, porque el dinero que Ro- 
sos le había prestado tocaba su término. 

(i En estas circunstancias arriesgadas, ero de abso- 
luta necesidad tomar medidas perentorias; porque sin 
ellas ó caía. en las monos de sus enemigos, ó hacía un 
papel ridículo en donde quiera que se presentase. ¿Qué 
hacer? ¿A quién pedirle, cómo evitar los riesgos que 
le amagaban?... 

« Era de noche, y estando A solas con Luna, se la- 
mentaba de su menguada posición. El noble asistente 
'callaba, y con el dorso de la mano se limpiaba de vez 
en cuando una caliente lágrima que bocio traición A su 
magnánimo corazón y alma fuerte. Eri estos coloquios 
se acostaron, el uno discurriendo medios de escapar 
de sus desastres, y el otro madurando un proyecto que 
su grandeza de alma le había sugerido en un momento 
supremo de amistad y abnegación. 

« Aún no doraba el sol las cumbres de las lejanas 
montañas, y ya Luna andaba por las calles, proponien- 
do A los pudientes un negocio. Por lia, después de mu- 
chas decepciones y no pocas congojas, halló Luna quien 
entrase en negocio con él, y llevándole en su com- 


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214 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


pailía presentó á Rivera el dinero, porque acababa de 
vender su libertad, cual si fuera su esclavo, para que 
pudiese salir de sus apuros. ¡Noble alma! ¡Amigo 
generoso! ¿Y después se dirá que no hay héroes 
entre las gentes de color? Esta raza en las Américas 
oscurece sendas veces á los descendientes de la cau- 
cásea, y puede rivalizar con las almas más bien tem- 
bladas de ambos hemisferios! 

« Las guerras civiles y de la independencia entre 
los hijos de los españoles, presentan rasgos que si fue- 
ran conocidos, serían encomiados en todo el mundo ; 
más desgraciadamente pasan desapercibidos, porque 
generalmente no se ocupan más que de mezquinda- 
des, y no quieren tomarse el trabajo de investigar las 
verdaderas glorias de sus padres. 

« Rivera tomó el precio de la libertad de su amigo 
y compañero, y puso en planta su designio de entrar 
en la Banda Oriental. 

h Excusado es decir lo que sintió al ver tamaña 
amistad y sublime abnegación ; pero no olvidó nunca 
á su más querido amigo, á su sublime libertador. 

« La tradición no nos ha revelado, cómo después 
obtuvo Luna su libertad ; empero lo cierto es que poco 
tiempo después de este hecho memorable, continuó en 
el servicio de Rivera, no ya como asistente del general 
oriental, sino como su compañero de glorias y fatigas,, 
llegando á ser por sus proezas uno de los jefes del ejér- 
cito de la República, y el más fiel y constante secuaz 
de su primer caudillo. Rivera le distinguió entre los 
suyos é hizo por él durante su vida cuanto podía ha- 
cerse por un amigo y hermano querido. 

(f Potería est Deas suscitare de I apidibus istis fllios 
Abra/iae. Y este suceso es una prueba manifiesta de 
que Dios no vinculó el heroísmo, ni la nobleza de alma, 
ni las grandes acciones en un color ó en una clase de 
la humanidad. Delante de él no hay distinciones ni. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


215 


razas ; el hombre de color y el blanco son instrumentos 
de su grandeza y de su sabiduría, sin que se aperciban 
de ello. 

« Mientras estas cosas acontecían, las órdenes de 
Buenos Aires, fulminadas contra Fructuoso Rivera, iban 
llegando ó todas partes, y apenas hubo dejado el jefe 
oriental la Bajada del Paraná, capital de Entreríos, y 
entrado en un villorrio, no muy lejos de aquellos para- 
jes, llegó á toda brida un posta conductor del mandato 
de arresto, que entregó al Alcalde del lugar. 

« Dió la feliz casualidad de que no sabía leer el 
Alcalde, y el Gura que abrió el pliego, quedó enterado 
de que encerraba una orden del Presidente de Buenos 
Aires para tomar á Rivera, donde se hallase. 

«El sacerdote, no bien hubo leído el contenido del 
oficio, mandó avisar al gefe oriental lo que había de 
peligroso en su caso, y urgió por su salida de la po- 
blación. 

« El lance no era para dilaciones, y escasamente 
daba tiempo para montar á caballo y huir. Así lo hizo 
Rivera, recompensando antes al portador de la nueva. 

«No le seguiremos en su precipitada fuga, ni con- 
taremos sus penurias en el desierto, en donde se 
escondía de día y caminaba de noche, ni haremos ver 
la ansiedad en que le tenían los hombres y las fieras 
de las selvas; cada uno que se !o imagine, especial- 
mente si se atiende a lo solitario de los bosques sud- 
americanos, en donde el indio y la bravia fiera son los 
únicos indicios de vida que existen con la vegetación. 

Los planes de Rivera fracasaron : no podía diri- 
girse á la Banda Oriental: el único medio que se ie 
presentó á las mientes, pare no caer en el ardid que 
le tendían sus adversarios, era llegar á Santa Fé. Con 
efecto, después de muchos contratiempos pudo obtener 
una lancha, cruzó de nuevo el río y se presentó al 
gobernador López, el cual le acogió con bondad y su- 


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216 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


ministróle cuanto había menester para su seguridad 
y futuros planes. 

« Dejémosle ahora á López. 


Hasta aquí las referencias del autor de los «Apun- 
tes Históricos » citados. 

Adolecen de algunas inexactitudes históricas, es- 
pecialmente en lo relativo á la partida del general Ri- 
vera de Buenos Aires para Santa Fé, que nos reservamos 
dejar aclaradas ó rectificadas en oportunidad, al tratar 
el punto de los precedentes de su histórica campaña 
á Misiones, en otro capítulo. 

CAPÍTULO XIX 

\ 

I-a segunda I* 'fflsliitnm de ln ProviiiclH.“Infui , iuc (leí Gobierno Delegado .«olive tn\ 
ívliii í u laer ación. — lícgkuncnta la i litro llamón de ganado. — Administración. *~ 
lieeopíentiíj y sueldo*. — Derechos do Introducción y Exportación.— Odrina# 
cxifiteiitcs en la- Provincia.-- Comisión encargada de tomar un conocí miento do 
las propiedades de emigrados portugueses.— Tesorería. 

La segunda legislatura déla Provincia Oriental, abrió 
sus sesiones el 27 de Diciembre de 1825 en la Villa de 
San José, comunicándolo el 29 al Gobierno Delegado 
que hasta aquella fecha estaba en la Florida. Se le or- 
denaba al mismo tiempo que á la brevedad posible' 
trasladase su residencia á San José, á fin de que la 
Sala pudiera ser instruida del estado de la Provincia, 
en la parte relativa al Gobierno Delegado. 

En consecuencia, éste resolvió efectuarla el l.° de 
Enero inmediato, pero no pudo realizarlo hasta el 3, 
participándole en esa fecha su llegada á la Villa. 

El 17 del mismo, se dirigió- ó la Sala de Represen- 
tantes dándole cuenta de la Administración á su cargo, 
por medio de la siguiente comunicación ó Informe : 

San José, Enero 17 de 1826. 

« El Gobierno Delegado tiene el honor de dirigir á 
la U. Sala de RR. la noticia que con fecha 6 del pre- 


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DE LA REPÚBLICA Q. DEL URUGUAY 


217 


.■sente mes se le exije los ramos de la Administración 
■de que ha estado encargado. Guando el Exrao. señor 
-Gobernador y Capitán General se recibió del mando de 
la Provincia el 19 de Setiembre, el enemigo había ya 
abierto sil campaña, y S. E. deseando contraerse al 
único objeto de destruir las fuerzas del mismo, delegó 
•«el mando político en los ciudadanos don Manuel Ca- 
lleros, don Manuel Duran y don José Nuñez. » 

« El articulo l.° de la ley de 31 de Agosto, lo auto- 
rizaba para esta delegación. En 21 del mismo Setiem- 
bre expidió un decreto manifestando el motivo que lo 
ponía en el caso de separarse del mando político y las 
personas que componían el Gobierno Delegado. El se- 
ñor Nuñez no ocupó el puesto que le correspondía en 
el Gobierno por motivos de enfermedad que experimen- 
taba, y el señor Duran se retiró á su casa en el mes de 
Noviembre para proporcionarse lina curación formal 
que exijían sus continuas enfermedades. » 

« Do este modo, el Gobierno Delegado se halla actual- 
mente reasumido en el miembro que suscribe. » 

« La época en que el Gobierno Delegado se recibió 
del mando político, era la más peligrosa. A principios 
de Octubre salió de la Florida para consultar su segu- 
ridad á la inmediación del ejército, y su archivo se 
mandó ú la Villa de San Pedro. En estas circunstan- 
cias llegó el memorable ¡2 de Octubre, que selló la 
libertad é independencia de esta Provincia, y estableció 
el orden interior de ella. Con este motivo el Gobierno 
Delegado regresó al pueblo de su residencia. Allí fué 
instruido de que los departamentos de Santo Domingo 
Sonano, Paysandú y Cerro Largo^ se hallaban libres de 
enemigos. En Noviembre se les trasmitieron las dis- 
posiciones generales del Gobierno Provisorio, las leyes 
■sancionadas por la primera Legislatura y las demás 
providencias que se consideraron necesarias para que 
los habitantes de aquellos departamentos se penetra- 


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218 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


sen de la legalidad con que se había constituido el Go- 
bierno de la Provincia bajo el sistema republicano. 
Todos los pueblos manifestaron de un modo decidido 
su adhesión al sistema actual, ofreciendo sostener la 
independencia de ellos, á costa de sus intereses y 
existencia de sus habitantes. » 

« La Tesorería Principal de la Provincia se hallaba 
en la Florida, cuando los enemigos estaban por salir 
de Montevideo en el mes de Octubre, pero no siendo 
aquel Pueblo de mayor seguridad en aquellas circuns- 
tancias, el Sefior Gobernador y Capitán General ordenó 
se trasladase al Pueblo de San Pedro, y desde entonces 
permaneció allí á inmediación del Ejército, ya porque 
el empleo de Tesorero y el de Comisario de Guerra 
se hallan reunidos en una sola persona, y ya por que 
las multiplicadas atenciones del Señor Gobernador y 
Capitán General, no le han permitido, en sentir dei 
Gobierno, acordar los conveniente á ese respecto. » 

a Los intereses de los emigrados á los puntos ocu- 
pados por el enemigo, y de los que se hallan á su 
servicio, se conservan embargados. Algunas hacien- 
das se han tomado para el consumo del Ejército bajo 
la mas exacta cuenta que se lleva en la Tesorería Prin- 
cipal. n 

«Después de varias consultas elevadas al Gobierno 
delegado sobre la elección de Magistrados pora regir 
en el presente año, expidió en l.° de Diciembre un 
decreto ordenándolo de un modo que concillando los 
principios del sistema Representativo, solo ocupasen 
la Magistratura, ciudadanos que por su adhesión y 
patriotismo fueran dignos de ellos. En algunos depar- 
tamentos ya se han verificado las elecciones y en 
breve, ya no existirán en la Provincia empleados de 
ninguna clase, cuyo nombramiento hubiese emanado 
del poder intruso. » 

« Los diezmos de granos se mandaron subastar. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


21» 


con el objeto de que su producto, sirviese para cons- 
truir y reparar los Templos de los Pueblos de la Pro- 
vincia, pero como aún no se habían rematado cuando 
se sancionó la ley de 30 de Diciembre, al circularse 
esta, se ordenó la suspensión de los remates. » 

« El Gobierno delegado al remitir esta noticia á la 
II. Sala de Representantes, cree de su deber manifes- 
tarle, que hasta el mes de Diciembre no se ocupó mas 
que en hacer cumplir las leyes sancionadas en la pri- 
mera Legislatura, y en conservar el orden en los Pue- 
blos, bajo los principios adoptados por el Gobierno- 
Provisorio, esperando que la Representación de la Pro- 
vincia, al abrir segunda vez sus sesiones, dará las for- 
mas que estimase convenientes». 

« El Gobierno delegado saluda atento y respetuosa- 
mente á la Honorable Sala de Representantes. 

Manuel Calleros . 


Honorable Sala de Representantes. 

La exposición que precede del Gobierno delegado 
de la Provincia á la Legislatura, constituye un antece- 
dente honrorísimo para el venerable patricio que lo 
desempeñaba, tanto mas merecedora de estimación, 
cuanto se producía, en una situación anormal, rindien- 
do respetuoso homenaje á^los patriotas, áHa Repre- 
sentación Provincial, y á los principios mas elevados, 
de respeto á la propiedad. 

La época en que le tocó actuar, fué sobremanera 
azarosa. Para consultar su seguridad y la de la Admi- 
nistración en los pueblos, tenia que salir en ocasiones 
de ellos, ú pernoctar en los pajonales, ó dar el ejemplo 
en el penoso servicio de patrullas en los Pueblos. 
Cuanta abnegación patriótica!. 

Los miembros que componían esta Legislatura tan 


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220 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


abnegada, y honorable como la primera, recomendables 
por sus virtudes, fueron los siguientes patriotas. 

Juan Francisco Larrobla, diputado por Guadalupe — 
Joaquín Suares, por Florida— Juan de" León, por Du- 
razno — Santiago Sierra, por San Isidro Juan Tomas 
Nudez, por las Vacas — Francisco Joaquín Muñoz, por 
San Garlos — -Loreto José ele Gómense ro, por Merce- 
des — Antonio Otero, por llosario del Colla — Alejandro 
Chucarro, por San Juan Bautista Luis Kduanlo Perez, 
por San José — Mateo Lázaro Cortés, por Minas — Ma- 
nuel Saura, por Porongos —Gabriel Antonio Pe '“eirá, 
por Pando — Carlos Anaya, por Maldonado - Manuel 
Calleros, por Rocha. 

San José, Diciembre 28 de 1820. 


SE REGLAMENTA LA INTRODUCCIÓN DE GANADOS 
Á LAS PLAZAS 

La experiencia había demostradlo los perjuicios que 
originaba á los hacendados la introducción de ganados 
á las plazas ó punios ocupados por el enemigo, sin 
permiso del Gobierno, y deseoso de adoptar un medio 
que consultase la seguridad de los hacendados — con 
fecha 22 de Febrero — dispuso lo siguiente: 

Desde el 15 de Marzo próximo en adelante, no po- 
drá introducirse ningún ganado en los puntos que 
ocupe el enemigo, sin permiso expreso del Gobierno- 
Las licencias se concederán presentando los intere- 
sados certificaciones á los Jueces respectivos, con in- 
serción délas marcas que tuviere el ganado, para acre- 
ditar su propiedad. Las licencias que expida el Go- 
bierno se recojerán en las receptorías de la línea. — EL 
que llevase ganado sin ella á Montevideo ú otro des- 
tino que se hallase en iguales circunstancias, sufrirá 
el comiso siempre que se encontrase transitando por 
la línea hácia la plaza. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


221 


Se deduce de estas disposiciones, asi como de la 
imposición de derechos de introducción y extracción 
que se pagaban en las receptorías de la línea del ase- 
dio terrestre de la plaza de Montevideo, que no revestía 
el carácter de rigorismo, de prohibición absoluta de in- 
troducir ganado en pié y otros frutos del país á la plaza, 
desde que £ra permitido hacerlos con licencia del Go- 
bierno y previo pago de los derechos establecidos, só 
pena de comiso .de los artículos que se tomasen sin 
esos requisitos como contrabando. — Los de importa- 
ción estaban en el mismo caso. 


. ADMINISTRACIÓN 

Estado que manifiesta las Aduanas y Receptorías 
de Recaudación de la Provincia, y los Empleados en 
ellas con los sueldos que gozan, y Planilla de derecho, 
de introducción y extracción. 


■Administración Principal 

„ _ PÍ0O3 R. 

1 Administrador y Tesorero pral. .... 1.500.00 

1 Oficial. . . . 480.00 

1 » auxiliar. ........ . . . 360.00 

• Ministerio ' dcMaldbnúdo 

1 Ministro Interino 800.00 

1 Contador Interventor 600.00 

1 Oficial auxiliar 240.00 

1 Escribiente. . . ■ 204.00 

1 Portero 180.00 

i Departamento de Canelones 

Receptor pral 600.00 

Receptor de Piedras 300.00 

Receptor de Toledo. . . 300.00 

1 Oficial auxiliar de la pral 300.00 

1 Cabo de Resguardo. . ... . . . 360.00 


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222 COMPENDIO DE LA HISTORIA 


Pesos R. 

.Receptor pral 360.00 

Receptor del Rosario 360.00 

Departamento de Soriano 

Receptor prai 480.00 

Receptor de Mercedes . . . 300.00 

Receptor de San Salvador. 300.00 

Departamento de Paysandú 

Receptor pral 360.00 

Receptor del Salto 300.00 

Resguardo 

Maldonado tres Dependientes. . . . . . 720.00 

•Colonia uno 246.00 

Soriano dos idem. . * 600.00 

Mercedes uno idem 180.00 

Paysandú uno idem. 240.00 

«Canelones uno idem. . . 240.00 

Piedras tres idem. 720.00 

Toledo tres idem. 720.00 

Suma. ......... $ 12.341.00 


Impuesto de Extracción 

La pipa de vino 6 aguardiente 10.00 

La barrica de harina según la ley de la II. S. 8.00 

Todos los demas electos de géneros de Manu- 
facturas el 10 % sobre la compra de ellos. 

Impuesto de Introduciún 

1 Carrada leña de trozo. 1.00 

1 Carrada de id. rajada, el peso 0.02 

I Fanega Carbón, .......... 1.02 

1 Fanega de trigo .......... 0.06 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


223 


Peaoa R. 


1 Idem de maíz .......... 0.04 

1 Cuero de yegua - 0.1/2 

1 Cuero vacuno, arb. de sebo y arb. de cerda á. 0.02 

1 Vaca 2.00 

1 Millar de aspas 2.00 

1 Buey 1.04 

1 Ganado lanar por cabeza 0.02 

1 Carrada cal . 2.03 

Cerdo por cabeza. . 0.04 

La arb. de grasa y la lonja tocino. . . . 0.04 

El peso de jabón 0.01 

La fanega papas y el ciento de zapallos á. . 0.04 

La docena de gallinas . . j 0.02 

La docena quesos 0.03 


El 4 % de los efectos que entran de las demás 
Provincias, y el mismo tienen los que se extraen fuera 
de ésta para ellas. 

Nota. — Las receptorías se crearon á último de 
Mayo del año 25, y del mismo modo los receptores y 
y departamentos de ellas. El Ministerio de Maldonado 
continuó en 19 de Mayo del presente año, bajo la direc- 
ción de diferentes empleados, que son los que han ex- 
puesto en el presente estado. La actitud de todos los 
empleados particularmente los de esta ¿Administración 
y Tesoreria, es muy suficiente para el desempeño de 
sus cargos, en los que han servido con la mayor pu- 
reza y exactitud. 

Otra. — Desde el l.° de Agosto próximo van á ce - 
sar, por orden del Excmo. Gobierno de la Provincia 
las receptorías de Canelones, Toledo, Piedras, Yilla del, 
Rosario y Mercedes, por carecer del objeto para que 
fueron establecidas, y de consiguiente cesan en sus 
empleos todos los individuos que á ellas pertenecían, 
quedando existentes las de Colonia, Soriano y Pay- 


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224 


COMPRENDIO DE LA HISTORIA 


sandú, como puntos determinados para el comerció de 
las provincias inmediatas. Del misino modo queda: 
existente el Ministerio de Maldonado por las ventajas 
que se reportan en aquel Puerto. 

Otra. — Los impuestos que aparecen en el citado 
Estado, fueion establecidos en Agosto del próximo pa- 
sado ailo; menos el trigo y harinas que íué determi- 
nado por la II. S. de R. R. de la Provincia en. 3 de* 
Febrero del presente año. 

Guadalupe, Julio 28 de 1826. 

Lar robla r 


Padrón -de las oficinas existentes en la Provincia.. 
que comprenden los nombres, clases y sueldos de los 
empleados, tomados por la Tesorería : 

GOBIERNO DELEGADO 

Don Joaquín Suáres, gobernador delegado, sueldo 
anual 2,500 $. — Juan Francisco Giró, ministro de go- 
bierno, 2,500 — Doctor José Revuelta, asesor de go- 
bierno, 1,200 — Luis Bernardo Gavia, escribano de go- 

bierno, 400$. — Francisco Araucho, oficial mayor, 1,500 $. 

— José Encarnación de Zas, oficial i.", 500 $. — Antolín. 
Buso, oficial 2.°, 480$. — Juan León délas Casas, oficial 
auxiliar, 300 $. — Manuel Sampallo, oficial auxiliar, 300 $. 

— Antonio Acuña, ayudante de Gobierno, 201 $. — Ja- 
cinto Trápani, ayudanle de gobierno, 201 — Fernando 

Iglesias, portero, 200 $. 


HACIENDA 

Loreto Gomenzoro, oficial l.°, 1,000 $. — Claudio Ca- 
sal, oficial auxiliar, 300 $. —Santiago Martínez, oficial 
auxiliar, 300 $. — José Calalú y Coclina, director de es^ 
cuelas, 1,200 $. 


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225 


ADMINISTRACIÓN PRINCIPAL 

Luis Larrobla, administrador y tesorero principal, 
1,500 $. — Pedro Nieto, oficial l.«, 480 $. — José G. San- 
guenheti, oficial auxiliar, 360 $. 

MINISTERIO DE MALDONADO 

Manuel Brun, ministro interino, 800 $. - Laureano 
Anaya, contador interventor, 604 $. —Antonio Mendana, 
oficial auxiliar, 240 $. — Pablo Ledres, portero, 104 $. — 
Francisco Montes, dependiente, 300 $. — Matías Brun, 
dependiente, 180 $. — Manuel S. Brun, id, 180 $. 

. RECEPTORÍA DE VACAS 

Román Adía, receptor principal, 400 $. — Juan Fer- 
nández, oficial auxiliar, 309 $. — Clemente Evía, depern 
diente, 240 $. 


RECEPTORÍA. DE SORIANO 

Juan A. Esperati, receptor principal, 480 $. — Cefe- 
rino Nieto, dependiente, 300 — José González, depen- 

diente, 180 $. — Juan Maldonado, dependiente, 180 $. 

RECEPTORÍA DE PAYSANDÚ 

Eugenio Averasturi, receptor principal, 300 Lo- 
renzo Vacanez, receptor del Salto, 300 $. — Francisco 
Lehú, dependiente, 240 $. — Suma 20.812 $. 

Nota. — De los empleados y sueldos de la H. Sala 
de Representantes, no hay constancia en esta Tesore- 
ría. El receptor de Vacas, no tiene sueldo asignado. El 
Alcabalero de campaña don Estevan de Calatayú, se 
cobra el 15 por ciento de lo que recauda. El Alcabalero 
del Departamento de Maldonado, se le abona por el 
Ministerio de aquel Departamento. 

Guadalupe, Agosto 25 de 1826. 


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226 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


PROPIEDADES DE EMIGRADOS PORTUGUESES 

En cumplimiento de disposiciones del Presidente 
de la República, el Gobierno de la Provincia Oriental, 
con fecho 15 de Noviembre expidió el siguiente Decre- 
to de las propiedades de emigrados portugueses : 

Canelones Noviembre 15 de 1826. 

El Gobierno de la Provincia debiendo dar cumpli- 
miento d las disposiciones del Eximo. Señor Presidente 
de la República, acerca de las propiedades de emigra- 
dos portugueses, y deseando, que al efecto se adquieran 
•todos los conocimientos sulicientes, tanto para que 
aquellas no sean de algún modo eludidas, cuanto para 
que se averigüe con inteligencia y exactitud la exis- 
tencia de las diferentes haciendas depositadas, lia acor- 
dado y decreta. 

Artículo l.° Los ciudadanos don José Ignacio Uñar- 
te, don Francisco Antonio ds Bustamante, y don Juan 
Tomas Nudez, quedan nombrados en comisión para 
que asociados del colector general de rentas naciona- 
les, ó del empleado, que en su delecto lo represente, 
procedan á tomar un conocimiento exacto. 

1. " De todas las haciendas existentes en cada una 

de dichas estancias, con distinción de clases y 
especies. 

2. '* Del valor respectivo de estas haciendas según 

los precios corrientes. 

3. ° De las cantidades de ganado que se hubiesen 

extraído, y con que órdenes ; las que hallándose 
en poder de los capataces, serán recogidas para 
presentarse al Gobierno. 

4. ° Délos productos del consumo que existiesen, y 

de los que se hubiesen enagenado ó extraído, 
y con que objetos. 

5. ° De las poblaciones que hubiese, con razón de su 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


227 


estado, y de los aperos, corrales, herramientas 
y demás útiles que en cada estancia se hallaren, 
explicándose sus respectivos valores. 

6. ° Del frente y fondo de cada una de estas estan- 

cias y de sus linderos. 

7. ° De las personas, á cuyo cargo estuviesen las 

haciendas, de las fechas de sus nombramientos, 
de los salarios que gozasen y de sus alcances, 
si los tuviesen. 

2. ° La comisión al tomar estos conocimientos, for- 
mará cargo de las existencias á cada uno de los depo- 
sitarios con noticia de los respectivos jueces, y dictará 
las medidas, que contemple necesarias para mayor se- 
guridad de aquellas. 

3. " La comisión pedirá al Gobierno las cantidades 
de dinero que necesite pava espedirse con actividad y 
acierto, y por secretaría se le franquearán las , noticias 
que exigiere. 

Joaquín Suarez, 

Juan Francisco Giró. 


TESORERÍA — RAMO DE RENTAS 

Estado de las entradas de esta Tesorería Principal 
de la Provincia por las distintas cajas y ramos de ella, 
en los meses de Julio á Diciembre de 1825. 

Mes de Julio— Hacienda en común, alcabalas y re- 
ceptorías, $ 2,585. (Se suprimen las fracciones). 

Agosto — Depósitos integrables, alcabalas y recepto- 
rías $ 4,408. 

Setiembre — Hacienda en común, alcabalas y re- 
ceptorías $ 5038, 

Octubre — Varias receptorías $ 20. 

Noviembre — Depósitos integrables, alcabalas y re- 
ceptorías $ 21,503. 


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228 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


Diciembre — Depósitos integrables y receptorías 
$ 15,810. — Total de ingresos $ 49,446. 

Estado de las salidas en los meses de Julio d 
Diciembre de 1825. 

Mes de Julio— Sueldos militares y Hospital de $205. 

Agosto — Sueldos militares, gastos de guerra, Go- 
bierno Político y sueldos civiles, Hospital y gastos 
extraordinarios $771. 

Setiembre— Sueldos militares, gastos de guerra. 
Gobierno Político y sueldos civiles, Hospital y gastos 
extraordinarios $ 2.136. 

Octubre — Sueldos militares, gastos de guerra, Go- 
bierno Político y sueldos civiles, Hospitales y abasto 
del Ejercito $ 7,649. 

Noviembre — Sueldos militares, gastos de guerra, 
Hospitales, abasto del Ejercito y gastos extraordina- 
rios $ 9018. 

Diciembre — Sueldos militares, gastos de Guerra,. 
Gobierno Político y sueldos civiles y Hospital $ 6,652. 
— Total de egresos $ 26.438. 

Durazno, Diciembre 31 de 1825, 

Nota. — Lo invertido en sueldos militares de esta 
suma, asciende á $ 17,396. 

Los recursos con que en ese tiempo contaba el go- 
bernador Lavalleja, para subvenir á las necesidades de 
sus tropas, eran tan delicien tes, que se resolvió á soli- 
citar del Gobierno Nacional un auxilio de cien mil pe- 
sos, ofreciendo las garantías necesarios, para aplicarlos 
al socorro de sus tropas. Para el efecto, se dirigió por 
nota ele 11 de Diciembre al Ministro de la Guerra, soli- 
citando esa cantidad. En consecuencia, el Gobierno 
encargado del Poder Ejecutivo Nacional, «considerando 
« que después de incorporada la Provincia Oriental á 
«las demás de la Nación, es un deber de ésta hacer 


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DE LA REPÚBLICA O DEL URUGUAY 


229 


•« todos los gastos que demande su defensa y segur!- 
« dad, decretó, con fecha 20, se le suministrasen, en 
«esta forma: 

« Artículo 1°.— Por el Ministerio de Hacienda se en- 
tregarán á don Pedro Trápani los cien mil pesos que 
se piden, para que por su conducto se remitan á dis- 
posición del general Lavalleja á los objetos que recla- 
ma su nota. 

Art. 2\— El general Lavalleja dispondrá se remitan 
tas listas de Revista por los cuerpos correspondientes 
á cada uno de toda la tropa, oficiales, gefes, y empleados 
ó jueces que ha de socorrer cdn dicha cantidad, de- 
biendo venir adjunta á las mismas listas, la distribu- 
ción ó noticia del socorro que á cada uno se hubiese 
dado. 

Art. 5.°— Los gastos que no correspondan á Cuer- 
pos ó empleados del Ejército v y sean puramente gastos 
de guerra, se expresarán en cuenta separada que ven- 
drá documentada para la nota de los cien mil pesos 
•que se remiten ». 


CAPÍTULO XX 

Actitud de Alvear ante la iu surrección — Marcha á Río Negro á sofocarla — Toma 
del mayor Bernabé Rivera Cobijo sc efectué — Sucesos que le siguen — Acti- 
tud del coronel Laguna — El comandante Rana — Las fuerzas insurrectas se 
s une ten — Pacific ación — Coincidencia— Coufubulaoioucs contra el general RU 
vera en Buenos Aires — Tramas de sus enemigos -- Intrigas y calumnias — 
Su evasa n de aquella capital - - Orden de aprehenderlo circulada en ambas 
bandas. 

Recibido el general Alvear del mando del ejército 
nacional, como se ha referido, en circunstancias de ha- 
llarse en pié la insurrección producida por el fracciona- 
miento y división de los cuerpos orientales, llevado á 
■efecto por el general Lavalleja, fué su primer atención 
tratar de dominarla. 

Juzgando Alvear muy urgente unirse alas tropas de 


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230 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


San José, por cuanto esa división estaba en rié^go de 
ser destruida por los enemigos, y por que convenía que 
ambas fuerzas se pusieran en comunicación, se dirijió 
al Río Negro, con toda la fuerza que se hallaba en el 
Durazno, suponiendo que las crecientes de aquel río 
formaban la seguridad de los insurrectos. Las tro- 
pas de Alvear siguieron su camino hasta aquel paraje. 
« El coronel Brandzen con su regimiento, fué destinado 
« sobre el Paso de los Toros del Río Negro, para apo- 
« derarse de un buen bote, y ocupar aquel Punto. Los 
« insurrectos sabedores de la marcha de esta tropa, la 
« habían pasado á la margen derecha del río. El coro- 
« nel Brandzen que tenía órdenes de no hacer fuego 
« sino en el último extremo, pidió el bote, y le con- 
« testaron á tiros. Entonces desmontando una compa- 
« ñía de su regimiento y dispersándola en tiradores, 
« rompió un tiroteo que obligó á los contrarios_á re- 
tí tirarse de la orilla opuesta, lo bastante para que 
« unos cuantos soldados del mismo regimiento que se 
« habían echado á nado, se apoderaron del bote; con- 
« seguido ésto, unos treinta hombres del mismo, con 
« un oficial se lanzan al río, y lo pasaron en sus caballos, 
« recorriendo su márgen derecha. — En este momento, 
« don Bernabé Rivera que mandaba la tropa de aquel 
« punto, informado de lo que pasaba, cometió la impru- 
(( dencia de acercarse á la orilla. El general Alvear 
« llegó á la márgen opuesta en el mismo instante, y des- 
« cubriendo á Rivera, dió orden á un soldado que atra- 
« vesase el río por la izquierda del paso, y avisase al 
« oficial del 12 que cayese sobre aquel jefe y se apode- 
« rase de su persona. La misma orden se dió al ca- 
« pitón Marcó del l.°'y aPmayor Díaz, entonces del Es- 
« tado Mayor, que con este objeto se embarcaron. La 
« operación tuvo el afecto deseado, y la prisión del cau- 
« dillo era ya de un feliz augurio. Poco después fué sor- 
« prendida una partida de amotinados en un rancho, y 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


231 


« en ella cuatro sargentos de Los más revoltosos, los 
« mismos que antes se le habían sublevado al general 
« Lovalleja del Regimiento de Dragones Orienta les para 
entregarlo al general Rivera (1), 

Hasta aquí lo relacionado por el general Alvear en 
la Exposicióu hecha para contestar á las censuras del 
del Mensaje del Gobierno de la época, sobre su con- 
ducta política. Había transcurrido un año, y sus refe- 
rencias bien podían adolecer de algunas inexactitudes. 
Estando á la tradición , y al testimonio de actores 
bien conceptuados, las padeció en lo relativo á la toma 
de don Bernabé Rivera, y cumple á la verdad históri- 
ca, rectificar ó esclarecer lo acaecido. Ni el capitán 
Marcó, ni el mayor Diaz se apoderaron de Rivera (don 
Bernabé), valeroso jefe, que no estaba distante de los 
suyos. Fué el coronel Brandzen quien hidalgamente lo 
redujo por la pcrsuación y bajo palabra de honor á pa- 
sar en su compañía ú la otra orilla del río, á entrevis- 
tarse con Alvear y arreglar el término pacífico de la 
insurrección. Don Bernabé Rivera haciendo honor á la 
lealtad del general Alvear, cuyo nombre se invocaba, 
como lo hacia á la caballerosidad de Brandzen, se 
prestó á elio; y pasó en efecto con Brandzen, embarca- 
cados en el botera la opuesta margen del Río Negro, a 
entrevistarse con Alvear, y terminar las disidencias exis- 
tentes. Esto acontecía en la primera quincena de Se- 
tiembre. 

Alvear lo recibió bruscamente, con sumo desagra- 
do del pundonoroso Brandzen, y en vez de propen- 
der á solucionar buenamente el punto, lo redujo a pri- 
sión, y en esa condición se le retuvo en el cuartel 
general sobre dos meses, hasta Noviembre, en que lo- 
gró evadirse del poder de sus enemigos y emigrar. Ea- 
tonces se circularon órdenes para indagar su paradero 
y aprehenderlo, como la siguiente del Gobernador De- 


( I ) Exposición dei g-erera] Alvear pira contestar al Mensaje del Gcbíerno de 
Borrego.— Se pliomore do !8*7. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


legado, expedida el once de Noviembre en Canelones, 
á las Autoridades Departamentales: 

« Por informes del General Lavalleja, consta la fuga 
_« de don Bernabé Rivera del Cuartel general, para eva- 
n dirse del resultado del juicio á que dió mérito su 
« conducta insidiosa y subversiva á los principios del 
« orden. Por lo tanto, se ordena á todas las Autorida- 
o des civiles en sus- respectivas jurisdicciones practi- 
« quen las indagaciones más activas, que estén á su 
« alcance, para descubrir su paradero y aprehenderlo, 
« y que sea sometido a disposición de los Jueces á 
n quienes toca juzgarlo, que interesa d la vindicta pú- 
« blica y tranquilidad de una Provincia lacerada por 
« tanto tiempo de los efectos funestos de la anarquía y 
« los desordenes». 

Perdónese esta ligera digresión, y sigamos el cur- 
so de los sucesos en Rio Negro, con los insurrectos. 

Las fuerzas insurrectas con el comandante don 
José Maria Raña, el mayor don Manuel Araucho, el 
capitán don Felipe Caballero y otros oficiales estaban 
ese día del otro lado del Río Negro. En esa noche las 
de Alvear se ocuparon en el pasaje del batallón núm. 
3 y las monturas del l.° de caballería, del cual la ma- 
yor parte pasó á nado en sus caballos. Al rayar el día, 
todas las tropas que habían pasado, se pusieron en 
movimiento. 

El coronel don Julián Laguna, se interpuso con 
con espíritu levantado y conciliador entre los adversa- 
rios, logrando evitar la prolongación de la contienda 
armada, con el desestimiento del Comandante Raña y 
demas compañeros que se incorporaron al Ejército, 
poniendo término así á los disturbios y al movimiento 
insurreccional. En consecuencia, el 17 de Setiembre 
desde el Rincón de Arce, comunicaba Alveár al Gobier- 
no Delegado el término de la sublevación y la pacifica- 
ción de la Provincia, á la vez que el coronel Laguna 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


233 


transmitía la feliz nueva al Cabildo de Paysandú, ha- 
biendo recibido plácemes de Alvear en nota deL 12. A 
propuesta de Alvear, fué elevado por sus méritos al 
rango de General por el Gobierno Nacional. 

Coincidió con los sucesos referidos, en la primera 
quincena de Setiembre, la evasión del general Rivera 
de Buenos Aires, víctima de la intriga y la calumnia de 
sus rivales ó enemigos. — Se le imputaban trabajos de 
infidencia, confabulaciones con el enemigo, forjando 
•cartas en ese sentido, que se daban interceptadas, del 
modo más inverosímil, en cuya consecuencia se había 
acordado su prisión, donde apurase el cáliz de la amar- 
gura. ~ 

Sabedores de lo que se tramaba contra su persona, 
sus amigos don Ladislao Martínez y don Braulio Costa, 
se apresuraron á ponerlo en conocimiento de don Agus- 
tín Almeida y don Julián de Gregorio Espinosa, sus ín- 
timos amigos, para que tratasen de ponerlo en salvo. — 
Almeida se apersonó al general sin pérdida de tiempo, 
á imponerle del peligro que corría y á preparar los me- 
dios, de acuerdo con otros amigos, para que se evadiese. 
Rivera resistía, pero, vencido por los concejos de sus 
amigos, se resolvió á salir ocultamente de Buenos Aires 
y dirigirse á Santa Fé, con recomendaciones para el 
Gobernador don Estanislao López. 

Convenidos en ello, Almeida lo condujo en reserva 
á la casa del doctor Tagle, donde le proporcionó caballo 
con montura y persona de toda confianza que lo acom- 
pañase. Para proteger su solida apostó algunos hom- 
bres armados en la*boca-calle, y se puso en camino el 
general, afrontando los riesgos de la evasión, á que 
le obligaba la necesidad de sustraerse á la persecución 
de sus enemigos ( 1). 

Dejándolo por el momento en su aventura, dirijién- 


ÍI) Referencias do don Agustín Almeida, hechas at autor de esto trabajo, el año 
61, do que temamos nota. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


dose de incógnito á San Nicolás para seguir de alli ¡i 
Éntre Ríos y Santa Fé sucesivamente, consultando su 
seguridad, y en cuya peregrinación madurará la idea 
que halda cruzado antes en su mente, de ocupar mili- 
tarmente los pueblos de Misiones pata dar impulso ú 
la guerra contra el Emperador,, como al girar del tiempo 
se hizo carne para su gloria, como se verá más ade- 
lante en el curso de esté trabajo, nial grado del que- 
rer de la rivalidad de sus émulos, animosidades de sus. 
contrarios, y cuya noble y patriótica idea, se desprende- 
del tenor de la siguiente carta que durante su estadía 
en Buenos Aires, dirijió al Gobernador de Misiones ge- 
neral don Félix Aguirre. 

El General Efe era á don Feli.r de Aguirre, Gobernador 
de Misiones. 

« La falta de conocimiento de las cosas me privó 
de poner en conocimiento de V. S. el grande objeto que 
me condujo ante este Gobierno, y sin embargo que V. S. 
habrá sido plenamente instruido por el oficial Rocha 
é Iglesias que pasaron á esa, yo quiero nuevamente ins- 
truirlo de todo; y es que deseando los Gobiernos de 
Santa Fé y Entre-Ríos dar todo el impulso necesario 
á la guerra contra el Emperador, y hacer efectivo el 
artículo 13 del Tratado celebrado con el comisionado 
de Gobierno doctor don Pedro Pablo Vidal á fin de 
formar una fuerza de ambas Provincias y todas las 
demás que quisiesen contribuir á este fin, y ocupar- 
militarmente los pueblos de Misiones que están bajo, 
el dominio del Imperio ; con esta resolución y deseo- 
pase á esta para recabar los artículos de guerra necesa- 
rios á la realización del proyecto. 

Van, mi amigo, por ahora corridos doce días y hasta- 
el presente no he sido despachado a causa que este go- 
bierno no puede deliberar sin que primero se preste á 
una reconciliación conmigo el general Lavalleja, y de 
esto está pendiente el bueno ó mal resultado de mi co- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


235 


misión; aqui consta que el dicho general , trabaja por 
esos destinos con el fin de paralizar esta tan digna re- 
solución, queriéndola llevar por si, y privando que las 
provincias contribuyan con sus fuerzas como están re- 
sueltas, por otro motivo, que los celos que contra mi 
ha desplegado este señor; para esto él ha pensado man- 
dar algunos oficiales y jefes que los ha pedido de an- 
terior á este Gobierno, para que obrando de acuerdo 
bajo las órdenes del general Laguna se haga la guerra 
por Misiones. 

Ahora compare V. S. lo que podrá hacer con pocos 
ó lo que podrá resultar, del esfuerzo de muchos. — En 
cuya virtud yo estoy resuelto á llevar mi brazo y el de 
mis paisBnos á la guerra contra el enemigo común, 
sin absolutamente mezclarme en cosa alguna que tenga 
tendencia al general Lavalteja ; mi conducta á este res- 
pecto será la misma que lié observado hasta el pre- 
sente; yo apesar que debiera y podía, jamás amigo, he 
pensado eñ perturbarles la buena ó mala marcha que 
ha seguido, á pesar de sus persecuciones; así no se 
haga la injusticia de creerme inspirado de resentimien- 
tos particulares ; i4ii objeto es uno solo, y es en él que 
está interesada la generalidad, en cuya virtud yo es- 
pero que V. S. se digne contestarme si está ó no re- 
suelto á cooperar con' sus dignos súbditos al objeto . 
que todos estamos resueltos, para si es así, recabar de 
este Gobierno los auxilios de armas, vestuarios, etc., 
para las tropas de su mando. No hay, mi amigo, que 
acordarnos de las rencillas del general Lavalteja ; va- 
mos á llevar nuestros esfuerzos contra el enemigo, y 
si el resultado correspondiese á nuestros esfuerzos 
( como lo espero ) no dudo entonces que el mismo ge- 
neral Lavalleja arribará á esa reconciliación tan deseada 
por todos los amigos del país. 

Con esta fecha le escribo al capitán Julián Arrua y 
á Berdún para que se mantengan á sus órdenes con- 


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236 


COMPRENDIO DE LA HISTORIA 


•servando el mejor orden posible, mientras tanto yo 
pueda allanar todos los obstáculos que se presentan, 
y partir sin demora sobre esos destinos, donde con 
gusto emplearía mis cortos conocimientos en obsequio 
•del país y particular de los amigos como lo es V. S». 

« Le repito me escriba largamente y me diga con 
franqueza su parecer, teniendo entendido que á otra 
cosa que no sea hacer la guerra al Emperador, en forma 
alguna contribuiría este su amigo 

Fructuoso Rivera » . ( 1 ) 

Volviendo á la evasión del general Rivera de Bue- 
nos Aires, agregaremos que la noticia de ella no tardó 
en llegar á la Banda Oriental, si bien ignorándose el 
rumbo del fugitivo — donde sus desafectos ó enemigos 
inspirándose en el mismo espíritu de los de Buenos 
Aires, llevaron la malquerencia hasta adoptar las medi- 
das y disposiciones contra él, que revelan las órdenes 
.tremendas circuladas por autoridades, como la del te- 
nor siguiente del general en jefe del ejército; 

CIRCULAR DEL GENERAL ALVEAR 

« Habiendo fugado de ls capital de la República el 
brigadier Rivera, en circunstancias de haberse intercep- 
tado comunicaciones por las que resultan la inteligen- 
cia con el enemigo, y promoviendo desde Buenos Ai- 
ree la sublevación que ha consternado la Provincia, 
causando males que es preciso remediar, y que la habría 
hecho presa de las garras brasileras ; .el general en jefe 
del ejército y capitán de la Provincia Oriental, lo pone en 
conocimiento de las autoridades civiles y militares, y de 
los liabiiantes todos, ordenando á los de su dependen- 


(1) Catálogo do lo Correspondencia Militar del año 1825, arreglada por el teniente 
Vidíela encargado dei Arcliivo de la Inspección de Armas, páginas 153 á 155. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


237 


dencia, y rogando á los que no son, lo persigan y apre- 
hendan en cualquier parte donde se presente. 

« Cuartel general en Averías, Septiembre 19 de 1826. 

Carlos de Airear», . 

Supérfluo será decir que nada de esto tuvo efecto», 
porque el excomulgado político, víctima de la malevo- 
lencia, no cayó en manos de sus enemigos. En esa 
misma fecha (19 de Septiembre) muy distante de este- 
territorio, confiaba su defensa á don Julián de Gregorio' 
Espinosa, y se justificaba por la prensa de las imputa- 
ciones falsas y calumnias de sus enemigos. 


CAPÍTULO XX 


Organización del í^ército — Alvoar se diapente ¡i abrir la campaña contra el ene- 
migo fiotlvftmontc — Operaciones militares — Venida del Emperador á Río 
Grande. 

Dominada de todo puntóla insurrección de las fuer- 
zas que respondían á la influencia del general Rivera, 
según todas las apariencias, y cuyos movimientos sub- 
versivos ocuparon toda la atención del general Alvear, 
desde que tomó posesión del mando en jefe de ejército 
nacional sé consagró, este activamente á su organiza- 
ción y disciplina, concentrando sus fuerzas en el Arroyo 
Grande, para iniciar la campaña del Brasil que meditaba. 

Al prepararse para emprender las operaciones mi- 
litares que se proponía, no eran muy satistactorios los 
elementos con que contaba el ejército, « que tenía jefes 
« muy ilustres, pero su masa se componía de una mul- 
« titud de hombres agarrados á la fuerza», estando al 
tenor literal de la exposición hecha por el general Al- 
vear en 1827 para contestar al Mensaje del Gobierno. 

El estado ó clase del armamento, los describía el 
general en la exposición citada, en esta forma : 


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238 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


« Todo ei montaje del tren de artillería es de mode- 
le los antiguos, viejo, y en mal estado, pues, la mayor 
« parte de él era del tomado en Montevideo en la guerra 
« de la Independencia. Las lanzas que se fabricaron en 
« el Parque de esta capital fueron'muy mal construidas 
« y de un hierro acre y vidrioso, que saltaba al menor 
« golpe; las astas de pésima madera y toda ella de unafa- 
« bricación ordinaria. No había tercerolas sino sumamen- 
« te escasas y estas de diferentes calibres, así és que 
« muchos regimientos no tenían una sola, y otros 20, 
« y el (pie más, cien; excepto el i.° de caballería que 
« estaba todo provisto. Las divisiones orientales care- 
« cían generalmente de esta arma y no había como dár- 
« selas. No había pistolas en todo el ejército para la 
« caballería, arma tan necesaria. Solo la artillería, el 
« 16 de caballería, y cien hombres del 4." tenían una por 
-« plaza. La metralla era una de plomo y otra de corta- 
« dilto. Los correajes de la infantería erátn de mal rao- 
«' délo y de peor construcción, y esta arma carecía 
« igualmente de pequeños polvorines para cebar el fu- 
ce sil. Todo el ejército estaba descalzo. Las monturas 
« de la caballería bastaban por si solas, para destruir 
-« las cabelladas. Los frenos y espuelas eran construi- 
« dos de un hierro agrio, que saltaba con la mayor fa- 
ce cilidad i) . 

No obstante esas deficiencias, el ejército republicano 
con jefes experimentados á su frente, emprendió con 
éxito feliz sus operaciones, libertando una gran exten- 
sión de territorio que dominaba el enemigo, desde las 
puntas del Cuareim hasta la embocadura del Uruguay, 
el Norte de Tacuarembó, ambas márgenes del Río Ne- 
gro, y el terreno comprendido entre este y el Olimar. 
En ese período, no tuvieron lugar hechos de armas de 
mayor importancia, desde la acción del Cerro de Mon- 
tevideo, el 9 de Febrero, entre fuerzas de los sitiado- 
res al mando del coronel don Manuel Oribe, y los ¡m- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


239 


penales de la guarnición de aquella Fortaleza, que' 
salieron á forrajear al Pantanoso, en número como de 
300 hombres, siendo cargadas por las de la patria, que 
estaban emboscadas en la chacra de Pelagay, y en cuya 1 
acometida sufrieron los soldados del Imperio una sa- 
bleada, poniéndolos en desbande, obligándolos á reti- 
rarse en derrota á la Fortaleza, con pérdidas de algu- 
nos oficiales y más de 40 hombres de tropa. — Un coronel 
Pila era el jefe que los comandaba. 

Fuera de este suceso de armas, no se había produ- 
cido ningún otro en campaña de mayor importancia, 
pero' en cambio el ejército nacional iba ganando terreno 
como selia dicho, tomando la ofensiva, mientras la inac- 
ción del Imperial, dejaba tomar cuerpo á sus contrarios. 

La situación, pues, de los imperiales, era poco li- 
songera para el Monarca, resultando de ella, que este 
se viniese al teatro de la guerra. Desde los últimos 
meses del año 25, la idea dominante en los consejos del 
Emperador, y á que correspondió su misma actitud, 
-abandonando la Córte y trasladándose al Sud, como va 
á verse, con tropas de refuerzo, era la de tomar enérgi- 
-ca mente la iniciativa, y traer cuanto antes una invasión 
más eficaz sobre la Banda Oriental, con el propósito de 
recuperar su posesión perdida en ella. Pero, esas me- 
didas sufrieron retardo, puesto que recién el l.° de 
Enero de 1827, pudo el marqués de Barbacena, nombra- 
do general en jefe, ponerse al Frente del más importante 
cuerpo de ejército Imperial, acantonado en Santa Ana 
do Livramento, como se verá en el curso de,esta narra- 
ción histórica. 

La conducta pasiva seguida por el Vizconde de la La- 
guna como general en jefe, « que á fuerza de ser pru- 
« dente rayaba en apático— al decir del historiador De 
« Pascuole — dejando en inacción en las ciudades, fuer- 
tes y fronteras un ejército de ID, 000 hombres de las tres 
-armas, contrariaba al Emperador, impaciente de que 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


permaneciesen sin acción 12,000 en las extensas fronte- 
ras de Río Grande, 5,000 en Montevideo, 1,000 en la Co- 
lonia, igual número en la Isla Gorriti, y 500 en la de Lo- 
bos. 

« Por otra parte, el Gobierno del Janeiro se hallaba 
acosado por las reclamaciones de los Norte-Americanos,. 
Franceses é Ingleses, que exijían sumas exhorbitantes 
con los daños y perjuicios por las presas hechas por 
los buques brasileros bloqueadores. » 

« Por fin, don Pedro 1 vio que las cosas iban mal, 
que sus fuerzas por mar y tierra poco hacían ; que el 
bloqueo era burlado, mientras las fuerzas enemigas, 
después de la llegada de Alvear iban tomando la ofensiva 
de un modo más manifiesto. Por estos y otros motivos, 
determinó el Emperador venir á estimular con su pre- 
sencia el espíritu militar de los suyos, y ver por sus- 
propios ojos el estado de las cosas. » 

En consecuencia el 12 de Noviembre ( 1826 ) anunció 
en una Proclama á sus súbditos, su resolución de ir al 
teatro de la guerra ; y el 24 del mismo partió á bordo 
del navio de línea Don Pedro I, del puerto del Janeiro 
para ei Río Grande del Sur, escoltado por una fragata, 
una corbeta, una goleta y algunos trasportes de gue- 
rra . ( 1 ) 

v Acompañaban al Emperador en el convoy, su Minis- 
tro Fernández Pinheiro. partidario decidido de la con- 
servación á todo trance de la Banda Oriental, y el cual, 
desempeñaba la cartera de Negocios del Imperio, el Ma- 
riscal de Campo Gustavo H. Brown ( General inglés que- 
había sido contratado en Europa, atribuyéndosele gran- 
des conocimientos militares), 800 soldados de infantería 
y además el batallón de cazadores núm. 27, compuesto 

de alemanes. (2) 


( i ) Apuntes para li Histeria de la República Orlent-1, por Dcodoro De Pascua’e.. 
Tomo I 

(S ) Vizconde de San Leopoldo —Memoria — Rcviota del Instituto Hiutórico Geográ- 
fico del Brasil 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


241 


Apenas se supo en Buenos Aires la venida del Em- 
rador, empezóla alarma éti las esferas del gobierno, que 
no tardó mucho en hacerse extensiva al ejército nacio- 
nal que se hallaba en el Arroyo Grande, impulsando al 
general Alvear á activar los aprestos para emprender 
sin demora su campaña al Brasil, invadiendo el conti- 
nente. 

En su viaje el Emperador para Río Grande, llegó el 
29 á Sanio Catalina, en cuyas alturas aparecieron suce 
sivamente las corbetas Chaeabneo y Sarandi. de la mari- 
na de guerra argentina al mando del almirante Guillermo 
Brown, que venían en viaje de regreso del Alian tico, 
donde hablan hecho algunas presas, que ú cargo de un 
oficial, había- despachado ya Brown para Buenos Aires, 
Al encontrarse inesperadamente la C/tacabuco con las 
naves imperiales, hizo algunos disparos, saliendo en su 
persecución el navio Don Pedro I y la fragata María 
Isabel , que los contestaron, siguiendo sin diüc altad su 
derrota los buques argentinos. 

Después de este incidente, siguió su viaje el Empe- 
rador, llegando el 2 de Diciembre á Río Grande, cuya pre - 
sencia, como erarle suponerse, causó impresión en sus 
tropas, que lo recibieron contentas. El 6 se encontra- 
ba en Puerto Alegre, imponiéndose de todo, y tomando 
sus disposiciones, como era consiguiente. La aparición 
de don Pedro I en aquel teatro, al frente desús huestes, 
si levantaba el ánimo de los suyos, enardecería el espí- 
ritu bélico en ambas riveras, para la lucha á que los 
contendientes se preparaban. 

En esa situación, la palabra elocuente y entusiasta 
de Rivadavia, Presidente de la República, se hizo oír 
en una valiente proclama dirigida ú los Plateases, in- 
citándolos á tomar las armas para resistir al enemigo, 
al anunciarles que el Emperador del Brasil, se dirigía 
al Plata, estando al frente de sus fuerzas en las fron- 
teras de Río- Grande. En elta-les decía el ilustre hom- 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


bre de Estado: «Que el destino los había colocado en 
« una situación tan terrible como gloriosa alternativa, 
« como la de vencer ó ser vencido; que la salvación 
« de la Patria, y todos los medios de vencer, estaban 
« en su unión y en su energía; que los valientes del 
« Ejército marchaban al encuentro del enemigo, y que 
« los bravos Orientales habían clavado ya su divisa, de 
« Libertad ó Muerte. » 

Cinco días después, el Congreso Constituyente, ha- 
cía oir su voz también al mismo objeto, en estos tér- 
minos : 

« Pueblo Argentino! Ha llegado la hora de corn- 
il probar á la faz del mundo, con cuanta justicia ocu- 
« pais un lugar en la nomenclatura de las naciones. Si 
« hay honor nacional, si hay virtud patriótica, si hay 
« dignidad republicana, es llegado el caso de acreditar- 
« lo. Mostrad al mundo entero, que sois los mismos 
« que en tiempos desgraciados á fuerza de coraje ha- 
« beis fundado este Estado. » 

Volviendo á la estadía del Emperador en la capital 
del Río Grande del Sud, fronteras del teatro de la gue- 
rra sobre la Banda Oriental, no dió todo el resultado 
que se prometía, en su corta duración. Sin embargo, 
tomó las medidas más urgentes, efectuó algunos cam- 
bios en el comando del ejército, clió providencias para 
la marcha á la campaña Cisplatina, dispuso reemplazar 
al Vizconde de la Laguna en el comando en jefe del ejér- 
cito, con el general Felisberto Caldeira Brant Pontes, 
Marqués de Barbacena, natural de Minas Geraes, y des- 
tinar al general Gustavo Brown de Jete del Estado Mayor 
del Ejército, cuyos nombramientos efectuó, cuando lle- 
góle la infausta noticia del fallecimiento de su augusta 
esposa la emperatriz Leopoldina, acaecida el 11 de Di- 
ciembre en la Corte. 

Ese incidente lo colocó en la necesidad de acelerar 
su regreso á Rio Janeiro, sin poder dar todo cumplido, 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


243 


á los negocios de guerra, que formaban su ideal. De 
manera, que al decir de un historiador, poca influencia 
pudo tener en el aspecto de los negocios, y poco corres- 
pondía á los cálculos hechos de antemano. 

El 15 de Enero ( 1827 } llegaba el Emperador de re- 
greso á Río Janeiro. 

No bien había dejado las playas de Río Grande, cuan- 
do el Marqués de Barbacena, tomando posesión del 
mando del ejército el l.° de Enero en Santa Ana do Li- 
vramento, algo pretencioso, circulaba una proclama pro- 
metiendo al pueblo brasilero y al ejército de su mando 
que dentro de pocos días haría tremolar el pabellón su- 
ri -verde en la ciudad de Buenos Aires. 

Dejémoslos allí, organizando la primera división de 
su ejército, separada de la segunda por grande distan- 
cia, á cuyo frente está el mariscal Gustavo Brown, para 
seguir el curso de los acontecimientos que van á con- 
ducir de inmediato al ejército republicano á la ruda, 
pero gloriosa campaña del Brasil. 

El 25 de Diciembre (1826 ) estaban terminados los 
aprestos del ejército republicano en el campamento de 
Arroyo Grande, al mando en jefe del general Alvear, para 
ponerse en marcha al territorio del Brasil, como aca- 
baba de anunciarlo el Gobierno Delegado de la Provin- 
cia, en su entusiasta proclama del 20 de ese mes. 

En ese día emprende resueltamente su marcha al 
Brasil el ejército republicano, al mando en jefe del ge- 
neral don Carlos María de Alvear, dividido en tres cuer- 
pos, y compuesto de 6,200 hombres, por lo menos, de 
las tres armas. 

El primer Cuerpo, que formaba la vanguardia, iba 
al mando del general Lavalleja, compuesto de una divi- 
sión de caballería de línea mandada por el comandante 
Servando Gómez, y de la mayor parte de las milicias, al 
mando respectivamente del general Julián Laguna, y de 
los coroneles Leonardo Olivera é Ignacio Oribe. 


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COMPRENDIO DE LA HISTORIA 


El segundo Cuerpo, al mando del general en jefe 
Alvear, compuesto de los Regimientos de Caballería, 
Número i, 4, 8, 9 y 16, Escuadrón de Coraceros y las 
milicias de la Colonia. Esos Regimientos eran coman- 
dados el 1. a por el coronel Federico Brandzen, el 2.° 
por el coronel Angel Pacheco, el 4.° por el coronel Juan 
Lavalle, el 8.° por el coronel Pablo Zufriateguy, el 9.° 
por el coronel Manuel Oribe, el 16 por el coronel José 
Olavarría, los Coraceros por el coronel Anacleto Medina. 

El tercer Cuerpo, al mando del general Miguel Esta- 
nislao Soler, lo componían los -i batallones de infantería, 
mandados el 1.® por el coronel Manuel Correa, el 2.° 
por el coronel Ventura Alegre, el 3.° por el coronel 
Eugenio Garzón y el 4.° por el coronel Félix Olazábal. 
La Artillería con su dotación correspondiente, al mando 
del coronel Tomás Idiarte. Los Regimientos de Caba- 
llería Número 2 y 3, las milicias de Mercedes, el Parque, 
la Maestranza y el cuerpo de baqueanos. 

Continuando sus marchas el ejercito republicano 
con una rapidez extraordinaria, llega al Tacuarembó, 
donde Lavalleja con parte del primer cuerpo y la ter- 
cera división del segundo, vadea ese río por el paso 
de Lardoso. aproximándose también á la cuchilla de 
Santa Ana por la de Yaguari. Precedidos en su marcha 
los cuerpos l.“ y 2 .° por la división del coronel Paz, 
efectúan á su vez el pasaje del mismo río por el vado 
de Pereira en los días 12 y 13 de Enero. 

Fué esta una operación difícil y penosa. No se en- 
contraba paso ninguno apropiado para efectuar el de 
la artillería, y fué necesario que uno de los batallones 
se ocupase durante medio día. en abrir camino dentro 
del monte y dar inclinación á las barrancas para poder 
cruzar el Tacuarembó, por una picada que se juzgó la 
mejor. No bien se había terminado el penoso pasaje, 
cuando se produjo un incendio á la derecha del Ejér- 
cito. Para dominarlo todo el ejército hizo esfuerzos.su- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


245 


premos, siendo obligado á mudar de posición, en me- 
dio del campo devastado y las llamas que se levanta- 
ban en todas direcciones. 

Desde que rompió sus marchas, hasta efectuar el 
pasaje del Tacuarembó, los rigores déla temperatura de 
fuego, la seca extraordinaria y los incendios produci- 
dos en los campos recorridos, habían sido el cortejo 
obligado del ejército republicano, causándole sufrimien- 
tos indecibles. Las enfermedades habían contribuido 
también á aumentar las penurias de la marcha, á tra- 
vés de un terreno sumamente accidentado, y cubierto 
de bosques espesos y desprovisto por completo de ca- 
minos, originando pérdidas sensibles, como la del capi- 
tán Rafael Olavarría del 4.° Regimiento. ( 1 ) . 

Los jefes superiores no disimulaban ya á esta al- 
tura de la campaña, su más profundo descontento por la 
conducta del general en jefe. Llevaban 20 días de mar- 
cha, y apenas habían recorrido 40 leguas, siempre por 
un desierto, en el cual no se encontraron ni vestigios 
de habitaciones, ni manadas de ganados bravios. (2). 

« Recibo en mi Cuerpo, dice el coronel Brandzen 
en su diario de anotaciones, la visita del general Man- 
silla. Sofocado en todo cuanto vé, no puede resistir á 
abrirme su corazón, deplora la ignorancia del general 
en jefe, sobre todo la que es parte práctica de la ciencia 
militar. No sabe marchar, m acampar, ni preveer nada. 
Los caballos desaparecían á vista de ojo. La tropa está 
mal atendida. El general en jefe no consulta más que 
una voluntad y un capricho suyo. Confunde todas las 
ramas del servicio, paraliza el talento y la experiencia, 
y pone á cada paso en duda la existencia del ejército 
y del país. Estas ideas son comunes al general Soler. En 
mi corazón reconozco demasiado la justicia de ellas». (3) 

(l> Ejercito Republic ano - Boletín r.úm. 2 

(2) uraudsen, diario de la segunde* divMón del 2" Ou?Tpo — Enero 15, 1826. 

( 3 ) Brundzen, •* diario de la segunda División dol sega tdo Cuerpo áal iyér- 
•cito Republicano. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


El 14, el segundo y tercer Cuerpo continuaron la 
marcha, y el 16 habían tomado ya las alturas entre Río 
Negro y Caraguatá. Alvear proclamaba á sus tropas en 
los momentos de aproximarse á pisar territorio enemi- 
go, con estas valientes palabras : 

« Soldados ! Antes que el astro que brilla en vues- 
tras armas concluya hoy su carrera, habréis pisado ya 
el territorio enemigo. Que vuestra antigua disciplina no 
se desmienta con una conducta indigna de vuestra glo- 
ria y del honor de la República. La rapidéz de vuestra 
marcha ha sido paira el enemigo un rayo que hirió por 
donde menos lo esperaba ; vuestro destino es pelear y 
vencer, que el orden y la disciplina os anuncien entro 
los pueblos del Brasil, y el valor y la constancia entre 
las filas del enemigo. » 

Así fué; en ese día las fuerzas de la vanguardia 
del ejército republicano mandadas por Lavalleja, tras- 
ponen la frontera y pisan territorio del Brasil. La di- 
visión de Servando Gómez se adelanta y sorprende a 
alguna distancia las avanzadas del enemigo, que reti- 
rándose llevan la alarma al ejército imperial acantonado 
en Santa Ana al mando del Marqués de Barbacena, que 
no esperaba la invasión de los republicanos por ese 
punto. Gómez — refiere Fregerio en sus estudios histó- 
ricos --prestó en esa ocasión señalados servicios al ejér- 
cito argentino, enviando a las costas del Río Negro más 
de 500 caballos y considerable número de ganado, que 
llegaron en los momentos más angustiosos para las 
del segundo y tercero cuerpo, cuando empezaba á ex- 
perimentarse en ellos los desastrozos efectos del de- 
sierto » . ■ 

Alvear al repasar en la tarde del 20, el Río Negro, 
dejó al otro lado conociendo siempre sus movimientos, 
las divisiones del primer cuerpo expuesto á un con- 
traste, puesto que creía que Barbacena había tomado 
la ofensiva, dirijiéndose sobre el Río Negro con inten- 
ciones de vadearlo. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


247 


El general del ejército Republicano estaba en error 
en este concepto, según observaciones. Barbaeena su- 
ponía que el invasor lo atacase por el trente ó por los 
flancos prevalecido de su superioridad, y aunque des- 
de el 5 el coronel Rentos Gongalves, que se hallaba 
situado entre los ríos Tacuarembó y Negro, había dado 
aviso del rumbo que seguía el enemigo, ( 1 ) fueron las 
avanzadas de Servando Gómez las primeras que llama- 
ron su atención. Habían regresado el 13 á su campa- 
mento de Santa Ana el general Barreto Pereira Pinto y 
el coronel de ingenieros Miranda, quienes por orden 
del Marqués habían ido anteriormente á estudiar el te- 
rreno y reconocer posiciones para el ejército en la direc- 
ción de Vallés (Bagé). Ambos volvieron con la noticia 
de existir fuerzas enemigas, que les impidieron cum- 
plir con su cometido. Esas fuerzas pertenecían al pri- 
mer Cuerpo. (2) 

Ese mismo día el ejército imperial se había puesto 
en movimiento para cambiar de posición de Santa Ana 
en las cabeceras de Cuñapirú. El 14 se incorporó allí 
la brigada de Bentos Manuel Ribeiro, y en el mismo día 
el Marqués para orientarse de los movimientos del 
ejército enemigo, dispuso que Barreto fuese sobre el 
rumbo que llevaba. 

El ejército imperial estaba dividido en dos Cuerpos. 
Uno al mando del Marqués de Barbaeena, y el otro 
al del Mariscal Brown, distante uno de otro sobre 
80 leguas. Desde que Barbaeena supo en Santa Ana 
que Alvear había pasado la frontera, trató de poner- 
se en marcha buscando la incorporación del Cuerpo 
de Ejército de Brown, que se había adelantado hacia 
Yaguarón. para impedir que el enemigo se apoderase 
de Vallés (Bagé), centro de la comunicación con las 

(1) M eludo de Oliveira-rRíviBta. del Instituto Histórico y Geográfico del 
Brasil. . 

(,'2] Sewelop -Reminiscencias de la Campaña.— Revista del Instituto Historio 
Geográfico del BraBil, 


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248 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


ciudades principales de Rio Grande. Porto Alegre y Río 
Pardo, además de depósito de municiones de las tro- 
pas. Idéntico interés tenía el general Alvear en la toma 
de Valles (Rogé), pequeño población de unos 300 ha- 
bitantes, pero de importancia por su posición, de ma- 
nera que era el objetivo de ambos ejércitos. 

Lavalleja, jefe del primer Cuerpo, í Lié el primero 
que el 23 de Enero,- con una corta fuerza, entró a Va- 
lles, sin disparar un tiro, permaneciendo breves horas 
en el punto, cuyos habitantes trataron en ese momen- 
to de abandonarlo, como que. la emigración de los po- 
bladores, era un medio de hostilizar al enemigo inva- 
sor, adoptado por Barbacena. 

Ese mismo día el ejército de Barbacana cruzaba el 
Santa María por el paso de Prestes, á marchas forzadas, 
mientras que Alvear mal informado sin duda, « llamaba 
« en la misma fecha á su alojamiento á los jefes del 2.’* 
« y tercer cuerpo, y en su presencia deploraba la nece- 
« sidad de subordinar las operaciones militares al es- 
« tado de las caballadas; manifiesta la situación del 
« general Lavalleja, que considera comprometida y ex- 
« puesto á ser atacado por el ejército enemigo. Este, 
« según pretende, bajó de SantaAna hasta el Hospital, 
« de donde regresó sobre Valles, ocupado por el gene- 
« ral Lavalleja. con ánimo de atacarlo. En este estado 
« de cosas, el general en jefe se determina á no aban- 
ce nar su actual posición, á reconcentrar sus fuerzas y 
« á esperar al enemigo». (1 ) 

Pero habiendo Alvear adquirido noticias ciertas de 
Lavalleja el 23, pasa al Norte del Río Negro con el 2.° y 
tercer cuerpo del ejército, reuniéndose el 2<J todo el 
ejército, poniéndose en marcha en seguida sobre Va- 
lles, campando el mismo día á sus alrededores y pro- 
cediendo á su reconocimiento. — Entretanto, Barbacena 


(l ) Brsndz?n — diario do la 2.^ división del 2.0 Cuerpo d 1 Ejército - Enero 23. 


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■2m 


tomaba posesión de la Guardia Vieja de Tacuarembó, 
distando ¡pocas leguas ambos ejércitos entre si. En 
«sas circunstancias, habiendo abandonado á. Valles sus 
habitantes, ordenó A.lvear su inmediata ocupación por 
.algunas desús tropas del primer y tercer cuerpo del 
ejército á sus órdenes, cuyo acto realizaron el 29 de 
Enero, señalándose lamentablemente con la violencia y 
el saqueo. 

Al siguiente día de la ocupación (Enero 30) Alvear_ 
participaba á los jefes, que el enemigo estaba en mar- 
cha sobre Valles, que probablemente el i.° de Febrero 
tendría lugar la batalla, cosa que no se realizó En esa 
lecha dejaba á ValléSj para seguir otras operaciones. 

El 2 de Febrero, el cuerpo de ejército imperial co- 
mandado por el Marqués de Barbacena, ocupábala fuerte 
posición de las Palmas, punto designado para la incor- 
poración del mandado por el mariscal Brown. 

El r, á medio día llegaba al mismo campamento de 
tas Palmas el cuerpo del mariscal Brown, fuerte de 
2,000 soldados delinea, de los cuales 800 eran de infan- 
tería, entre ellos un batallón de alemanes y tres compa- 
ñías del 18 de cazadores de Pernambuco y tres regimien- 
tos de caballería (1). El ejército argentino se hallaba 
«ii 3 en las puntas 'del Camacuá, en cuyo día anotaba 
Brandzen en su diario, lo siguiente. « El enemigo ha 
conseguido su objeto, y está en comunicación directa y 
perfectamente libre con las divisiones que espera y es- 
tán marchando de Río Grande y Puerto Alegre. El mo- 
mento decisivo se acevca». 

El f recibía Brandzen la visita del coronel Eugenio 
Garzón, jefe del núm, 3 de infantería. «La discordia 
que empieza á diseminarse en el ejército, dice Brand- 
zen, nos amenaza á todos de una ruina completa. El 
coronel Garzón, acuerda con Lavalle y conmigo reunir 


í I ) Espcsiciá i ilc ilvear. 


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250 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


nuestros esfuerzos para restablecer la buena armonía 
y de abandonar al egoísta que quisiera sacrificar á su 
interés personal la causa de su país. Garzón mani- 
fiesta sentimientos justos y generosos, y sobre todo 
prudentes y patrióticos » . 

El 4 se celebra un consejo de generales. Aprueban 
las operaciones hechas hasta entonces, conviniéndose 
en la adopción de en nuevo plan, consultando el estado 
de las caballadas. Son de opinión que no debe ata- 
carse al enemigo, sino maniobrar por los puntos de- 
Santa María. ( 1 ) 

El 5 todo el ejército se pone en movimiento con di- 
rección á San Gabriel, cubriendo el primer cuerpo la 
retaguardia. El 7 se siente en el flanco derecho al 
enemigo. Era la brigada lijera de Bento Manuel des- 
prendida en observación desde el campamento de las 
Palmas. 

El 5 al medio día se había efectuado en las Palmas 
la junción de los dos cuerpos de ejércitos imperiales, 
procediendo á dárles nueva organización depués de un 
breve descanso á las tropas fatigadas por las marchas. 
Barbacena se decidió á reorganizarlas, con acuerdo de! 
brigadier Crisóstomo Gallado que había llegado de Mon- 
tevideo donde se hallaba vinculado con una de las 
principales familias orientales. Formó dos divisiones 
dando el mando de una at brigadier Barreto y de la 
otra á Callado, destinando al mariscal Brown á la Jefa- 
tura del Estado Mayor, que desde antes estaba dis- 
puesto, así que se incorporase al ejército. 

Efectuada la reunión de los dos cuerpos de ejér 
cito brasilero, Barbacena abrió el 9 su marcha tras el 
Republicano que había tomado la dirección de San 
Gabriel, y al que suponía el Marqués en retirada elu- 
diendo el encuentro con el Imperial. —Alvear estudio- 


¿1) Brandzcn — diario de la 2, n división dol 2 .« Cuerpo, 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


251 


sámente ocultaba sus movimientos del enemigo para 
desorientarlo. 

Alvear en sus marchas desprendió algunas fuerzas- 
de caballería en distintas direcciones, mientras la bri- 
gada de Bento Manuel seguía en observación. 

Una de esas fuerzas fué la del coronel Lavalle con 
su regimiento, quien se encontraba el 13 sobre el Va- 
cacahy con la brigada de "Bento Manuel, batiéndose y 
causándole sobre 30 bajasen sus filas. 

El 14 el ejército abandonaba á San Gabriel, y mar- 
cha de noche á las puntas de Cacequí, en cuyo día ocu- 
pan los imperiales á San Gabriel. 

Entretanto, al triunfo en Vacacahy obtenido por La- 
valle le sigue er del Ombú obtenido el 15 por el gene- 
ral Mansilla, sebre la brigada de Bento Manuel, á la 
cual después de un fuerte choque, le obliga á retroce- 
der más allá de Caciquí, dejando en el campo 40 muer- 
tos. (l) 

La división de Mansilla que se hallaba en este com- 
bate se componía del Regimiento núm. 8, al mando del 
coronel Zufriategui, del núm. 16 comandado por el 
coronel Olavarría, parte del l.° y 2.° mandado por el 
comandante Cortinas y los capitanes San Martín y AI- 
barracín, y los coraceros del comandante Anacleto 
Medina. 

El 16 los tres cuerpos del ejército Republicano se 
reúnen en la costa del Cacequí, mientras el Imperial 
en la misma fecha continuaba sus marchas, procu- 
rando conseguir la incorporación de la brigada de Bento 
Manuel Ribeiro, que como se ha referido, en el con- 
traste del Ombú, había sido arrojada en dispersión del 
campo de la pelea por la división del general Lucio 
Mancilla, el mismo jefe diremos por incidencia — que 
en Noviembre (1826) había sido encargado por Alvear 


(1) Ejercito Republicano — Boletín rnírn. 4. 


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252 COMPENDIO DE LA HISTORIA 


del mando délas fuerzas sitiadoras de la plaza de Mon- 
tevideo, é incorporado después al ejército Republicano 
( Enero 5) y nombrado jefe de Estado Mayor ( Enero 7 ) , 

Más de ines y medio de operaciones militares, que 
con marchas y contramarchas llevaban los ejércitos 
contendientes en el continente, donde se había iniciado 
el teatro de la guerra, por decirlo así, desde el dia en 
que el ejército Republicano al mando de Alvear tras- 
puso las fronteras y penetró al territorio limítrofe, donde 
las armas decidirían la contienda empeñada entre lcr 
Argentina y el Imperio del Brasil. 

Los sucesos ocurridos en ese periodo, glorioso en 
mucha parte para las armas republicanas, iban á com- 
plementarse en la batalla campal á que'se aproximaban 
los beligerantes, y que muy en breve se verá librada en 
los memorables campos de Itiuaingó. 


CAPITULO XXI 

LA BATALLA DE (TUZAINGÓ 


El general Alvear en los movimientos de su ejér- 
cito, aparecía como evadiendo el encuentro con el del 
enemigo, simulando retirada, y en ese concepto el Mar- 
qués de Barbacena procuraba su persecución. Desde 
Caciquí retrocedió Alvear en su marcha por la derecha 
del Santa María, con el objeto de dominar el paso del 
Rosario. Barbacena trató de impedir la operación, ade- 
lantándose del enemigo, pero este ganó en la noche del 
18 de Febrero los caminos por donde aquel debía pasar 
y se dirigieron el primero y tercer cuerpo de los Repu- 
blicanos el 19, al paso del Santa María : cruzando los 
llanos de Ituzaingó. — En ese día Alvear, se valió de un 
ardid para alusinar al enemigo. Hizo vadear el río por 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


253 


alguna caballería y bagajes dando escape á la vez á 
algunos prisioneros con la idea que dieran noticia del 
hecho al enemigo. —En la noche se pusieron en movi- 
miento los dos ejércitos, el imperial hacia el paso del 
Rosario y el Republicano buscando el encuentro del ene- 
migo en Ituzaingú. 

Resuello por el general Alvear ocupar las alturas 
del frente, los cuerpos del ejército Republicano recibie- 
ron Orden de tomar la colocación que á cada uno se le 
había designado. 

« La noche era oscura — refiere un publicista — y et 
« terreno inadecuado para ejecutar movimientos de esta 
« naturaleza, proviniendo de ahí cierta confusión, resul- 
te lando que el primer cuerpo mandado por el general 
« Lavalleja destinado á situarse á la derecha del tercer 
« cuerpo mandado por el general Soler, viniese á quedar 
« donde debían situarse Paz y Brandzen, pues, era el 
« plan empezarla batalla con el segundo cuerpo». 

El 20 de Febrero á las -í de la .mañana el ejército Im- 
perial encontró á la vanguardia mandada por Abreu, 
Barón de Cerro Largo, en el mismo sitio á donde se 
había replegado ai anochecer del 19.— Poco después 
descubro con sorpresa al enemigo, y no dilatan en cam- 
biarse los primeros íuegos de sus armas. Se aprestan 
al combate los ejércitos contcndenles el 20 de Fe- 
brero, librando en los campos de Iiiuaingú , la memora- 
ble batalla conocida por este nombre en los anales mili- 
tares de estos países, quedando triuníantes en ella las 
armas republicanas, y en- posesión del campo de ba- 
talla. 

Por el momento dejaremos su descripción, al tenor 
de los parles oficiales de la referencia, que vamos A 
transcribir, sin perjuicio de otros detalles y pormenores, 
que daremos en otro capítulo. 


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254 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


EJÉRCITO REPUBLICANO 
PARTE DEL GENERAL EN JEFE 

Cuartel General en marcha, Febrero 21 de 1827. 

El General en jefe clel Ejército de la República tiene 
la satisfacción de comunicar á S. E. el señor Ministro 
de la Guerra, que después de dos encuentros parciales 
en que la división de Bento Manuel íué destrozada por 
el general Lavalle el 13 del corriente, y por la del gene- 
ral Mansilla el Id, ayer 20, el Ejército Republicano en- 
contróse con el de los brasileros en los campos de 
Ituzaingó. Las fuerzas del enemigo consistían en 8.500 
hombres entre infantería, caballería y artillería. La 
acción duró seis horas consecutivas con energía y 
destreza por parte del enemigo; pero últimamente forza- 
da á ceder al valor de nuestras tropas, siendo destroza- 
da completamente y dispersada su caballería, abando- 
nando el campo de batalla, dejando en él 1.200 muertos, 
y entre ellos el general Abreu, 10 piezas de artillería, 
todos sus bagajes y numerosos prisioneros. 

Nuestra pérdida no excede de 400' hombres, entre 
muertos y heridos, pero con la sensible del intrépido 
coronel Brandzen, que cayó valientemente á la cabeza 
de su regimiento. 

Es imposible, ahora dar completos detalles de la 
acción del 20, que remitiré pronto á V. E.; mientras tanto 
el coronel Aguirre, portador de esta, dirá verbalmente 
las particularidades. 

Garlos de Alvear. 
Señor Ministro de la Guerra, etc. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


*55 


PARTE OFICIAL DEL JEFE DEL ESTADO MAYOR GE- 
NERAL DEL EJÉRCITO REPUBLICANO 

El 20 del presente, asomaba el sol por el horizonte, 
cuando se encontraron los ejércitos contendentes. El 
Imperial, que ignoraba la marcha del Repubüceno, íué 
sorprendido á su vista, marchando por su flanco iz- 
quierdo. al Paso de Santa María, donde creía encon- 
trarlo acampado. Entonces el general en jefe proclamó 
ú los cuerpos del Ejército con la vehemencia de sus 
sentimientos, animado por la gran solemnidad de aquel 
día, y destinó al general Lavalleja para que con los va- 
lientes del primer Cuerpo, cargase sable en mano sobre 
la izquierda del enemigo, para envolverla y desbara- 
tarla, 

La división Zufriategui, compuesta de los Regimien- 
tos 8." y 16, lanceros, mandados por el bizarro coronel 
Olavarría, y del escuadrón de coraceros con su bravo 
comandante Medina, iba en segunda línea para sostener 
el ataque del primer cuerpo. El tercero á las órdenes 
del general Soler, formó sobre unas alturas que se liga- 
ban á la posición del primero. Las divisiones Brandzen 
y Paz del 20°, quedaron en reserva, más á retaguardia 
entre el 1,® y el 3.°, y la división del bravo coronel Lava- 
lie fué destinada á la izquierda de éste. 

En tal disposición, y á pesar del vivo ataque del 
primer cuerpo, el enemigo se dirigió de un modo for- 
midable sobre el 3.° ; tres batallones, entre ellos el de 
alemanes, sostenidos por 2.000 caballos, y seis piezas, 
eran los que iban sobre él. Un fuerte cañoneo se hizo 
sentir entonces en toda la linea, y el combate se em- 
peñó por ambas partes con tenacidad y viveza, á la 
derecha y á la izquierda. Las cargas de la caballería 
fueron rápidas, bien sostenidas y con alternados su- 
cesos. 

Entre tanto el coronel Lavalle con su división había 


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256 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


arrollado por la izquierda tocia la caballería que se 
bailaba á su frente, sableándola y arrojándola á legua y 
media del campo de batalla. 

Apesar de este suceso brillante, la acción no estaba 
decidida : las fuerzas principales del enemigo cargaron 
sobre nuestra derecha y centro, y en tales circunstan- 
cias, fue necesario dejar solo en reservo el 3.° de caba- 
llería, y echar mano de las divisiones Paz. y Drandzen... 
Esta fuerza en acción, ya el todo de ambos ejércitos 
estaba empeñado en combate; entonces el intrépido 
coronel Brandzen, destinado á romper un cuadro de 
infantería, quedó gloriosamente en el campo de batalla.. 

El batallón 5.° al mando del coronel Olazabal, había 
roto sus fuegos; el 2." del coronel Alegre atacado por 
una fuerza de caballería, que traía á su frente los lan- 
ceros alemanes, los abrasó y obligó á abandonar el 
campo. El coronel Olivera con la división Je Maklo- 
nado y el l.° de caballería acuchillaron esta fuerza en 
su retirada y fue dispersada y puesta fuera de combate. 

En la derecha se disputaban la gloria los comandan- 
ta Gómez y Medina. Cargaron una columna fuerte de 
caballería, la acuchillaron y obligaron ú refugiarse bajo 
los fuegos de un batallón que estaba parapetado en 
unos árboles, El ardor de los jefes llevó hasta allí la 
tropa, que un fuego abrazador hizo retroceder un tanto.. 
La masa de caballería se lanzó entonces sobre ellos en 
el instante : el regimiento 16.° recibió orden de sostener 
á sus compañeros de armas ; los coraceros y dragones 
se corrieron por derecha é izquierda, poniéndose á.sus 
flancos, y los bravos lanceros maniobrando como en un, 
día de parada, sobre un campo cubierto ya de cadáveres, 
cargaron, rompieron al enemigo, lo lancearon y persi- 
guieron basta una batería de tres piezas, que también 
tornaron El regimiento 8.° sostenía esta carga, que fué 
decisiva. El coronel Olavarría sostuvo en ella la repu- 
tación que adquirió en J'unin y Ayacucho.. La caballería 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


257 


enemiga por el centro, había sido obligada á ceder terre- 
no, siguiendo su infantería perseguida por nuestros 
cuatro batallones. Tres posiciones intentó tomar y fué 
arrojado al instante de todas. 

Los generales Soler Lavalleja y Laguna, por el 
acierto de sus disposiciones y por su bravura en esta 
jornada, se han cubierto de una gloria inmortal. El co- 
ronel Paz, á la cabeza de su división, después de ha- 
ber prestado servicios distinguidos desde el princi- 
pio de la batalla, dió la última carga á la caballería 
del enemigo, que se presentaba sobre el campo, y obli- 
gó al ejército imperial á precipitar su retirada. 

El coronel Iriarte con su regimiento de artillería 
ligera, ha merecido los elogios no solo del General en 
jefe, sino de todo el Ejército Republicano. La serenidad 
de los artilleros, y el acierto de sus punterías han sido 
el terror de los enemigos : todos los jefes de este cuerpo 
y los capitanes Chilavért, Arrengrein y Pirán, se han dis- 
tinguido de un modo especial. 

El ejército enemigo abandonó en fin, el campo de ba- 
talla, dejando en él 1200 cadáveres, entre ellos varios Jefes 
y oficiales, ^y el general Abreu, gran número de prisione- 
ros, y armamentos, todo su parque y bagajes, dos ban- 
deras, 10 piezas de artillería y la imprenta, son trofeos 
del ejército. Su pérdida alcansaá cerca de 500 hombres 
entre heridos y muertos, siendo de éstos el comandante 
Besares del 2.° regimiento. 

Todos los jefes, oficiales y tropa se han desempeña- 
do con el valor que siempre ha distinguido á los solda- 
dos argentinos, y en su consecuencia el general en jefe 
les ha dirijidola Proclama siguiente? (1) 

Una gran parte de la caballería siguió en persecu- 
ción del enemigo hasta media noche: el resto del ejército 
campó en unas isletas inmediatas á Caciqui. Las caba - 


(ty. La suprimimos. 


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258 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


liadas del ejército Republicano, estenuadas en las últi- 
mas marchas forzadas por un inmenso arenal, donde 
apenas se encontraba algún pasto, estaban demasiado 
fatigadas, y el enemigo debió á esto el no haber sido 
acabado y poder seguir su retirada. 

El 21 marchó el ejército Republicano en dirección ¡i 
Caciqui. Varias partidas fuertes recorrían el campo, y 
el coronel Paz con una división fué destinado á seguir 
al enemigo. Los soldados alemanes de infantería co- 
menzaron á presentarse al general en jefe, y hasta el 
25 que marehó el ejército para San Gabriel, se conta- 
ban 140 de ellos en las filas republicanas. Varios ve- 
cinos que habían abandonado al enemigo, se presen- 
taron también, y los oficiales Francisco Rocha y su 
hijo, los alferes Machado, Gerónimo y Araujo que ofre- 
cieron sus servicios para contribuir á que se forma- 
se una República de este continente. 

El 26, el enemigo seguía su# retirada,- El ejército 
Republicano entró en San Gabriel y se retiró sobre Ba- 
cacahy, que corre por la falda de la colina en que se 
halla, y tomó del enemigo una gran parte de las mo- 
chilas que habla abandonado, muchos equipajes y un 
repuesto completo de municion.es y petrechos, cuyo 
valor bien calculado ascenderá á 350 mil pesos. 

Los heridos han sido colocados y asistidos con co- 
modidad; se han mandado fuerzas en todas las direc- 
ciones para tomar los dispersos del enemigo, y recojer 
caballadas. 

Lucio Mansilla, 

Jefe interino dci Estado Mayor General 

EJÉRCITO IMPERIAL 

PARTE OFICIAL DEL MARQUÉS DE BARBACENA GENERAL 
EN JEFE DEL EJÉRCITO IMPERIAL 

limo, y Excmo. Señor. — El día 20 del corriente 
encontré al enemigo en las cercanías* del paso del 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY: 


, 259 


Rosario á las seis de la mañana, y desde luego co- 
menzó el fuego. El Mariscal Barón de Cerro-Largo 
hacía la vanguardia con una brigada de 500 hombres 
escogidos por él, y según su expresión, «todos de ha- 
cer pié » . Pero lejos de hacer pié, á la menor resis- 
tencia á cuatro escuadrones enemigos, huyeron sin 
tirar un tiro, ni desenvainar sus espadas, y en tal 
desbande que causó algún desorden en el 5.° Regimien- 
to destinado á sostenerlos, habrían caído sobre el cua- 
dro de los batallones 13 y 18 sino hiciesen fuego 
sobre ellos. Algunos de esos tiros mataron al Mariscal. 
Este desórden envolvió fe división del brigadier Ca- 
llado á ser flanqueada, obligóla al referido Brigadier á 
ocuparse en repeler, como lo hizo, los repetidos ata- 
ques del enemigo por este lado, dejando de cooperar 
con la primera división donde la victoria se. declaró dos 
veces á nuestro favor, más tuvimos la desgracia de ver 
recular el Regimiento número 24. Entretanto que el 
enemigo por su superioridad numérica, no solo man- 
daba refuerzo á todos los puntos atacados, sino que 
destacaba escuadrones que nos flanqueaban por la de- 
recha ó izquierda, incendiando los campos al mismo 
tiempo. Los lanceros del Uruguay ( Guaraníes ) también 
se portaron mal, lanzándose sobre nuestros bagajes 
que los robaron. 

Con tales acontecimientos, con las tropas fatigadas, 
con seis horas de continuo fuego, el enemigo dispú- 
sose á cercarnos, forzoso fué retirarme, aunque hasta 
entonces hubiésemos vencido en todos tos ataques he- 
chos ó-recibidos. Los cinco batallones hicieron prodi- 
gios de valor, á ellos se debe la respetable actitud que 
el ejército pudo conservar en la retirada. Yo solo perdí 
una pieza de artillería por causa de los conductores, y 
242 hombres entre muertos y prisioneros. EL número de 
extraviados es mayor, pero dejé escuadrones de infan- 
tería á la garupa, y así se van reuniendo. Estando con 


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260 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


la caballería mal montada, y con la infantería cansadí 
sima, procuro algún punto menos expuesto, en que 
pueda recibir, los socorros indispensables de calzado, 
vestuario, municiones de guerra y caballos. En cuanto 
á mí, solo puede ser el paso de San Lorenzo, en Yacu- 
yú ; la pluralidad de Oficiales fue de opinión, que San 
Sepé era preferible por causa del sustento de la gente, 
y de la caballada, concluyendo todos, sin embargo, en 
qu.e debíamos ocupar el paso de San Lorenzo, luego 
que el enemigo avanzase. Ahora bien, estando el ene- 
migo distante únicamente, cuatro marchas, y debiendo 
el paso del Río Yacuy ocuparnos uno ó dos días, viene 
á ser manifiesta contradicción demorarse en Sepé. Re- 
cibiendo en tiempo los socorros que preciso, espero 
salir airoso de la lucha. 

No debo omitir cuanto brillaron en la acción los 
regimientos de caballería de Lunarejo,, y 20, asi mismo 
una parte de la brigada del coronel Rento Gonzalvez. 
En la relación adjunta hallará V. E. et. número de muer- 
tos, heridos y prisioneros. En otro oficio daré cuenta 
á V. E. de los oficiales que más se distinguieron, por 
que aunque tuvimos de abandonar el campo de bata- 
lla, los héroes que tanto han ilustrado durante once 
horas de combate, 24 de marcha sin descanso y 48 sin 
comer, son en mi opinión tan dignos do las buenas 
gracias de S. M. I. como si á sus esfuerzos hubiese 
acompañado la victoria. 

Dios guarde á V. 'E. 

Bacacahy, 25 de Febrero de 1827. 

— Marqués de Barbacena. 

lllmo. y Excmo. señor Conde de Lages. 

Relación adjunta. — Muerto* — 170, entre ellos el 
Mariscal de Campo Barón de Cerro Largo, mayor de Ca- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


261 


zo dores, Bento José Galumba ; mayor de caballería, Juan 
Severino de Abreu; cirujano, Antonio Pereira Ferreira 
y diez oficiales. 

Heridos. —92— Entre ellos, los tenientes coroneles, 
Bento J. Lamenha, Manuel Freire de Andrade y Albo- 
rno de Oliveira Bruno, y once oficiales. El general 
Abreu lo íué también, muriendo de las heridas morta- 
les recibidas. 

Contuso. — Mariscal’ Brown. 

Prisioneros. — 71 — Entre ellos dos cirujanos mayo- 
res ( 1 . 

El brigadier Callado y el mariscal Brown, dirigie- 
ron también sus respectivos partes sobre la batalla, 
conteniendo otros detalles de interés, que serán más 
tarde materia de otro capítulo, á la vez que pormenores 
y episodios de subida importancia de otro origen, que 
abrillantaron la gloria de los héroes del Ejército Repu- 
blicano. 

‘Con presencia de la documentacioón de uno y otro 
contendente, con vista de sus descripciones, estará ha- 
bilitado el lector para apreciar imparcialmente el mé- 
rito de las cosas. 

Intertanto, cerraremos este capítulo con el cuadro 
de los cuerpos de ambos ejércitos, en la forma que apa- 
recen en las publicaciones qué hemos consultado : 

EJÉRCITO REPUBLICANO 

Armas — Cuerpos — Comando — Plazas 

CABALLERÍA 

Primer cuerpo -Coronel" Federico Brandzen, pla- 
zas 400 ( 2)*' 


( 1 ) Memorias prosentadas por Ladislao dos Ssutos, espiten de' Ejército Impe- 
rial, sócío corresponsal del Instituto Histórico Geogr&dco del Biasil 

— Dheodoro de Paacuale.— Apuntea para la hiatria de la República Orien- 
tal.— T. I. p*g, 317. 

(*) Muerto en el campo de batalla. 


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262 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


2.° Cuerpo — Coronel José María Paz, plazas 404 (1). 

3. 0 Cuerpo — Coronel Angel Pacheco, plazas. 466. 

4.° Cuerpo — Coronel Juan Lavalle, plazas 500. 

8. ° Cuerpo — Coronel Pablo Zufriateguí, plazas 520< 

9. ° Cuerpo— Coronel Manuel Oribe, plazas 500. 

• 10. Cuerpo — Coronel José Olabarría, plazas 475. 

Lanceros — Comando Anacleto Medina, plazas 495. 

Escuadrón aleman — Comando Barón I-Iein, pla- 
zas 200. 

División vanguardia — General Juan Antonio Lava 
lleja, plazas 3.690. — Total : 8,370. 

ARTILLERÍA 

^Artilleros con 24 piezas — Coronel Tomás Iriarte, 
plazas 600. 

infantería 


Primer batallón — Coronel Manuel Correa, plazas ¿0C 

2. ° Batallón — Coronel Ventura Alegre, plazas 470. 

3. ° Batallón — Coronel Eugenio Garzón, 300. 

5." Batallón ^Coronel Félix Olazabal, plazas 408. —To- 
tal, artillería é iníanterla : 2,178 plazas. 

N. B. — No están mencionados .aqui los jefes’ de divi- 
sión como el general Julián Laguna. 

EJÉRCITO IMPERIAL - 

1. * División — Comandada por el brigadier Sebastian 
Bárrelo Pereira Pinto. —Caballería 1,496. — Infantería 
1,139. —Total ; 2,635. 

2. a División — Brigadier Juan Crisos tomo Callado — 
Caballería, 645. — Infantería, .897 — Total : 1,542. 

2. 1 Brigada Lijera —Coronel Bento Gonzalvez da Sil- 
va. — Caballería 590. 


{ i ) Murió bu 2,° ccmi ndf>nte Besares, en el campo de batalla, 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


263 


1. a Brigada Li]era — Coronel Bento Manuel Ribeiro 
( No entró en acción ) caballería 1,200. 

División vanguardia - General Abreu Barón del Ce- 
rro Largo, 560 paisanos voluntarios. 

Artillería— 10 piezas — 240 plazas. —Total : 6,767 pla- 
zas. 


CAPÍTULO XXIII , 

El papel moneda dol Eaiien Naeí onul.— Ros i s tono l ¡t ú la odinísíúu cu la Provincia. 
— Si> tímela la ¡xlmisú'm obligatoria. — Se colineta el dore olio de valorizar artí- 
culos de abasto y su venta á dinero metálico. 

Declarada por le^ la reincorporación de la Provin- 
cia Oriental á las Unidas del Río de la Plata, por con 
secuencia, su dependencia del Gobierno Nacional, era 
consiguiente la admisión en ella clel papel moneda, ó 
billetes del Banco Nacional, que lo era el de la Provin- 
cia de Buenos Aires. Pero, acostumbrados los habitantes 
y estantes de la Provincia Oriental al uso del metálico, 
desde la época colonial, sin haber conocido en ella otro 
medio circulante que la moneda de oro y plata (y de co- 
bre para los cambios menores desde la época de la domi- 
nación Portuguesa ), no se avenían al uso del papel mo- 
neda introducido de la otra Banda del Plata, resistiendo 
su admisión en cuanto era posible, lo que necesariamen- 
te debía producir el descrédito del papel moneda, «toman- 
« do por la concurrencia de diversas circunstancias, 
«.extraordinario valor la' moneda metálica.» En vista 
de esos efectos, — « y del ocultamiento que se hacia 
« déla moneda de cobre, para generalizarla resistencia 
« á la admisión del papel (1) el Gobierno Provisorio de 
« la Provincia, decididamente resuelto á emplear todo 
« su poder en la conservación del crédito de la Repú- 
« blica y la observancia de las leyes, acordó y decretó 


(1) Decreto del Gobierno, O c tabre 13 de 1826. 


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264 


compendio de la historia 


« en fecha 13 de Octubre de 1826, obligatorio á todos los 
« habitantes de la República, el recibir los billetes del 
« Banco NacionaIT como moneda corriente, por su valor 
« escrito, (1) bajo severas penas al que lo rehusase. » • 

He aquí el tenor de los artículos del decreto de la 
referencia : 

Artículo l.° Todos los habitantes de la Provincia son 
indistintamente obligados á recibir los billetes del Ban- 
co Nacional, como moneda corriente, por su valor es- 
crito. 

2. '° Cualquier persona que los resista, ó que se nie- 
gue á vender por ellos un artículo que se le pruebe 
entregar por moneda metálica, pagará por la primera 
vez cien pesos de multa á favor de los fondos públicos, 
siendo pudiente, y en caso contrario sufrirá dos meses 
de prisión. Si reincidiese, será doble la pena; y á la 
tercera vez, será destinada por cuatro años al servicio 
de la patria en las tropas veteranas. 

3. “ El que reciba los billetes en la venta de un ar- 
tículo, por menos valor del que contenga escrito, sufrirá 
las mismas penas del artículo antecedente. 

4. ° Todos los señores Jueces y demás empleados 
que incurran en las de los artículos anteriores, sufrirán 
además de ellas, otras, que el Gebierno se reserva desig- 
nar en su caso. 

5. ° Los Cabildos y Justicias de la campaña dictarán 
todas las providencias que conduzcan á la abundancia 
y moderado precio de los alimentos de primera nece- 
sidad, y pondrán en ejecución los medios, que para el 
efecto estén á sus alcances, ó los consultarán con el 
Gobierno. 

6. » Todas las autoridades de la Provincia quedan 
especialmente autorizadas para proceder contra los in- 
fractores, prévios un juicio verbal y sumario, que de- 

(i) Idem idem. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 265 


berá concluirse dentro de.24 horas de ser el delito en 
su noticia, y el Gobierno pondrá todos los medios de 
hacer efectiva la responsabilidad, en los casos de la 
omisión. 

7.o Circúlese á todos los Cabildos y Jueces de Cam- 
paña. 

( Firmados ) — Suarez. — Juan F. Giró. 


Otro decreto prohibitivo de la venta á dinero me- 
tálico y de poner precio mayor á» los comestibles, $ 
causales en que se funda * 

Canelones, Julio 12 de 1827. 

Sensible el Gobierno á los males que afligen á la 
mayor parte de la Provincia, por el subido precio que 
se ha dado á los alimentos ordinarios, sin que en ello 
haya podido Influir de manera alguna la guerra; y pe- 
netrado que sin una medida que por lo extraordinario 
de las circunstancias, ponga límite á la codicia ó egois- 
mo de los abastecedores, es ya imposible que puedan 
subsistir todos los individuos que en la Provincia es- 
tán á sueldo del Estado, ha acordado y decreta: 

Artículo l.° Prohíbese el poner á todos los artícu- 
los de abasto un precio mayor del que con arreglo á 
un 200 por ciento, le corresponda sobre su precio co- 
rriente á moneda sonante. *• 

2. ° Compréndese en el artículo anterior ef trigo, las 
harinas, "la carne, el agua, el maíz, todos los comesti- 
bles, y los demás renglones de necesario consumo, 
como el carbón, la leña, el sebo, las velas y el jabón. 

3. ° El que se niegue á vender cualquiera de estos 
artículos por moneda corriente, y se le pruebe que los 
vende á dinero metálico, incurrirá en la multa- de cien 
pesos que impone el decreto de 13 de Octubre último, 


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266 


Compendio de la historia 


aplicándose por mitad al denunciante y fondos pú- 
blicos. 

4.° El Comisario de Ordenes de esta sección, y todos 
los del Departamento, dos alcaldes y tenientes de cuar- 
tel, son responsables de la más estricta ejecución de 
este decreto. 


t 

CAPÍTULO XXIV 


1-a Islrt do Martin García. — Combatas navales 

* 

La Isla de Martin García, considerada por su situa- 
ción geográfica, llave del Uruguay, había sido fortificada 
y guarnecida por los imperiales desde el principio de la 
guerra, pero á últimos de Febrero { 1826 ) la abandonó 
el Vice-almirante Lobo, ordenando que se le incorpora- 
sen las fuerzas de Martin García y la escuadrilla del 
Uruguay, para atender á la Colonia, amenazada por el 
enemigo. Desde entonces permaneció abandonada « bas- 
ta principios del año 27, en que el almirante Brown, liizo 
un reconocimiento del Río para cerciorarse de la posi- 
ción que ocupaban en el Uruguay los bajeles de menor 
tamaño brasileros », y trató de fortificar Martin García, 
cuya operación terminó en los primeros días de Marzo. 

La armada Imperial al mando del Vice-almirante 
Lobo, en el Río de la Plata, constaba en Enero del año 
26, de treinta y tantos buques de alto bordo. — El 14 de 
Enero aparecieron algunos de ellos frente á Buenos 
Aires, en circunstancias de no existir allí mas buques 
argentinos armados en guerra que los bergantines Bal- 
carca y Belgmno al mando, del almirante Brown, que 
poder oponerles. Sin embargo, esos dos bajeles al 
comando de Brown, avanzaron hasta muy cerca de una 
corbeta y un bergantín enemigos, dispuestos al combate, 
que no aceptaron los imperiales. 

Ese suceso produjo gran entusiasmo en los de Bue* 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 267 


nos Aires, dando lugar á que se promoviesen suscricio- 
nes populares para la compra de más buques destinados 
al aumento déla armada Argentina, en términos que en 
ménos de-15 días, se armaron en gúerra una fragata, 4 
bergantines y una goleta, que con los dos bergantines 
existentes formaron la escuadra que empezó á operar 
con éxi,to feliz. 

Uno de los primeros y más importantes combates 
navales que tuvieron lugar, fué el del Juncal, cuya 
acción tuvo lugar el 9 de Febrero frente á la isla de su - 
nombre. En esa acción naval, fué completamente de- 
rrotada la escuadrilla Imperial al mando del Coman- 
dante don Jacinto Roque de Lima Pereira, valiente ma- 
rino, siendo obligado á rendirse. El bergantín Janua- 
j'io y las goletas Oriental y Veteca.es, tuvieron la misma 
suerte. El resto de la Escuadrilla logró fugar, Uruguay 
arribo, siendo perseguida., El 10 tomó Brown dos go- 
letas cañoneras y otra mercante en que los marinos 
imperiales de esa tercera división tenían su hospital. 
El 12 dejó el Almirante en Martin García los buques 
mayores de su armada, y siguió con los demás en 
persecución de los fugitivos. Estos habían incendiado 
frente á San Salvador tres de sus buques que habían 
encallado, y otros cinco de ellos habían llegado á Gua- 
leguaychú, — población de Entre-Ríos, — dónde con sus 
tripulantes se presentaron en rendición á la Autoridad 
Militar de aquel punto. Los restantes, hasta el número 
de 17 que componían la tercera división al mando de 
don Jacinto Roque,, vencida en el Juncal, habían logra- 
do escapar, sin ser ..vistos, por el Parané-Gutierrez, 
yendo á incorporarse á la escuadra imperial que blo- 
queaba -á Buenos Aires. 

Como era consiguiente, este triunfo de la marina 
Argentina, fué celebrado, con subida alegría en Buenos 
Aires, á dónde fué conducido con todo género de con- 
sideraciones el jefe prisionero don Jacinto Roque, con 


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268 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


el respeto que la civilización sabe tributar al valor y ó 
la desgracia. 

El intrépido Brown, cuando todavía festejaban en 
Buenos Aires el triunfo del Juncal, aparece como una 
visión el 24 de Febrero frente á Quilines, donde se en- 
cuentra con la escuadra bloqueadora, donde realiza 
proezas.— Combate arrojado con el enemigo hasta puesta 
del sol, haciendo volar una goleta enemiga, de cuya 
catástrofe no se salvaron sino tres hombres de sus 
tripulantes, auxiliados por la Sarandí — Era la noche; 
favorecido por ella, el lobo marino, como le llamaban, 
entra al puerto de Buenos 'Aires, burlando á los blo- 
queadores y desembarca, á horas avanzadas, triunfante, 
donde es recibido con tanto entusiasmo por los que 
presencian su llegada, que estando á las referencias del 
Bosquejo Histórico del doctor Berra, algunos de ellos « se 
« disputaban el placer de tirar el carruaje lo que subía 
« poco después el Almirante. » 

Pocos días después, un nuevo y señalado triunfo 
alcanzado en la acción de Patagones, viene á coronar 
la gloria de las armas Argentinas. 

Frente á la boca del Río Negro en la Patagonía, 
había aparecido una escuadrilla imperial, á cuyo bordo 
iban sobre 700 hornbres al mando de James Shpeherel. 
El 28 de Febrero (1827) penetraba en el río, bajo los 
fuegos de las baterías de la costa, y el 7 de Marzo 
desembarcaban sus tropas, llevando el ataque á la 
guarnición de Patagones. — Componían esa ilota las 
corbetas Duquesa de Goya y la Jtaparica, el bergantín 
Escudero y la goleta Constancia, encallando á la entrada 
del Río, la corbeta Duquesa de Goya.— En el ataque mu- 
rió, á las primeras descargas, su jefe James Sheplierel, 
y todo les fué fatal, teniendo que rendirse en definitiva 
los agresores, cayendo en poder de la escuadrilla argen- 
tina. Este triunfo debióse principalmente ú la valentía 
del arrojado jefe Jorge Bissor, quien presentó pomo 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


269 


trofeos a la República la corbeta Itaparica de 22 cano- 
pes, el bergantín Escudero de 28, y la goleta Constancia 
de tres, con más de 500 prisioneros, armamento y muni- 
ciones. Suceso tan feliz, cuya noticia fue llevada ai 
Salado el 2 de Abril por el lugre Hijo de Julio que á pri- 
mera noche entró allí, haciendo fuego de mosquetería, 
noticia que inmediatamente repercurtió eñ Buenos Aires, 
y fué celebrada entusiastamente por el pueblo, dispo- 
niendo el Gobierno que en conmemoración de las recien- 
tes victorias del" Juncal, de It.uzaingó y de Patagones, 
se diese á los buques rendidos en la acción de Patago-, 
nia los nombres de Juncal , Itiuaingó y Patagones. 

Haciendo caso omiso de algunas otras empresas 
valerosas de Brown en el Rio de la Plata, tales como 
las sorpresas intentadas á las fragatas de guerra del 
Imperio la Niteroy y la Emperatriz en el puerto de Mon- 
tevideo, ú donde penetró en la noche del 27, y cuyo 
suceso costóle la destitución del mando al Vice-Almi- 
rante Rodrigo Lobo, siendo sustituido por James Nor- 
ton, por el gobierno del Brasil, recordaremos el famo- 
so combate en la punta de Santiago. 

En la noche del 6 de Abril salió Brown con cuatro 
buques, —la barca Congreso, los bergantines Indepen- 
dencia y República y la goleta Sarandi, con el propósi- 
to de realizar operaciones. Inesperadamente vararon 
los bergantines en la punto del banco de Santiago, y 
siendo ineficaces los esfuerzos hechos para ponerlos 
á flote, fué preciso que la Congreso y la Sarandi echa- 
sen ancla á inmediaciones de aquellos para auxiliarlos 
en caso necesario. Así permanecieron hasta que la luz 
del alba destacó la posición de los beligerantes. 

Gomo á las 8. el almirante hacía señales á la Con- 
greso parajjue hiciese rumbo á Buenos Aires, pero la 
falta de viento y la presencia de algunos buques ene- 
miges al N. N. O. apenas le permitieron ir sosteniendo 
el placer que despide la costa, sin poder salir de esta. 


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270 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


Entre 9 y 10, la fragata imperial Donnct Paula con 
la insignia clel jefe de división Jayme Nostón, la cor- 
beta Liberal, los bergantines Cabocla, 29 de Agosto , In- 
dependencia ó Muerte, patacho Para, lugre Griego, es- 
cuna María Teresa, Concepción, Atalante y Esperanza 
y la de dos gavias Rio da Prata, rompían los fuegos 
contra las dos naves baradas con las que formaba línea 
la Samndi, las que contestándole, se hizo éste general y 
mortífero. 

La Congreso entretanto seguía su derrotero sobre 
Punta de Leiva, cazada por la corbeta Márquez de Mace - 
¡jó, el bergantín Pirajá, el lugre Principe Imperial y la 
goleta Resistencia logrando al fin fondear en los Pozos 
de la Ensenada, después de cambiarse con ellos un 
fuerte cañoneo. 

Los buques brasileros, en número de diez g seis 
se acadenaban sucesivamente disparando sus andana- 
das de tiros con la ventaja de la posición sobre el blanco 
inmóvil que operaba su artillería. En eso hizo señales 
la República , que era la capitana, de economizar pól- 
vora, mientras no acometiera el enemigo, continuando 
el cañoneo á pausas hasta la puesta de sol. 

En la mañana siguiente, se inició de nuevo el com- 
bate. La escuadra imperial, compuesta de 19 velas, 
por habérsele incorporado en la noche la corbeta Jura- 
juba y dos escuchas de la división de la Colonia, si- 
tuándose en líneas opuestas, rompió el fuego sobre los 
tres buques argentinos, sufriendo grandes averías. 

El combate siguió con tenacidad, coadyubando des- 
de la costa, una pieza déla batería déla Ensenada. Las 
balas enemigas cortaron la drisa de la bandera del 
pico de mesana del Independencia, y mientras se eleva- 
ba aquella para evitar nuevos percances á los gritosMe 
¡Viva la Patria! izó su corneta en el topo mayor del Re- 
pública, ->- 

Norlon, jefe del bloqueo, despechado de que su divi- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


271 


sión fuese impotente para destruir tres buques enemigos, 
se aventuró á aproximarse con la Paula que montaba la 
Independencia , rompiendo sobre él un fuego tremendo 
con sus piezas de largo alcance que empezaba á bogar, 
aunque acribillado por los proyectiles del enemigo y 
su munisión agotada. 

Drummond, el bravo comandante del Independencia 
se defiende heroicamente vomitando hasta las cadenas 
de abordo, que á fa'lta de balas, se emplean en el com- 
bate. El Independencia disparó en dos días 340 balas 
sobre los bogeles que le hostilizaban. Fué aquello un 
desastre terrible, lastimoso, pero de gloria altísima para 
la Argentina, en el cual muere como un valiente el in- 
trépido comandante Drummond, herido mortalmente 
por una bala de á 24 en el cuadril; es herido grave- 
mente el capitán Granville, y contuso por una bala íria 
de metralla el mismo almirante. 

CAPITULO XXV 

CRONOLOGÍA DE LOS CABILDOS DE MONTEVIDEO 

AÑO 1824 

Alcalde de primer voto, Felipe Contucci; Idem de 
segundo voto, Felipe Más de Ayala; Regidor Decano, 
doctor José Revuelta; Alcalde Provincial, Pedro Pablo 
de la fierra (renunció); Alguacil Mayor, José Arteco- 
'na; Fiel Ejecutor, Santiago Sainz de la Maza; Defen- 
sor de Pobres, Andrés Duran ; Defensor de Menores, 
Ildefonso García; Juez de Policía, Apolinario Gayoso, 
Juez de Fiestas, Rímón Masini; Síndico Procurador 
General, José Raimundo Guerra. 

AÑO 1825 

Alcalde de primer voto, Santiago Sains de la Maza; 
Idem de segundo voto, José de Artecona Salazar; Regi- 
dor decano, Juan Méndez Caldeira; Alcalde Provincial, 


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272 


COMPRENDIO DE LA HISTORIA 


Martín García de Zúñiga; Alguacil Mayor, Francisco 
Hurtado de Mendoza; Fiel Ejecutor, Juan Vidal y-Batlla; 
Defensor de Pobres, Juan Vidal y Benavidez; Defensor 
de Menores, Manuel Ocampo; Juez de Fiestas, Matías 
Gómez de Arbolella; Juez de Policía, Luis de la Rosa 
Brito; Síndico Procurador, José Raymundo Guerra. 

' AÑO 1826 

Para este año acordó la reelección délos Cabildantes 
del año anterior, por tenerse confianza en el Cabildo 
actual, y en cuyo relevo pudieran introducirse personas- 
desafectas á la causa del Imperio, según lo manifestó 

N^en el Acuerdo el Síndico Procurador. 

£j AÑO 1827 

j Alcalde, de primer voto, Felippe Contucci ; Idem de 

segundo voto, Gregorio Vega; Regidor decano, Magín 
Rius ; Juan Pedro González Vallejo; Alcalde Provincial, 
Juan María de Vargas Viana, Juan de Freitas, Manuel 
de Freitas, defensor de menores; Juan de Souza Mon- 
teiro, defensor de pobres ; Estanislao García de Zúñiga 
alguacil mayor; Manuel José Saraiva, juez de policía; 
José-Darriba, síndico procurador general. 

Para esta elección de Cabildantes, ordenó el Presi 
dente de la Cisplatina, Barón de Villa Bella, bajo de su 
responsabilidad, que cesasen todos los Cabildantes ac- 
tuales, quedando abolida la forma antigua de elec 
ciones, y procediéndose á nuevo nombramiento como 
determinase. Efectuado esto, se escusaron los más 
de aceptarlo, siendo el primero que lo renunció don 
Roque Antonio Gómez. Pero por obedecimiento se 
prestaron los más de los nombrados á hacerse cargo 
de la vara, bajo protesta, mientras no se resolvía su 
recurso interpuesto á la Presidencia, titulada de la Pro- 
vincia Cisplatina. Bajo esa indicación, quedó consti- 
tuido el Cabildo de 1827 en la forma que aparece. 


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FE DE ERRATAS 


En la página 129, nota N.® 2 al pié, linea 4, donde 
dice «distante unas leguas », léase cuadras. 

En la página 237, título, donde dice «Capítulo XX», 
lease Capitulo veinte y uno. 

En la página 252, título, donde dice «Capítulo XXI», 
lease Capítulo veintidós. 


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INDICE 



PAG* 

Capitulo i— La Cisplatma en plena dominación Imperial.— 
Nuevo Cabildo de Montevideo.— Aprobación sucesiva del 
Proyecto de Constitución Política del Imperio del Brasil 
por los Cabildos de la Cisplatina.— Algunos actos de mal 
efecto.— Destituciones y extrañamientos. —'"Ceremonias 
para la Jura de la Constitución en la Capital. Se efectúa 
la Jura.— Elecciones.— Resultado de los comisios. . . 6 

Capitulo II— En la otra Banda del Plata.— Precedentes.— Go- 
bierno de Las Heras.— La oposición— Planes de inva- 
sión á la Oriental frustados ~ 14 

Capitulo III— La política de Lecor.— Actitud del Regimiento 
Dragones de la Union>— Su ideal poético.— Preliminares. 
—Fallecimiento del Brigadier Márquez de Sousa.— Nom- 
bramiento de Rivera de comandante general de Campaña. 

- Trabajos revolucionarios en pró de la libertad de la 
Provincia.— Planes y combinaciones para sustraerlo al 

dominio del Imperio. -Fracaso / . . . . 19 

Capitulo IV— Antecedentes.— Preliminares de la empresa de 
los Treinta y Tres Patriotas.— Los iniciadores,— Nombra- 
miento de gefe.— Emisarios á la Banda Oriental. —Recur- 
sos y elementos adquiridos,- Recelos de invasión.— Vigi- 
lancia en el Uruguay.— Rivera —Coincidencia de ideales 
patrióticos.— Oficio de Rivera al Cabillo de Sor ian o.— Pen- 
samiento á que responde.— Conato de defección en el 
Batallón de Pernambucanos en la plaza de Montevideo. - 

Pronunciamiento aplazado 26 

Caiptulo V— Los Treinta y Tres patriotas Orientales.— Parti- 
da dejos primeros expedicionarios de la costa de San Isi- 
dro (Buenos Aires).— Su llegada á Brazo L *rgo, isla dei 
Delta dei Paraná.— Incidente que apresuri su venida . 37 

Capitulo VI— Arribo de- la segunda expedición de los Treinta 
y Tres patriotas con La valle ja al Delta delJParaná,— S© 


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276 


ÍNDICE 


PAG, 

reúne á la primera en Brazo Largo y se preparan ambas 
á invadir.— Emprenden la travesía del Uruguay y efectúan 
el desembarco en la costa, jurisdicción de la Agraciada, 
—Proclama de Laval leja.— Lista de los Treinta y Tres.— 
Suscrición patriótica en su favor, colectada en Buenos 

Aires 43 

Capitulo VII— Los primeros movimientos de los Treinta y 
Tres patriotas.— Su encuentro en San Salvador con gente 
del coronel Laguna.— Dispersión de ésta.— Marcha y en- 
trada de Lavalleja en Soriauo.— El primer aviso tenido 
de la salida de la expedición de Buenos Aires.— Ordenes 
de marcha á Rivera de la Colonia.— Su partida.— Episo- 
dio en Motzm. | Sorpresa y toma.— Se incorporad la re- 
volución,— Lavalleja lo nombra y hace r.candcer por se- 
gundo J Te de ella,— Operaciones.— Triunfos.— Lavalleja 
desplega la Tricolor en el Cerrito de la Victoria.— Arribo 
del pailebot «Libertad del Sud».— Nombramiento deZufría- 
tegui en comisión á Buenos Aires, por Rivera y Lavalleja. 
—Sitio de la plaza de Montevideo por los libertadares . . 57 

Oapitulo VIII — Partida del Sindico ¡general García de Zúñiga 
ai Janeiro,— Embarque de tropas para Montevideo,— Su 
llegada.— Regreso de García Zimiga.— Ampliaciones del 
suceso del paylebot «Libertad del Sud».— Las Comisiones 
enviadas á Buenos Aíres por los jefes iel Ejército Patrio, 
—Medidas adoptadas por éstos en favor del órden,— Ex- 
posición patriótica del general Rivera 75 

Capitulo IX— Requisiciones del Agente Consular del Brasil en 
Buenos Aires.- Evasivas del Ministerio.— Notas cambia- 
das.— El Gobierno pide autorización al Congreso para re- 
forzar la línea del Uruguay en previsión de los eventos 
de la guerra encendida en la Banda Oriental,- Sanción de 


la Ley.— Gestión del Vice-Almirante Lobo.— El Ministro 

contesta • 83 

Capitulo X— Orgañización de fuerzas.— Ope rae ones militares 
—Defección de Isas, jefe superior de la linea del asedio 
de Montevideo.— Comicios.— Instalación del Gobierno Pro- 
visorio . 98 

Capitulo XI— Defección del comandante Quirós en el asedio de 


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ÍNDICE 


277 


PÁG, 

la Colonia.— Abandono de éste,— Su restablecimiento por 
Leonardo Olivera.— Marcha del general Lavalleja á refor- 
zarlo,— Hecho de armas en Arroyo Grande por Caballero. 
—Muerte de Machuca,— Honores conferidos,— Sucesos en 

la linea de Montevideo. . . • 114 

Capitulo XII— Servicios de la Comisión Oriental formada en 
Buenos Aires, y auxilios enviados al Ejército de la Pro- 
vinch,— Comisienados del Gobierno Provisorio á Buenos 
Aires.— Instalación de la Junta de Representantes en la 
Florida,— Declaratoria de la Independencia de la Provin- 
cia.— Otras leyes .124 

Capitulo XIII— Sucesos de armas -Triunfos y reveces de los 
patriotas.— Evasión de los presos políticos de la Ciudade- 
la y su incorporación á las filas del Ejército. .... 135 

Capitulo XIV— B3talla del Sarandí —Partes Oficiales,— Otros 
detalles.— Indumentaria de Lavalleja y Rivera en la ac- 
ción.— Lista de prisioneros .......... 155 

Capitulo XV— Llega á Buenos Aires el parte de la victoria 
del Sarandi.— Regosijo que produce.— Su influencia en la 
actitud del Gobierno y del Congreso.— Actos que lo de- 
muestran.— Reincorporación de la Provincia Oriental á las 
Unidas del Rio de la Plata.— Admisión de sus diputados al 
Congreso.— Indulto decretado por Lavalleja.— Rivera re- 
nueva su gestión pacifica y cordial con los jefes conti- 
nentales. —Notas relativas. El Congreso sanciona varias 
leye?,— Autoriza al Ejecutivo para espedir despachos de 
brigadier de la nación á Rivera y Lavalleja.— Amplia las 
facultades del gefe del ejército de Observación en la linea 
del Uruguay.— Discusiones en el Congreso.— Notas diplo- 
máticas 172 

Capitulo XVI— Otros tema?.— Los Santos Patronos de Monte- 
video, declarados especiales por Monseñor Muzzi, á nom- 
bre de Su Santidad.— El Hospital de Caridad en su se- 
gunda etapa.— Colocación de la piedra fundamental. . 190 

Capitulo XVII— Linea sitiadora de Montevideo.— Impuestos 
de extracción é introducción.— Rentas,— Ingresos y Egre- 
sos de Tesorería.— Receptoría?.— Empleados 196 

Capitulo XVIU— Declaración de guerra del Brasil al gobierno 


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278 


ÍNDICE 


rÁG. 


de las Provincias Unidas— Bloqueo,— Resoluciones del 
Congreso Argentino.— Autoriza al Poder Ejecutivo para 
resistir la guerra declarada por el Brasil,— Proclama de 
éste llamando á las armas, — El Ejército de observación 
sobre la linea del Uruguay para este Rio y entra á terri- 
torio oriental al mando de Martin Rodríguez.— Su orga- 
nización,— Disidencias que produce entre Rivera y Lava- 
Deja.— Sus efectos.— -Rivera se separa del ejercito de la 
Provincia y se incorpora al Nacional,— Sublevación de los 

Dragones de la Union 

Capitulo XIX— La segunda Legislatura da la Provincia.— Ex- 
posición del Gobierno D'elegado.— R-eglamentación de !a in- 
troducción de ganado á puntos ocupidos por el enemigo. 
—Administración, — Receptorías y sueldos. -Derechos.— 
Oficinas existentes en la Provincia,— Propiedades extra- 
ñas.— Tesorería 

Capitulo XX— Actitud de AHearante la insurrección.— Mar- 
cha al Río Negro á sofocarla.— Toma del Mayor Bernabé 
Rivera.— Como se efectuó. Sucosos que le siguen.— Acti- 
tud del Coronel Laguna.— El Comandante Raíui . Las fuer- 
zas insurrectas se someten. Pacificación. --Coincidencias, 
Confabulaciones contra el General Rivera en Buenos Ai- 
res,— Tramas de sus enemigo*.— Intrigas y calumnias.— 
Su evasión de aquella capital.— Orden do aprehenderlo 

circulada en ambas bandas 

Capitulo XXI— Organización del Ejército.— Alvear se dispone 
á abrir la campaña contra el enemigo activamente.— Ope- 
raciones militares.— Venida del Emperadór á Río Glande. 

Capitulo XXÍI— La batalla de ltuzaingó . 

Capitulo XXIII— El. papel m neda del Banco Nacional.— Resis- 
tencia á la admisión en la. Provincia. -Se decreta su ad- 
misión obligatoria.— Se coharta el derecho de valorizar 
artículos de abasto y la venta á raone la metálica/. . * 

Capitulo XXIV— La isla de Martin García.— Combates navales. 
Capitulo XXV— Cronología de los Cabildos de Montevideo. . 
Fé de erratas 


208 


210 


229 

237 

252 


2G3 

2G6 

271 

273 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 

de la 

REPUBLICA 0. BEL URUGUAY 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


DE LA 

REPUBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY 

POR 

ISIDORO DE-MARÍA 

Miembro correspiiMe de la Real Academia fle la Historia 


TOMO SEXTO 

PUBLICADO DESDE EL CUARTO TOMO BAJO,£L PATROCINIO OEL ESTADO 


PRIMERA EDICIÓN 


PRECIO: $ 1.00 


MONTEVIDEO 

IMPRENTA DE « LA RAZÓN)) , CÁMARAS NÚM. 54 

1902 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 

DE LA 

REPUBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY 


LIBRO SEXTO 


CAPÍTULO I 


Después del triunfo de Ituzaingó.— Marcha -de los Ejércitos.— El 
republicano emprende débilmente la persecución del ene- 
migo.— Alvear entra en San Gabriel.— De allí se dirige á 
los Gorra les, donde campa.— Su gestión para obtener refuer- 
zos de infantería.— Empieza la saca de ganados y su ex- 
tracción.— Sus efectos.— Algunos pormenores de su distri - 
bución.— Acción de Camacuá.— Alvear desde su cuartel 
• general en Bagé manda en comisión á la Provincia Orien- 
tal al general Laguna, para reunir gente y caballada con 
el propósito de iniciar segunda campaña. 


Después de la batalla de lluzaingó, que dejamos re- 
ferida en el tomo arterior, el ejército imperial se re- 
tiró á Gasiquí, siguiendo luego al Bacacay y continuan- 
do de allí su marcha hócía el Norte. 

A su vez el ejército republicano; compuesto en su 
mayor parte de caballería, se encontró después de la 
batalla, en seguimiento del enemigo al llegar á San 
Gabriel, con toda ella desmontada é inútil. El genera) 
en jefe nada deseaba con tanto ardor como conti- 
nuar la campaña, pero las notas de los jefes de caba- 
llería, (empezando por la del general Lavalleja del 27 
de Febrero,) hacían ver el estado deplorable de las ca- 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


bailadas, completamente extenuadas después de tantas 
marchas fatigosas, los pastos de aquellos contornos des- 
truidos por la seca por una parte, y por la otra su es- 
casa infantería, en cuya arma era muy superior el 
enemigo, hicieron que su persecución fuese poco ac- 
tiva. 

El marqués de Barbacena ya estaba en Bacacay, cuan- 
do Alvear entró en San Grabiel. En este punto tomó 
á los fujitivos en la retirada, porción de equipos y un 
depósito de pertrechos y municiones, que en cierto mo- 
do vinieron á servir de compensación á los vestuarios 
perdidos en vísperas de la batalla de Ituzaingó por la 
oficialidad del regimiento N° 9, con motivo de haber- 
los dejados ocultos en lugar determinado por orden 
de Alvear, con el fin de alijerar los equipos y vestir 
solamente el de gala el día de la batalla, hecho que 
fue denunciado por un desertor, apoderándose de to- 
do, el enemigo (1.) 

En ese estado, la permanencia del ejército republi- 
cano en San Gabriel, no tenia objeto, y entonces se 
resolvió Alvear é seguir en dirección al arroyo Corra- 
les, donde campó el 19 de Marzo para dar descanso á 
la tropa.— En ese punto permaneció un mes, tratando 
de habilitarse para iniciar una segunda campaña, 
comunicando á su Gobierno la necesidad de que se le 
mandase infantería, á la vez que dirigía circulares al 
Gobierno de la Provincia Oriental y á los jefes de los 
Departamentos, encareciendo la remisión de toda la 
caballada que fuese posible,* y la de los desertores de 
milicias, y licenciados. 

Desgraciadamente, el estado de anarquía en "que se 
hallaban las Provincias Occidentales que trababan sé- 
riamente la marcha del Gobierno Nacional, y la oposi- 
ción sistemada que los prohombres del partido federal 

(1) Episodio relatado en los apuntes del capitán don José 
Costa, nuestro Archivo. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 7 


hacían al Gobierno del Presidente Rivadavia, impedían 
á éste de poder enviar contingentes al ejército repu- 
blicano, siendo estériles los esfuerzos del general Ai- 
rear para robustecerse y emprender operaciones sérias 
sobre el enemigo. 

El triunfo de las armas republicanas en Ituzaingó, 
había reducido el Río Grande á una situación peligrosa, 
esperando de un día ó otro que las armas argentinas 
se apoderasen de todo su territorio, determinando la 
despoblación de las ciudades.— Era esa la idea de Al 
vear, tan luego como adquiriese los elementos que 
demandaba. 

En esas circunstancias, se produjo la saca de gana- 
dos y su extracción del continente; dando lugar á mu- 
chos abusos, por la precipitación y desorden con que 
se efectuó, y de que darán idea las referencias hechas 
por el general Alvear en su exposición de Setiembre 
del año 27, contestando á las censuras del Mensaje del 
Gobierno de la época. 

Dice Alvear en su exposición : 

« El general en jefe fué opuesto á la precipitación y mo- 
» do con que se empezó la extracción de ganados; dice 
» en la exposición citada que sabía que siempre estaba 
» en tiempo de hacer esta operación; la creía necesaria 
» y la había hecho con algún orden, hubiera producido 
' » utilidad para el Estado y para el mismo ejército, no 
» hubiera anticipado una enemistad á muerte entre la 
» población del continente y el ejército; pero el general 
» Lavalleja dió la señal en el primer cuerpo sin anuen- 
» cia, conocimiento ni noticia del General en jefe, como 
» lo ha puesto ya en conocimiento del Gobierno. La 
» Banda Oriental, Entre-Ríos, Corrientes y Misiones, to 
» das estas euatro provincias se descolgaron por la re- 
» taguardia y' flancos del ejército á extraer ganados. 
» ¿Quién podía estorbarlo ni qué medios habría de con- 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


» seguirlo? Cualquiera que eche una ojeada sobre la in- 
» mensa extensión de la primera parte del terreno des- 
» cripto, y sepa la abundancia de ganados que había 
» en ellos, se asombrará de la pérdida que ha hecho el 
» Brasil en esta campaña. » 

Sobre este tópico, el general Alvear se extiende en 
consideraciones y detalles del tenor siguiente, que cree- 
mos oportuno no omitir en estas reminiscencias histó- 
ricas, como pertinentes al asunto. 

En la parte primera de la Exposición, páginas 24 á 27 
inclusive, se dice lo siguiente : 

« Luego que el ejército llegó á Bagé, infinidad de 
» personas de la Banda Oriental, divididas en pequeñas 
» partidas, estendiéndose por la inmensa campaña que 
» el ejército tenia á su espalda, empezaron— sin per- 
» miso de nadie— á estrapr ganados y conducirlos al 
» territorio oriental. — Estas operaciones se hacían á 
» grandes distancias del ejército. Informado de ellas 
» el general en jefe, ofició al gobernador de la provin- 
» cia, para que, por su parte, emplease los medios 
» más conducentes ó evitar aquel desórden. Sin em- 
» bargo, considerando la vasta estensión de país que 
» quedó abandonada luego que el ejército republicano 
» obligó por sus maniobras al imperial á retirarse y 
» reconcentrar sus fuerzas, se echará de ver cuán im- 
» posible era evitar que el ganado cayese en manos 
>j de los orientales y demás provincianos, á menos de 
» emplear dos mil hombres en esta operación. Por 
» otra parte, si era un mal que se permitiese el despojo 
» del enemigo por este medio anárquico é ilegal, aquel 
» mal quedaba suficientemente compensado con las 
» cuantiosas riquezas que de sus resultas entraron en 
» las provincias Oriental, Entre Ríos, Corrientes y Mi* 
» siones. Los campos del continente estaban cubiertos 
» de rebaños, y todos ellos pasaron á aumentar las íor- 
» tunas de nuestros compatriotas y amigos. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 9 


» Después de la batalla de Ituzaingó el general La- 
» valleja, sin aguardar las órdenes dél general en jefe, 
» hizo por si algunas distribuciones de ganado, y to- 
» do el ejército es testigo de los disgustos que produjo 
» esta operación. Su consecuencia inmediata fué des- 
» plegar anticipadameute en los que se hallaban en las 
» filas del ejército una ambición desmedida que los 
» obligaba á desertar, y de aquí la disminución que 
» experimentó el primer cuerpo...— En vano apura- 
» ron todos los recursos de su celo y de su actividad 
» el general Laguna, los coroneles, don Manuel y don 
» Ignacio Oribe, «don Leonardo Olivera, Arenas, Raña y 
» Gómez. La disminución progresaba visiblemente y 
» lá deserción producía dos graves inconvenientes: el 
» vacio que dejaban sus personas en las filas, y la falta 
» de los mejores caballos de que disponían en su fuga. 

» Los desertores no podían resistir á la tentación de 
» disponerá su gusto de cuanto ganado podían arrear , 
» y de llegar á sus casas con un cuantioso botín. 

» En la Secretaría de la Guerra se hallarán muchas 
» notas en que el general Alvear se quejaba amarga- 
» mente de estos sucesos, lamentándose de la imposi- 
» bilidad en que se hallaba dé ponerles término. El Go 
» bierno le mandó extraer del continente todo el gana 
» do, caballos y yeguas, que pudiese En los Corrales 
» se permitió la extracción del ganado, adoptando un 
» orden que en su consecuencia puso término á los 
» abusos anteriores. 

» De los premiados con ganados fueron: 

» El coronel don Servando Gómez, el teniente coronel 
» Araujo, toda la oficialidad y tropa de su Tejimiento, 
» que era el de Dragones Orientales; el coronel Are 
i) ñas, el mayor Escalada, toda la oficialidad y tropa 
» de su cuerpo, que era la división de la Colonia. 

» El comandante Raña y Melilla, y toda su oficialidad 
» y tropa, que era la división de Paysandú. 


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10 ‘ COMPENDIO DE LA HISTORIA 


» El comandante Texera y cien hombres de milicia 
» pasiva de Paysandú, que le acompañaban. 

» El teniente coronel Burgueño y su oficialidad y tro- 
» pa que era la milicia de Bando. 

» La oficialidad y tropa del número 9 de caballería 
i) mandado por el coronel Don Manuel Oribe. 

» Balta Ojeda. vaqueano principal del ejército y toda 
m su compañía. 

» Los capitanes Caballero. Benavídez y Fernández, 
p cada uno de los cuales mandaban una partida de gue- 
>> rrillas, recibiendo para sí y sus tropas. 

» El coronel don Ignacio Oribe, su mayor don Fer- 
» mín Lavalleja y varios de sus oficiales. 

» Carnaval y su partida de vaquéanos, que - acompa- 
«fiaba al general Lavalleja. 

» El coronel Don Leonardo Olivera para su oficia- 
» lidad y tropa de su división, que era la de Maldo- 
» nado. 

» Por esta relación se verá que todas las divisiones 
» de orientales, fueron premiadas con ganados. 

» Su plan era ir recompensando sucesivamente é lo- 
» do el ejército y lo hubiera hecho asi, si hubiera per- 
» manecido en él. 

» La infinidad de vecinos que se presentaban en el 
» Cuartel General á sacar ganados con caballos y peo- 
» nes, recibían la autorización necesaria, pero eon la 
» condición de entregar la mitad de lo que reco 
» jiesen al general Soler en la Banda Oriental. Con 
» este ganado se debían comprar caballos, cambiándo- 
» los por vacas, y el resto se vendería para distribuir el 
» producto entre los soldados y oficiales del ejército. 
». El General Soler (1) había comprado ya muchos caba- 


(1) El general Soler era entonces Comandante General de 
Armas en la provincia, que había sustituido al coronel don Pa- 
blo Zufrialegui, en el mismc cargo. A la vez había sustituido 
á éste en el comando de la línea sitiadora, el coronel Olazábal. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 11 


» líos, y satisfecho parte del ganado que las tropas lia- 
» bían consumido anteriormente. Había además tomado. 
» sus medidas para tener noticias exactas de todo el ga- 
» nado extraído del territorio enemigo, á fin de cobrar 
» la mitad, como se había dispuesto. Esta operación que- 
» dó interrumpida por la venida del general Soler, pero 
» el general Lavalleja que halló todo dispuesto para lle- 
» varia á cabo, ha debido verificarla, como una deuda 
» sagrada contraída con nuestras tropas, no solo en 
» galardón de sus proezas y fatigas, sino en justa retri- 
» bución de una riqueza obtenida por medios tan legí- 
» timos, -(i) 

» Además de esto, en el ejército de línea se dieron 
» también ganados á los generales Paz y Mansilla y á 
» los coroneles Pacheco, Zufriategui, Deza, Olazábal, 
» Vega, Medina, Latorre, Yuper y Correa, á este último 
►> para unos parientes suyos; ó los tenientes coroneles 
» Albin. Quesada, Montoro, Artayeta y Cáseres; al co- 
» mandante Vázquez, de artillería, para unas hermanas; 
» al general Lavalle, para un hermano y un capataz 
» que le había acompañado. » 

Al mencionar Alvear estos nombres tan honorables 
por motivos tan subalternos, lo hacía con la siguiente 
nota: « Habríamos querido escusarnos de estampar nom- 
» bres tan distinguidos, por motivos tan subalternos; 
» pero la naturaleza de los ataques de nuestros ene- 
» migos, nos ha competido á este paso, que espera- 
» mos será disculpado. » 

Entre tanto, Alvear luchando con las contrariedades 
que esterilizaban sus esfuerzos para emprender segun- 
da campaña, esperando inútilmente los auxilios y re- 
cursos solicitados, tenía que limitar sus actos en las 

(1) Debe tenerse presente que cuando el general Alvear.pu- 
blicaba esta exposición, ya no estaba al mando en jefe del 
ejército republicano, habiendo sido sustituido en él por el ge- 
neral Lavalleja. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


operaciones sobre el enemigo. No obstante esto, aun- 
que no hubo ningún hecho de armas sobremanera 
trascedental, las armas republicanas obtuvieron un 
triunfo importante en Camacuá el 5 de Abril, conquis- 
tando en esa acción un nuevo laurel para ellas. 

Poco después, en el ínteres de reunir y reincor- 
porar al ejército los desertores ó licenciados de la 
milicia, ó soldados de línea que se hallasen en la 
Banda Oriental, y obtener caballada, mandó Alvear en 
comisión urgente al general Laguna á la Banda Orien- 
tal, desde su cuartel general en Bagó dirijiéndole el si- 
guiente oficio al gobernador de la provincia, adjuntán- 
dole en copia los pasados á Laguna: ” 

Cuartel General en Bagé, Abril 21 de 1827. 

El general en jefe del ejército republicano, por las 
adjuntas copias, impone á V. E. de la comisión con 
que ha tenido á bien mandar á esa provincia al señor 
general don Julián Laguna. Ella es de la mayor impor- 
tancia en las circunstancias, las que V. E. conoce y 
por ello espera el general que firma, que V. E coadyu- 
vará por su parte, á que el señor general Laguna, pue- 
da con prontitud desempeñarse en ella. 

El infrascripto saluda á V E., con la más distingui- 
da consideración y aprecio. 

Carlos Alvear. 

Excmo. señor Gobernador de la Provincia Oriental. 


Cuartel general en Bagé, Abril 21 de 1827. 

* 

El general en jefe del ejército republicano dirije es- 
ta nota al señor general Laguna, y le ordena que luego 
que la reciba se ponga en marcha para la Provincia 
Oriental á cumplir la comisión que se expresa ó conti- 
nuación. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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El señor general Laguna con toda la brevedad que 
le sea posible, reunirá todos los hombres que pueda en 
la Provincia Oriental, bien sean milicianos, licenciados, 
ó bien de los hombres que aún no éstén alistados, colo- 
cando en ellos los oficiales que les pertenezcan y estén 
con licencia, y los que tienen licencia absoluta, á menos 
que estén por faltas de salud imposibilitados de poder 
venir al servicio. 

Está reunión la efectuará el señor general Laguna 
en el punto que crea conveniente, y bajo el concep- 
to de que la incorporación al ejército deberá practi- 
carse en el Yaguarón. 

Los desertores de milicias deben ser también incor- 
porados bien sea aprehendiéndolos, ó bien indultán- 
dolos, si así lo cree mejor el señor general, quedan- 
do para este caso facultado bastantemente. 

Los demás soldados del ejército que se consideren 
soldados de línea ó veteranos, debe el señor general 
hacerlos perseguir con empeño, y hacerlos aprehender 
para conducirlos en la reunión, y con su castigo dar 
ejemplo á los demás soldados, pero si hubiese algúh 
indulto publicado por el señóT general Soler que los 
comprenda, tendrá este todo su valor y el señor gene- 
ral se arreglará por él. 

Por esta misma nota, queda bastante facultado el se- 
ñor general Laguna, para hacer reunión de todos los 
caballos que se puedan, tomándolos dónde los halla y 
dando documentos, por si lo exijiese la necesidad del 
ejército. 

El señor general Laguna podrá impartir órdenes ú 
los Comandante Militares ó Jueces de los Departamen- 
tos, para que cumplan con la prontitud que las cir 
cunstancias lo exijan. 

El señor general Laguna manifestará al señor gene- 
ral Soler como autoridad superior, la comisión, de que 
va encargado por el general- en jefe, y con esta fecha 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


li 


lo avisará al dicho general y al gobernador de la pro 
vincia, para que coadyuven al lleno de ella. 

El general en jele saluda al señor general, á quine se 
dirije con su consideración más distinguida. 

Garlos Alvear. 

Sr. general don Julián Laguna. 

Entre tanto, pasaba el tiempo, avanzaba la estación 
lluviosa, que haría más difícil la situación, y era nece- 
sario tomar cuarteles de invierno. El marqués de Bar- 
bacena había sido llamado á'la córte, siendo sustituido 
desde el 12 de Mayo en el comando en jefe del ejército 
imperial por el vizconde de la Laguna, Lecor, ex capitán 
general y gobernador de la Cisplatina. 

El ejército republicano se encamina á Cerro Largo j 
donde llega á mediados de Junio, tomando allí cuarteles 
de invierno, sin ser inquietado por el enemigo. — Do- 
mina en aquella posición hasta Yaguarón, sobre 50 
leguas de Río Grande. Allí establece sus talleres, orga- 
niza su hospital en la iglesia de Meló, y allí permanece 
el resto del año 27, en cuyo periodo se suceden acon- 
tecimientos de la mayor trascendencia, como se verá 
en el curso de estas narraciones. 


CAPÍTULO n 


Antecedentes. — Iniciativas pacificas. — Actuación de la diplo- 
macia británica.— Cómo empezó á tratarse de negociación 
de paz entre las Provincias Unidas del Río de la Plata y 
el imperio del Brasil. — Lord Ponsonby y Mr. Gordon. — 
Proyecto de convenio de paz, — Memorándum. 


Con anterioridad á los sucesos relatados en el capí- 
tulo anterior, y aún antes de librarse la batalla de Itu- 
zaiñgó, habían surgido iniciativas ó sugestiones pací- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


ficas de parte de los representantes acreditados del 
Gobierno de Su Majestad Británica, ya fuesen ó no de 
carácter privado, tendentes á solucionar la cuestión 
que se debatía con las .armas entre el Brasil y la 
Argentina, importa, sin duda, conocerlas, para el esciá 
recimiento de la historia, y poder apreciar la série de 
acontecimientos políticos que tuvieron lugar en aquella 
época, hasta el descenso de la Presidencia de Rivada- 
via, de que trataremos más adelante. 

El 4 de Febrero del año 1827,-16 días antes de 1L 
brarse la batalla de Ituzaingó entre los ejércitos del 
Brasil y de las Provincias Unidas del Río de la Plata, 
—el caballero Gordon Ministro de S. M. Británica en 
aquella Córte presentó privadamente al emperador un 
Proyecto de convención de paz en la contienda.— El 
emperador exijió que fuese autorizado con la firma 
del referido ministro, á lo cual se prestó sin dificul- 
tad el señor Gordon sólo para autorizar la autentici- 
dad. 

El proyecto estaba concebido en estos términos: 

MEMORANDUM 

PARA LAS BASES CENDRALES DE ÚNA CONVENCIÓN ENTRE 
LAS PROVINCIAS UNIDAS 

DEL RIO DE LA PLATA Y EL EMPERADOR DEL BRASIL 

t m 

Artículo l.° — La Provincia Oriental se erejirá en un 
Estado libre, independiente y separado. 

Art. 2.° — Las partes contratantes se comprometen á 
abstenerse de to'da intervención directa ó indirecta y 
conjuntamente á estorbar por cuantos medios estén á 
sus alcances la intervención de toda otra poten- 
cia europea ó americana, en la formación de cualquie- 
ra Constitución política y forma de gobierno que los 
habitantes de dicho Estado juzguen conveniente esta- 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


blecer, quienes se gobernarán por su propia Constitución 
declarándose impedidos de poder incorporarse con otra 
potencia europea ó americana, bien sea por sujeción 
bien sea por federación. No se erijirán fortalezas, ni en 
tiempo alguno se admitirán fuerzas extranjeras ni per- 
mitirá su residencia en ningún punto del territorio sin 
prévio consentimiento de las dichas partes contratantes. 

Art. 3.°— Ambas partes contratantes se garantirán mu- 
tua y respectivamente una á otra este Reglamento por 
el término de quince años, contados desde la data de 
esta Convención. 

Art. 4.°— Las fortificaciones de Montevideo y de la 
Colonia serán demolidas y desmanteladas inmediata- 
mente. 

Art. 5.° — Los gastos que deban ocasionarse en la eje- 
cusión del articulo arterior, serán costeados por el Go- 
bierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata, á 
quien se autoriza en consecuencia para nombrar per- 
sonas que celen y hagan efectivo lo estipulado. 

Art. 6.°— Las autoridades brasileras se compromete 
rán á no oponer dificultades para ejecutar la demoli- 
ción de las expresadas fortificaciones, antes bien, 
prestarán toda asistencia razonable en el caso: 

Art. 7.°— El Gobierno de las Provincias Unidas que- 
dará habilitado para dar principio á la obra, dentro 
de seis semanas si pudiese, contando el plazo desde 
que se ratifique esta convención. 

Art. 8.°— Las guarniciones brasileras permanecerán en 
las fortalezas hasta que se haya concluido la demo- 
linición de las obras. ' 

Art. 9.°— Sise suscitase disputa entre las partes contra- 
tantes al cumplir el desmantelamiento de las espresa- 
das fortificaciones, se ocurrirá á la potencia mediadora, 
á fin de que nombre uno ó más comisionados para de- 
terminar los puntos de la contienda, y esto hecho, 
su decisión será obligatoria para una y otra parte. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 17 


Art. 10.— Luego que se haya llevado á su pleno electo, 
con satisfaciún de las partes contratantes, la demoli- 
ción de las referidas fortificaciones, las mismas par. 
tes contratantes retirarán inmediatamente al otro lado 
de sus fronteras, todas las tropas y fuerzas de su de 
pendencia que se encuentren dentro de las fortalezas 
y de la Provincia Oriental. 

Art. 11.— Todos los prisioneros tomados por una y 
otra parte en mar y tierra, desde la ruptura de las hos- 
tilidades, serán á virtud de este Convenio, restituidos á 
sus respectivos países; y todos" los naturales de la 
Banda Oriental, detenidos por uno ú otro partido, á 
causa de opiniones políticas, serán puestos inmediata- 
mente en plena libertad. 

Art. 12.— Desde la data de la ratificación de este Con- 
venio, cesarán por mar y por tierra las hostilidades; y 
restableciéndose felizmente de este modo la paz, nombra 
rán las dos altas partes contratantes sus respectivos 
plenipotenciarios para negociar y concluir entre ambas, 
un Tratado definitivo de límites y comercio. 

A los 15 días, recibió Mr. Gordon contestación del 
marqués de Quelur, en que le significaba « que veía 
» con espanto la proposición de abandonar al Pueblo 
» Cisplatino á sí propio, para formar un Gobierno; esto 
» es, abandonarlo á la ambición y tiranía del primer 
a ocupante, como estuvo siempre, hasta que por el bien 
» de la conservación propia, el Gobierno del Brasil, ven- 
» ció y expulsó á Artigas, cuya ocupación, el Gobierno 
» de Buenos Aires, por motivos que le eran peculiares, 
» reconoció como acto legítimo. » 

A estas objecciones, contestaba Mr. Gordon « que ha- 
« bía recibido seguridades de que el emperador con- 
» sentiría en proclamar la independencia si se eligiesen 
<i formas para llevarla á efecto, que no envolviesen una 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


o denegación de su derecho natural á gobernar en la 
« Provincia Cisplatina. » (1) 

A esta obertura de Mr. Gordon, ministro de Su Ma- 
jestad Británica en la córte del Brasil, habían precedido 
otras en igual sentido desde el año 1826, y especial- 
mente las de lord Ponsonby en Setiembre de aquel año. 
—Eso decidió, en opinión de un 'publicista- contempo- 
ráneo, al Gobierno de Rivadavia á mandar en misión 
al doctor don Manuel J. García á la córte del Janeiro 
en Abril de 1827, á negociar un convenio de paz con 
Su Majestad Imperial. 

Sobre el uso que se hizo de aquellas oberturas, re- 
fiere el doctor Magariños, en sus escritos históricos 
citados, lo siguiente : 

« El 25 de Setiembre de 1826, con el carácter de una 
» sugestión estrictamente privada, mandó lord Ponson. 
» by un Memorándum sobre la base principal de una 
» convención entre Su Majestad Imperial y las Provin- 
» cias Unidas del Río de la Plata, en que estipulaba 
» que la Provincia Oriental se erigirla en un Estado 
)> libre, independiente y separado. 

« Así fué como comenzó á tratarse formalmente de 
» la negociación de paz entre las Provincias Unidas 
» del Río de la Plata y el imperio del Brasil. 

n A esa obertura privada, contestó el Gobierno de la 
» Presidencia, en 3 de Octubre, que cuando el Pleni 
» potenciarlo de Su Majestad Británica indicó la idea, 

» manifestó desde luego que una base de una íranscen- 
h dencia que era probable fuese tan fatal, y que desde 
« ese momento perjudicaba tanto ai ser nacional de 
r la República, no sólo era contra sus principios, 

» sino que estaba fuera de sus facultades el tratar 
» sobre ella; más que si tal proposición era presentada 
» oficial y directamente por la potencia mediadora, á 

(1) Escritos históricos por el Br. don Francisco Magariños 
Cervantes, 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY i!) 


» quien el Presidente, como ledas las autoridades de 
» la República, están decididas á rendir todas las con- 
i) sideraciones de que ella es tan digna, consideraría 
» de su obligación darle el curso legal que por las ins- 
» tituciones del país corresponde; pero que declara- 
» ba oportunamente que siempre juzgaría de su deber 
» exijir de la Representación Nacional el que no se 
» asintiese ó tal proposición, sin que se obtuviese por 
» parte esencial de ella, la garantía de la potencia me- 
» diadora y proponente. Lord Ponsomby encontraba 
» muchas y fuertes razones para corroborar la deter- 
»> minación del Gobierno Británico de no garantir arre- 
» glo alguno territorial de cualquiera clase, ó bajo cuales. 
» quiera circunstancias. Que ya había manifestado ver- 
» balmente, con mucha estensión, la entera convicción 
» de que particularmente se había penetrado, de que 
» la garantía que se> deseaba no produciría ventaja al- 
» guna á Buenos Aires que no fuese obtenible por otras 
» medidas que eran ascequibles. 

« Respecto de la otra garantía que también fue objeto 
» de discusión, á saber: la de la navegación del Rio de 
» la Plata para las partes interesadas, no se atrevía á 
» hablar en los mismos términos estrictos, y no oculta- 
» ba su particular opinión de que si los beligerantes juz- 
» gasenque tal medida era necesaria ó esencial para 
)> conseguir una pacificación, el Gobierno no se recha- 
» zaría á escuchar la propuesta, con una fuerte disposi- 
» cióná hacer todo lo que pareciese necesario, que es- 
m tuviese dentro de los limites de su política, adoptada 
» para alcanzar aquel objeto, que es el más benéfico y 
» urgente. » 


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20 COMPENDIO DE LA HISTORIA 


CAPÍTULO III 


Organización de la Provincia.— Necesidad de regularizar su 
administración.— La Junta de Representantes acuerda el 
nombrarme nto de Gobernador Delegado.— Causas y propó- 
sitos de est^ resolución.— Nombramiento de don Joaquín 
Suárez de Gobernador Delegado de la Provincia.— Apre- 
ciaciones de] Gobierno Nacionol sobre el asunto.— Suá- 
rez entra al ejercicio d 1 gobierno político en el carácter 
de Gobernador Delegado®— Lavalleja, Gobernador propieta- 
rio, marcha con las fuerzas de su comando, al ejército.— 
Notas del Gobierno Nacional relativas. 

Cuando fue nombrado Lavalleja gobernador de la 
Provincia Oriental el año 25, nada había organizado en 
ella que correspondiese á su nueva posición; era me. 
nester crearlo todo, ú la vez de combatir por su liber- 
tad.— A eso se contrajo el Gobierno provisorio y la pri- 
mera Legislatura Provincial, en la esfera de lo posible. 
Al designarse al general Lavalleja para gobernador, fué 
facultado para poder nombrar delegados en caso de 
necesidad en que no pudiese atender personalmente a 1 
desempeño de las funciones de su cargo en la Admi. 
nistracíón, por las atenciones de la guerra, considerán- 
dose que no sería siempre posible conciliar la esta- 
bilidad requerida en el ejercicio del Gobierno, con la 
movilidad demandada por las exijencias de la guerra. 
Asi fué queá últimos del año 25 luvo que delegarlo has- 
ta Abril del año siguiente, en que asumió el cargo nue- 
vamente. Empero pasaba el tiempo, y la organización 
de la Administración Pública no se realizaba sino muy 
lentamente, á pesar de los esfuerzos de la Legislatura y 
de las recomendaciones del Ejecutivo Nacional, inte, 
resado en que se regularizase para bien del Estado. En 
ese mal, no dejaban de influir las rivalidades parli- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 21 


distas la negligencia y el espirita de oposición al Go 
bierno Nacional, precisamente por los que más debían 
propender á la unión y á la concordia. 

En el interés de remover las causas ostensibles del 
mal que se sentía, y de conciliar en lo posible las coj 
sas, la Junta de Representantes resolvió en sesión de 
5 de Julio (1S26) el nombramiento del señor don Joa- 
quín Suárez de gobernador delegado de la provincia 
para encargarse del gobierno .político reservando el tí- 
tulo de gobernador propietario, al señor general La 
valleja. En consecuencia el 9, procede la Junta á nom- 
brar al señor Suárez gobernador delegado ó sustituto, 
encargado del mando político de la provincia, y el 10. 
participa su nombramiento al Gobierno Nacional. 

El 12, el general Lavalleja, gobernador de la provin- 
cia, anuncia su marcha con las fuerzas de su mando, 
á compartir los afanes y glorias con el ejército de la 
República, quedando depositada la autoridad guberna- 
tiva en el ciudadano que había reunido la confianza de 
los Representantes de la provincia. 

En esa fecha lo manifestaba así en la siguiente pro- 
clama dirijida desde San José á los habitantes de la 
provincia, qu,e decía textualmente: 

« Don Juan Antonio Lavalleja, Brigadier de los Ejércitos 
Nacionales, y Gobernador de la Provincia, 

» A SUS HABITANTES 

» Ciudadanos: — Vuestro gobernador, fiel siempre á sus 
empeños, y obediente á la voz de las autoridades, mar. 
cha con las fuerzas de su comando á compartir los afanes, 
y gloría del ejército de la República. Él posee 1a más 
alta satisíación por la certeza de un triunfo que tu- 
vo la fortuna de promover, y hoy cuenta en su auxilio 
el poder respetable de los pueblos hermanos. Los 


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22 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


orientales, armados sólo de su coraje, han hecho sen- 
tir no pocas veces á los esclavos del usurpador la 
prepotencia de los libres. ¿Qué no harán, pues, entre 
las filas numerosas que sostienen su independencia? 
¿Qué no harán por la disciplina — de sus bríos, por el 
acopio de los recursos, por el noble incentivo de la 
emulación, y por la energía de la concordia?— Contem- 
pladlo, y abandonad sin reserva, á la vehemencia de 
vuestros votos, ellos serán colmados con el pleno goce 
de esa libertad, por quien suspirasteis tanto tiempo, y 
que habéis procurado entre los peligros de los comba- 
tes. los rigores de las campañas y las ruinas de vues- 
tros haberes. 

» Llegó la época, compatriotas, de recibir el galar- 
dón de que sois tan dignos. Yo parto á redoblar esíuer' 
zos que aceleren el gran día. La autoridad guberna 
tiva con que me honrasteis, queda depositada en un 
ciudadano que á la vez, ha reunido la confianza de 
vuestros representantes y de su comitente, por sus 
recomendables circunstancias. Él es encargado de pre- 
sidiros, mientras sigue el clarín de la guerra. 

Lavalleja. 


San José, 12 de Julio de 1826. » 

El gobernador delegado en posesión del Gobierno, da 
comienzo al ejercicio de sus funciones gubernativas. 

El 17 se dispone trasladar á Canelones la sala de R. 
y Gobierno. 

El Gobierno Nacional, en virtud de lo acaecido y con 
vista de las comunicaciones recibidas, se dirije á ia vez 
al gobernador delegado nombrado, á la Junta de Re- 
presentantes, y al general Lavalleja, gobernador pro- 
pietario, en notas del 28 y 29 de Julio, significándoles 
sus apreciaciones. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 23 


De ellas se desprendía su desagrado por el tempera 
mentó adoptado por la Junta de Representantes, no por 
la honorabilidad reconocida del delegado, sino por juz- 
garlo ineficaz y embarazoso para el desempeño de sus 
funciones. Por el apego que parece descubrir en el 
general Lavalleja al titulo de gobernador, y por fin, por 
haber suspendido sus sesiones la Legislatura, cuando 
„eran más necesarias para la marcha de la administra- 
ción pública. 

Dejaremos al tenor de las notas que van á leerse á 
continuación, la demostración de las apreciaciones del 
Ejecutivo Nacional con referencia á las resoluciones 
adoptadas, indudablemente, con la mejor intención, cu- 
yos resultados pondrán de manifiesto el curso de los 
sucesos sobrevinientes. 

Hé aquí su contenido: 

Departamento de Gobierno.— Buenos Aires, 28 de Julio 
de 1826.— El ministro de Gobierno tiene la honra de acusar 
recibo de la comunicación de 10 del corriente, en que 
el Sr. don Joaquín Suórez, avisa haber sido nombrado 
por la Honorable Junta de Representantes de esa pro- 
vincia, con el carácter de gobernador delegado con 
arreglo á la resolución de la misma Junta de 5 del co- 
rriente, de la que acompaña copia S. E. el Sr. Presi' 
dente á quien el que suscribe ha dado cuenta de aque- 
lla comunicación, ha ordenado que á su nombre se 
manifieste al señor gobernador delegado que le ha si 
do sumamente satisfactorio haya recaído la elección 
en un ciudadano de cuyas relevantes cualidades y pa- 
triotismo, debe prometerse mucho la provincia que pre- 
side, á la nación de que ella es parte. No debe, sin 
embargo, disimularse al señor gobernanor delegado, lo 
que en el concepto de S. E. el señor Presidente, él ha 
sido puesto por aquel nombramiento en la situación 
más penosa y difícil. Las comunicaciones que con 
esta fecha se dirijen ó la Honorable Junta de Repre- 


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24 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


sentantes y al señor general Lavalleja, de que se remiten 
copias al señor gobernador delegado, lo instruirán de 
los sentimientos del Gobierno Nacional á este respec- 
to, y déla necesidad ds prevenir en tiempo los ma' 
les que deben temerse de una medida en que quizá han 
tenido las consideraciones personales más influencia 
que lá que reclama el interés y el orden público. El minis- 
tro á nombre de S.E., recomienda al señor gobernador de- 
legado coopere activamente por su parte á que satis- 
fechos los deseos del Gobierno nacional pueda em- 
prenderse la organización de ese importante territorio, 
adoptando la medida que se propone, como la única 
capaz de satisfacer por lo pronto los votos de esos 
pueblos, y de asegurarles en lo sucesivo la libertad 
y el Orden. Al ministro después de felicitar por su 
parte al señor gobernador delegado, tiene la. honra 
de ofrecerle los más sinceros sentimientos de su con- 
sideración y aprecio . — Julián S. de Agüero . — Al señor 
Gobernador Delegado de la provincia Oriental. 

Departamento de Gobierno, Buenos Aires, 28 de Ju- 
lio de 1826.— El ministro de Gobierno que suscribe, ha 
recibido y elevado al conocimiento de S. E. el señor 
Presidente de la República, la respetable comunicación 
de 8 del corriente, en que, contestando á la Honorable 
Junta de la Provincia Oriental á las que en 16 y 26 del 
pasado le fueron dirigidas por el que suscribe, le ins- 
truye de la resolución que ha creído oportuno tomar 
para que no encontrando en lo sucesivo trabas y em- 
bargos las disposiciones que se acuerdan por las autori- 
dades nacionales, se haga en esa provincia la guerra con 
tezon, contribuyendo ella al mismo tiempo en la parte 
que le toca á la organización general del Estado. S» E. 
el señor Presidente ha visto con particular satisfacción 
los honorables y patrióticos sentimientos de que en la 
referida comunicación se manifiestan animados los se- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 2ü 

flores representantes. S. E. en medio de la multitud de 
dificultades con que á cada paso toca para corresponder 
dignamente á la alta confianza con que lo han honrado 
los pueblos, contó siempre muy particularmente con la 
cooperación deesa importante provincia y de las autori- 
dades que la presiden, pues que adiestradas por las lec- 
ciones que ha dejado las memorias de sus pasadas des- 
gracias, están en actitud de conocer quizás mas que en 
otra alguna, lo que importa el orden, la unión y el res- 
peto á las leyes y á las autoridades que sólo emanan de 
ellas. Y aunque la resolución tomada por la Honorable 
Sala en sesión de 5 del corriente, no ha llenado cumpli- 
damente los deseos del Gobierno ó lo que es más exac- 
to, aunque por ella no han quedado del todo garantidos 
los intereses públicos, es justo, sin embargo, reconocer 
el celo con que en circunstancias tan espinosas se han 
conducido los señores Representantes. El ministro aca- 
ba de indicar que la resolución tomada por la Honora 
ble Sala no ha llenado cumplidamente los deseos del 
Gobierno ni garantido del todo los intereses públicos. 
Esta consideración y la necesidad de trasmitirla sin 
embozo ó la Honorable Junta de Representantes, ha teni- 
do al Gobierno en algunos días en una mortificante . in- 
decisión. Pero es necesario que todo cedaá lo que recla- 
man imperiosamente las primeros intereses del Estado. 
En los grandes conflictos es siempre funesto que se 
tomen á medias las medidas. De lo contrario, el mal 
ó no se cura ó se dá lugar á que sobrevenga otro 
quizá mayor. Este es el inconveniente que tiene la re- 
solución que ha tomado la Honorable Junta. Por ella 
queda el general don Juan Antonio Lavatleja con el 
titulo de gobernador de la provincia, y encargado de 
desempeñar sus funciones uti gobernador sustituto ó 
delegado. A primera vista parece que una medida tal, 
iodo lo consulta y lo conciba. Más el ministro se li 
songea poder convencer á los señores Representan- 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


tes que el temperamento adoptado es perjudicial á esa 
provincia y puede ser funestísimo á los intereses gene- 
rales de la Nación. Nada, en efecto, más perjudicial 
á la provincia que el darle en estos momentos un 
Gobierno que por sólo el hecho de ser delegado y pro- 
visorio debe ser inactivo, vacilante y sin energía. Esa 
provincia reclama urgentemente una organización que 
le haga olvidar sus pasadas desgracias, y la precava 
de los males y consecuencias de la guerra de que es 
ella el principal teatro. ¿ Y esta obra complicada y di- 
fícil podrá emprenderla un Gobierno de una duración 
tan precaria? ¿ Guando la emprenda podrá lisongearse 
que será con éxito ? Es imposible, señores Represen- 
tantes, que un Gobierno tal, despliegue la actividad y 
firmeza que demanda una empresa tan difícil. Es ¡m 
posible que se resuelva á dar principio á una obra 
contando con que ha de ser interrumpida quizá an 
tes de la mitad de su carrera. Sería al mismo tiempo 
necesario no conocer el corazón del hombre para es- 
perar que una autoridad tan incierta pueda encon- 
trar el respeto y la cooperación sin la cual sus traba- 
jos todos serían infructuosos. Un Gobierno tal cual el 
que ha constituido la resolución de r> del corriente, en 
todas circunstancias, apenas sería un fantasma ó una 
sonibra de autoridad, incapaz por lo tanto de produ- 
cir algún bien positivo, más en las que f rodean hoy á 
esa provincia él puede llegar á ser su mayor azote 
por la sola necesidad en que se le pone de per- 
macer en inacción, cnando todo reclama una ac- 
ción constante, decidida y firme. 

Pero si la delegación del Gobierno eri estas circuns- 
tancias es evidentemente perjudicial á esa Provincia, 
es al mismo tiempo funestísima á los primeros y más 
sagrados intereses del Estado. Si efseñor general La- 
valleja se hubiese desprendido no sólo de las funcio- 
nes, sino también del cargo de gobernador de la pro- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


27 


vincia, habría dado un ejemplo que sería de una grande 
influencia para contener á los díscolos que a todo 
trance se empeñan aúrr en envolver al país en la más 
espantosa anarquía. Habría dado á la autoridad nacio- 
nal una nueva fuerza moral que tan necesaria le es en 
el estado de dislocación ó que han sido conducidos los 
pueblos, por los extravíos anteriores. Habría finalmente 
desorientado los planes que no cesa de concebir nues- 
tro intrigante y pérfido enemigo para sembrar entre 
nosotros la discordia, dividirnos y sojuzgarnos. Más el 
medio término que se ha adoptado mantiene aún tas 
esperanzas de los malvados que se lisongean poder en- 
contrar alguna vez apoyo en el resentimiento que su- 
ponen ha dejado en el señor Lavalleja el procedimien- 
to del Gobierno Nacional. A este mismo Gobierno se le 
hace aparecer transigiendo y capitulando en lo que con 
tanta justicia y con tan sagrados títulos ha podido y de 
bido exigir. Ultimamente se' ha dado lugar á que el 
vizconde de la Laguna, haciendo valer tanto privada co- 
mo públicamente la falta de inteligencia que supone 
existir entre el señor Lavalleja y el general en jefe, y 
la resistencia de aquel á obedecer las disposiciones de 
la autoridad nacional, multiplique los me'dios de sedu 
ción de que no pueden menos de estar instruidos los 
señores Representantes. Esta última consideración es 
de tanto mayor peso cuanto que el emperador del 
Brasil sin otra esperanza que la que le hace concebir la 
falta de unión entre los pueblos jle la República y la 
anarquía que se promete introducir en ese territorio, 
ha entorpecido hasta ahora el' entrar en una negocia- 
ción á que ha sido provocado por la Gran Bretaña, que 
ha ofrecido exponláneamente su mediación. Así es que 
el ministro de S. M. B. que se esperaba en esta capital 
dos meses hace, aún permanece en el Janeiro empe- 
ñado en vencer las resistencias de aquel Emperador 
y según se anuncia en un papel oficial de aquella córte > 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


el emperador había declarado definitivamente que no 
entraría en negociación que no. reconociese por base 
la incorporación de la República Cisplatina á su Imperio; 
añadiéndose que esta declaración ha sido trasmitida 
por el ministro inglés á su Gobierno en una fragata de 
guerra que salió del Janeiro á mediados del mes ante- 
rior. Es pues necesario resolverse á animar la guerra y 
continuarla con todo el vigor que reclama el honor na- 
cional, atrozmente atacado por un enemigo poderoso. 
Para esto es necesario sobre todo la unión, sin ella to- 
dos nuestros esfuerzos solo servirán para hacer más 
irreparable nuestra ruina y más degradante y vergonzo 
sa nuestra humillación. Para que la unión exista es ne 
cesario considerar á la autoridad nacional como el centro 
de ella, y que el respeto y la sumisión común á sus 
deliberaciones y á sus órdenes le deje toda aquella fuer- 
za de acción sin la cual es imposible salir de los gran- 
des conflictos. Si la Provincia Oriental, por su impor- 
tancia entre las de la Unión, presenta á las demás ese 
ejemplo de sumisión y de deferencia; si las autoridades 
que la presiden secundan eficaz y activamente las 
miras del Gobierno nacional, no' habrá seguramente 
obtóculo que no se rinda, ni resistencia que no se 
venza. 

El ministro recomienda a los señores Representantes 
mediten seriamente sobre las ligeras observaciones que 
acaba de apuntar y espera que convencidos desde luego 
que ellas han sido dictadas por la buena fé y por el celo 
más puro por los intereses generales del Estado, se 
apresurarán á evitar los males é inconvenientes que 
puede producir la resolución de 5 del corriente mes, y 
no trepidarán desde luego en dar á esa benemérita pro- 
vincia un Gobierno tal cual lo reclaman sus particula- 
res intereses y los generales déla República. Él ministro 
no desconoce 1-os sentimientos honorables que condu- 
jeron sin duda á la Honorable Junta á acordar aquella 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


29 


resolución. Se creyó acaso que de otro modo se liaría un 
agravio ó un desaire al señor general Lavalleja, cuyos 
distinguidos servicios reclaman una gratitud justa de 
la provincia y de sus representantes. Pero en primer 
lugar nadie aventaja al Gobierno nacional en reconocer 
en su justo valor los servicios del señor Lavalleja; de 
ello ha dado pruebas inequívocas y tendrá una satis- 
fación en repetirlas siempre que sea necesario ó que 
se presente una oportunidad Más á su vista todo cede, 
y se subordina á los intereses generales de la nación. 
En segundo lugar sería hacerle al señor Lavalleja una 
injusticia el suponerle un apego tal al título de goberna- 
dor, que por conservarlo quisiera exponer á la provincia 
y á la nación toda a las consecuencias que puede pro- 
ducir un Gobierno que será siempre débil sólo porque 
es delegado ó provisorio. Mucho más cuando la verda- 
dera gloria que no puede disputarse al Sr. Lavalleja, no 
consiste ciertamente en ese vano título, sino en los 
distinguidos servicios que ha prestado y que aún debe 
prestar á la causa de la nación. Si eí Gobierno no con- 
sidera en este punto toda la trascendencia é importan- 
cia que tanto se acaba de ponderar, él sería el primero 
en tener con el señor Lavalleja una deferencia ó con 
descendencia tal. Mas desde que sé ha convencido que 
ella puede en algún sentido ser perjudicial” su deber es 
obrar con firmeza. Así es que el ministro que suscribe 
al recibir de S. E. el señor Presidente orden para dirigir 
ó la Honorable Junta la presente comunicación, la ha 
recibido también para dirigirse en el mismo sentido al 
señor general Lavalleja, como lo hace con ésta fecha, 
acompañándole una copia autorizada déla presente. El 
ministro que suscribe, después de recomendar nueva- 
mente á la Honorable Junta de Representantes, á quien 
se dirije, el que tomando en consideración.cuanto queda 
expuesto, se sirvan acordar la resolución que corres- 
ponde, tiene el honor de reiterar á los señores represen- 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


tantes los sentimientos de su consideración y aprecio. 
Ala Honorable Junta de Representantes de la Provin- 
Oriental— Julián s. de Agüero.— Está conforme: Agüero. 

Departamento de Gobierno. — Buenos Aires, 29 de 
Julio de 1820.— El que suscribe, ministro secretario en 
el Departamento de Gobierno, se lia instruido con el 
mayor disgusto que la Honorable Junta de Repre 
sentantes de esa provincia después de haber encar 
gado el mando político de ella al señor gobernador 
delegado ha resuelto suspender por ahora sus sesio- 
nes. Una resolución tal en estas circunstancias puede 
ser de una trascendencia funesta. La provincia carece 
hasta hoy de la organización que sólo pueden darle 
las Leyes. Esta es la grave pero muy honrosa mi- 
sión que habían recibido de los pueblos aquellos á 
quienes ellos nombraron por sus Representantes. Su 
primer deber pués, es corresponder á costa de cual 
quier sacrificio á una confianza que tanto los honra- 
y no hay quien pueda desconocer que en el más 
pronto desempeño de este encargo se interesa la pros- 
peridad de esa provincia, el orden pqblico y las li- 
bertades de los ciudadanos. Por otra parte, es cierta- 
mente muy notable que después de haber puesto al 
señor , gobernador delegado en la posición embara- 
zosa que es consiguiente á este carácter precario, los 
señores Representantes lo abandonen sin prestarle en 
el desempeño de sus funciones el poderoso apoyo que 
debe siempre buscar en la Representación Provincial, 
El señor gobernador delegado no puede menos que 
tocar á cada paso la verdad de lo que se acaba de ex 
poner. Es por lo tanto que el ministro cree de su de- 
ber recomendar al señor gobernador delegado que in' 
cite y requiera formalmente á los señores Represen- 
tanes para que se reúnan nuevamente y se contrai- 
gan con asiduidad al desempeño de sus funciones. Es- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 31 


to es hoy indispensable para que puedan tomar co 
nocimiento de la comunicación que con fecha de ayer 
les ha sido dirijida por el que suscribe, y de que se ha 
acompañado copia al señor gobernador delegado. Más 
aún cuando no mediaría este motivo, las circuns- 
tancias complicadas que rodean á esa provincia, y la 
posición difícil en que debe encontrarse el Gobierno 
Delegado, son razones demasiado poderosas para que 
la Honorable Junta de Representantes permanezca 
reunida permanentemente. Es de esperar que el se- 
ñor gobernador delegado obrará en este particular con 
todo el interés propio de su acreditado celo. El minis- 
tro con este motivo repite al señor gobernador de- 
legado las protestas más sinceras de su considera 
eión y aprecio.— Julián S. de Agüero — Sr. Goberna- 
dor Delegado de la provincia Oriental. 

Departamento de Gobierno.— Buenos Aires, 28 de Julio 
de 1826. — El ministro que suscribe ha recibido la comu- 
nicación que con fecha 10 del presente le ha dirigido el 
señor general don Juan A. Lavalleja en contestación á 
la que con fecha 16 del pasado, se le remitió por con- 
ducto del Oficial Mayor de ese Departamento don Igna 
ció Núñez. El señor general se queja de que se haya 
censurado con tanta severidad su conducta y manifiesta 
los embarazos en que lo ha puesto su posición para 
adoptar una marcha diferente de la que ha seguido. 
En cuanto á lo primero, el señor general debe reconocer, 
que cuanto el que suscribe expresa en la comunicación 
á que hace referencia fué arrancado por el justo temor 
de los males que amenazaban al Estado, sino empeza- 
ba á obrarse con firmeza y sin más respeto que el que 
debe tenerse preferentemente á la causa pública. Por lo 
demás, el señor general debe estar satisfecho de las par- 
ticulares consideraciones á que en el concepto del Go- 
bierno Nacional lo han hecho acreedores sus recientes 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


y muy distinguidos servicios. Por lo que hace á lo se- 
gundo, el Gobierno conoció mucho antes de ahora lo di- 
fícil y espinoso de la posición en que se encontraba el 
señor general, y esta fue precisamente la razón que lo 
forzó á dirigirse en un mismo sentido, tanto ai señor 
general como á la Honorable Junta de la provincia, en 
los términos que lo hizo en sus comunicaciones de 16 
del pasado. El señor general al recordar en la suya del 
10 del corriente los embarazos en que debió ponerlo la 
situación violenta de esos pueblos, no sólo ha recono- 
cido la justicia del procedimiento del Gobierno, sino que 
autoriza al ministro que suscribe, á espresarle que la 
medida acordada por la Honorable Junta de Represen- 
tantes en sesión de 9 del corriente, el nombramiento de 
un gobierno delegado, y el haberse reservado al seftor 
general ó quien se dirige el titulo de Gobernador pro- 
pietario de la provincia, no hará otra cosa que hacer 
más embarazosa su posición, causar graves perjuicios 
á la organización de la provincia, y comprometer quizás 
los más sagrados intereses de la nación. Asi es que de 
orden de S. E. el señor Presidente se dirige á la Hono- 
rable Junta de Representantes de la provincia, hacién- 
dole presente todos estos inconvenientes én la comuni- 
cación de que se acompaña una copia al señor general. 
El ministro espera que el señor general que tantas 
pruebas ha dado de su interés por la causa de la na- 
ción, y de un desprendimiento que le será siempre 
honroso, meditará con imparcialidad y sin prevención 
las justas consideraciones que se desenvuelven en aque- 
lla comunicación y penetrado de las justas miras que 
dirijen en el particular al Gobierno nacional, se apre- 
surará á tomar la iniciativa, y á exijir de los señores 
Representantes que sin pérdida de momento libren á 
la provincia de los' males que debe ocasionar un Go 
bierno naturalmente débil por su carácter de delega- 
do ó provisorio, y que le dén el que tan imperiosa- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY" 


33 


•mente reclaman las extraordinarias circunstancias en 
que ella se encuentra, y la urgente necesidad que se 
siente de empezar la delicada y difícil obra de su orga- 
nización interior. Si el señor general da en estos momen- 
tos un ejemplo tal de desprendimiento en favor de la fe 
licidad y bienestar de su patria, liabrá prestádole este 
nuevo servicio más distinguido sin duda que todos los 
<temas con que se ha granjeado el reconocimiento y la 
gratitud de sus compatriotas, y lo que es más, habrá 
ayudado.activamente á la autoridad nacional á vencer las 
grandes dificultades que se tocan para la organización 
del Estado. El ministro que suscribe, después de haber 
cumplido con lo que se le ha ordenado por el señor 
Presidente con la franca exposición que acaba de hacerle, 
tiene el honor de reiterarle las más sinceras protestas 
de su consideración y aprecio.— Julián S. Agüero.— Al 
señor general don Juan Antonio Lavalleja.— Está confor- 
me.— Agüero. 


CAPÍTULO IV 


Situación crítica del gobierno de Rivadavia.— Resuelve ne- 
gociar la paz con el Brasil.— Nombramiento de enviado 
para negociarla.— Instrucciones que recibe.— Ajuste de la 
convención de paz —Regreso del negociador conducién- 
dola— Alarma é indignación que produce su conoci- 
miento.— Desaprobación y rechazo del tratado.— La anar- 
quía recrudece.— Renuncia Rivadavia la Presidencia.— 
Álvear renuncia el comando en jefe del Ejército Repu- 
blicano.— El Congreso acepta la renuncia de Rivadavia de 
la Presidencia.— Nombramiento de Presidente proviso- 
rio.— Se instala la Legislatura de Buenos Aires.— Nom- 
bramiento de Gobernador.— Dorrego lo obtiene.— Se reci- 
be del Gobierno.— Disolución del Congreso. 

Sumamente critica era la situación del gobierno del 
Presidente Rivadavia. Hostilizado sin consideración á 
las circunstancias por sus contrarios; combatido ruda- 
mente en el Congreso por una oposición tremenda, que 
encabezaba Dorrego, y fuera de él, virtualmente combi- 


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34 COMPENDIO DE LA HISTORIA 


nada entre los partidarios exaltados de la guerra y la 
oposición de las provincias desidentes con el régimen 
de la unidad implantado por la Constitución política, 
asi como la de los gobernadores de ellas opuestos á 
dar contingentes para la remonta del Ejército Nacio- 
nal; el Gobierno se sentía estrechado acerbamente en 
su marcha. 

La guerra civil, con todo su cortejo de enconos y ma- 
les, tomaba cuerpo, haciendo más difícil la situación, 
obstaculizando al extremo la marcha administrativa. 
En medio de aquel caos, la prensa gubernista bien 
inspirada, se producía en esta forma, tan sensata como 
patriótica: 


« Mientras nuestros valientes exponen su vida para 
» humillar la altivez del enemigo, no falta entre noso- 
» tros quien alce el pendón de la discordia y la ense- 
» ña del exterminio. Los correos que vienen á anun- 
» ciarnos los triunfos del ejército, se cruzan con los 
» que traen las noticias más deplorables. Apenas aca- 
» hamos de aplaudir una victoria, cuando tenemos que 
» llorar un desastre, y las albricias de los buenos pa- 
» triotas que se felicitan por las glorias de las armas 
» de la República, se mezclan á la feroz algazara con 
» que sus enemigos festejan los progresos de la guerra 
» civil. ¿Será posible que ya no nos quede mas arbitrio 
» que el de alzar el puñal de la venganza? Así se sirve 
» la causa de la libertad? Así se merece la gratitud déla 
» Patria? Habremos sacudido el yugo de nuestros opre- 
» sores, para fomentar odios y perpétuos rencores? Qué 
i) responderemos á los vencedores de Ituzaíngó si nos 
» preguntasen el uso que hemos hecho de sus victo- 
« rias?. . . Cuando vosotros recojíais laureles, nosotros 
» desgarrábamos á nuestra madre común; los trofeos 
» que habéis levantado, están manchados con nuestros 
» crímenes? 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 35 


m Le nada sirve declamar contra la anarquía, y haber 
» derrocado el despotismo, sino se piensa en poner los 
» cimientos á una sabia y prudente libertad. » 

Sombrío era el cuadro presentado de la situación. 

« Rivadavia— dice un historiador, (1) — luchaba á brazo 
» partido con las dificultades que le oponía la guerra 
» exterior, las divisiones intestinas, las penurias 
» del erario, la ambición de los caudillos y otros 
i) obstáculos de no menor gravedad que se levanta- 
» ban á cada paso en su marcha. Las arcas naciona- 
» les estaban en el último período de su consunción, 

» el papel moneda del Banco Nacional había desmere- 
n cido una tercera parte de su primitivo valor, las tro- 
» pas estaban desnudas y faltas de lo necesario para 
» conservar entusiasmo y disciplina; el bloqueo por 
» tierra le había privado del trato comercial; el de 
u Buenos Aires sostenido por los Imperiales le tenía 
» privado el comercio. En esas difíciles circunstancias, 

» se decidió Rivadavia á negociar la paz con el Bra. 
» sil para emplear después el ejército en la pacifica- 
» ción de las provincias, ya que no veia la posibili- 
» dad de pacificar primero a estas para llevarlas ú 
h tiempo al teatro de la guerra .» (2) Con ese propó- 
sito,— prévío el Consejo de Ministros y de otras notabili- 
dades,— procedió al nombramiento del doctor don Ma- 
nuel José García, de ministro plenipotenciario cerca 
de Ja córte de Río Janeiro, en misión de paz. (19 dé 
Abril.} 

Las instrucciones dadas en esa fecha por Rivadavia 
.al negociador nombrado, eran poco más ó menos las 
siguientes: 

(1) Apuntes para la historia de la República Oriental del 
Uruguay,— Deoaoro de Pascuale. 

(2) Bosquejo histórico de la República Oriental del Uru- 
guay. (Berra.) 


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36 


COMPENDIO DE LA. HISTORIA 


1°.— A! llegar el señor García á Río Janeiro, con el 
carácter de Enviado Extraordinario y Ministro Pleni- 
potenciario de la República cerca de su Majestad im- 
perial, deberá comunicarlo á Mr. Gordon, ministro ple- 
nipotenciario de su Majestad Británica en el Brasil pa 
ra por su intermedio ser recibido por su Majestad im- 
perial en misión de paz. 

2.°— Qué en caso que el Gobierno del Brasil consin- 
tiere en tratar sobre el negocio de la paz, quedaba pie 
namente autorizado para ajustar y concluir- cualquiera 
convención preliminar que haga cesar la guerra y que 
restablezca la paz entre la República y el Imperio 
del Brasil en términos honrosos y con garantías re- 
cíprocas para ambas partes, que han de tener por 
base la restitución de la provincia oriental á la erec- 
ción y reconocimiento del dicho territorio en un Es- 
tado separado, libre é independiente, bajo las formas y ce 
glas que sus habitantes quieran adoptar y sancionasen, 
no debiendo exijirse en este caso compensación al- 
guna por las partes beligerantes. 

El 6 de Mayo llegaba García á Río Janeiro é inicia- 
ba poco después las negociaciones; y el 24 del mis 
mo mes quedaba ajustada y firmada una convención 
de paz entre ambas partes. En Junio 20 llegó de re- 
greso á Buenos Aires conduciendo el tratado nego- 
ciado, cuyos principales artículos eran los siguientes: 

« Artículo l.°— La República de las Provincias Unidas 
del Río de la Plata reconoce la independencia é inte- 
gridad del Imperio del Brasil, y renuncia á todos los 
derechos que pudiere tener al territorio de la provin- 
cia de Montevideo, llamada hoy Císplatina.— Su Ma 
jestad Imperial reconoce igualmente la independencia 
é integridad de la República de las Provincias Unidas 
del Río de la Plata. 

•Arl. 2. "—Su Majestad el (imperador dei Brasil prome 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 37 


te del modo más solemne que, con la sanción de la 
Asamblea Legislativa del Imperio, el arreglo de la 
provincia Cisplatina con la mayor consideración, del 
mismo modo, ó aún mejor que las otras provincias 
del Imperio, atendiendo al sacrificio que han hecho 
sus habitantes de su independencia con su incorpo- 
ración al Imperio, dándoles un régimen apropiado á sus- 
hábitos, costumbres, y necesidades. 

Art. 3.°— La República de las provincias Unidas reti- 
rará sus tropas del territorio Cisplatino y las pondrá 
en pie de paz, haciendo lo mismo su Majestad Impe 
rial, en [la misma provincia. » - Qué el gobierno Ar- 
gentino retiraría las baterías y pertrechos, de Martín 
García. » 

Art. 5.°— -La República de las Provincias Unidas pa- 
gará el -valor de las presas que hubieran hecho los 
corsarios cometiendo actos de piratería. 

Art. 8.° — Ambos gobiernos solicitarán de su Majestad 
Británica la garantía de la libre navegación del Río de 
Plata por el término de 15 aflos. » 

No bien se tuvo conocimiento de las cláusulas del 
tratado, cuando se difundió la voz que García había 
traicionado la República y pactado una iniquidad, alar 
mando los ánimos, subiendo de punto la indignación, 
en lo cual tenían no poca parte las instigaciones de los 
enemigos del gobierno. 

» El populacho, capitaneado por caudillos audaces — 

» refiere el historiador citado— (i) se dirigió á la man- 
» sión dél presidente, cometiendo muchos descome- 
» dimientos. — En medio del desorden, la vida del doc- 
» tor García corrió peligro, teniendo que ocultarse para 
» salvarla, siendo también atacado su Secretario .en el 


(1) Deodoro de Pascuale. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


38 


» café de la Victoria, á los gritos desaforados de gue- 
» rra ! guerra 1. . . » 

En ese estado de cosas, Rivadavia en consejo de Mi- 
nistros acuerda y resuelve desaprobar y rechazar com - 
pletamente la Convención Preliminar de la referencia, 
publicando la siguiente resolución: 

Buenos Aires, Junio 25 de 1827. — El Poder Ejecutivo 
en consejo de ministros ha examinado la Convención 
Preliminar de Paz celebrada por el enviado de la Re- 
pública á la córte del Brasil, y considerando que el 
dicho enviado no solamente ha extralimitado sus ins- 
trucciones, sino que ha alterado su verdadero espíritu 
y significado, afectando la estipulación que aquella 
Convención abraza, el honor -nacional, atacando su 
independencia y todos los intereses esenciales de la 
República;— el Gobierno ha acordado y resuelto recha 
zarla. como de hecho la rechaza.— Rivadavia.— Julián 
de Ag itero .—Francisco de la Cruz. » 

El rechazo del tratado implicaba la continuación de 
la guerra con todos sus inconvenientes y consecuen- 
cias, y siendo eso lo que perseguían los que clamaban 
por ella, era lógico que se dieran por satisfechos; pero 
era otro su interés, como lo demostraron los sucesos 
subsiguientes: echar por tierra el Gobierno Nacional y 
adueñarse de la situación, por más que la guerra civil 
ardiese hasta el último extremo. Serios por demás, 
eran los peligros que se corrían. La cordura y abne- 
gación patriótica de don Bernardino Rivadavia, quiso 
conjurarlos inspirándose en los intereses de la patria, 
deponiendo en sus aras todo cuanto le era dable, y 
con ef más noble dTes.prendimienfo renuncia 1a Presi 
dencia de la República ante el Congreso Nacional el 
27 de Junio, dirigiéndole en esa solemne ocasión un 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


39 


notable Mensaje, del cual consignaremos para su 
honra en estas páginas históricas, lo siguiente: 

« Guando fui llamado á la primera Magistratura de la 
» nación por el voto libre de sus Representantes, me 
» resigné á hacer un sacrificio muy penoso para un 
*■ hombre que conocía demasiado los obstáculos que 
» en momentos tan difíciles quitan toda ilusión al po- 
» der, y más bien inducen á alejarse de la dirección de 
m los negocios públicos. 

» Entré con resolución en la nueva carrera que me 
•» designaba el voto público; y si no me ha sido posible. 
» vencer las dificultades inmensas que se me han pre- 
» sentado á cada paso, tengo al menos la satisfacción 
» de haber hecho los esfuerzos posibles para llenar mis 
h deberes con dignidad. Rodeado sin cesar de obstácu- 
» los y de oposiciones de todo género, he proporciona- 
•■» do á la patria días de gloria, que podrán recordarse 
» con orgullo, y he sostenido hasta el último momento 
» el honor y la dignidad de la nación. Mi celo, para 
» consagrarme sin reserva á su servicio, es hoy el mis- 
» mo que en el primer día que me encargué de presidir- 
» la. Pero, desgraciadamente, dificultades de nuevo gé-' 
» ñero, que no me había sido posible prever, han llegado 
» á convencerme que mis servicios no pueden serle ya 
» útiles. Cualquier sacrificio por mi parte sería infruc- 
«> tuoso. 

» En esta convicción debo renunciar el poder, como 
» lo hago desde este momento, deponiéndole en el seno 
* del Cuerpo Nacional, de quien [recibí aquel depó- 
» sito. 

» Me es penoso no poder exponer á le faz del mundo 
» los motivos que justifican mi irrevocable resolución; 

» pero tengo al menos la certidumbre de que ellos son 
» bien conocidos de la Representación Nacional. Puede 
j) ser que hoy no se haga justicia á la nobleza y since- 


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40 


COMPENDIO DE LA HISTORIA- 


» ridad de mis sentimientos; pero la espero algún día 
» de la posteridad: la historia me hará justicia. 

» Al descender del puesto elevado donde me habían 
» colocado los sufragios de los Representantes, debo 
» manifertarles mi profundo reconocimiento, no tanto 
» por la alta confianza con que me honraron, sino tam- 
» bién por el celo constante y patriótico con que 
» han sostenido mis débiles esfuerzos para conservar 
« hasta ahora sin mancha, el honor y la gloria de nues- 
» tra República. Me atrevo ahora á recomendarles que 
» provean prontamente al nombramiento de la persona 
» á quien debo hacer entrega de una autoridad que no 
» puede permanecer más largo tiempo en mis manos. 
» El estado de los negocios públicos lo exige imperio- 
» sámente; y este será un nuevo motivo de gratitud há- 
» cia los dignos Representantes á quienes les ofrezco 
» los sentimientos de mi alta consideración y respeto. 
» — Bernardino Rivadavia.- 

Al siguiente día, dirige la palabra á los pueblos ex- 
hortándolos á consagrar sus esfuerzos á la patria, 
haciendo abstracción de localismo, divisiones de par- 
tido y animosidades personales, propendiendo ó con- 
solidar el orden y la concordia. — Exhortaciones tan 
sensatas se perdían en el vacío. 

El 30 aceptó el Congreso la renuncia de Rivadavia de 
la Presidencia de la República; pero la aceptó pidiendo 
á su patriotismo se prestase á continuar por unos días 
más, en el ejercicio del poder, mientras no se nom- 
brase sustituto, para evitar la acefalía del Gobierno. 

Antes de producirse la renuncia de Rivadavia, los 
efectos de la anarquía reinante se habían hecho sentir 
en el ejército republicano, impulsando á su general en 
jefe don Carlos Alvear, á hacer dimisión de él, como 
lo hizo efectivamente al día siguiente de haber hecho 
Rivadavia renuncia del Gobierno. — El 28 de Junio, Al* 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


41 


vear, desde su cuartel general en Cerro Largo, dirigía 
al ministro de la Guerra su renuncia del comando en 
jefe del ejército, exponiendo las razones que lo impul- 
saban á ello en la nota que vamos á transcribir en 
parte, no haciéndolo integramente por su extensión. 

Como pertinente al asunto, le damos lugar, antes de 
proseguir la relación de los sucesos que se siguieron 
al cese de Rivadavia en el Gobierno, y nombramiento 
de sustituto : 


« Cuartel general en el Cerro Largo, 
á 28 de Junio de 1827. 

» El señor ministro observará muy bien que 

el Cerro Largo dista sólo 50 leguas del Río Grande a 
que el ejército, partiendo de este punto, y supliéndose 
de un número suficiente de caballadas, como la dis- 
tancia que tiene que andar es corta, el ejército tendrá 
más tiempo de operar en el continente enemigo. Ello 
es indudable que habrá que dar una batalla : en ella 
el triunfo de nuestra caballería sobre la enemigo, 
puede asegurarse, á pesar que la caballería enemiga 
será muy superior en número, calculando por la deci- 
sión que muestran los continentales, unido al interés 
de defender su país : Este cálculo puede fallar por el 
temor y la desmoralización en que está el arma de 
caballería en el continente. En cuanto á la infantería 
enemiga, no puede ser destruida sino por otra infan- 
tería, por lo quebrado y cortado del país y es preci- 
so decir en obsequio de la justicia, que la infantería 
enemiga está bien mandada por jefes extranjeros y 
europeos, y que ha mostrado tener una instrucción 
muy brillante y una serenidad que le hace honor. 

» El ejército, compuesto de tres mil infantes, dos mil 
caballos de linea y trescientos artilleros, tendrá una 
fuerza de cinco mil trescientos hombres, á la cual uni- 


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42 


COMPENDIO DE LA. HISTORIA 


dos mil quinientos orientales, formarán un total de 
seis mil ochocientos hombres. Con una fuerza así, pue 
de esperarse, manejándola con habilidad, brillantes re- 
sultados. 

\ 

» Es necesario no equivocarse, y conocer al fin que ó 
este príncipe no se le impondrá sino con medios pro* 
porcionados para ello. El general en jefe cumple con su 
deber en exponer á su Gobierno su opinión, como la 
concibe y no trepida en asegurar que ásu juicio, estos 
medios son muy pequeños si hubiese habilidad y activi- 
dad en los ministros del Emperador, es preciso también 
no equivocarse y convencerse que el ejército imperial 
no bajará parala primavera de siete mil quinientos hom- 
bres á pesar del desquicio actual que el ejército invasor 
se debilita en el mero hecho de internarse en un país 
enemigo, al paso que el invadido se fortifica por el 
sostén y auxilio que le presta su población. 

» El general en jefe, después de haber llenado su deber 
en calidad de tal, en todo lo que antecede en esta nota, 
se contraerá ahora á lo que te es puramente personal. 
El general en jefe hace renuncia formal y decidida del 
mando del ejército que el Gobierno ha tenido ábien con- 
fiarle; él no continuará de ningCin modo en su mando; 
las razones que tiene para ello, las deducirá el señor 
ministro del tenor de esta nota. Por otra parte, el gene- 
ral en jefe víctima de los sucesos anteriores del país, 
admitió el cargo del ejército, solo porque creyó que em- 
pleado en su servicio activo frente al enemigo, ocupado 
en un servicio noble, en defensa de su país, no solo 
satisfacía los impulsos de su corazón, sino que se 
ponía ó cubierto de los tiros de la maldad y de la ini- 
quidad. 

» Sin embargo, el señor ministro, sabe como han caído 
sobre éi, sean cuales sean las circunstancias políticas 
del país que hayan dado margen á estos ataques, que el 
general en jefe no ha creído merecido; él ha sido más 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


43 


afectado, cuando ha visto que lian hecho impresión 
donde no debían haber tenido acojida. 

i) Un país cuyas ideas sean tan pervertidas que se 
ocupen encarnizadamente en destruir á los hombres 
que le sirven en las grandes crisis, podrá merecer to- 
das las disculpas que se quieran, pero no hallará mu- 
chos servidores. 

» Cuando el general en jefe ha hablado á su Gobierno 
por el órgano de su ministro con la decisión que lo ha 
hecho, sobre quevio continuará con el mando del ejér- 
cito, lo ha hecho porque^n un Gobierno republicano, no 
hay poder que obligue á un ciudadano á admitir ó seguir 
con un cargo tal. Sin embargo, como el general en jefe 
está animado de los sentimientos más puros de inte- 
rés por su país, él se ofrece, si el Gobierno lo tuviese 
por conveniente, é seguir sirviendo en el ejército al 
mando de una división de caballería; de este modo la 
práctica que ha adquirido en esta campaña y sus rela- 
ciones, podrían ser útiles al nuevo general, y tendría la 
satisfacción de acompañar hasta el último á sus herma- 
nos de armas, compañeros de sus trabajos y sus triun- 
fos. Al hacer la renuncia del mando del ejército, con 
que el Gobierno lo ha honrado, el general en jefe se ha 
quitado de encima un enorme peso. Esta renuncia, se- 
ñor ministro, és sincera, franca y decidida. 

Garlos deAlvear. » 

Conservando la cronología de los sucesos, continua- 
remos ahora la narracción de lo interrumpido con lo 
relativo á la renuncia de Alvear del comando del ejér- 
cito. 

Hemos dicho que el 30 de Junio aceptó el Con- 
greso la renuncia del Presidente Rivadavia, en la for- 
ma que queda referida. En los tres primeros días de 
Julio, los prohombres de ambos partidos políticos que 


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44 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


actuaban en el Congreso, acordaron . presentar un pro- 
'yecto de ley, proponiendo el nombramiento de un Pre- 
sidente provisional hasta la reunión de los Diputados 
de la antigua provincia de Buenos Aires, quedando, 
entretanto convenido derogar las leyes de Presidente 
permamente y la capitalación de Buenos Aíres, resta- 
bleciéndose la autonomía de la provincia, y el régimen 
federal, disolviéndose el Congreso existente. 

El 5 de Julio se nombró al doctor don Vicente López, 
Presidente provisorio, en cuya virtud resignó Rivadavia 
el puesto que ocupaba el 7 del corriente, entrando á 
ocuparlo el nombrado. — Este, en ejercicio de sus fun- 
ciones gubernativas, expidió el 13 un decreto relevan- 
do á Alvear del comando det ejército que había re- 
nunciado, y nombrando al general Lavalleja para sus- 
tituirlo.— Ilay que advertir que á la sazón en que se 
efectuaba este nombramiento, Lavalleja se hallaba en 
Buenos Aires, distanciado de Alvear, y resentido de que 
se hubiese preferido al coronel don José María Paz para 
encargarlo del mando del ejército, como efectivamen- 
te lo estaba en reemplazo de Alvear, que había sido 
llamado á Buenos Aires, mientras sé resolvía sobre la 
su renuncia. 

La administración provisoria de don Vicente Ló- 
pez, duró unos dos meses escasos, dando tiempo á 
la instalación de la Legislatura Provincial. Esta se ins- 
taló el 3 de Agosto y el 12 nombró al coronel don Ma- 
nuel Dorregó de gobernador de la provincia,— que ha- 
bía sido el alma de la tremenda oposición contra Ri- 
vadavia y el partido centralista que le era afecto. 

El 13 se recibió Dorrego del Gobierno, nombrando sus 
ministros, que lo fueron sucesivamente Moreno, Bal- 
earse, 'Guido, Rojas y algunos otros. 

En consecuencia de lo acaecido, y en consideración 
á las extraordinarias circunstancias de la República, el 
Congreso General Constituyente se disolvió el 18 reco- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


45 


mendando á la Legislatura de Buenos Aires y su go- 
bierno— mientras no pudiese obtenerse una declaración 
de todas las demás provincias de la Unión— la direc- 
ción de la guerra y las Relaciones Exteriores, la satis- 
íación y pago de las deudas, créditos y obligaciones 
contraídas, y la negociación de los empréstitos decre 
fados. 

Esa resolución del Congreso fué comunicada en la 
misma fecha á los gobernadores de las provincias, in- 
cluso la oriental, en la siguiente forma : 

Sala del Congreso. 


Buenos Aires, Agosto 18 de 1827. 

El Vice-Presidente que suscribe, tiene el honor de 
dirigirse al señor gobernador de la provincia oriental, 
Iranscribiéndole la resolución siguiente : 

« El Congreso General Constituyente, en considera- 
ción á las extraordinarias circunstancias de la Repú- 
blica, y de conformidad con el espíritu y la letra de la 
Ley de 23 de Enero de 1825, resuelve lo siguiente : 

» Artículo 1°. — El Congreso recomienda á la Legisla- 
tura de Buenos Aires y su Gobierno, mientras pueda 
obtenerse una deliberación de todas las demás pro- 
vincias, la dirección de la guerra y Relaciones Exte- 
íñores; la satisfación y pago de las deudas, créditos y 
obligaciones contraídas para auxiliar á los gastos na- 
cionales; y la negociación de los empréstitos decre- 
tados por las leyes de 27 de Octubre de 1825 y 27 de 
Julio del corriente año, bajo las condiciones y garantías 
que en ellas se establecen. 

» Art. 2 o .— El Congreso y Gobierno - Nacional quedan 
disueltos. 

» Art. 3°.— El Presidente del Congreso hará entrega 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


por inventario.- de su Archivo, al Presidente de la Hono- 
rable Junta de la Provincia. 

» Art. 4°.— Comuniqúese al Presidente Provisorio de 
la República, á los gobernadores de las provincias, 
á los efectos consiguientes. » 

El infrascripto, después de cumplir con la precedente 
resolución en la parte que le corresponde, saluda al 
Excmo! señor gobernador, á quien se dirige, con la 
consideración que le merece. 


Juan C. Varela, 
.Secretario. 


Silcestre Blanco , 
Vice-Presidente. 


Excmo. señor gobernador y capitán general de la pro- 
vincia oriental. » 


Canelones, Setiembre 14 de 1827. 


Publíquese en el Registro Oficial. 
Rúbrica de S. E. 


Giró. 


La obra de las pasiones insanas, y de la deplorable 
anarquía, estaba consumada. 

El Gobierno y el Congreso Nacional habían desapa- 
recido. 

El 27 de Agosto la Legislatura Provincial de Buenos 
Aires encargó al Gobierno de Borrego del Poder Eje- 
cutivo de la nación, confiándole la dirección déla gue 
rra y las relaciones exteriores, hasta la deliberación 
de las demás provincias, como se insinuaba en la re- 
solución del Congreso del 18, al disolverse. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


CAPÍTULO V 

\ 

rt 

Los sistemas unitario y federal en la Banda Occidental del 
Plata.— Contagio en la Oriental.— La Constitución centra- 
lista del año 26, sancionada por el Congreso Constituyen- 
te en Buenos Aires, es aceptada en la provincia Oriental. 
—Leyes y decretos expedidos en esta para regularizar la 
administración pública.— Mejoras implantadas.— Adminis- 
tración de Justicia, Policía, Hacienda é Instrucción Pri- 
maria. 


Los sistemas de unidad ó centralismo, y de federa- 
ción, estaban en pugna, desde tiempo atrás en .las 
provincias occidentales del Río de la Plata, y su con- 
tagio desgraciadamente, se experimentó en la oriental, 
» siguiendo el flujo y reflujo de la política que tenia su 
» centro en Buenos -Aires », como lo refiere un histo- 
riador. (1) 

La Constitución política sancionada allí, el año 26, 
por el Congreso General Constituyente, adoptó el sis- 
tema unitario, que tenía en aquel centro de acción 
prosélitos y adversarios, como los tenía en las demás 
provincias. Algunas de ellas la aceptaron, pero otras la 
rechazaron pretiriendo el régimen federativo de cuyo 
antagonismo político surgió la guerra civil. Pero, una 
vez. sancionada la Constitución por el Congreso, el Go- 
bierno de Buenos Aires prestóle acatamiento, la remi- 
tió al de la provincia Oriental, como una de las de la 
unión, para que su Junta de Representantes se pro- 
nunciase, prestándole su soberana aprobación. 

Se recibió ó últimos de Enero del año 27, en circuns- 
tancias que la Sala de Representantes había suspen- 
dido sus sesiones, en Canelones, donde funcionaba, re- 
celosa del enemigo, en momentos que el ejército na- 
cional marchaba para la campaña del Continente. Sin 


( 1 ) Bosquejo histórico de la República Oriental por Berra. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


embargo, se convocó a la Junta para, sesión á princi- 
pio de Enero. Se reunió inmediatamente; se le dió 
cuenta del asunto, y se pasó & informe de una Comi- 
sión. Su dictamen fué favorable, y discutido el asun- 
to por la Legislatura, la Constitución fué aprobada en 
sesión del 19 de Marzo, por unanimidad de votos, pue 
de decirse, porque entre veinte Diputados presentes 
á la sesión, diez y siete dieron su voto aprobatorio, y los 
tres restantes votaron porque se librase el pronuncia- 
miento « de la provincia, al Soberano Congreso, » lo 
que no importaba desaprobación, sinó optar por un pro- 
cedimiento algo irregular en una Asamblea que repre- 
sentaba la autonomía de la provincia Oriental. 

El pueblo que componía la barra, en aquel acto so- 
lemne, se pronunció entusiasta, con demostraciones 
de regocijo, celebrando el resultado de la votación de 
la Asamblea, y dominado por su entusiasmo patriótico 
se lanzó de aquel recinto é las calles, vivando á la 
Constitución, al Congreso y ó la República. El gobierno, 
los funcionarios civiles y militares, en consorcio pa- 
triótico con la población, y los legisladores, festejaron 
con subido civismo el acontecimiento. En medio del 
público regocijo, la Junta de Representantes dió á luz 
un manifiesto dirijido al pueblo, del cual desprendemos, 
para engarzarlo en la historia, estos levantados con- 
ceptos: 

« Ya era tiempo— decía— de que nos presentásemos 
» ante el mundo de un modo digno, y así, como desgra- 
» ciadamente, fuimos el escándalo de los pueblos; aho- 
» ra serviremos de ejemplo para aquellos que hoy son 
» tan desgraciados como lo fuimos nosotros. Si la anar- 
» quía nos hizo gemir bajo el yugo de la tiranía, si 
» ella despobló nuestra tierra, y sirvió de pretesto á un 
» extranjero astuto que nos hizo arrastrar sus cadenas, 

» los principios de orden que hoy practicamos, con 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


49 


i) tribuirán sin duda á constituir el país y cerrar para 
» siempre la revolución. Esta esperanza consoladora 
» debe estimularnos más á practicarla. Constitución 
» debe ser en adelante nuestra divisa. » 

Tales eran sus votos y su fé en los destinos del 
pais, que luchaba por reconquistar su libertad, sustra- 
yéndolo al dominio del extranjero. 

En las circunstancias anormales en que se hallaba 
la provincia, se resentía su administración de la falta 
de regularización para su marcha, y cuando acababa 
de entrarse en un orden constitucional, como quiera 
que fuése, aunque el pacto ó Código Constitutivo no 
hubiese aún sido sellado con el juramento de los pue- 
blos, era de rigurosa necesidad contraerse á reparar 
faltas escusables, dando á la administración pública la 
organización que reclamaba. 

En ese terreno se colocaron con laudable solicitud 
el Gobierno y la Legislatura Provincial, abordando me- 
joras importantes en la administración, donde domina- 
ban las armas republicanas, contrastando su sensato 
proceder con el de' otros centres de perniciosa agita 
tación partidista, donde al decir de un historiador (1) 
» era aquello un volcán de ambiciones y de pocos pa- 
» trióticos deseos. » 

En honor y justicia de las autoridades de la Provin- 
cia Oriental de aquella época espinosa, citaremos algu 
ñas de las leyes y decretos expedidos por ellas, en los 
primeros meses del año 27, en obsequio de la orga- 
nización administrativa de la provincia, tan deseada 
para su comunidad, como encarecida por el Gobierno 
nacional. 

La supresión de los Cabildos, en virtud de la ley de 


(1) Apuntes para la historia por Deodoro Pascuale, miem- 
bro del Instituto Histórico del Brasil. 


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50 


‘ COMPENDIO DE LA HISTORIA 


Octubre del año 26 que se llevó á efecto desde el 1.» 
de Enero de 1827. díó lugar á la organización de la 
administración de Justicia, y otros ramos, realizada 
con laudable empeño por el Gobierno delegado y la 
Representación Provincial. La administración dé Jus- 
ticia, que antes estaba á cargo de los Alcaldes Ordi- 
narios, se colocó en otra altura siendo desempeñada 
por Jueces Letrados encargados de los Juzgados de pri- 
mera instancia cuyo número se fijó en tres, siendo 
facultativo del Gobierno designar los puntos donde de- 
bían residir. 

Además de estos magistrados, se crearon jueces de 
Paz en cada partido, nombrados por el Gobierno. — 
a la vez, se creó un Tribunal de Apelaciones y Deíen- 
surías de Pobres y Menores. 

En esta forma se organizó, puede decirse, al frente 
del enemigo,— que ocupaba las plazas de Montevideo 
y Colonia, y algún otro punto del territorio,— la adminis- 
tración de Justicia en los siete departamentos del in- 
terior, dominados por las armas republicanas. 

Los Juzgados de Primera Instancia, se establecieron 
de este modo: — Uno, para el Departamento de Maído* 
nado, siendo juez el doctor José Manuel Pacheco; otro,, 
para Soriano, Colonia y Paysandú, juez el doctor Juan 
José Alsina; otro, para Canelones, juez el doctor Gabriel 
Ocampos. La Fiscalía se confió al doctor Juan Andrés 
Perrera. 

Con igual solicitud dirigían sus vistas á la Organiza- 
ción -de la policía, de la hacienda, de la instrucción 
primaria y de otros ramos, cuyos detalles omitiremos 
en su mayor parte, en gracia de no fatigar demasiado 
la atención del lector. 

Suprimidos los Cabildos, como se ha dicho, á cuyo 
cargo estaba el ramo de policía, se dispuso que el 
servicio de ésta se desempeñase por comisarios en 
cada departamentOj bajo la dirección y dependencia- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


51 


del Gobierno. Para su mejor orden, se dividieron los 
pueblos y campaña en cuarteles y distritos, nombrán- 
dose un vecino propietario para el desempeño de las 
funciones de alcalde de cuartel. Sobre esta base, el 
servicio del ramo fué progresivamente regularizándose 
y mejorándose. 

La organización de la hacienda fué uno de los obje- 
tos de su preferente atención. Se crearon las oficinas 
de Contaduría y Tesorería, reglamentándose sus fun- 
ciones. La pureza con que se administraban las rentas 
públicas, fué un timbre de honor para sus administra- 
dores.— Sino descollaban grandes talentos, capacidades 
eminentes en la administración pública, la distinguían 
sus méritos, su buen sentido y sus virtudes recono- 
cidas, que enaltecían su amor acendrado á la patria y 
á la gloria de servirla con abnegación en la modesta 
esfera de sus aptitudes, en un tiempo escaso de. inte- 
ligencias cultivadas y sobresalientes.— Tan era asi, que 
aún para formar modestos oficinistas, hubo ejemplos 
de destinarse, por 'el Gobierno, jóvenes bien reputados, 
á Buenos Aires á practicar en los Ministerios para 
formarse, como sucedió con Narciso Tenorio y Juan 
Atanasio Labandera, que volvieron después aptos para 
oficinistas. 

incidentalmente hacemos esta referencia. 

En el ramo de instrucción primaria, desde Agosto 
del año 26, se propendió á su fomento, tanto por el 
Gobierno provisorio, como por los particulares amantes 
de las luces. —Con ese noble y patriótico propósito 
procedió el Gobierno al nombramiento de director dé 
escuelas, recayendo él en el competente y benemérito 
patriota don José Catalá y Codina, ex-director de la 
Escuela de la Sociedad Lancasteriana que funcionó en 
la ciudad de Montevideo desde el año 22 hasta prin- 
cipios del 25. 

En Agosto de ese año (1826), le cometió la formación 


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COMPENDIO DE La HISTORIA 


del presupuesto y plano para plantear una escuela gra- 
tuita en Maldonado, bajo el sistema Lancasteriano, á 
la vez que se establecía otra de igual clase en Guada- 
lupe, con el concurso generoso y patriótico del vecin- 
dario; y se proponía el Gobierno delegado, arbitrar 
«medios para la creación de establecimientos de idén- 
tica naturaleza en lodos los pueblos de la provincia. , 
Dejaremos á la nota oficial del director de escuelas, 
dirigida al Gobierno en Setiembre de ese año, que 
ponga de manifiesto lo actuado entonces, siendo ese 
el preliminar de los progresos alcanzados en el año 
siguiente (1827) en el ramo de instrucción primaria 
gratuita, en que Montevideo descolló, para gloria de su 
nombre y lustre de su historia desde los primeros 
tiempos de su fundación hasta nuestros días: 


Exorno. Gobierno: 

Por las comunicaciones que se sirvió expedirme V. E. 
con fecha 23 de Agosto próximo pasado, quedo ente- 
rado de haber el Gobierno, aprobado el presupuesto y 
planos que le presenté de la casa para escuela en la 
ciudad de Maldonado. Y como en la misma comunica 
ción se me hace presente que él Gobierno se ocupa de 
arbitrar medios y preparar elementos para la creación 
y fomento de establecimientos de igual clase en todos 
los pueblos de la provincia, be creído de mi deber, con 
él fin de que el Gobierno en la creación de las Escuelas 
que se propone, pueda proceder con datos fijos, acom- 
pañarles los tres adjuntos presupuestos de casas para 
escuelas. El uno se ha hecho para contener 200 niños, 
otro para 150, y otro para 100, en consideración á la 
mayor, mediana ó inferior población de los pueblos en 
dónde deban establecerse. 

El director de las escuelas, tendrá la mayor satisfa- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 53 


ción, si esta comunicación llegase á merecer la aproba- 
ción del Gobierno, á quien saluda con la más sincera 
consideración y respelo. 

Guadalupe, 27 de Setiembre de 1826. 

José Caíalo. 

A esla nota, acompañó el director de escuela el pla- 
no descriptivo de la referencia, para la construcción de 
tres locales destinados á escuelas, calculado el primero 
para 200 niños, por el sistema Lancasteriano adoptado, 
el segundo, para 150, y el tercero para 100, esplicándolo 
en nota especial. El presupuesto de fa 1. a , incluyendo 
útiles de enseñanza, se estimaba en 1.600 pesos. El de la 
2. a , en 1.270, y el de la 3. a , en 962. El sueldo asignado 
al preceptor de la 2. a se fijaba en 60 pesos mensuales, 
y en 50 el de la 3. a 

Hasta entonces no había sido posible al Gobierno, es- 
tablecer escuelas en la medida reclamada por la nece- 
sidad, pero entraba en sus propósitos arbitrar medios 
para realizarlo. -En ese estado, se formó en Guadalupe 
una Sociedad patriótica con el título de Lancasteriana, 
por destilo de la que hubo en Montevideo pocos años 
antes, con el laudable fin de proponder al fomento de 
la educación primaría, empezando por la construcción 
de locales para escuelas en Canelones, recurriendo al 
arbitrio de promover suscriciones voluntarias entre el 
vecindario, para el efecto, que tuvieron el mejor éxito, 
contribuyendo decididamente á él, no solo lo más dis- 
tinguido de la población y miembros del Gobierno, sino 
la corporación del Cabildo y el Gobierno mismo, como po- 
drá observarse con aplauso en la relación de los sus- 
criptos que consignamos á continuación: - 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


Relación de los individuos suscritos para la escuela 
de niños, en Canelones, por cuotas de 4 á 8 pesos, 
formando un total de 164 pesos: 

Fi'ancisco Cabejó, Ildefonso Champagne, José Itu 
rriza, Narciso Figueroa, Ramón Pena, Joaquín Suárez, 
Francisco Meló, Manuel Orcaja, Bartolomé Arias, Ma^ 
nuel Alonso, Martín Irazola, Eulogio Mentasti, José 
García, José del Pino, Andrés Montano, Agustina Golfa - 
rini, Antonio García, Gabriel Palomeque, Joaquín Salas, 
Juan Rivas, Alejandro Chucarro, Pedro Pereda, José 
Alvarez Domingo Moreno, Justo González, Juan Anto 
nio Pérez, Juan Florencio Vidal, Carlos Vidal, Manuel 
del Valle, Simón* Casaballe, Ambrosio Velazco, José Or- 
tíz y Marcos Quiroga. 

Relación de los individuos suscritos para la escuela 
de niños, con las cantidades que se expresan : 

Joaquín Suárez con 51 pesos, Gabriel Pereyra 34 pe- 
sos, Francisco J Muñoz 17 pesos, Santiago Sayago 17 
pesos, José Catalá 17 pesos, Francisco Vidal 17 pesos, 
Juan Susvíela 17 pesos, Pedro Francisco Berro 17 pesos, 
Ramón Márquez 17 pesos, Daniel Vidal por sí y otros 
amigos 24 pesos, Alejandro Chucarro 10 pesos, el Excmo. 
Gobierno 100 pesos, Manuel Alonso mil ladrillos, Bar- 
tolomé Arias mil ladrillos; V. B. 20 pesos, doctor J. Re- 
vuelta 50 pesos, Juan Tomás Nuñez 17 pesos, Carlos 
San Vicente 10 pesos, Pedro Pablo Sierra 10 pesos, Ma 
nuel del Pino mil ladrillos, Simón del Pino mil ladrillos, 
Cirilo Santurio 12 pesos, Felipe Lacueva 12 pesos, el 
Excmo. Cabildo 300 pesos, Atanasio Lapido 12 pesos.— 
Total suscrito 781 pesos. 

Además, los señores Juan Francisco Giró, ministro 
de Gobierno, Mateo Quiroga y Simón del Pino, se ha- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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Lían suscrito con 17 pesos cada uno, cuyo cobro no se 
habla efectuado hasta la fecha de la nota (31 de Marzo 
de 1827) en que la Directiva de la Sociedad Lancaste- 
riana daba conocimiento at Gobierno de lo recolectado 
y pagado, del producto de las suscriciones cuya rela- 
ción dejamos transcriptas. 

El dos de Mayo siguiente, proveía el Ministerio Giró la 
nota de la Comisión de la Sociedad, dando cuenta de lo 
actuado, « que se tuvieran presente los antecedentes, 
» para librar en oportunidad el importe para la cons- 
» trueción de la habitación para la escuela de ni- 
» ñas. » 

Cumple á la justicia histórica, recojer con aplauso 
estos antecedentes tan meritorios de los patriotas que 
actuaron en aquella época, poniendo de manifiesto su 
excelente espíritu y su solicitud recomendable por la 
enseñanza de la niñez que se formaba en nuestros 
campos y pueblos. Merced á ese espíritu, logró el Go- 
bierno provisorio ser autorizado en Mayo de aquel año 
■(1827) por la Legislativa, para hacer los gastos que de- 
mandaba el establecimiento de escuelas de primeras 
letras en los pueblos de la campaña, en cuya virtud de 
cretaban el 16 de Mayo la construcción de doce escue- 
las, incluso la que existía en Canelones, bajo el plano 
presentado por el director de escuelas señor Catalá, 
meses antes. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


CAPÍTULO VI 


Lavalleja en el comando en jefe del ejército republicano. — 
Sus primeras disposiciones. — Indulto á los desertores.— 
Asalto á un comboy. — Desaciertos. — Extrañamientos im- 
' puestos por el general en jefe. — Actitud del Gobierno y 
de la Legislatura Provincial.— Triunfa la buena doctrina. 
—Gestión del Gobierno de Buenos Aires recabando de la 
prpvincia oriental autorización para encargarse de la di- 
rección de la guerra y Relaciones Exteriores, y reconoci- 
miento del empréstito de 5 millones de pesos. 


El general Lavalleja había sido nombrado para susti- 
tuir al general Alvear en el comando en jefe del ejér- 
cito republicano que se hallaba en cuarteles de invier- 
no en Cerro Largo, estando á cargo provisoriamente 
del general Paz. Ese nombramiento había sido uno de 
los primeros actos ejercidos por el Gobierno interino 
de don Vicente López en Buenos Aires, sucesor del de 
Rívadavia.— Tal elección causó descontento en los jefes 
argentinos del ejército y aún en algunas personalidades 
orientales de significación, que preferían al general 
Paz para el mando en jefe, como militar de. escuela.— 
Fuese en ese concepto ó por otros motivos, refiere un 
historiador « que la elevación del general Lavalleja al 
» puesto que había ocupado Alvear en el- ejército de la 
» pación,- dió lugar á sucesos lamentables. » (1) 

La situación del ejército, por varias causas, era poco 
lisonjera. La deserción crecida que sufría, cada vez más 
la debilitaba. La inacción en que había quedado, produ- 
jo el retiro de muchos oficiales. Apénas Lavalleja tomó 
posesión del cargo, trató desde el Durazno de poner 
en práctica medidas conducentes á reparar el mal, de- 

(1) Bosquejo histórico de la República Oriental, por Berra. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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cretando en primer término un indulto general para los 
desertores en la forma siguiente: . 

« Don Juan Antonio Lavalleja, brigadier de la nación, 
gobernador y capitán general de la provincia orien- 
tal, y general en jefe del ejército republicano: 

» Considerando: que el ejército ba sufrido una crecida 
deserción, con la que muchos beneméritos soldados 
de la patria, después de largos años de sacrificios y pri- 
vaciones, han deslucido su mérito y errantes por varios 
destinos, tratan de ocultarse por el feo crimen que los 
anonada, y convencido al mismo tiempo, que á la fe- 
cha estarán bien arrepentidos de haber faltado tan es- 
candalosamente á sus más sagradas obligaciones. El 
infrascripto, con el deseo de volver á todos el goce de 
sus derechos, al tiempo en que se halla con el mando 
del ejército. 

» Ha acordado y decreta: 

» l. r — Quedan indultados los desertores del ejército y 
de provincia, que se presenten en el territorio dentro 
de un mes después de publicado este decreto. - 
» 2.°— Los comprendidos en el artículo anterior les 
bastará presentarse ante cualquier autoridad civil ó mi 
litar, de quien recibirán un documento que lo acredite 
y con él se dirijirán al cuerpo de .que dependan. 

» 3.°— Los individuos que procedan con arreglo á los 
artículos anteriores, serán acreedores á sus devengados 
y gozarán de todas las remuneraciones que les corres- 
pondan, extendiéndose esta beneficencia hasta los que 
por equivocados conceptas, han tenido la debilidad de 
pasarse á los enemigos. 

» 4.°— Después de cumplido el término prefijado, los 
desertores que fueren aprehendidos, serán tratados con. 
todo el rigor de las leyes. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


» 5.»— Publíquese y circule para que llegue ó noticia de 
todos. 

Cuartel General, en el Durazno, y Agosto 10 de 1827. 

Juan Antonio Lavalleja. 

Joaquín Iteuilla, 

Secretario. 

Todos los oficiales que se le presentaron, que se ha- 
bían retirado del ejército, marcharon para sus respec- 
tivos cuerpos, debiendo seguirlos otros con el coronel 
Andrés Latorre para el mismo destino, nombrado jefe 
del Regimiento de Dragones Libertadores. En la fecha 
del 12 de Agosto anunciaron del Durazno, la salida del 
general en jefe con su escolta, para el ejército dónde 
había mandado alguna tropa, con la idea de montarlas, 
tan luego como recibiese algunos caballos que espera- 
ba de Entre Ríos. 

Entretanto, el estado de las cosas era tan poco satis- 
fatorio con respecto á seguridad, que se dió el caso de 
que un comboy de carretas que iba del Durazno para 
el Cerro Largo conduciendo, municiones para el ejército 
y los equipajes de la oficialidad, fué asaltado y saqueado 
en el trayecto en la primera quincena de Agosto, por 
una partida de 25 hombres, que venía mandada del 
ejército para aumentar la escolta que custodiaba el com- 
boy cuya partida subfevóse en el camino, comenzando 
á balazos con los oficiales y concluyendo con el sa- 
queo de nueve carretas del comboy, huyendo con lo 
robado. 

Esto da la medida de la situación. ’ 

Para dominarla, y restablecer la marcha regular del 
orden, en la provincia, alterada más ó menos por los 
sucesos que habían tenido lugar, era necesario proce- 
der con suma discreción, evitando toda tendencia á la 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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división y á la anarquía, propendiendo al respeto de 
las leyes. En ese rumbo del buen sentido y las aspira- 
ciones patrióticas, se presentaba un hermoso campo 
á la labor fecunda del nuevo general en jefe del ejér- 
cito, gobernador-propietario de la provincia. — Pero, 
desgraciadamente, equivocó los medios para conseguirlo, 
y surgieron demasías, irregularidades y desconciertos 
lamentables en que se vid palidecer un tanto la estre- 
lla refulgente del prestigioso jefe de los Treinta y Tres 
legendarios de la Agraciada, como libertador, descen- 
diendo al terreno del atropello y la arbitrariedad, que 
es la negación del régimen de la libertad, y del respeto 
á las formas, derechos y leyes tutelares de los pueblos 
y del hombre.— El general Lavalleja no fué feliz en sus 
procedimientos. — Un historiador, refiriéndose á aquella 
época y á su personalidad, lo juzgaba de este modo: 

« Todo un conjunto de ideas erróneas y de resenti- 
» mientos— decía— lo arrastró al terreno de las violen- 
» cias, en el que era auxiliado, y quizás estimulado, 
» por jefes que lo rodeaban y por hombres de Buenos 
» Aires, interesados en hacer desaparecer del escena- 
» rio polítjco á los que habían prestado su conformidad 
» á la Constitución y á las tendencias oficiales del 
» año XXVI. Los comandantes de los departamentos 
» disponían de las personas y de las cosas, en nombre 
» de los intereses de la guerra. » (1) 

Fuera como fuese, la responsabilidad de los hechos 
' recaía en el general en jefe. 

Esos hechos tan deplorables y las confabulaciones 
subversivas de los jefes superiores que tuvieron lugar 
en los días 20 á 23 de Setiembre, eran los preludios, co- 
mo se vió después, del ruidoso extrañamiento de los 

(1) Bosquejo Histórico de la República, por el doctor Berra 


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60 COMPENDIO DE LA HISTORIA 


miembros del Tribunal de Apelaciones, doctores don 
Juan Andrés Ferrera y don Gabriel Ocampo, dispuesto 
por el genera! en jete del ejército el 27 del mismo mes, 
desaprobado y declarado arbitrario por la Legislatura 
de la provincia. * 

Como se efectuó, lo diremos en breves palabras: 

El general Lavalleja, á raíz de las confabulaciones de 
los comandantes militares de los departamentos, desti- 
tuyó á dos miembros del Tribunal de Apelaciones, 
arrancándolos de su asiento y de su hogar con suma 
violencia. Dispuso su extrañamiento de la provincia, 
ordenando fuesen conducidos á presencia del Gobierno 
nacional en Buenos Aires, comunicando esa determina- 
ción al gobernador sustituto de la provincia, para su 
inteligencia. 

Sorprendido el gobernador, como era natural, y desa 
gradado^del procedimiento, resuelve se conteste al gene- 
ral en jefe del ejército:«que el Gobierno no podía consentir 
» intervención en la orden comunicada al oficial Pérez 
» por considerarla violenta y atentatoria ó la seguridad 
» individual, de que él solo era responsable, y añadien- 
» do que se dignase manifestar los motivos que pudie- 
» ran haber para tal violencia. » 

Era eso lo correcto. 

En consecuencia, el Gobierno entró en contestacio- 
nes con el general en jeíé sosteniendo sus derechos y 
las formas, dando cuenta inmediatamente de su proce- 
dimiento á la Legislatura para su superior resolución. 
En su virtud, la Junta de Representantes nombró una ' 
Comisión de su seno para que dictaminase en el asunto * 
designando para componerla á ios Diputados don Fran- 
cisco Joaquín Muñoz, don Alejandro Chucarro, don 
Francisco Antonio Vidal, don Lorenzo Justiniano Pérez 
y don Pedro Pablo de la Sierra., 

La Comisión se expidió en un luminoso dictamen que, 
puesto á consideración de la Honorable Junta de Re- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 61 


presentantes, fué aprobado « decretando la aprobación 
» de la conducta del Ejecutivo de la provincia, en las 
» contestaciones sostenidas con el general en jefe del 
» ejército con motivo del extrañamiento de los ciuda 
» danos Ferrera y Ócampo, y declarando arbitrario el pro- 
» cedimiento del general en jefe. » 

Quedó triunfante la buena doctrina, pero los contra- 
rios no renunciaron por eso á llevar adelante sus 
proyectos hasta al extremo que se verá muy en breve. 

Dejaremos ahora la palabra á los documentos de la 
referencia que vamos á transcribir: 

Durazno, Setiembre 9 de 1827. 

Para conseguir el- mejor servicio de la República, el 
que firma ha dispuesto con esta fecha que el oficial don 
Luis Pérez conduzca hasta Buenos Aires, á presencia del 
Gobierno de la nación, á los doctores don Juan Andrés 
Ferrera y don Gabriel Ocampo. 

El que firma, comunica al señor gobernador esta de- 
terminación para su inteligencia, y aprovecha la opor- 
tunidad que te presenta para saludarle con el aprecio y 
consideración más distinguida. 

Juan Antonio Lavalleja. 

Al señor gobernador sustituto de la provincia, don Joa 
quín Suárez. 1 

Canelones, Setiembre 10 de 1827. 

Contéstese, que el Gobierno no puede consentir in- 
tervención en la orden comunicada al oficial Pérez, por 
considerarla violenta y atentatoria á la seguridad indivi- 
dual de que él solo es responsable; que se digne mani- 
festar los motivos que pueden haber para tal violencia. 
Rúbrica de S. E. 

Giró. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


El Gobierno dió cuenta á la Legislatura de lo acae- 
cido, y su procedimiento. Esta, nombra una Comisión 
Especial para que dictamine. — He aquí su dictamen: 

Honorable Junta de Representantes: 

La Comisión Especial nombrada para dictaminar en 
las contestaciones ocurridas entre el ejecutivo de la 
provincia y el general en jefe del Ejército de da Re- 
pública, sobre el extrañamiento de los ciudadanos Fe 
rrera y Ocampo, ha sentido todo la gravedad y trascen- 
dencia de tan lamentable suceso, y en la necesidad de 
contener en lo posible esa tendencia á la arbitrarie- 
dad que nuestros hábitos hacen aparecer de cuando en 
cuando, pretendiendo sofocar la libertad que se debe 
á los ciudadanos, cuando la provincia á esfuerzos de 
sacrificios trabaja por' darse instituciones que eleven á 
los habitantes á la dignidad de hombres libres; cuan- 
do la práctica de -los principios que ha proclamado, 
buscando únicamente preparar el goce de los benefi- 
cios de la libertad racional, sería un abandono crimi- 
nal no poner todos los medios posibles para correjir 
los abusos cometidos, con que todos podrán parar los 
avances de la arbitrariedad de cualquiera autoridad 
que sea. 

La Comisión no puede ménos que clasificar de arbi- 
trario el extrañamiento de los empleados civiles de la 
provincia, ciudadanos Ocampo y Ferrera, que ni aún por 
lo ménos, hubiese manifestado el jefe al Ejecutivo de 
la provincia los motivos en que fundaba su orden; 
orden en que infringía una ley sancionada por la 
Legislatura, y sin cuya práctica nó tendría atractivo 
en la sociedad. La Comisión sólo ha querido llamar la 
atención de la Sala sobre los célebres documentos que 
ha tenido á la vista para formar su juicio, y para con- 
siderar el contraste que ofrece a su consideración. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 63 


Por ellos se vé que los señores Ferrara y Ocampo han 
sido arrancados violentamente de la provincia por una or- 
den del general en jefe del ejército, sin atenderá las enér- 
gicas reclamaciones del Ejecutivo y á su fundada protes- 
ta. El Ejecutivo pide- las causas del extrañamiento, y el 
general, desentendiéndose de todo para emplear la fuer- 
za, para llevar á cabo su orden, no encuentra otra fra- 
se por razón que la muy singular, — de por que convie- 
ne al mejor servicio — de los tiempos que recuerdan ha- 
ciendo estremecer, la ignorancia y envilecimiento de la 
'especie humana. 

Esta orden ó comunicación del general en jefe que 
acompaña el Gobierno con el número 1, supone que en 
Buenos Aires existe una autoridad Nacional, ante quien 
— dice — manda trasladar á los ciudadanos Ferrera y 
Ocampo, y en esta parte se manifiesta que el general 
no ha tenido presente que después de disuelto el Con- 
greso y Ejecutivo Nacional, no hay tal autoridad Na- 
cional ni en Buenos Aires, ni en ninguna^ otra provin- 
cia; y que hasta la formación de una nueva Represen- 
tación y Ejecutivo Nacional, cada provincia ha reasu- 
mido en su gobierno las atribuciones de los otros po- 
deres, ejerciéndolos cada uno dentro de sus límites* y 
que de consiguiente, ayn en el caso de que los seño- 
res Ferrera y Ocampo fuesen acusados de ir contra la 
nación, á nadie compete conocer de ellos en el estado 
acéfalo en que se halla la República, sino á las auto- 
ridades provinciales, en cuyo territorio se hallen re 
sidiendo. » 

La Comisión adelanta otros argumentos, que pone á 
consideración de la Sala, y concluye así : 


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64 ^ COMPENDIO DE LA HISTORIA 


« La Comisión saluda á los señores Representantes 
con su mayor consideración y respeto. 

Canelones, Setiembre 21 de 1827. 

(Firmados)— Francisco Joaquín Muñoz.— Alejan- 
dro Chucarro. — Francisco Antonino 
Vidal.— Lorenso Justiniano Peres.— 
Pedro Pablo de la Sierra. 

Está conforme. 

Carlos de San Vicente, 

Secretario. » 


RESOLUCIÓN DE LA LEGISLATURA 

Canelones, Setiembre 22 de 1827. 

La Honorable Junta de Representantes, en sesión del 
día anterior, *ha sancionado y decreta : 

Artículo 1°.— Apruébase la conducta del Ejecutivo de 
la provincia, en las contestaciones que ha sostenido 
bon el general en jefe del ejército de la República, con 
motivo del extrañamiento de los ciudadanos empleados 
en esta provincia, don Juan Andrés Cerrera y don Ga- 
briel Ocampo. 

Art. 2°.— El procedimiento 'del general en jefe se de 
clara arbitrario y en con tradición con el tenor expreso 
del artículo 12 de la ley de 8 de Julio de 1826, sobre 
garantías. 

Art. 3°.— El Ejecutivo de la provincia entablará queja 
formal ante quien corresponda, oportunamente, del 
procedimiento á que hace referencia el artículo anterior, 
y. dará todos los pasos legales que sean baslantes para 
desagraviar la ley. 


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DE LA. REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


65 


Art. 4°.— El Ejecutivo pasará al general en jefe, copia 
autorizada de este decreto, con otra del informe con 
que fué presentado por la Comisión. 

El que suscribe, al trasmitirlo al Excmo. Gobierno de 
la provincia, le reitera sus más obsecuentes respetos, 


Gabriel Antonio Per eirá, 
Presidente. 


Carlos de San Vicente, 

Secretario. 

I 

Al Excmo. Gobierno de la Provincia. 


En comisión expresa del Gobierno de Buenos Aires, 
que ocupaba el coronel don Manuel Dorrego, goberna- 
dor y capitón general de aquella próvincia, había venido 
don José Vidal, á recabar de la Oriental, — entre otras 
cosas,— autorización de parte de ésta, para la dirección 
de la guerra y Relaciones Exteriores, de lo cual había 
quedado encargada de hecho, la de Buenos Aires, ha- 
ciéndose necesario la de derecho, delegada por las pro- 
vincias.— A la vez, recababa el reconocimiento del em- 
préstito de cinco millones de pesos, empezado á nego- 
ciar, hasta su terminación. 

El comisionado sé dirigió á la Junta de Represen- 
tantes en los primeros días de Setiembre, haciéndole 
saber su misión. — En virtud de la contestación que 
obtuvo de la Junta, se dirigió al gobernador sustituto, 
exponiéndole, en conferencias verbales, los objetos de 
su misión y el interés de su pronto despacho, para 
que se sirviese trasmitirlo á la Junta de Representan, 
tes. Los momentos eran los menos oportunos para 
poder la Legislatura ocuparse con preferencia del 
asunto ó asuntos del Comisionado, á causa de sérias 
ocurrencias que tenían lugar con los jefes militares, 
pero el señor Comisionado, insistiendo en su solicitud, 


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66 COMPENDIO DE LA HISTORIA 


renovó por escrito su instancia el 26 de Setiembre, 
dirijiéndola al gobernador sustituto en los términos, si- 
guientes: 


Canelones, Setiembre 26 de 1827. 

La Comisión del Gobierno de Buenos Aires que á vir- 
tud de nota recibida de la Honorable Sala de Repre- 
sentantes, fecha 10 del corriente, se dirijió á S. E. el 
señor delegado y le expuso en conferencias verbales 
para que lo trasmitiese a la Honorable Sala, rogándole 
recabase su breve despacho, por interesar así al* bien 
general de la República; y en cumplimiento de sus ins- 
trucciones, viendo que sus indicaciones no han teni- 
do hasta ahora el efecto que se prometía, y teniendo 
noticia de haberse hecho lugar á otro asunto en la mis.’ 
ma Sala con preferencia al de su comisión, objeto que 
dió mérito a la convocatoria de dicha Honorable Sala, 
se ve en la necesidad de hacerlo de nuevo por escrito, 
como lo hace, á fin de cubrir su espectativa. 

Es' un deber del comisioliado hacer ante todas cosas, 
presente á S. E. el señor delegado, los sentimientos 
de fraternidad que animan á la provincia que repre 
senta, respecto de los beneméritos habitantes de ésta, 
como también el decidido interés que ha tomado desde 
su instalación por el buen resultado contra la lucha 
del emperador del Brasil y reorganización del ejército, 
pudiendo asegurarle á S. E. que estando ahora aquella 
provincia en el goce dé sus derechos y administración 
interior, se halla más que nunca dispuesta á emplear 
todas sus facultades en el sostén de aquellos grandes 
intereses, y que todo sacrificio le será muy corto en 
éste punto: que el restablecimiento de la provincia de 
Buenos Aires ofrece para su libertad y para , el buen 
régimen de los pueblos, ventajas que son bien cono- 
cidas, y que no se ocultarán á.V. E. y demás autorida- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 67 


des de la provincia, las alarmas y las justas quejas 
que abrigaban las demás provincias contra el Congreso 
y autoridad dicha Nacional han desaparecido, y ha- 
biendo la guerra civil cesado, la República ha hecho 
la mayor adquisición en su crédito y poder con su 
tranquilidad interior. 

Sin embargo que la provincia que representa ha 
quedado de hecho encargada de la dirección de la 
guerra y de las Relaciones Exteriores, realizada la diso 
lución legal del Congreso y del Ejecutivo Nacional 
provisorio, se hace no obstante necesaria ya, la auto- 
ridad de derecho sea delegada por las provincias mis- 
mas, y esto se ha hecho con toda la brevedad, para 
que en momentos tan delicados no aparezca acéfala 
la República. 

Al intento, el que firma es encargado de recabar de. 
la Legislatura oriental una autorización no solamente 
en la parte de guerra, paz y relaciones exteriores, si 
que también para formar la alianza de amistad con 
todas las repúblicas del continente, y recabar la coope- 
ración de la de Bolivia contra el emperador del Brasil, 
sobre la base de conservar la integridad del territorio, 
jurada á favor de su Gobierno, como parece conve- 
niente y necesario, debiendo- observar á S. E. el señor 
gobernador, que dicha delegación debe ser provisoria, 
y asegurándole que su comitente desea servir de todos 
modos á los intereses generales, y no ejercer auto- 
ridad sobre los pueblos. 

Es así mismo un deber del que suscribe, indicar á 
S. E. el señor delegado, que según los convenios hechos 
entre las provincias interiores, y el interés mas eviden- 
te del Estado, exijen imperiosamente que la provincia 
oriental nombre desde luego dos Diputados que la re- 
presenten en la Convención, ó sea Congreso, de to- 
das ellas, que ha de reunirse á mediados de Octubre 
del presente año, ó antes si fuere posible en Santa Fé, ó 


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68 


COMPENDIO DE LA. HISTORIA 


San Lorenzo ó dónde la mayoría de ellos indicase. EL 
comisionado no cree necesario empegarse en demos- 
trar á S. E. la alta importancia quedará á la Patria, el 
que los pueblos aparezcan cuanto antes en esta reunión, 
porque considera que sabrá valorarla, y se promete en 
consecuencia que S. E. se dignará recomendar á la 
Honorable Sala de Representantes la necesidad del 
pronto nombramiento que solicita, debiendo el que firma 
prevenir que si la provincia no tuviese fondos disponi- 
bles con que auxiliar á los señores Diputados para que 
se pongan en marcha, será del cuidado del Gobierno 
que representa el proporcionarlos. 

Últimamente el que suscribe debe exponer á S. E. el 
señor delegado, que hallándose su Gobierno sin aque- 
llos medios bastantemente suficientes para llevar ade- 
lante la justa y necesaria guerra en que se halla empe- 
ñada la República contra el Emperador del Brasil, es 
uno de los objetos más importantes de su comisión, el 
recabar de la provincia oriental, ó su Representación, 
el reconocimiento del empréstito de ios cinco millones de 
pesos que empezó á negociar el Gobierno general pro- 
visorio, y la autorización para continuarlo hasta su 
conclusión; así como para su pago y satisfación en la 
parte que le corresponda, arbitre entre sus recursos la 
provincia los medios mas convenientes y que ofrezcan 
mejores garantías á los prestamistas. 

Los tres puatos arriba indicados, son los que forman la 
comisión del que firma, cerca de la Honorable Sala; y es- 
pera V. E. los trasmitirá á su honorabilidad, recomen- 
dándole se expida con la brevedad que tanto interesa á 
los intereses en general del país. 

El comisionado, con este motivo, tiene el honor de 
saludará S. E. el señor gobernador delegado con su 
distinguida consideración .— José Vidal . 

Al señor gobernador delegado de esta provincia, don 
Joaquín Suárez. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 69 


Como era consiguiente, el Gobierno Delegado prestó 
toda obsecuencia á la instancia del honorable comi- 
sionado del Gobierno que lo enviaba, pero infortunada- 
mente la fatalidad del destino quiso que antes de tener 
cumplida solución el pedido de las autorizaciones, nom- 
bramiento y reconocimientos recabados, Gobierno y Le 
gislatura legal de la provincia oriental fuesen derro- 
cados por la fuerza en momentos de ofuscamiento, em- 
pañando el brillo de las armas libertadoras en presen- 
cia del enemigo. 


CAPÍTULO Vil 

Derrocamiento de los Poderes Públicos. — Documentación 

relativa. 

Espíritus mal avenidos con el régimen regular de las 
instituciones y sensiblemente extraviados por ideas y 
tendencias perniciosas de predomio exclusivo, habían 
venido agitando los ánimos, dando pábulo al antago- 
nismo irritante y fomentando la anarquía y los ren- 
cores con actos abusivos y desmanes odiosos. Eran 
esos los preludios de planes de mayor trascendencia 
y gravedad que se incubaban y que habían de avan- 
zar hasta el extremó de atentar contra la existencia de 
los poderes públicos, aún cuando se abriese un abis" 
mo insondable á los pies de la patria. 

Lamentable extravio, no tardó en producirse. En día 
nefasto, en la villa de San Pedro del Durazno, los co- 
mandantes militares de los Departamentos, tomando 
la voz de los pueblos, se permiten el escándalo de dis- 
poner el derrocamiento de los poderes legales consti- 
tuidos de la provincia! ¡Qué defección tan tristemen- 
te ofrecida entonces por jefes beneméritos de la patria, 
cubriéndola de dolor y de bochorno! 


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COMPENDIO DE LA. HISTORIA 


70 


Acuerdan y disponen en ese acto subversivo y aten- 
tatorio á la majestad de las leyes y de los pueblos so- 
beranos, que el general en jefe del ejército y gober- 
nador de la provincia, reasuma el mando y ordene el 
inmediato cese en sus funciones á la presente Legisla- 
tura y Gobierno sustituto, echando por tierra los Po- 
deres constituidos. Esa resolución tan inmotivada, re- 
probable y desmoralizadora, la consignan en una acta 
que firmaron el 4 de Octubre en el Durazno, incluso el 
mismo general Lavalleja que la autoriza. Sus funda- 
mentos se comprende sin esfuerzo que no podían 
ser otros, que el fruto de desahogos, imputacio- 
nes, y enconos. Todo eso respondía á una con- 
fabulación de mala índole, en que indudablemen- 
mente entraba la influencia y voluntad del general en 
efe, y las sugestiones partidistas de los. sectarios det 
sistema predominante en Buenos Aires, á que no era- 
extraño por sus afecciones Lavalleja. No de otro modo 
se esplicaría su docilidad y decisión con que se hizo 
solidario ele todo lo acordado por los jefes firmantes 
del acta del 4 de Octubre, intimando al gobernador 
sustituto el cese en sus funciones, complementado 
con la disolución forzada de la Legislatura, intimada 
en Canelones por el jefe 1 de una fuerza armada, que 
vincT mandada expresamente del. ejercito á efec- 
tuarlo, obedeciendo órdenes del general en jefe.— Esto 
acontecía el 12 de Octubre, aniversario del triunfo de 
Sarandí, cuyo lauro oloroso se marchitaba por el mis- 
mo que lo había conquistado. — En ese día memora- 
ble hacía saber de oficio á la Honorable Junta de Re 
presentantes, « que desde ese punto cesaba en sus 
» funciones, haciendo entrega de su Archivo ó las per 
» sonas que nombraba, previniéndole que para su 
» cumplimiento, no admitía reclamaciones. » 

Y en la misma fecha, la Legislatura contestaba á la 
ntimación, « protestando y haciendo responsable ante 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


71 


la patria y la provincia Oriental á los jefes y comisio- 
nes militares que habían firmado el acta celebrada en 
el Durazno el 4 del corriente, mediante á que no ha te- 
nido facultad para disolver el Cuerpo Representativo 
que legalmente ha constituido la provincia por su ple- 
na y libre voluntad. » — Declaró al mismo tiempo, 
» que la Junta sé disolvía no por su voluntad, sino por 
» la fuerza y que así se comunicase á los pueblos. » 

Cumpliendo esta resolución de la Legislatura, el go- 
bernador Suárez revistiéndsoe de energía, como la Re- 
presentación Provincial, no trepidó en llevar á conocí 
miento de los pueblos, que los legítimos Poderes Públi- 
cos se disolvian no por su voluntad, sino por la fuerza. 

En los momentos de resolverse la disolución de la 
Legislatura por imposición de la fuerza, varios de los 
Diputados levantaron su voz con entereza, condenando 
el atentado que se cometía, descollando entre ellos don 
Francisco Aguilar, don Pedro Pablo Sierra, don Fran- 
cisco J. Muñoz y don Justiniano Pérez, y á su turno, el 
Presidente de la Corporación don Gabriel Pereira, pro- 
hombres distinguidos de la comunidad oriental, sin que 
ninguno fuese vejado por sus opiniones. 

Por fin, se consumó el derrocamiento de la Legislatu- 
ra y del Gobierno sustituto, nombrado por ella. 

Sensible es tener que hacer mención en la historia, 
de sucesos tan ingratos como el que nos ocupa, pero 
dejaría de ser imparcial si omitiera lo mismo el quesea 
digno de aplauso, que el de censura, tanto más cuanto 
que, en la redondez de la tierra, todos han pagado, poco 
ó mucho, su tributo al error ó á la inesperiencia. 

Dejaremos hablar ahora á l 0 £ documentos de la 
época: 


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COMPENDIO DE DA HISTORIA 


Canelones, Octubre 12 de 1827. 

Los comandantes de los departamentos de la provin- 
cia, por especial recomendación y voluntad de los pue- 
blos, han resuelto— en Acta celebrada en í del corriente 
como la que original se acompaña — que el infrascripto 
gobernador y capitán general, reasumiendo el mando 
de la provincia, haga cesar en su administración y 
resoluciones, á la Honorable Sala de Representantes y 
Gobierno sustituto; y el que firma, en cumplimiento 
de aquella soberana resolución, hace saber al señor 
gobernador delegado, á quien se dirige, que desde este 
punto cesa en sus funciones, haciendo entrega formal 
de todo el archivo de Gobierno y Hacienda al teniente- 
coronel don Pedro Lenguas que en comisión pasa á 
recibirse de él. 

El abajo firmado, al trasmitir al señor gobernador 
esta soberana resolución de los pueblos, previene que 
para su cumplimiento no admite reclamaciones, apro- 
vechando la ocasión para saludar al señor gobernador 
respetuosamente. 


Juan Antonio Lavalleja.' 

Al señor gobernador sustituto, don Joaquín Suárez. 


ACTA.— En la villa de San Pedro del Durazno, á los 
cuatro días del mes dé Octubre de mil ochocientos 
veintisiete, reunidos los señores jefes : general don 
Julián Laguna, comandante en jefe del departamento 
de Paysandú; don Leonardo Olivera, coronel, coman- 
dante del departamento de Maldonado; coronel don 
Pablo Pérez, y coronel graduado don Adrián Medina, 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


73 


comandantes activo y pasivo del departamento de San 
José; coronel don Andrés Latorre, comandante del de- 
partamento de Cerro Largo; coronel don Juan Arenas, 
comandante del departamento de la Colonia; teniente- 
coronel don Miguel Gregorio Btanés, comandante del 
departamento de Soriano; y coronel don Manuel Oribe, 
ó nombre de su regimiento; y haciendo personería por 
el teniente-coronel del departamento de Canelones, 
don Simón del Pino, pasa á hacer presente al Excmo. 
señor gobernador y capitán general, propietario de la 
provincia, don Juan Antonio Lavalleja, que los pueblos 
y divisiones de sus departamentos respectivos, en 
Actas celebradas en 20, 21, 22 y 23 del próximo pasado 
que conducen, han acordado unánimemente que el 
expresado Excmo. señor y capitán general, reasumiendo 
el mando de la provincia, ordene el cese de la presente 
Legislatura y Gobierno sustituto. Haga la reforma que 
crea conveniente, y análoga á las disposiciones de la 
guerra en que hoy se halla empeñada; y que última- 
mente, delegando el mando en la persona ó personas 
que crea convenientes, pueda dedicarse á las opera- 
ciones militares de que se ha encargado. Y los expre- 
sados señores jefes, cumpliendo con la libre y soberana 
voluntad de los pueblos .que los envían, á nombre de 
ellos, y por sí mismos, pasaron el oficio competente 
al Excmo. señor gobernador y capitán general para su 
apersonamiento á la celebración del Acta, que acor- 
daron labrar por el teniente-coronel don Miguel Gre- 
gorio Blanes, á quien nombraron por secretario; y 
hallándose presente el Excmo. señor gobernador y 
capitán general, tomando la palabra el señor general 
don Julián Laguna, dijo: 

« Excmo. señor: Los pueblos y las divisiones de mili- 
cias, cuyos departamentos representamos, en reuniones 
hechas de su propia voluntad, han sancionado en actas 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


formales como las que tuvimos el honor de presentar. 
Que habiéndoles demostrado la experiencia que la pro- 
vincia no podrá arribar al verdadero goce de su libertad 
y derechos, mientras mantenga en su seno y á la cabeza 
de sus negocios más importantes, hombres corrompi- 
dos y viciados, que por más de una vez han compro- 
metido la existencia de ella; hombres serviles y mer- 
cenarios que no ha mucho tiempo fueron agentes activos 
de los portugueses, y que' más recientemente, traicio- 
nando la voluntad de los pueblos, complotándose con 
los agentes del sistema de unidad, que ha concluido, han 
reconocido una Constitución en que, ni tuvieron parte 
] os pueblos, ni tres mil ciudadanos más respetables que 
en aquella sazón se hallaban combatiendo por la líber* 
tad del paisry es lo que hoy hace aparecer á la provin- 
cia, en ridículo, como lo patentiza el cuadro con que 
principiamos números de «El Telégrafo»de Mendoza. Una 
Constitución que no reconoció ninguna provincia, ni la 
misma donde fué firmada; y solo tuvo su acogida 
y esplendor en la perversidad del circulo unitario, 
que desgraciadamente ha mantenido basta hoy la pro: 
viñeta. 

Cuando los pueblos, usando de su soberanía, eligie- 
ron sus Diputados á la Sala de Representantes, ó tra- 
bajó la malicia contra la inocencia, ó precisamente una 
tolerancia criminosa pudo haber hecho, que fueran in- 
corporados á su seno don Francisco Muñoz y don Lo- 
renzo Pérez, cuyas personas siempre sospechosas á la 
patria, conoce V. E. y conocen los pueblos que repre- 
sentamos. Estos llevando la palabra en aquella honora- 
ble reunión, manchando y profanando la dignidad con 
que fueron investidos, abusando de la inocencia de 
unos y ganando á otros por medio de la facción y de 
la intriga, no hacen más que dictar providencias á 
su antojo, y al de los amos á cuyo servicio se han 
suscripto. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


75 


No es en la Honorable Sala solamente, señor Éxcmo., 
donde reinan estas maledicencias. El circulo viciado, 
sospechoso, intrigante y enteramente peligroso, está en 
ella y fuera de ella. Las personas que lo componen, por 
ser tan conocidas, escusamos nombrarlas á V. E. Ellas 
trabajan en oposición del sistema adoptado por todas 
las provincias, con la idea sin duda de desunirnos, y 
guiarnos al borde del precipicio á que aspiran, cuya ten- 
dencia es bien conocida. ¿Qué beneficio lia reportado 
la provincia por medio de la Sala de Representantes? 

¿ Qué ha dictaminado que halla llevado asomos de 
propender con felicidad y adelantamiento? Subdivirse 
al capricho del ex presidente del Gobierno de Unidad. 
Crear en la provincia innumerables empleados, tan 
innecesarios, como gravosos á la renta pública, pués 
importa el pago de' sus sueldos ciento cincuenta mil 
pesos anuales ! Cuerpo de policía y comisionados en to- 
das direcciones. Al paso que en todas partes se come- 
te el estupro, el robo y el asesinato, en términos de 
no poderse transitar en la campaña, sinó co'h armas 
y acompañamiento. Sin un establecimiento de Postas; 
y los que hay, por demasiado patriotismo de los que 
las desempeñan, están sin un caballo y sin que se les 
haya pagado los servicios que han hecho, con lo que 
lian consumido en su desempeño. Las viudas de los 
que han dado sus vidas en el campo de batalla por 
la salvación de la patria, entregadas á la mendicidad, 
sin que se haya pensado siquiera en arbitrar un modo 
de socorrerlas ! 

Este es, Excelentísimo señor, el trabajo de que se 
ocupan hasta hoy los Representantes de la provincia, 
agregando que con su conducta pasada y presente, 
ponen en alarma á las demás provincias, al tiempo 
que se las. invita para constituir la República bajo la 
forma de gobierno porque están decididas. Por tanto, 
los pueblos que representamos, usando de su sobera- 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


nía y par su mismo convencimiento, libre y espon- 
tánea voluntad, ponen en manos de V. E. el mando y 
dirección de los negocios de la provincia durante la pre- 
sente guerra. Que inmediatamente, haga cesar en sus 
funciones ó la Honorable Sala de Representantes, hacién- 
dose cargo de su archivo y demás pertenencias. Que 
haga la reforma que crea conveniente y más compati- 
ble con las operaciones de la guerra de que se haya 
encargado. Que después de concluida, cuando la pro- 
vincia tenga la libertad porque aún está combatiendo, 
convoque á una nueva Legislatura, cuyos miembros 
serán nombrados por la libre voluntad de los pueblos 
en la forma de costumbre, cuando ellos hallándose en 
plena tranquilidad, podrán fijarse en las personas que 
nombre, para no verse en el estado que ahora los com- 
promete á esta resolución. Que se «ponga en relación 
con las demás provincias, y envíe sus Diputados al 
Congreso, ó Convención que formen, llevando por norte 
el constituir la República. Ultimamente, que la provin- 
cia— al tiempo de aumentar la fuerza que debe mar- 
char al ejército según V. E. lo ha invitado ya, para el 
15 del corriente, en comunicación de once del pasado, — 
lo verifique dejando la administración de la provincia 
confiada en manos puras, y en sujeto de probidad y 
conocido patriotismo, en cuya persona ó personas de- 
legará V. E. el mando, mientras tenga que dedicarse 
á las operaciones militares, con el fin de que al re- 
greso de la campaña próxima, no nos encontremos eií 
iguales compromisos, como en el que nos pone el ju- 
ramento de una Constitución que tuvo su solio única- 
mente en el arbitrario procedimiento de los Represen- 
tantes. 

Los señores jefes reprodujeron la misma exposición, 
acreditándola con el Acta de sus respectivos departa- 
mentos, y el Excmo. señor gobernador, conformándose 
con la unánime voluntad de la provincia, ofreció poner 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


77 


•en ejecución al día siguiente sus soberanas resolucio- 
nes, con que se concluyó esta Acta, de la que se 
mandaron sacar cuatro copias originales para un sólo 
efecto. 

Juan Antonio Lavalleja. — Julián Laguna . — 
Manuel Oribe. — Leonardo Olivera. — Pablo 
Pérez. — Andrés Latorre. — Juan Arenas. — 
Adrián Medina.— Miguel Gregorio B lañes, 
Secretario. 


Canelones, 12 de Octubre de 1827. 

Acaba de recibir el gobernador delegado que suscribe, 
la nota oficial del Excmo. señor brigadier general en 
jefe del ejército de operaciones, acompañando la Acta 
original celebrada el 4 del corriente por los comandantes 
militares ' de los departamentos, recomendándole la 
reasumpsión del Gobierno de la provincia, y que haga 
cesar en su administración y resoluciones, á la Hono- 
rable Junta de ‘Representantes y Gobierno sustituto, á 
cuyo fin S. E., haciendo saber su cesación al infras 
cripto, dispone la entrega formal de todo el archivo 
de Gobierno y Hacienda al teniente coronel don Pedro 
Lenguas. 

El gobernador delegado, en contestación á la sobre- 
dicha nota, se limita á expresar á V. E. que habiendo 
recibido el carácter que .inviste, directamente de la 
soberanía de los pueblos, por el órgano legítimo de 
sus Representantes, en virtud del decreto de 5 de Julio 
del año anterior,— no puede suspender el ejercicio de 
sus atribuciones, hasta tanto le sea ordenado por la 
misma honorable corporación, á quien en este acto se 
dirige el Gobierno delegado, dando cuenta de la refe- 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


78 ' 


vida Acta y comunicación, para que delibere como 
juzgue más conveniente. 

El que firma, saluda á S. E. con la más distinguida 
consideración 

JOAQUÍN SUAEEZ. 

Juan F. Giró. 

Excmo. seílor brigadier general en jefe del ejército de 
operaciones. 


» 

Canelones, 12 de Qctubre de 1827. 

Los comandantes de los dapartamentos de la provin- 
cia, por especial recomendación y voluntad de los pue- 
blos, lian resuelto en una Acta celebrada en 4 del co- 
rriente, como la que original se acompaña, que el 
infrascripto gobernador y capitán general, reasumiendo 
el mando de la provincia, haga cesar en su adminis- 
tración y resoluciones, á la Honorable Junta de Repre- 
sentantes y Gobierno sustituto; y el que firma, en cum- 
plimiento de aquella soberana resolución, hace saber 
ó la Honorable Junta de Representantes, á quien se 
dirige, que, desde este punto, cesan en sus funciones, 
haciendo entrega formal de su archivo en las manos 
de don Loreto Gomensoro y don Carlos San Vicente, 
que en comisión quedan nombrados. 

El abajo firmado, al transmitir á la Honorable Junta 
esta soberana resolución de los pueblos, le previene, 
que para su cumplimiento no admite reclamaciones. 

t 

Juan Antonio Lavalleja. 

A la Honorable Junta de Representantes de la provincia. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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Canelones, 12 de Octubre de 1827. 

El que suscribe ha recibido la nota del Excmo. go- 
bernador delegado, en la que transcribe la que con esta 
fecha le ha pasado el Excmo. señor gobernador y ca- 
pitón general de la provincia y en jefe del ejército de 
operaciones, á efecto de que la Junta esté reunida para 
las dos de la tarde de este día. 

El que habla, siente la necesidad de hacer presente á 
S. E. el señor gobernador delegado, que la Junta está en 
sus sesiones y que por el Reglamento le está prohibido 
convocarla sin un motivo expreso que se indique por 
el Gobierno ó algunos señores Representantes. 

S. E. puede dirigirse con sus comunicaciones, luego 
que el Excmo. señor general explique sus conceptos. 
Entretanto, tiene el honor de saludar al señor goberna- 
dor á quien se dirije con sus más cumplidos respetos. 

Gabriel A. Pereira, 
Presidente. 

Ca/'los de San Vicente, 

Secretario. 

Al Excmo. señor Gobernador Delegado. 


Canelones', Octubre 12 de 1827. 

La Honorable Junta de Representantes, en sesión de 
hoy, ha resuelto: 

Que protesta y hace responsables ante la patria y la 
provincia oriental, á los jefes y comandantes militares 
que han firmado el acta celebrada en el Durazno el día 
cuatro del corriente, mediante á que no han tenido fa- 
cultad para disolver el Cuerpo Representativo que le- 
galmente ha constituido la provincia por su plena y li- 
bre voluntad. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


Declara igualmente nulo cuanto expone el señor gene- 
ral en jefe del ejército en la comunicación de este día. 
Declara al mismo tiempo que la Junta se disuelve no 
por su voluntad, sino por la fuerza, y quiere que se dé 
cuenta de esta resolución al Gobierno para que lo co- 
munique a los pueblos. Al efecto, ha resuelto se le pase 
copia autorizada de este acfo, á los efectos que con- 
vengan. 

Y para que conste, lo-firmaron todos los señores Re- 
presentantes en el mismo día de la fecha, á las seis de 
la tarde. — Antonio Mancebo. —Daniel Vidal.— Lorenzo Jus- 
tiniano Pérez.— Francisco Aguilar. — Francisco Joaquín 
Muñoz.— Manuel Basilio Bustamante. — Pedro Pablo déla 
Sierra. — José Aloarez.— Manuel del Baile. — FranciscoMar ■ 
tinez Nieto.— Santiago Sayago. - 

Y de orden déla Honorable Junta, se comunica al se- 
ñor gobernador delegado para su cumplimiento, salu- 
dándole con su mayor consideración y aprecio. 

Gabriel A. Pereira, 
Presidente. 

Carlos de San Vicente , 

Secretario. 

Al Exorno, señor gobernador delegado. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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CAPÍTULO VIII 


El Ejército de operaciones. — La inacción y sus consecuen- 
cias.— Lavalleja emprende campaña sobre el enemigo con 
caballería.— Resultado negativo.— Su retiro á Cerro Largo. 
—Situación del Gobierno de Dorrego.— Iniciativa de reno- 
vación de negociaciones de paz por el Ministro de Su 
Majestad Británica en la Corte del Janeiro.— Aceptación 
de los beligerantes.— Notas de Dorrego comunicándolo al 
Gobierno de la Provincia Oriental.— Aparición del general 
Rivera en este territorio.— Impresión y alarma que causa. 
—Sus designios patrióticos.— Sucesos que tienen lugar.— 
Documentación relativa. 


Después que el general Lavalleja tomó el mando en 
jefe del ejército de operaciones en Agosto del año 27, 
poco adelantaron estas por diversas causas. Continuó 
inactivo en sus cuarteles de Cerro Largo, falto de re- 
cursos, esperando en vano el remonte de fuerzas de 
las provincias, que éstas rehusaban, ó pesar de las pe- 
ticiones del Gobierno de Dorrego, y trabajado por las 
rivalidades de los bandos políticos que se habían for- 
mado, y por el descontento de. los jefes de mayor 
graduación, argentinos, que se consideraban desairados 
con el nombramiento de Lavalleja de general en jefe 
del ejército. 

Reducido á la inacción, en que permaneció el resto 
del año, sin emprender operación alguna formal, á pe- 
sar de que los meses de Noviembre y Diciembre ha 
bían sido tan aparentes para iniciar nueva campaña. 
Su acción no se había hecho sentir sobre el enemi- 
go, sino por algunos grupos insignificantes, fracciona- 
dos y desordenados, cuyas depredaciones los hacían 
odiosos, y cuyo principal objeto era el arreo de ha- 
cienda vacuna del territorio limítrofe á esta banda de 
la frontera, figurando en primera línea en esos grupos 


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82 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


y sus trabajos el famoso indio Lorenzo, conocido por 
el baqueano. En ese estado de cosas, la desmoraliza- 
ción y el aburrimiento eran consiguientes en el ejército, 
y eso dió lugar á que muchos jefes de importancia se 
separasen de sus filas y marchasen para Buenos Aires. 

No íué sólo esto la consecuencia de la actitud é inac- 
ción del ejército. Tuvo otra de más trascendencia, en la 
inesperada aparición en este territorio, del general Ri- 
vera, que en vista sin duda de la inmovilidad en que 
permanecía el ejército, lo mismo que el imperial en 
el territorio limítrofe, se resolvió á dejar su retiro for- 
zado en Santa Fé, para venir á probar fortuna de este 
lado del Uruguay, consecuente con su patriótico ideal 
de la campaña alas Misiones. Es dado inferir que in- 
fluyese no poco ,en su ánimo, el estado en que se pre- 
sentaban las cosas y la inacción en que permanecían 
las fuerzas de operaciones, para decidirse á la empresa 
que tuvo comienzo en Febrero de este año. (1828.) 

Volviendo al tópico de las operaciones del ejército 
comandado en jefe por Lavalleja, de que veníamos 
tratando, citaremos, en comprobación de lo dicho, lo 
referido por otros historiadores : 

« El ejército había permanecido un año campado en 
m sus cuarteles de Cerro Largo, sin recursos y en la 
» más completa inacción.— El general Lavalleja disemi- 
» nó una parte de sus fuerzas en partidas ligeras, y 
» las lanzó al territorio brasilero para que hiciesen 
» una guerra de depredación, la única que entonces 
» podía hacerse, dado el estado en que se hallaban 
» aquellas fuerzas, sin organización, con el elemento 
m resistente de los jefes argentinos que componían el 
» Estado Mayor, y algunos de los cuales se conside- 
» raban desairados por el decreto que había dado al 
» general Lavalleja el mando superior. 

» Esas partidas sueltas, no emprendieron otra clase 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


83 


» de operación que incendiar las poblaciones y hacer 
» grandes arreos de ganado para este lado de la íron- 
r lera. 

» Mirado como medida por el lado de las consecuen- 
» cías, cierto es que estos ganados volvían á su pri- 
» rnitivo destino; pero, en tal estado de guerra, el 
» ejército debía considerarse ya perdido, y efectiva 
» inente la desmoralización cundió en sus filas. El. ge- 
» neral Lavalle y los principales jefes de importancia 
D se consideraron demás en él, y pidieron su pase para 
j) Buenos Aires. » (1) 

Otro historiador se expresa asi : 

a Bebióse esto, á que el general en jefe se ocupaba 
» más de la política que de la guerra. Había trasladado 
» la capital al Durazno y fijado allí su residencia. Algu- 
» nos de los otros jefes caracterizados se habían ido 
v á Buenos Aires, por no sufrir el hastío que se había 
» apoderado del ejército. Todos exigían que algo se 
» hiciera en esos meses de buena estación, que ya 
» corrían adelantados. Lavalleja contestaba que estaba 
» reuniendo elementos; que pronto invadirían el Brasil; 
» que no descansarían hasta llegar á Rio Grande y á 
» Porto Alegre. Al fin se preseñtó en el ejército, des- 
» pues de delegar el gobierno en don Luis Eduardo 
» Pérez, con escasas caballadas, unos 800 soldados de 
» caballería y un pequeño cuerpo de paisanos, que 
» tenía por misión especial el pasar á la provincia 
» el ganado vacuno que hallasen en el territorio ve 
» ciño. » (2) 


(1) Historia Política y Militar de las Repúblicas del Piala, 
desde el año 1828, por Á. Diaz..- 

(2) Bosquejo Histórico de la República Oriental, por F. A. 
Berra. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


l'or fin, venciendo dificultades, se decidió el general 
Lavalleja á emprender la campaña sobre el territorio 
limítrofe, con sólo la caballería, dejando en Cerro Largo 
la infantería y artillería, á pesar de los consejos en 
contrario del jefe del Estado Mayor, general Paz, y de 
otros jefes superiores. 

En los primeros días de Enero (1828) se puso en 
marcha con rumbo á Yaguarón. Como á unas 20 leguas 
de distancia se halló con el del enemigo situado tras 
unas fragosidades, al mando del vizconde de la Laguna, 
general Lecor, que había conocido de gobernador en 
Montevideo. El vizconde, para conservarse en la defen- 
siva, había elegido aquel lugar para situarse, que no po 
día salvar la caballería enemiga. En esa posición se 
conservó algunos meses sin moverse, y á su frente tos 
cuerpos de caballería de Lavalleja en la misma inac- 
ción. Esa inmovilidad tenia aburrida é impaciente á 
su tropa, por cuya razón, para serenarla, los proclamó 
Lavalleja el 20 de Febrero, exhortándolos á la constan- 
cia, -diciéndoles « que el día que el enemigo abandonase 
» aquellas fragosidades, seria el que cubriría de lustre 
» los republicanos las armas de la nación. 

Pero viendo Lavalleja que ese día se dilataba sin que 
su presencia pudiera obligarlo á salir de aquel fragoso 
lugar á medir sus armas, levantó su campo, retirán- 
dose á Cerro Largo en los primeros días de Abril. De 
manera que la guerra seguía sin -actividad por aquella 
parte. En cuanto á lo demás del territorio, los impe- 
riales sólo ocupaban la plaza de Montevideo, sitiada 
por los patriotas, y la de la Colonia. — Fuera de esos 
puntos, todo lo demás estaba libre, funcionando con 
regularidad las autoridades provinciales. 

La situación del Gobierno de Dorrego era violenta, á 
causa de la fuerte oposición que Je hacía el partido 
contrario encabezado por el general Alvear, y en cuya 
dirección actuaban los principales prohombres del di- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


85 


cho partido y reforzada con los jefes del ejército de ope- 
raciones que venían de aquél, y que Alvear iba reunien- 
do disimuladamente en Buenos Aires. En esa situación, 
el ministro de su S. M. B. residente en la costa del 
Brasil, trató de influir en el ánimo del emperador para 
que, sobre las básesde las instrucciones dadas por Ri- 
vadavia á García en el año anterior para negociar la paz, 
se renovasen las negociaciones á efecto de arribarse á 
algún arreglo pacifico y honorable entre los beligeran- 
tes; .que pusiese término á la guerra, que tantos perjui- 
cios causaba á todos. El emperador se prestó á ello 
cuya buena disposición se apresuró el ministro británi- 
co á comunicar por medio de lord Ponsomby, al Go- 
bierno de Dorrego en los primeros dias de Enero. En 
ese sentido trabajó con noble solicitud el ministro bri- 
tánico digno representante de la potencia mediadora, 
consiguiendo decidir al emperador del Brasil á renovar 
las negociaciones interrumpidas el año anterior con 
el rechazo del negociado por García y á hacer algunas 
proposiciones. Tan grata nueva, el Gobierno de Dorrego, 
encargado de la dirección de la guerra y Relaciones 
Exteriores, la comunicó por circular del 21 de Enero, 
á los gobiernos de. las provincias unidas, y especial- 
mente á la oriental, en los términos siguientes: 

CIRCULAR 

Ministerio de Gobierno. 

Buenos Aires, Enero 21 de 1828. 

El gobernador y capitán general de la provincia de 
Buenos Aires, encargado de la Guerra y Relaciones Ex- 
teriores, tiene el honor de anunciar al Excmo. señor 
gobernador y capitán general de la provincia oriental, 
que ya comienza el país á sentir los benéficos resul- 


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86 COMPENDIO DE LA HISTORIA 


tados que eran de ' esperarse de la leliz lerminación 
de nuestras diferencias domésticas. La fuerza y respeta- 
bilidadjnoral que ha presentado la República Argenti- 
na desde que el monstruo de la discordia desapareció de 
nuestro suelo, ha hecho entrar al emperador del Brasil 
en la senda de sus deberes, de que le había separado, 
sin duda entre otras causas, el triste cuadro que pre- 
sentaba nuestra nación en medro de la guerra civil. 
Ello es, que á consecuencia de las negociaciones de 
paz que siempre se mantuvieron abiertas con aquel 
potentado, acaba de hacer proposiciones, por conducto 
de los ministros de la potencia mediadora, para tratar 
de aquellas, sobre bases honoríficas y ventajosas á la 
República y que como tales han recabado la acepta- 
ción de este Gobierno. 

En breve se enviarán ministros plenipotenciarios por 
nuestra parte, que, reuniéndose á los del gabinete del 
Brasil en el lugar que él designe, y que probablemen- 
te será la plaza de Montevideo, arreglen el ajuste pre- 
liminar que debe servir de base al tratado definitivo. 

Con tan grata ocasión, el que suscribe, se forma un 
deber de felicitar ó la benemérita provincia oriental i 
y á sus respetables autoridades, por la parte que han 
tomado en la lucha contra el Imperio, en la reorgani- 
zación de la República, en la conservación del orden 
y tranquilidad interior,* sin lo cual la paz externa hu- 
biese sido, ó muy difícil, ó ignominioso. AI mismo 
tiempo se permite el que suscribe, encarecer al Exorno. 
Gobierno, á quien se dirije, la necesidad do continuar 
influyendo con redoblado celo, en cuanto esté en la 
esfera de su alcance, como hasta aquí, á efecto de que 
no se malogren momentos tan precisos para afianzar 
el honor de la República, como los que hoy brinda la 
fortuna, que se espera será conquistada por la justicia 
de nuestra causa, y la constancia de nuestros esfuerzos, 
valor v patriotismo. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 87 


Quiera el Excmo. señor Gobernador de la provincia 
oriental, valorar debidamente estos sentimientos del 
que suscribe, y admitir la sinceridad y distinguida con- 
sideración con que le saluda. 

Manuel Dorrego. 

Excmo. señor gobernador delegado de la provincia 
oriental. 


En esas circunstancias, aparece el general Rivera en 
el territorio de la provincia, de que le tenían alejado 
ingratas y lamentables persecuciones de sus rivales y 
enemigos.* Con procedencia de Santa Fé, había venido 
á Entre Ríos basta Gualeguaychú; pasa de allí á este 
lado del Uruguay, desembarcando el 25 de Febrero en el 
departamento de Soriano, con el designio de tomar 
parte activa en la guerra existente contra el Imperio. 

Así lo notificó el 26 desde Yapevá al gobernador de 
la provincia. Sin embargo, la noticia de su aparición 
en el escenario, iTe que le habían excluido intrigas y 
rivalidades con marcado egoísmo, causó impresión y 
alarma, dando lugar á sucesos de trascendencia, cuyo 
relato haremos con los documentos de prueba, prece- 
diéndola del juicio y relación hecha á su respecto, por 
el historiador Deodoro de Pascuale, en el tomo prime- 
ro de sus «Apuntes para la Historia de la República 
Oriental)), á que nos remitimos. 

Dice el precitado autor: 

« La Banda Oriental se resentía de la falta de Frutos 
» Rivera, el cual hacia un^año se desterró forzado por 
» la persecución de los de Buenos Aires, á Santa Fé. 
»> Aún existía en su rigor la orden de prisión quecon- 
» tra él, fulminara Rivadavia, á pesar de los esfuerzos 


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88 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


» del señor Espinosa, y de los dos cambios que tuvo la 
» administración. Ni López, ni Dorrego levantaron la 
» órden de prisión de Rivera donde se le hallara. 

» Necesario se hace repetir aquí, que no es hacedero 
» escribir la historia de la República Oriental del Uru- 
» guay, sin nombrar á Fructuoso Rivera, pués en los 
» tiempos que describimos él sólo representaba el ver- 
» dadero elemento oriental. Sin él, el Gobierno pro- 
» visorio de la Florida, poco ó nada consignara á la pos- 
» teridad, dominado como se hallaba por los de Buenos 
» Aires. 

» El gobernador López, amigo verdadero de Rivera, 
» no sólo lo libró de las manos de sus enemigos, dán- 
» dolé seguro asilo en la capital de Santa Fe, si que 
» también le suministró cuantos medios estaban á su 
» alcance, para dar cima á un proyecto que Rivera 
» estaba madurando desde su llegada á ^aquella ciu- 
» dad. Con efecto, después de haber combinado los. 
» dos hermanos y los amigos orientales de Rivera, un 
» golpe de mano eminentemente arriesgado, pudo el 
» Jefe oriental salir de su destierro forzado, facilitan 
». dolé López todo lo que había menester para equipar 
» y armar perfectamente cien hombres de caballería 
» con los cuales cruzó el Paraná, pasando por Entre- 
» Ríos, y entrando en la Banda Oriental hacia principios 
» de Marzo de 1828. » 

Hasta aquí el criterio y las referencias del autor ci- 
tado. 

Era indudable, como los hechos, lo acreditaron, que 
el general Rivera encontró en don Estanislao López, 
gobernador deSanta Fé, un buen amigo y protector, con 
quien marchó de acuerdo. López era un potentado por 
su prestigio. Rivera, en el seno de la amistad y con- 
fianza explotó su ánimo sobre la idea de expedicionar 
sobre las Misiones, y lo encontró acequible. Logró ob- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


89 


tener autorización para organizar la expedición deseada. 
Sabedor Dorrego de la idea, trató de explorar la dispo- 
sición de Lavalleja, conocedor de la profunda enemistad 
entre ambos jefes, y Lavalleja se manifestó opuesto á 
que Rivera tomase parte en ella. Se pensó entonces en el 
general López para jefe principal, pero nada en definitiva 
se había resuelto. En ese estado de cosas, viendo 
Rivera que la renovación de las negociaciones de paz 
iniciada, demoraba; que el envío de los plenipotencia- 
rios para entablarlas no se realizaba, y que la guerra 
seguía con poca actividad, se resolvió á poner en ejecu- 
ción su proyecto, sin más demora, como quiera que 
fuese. Favorecido por López, reunió algunos elemen- 
tos en Santa Fé, y con ellos pasó el Paraná, cruzó el En- 
tre- Ríos, donde los aumentó; y por último, pasó el Uru- 
guay, desembarcando con sus fuerzas en la costa del 
departamento de Soriano el 25 de Febrero de 1828. 

Desde que Rivera pasó el Paraná, dejó de ser un 
misterio su propósito, de la expedición á Misiones, en 
prosecusión de su ideal de reconquistarlas del poder 
del Imperio. Tan era así, que el coronel Puyrredón fue 
comisionado por el Gobierno de Dorrego para intere- 
sarse con Rivera para que desistiese de la empresa, al 
mismo tiempo que por otra parte se le perseguía como 
reo de lesa-patria. Puyrredón no pudo disuadirlo de su 
intento, como lo demostraron los hechos. 

Dorrego escribía á su comisionado lo siguiente: 

« No tengo- duda que Rivera va ó tomar las Misiones, 

» y eso es lo que yo más siento, porqué nos va á cau- 
» sar mucho mal. Necesitamos la paz! la paz! la paz ! 

» No podemos continuar la guerra; Rivadavia ha dejado 
» el país en esqueleto; exhausto eteramente el tesoro. 

» En el Parque no hay una bala que tirar á la escuadra 
» enemiga. No hay ni un fusil, ni un grano de pólvora, 

» ni con que comprarla. 


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90 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


» Yo sé qúe el Brasil desea también la paz; pero la 
» toma de Misiones va á causarnos embarazos. Los bra- 
» sileros no las han de querer ceder. Don Frutos no las 
» va á entregar, porque las toma por su cuenta. 

» El Gobierno tratará de entenderse con él, pero eso 
» no basta. Es preciso que todos los amigos de ese 
» hombre, vayan á rodearlo, é influyan para que no 
» embarace las negociaciones que el Gobierno se pro- 
» pone entablar. En ese sentido me intereso en que us- 
» ted vaya; voy á mandar llamar á don Julián de Grego- 
» rio Espinosa, á don Agustín Almeida y á cuántos sepa 
» que son amigos de ese hombre. Es indispensable que 
» usted marche; el país le exije este nuevo sacrificio. » (1) 

Como queda dicho el general Rivera con sus compa- 
ñeros de expedición, llenos de fé y abnegación como él, 
vino á pisar de nuevo el suelo de la nativa patria, por cu- 
ya libertad é independencia había combatido desde los 
tiempos heróicos de Artigas en primera línea, y enalte- 
cido su nombre luchando y venciendo en las memora- 
bles jornadas del Rincón de las Gallinas y Sarandi el 
año 25. Venían con él, su hermano el sargento mayor 
Bernabé Rivera, los ayudantes José Augusto Pozolo. y 
Manuel Iglesias, los capitanes Mariano Sejas, Gregorio 
Saladis, Felipe Caballero y Francisco Lazota (2) los te- 
nientes Eustaquio Dubrocas, Juan Seijas, Dionisio May- 
dana; los alféreces -Segundino Mieres y Mariano Muñiz, 
el cadete Francisco Bauzá; sargentos Felipe Sosa, José 
Contreras y José María Laserda; cabos Isidro Lescano, 
Cipriano Córdoba y Manuel Gallegos con 56 individuos 
de tropa. Los mismos legendarios que 50 dias después, 


(1) Compaña de Misiones de 1828.— Apuntes históricos por el 
coronel Manuel Puyrredón. 

(2) A este señor debimos la lista de los que acompañaron al 
general Rivera á la empresa á Misiones, desde que pasó el 
Uruguay y se presentó en Mercedes. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 91 


formaban con los valientes que vadearon el Ibicuy « con 
» los sables en la cintura y las pistolas atadas en la ea- 
» beza », posesionándose de Misiones á las órdenes dei 
general Rivera. 

Su designio al pisar el suelo patrio de que le tenia 
alejado la injusticia de sus enemigos y rivales, no era 
otro que el muy noble de venir á prestar sus servicios 
en conmunidad con sus paisanos á la causa de la liber- 
tad contra el Imperio, recabando la vénia del Gobierno 
de la provincia para hacerlo y abordar su expedición so- 
bre Misiones. Con ese patriótico propósito, se presentó 
en el territorio de la provincia con sus compañeros el 
25 de Febrero. El 26, desde el paso de Yapeyá en el Rio 
Negro, departamento de Soriano, despachó al teniente 
de milicias don Juan José López con comunicaciones 
para las autoridades, y especialmente para el goberna- 
dor delegado de la provincia don Luis Elduar Jo Pérez, y 
el general en jefe del ejército don Juan Antonio Lava- 
lleja manifestándoles sus propósitos, y encargándole 
además al conductor, que expresase verbalmente al 
general Lavalleja, algunas consideraciones tendentes al 
bien de la causa. 

El héroe del Rincón y Sarandí que se presentaba ante 
el Gobierno de su patria, poniéndose á sus órdenes, 
solicitando ser admitido con sus compañeros en' las 
filas del ejército á prestar sus servicios en cualquier 
clase y bajo las órdenes de quien el general en jefe tu- 
viese á bien destinarle, como le significaba en sus co- 
municaciones, no era un enemigo, no era un faccioso, 
que mereciese desairarse y mucho menos injuriar y 
perseguir con la saña de que daban triste testimonio 
las palabras y los hechos de sus contrarios. ¡Lamenta 
ble ofuscación de la razón, y fruto amargo del encono 
de las pasiones ! 

No era acreedor por cierto, de esos despropósitos 
vejatorios é irritantes, quien olvidando agravios é in- 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


justicias, los deponía en aras de la patria, y á la vez de 
ofrecerle su brazo y su sangre en la lucha contra el ene- 
migo común, pedíala reconciliación general entre sus 
hijos, de una misma opinión y sentimientos por la li- 
bertad de la patria, y anunciaba é su Gobierno desde 
Mercedes, su inmediata marcha con una pequeña es- 
colta al Durazno á presentarle sus respetos; punto á 
donde llegó en efecto el 29 de Febrero. 

Desgraciadamente, la actitud poco meditada que asu- 
mió con ligereza el comandante general del departa- 
tamento de Paysandú al tener las primeras noticias de 
la aparición de gente armada en el Rincón del Be- 
llaco al mando de don Bernabé Rivera, y haber desem- 
barcado en Soriano el general don Fructuoso Rivera, á 
tener una conferencia con algunos de su parcialidad, 
le impresinó en demasía, y sin darse cuenta de nada, 
adoptó medidas alarmantes y de hostilidad declarada. 
La alarma producida, puso en agitación los ánimos, to- 
mando las cosas un giro lamentable, que si bien de- 
tuvo en sus principios prudentemente la cordura del 
gobernador delegado, antes que tomasen más cuerpo, 
vino á agravarlas la precipitación y dureza del ministro 
de la Guerra del Gobierno de Buenos Aíres, con las ór- 
denes violentas, y aún tremendas, impartidas desde su 
bufete al comandante general de armas de la provin- 
cia, por las cuales se mandaba perseguir á Rivera y 
ó los suyos en todas direcciones, hasta conseguir su 
destrucción; y en caso que se tuviese la fortuna de to- 
marlos, hacer con él un castigo ejemplar. Tal era el es- 
píritu y la letra de esas órdenes rencorosas y cruentas, 
cuyo lenguaje constrastaba con la templanza, modera- 
ción y. altura del empleado por el gobernador delegado 
de la provincia en sus notas y disposiciones, y aún 
del mismo general Lavalleja á pesar de sus animosida- 
des con Rivera. 

Dejaremos á los documentos de la época que vamos 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 93 


á transcribir, que pongan de manifiesto los sucesos 
que tuvieron lugar, para apreciarlos sin pasión. Haremos 
abstracción por el momento, de entrar en las conside- 
raciones á que se prestan los acontecimientos de en- 
tonces, que la fatalidad del destino en « la confusión y 
desconcierto » que produjeron según la expresión de un 
historiador, llegaron hasta obligar al recto gobernador 
delegado de la provincia á abstenerse de continuar en 
la noble gestión de la reconcilación entre don Fruc- 
tuoso Rivera y el general Lavalleja solicitada por el 
primero, desde que el Gobierno encargado de la direc- 
ción de la guerra, tomando la voz sobre esta materia, 
había impartido órdenes. Asi lo manifestaba el gober- 
nador á don Fructuoso Rivera en nota del 9 de Marzo, 
en que se lo participaba en estos términos: « El in- 
» trascripto, gobernador delegado, tiene el sentimiento 
» de participar al señor general Rivera, que no está en 
» sus facultades tomar más participaciones en las pre- 
» sentes ocurrencias, porque en ellas ha tomado la voz 
» el Gobierno, encargado de la dirección de la guerra.» 
Este procedimiento del Gobierno de Buenos Aires no 
le hacia honor, ni por el fin estrecho á que respon- 
día, ni por el desaire inferido al gobernador delegado 
de la provincia oriental, merecedor de otras conside- 
raciones, teniéndose presente que había sido á él á 
quien al presentarse elgeneral Rivera en el Durazno, su- 
miso á las autoridades déla provincia, había pedido in- 
terpusiese sus respetos para con el general en jefe pa- 
ra la vénia que solicitaba, y la reconcilación de sus di- 
ferencias. ‘ 

Por fin, en el desconcierto, en vez de arribarse á la 
reconciliación, los enemigos de ella, pudieron regoci- 
jarse en su triste obra, en la lamentable jornada del 
Rincón de Buricayupí el 26 de Marzo, en que ocurrió 
el primer choque de las armas orientales en lucha 
fratricida en que la sangre de algunos desgraciados man- 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


cliú el suelo patrio, si bien por fortuna fué reducidísi- 
ma la cifra de las victimas sacrificadas. 

Vamos á la exhibición de los documentos: 

DOCUMENTACION' DE LA REFERENCIA 

Yapeyá, Febrero 26 de 1628.' 

El general que abajo firma, tiene la satisfación de 
dirigirse nuevamente á V. E. con el objeto de poner en 
su conocimiento que el-señordon Juan José López es 
por mi, encargado de conducir las comunicaciones que 
be hallado conveniente dirigir á las autoridades de la 
provincia, así como de hacer verbalmente al general 
en jefe algunas reflexiones de que le he impuesto, á 
fin de que por pretesto alguno pueda ser desatendida 
la guerra contra los enemigos comunes, pués que en 
semejante terrible caso, seria de lamentar el estado en 
que se pondría la provincia. 

Con este motivo, el infrascripto general, reitera al se 
ñor gobernador delegado á quien se dirige, su más alta 
consideración y distinguido aprecio. 

Fructuoso Rivera. 

Señor gobernador delegado de la provincia, don Luís 
E. Pérez. 


Paysandú, Febrero 26 de 1828. 

y 

El comandante general que suscribe, da parte á V. E. 
que habiendo tenido noticia que había pasado una fuer- 
za de Entre-Riós, se dirijióal destino en que le avisaron 
hallarse; y sabe positivamente que don Bernabé Rivera 
está en el Rincón del Bellaco, con 40 hombres bien arma- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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dos, donde han carneadó, asegurándome también que 
don Frutos ha desembarcado en Soriano á tener una 
entrevista con algunos sujetos de su parcialidad. 

Kn consecuencia, he impartido órdenes terminantes 
para la reunión de toda mi fuerza, y verificada, mover- 
me sobre ellos y perseguirlos en todas direcciones. 

Lo que comunico á V. E. para su conocimiento. 

Manuel Lavalleja. 

Elxcmo. señor gobernador delegado de la provincia, don 
Luis E. Pérez. 


Paysandú, Febrero 27 de 1828. 

El que suscribe, juzgando que en las circunstancias 
puede haber padecido algún extravío el parte que con 
fecha de ayer ha dirijido á V.. E., tiene el honor de de- 
cirle : Que en el Rincón del Bellaco han pasado 40 
facciosos al mando de don Bernabé Rivera, completa- 
mente armados, y probablemente se encaminan al 
departamento de Mercedes, á engrosar su tumulto, por 
hallarse con ellos don Felipe Caballero, Jupesy algu- 
nos más. 

El que suscribe, marcha ahora mismo á la cabeza de 
160 hombres, y esperarse le incorporen en el camino el 
comandante Andióny el capitán Fraga con 60 hombres. 
Luego que se verifique esta reunión, marcho resuelto á 
batirlos y perseguirlos en cualquier punto que se hallen 
convencido de los grandes males que amenazan la 
existencia de estos malvados, previniendo á V. E. que 
mi dirección es al Rincón de Raudo, donde espero las 
órdenes que se digne impartirme. 

En el punto de Belen ¿ha pasado una partida de 9 
hombres de la misma facción al mando del teniente 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


* 

Requielmes, haciendo valer un indulto de don Frutos 
para los desertores, y han pasado al Jarao con el mis- 
mo objeto. 

El que suscribe saluda á V. E. afectuosamente, 

Manuel Lavalleja. 

Excmo. señor gobernador delegado de la provincia, 
don Luís E. Pérez. 


Durazno, Febrero 28 de 1828. 

En la ocasión de despachar el chasque con la adjunta 
nota que se acompaña al señor coronel, comandante 
general de armas, llegó á este punto, de Mercedes, 
el teniente de las milicias de aquel departamento, don 
Juan José López, enviado por el general Rivera con 
una comunicación para el que firma; otra para S. E. 
el señor general en jefe; y otras varias para algunos 
señores del ejército. Este mismo oficial dice que que- 
daba en marcha por Gololó, y que su objeto es venir 
al Durazno con una pequeña escolta á verse con este 
Gobierno. 

En la nota que dirige al que firma, anuncia la comi- 
sión del teniente López y acompaña copia de la que 
dirige al Excmo. señor, general, en la que significa que 
su fin no es anarquizar el país, sino recabar la vénia 
de S. E. para efectuar la expedición por Misiones y 
hacer la guerra al enemigo. 

Sucesivamente será comunicado al señor comandante 
eneral cuanto ocurra á estejrespecto. Intertanto, le 
saluda el infrascripto con las consideraciones de.su 
aprecio, 

Luís E. PÉREZ. 

Señor coronel, comandante general de arma£ de la 

provincia, don Manuel Oribe. 


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DE LA. REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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Durazno, Febrero 29 de 1828. 

El general don Fructuoso Rivera ha llegado á este 
punto, y se ha presentado al Gobierno pidiendo inter- 
ponga sus respetos con S. E. el señor general en jefe, 
á fin de que se le permita á él y á los que lo acom- 
pañan, emplearse en hacer la guerra á los enemigos, 
como que éste es el único móvil que los dirige; pero 
esto poniéndose á las órdenes de las autoridades que 
S. E. disponga, ó de él mismo, si lo tuviere á bien. 

El Gobierno, en vista de esta solicitud, á tenido á 
bien comisionar á la inmediación de S. E. el señor 
general en jefe, á los señores don Felipe Duarte y don 
Manuel Galleros, para imponerle de ella y recabar (si 
es posible) la vénia que pide. 

Lo que el infrascripto pone en conocimiento de los 

señores para que impuesto obre con conocimiento 

de esta medida. 

El gobernador infrascripto saluda al señor.-, á 

quien se dirige con aprecio y consideración. 

Luís E. PÉREZ. 

Señores don Manuel Oribe, don Juan Arenas, y don 

Manuel Lavalleja. 


Durazno, Febrero 29 de 1828. 

El Gobierno trasmitió á S. E. el señor general en jefe, 
y al señor comandante general de armas, el parte que 
le dirije Vd., fecha 26, en el que dá cuenta del arribo de 
don Bernabé Rivera al Rincón del Bellaco, y don Fru- 
tos á Soriano, y también les impone que ha recibido 
una nota del dicho, en que significa no viene á esta 
provincia con objeto de anarquizarla, sinó sólo á reca- 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


bar la vénia del señor general en jefe para emplear sus 
servicios contra el enemigo y anucia de palabra su 
llegada á este punto entre hoy ó mañana. 

Luís E. PÉREZ. 

Señor comandante general del departamento de Pay- 
sandú, don Manuel Lavalleja. 


Con fecha 28 de Febrero, el gobernador delegado re- 
mite al general en jefe, el parte del 26 de don Manuel 
Lavalleja, recibido á las seis de la tarde de ese día, y 
le dice: « que al trasmitirlo á S. E. espera le instruya 
circunstanciadamente la conducta que debe obser- 
var. » 

Durazno, Febrero 29 de 1828. 

Es urgente la persona del señor don Manuel Calleros 
para confiarle una comisión de la mayor importancia y 
necesaria para la felicidad del país; por ello es que el 
Gobierno espera su apresuramiento ó este punto con 
la brevedad posible, repitiéndole que así interesa a! 
bien general. 

El Gobierno espera que así que reciba esta, se pon- 
ga en camino, y le saluda con consideración y apre- 
cio. 

Luís E. PÉREZ. 

Señor don Manuel Calleros. 


Buenos Aires, Febrero 29 de 1828. 

El ministro que subscribe, tiene orden de avisar al 
señor comandante de armas de la provincia oriental, 
-'que en este momento, que son las diez de la noche, 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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acaba de saber que el caudillo Fructuoso Rivera ha 
repasado Gualeguaychñ a Soriano con cien hombres, 
y de allí se dirigió á Mercedes, de donde — después de 
haber quitado armas y caballos, y seducido á algunos 
vecinos— se dirigía hacia el Arroyo Grande. Esta no 
ticia, cree el Gobierno la tenga yá el comandante general; 
Más, el objeto de esta comunicación es para mandarle 
desplegue todo el celo y actividad que esté á sus 
alcances, para que, dejando el sitio á las órdenes de 
otro, se ponga á la cabeza de la tuerza que le fuese 
dable; y tomando igualmente el «Escuadrón de Defen- 
sores» que acaba de pasar al sitio de la Colonia, lo 
persiga en todas direcciones, hasta conseguir destruir 
y aniquilar á él y á los que lo acompañan, y en caso 
que se tuviese la fortuna de tomarlo, hacer con él un 
castigo ejemplar. 

El «Escuadrón de Defensores» carece de caballos, y * 
así, es necesario que de cualquier modo y a toda costa, 
se los proporcione eLcomandante general. Por lo de- 
más, la fuerza del expresado «Escuadrón)) es la más á 
propósito para perseguirla, como que no tiene cono- 
cimiento alguno del caudillo Rivera, ni tendencia á 
incorporársele. 

El ministro que suscribe, tiene orden de concluir 
esta nota previniéndole al señor comandante general 
de armas, que el Gobierno cree que la destrucción de 
este caudillo,— que según todas las noticias, está pen- 
dido á los enemigos , — le hará tanto honor al señor co- 
mandante general de armas, como el batir cualquier 
división enemiga, puesto que la permanencia de aqhel 
en esa provincia, la envolvería en la anarquía y tendrá 
los más fatales resultados. 

Con este motivo, saluda al señor comandante general 
de armas, con la más afectuosa consideración 

Juan Ramón Balcarce. 

Señor comandante general de armas de la provincia 

oriental. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


Durazno, Febrero 29 de 1828. 

El gobernador delegado se dirije á los señores coro- 
netes Manuel Oribe, don Juan Arenas y comandante don 
Manuel Lavalleja, comunicándoles la llegada áeste punto 
del brigadier Rivera, interponiendo los respetos del 
que. habla, para con S. E. el señor general en Jefe, y en 
su virtud, haber dispuesto comisionar al efecto, cerca 
del general en jefe a los señores coronel don Felipe 
Duarte y á don Manuel Galleros, ex-miembro del Góbier 
no provisorio. 


Durazno, Marzo 2 de 1828. 

El Gobierno ha impartido con esta fecha á los jefes 
'militares la comunicación que en copia autorizada se 
adjunta. En su virtud, y guardando consecuencia con 
lo dispuesto, el Gobierno ordena al señor general don 
Fructuoso Rivera, que luego que haya recibido ésta 
disponga que toda la fuerza de su mando se replegue 
á este punto. 

El Gobierno omite el observar al general las ventajas 
de esta medida, por creerle bien satisfecho de ellas. 

El que suscribe saluda al señor general con su acos 
lumbrada consideración y aprecio. 

Luís E. PÉREZ. 

Al señor general don Fructuoso Rivera. 


Durazno, Marzo 2 de 1828. 

Es en poder del infrascripto la comunicación del co- 
mandante don Manuel Lavalleja, fecha 27 del próximo 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


pasado, en que manifiesta su marcha hacia el Rincón 
de las Gallinas y el objeto de ella. 

El Gobierno, impuesto de su contenido, hace saber al 
sefior comandante, que el señor don Fructuoso Rivera 
se ha presentado en este punto, sumiso á las autorida- 
des, poniéndose á las órdenes de este Gobierno, mani- 
festando que su solicitud se le admita á él y á los 
que le acompañan a prestar sus servicios contra el ene- 
migo común, en cualquier clase y bajo las órdenes de 
quien S. E. el señor general en jefe tenga á bien desti- 
narle. Pide al mismo tiempo la reconciliación general en- 
tre individuos de un mismo pueblo, de una misma 
opinión y unos mismos sentimientos por la libertad de' 
su patria. Protesta solemnemente no causar el menor: 
desórden, ni hará más que lo que promete, ínter no se^ 
leíuerse por medidas violentas que desatiendan su re- 
clamación. Se sujeta últimamente á justificarse ante la 
ley si se considera necesario, de todos los hechos por- 
que se quiera reconvenir. 

El Gobierno en este caso, llena su deber interponién 
do todos sus respetos, influjo y valimiento con S. E. 
el señor general en jefe para evitar los males que ame- 
nazan al país, si se encendiese en él la guerra civil, 
proponiéndose reunir en masa común al pueblo orien- 
tal para llevar la guerra contra sus opresores, y que la 
sangre que se derrame sea sólo en obsequio de la que 
defendemos. Para el logro de este laudable objeto, se 
han dirigido ya á S. E. comunicaciones, y saldrán maña- 
na á su inmediación, dos ciudadanos de toda respetabi- 
lidad, que recaben de él el avenimiento que se desea, y 
que eí Gobierno no duda conseguir. 

En mérito de esto, el que firma hace saber al señor 
comandante de que con esta fecha previene al se- 

ñor Rivera haga replegar las fuerzas que tenga á este 
punto, en donde el Gobierno le declara bajo su protec- 
ción, hasta tanto contesta S. E. el señor general en jefe 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


á la diputación que se le manda, suspendiéndose toda 
medida que pueda aparecer hostil. 

En este concepto, el Gobierno ordena al señor coman- 
dante general de Paysandú se retire á ocupar el puesto 
de su comando; suspendiendo toda medida de precau- 
ción hasta que por la resolución de S. E. reciba nuevas 
órdenes de él, ó de este Gobierno. 

El Gobierno, al librar la presente orden al señor 

se propone por ella el más lisongero resultado en favor 
del país, y se complace en saludar con su más particu- 
lar afecto al señor. .. . á quien se dirije, 

Luís E. PÉREZ. 

Señores don Manuel Lavalleja, don Manuel Oribe, don 
Leonardo Olivera y don Juan Arenas. 


Florida, 2 de Marzo de 1828. 

Me ha sido muy sensible tener que demorar por la 
primera vez la ejecución de mi obediencia, por hallar- 
me actualmente acometido de un mal endémico, au 
mentado con mi avanzada edad. Causa porque, me es 
ínposible ir á caballo; y para remediar esto, hago inme 
diatamente recomponer una carretilla que tengo de mi 
uso, que se halla con unos fierros quebrados, y me 
pondré en camino en estos tres dias próximos que si- 
guen. 

Y en este ínterin, aprovecho esta ocasión para reno- 
var mi obediencia á mi respetable Gobierno, saludándo- 
lo con la mayor sumisión y respeto. 

Manuel Calleros. 

Excmo. Gobierno delegado de la provincia oriental. 


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Cuartal general en el Sarandi de Yaguarón. 
y Marzo 3 de 1828. 

El abajo firmado, ha recibido la comunicación del 
.Excrao. señor gobernador delegado de la provincia, fe- 
cha 28 del pasado, y se ha sorprendido al enterarse de 
su contenido. Por él y por los documentos que acom- 
pañares evidente la presencia en la provincia del móns- 
truo de la anarquía é inquietud, el brigadier Rivera y 
es preciso destruirlo en sus primeros pasos. 

El comandante de Sandú, según la comunicación que 
trascribe el Excmo. señor gobernador, ya habrá dado 
algunos pasos á este fin, .pero es preciso, sin embargo, 
que el Gobierno tome medidas enérgicas á este res- 
pecto; y si tuviese el atrevimiento el brigadier Rivera 
de presentarse en el Durazno, que sea preso inmedia - 
tamente y, remitido á este cuartel general. 

El señor gobernador pondrá en movimiento todos los 
resortes de su autoridad hasta asegurar á la provincia 
de los disturbios de que se le vé tan de cerca amena- 
zada. Se dfrijirá al comandante general Oribe para que 
tome medidas sobre este particular, dirigiéndole con un 
propio la adjunta comunicación, y en fin, el Gobierno, 
como tan interesado en- el bien del país, tomará á su 
cargo todas las. medidas que le dicte la prudencia, has- 
ta concluir y asegurar á ese autor de las desgrácias de 
la patria y enemigo de la felicidad de esta provincia. 

El que firma, se complace en saludar al señor go- 
bernador con su más alta consideración. 

Juan Antonio Lavalleja. 

Al Excmo. señor delegado de la provincia, don Luis 

Eduardo Pérez. 


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COMPENDIO DE LÁ HISTORIA 


Cuartel general en Sarandl de Yaguarón, 
y Marzo 3 de 1828. 

De un modo cierto y oficial, acaba de ser impuesto 
el infrascripto general en jefe, gobernador y capitán 
general de la provincia oriental, que el brigadier Rive- 
ra, con una fuerza armada del Entre Ríos, ha pisado 
el territorio oriental. Este accidente en tiempo que el 
infrascripto se había prestado gustoso á la expedición 
que debe marchar al Norte, compuesta de tas provincias 
de Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes, le ha sido entera- 
mente extrafio, mayormente cuando el Gobierno de 
Entre Ríos ofreció al de Buenos Aires, que don Frutos 
pasaría el Paraná á la parte de Santa Fe. 

El señor gobernador, á quien se dirige el que firma, 
está bien impuesto de .lo peligrosa que es la persona 
de don Frutos en la presente guerra. Sabe también los 
motivos que lo tenían ausente de esta provincia, porque 
todo esto ha sido muy público, y que en medio de este 
convencimiento, haya dado lugar á que don Frutos pase 
á esta parte con gente armada, no puede mirarse sino 
como una tendencia criminosa, que embaraza las ope' 
raciones de la guerra de que se halla encargado e l 
que firma, hace vacilar el buen éxito de la campaña y 
compromete de un modo directo la tranquilidad de la 
provincia oriental. 

En nombre de ella, el gobernador y capitán general 
que firma, se dirige al señor gobernador de Entre Ríos, 
solicitando que con su autoridad haga replegar á su 
provincia la fuerza que acompaña al expresado briga- 
dier, y que si éste llegase á repasar el Uruguay, se 
asegure y remita á disposición de este Gobierno, á 
quien ha venido á insultar con su presencia. 

El infrascripto no puede persuadirse que este paso 
haya estado á los alcances del Gobierno á quien se 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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dirige, pero conoce que está en su mano borrar la 
ofensa que recibe esta provincia en medio de sus aten- 
ciones con la guerra, por la fuerza armada que contra 
su tranquilidad ha pasado de una provincia amiga. 

Si el señor gobernador de Entre-Hios haciendo valer 
su autoridad, desvanece aquellos principios de male- 
dicencia, y asegura á sus autores, habrá dado á la pro- 
vincia oriental un testimonio -de confraternal amistad; 
pero en caso contrario, el gobernador que firma, protesta 
contra el Gobierno de Entre-Ríos, los perjuicios y atra 
sos á la causa de la patria, que pueda ocasionar su in- 
diferencia ó tolerancia. 

El abajo firmado, saluda al señor gobernador á quien 
se dirije muy atentamente. 

Juan Antonio Lavalleja. 

* 

Al Excmo. señor Gobernador de Entre Ríos don León 

Salas. 


Es*á conforme. 


Joaquín Revillo. 


Porongos, Marzo 3 de 1828. 

El que súscribe, no puede menos de dirijirse al se- 
ñor gobernador para imponerle del comportamiento 
del señor capitán don Juan Fernández, quien con fecha 
de ayer íué conducido á este punto, con el objeto de 
sobornal’ los soldados que por disposición de V. E. 
se hallan hoy á mi cargo; y mirando que de este pro- 
cedimiento atentatorio, pudieran resultar males costosos 
de remediarlos, he resuelto ponerlo en conocimiento 
de V. E. este acontecimiento para que V. E. dicte las 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


medidas que adoptase más conveniente sobre el par- 
ticular. - 

José Ramón Sotelo. 

Excmo. señor gobernador delegado de la provincia. 


Exorno, señor: 

El infrascripto, comandante general de armas, ha re- 
cibidora nota que se ha servido dirijirle el Excmo. Go- 
bierno delegado de la provincia con fecha 2 del que corre, 
anunciándole haberse presentado en ese punto don 
Fructuoso Rivera, sumiso á las autoridades y poniéndo- 
se á las órdenes del Gobierno. El señor brigadier Rivera 
ofició al abajo firmado desde el Paso de Japeyá, con fe- 
cha 26 del próximo pasado Febrero, manifestando igua- 
les sentimientos que los que aparecen en la nota de 
S. E. que se contesta y hoy le responde en la forma que 
se advertirá por la copia que se acompaña. Este es el 
deber del que suscribe, y constante en el principio 
que ha sentado, puede el señor brigadier aguardar tran- 
quilo la resolución del Excmo. señor general del ejér- 
cito de operaciones, toda vez que por su parte, no sean 
alteradas las prevenciones que se hacen; pero si (como 
no es de esperar) este jefe sin el beneplácito de aquel 
reuniese un sólo hombre de esta provincia en su te- 
rritorio, no puede ser considerado con la moderación 
que el Gobierno recomienda, quien mejor podrá pene- 
trarse de la enorme responsabilidad á que puede que- 
dar reatado el infrascripto siempre que lo consienta. 

Con este fin, al abandonar con perjuicio de lo más 
interesante de la guerra, su antigua posesión de la lí- 
nea, ha pasado á situarse en la costa del arroyo de 
Santa Lucia, sin otro designio que. observar el modo 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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con que se conduce el señor brigadier; si él corres- 
ponde á las intenciones del que firma, nada debe re- 
celar el superior Gobierno, debiendo advertir que la 
decisión del señor general en jefe, será una regla in- 
variable que nivele en esta ocasión, como en todas las 
del servicio, su subordinada conducta. 

El que firma, saluda al Gobierno con el alto respeto 
de costumbre. 

Paso de Pache, Marzo 4 de 1828. 

Manuel Oribe. 


Durazno, Marzo 4 de 1828. . 

El conductor de ésta, no encontrando en este punto 
á don Fructuoso Rivera, y en la perplegidad de si ha- 
bía de seguir á entregar la comunicación que traía del 
señor comandante general, se resolvió porque ésta 
fuese dirijida por un chasquero de este Gobierno. 

En el momento marchó dicha nota á su título, y del 
mismo modo, se pasará al señor comandante general 
la contestación. 

Con fecha 2 del corriente, el infrascripto pasó á don 
Fructuoso Rivera la siguiente nota: «El Gobierno ha 
» impartido con esta fecha' á los jefes militares la co- 
» municación que en copia autorizada se adjunta. En 
i» su virtud y aguardando consecuencia con lo dispues- 
» to, el Gobierno ordena al señor general Rivera, que 
» luego que haya recibido ésta, disponga que toda la 
» fuerza de su mando se replegue á este punto. El 
» Gobierno omite el observar al señor general las ven- 
» tajas de esta medida, por creerlo bien satisfecho de 

» ellas.— El que suscribe, etc —Luís E. Pérez.— Señor 

» general don Fructuoso Rivera. » 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


En contestación, dijo en el mismo día á la noche : 
« Que falto de pasto para las caballadas por estas in- 
» mediaciones, y para poder dar cumplimiento á la 
» orden del Gobierno, de reunir sus fuerzas, se ponía 
» en marcha para el Paso de Vera en el Río Negro. » 
Lo que efectuó en la misma noche, según noticias 
que se tienen por un vecino que dice lo encontró ayer 
en su inmediación. 

Lo que comunica el infrascripto al señor comandante 
general, saludándole con la consideración más distin- 
guida. 

Luís E. PÉREZ. 

Señor comandante general de armas de la provincia, 
don Manuel Oribe. 


Durazno, Mayo 5 de 1828. 

El infrascripto, se dirige á S. E. el señor general en 
jefe, para manifestarle, que en concepto á que el Go- 
bierno, encargado de la dirección de la guerra, era 
mediador ó se interesaba én la reconciliación con don 
Fructuoso Rivera, tomó parte en recabarla del Excmo. 
señor á quien se. dirige. Pero impuesto ahora por el 
señor comandante general, de que aquel, tomando la 
voz en esta materia, ha impartido órdenes, —el que 
firma juzga de su debec no mezclarse más en esté 
asunto, y en consecuencia ha pasado la nota que se 
adjunta en copia. 

El abajo firmado, se complace en saludar á S. E. con 
las consideraciones de su más obsecuente amistad. 

Luís E. PÉREZ. 


Excmo. Sr, 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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Durazno, Marzo 5 de 1828. 

El infrascripto hace saber al señor comandante ge- 
neral de armas, que el general Rivera anunció el día... 
que por el siguiente se ponía en marcha con dirección 
al paso de Vera en el Río Negro, para dar cumplimien- 
to á las disposiciones de este Gobierno, pero la marcha 
la efectuó en la misma noche sin que hasta la fecha 
haya el que firma tenido noticia alguna del punto en 
que se encuentra. Con este motivo y el quedar el infras- 
cripto impuesto de la nota del Excmo. señor ministro de 
la Guerra, que el señor comandante general le remite, es 
á advertirle que el Gobierno no juzga ya de su deber 
mezclarse más en este asunto, en atención á que en él 
ha tomado la voz el Gobierno encargado de la dirección 
de la guerra, y por consiguiente, el señor comandante 
general obrará según las órdenes de dicha autoridad, ó 
S. E. el general en jefe y los demás jefes obrarán se- 
gún se lo ordene S. E. el señor general en jefe, ó el se 
ñor comandante general de armas. 

El abajo firmado, saluda al señor. ..con su acostum- 
brada consideración. 

Luís E. PÉREZ. 

Sres. comandante general de armas, coronel Olivera,. 

coronel Arenas, comandante Lavalleja (don Manuel). 


Cuartel general en el Sarandi y Marzo 6 de 1828. 

El infrascripto, general en jefe del ejército y capitán 
general de la provincia, ha recibido del señor goberna- 
dor delegado, la noticia de haberse introducido en ella, 
el señor brigadier general á quien se dirije; postérior- 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


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mente ha recibido la que el mismo general Rivera le 
ha dirijido, protestando su obediencia á las autoridades, 
deseos de contribuir á la lucha, y sus intehciones de 
no atentar contra el orden público, ni de mostrarse 
como un caudillo de la anarquía. 

Cotejando el general en jefe las protestas del señor 
general á quien se dirije, con su conducta actual, tie- 
ne el sentimiento de encontrar una contradicción tan 
notoria, que no le es posible dejar de reprobar. El gene- 
ral Rivera se ha introducido en el territorio de la pro- 
vincia con gente armada, sin prévio permiso, ni aviso; 
ha permitido se le reúnan oficiales y gente de la que per- 
tenece al ejército, como el capitán don Juan Francisco 
Fernández y otros vecinos á quienes ha hecho tomar 
un aparato militar; últimameute el general Rivera ha 
despreciado las órdenes del Gobierno en quien la pro- 
vincia toda, ha depositado la autoridad necesaria pa- 
ra la dirección de la guerra. Difícil es conciliar con es- 
tos hechos sus protestas: y en tal caso, el general en 
jefe está en el deber de decir al señor general que 
para acreditar su buena fe, la rectitud de sus inten- 
ciones y la nobleza de sus miras, no tiene sino dos 
partidos que tomar, ó retirarse con la geftte que le 
acompaña á la márgen derecha del Uruguay, ponién- 
dose en marcha y repasando el expresado río é los 4 
días siguientes después de doce horas de recibida es- 
ta comunicación, y desde allí hacer las proposiciones 
que juzge necesarias, ó venirse dentro del mismo tér- 
mino con el ayudante conductor de esta comunica- 
ción, confiado en la probidad y honor del general en 
jefe. El señor general puede excoger cualesquiera de 
los dos partidos que se le proponen, en la seguri- 
dad y creencia que el general en jefe no está distante 
de escuchar y acojer las reclamaciones que se le diri- 
jan, con la dignidad que corresponde, y en el modo 
que su razón, las leyes y el orden público lo exigen; 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 111 


sin acordarse de nada que sea personal, pués todo ello 
es subalterno y de ninguna consideración cuando se 
trata de tan graves intereses. 

El general en jefe saluda al señor general, á quien 
se dirije muy atentamente. 

Juan Antonio Lavalleja. 

Al señor general don Fructuoso Rivera. 


Está conforme. 


Joaquín Revillo. 


Cuartel general en el Sarandi y Marzo 6 de 1828. 

El infrascripto, general en jefe, se dirije al Excmo.se- 
ñor gobernador delegado de la provincia, acompañán- 
dole copia autorizada de la contestación que dirije al 
general don Fructuoso Rivera; y como su publicación 
es de sumo interés, el infrascripto pide al Excmo. Go- 
bierno la mande imprimir y circular', dirijiendo copias 
sin perder momento al coronel Oribe, Arenas, y coman- 
dante Lavalleja, sin perjuicio de las que deben dirijirse 
á los departamentos. 

El infrascripto saluda al Excmo. señor gobernador á 
quien se dirije, con su más distinguido aprecio. . 

Juan Antonio Lavalleja. 

Al Excmo, señor gobernador delegado de la provincia, 
don Luís E. Pérez. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


Ministerio de Guerra y Marina. 

4 

Buenos Aires, Marzo 7 de 1828. 

Se acaba de recibir la comunicación de V. E. datada 
fecha 3 en ese punto, por la que se sirve noticiar el 
desembarco y llegada á los cuatro días á ese pueblo, de 
don Fructuoso Rivera; al mismo tiempo que el haber 
manifestado á ese Gobierno, que sus miras no son anar- 
quizar ni meter el pais en desorden, si solo prestar sus 
brazos para la guerra en que está empeñada la nación , y 
ponerse á las órdenes de las autoridades. 

El ministro que suscribe, tiene orden de decir al señor 
gobernador delegado, que las protestas de don Fructuo- 
so Rivera que V. E. transcribe, están en manifiesta con- 
tradicción con sus hechos. 

¿Puede haber pasado á juicio de V. E. sin miras de 
anarquizar ni meter al país en desórden, el que lo ha 
hecho con una fuerza armada, sin permiso de autoridad 
competente, antes contra las órdenes expresas de ellas? 
¿Puede haberlo hecho sin miras de anarquizar ni meter 
el país en desórden, el que valiéndose del asilo que le 
daba una jurisdicción extraña, ha reunido, y sostenido 
número considerable de desertores y criminales de esa 
provincia y de la fuerza hacional, llevándolos en su 
compañía sin prever al menos el pernicioso ejemplo que 
da á los que constantes existen en las filas del ejérci- 
to? ¿Puede'haberlo hecho sin miras de anarquizar ni de 
meter al país en desórden y puede tampoco inspirar 
confianza el que acusado de un modo público por sos- 
pechas de traición, no ha procurado vindicarse de nota 
tan fea ante autoridad competente? 

Sería cansar al señor gobernador delegado, reflec 
cionar más sobre el crimen cometido por don Fruc- 
tuoso Rivera y las terribles consecuencias que puede 


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DE LA. REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 113 


acarrear á esa provincia, y de consiguiente, á todas 
ellas. El Gobierno, como encargado de la dirección de 
la guerra, con presencia de las primeras noticias, libró 
órdenes al comandante general de armas, coronel Oribe, 
para cortar de raíz en su aparición un atentado de tal 
trascendencia. Hoy, que por la comunicación que se 
acaba de recibir de V. E., el expresado Rivera está bajo 
la protección de ese Gobierno, el ministro que suscribe 
tiene orden de asegurar á V. E. que con esta lecha se 
libra todo á la resolución que en vista de las circuns- 
tancias adoptase el señor gobernador propietario y 
general en jefe. Para que V. E. se penetre de los sen- 
timientos que animan al Gobierno, encargado de la 
dirección de la guerra, tenga entendido que se recibirá 
en ésta sin dificultad, la persona de Rivera y de los 
demás que le acompañan, sin que se le siga perjuicio, 
porque en cuanto á permanecer ahí, es peligroso, por 
más protestas que hiciere. 

La inclusa nota para el coronel Oribe, es de suma 
importancia su entrega. 

El infrascripto ministro, al manifestar al señor go- 
bernador delegado los sentimientos del Gobierno, tiene 
el honor de saludarle con su particular consideración. 

Juan Ramón Balcarge. 

Excmo, señor gobernador delegado de la provincia orien- 
tal. 


Paysandú, Marzo 8 de 1828. 

El comandante general que suscribe, impuesto de las 
comunicaciones de V. E., determinó al momento reti- 
rarse al punto principal de su comando, después de 
haber pasado al otro lado del Río Negro en persecución 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


114 


de los facciosos, como se lo prevenían las instruccio- 
nes que el señor general- en jefe se ha servido librarle 
al efecto. 

El que suscribe, se hubiera avanzado hasta este des- 
tino, sino fueran los altos respetos que se merece V. E.; 
y mucho más cuando reconoció á don Frutos Rivera 
y los que le siguen, bajo los auspicios y protección de 
N. E.; pero ahora, instruido del billete fecha 5, tomaré 
las medidas que se deducen de él, y que dicta mi 
deber en las presentes circunstancias. También espera 
órdenes del señor comandante general de armas, a 
quien he oficiado con repetición, y aún no he conse- 
guido me conteste. 

El infrascripto tiene el honor de saludar á V. E. con 
el mayor afecto. 


Manuel Lavalleja. 

Excmo. señor don Luís Eduardo Pérez, gobernador 
delegado de la provincia. 


EL GENERAL LAVALLEJA AL GOBERNADOR 
DELEGADO 

Cuartel general en Sarandí, y Marzos de 1828. 

El general en jefe que suscribe, impuesto de la co- 
municación que con fecha 5 del corriente le dirije el 
Excmo. señor gobernador delegado, como igualmente 
la copia que acompaña de la circular expedida en la 
misma fecha, debe decirle: que cuando el infrascripto, 
en comunicación anterior, permitía que viniese hasta 
este punto, era en el concepto de que el general Rivera 
no rompería las hostilidades, ni daría el escándalo de 


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115 


DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


perpetrar nuevos insultos á la provincia y su Gobierno, 
y ataques decididos contra la tranquilidad pública. 

Más habiéndolo verificado de este modo, y siguien 
do adelante con su sistema desorganizador y anárquico, 
el que firma reitera nuevamente sus órdenes para que 
sea perseguido y concluido por donde quierá que se 
dirija (!), lo mismo que la tropa que le sigue. 

El infrascripto no duda que el Excmo. Gobierno de 
la provincia no sólo estará de acuerdo con esta medida, 
sino que hará valer todo el influyo que le dá su posi ; 
ción, para que sea efectiva y desaparezca el corifeo de 
la anarquía y déla traición, de en medio de una provincia 
á cuya ruina ha querido contribuir hasta lo último. 

El Gobierno de la nación, persuadido tle esto mismo 
y de los incalculables males que arrastará á la causa 
pública las medidas subversivas que ha puesto en ac- 
ción el general Rivera, ha ordenado al que firma ordene 
su persecución hasta el último extremo ( !), y lo mismo 
comunica al comandante general de armas. 

El Excmo. Gobierno 'de la provincia es necesario que 
desplegue firmeza y energía para salvar al país que de 
otro modo será presa de la guerra civil, tomando todas 
las providencias que juzgue convenientes y secundando 
las que el abajo firmado ha tomado y tomará, porque su 
deber se lo impone así, y así lo dictan el interés general 
y muy particularmente el de la que el Excmo. Gobierno 
preside. 

Nada tiene que añadir el abajo firmado á lo expuesto; 
y sólo le resta aprovechar esta oportunidad como lo 
hace, para saludarlo con su consideración distinguida. 

Juan Antonio Lavalleja. 

Al Excmo. Gobierno delegado de la provincia oriental. 


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116 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


Durazno; Marzo 9 de 1828. 

Por la comunicación de esta lecha del señor Julián de 
Gregorio Espinosa, se ha impuesto el Gobierno delega- 
do de la provincia oriental, de su arribo al punto de la 
Santísima Trinidad, y de la comisión de qne es encar- 
gado. En su consecuencia dispone devolverle él- pasa 
porte que le adjunta refrendado, expresándole también 
que ninguna certidumbre tiene del destino fijo en que 
pueda hallarse el brigadier Rivera; solo puede decirle 
que se dice está por las Averias, y por lo tanto si el 
señor Espinosa dirijiera su marcha al Paso de Quinte- 
ros en el Río Negro, donde deberá encontrarse con el 
señor comandante general de armas don Manuel Oribe, 
éste podrá instruirle á este respecto. 

El infrascripto reproduce con este motivo al señor 
Espinosa las consideraciones de su aprecio, y le saluda 
con el mayor aprecio. 

Luís E. PÉREZ. 

Señor don Julián de Gregorio de Espinosa. 


EL GOBIERNO DELEGADO AL GENERAL RIVERA 

Durazno, Mayo 9 de 1828. 

El infrascripto gobernador delegado, tiene el senti- 
miento de participar al señor general Rivera, que no 
está en sus facultades tomar más participación en Las 
presentes ocurrencias, porque en ellas ha tomado'la voz 
el Gobierno encargado de la dirección de la guerra. 

El que firma, saluda al señor general á quien se di- 
i ije, con su más distinguida consideración. 

Luís E. PÉREZ. 

Señor general don Fructuoso Rivera. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


117 


EL GENERAL LAVALLEJA AL GOBIERNO 
DELEGADO 

Cuartel general en el Cerro Largo, 
y Marzo 16 de 1828. 

Él que suscribe, tiene el honor de acusar recibo al 
Excmo. Gobierno delegado de la provincia de sil nota 
techa 11 del corriente, en que acompaña la copia de la 
última comunicación que pasó al brigadier Rivera. 

Saluda al Excmo. Gobierno el infrascripto general en 
jefe del ejército de operaciones.' 

Juan Antonio Lavalleja. 

Al Excmo. Gobierno delegado de la provincia orien- 
tal. 


EL MINISTRO DE LA GUERRA AL GOBERNADOR 

DELEGADO 

Buenos Aires, Marzo 17 de 1828. 

Él ministro de la Guerra y Relaciones Exteriores ha 
manifestado al Gobierno encargado de la dirección de 
ella, la nota del 10 de éste, del Excmo. Gobierno de* 
legado de la provincia oriental, y tiene el honor de de- 
cir en respuesta, que la conducta anterior de don Fruc* 
tuoso Rivera ha demostrado bastantemente que los 
juicios del Gobierno no fueron errados en lo que cal- 
culó sobre su pase á esa provincia, desde cuyo instante 
tomó todas las medidas que estuvieron á sus alcances, 
tanto para inutilizarlo, como para impedir el que se au- 
mentaren las reuniones que necesariamente intentaría 


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118 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


formar, así como las había tomado para frustar 10 que 
pudiera haber hecho en las provincias de Entre-Ríos 
y Santa-Fé, como se consiguió en la última y se hubie- 
ra también logrado en aquella si don Fructuoso Rivera 
no lo hubiese evadido con su precipitada fuga. 

El que suscribe cree que en manera alguna puede ha- 
cerse un cargo al Gobierno, ni tomarse como un pre- 
testo para ello, la permanencia del señor Rivera en ésta, 
pués que vino con un carácter público que no era dado 
violar, ni entonces podía ser atacado, ni impulsado á 
una vindicación sin faltar al derecho de gentes; y si el 
paso del señor Rivera á esa provincia no fué comuni- 
cado al Excmo. gobernador delegado, al mismo tiem- 
po que al Excmo. señor general en jefe y comandante 
general de Armas, fué porque la premura del tiempo 
no le permitió en los apuros de recibirse la noticia é 
impartir las órdenes ejecutivas. 

El ministro que suscribe, espera que si el citado se- 
ñor Rivera no difiere y se presta á las proposiciones 
que se le han hecho por el Excmo. señor general en 
jefe, y á las prevenciones de este Gobierno hechas por 
conducto del ciudadano don Julián Espinosa, entonces 
el Excmo. señor gobernador delegado cooperará del 
modo más activo á que aquel sea destruido por todos 
los medios posibles, considerando que ahora más que 
nunca es su persona un. obstáculo para lograrse los gran- 
des resultados que el Gobierno se propone para la fe" 
licidad de la provincia oriental y que la sóla negativa de 
Rivera es una confirmación de que sus miras no son 
otras que la destrucción de ese país, ayudando en es- 
to al enemigo. 

El que suscribe aprovecha esta ocasión para saludar 
al Excmo. señor gobernador á quien se dirije, con la 
más atenta consideración. 

Juan Ramón Balcarce. , 

Excmo. señor gobernador delegado de la provincia 

oriental. 


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DE LA REPÚBLICA.O. DEL URUGUAY 


119 


COMISIÓN DE DON JULIAN DE GREGORIO ESPINOSA 

Villa de la Santísima Trinidad, 
Marzo 19 de 1828. 

Don Julián de Gregorio Espinosa acompaña al Go- 
bierno el pase que el Excmo. Gobierno de Buenos Ai- 
res le ha expedido para su tránsito á esta provincia, 
con el fin de desempeñar una comisión que tuvo á 
bien conferirle. Que S. E. puede refrendarlo en los tér- 
minos que fuese de su superior agrado, para que se 
le auxilie como corresponda, y devolvérsele á los fines 
consiguientes. Que él debe partir hasta encontrarse con 
el brigadier don Fructuoso Rivera, y en la incertidum- 
bre de su destino le tiene indeciso para dirijirse, espe- 
rando que S. E; le haga alguna indicación sobre el 
^particular. 

RESOLUCIÓN DEL GOBIERNO.— MARZO 19 

Devuélvase refrendado el pasaporte que adjunta, y 
exprésele que ignorando el destino fijo del brigadier Ri 
vera, sólo porque se dice se halla por las Averias, po- 
drá dirijir su marcha al Paso de Quinteros en el Río 
Negro, donde podrá encontrarse con el señor coman- 
dante general de armas que podrá instruirle á aquel 
respecto. Y - avísese á este último en comunicación. 

Rúbrica de S. E. 

Lenguas. 


Durazno, Marzo 19 de 1828. 

En este momento ha recibido el que firma una nota 
de don Julián Gregorio de Espinosa, datada con fecha de 
hoy en la Villa de la Santísima Trinidad, en la que raa- 


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120 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


nifiesta que viene en comisión por el Gobierno encar- 
gado de la dirección de la guerra cerca del brigadier 
Rivera, y pide se le refrende su pasaporte para seguir 
en desempeño de su comisión. 

El Gobierno le ha refrendado el pasaporte, y le ad- 
vierte en contestación á su nota que si dirije su mar- 
cha por el Paso de Quinteros del Río Negro, encontrará 
al señor comandante general, que podrá darle noticias 
del paradero del dicho brigadier. 

El que firma al comunicar al señor comandante ge 
neral esta novedad, se complace en saludarle con su 
consideración más distinguida. 


Luís E. PÉREZ. 


Señor comandante general de armas de la provincia 
don Manuel Oribe. 

Excmo. señor: 

Tengo el honor de acompañar á V. E. el pase que el 
Excmo. Gobierno de Buenos Aires me expidió para mi 
tránsito á esta provincia con el fin de desempeñar una 
comisión que tuvo á bien conferirme. V. E. puede re- 
frendarlo en los términos que fuere de su superior 
agrado, para que se me auxilie ccuno corresponde, y 
devolvérmelo para los fines consiguientes. 

Yo debo partir de aquí hasta encontrar al briga- 
dier don Fructuoso Rivera, y la incertidumbre de su 
destino me tiene indeciso para decidirme. Espero que 
V. E. me haga alguna indicación sobre el particular. 

Luego que reciba la contestación de V. E. encamina- 
ré mis comunicaciones al Gobierno mi comitente, y si 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


121 


V. E. fuere gustoso de acompañar ias suyas, será hon- 
ra y satisfación mías. 

Quiera V. E. admitir los respetos y consideraciones 
con que saluda, y es de V. E. 

Julián de Gregorio de Espinosa. . 

Villa de la Santísima Trinidad, Marzo 19 de 1828. 

Excmo. señor gobernador de la provincia oriental don 
Luís Eduardo Pérez. 


PRIMAR CHOQUE DE LAS FUERZAS DE ORIBE 
CON LAS DE RIVERA, EN BURICAYUPÍ 

PARTE DE DON MANUEL. ORIBE 

El infrascripto, comandante general de armas, da 
noticia al Excmo. Gobierno delegado de la provincia, 
que ayer, como á las doce del día, tuvo noticia positiva 
por sus bomberos, de la dirección que llevaba el anar- 
quista Rivera, quien había campado la noche anterior 
en el Rincón de Buricayupí con la mayor parte de su 
fuerza. Luego que logré alcanzarla, destaqué sobre ella 
al comandante don Manuel Lavalleja con cien hombres 
entre los de su escuadrón y el regimiento número 9, 
de línea, lo mejor montados, según lo permite el es- 
tado de nuestras caballadas, bastante transitadas y es' 
tropeadas por la piedra, siguiéndole el que suscribe, 
con el resto de la tropa. Al primer encuentro, amaga- 
ron sostener la línea que habían formado, destacando 
algunas guerrillas que se arrojaron á operar en forma 
de tales; y la bravura del mejor de los baqueanos y de 
uno de los ordenanzas que despreciaron al contrario, 


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122 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


ha venido á serles funestas; pues que al primero costó 
la vida, y el segundo queda bastante mal herido. 

Este incidente fué de tal exasperación para la tropa, 
que sólo aspiraban á la venganza. En el momento que 
el expresado jefe dió la voz de cargar, lo hicieron con 
tal brío y orden, que á pesar de que los facciosos— pue- 
de decirse— que montan la flor de la caballada de este 
vecindario se les ha perseguido hasta las inmediacio 
nes del Dayman, en que ya llegó la noche y fué preciso 
hacer alto, tanto porque las cabalgaduras iban ya ren- 
didas, como porque los facciosos se dispersaron en 
distintas direcciones. Ellos han tenido dos muertos y 
tres prisioneros que existen en este campo. Por lo que 
éstos declaran, el cobarde Rivera— que no ha tenido 
aliento para ponerse á la cabeza de sus vándalos -fué 
de los primeros que trató de ponerse en salvo, pues 
fué visto que se separó adelante con unos seis ó siete 
hombrescon rumbo al Hervidero. 

Estos mismos exponen claramente y con uniformi' 
dad, que aquél ha sufrido muchas dispersiones de la 
gente que trajo de Entre Ríos, y que muchos de esta 
provincia le siguen por los compromisos en que los 
han empeñado sus crímenes. Por dar descanso á los 
caballos, y al mismo tiempo hacer carnear para la 
gente que há tres días no lo hace, ha sido necesario 
retroceder unas dos leguas por falta de ganados; pero 
esta tarde vuelve á ponerse en movimiento, hasta con- 
seguir la destrucción del cobarde, quien con dificultad 
podrá rehacerse de la dispersión que ha sufrido. Es 
oportuno noticiar á S. E , que al dar alcance á los 
facciosos, fué herido de bala otro ordenanza del que 
firma; y que en todo lo demás de la jornada, no ha te- 
nido otra novedad, 

Los oficiales más prácticos del territorio, son de opi- 
nión que se dirija ó los potreros de Arerunguá el cau- 
dillo, ó á los Arapeys, en donde pienso encerrarlo; 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 123 


pues que á la fecha, el comandante de la fuerza de 
Corrientes, don José López, con 300 hombres, habrá 
repasado el Uruguay, y en breve habrá combinación 
de movimientos. 

El infrascripto suplica al Excmo. Gobierno delegado, 
téngala dignación de trasmitir original esta nota á 
manos de S. E. el señor general en jefe para su debido 
conocimiento; recomendando la más posible brevedad 
respecto á que sus atenciones no le dejen lugar sufi- 
ciente para hacerlo directamente por separado. 

El que firma, saluda al Gobierno con el alto respeto 
que acostumbra. 

Rincón de Buricayupí, Marzo 27 de 1828. 

Manuel Oribe. 

Excmo. Gobierno delegado de la provincia. 


VENIDA EN COMISIÓN DE DON IGNACIO BARRIOS 
Y DON VENANCIO FLORES, 

CERCA DEL GENERAL RIVERA 


Durazno, Marzo 30 de 1828 

Anoche á las ocho de ella se presentaron á este Go- 
bierno don Ignacio Barrios y don Venancio Flores con 
un pase del encargado de la dirección de la guerra, cuyo 
literal acompaño. Estos pidieron le fuese refrendado y 
manifestaron que su coiriisión era conducir comunica- 
ciones de importancia para el brigadier Rivera, y el co 
misionado don Julián de Gregorio Espinosa. El pase les 


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COMPENDIO DE 5*A HISTORIA 


íué refrendado con referencia á lo que en él dispone la 
autoridad que lo lia expedido. 

El que suscribe, al poner esto en conocimiento de 
V. E. le saluda, etc. 


Luís E. PÉREZ. 

Excmo. señor general en jefe, etc. 


PASAPORTE 

El Gobierno de Buenos Aires, encargado de la direc 
ción de la guerra: 

Por cuanto pasa el teniente coronel don Ignacio 
Barrios con el ayudante don Venancio Flores y un sol- 
dado ordenanza ó la provincia oriental, y en importante 
comisión del servicio cerca del general don Fructuoso 
Rivera: Por tanto, manda que para su embarco y trán- 
sito por tierra se les franqueen los auxilios que nece- 
siten por quienes corresponda, y á quienes ocurriesen 
hasta llegar al punto donde se halle el expresado gene- 
ral, haciéndole responsable de la menor demora á cual- 
quiera de las autoridades ó individuos particulares a 
quienes pidieren los indicados auxilios; para lo cual se 
le expide el presente pasaporte en Buenos Aires á 27 
de Marzo de 1828. 

Por disposición de S. E. 


Juan Ramón Balcarce. 
Buenos Aires, Marzo 27 de 1828. 

% 

Anotado en la Capitanía del Puerto.— Lynch. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL. URUGUAY 


125 


Villasboa, Marzo 30 de 1828. 


Excmo. señor: 

En este momento que acabo de llegar á la posta del 
señor Barragán, he tenido la noticia de haber pasado un 
chasque del señor coronel Oribe con comunicaciones pa- 
ra V. E. Este mismo ha dicho que ha habido rompimiento 
y se han originado algunas desgracias; y -que se han 
encontrado de la otra parte del Río Negro unos cadá- 
veres y á sus inmediaciones algunos papeles rotos y 
otros como pliegos desparramados. 

Yo espero que V. E. tenga á bien indicarme si don 
Julián Espinosa ha penetrado cerca del señor coronel 
Oribe. 

El tránsito, según se me indica, es bastante arriesgado 
y por lo mismo suplico á V. E. me franquee alguna es- 
colta para poder concluir el lleno de mi importante co 
misión, porque de otro modo acaso no podré dar el 
cumplimiento debido. 

. El que suscribe tiene el honor de saludar V. E. con 
las distinciones de su mayor aprecio. 

Ignacio Barrios. 

Al Excmo. señor gobernador delegado dé la provincia 

oriental. — Del teniente coronel en comisión. 


Durazno Marzo 30 de 1828. 

El señor comisionado deberá seguir su comisión sin 
demora, pués el acontecimiento sucedido no es de mé- 
rito para entorpecerla, á más de que el pase que lleva 
del Gobierno encargado de la dirección de la guerra, es 
muy bastante seguro para que por nadie sea detenido.. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


El que suscribe al dar esto por contestación al señor 
teniente coronel en comisión, le saluda afectuosamente. 

Luís E. PÉREZ 

Señor teniente coronel don Ignacio Barrios. 


EL GENERAL LAVALLEJA AL GOBIERNO 
DELEGADO 

Cuartel general, y Abril 4 de 1828. 

Queda impuesto el abajo firmado de haber pasado 
dos individuos con comunicaciones para el brigadier y 
el comisionado Espinosa, como también que el pasa 
porte que traian del Gobierno encargado de la dirección 
de la guerra íué refrendado por el Excmo. Gobierno 
delegado, á quien el infrascripto se dirije, y á quien 
saluda con su mayor consideración. 

Juan Antonio lavalleja. 

Al Excmo. Gobierno delegado de la provincia oriental. 


Cuartel general en el Cerro Largo, 
y Abril 4 de 1828. 

El general en jefe del ejército de operaciones, tiene la 
satisfación de acusar recibo de la nota fecha 30 del 
pasado del Excmo. Gobierno delegado de la provincia 
oriental y á la que acompaña el parte original del co- 
mandante general de Armas, en que demuestra el pri- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 127 


mer resultado del ensayo que con el general Rivera 
han tenido las tropas de su mando. 

Con esta oportunidad saluda al Excmo. Gobierno de- 
legado, con su mayor consideración. 

Juan Antonio Lavalleja. 

Al Excmo. Gobierno delegado de la provincia oriental. 


CAPÍTULO IX 


La campaña á Misiones en 1828. — Recuperación de los siete 
pueblos de las Misiones Orientales, por las armas de la 
patria á las órdenes del general don Fructuoso Rivera.— 
Algunos pormenores. — El parte detallado de la victoria 
y otros documentos relativos. 

Después del encuentro en Buricayupí, el 27 de Marzo, 
reíerido en el capítulo anterior, el general Rivera— 
con la fuerza que le acompañaba, de unos doscientos 
y tantos hombres— marchó para la frontera, á realizar 
su empresa sobre Misiones, en que I'e acompañó la 
fortuna y la gloria.— En la marcha se le fueron incor- 
porando muchos voluntarios, entre ellos algunos jefes 
y oficiales de reputación. El coronel Oribe (don Manuel) 
tenia orden de seguir en su persecución en el territo 
rio oriental, con la fuerza volante de su mando; pero 
lo hizo con retardo, y siendo burlado completamente 
en ella por la celeridad y estrategia del general Rivera 
en términos que cuando Oribe llegó á Santa Rosa, ya 
Rivera penetraba en territorio brasilero, provincia de 
Misiones. ’ . 

Rivera había volado y cayó de improviso sobre Mi- 
siones desguarnecida, entrando por la frontera orien- 
tal, como se refiere en los apuntes de Puyrredón en 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


su campaña de la época. Al amanecer del 21 de Abril, 
llegó Rivera a la costa del Ibicuí, cuyo paso guardaba 
una guardia imperial de setenta hombres, á las ór- 
denes del comandante Pintos, según noticias obtenidas 
por un pasado de esa guardia, que se había presentado 
al llegar al antiguo pueblo de Ñanduy. — El Ibicuy era 
caudaloso, y se bailaba muy crecido á causa de recien- 
tes lluvias. El general Rivera ordenó al capitán Felipe 
Caballero, que destacase ochenta hombres y lo vadea- 
sen á nado, batiendo á la fuerza enemiga. Esa opera- 
ción la practicó valientemente, protegido en ella por el 
cabo Manuel Gallegos, que con tres soldados pasaba 
en una pequeña canoa á atacar la guardia avanzada, 
mientras el capitán Caballero cruzaba á nado el río 
con su fuerza, llevando ésta los sables asegurados en 
la cintura , y las pistolas atadas en la cabeza,' como se 
había ordenado. 

Caballero, bate y pone en dispersión al enemigo, á 
quien persigue sobre una legua, causándole 20 muertos 
incluso el comandante, y tomándole 23 prisioneros. En- 
tretanto Rivera, con el resto de su fuerza pasaba el Ibi- 
cuy, terminando su pasaje en la tarde del 22. El 23, las 
fuerzas que había en la provincia estaban en movi- 
miento, asi como la población, cuyo pánico era mani- 
fiesto. Hasta esa fecha la fuerza del general Rivera no 
estaba clasificada bajo denominación alguna, en las ór- 
denes que había expedido. (1) El enemigo, en medio de 
su estupor, trató de reunir alguna fuerza para resistir á 
Rivera, en circunstancias de aparecer á la vista en la 
márgen opuesta del Ibicuy, la fuerza de Oribe, que había 
llegado á aquel punto en seguimiento de Rivera cuyo 
rumbo había perdido. El coronel Oribe desde Santa Rosa 
había pedido auxilio al gobernador de Corrientes para 
poder practicar con más suceso la persecución que se 

(1) Lazota, tratado de Misiones. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


129 


le liabía ordenado y contaba con el envío de un contin- 
gente al mando del coronel López Chico. En ese concep- 
to, sin duda, se resolvió á seguir el derrotero de Rivera 
viniendo recién á aparecer el 24 de Abril al sud del Ibicuy 
donde se detuvo sorprendido, al encontrarse á Rivera, 
triunfante en la parte opuesta del río Ibicuy, posesio 
nado de Misiones.\Oribe se detuvo indeciso y sorprendi- 
do ante el aparato de Rivera que parecía concertado con 
la fuerza imperial, formando con la suya una fuerte co- 
lumna,^ no se animó á pasar el río, resolviendo por 
último retirarse. A su vez, Rivera, sorprendido también 
con la aparición de las fuerzas de Oribe al sud del Ibicuy 
que le era contraria, en momentos de tener á su frente 
al imperial que trataba de someter, se valió de una es- 
tratajema para salir airoso del contratiempo. Hizo en- 
tender al jefe imperialista, que aquella fuerza aparecida 
en la margen opuesta del río era la vanguardia del ejér- 
cito republicano á que pertenecía la suya, y que sólo 
esperaba su aviso para pasar á este lado del río á operar 
conjuntamente. El jefe imperial lo creyó y renunció á 
toda resistencia, sometiéndose á Rivera. 

La astucia de Rivera en este lance lo había salvado 
de la crítica situación en que hallóse inesperadamente, 
estando á las crónicas de aquel tiempo; pudiendo con 
toda felicidad llevar adelante sus operaciones. Fraccio- 
nó su tropa en tres divisiones, al mando de los capitanes 
Rivera (Bernabé), Caballero, y el mismo general con des- 
tino á San Francisco, San Borja y la Sierra de San 
Martín. 

El 24, el general Rivera siguió sus marchas con ra- 
pidez, en dirección á la Sierra, destinando algunos ofi- 
ciales expertos, que á la vez de llevar órdenes de hacer 
regresarlas familias á sus hogares, sin el menor mal, 
hacían entender que las fuerzas de su mando eran só- 
lo la vanguardia del ejército del Norte. Así fué, que im- 
poniendo al enemigo que huía por su repentina apa- 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


rición, y el éxito del Ibicuy, se hacia franquear el paso 
á la ocupación de las Misiones Orientales, deslumbran- 
do á los que lo habían perseguido. El ayudante capi- 
tán don José Augusto Pozolo, fué comisionado para po- 
ner en manos del coronel Alencaster, gobernador de la 
provincia, unas comunicaciones, pero éste, habiéndose 
puesto en retirada con 300 hombres y dos piezas de ar- 
tillería, fué seguido ocho días hasta el pueblo de San 
Francisco, sin poder darle alcance; y para alijerar su 
escape, dejó en el tránsito su artillería, su gente, sus 
caballos y su bagaje, sin que le hubieran quedado más 
que nueve hombres, con los cuales salvó. El capitán 
Rivera, comisionado para operar con una pequeña par- 
tida. había, logrado entretener una fuerza y persuadirla 
á entregarse. El capitán don Manuel Iglesias con el ba- 
queano mayor Maidana, no fué tan afortunado, pues ha- 
biéndole sentido, tuvo de pérdida en el choque al refe- 
rido baqueano. Pero el general Rivera, que perseguía 
la mayor fuerzo, logró hacerla rendir sin una sola 
gota de sangre, y permaneció en San Francisco hasta 
fines de Abril ó principios de Mayo próximamente. 

A los pocos días no había enemigos en toda la pro - 
vincia; las fuerzas que se habían rendido fueron ticen 
ciadas, y él general Rivera marchó á formar su cara 
pamento en Haun para organizar allí el ejército, con 
que más adelante debía operar, dando conocimiento 
de todo, á las autoridades patrias, como lo practicó con 
el parte detallado y anexos que van á leerse: 

Haun (costa de Ibicuí), Mayo 16 de 1828. 

Habiendo ofrecido ó V. E. en mis anteriores comuni- 
caciones, el detalle de los acontecimientos que han 
tenido lugar en esta provincia de Misiones, desde que 
las armas de la República la han pisado, me lisongeo 
ahora en cumplir mi oferta, anunciando á V. E. que 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 131 


el dia 21 del pasado, llegué á la costa de este mismo 
mágestuoso río, en donde encontré al lado opuesto 
una gran guardia enemiga que privaba el paso: en 
estas circunstancias, ordené que el sereno y bravo 
capitán don Felipe Caballero hiciese destacar ochenta 
hombres, y que, con los sables en la cintura , y las pisto- 
las aladas en la cabeza, pasasen ú nado, protegidos por 
el cabo Manuel Gallegos, que, con tres soldados, pa- 
saba en una pequeña canoa, á fin de atacar dicha 
guardia.Todo se efectuó, y rompido el fuego, no tardaron 
las armas republicanas en cubrirse de laureles, de 
cuyo acontecimiento verá V. E. el parte número 1. 

Después de este suceso, emprendí el paso con e* 
resto de la tropa, y-, acabando de pasar el 22 por la 
tarde, seguí mi marcha, mandando adelantar en la 
noche, al benemérito capitán don Manuel Antonio Igle 
sias, acompañado del valiente teniente de la compañía 
de guías don Dionisio Maidana, con una pequeña par 
tida, hasta la estancia de Escobar, en donde tuve aviso 
que había una partida de bomberos enemigos, con los 
cuales, habiéndose encontrado, resultó lo que en el 
parte número 2 verá V. E. 

Al día siguiente, repartí mi tropa en tres divisiones : 
*a primera, al mando del capitán Caballero, con direc- 
ción á San Francisco; la segunda, al mando del mayor 
Rivera, con dirección á San Borja; y la tercera, me 
dirigí yo con ella á la Sierra. Los resultados de la pri- 
mera y segunda, fueron los que, por los parles nú- 
meros 3 y 4 de dichos comandantes, V. E. verá; y los 
de la tercera, han sido haber hecho rendir las armas 
á 100 hombres que se hallaban en el Boquerón de la 
Sierra, tomándoles dos carretas pertenecientes al Esta- 
do, con armas, municiones y alguna plata, 600 caballos, 
ganado, etc. 

En seguida marché precipitadamente en seguimiento 
del coronel, gobernador de la provincia, que tuve parte 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


se retiraba para la Sierra de San Martin, con 300 lio m 
bres; pero habiendo llegado hasta la Cruz Alta, después 
de cinco días con sus noches de marcha, llevándome 
todavía dicho gobernador un día adelante, apurándome 
sobre manera el hambre, á punto de tener que hacer 
carnear caballos para mantener mi tropa, y la mucha 
que se me presentaba de la que se iba en relirada, me 
ví obligado á retrogradar, trayéndome el estandarte del 
imperio tomado a esta tropa, el cual hagoxonducir á 
presencia de V. E. por mi ayudante, el capitán José 
Augusto Posolo; el mismo podrá informar bien á V. E. 
de todas las particularidades ocurridas. ' 

La conducta observada por la tropa de mi mando ha 
sido y es ejemplar. Jefes y oficiales, sargentos, cabos y 
soldados, todos los recomiendo á V. E., por creerlos á to- 
dos digno de su superior consideración, pues ni el ham- 
bre, ni el peligro, ni las innumerables fatigas, hicieron 
jamás minorar su decidido valor, empeño, constancia 
y patriotismo. 

No es menos digna de la consideración de V E. la 
conducta de los indios minuanos y charrúas, que al 
mando de los caciques Polidorio y Juan Pedro, acom- 
pañaban, bajo la dirección del capitán don Juan Fran- 
cisco Fernández. 

Esto es cuanto la República Argentina ha ganado; en 
adelante pondré en conocimiento de V. E. cualquiera 
otra ocurrencia que tenga luga/ 1 por estos destinos, 
felicitando á V. E. por este triunfo, y asegurándole la 
alta consideración eón que reitero á V. E. mi más sin- 
gular afecto y distinguido aprecio. 


Fructuoso Rivera. 

Excmo. señor gobernador, encargado de la dirección de 
la guerra, don Manuel Dorrego. 


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133 


DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


NÚMERO 1 

Abril 21 de 1828. 


Excmo. señor: 

Después de haber pasado el paso, y haber tenido la 
oposición qu.e V. E. presenció, ya afuera del monte lo- 
gré 1 destrozar completamente la partida enemiga, que- 
dando en trecho de una legua, el comandante y 19 
soldados muertos y 23 prisioneros; el resto se ha es- 
capado por la bondad de sus caballos, por nuestra 
parte hemos tenido un solo soldado contuso. En ésta 
forma no puedo menos que recomendar á la conside- 
ración de V. E. á los alférez don Segundino Mieres 
y don Mariano Muñiz, que con ta tropa que mandaban 
se disputaban la gloria; igualmente el sargento Felipe 
Sosa de tiradores, quien acuchilló al comandante ene- 
migo al tiempo mismo de dispararme un tiro á quema 
i*opa. En este momento marcho á apoderarme de una 
caballada que se deja ver para abajo de este arroyo. A 
mi vuelta daré á V. E. el número de ella. 

El que suscribe tiene la satisfacción de felicitar á 
V. E. por el triunfo que acaban de conseguir las armas 
de la República. 

Felipe Caballero. 


NÚMERO 2 


Son las doce de la noche en la estancia 
de Escobar, á 22 de Abril de 1828. 

Me es lo más doloroso tener que anunciar á V. E. el 


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134 COMPENDIO DE LA HISTORIA 


desgraciado suceso que lia habido en este momento, 
pero un efecto de la casualidad acaba de darte lugar. 

Habiendo yo salido acompañado del teniente don Dio 
nisio Maydana, y los soldados que traía á mis órdenes, 
avanzando las partidas de bomberos enemigos que se 
hallaban en este punto, tuve el sentimiento de ver caer 
muerto á mis pies, al benémerito y valiente teniente 
Maydana, del modo siguiente: después de rodearla casa, 
y ver que en ella no había nadie, fui informado que di- 
cha partida se había-retirado á un espeso monte á dor- 
mir, en el momento resolví sorprenderla, pero con tai 
desgracia que en los primeros tiros cayó este teniente, 
que, con una intrepidez indecible, se había avanzado en- 
tre los enemigos;^ los quejidos de este digno compa. 
ñero, y los clamores de sus dos hermanos, llamaron 
la atención tanto mía como de mis soldados, cuyo mo- 
tivo dió lugar á que los enemigos se escapasen, dejan- 
do tres muertos. 

Yo, señor aseguro á V. E. que no he tenido momento 
de mayor dolor que este, pues partía el corazón ver 
sus dos hermanos abrazados con el cadáver de su her- 
mano, llorando, y sin haber modo de sacarlos de allí. 

Por las camas que encontré, creo que la partida se 
componía de veinte hombres, los cuales han dejado ar- 
mas, sables, recados, ponchos, caballos, etc.; todo está 
junto ; yo quedo aguardando las nuevas disposiciones 
de V. E. para saber lo que debo hacer. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 135 


NÚMERO 3 


El que suscribe, pone en conocimiento del Excmo. 
•señor general, que á pesar de los grandes esfuerzos que 
ha hecho en alcanzar la partida enemiga al mando del 
teniente Félix, no lo ha podido conseguir, sin embargo 
que no ha sido preciso para lograr su total destrucción, 
porque íué tan vergonzosa su fuga que ha dejado des- 
parramados sus soldados por todo el tránsito; todos 
estos se han presentado y. solo espera el que firma la 
determinación de ellos, como también de más de 500 
caballos que se le han tomado. El teniente don Juan 
Seijas, ha caminado esta jornada al mando de una 
partida avanzada, desempeñándose del modo más ho- 
norífico. El que suscribe, saluda á V. E. con su más 
alta consideración y aprecio. 

San Francisco y Abril 26 de 1828. 

nota — Con esto fecha, marcho para el Corral de Tunas 
donde V. E. me lo ordena en la suya. - 

Felipe Caballero. 


NÚMERO 4 


Costa de Camaeuan, Abril 21 de 1828, 

La atención de artillería, carretas de municiones, ca- 
balladas, etc., que he tomado al enemigo, me privan de 
no poderlo seguir; él se retira con marchas forzadas 


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136 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


para la sierra de San Martín; la dispersión de la tropa 
es grande, de modo que á pesar de llevar aún 300 hom-» 
bres, creo que en pocos días quedaré solo. Yo marcho 
a las inmediaciones de San Borja á esperar las órde- 
nes de ,V. E., recorrfendando á V. E. los oficiales y tro- 
pas de mi mando por su ejemplar conducta, ardiente 
patriotismo y constante empeño en todas las diligen- 
cias de que los he comisionado. 

El infrascripto saluda á V. E. con su mayor consi- 
deración y respeto. 

Bernabé Rivera. 

Excmo. señor general don Fructupso Rivera, 

Está conforme. 

Rivera. 


Excmo. señor : 

En el momento que recibí la comunicación de V. E. 
fecha 9 del presente, traté de poner en ejecución lo 
que en ella me ordenaba, y para el efecto marché con 
40 hombres del escuadrón de mi mando, hácia la costa 
del Piratiní, donde supe se hallaba el alférez Leonardo 
con alguna gente, el cual, así que tuvo noticias mías, 
se ha dirigido” para la Cruz Alta, llevando solamente 
tres soldados y algún armamento, que conduce en car' 
güeros. En el mismo Piratiní, tuve noticias que el 
teniente coronel don Francisco Javier Santi estaba en 
San Miguel reuniendo alguna tropa para marchar al 
departamento de Bacacay, y sin perder tiempo me di- 
rigí hacía donde él sé hallaba, quien con sólo haberle 
oficiado, se ha puesto á mi disposición con 52 solda- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 137 


dos, inclusos dos clarines, 67 carabinas, 19 sables, al 
gimas pistolas, y municiones proporcionadas al arma- 
mento. ‘ 

Yo he llegado hoy á este pueblo, y mañana debo en- 
caminarme para Quareazá, donde dejé al teniente Ubie- 
do á cargo del escuadrón. A mi regreso debo pasar 
por San Luís, dónde mé aseguran hay algunos sol- 
dados armados. 

No he llegado hasta San Juan y Santo Angel, porque 
todos me aseguran que no hay más gente en estos 
pueblos que algunos indios, que por su avanzada edad 
no ha podido Yedros llevarlos en su retirada. 

Las únicas noticias que he tenido de Alencaster, son 
que, con sólo siete soldados, se adelantó de San Juan, 
marchando con el resto de la tropa (que no llegaban 
á -40} el coronel Jlalmeyra, quien había llegado ya al La 
gunon, para adelante del Monte Castellano. 

En Quareazá espero órdenes de V. E. Entre tanto 
tengo la satisíación de ser de V. E. súbdito y ser- 
vidor. 


Bernabé Rivera. 


San J.orenzo, Mayo 16 de 1828. 

Excmo. señor general de la vanguardia, don Fructuoso 
Rivera. 

El sargento mayor que suscribe, ha recibido la co- 
municación que el Excmo. señor general á quien se 
dirige, le ha remitido con el señor comandante don 
Gregorio Salado; y para ejecutar lo que en ella .se le 
ordena, ha puesto á disposición del expresado coman- 
dante dos excelentes piezas de artillería, calibre de á 4, 


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138 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


con cuatro cajones de cartuchos pertenecientes á dichas 
piezas, ochenta fusiles de infantería, doscientas tres 
lanzas, 12 cajones de cartuchos á bala, de fusil, dos ba- 
rriles de pólvora fina en grano, un cajón de piedras de 
chispa, otro con cubre llaves, dos tiendas de campaña ) 
una carreta cargada con una surtida botica pertene- 
neciente al -Estado, y otros muchos renglones de los 
cuales remito una relación exacta. Quedando aún en 
este punto todas las herramientas pertenecientes á la 
armería y herrería del Estado, varios cajones de mu- 
niciones, que por haber sido arrojados en el campo, 
han quedado inutilizados con la lluvia, habiendo tam - 
bién un considerable número de balas de cañón, las 
que serán remitidas en primera ocasión. 

Al infrascripto no le ha sido posible pasar hasta aho- 
ra al pueblo de San Borja, á tomar cuenta de todo cuan- 
to allí se halla perteneciente al Estado, porque sus mu- 
chas ocupaciones se lo han privado, pero lo hará tan 
luego que le sea posible, y de todo dará parte alExcmo. 
señor general á quien remite la relación que ha recibí do 
del capitán que ha destinado á dicho pueblo, siendo so- 
lamente de un almacén que se encontró abierto, ignoran . 
dose aún, según el parte de lo que habrá en dos que 
hasta ahora se hallan cerrados. 

Al que suscribe se le han presentado hasta la fecha 
doscientos cuarenta y tres hombres que gustosamente 
quieren tomar las armas, siendo muchos de estos de los 
orientales perseguidos que habían venido á hallar un asi- 
lo entre sus enemigos, y la mayor parte hijos de Misiones. 
Dando también parte al Excmo. señor general, de haberse 
presentado al que firma trece oficiales de diferentes cla- 
ses, siete sargentos, quince cabos, y 109 soldados de los 
que han desertado en la vergonzosa retirada del coronel 
Alencaster, y á los cuales se han desarmado y reti- 
rado á sus casas, según se ha ordenado al que sus- 
cribe; se han recojido todos cuantos caballos gordos 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 139 


había de la invernada del Estado, sin que se le haya 
tomado uno al vecindario, quien, por nuestra conducta, 
muestra un contento incomparable. El señor coman- 
dante Salada informará más detenidamente al Excmo. 
señor general á quien el que firma saluda con su acos: 
tumbeado respeto. 

Bernabé Rivera. 

Excmo. señor brigadier general don Fructuoso Rivera. 


Estos dos últimos documento? han venido originales, 
porque llegaron á manos del brigadier Rivera poco an- 
tes de salir el oficial conductor de estas comunicacio- 
nes. Éste, dice que es considerable el número de indi- 
viduos, de lo más decente y facultado de la provincia, 
que ha manifestado sus deseos con suplicar al general 
por el establecimiento de un gobierno análogo á los 
sentimientos de la República, y por separado, sus ge 
nerosas ofertas de dinero, haciendas, caballadas, y to- 
da clase de recurso para sostener sobre el mismo pie 
el sistema de independencia: que á la noticia del buen 
tratamiento que se le dióá los primeros prisioneros que 
se tomaron, fueron desamparando al Gobierno de aque- 
lla provincia los vecinos armados que le acompañaban; 
que el general Rivera, tomadas sus precauciones de 
desarmarlos, los ha dejado en perfecta libertad, pero re- 
suelto á darles el destino que el Gobierno determine: 
que aquellos' campos están cubiertos de ganados: y 
qne el expresado brigadier Rivera, y toda la expedi- 
ción de su mando, desean con ansia la llegada de la 
que manda el señor López, gobernador de Santa Fe, 
para combinar nuevas operaciones, que sin duda re- 
fluirán en mayor beneficio de la República 
Añade que dispuesta su retirada, mandó el goberna 
dor en San Borja incendiar dos goletas, una balandra 


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140 COMPENDIO DE LA HISTORIA 

y un lanclión de guerra que había en aquel puerto, 
asi como todas las maderas y útiles de marina; este in- 
cendio ‘hizo verificar don Justo ledros, comandante de. 
marina en aquel punto, y aunque se hizo bastante es- 
fuerzo por apagar una goleta el mismo día 23 de Abril 
en que entraron allí las armas de la patria, no fue po- 
sible absolutamente. 

■ En una de las carretas pilladas del tráfago que arras- 
traba el gobernador de San Borja, don Joaquín Antonio 
de Alencaster, se encontraron como unos 5,500 pataco 
nes y como cerca de 600 pesos en cobre. El general dis- 
puso luego repartirlos y se verificó en esta forma: 8 pe- 
sos á cada soldado, 9 á cada cabo, y 10 á cada sargento. 
Los oficiales todos cedieron voluntariamente la parte 
que pudiera tocarles de este botin, porque la tropa tu- 
viese más provecho. 

El mayor don Bernabé Rivera, después de cerrada lo 
comuuicación oficial, fecha 16 de Mayo, desde San Lo- 
renzo, avisa por carta confidencial del mismo día, que 
acababa de presentársele el administrador general de 
los,pueblos del continente, coronel' don N. Silva. 

CAPÍTULO X 


Antes y después de recibirse en Buenos Aires el parte detalla- 
do de la toma de Misiones.— Toma y ejecución por el co- 
ronel Oribe de los primeros chasques.— Marcha ae éste al 
Ibicuy.— López Chico se le reúne.— Llegada á Buenos Ai- 
res del ayudante Pozolo conduciendo las comunicaciones 
oficiales y trofeos de la victoria de Misiones.— Su celebra- 
ción.— Espiritu de la prensa.— Resoluciones del Gobierno— 
Se ordena la marcha del general don Estanislao López, 
primer jefe nombrado del ejército del Norte, á tomar por 
aquella parte la dirección ae la guerra.— Resultado.— Ac- 
titud del general Rivera.— Otras disposiciones.— Retirada 
de López Chico y del coronel Oribe. 

Al coronel Oribe se había cometido la persecución del 
general Rivera, desde que éste pasó el territorio de lá 
provincia. Antiguas animosidades creadas en la revo- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 141 


lución, existían entre estos jefes. Oribe, en desempeño 
de su cometido, tuvo necesidad de pedir auxilios de 
guerra al gobernador de Corrientes. Este le envió de 
auxiliar al coronel don José López, conocido vulgarmen- 
te por López Chico, con un contingente que se le reunió. 

A mediados de Mayo se hallaba Oribe en el paso de 
Higo, sobre el Uruguay, en cuyo punto fué encontrado 
por los primeros chasques mandados por el general 
Rivera, desde la Cruz Alta, con oficios para los gober- 
nadores de Buenos Aires y Santa Fé, noticiándoles la 
toma de Misiones. « Oribe prendió á los chasques, y' 
» los fusiló, después de tomarles declaraciones, que 
» según todos, estaban absolutamente conformes con 
» el contenido de los oficios. Sus oficiales y tropa to- 
» marón muy á mal esta conducta, y su disgusto dió 
» lugar á que se esparciese la voz de que los habia 
» fusilado porque eran desertores (1), apoderándose de 
» los oficios y cartas (2). » 

De ese punto, refiere Berra en su «Bosquejo»,— siguió 
marcha para Ibicuy, durante la cual hizo fusilar algunos 
otros soldados desertores, pasando el 28 de Mayo ese río. 
Campó un poco más arriba del Paso de Pintos, donde 
se tiroteó con un grupo enemigo, resultando 2 ó 3 muer 
tos, según las referencias del coronel Puyrredon, en 
sus «Apuntes de la Campaña de Misiones». 

Por el momento lo dejaremos en aquel territorio cos- 
ta del Ibicuy á donde había penetrado excediendo sus 
instrucciones, según Puyrredon, mientras llegan á po- 
der del Gobierno de Dorrego en Buenos Aires las co 
municacionas oficiales del afortunado vencedor en Mi. 
siones, participándole con fecha 16 de Mayo, desde 
Ilaun, costa del Ibicuy, la gloriosa recuperación délos 

(1) «El Tiempo», diario de Buenos Aires del 4 de Junio de 
1828. 

(2) Bosquejo Histórico de la República Oriental, por F. Be- 
rra. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


pueblos de las Misiones Orientales, por las armas de la 
patria, detallando los acontecimientos que habían te- 
nido lugar desde que ellos se posesionaron de aque" 
lia provincia. 

La série de esas comunicaciones de subido valor 
histórico, de que fué conductor el ayudante capitán don 
José Augusto Pozolo, queda transcrita en el capítulo 
anterior, y las cuales se recibieron , el 2 de Junio en 
Buenos Aires con el mayor regocijo. Conjuntamente 
con ellas condujo Pozolo un estandarte imperial, como 
trofeo de la victoria, enviado por Rivera, para presen- 
tarlo. al Gobierno Argentino. 

Además, trajo otro dividido en cuatro partes, manda- 
do particularmente por Rivera como recuerdo de gra- 
titud y tributo 'merecido á los servicios de sus buenos 
amigos don Pascual Costa, don Julián de Gregorio Es- 
pinosa, don Agustín Almeida y presbístero Sánchez. 

La nueva de tan fausta noticia, se celebró en Buenos 
Aires con salvas de la escuadra y fortalezas, repiques 
en todos los templos y otras demostraciones de público 
regocijo. 

Apenas se divulgó lo noticia, empezó á operarse un 
cambio favorable en la opinión, valorando su impor 
tancia y el mérito innegable del vencedor en Misiones, 
de que daba testimonio la prensa de Buenos Aires, 
como se verá por los extractos siguientes: 

nEl Tiempo» decía en su número del 4 de Junio: 

« Seguramente el general Rivera no obra de su cuenta 
y en absoluta independencia delGobierno,pues le dá parte, 
oficial de sus triunfos, y ellos son celebrados del modo 
que hemos visto antes de ayer. Tiene algo de sorpren- 
dente, á la verdad, ver aclamar hoy á un general á quien 
se ha dado órdenes de perseguir ayer, y que el coman- 
dante Oribe, que también se dice que obedece al Gobier- 
no encargado de la dirección de la guerra, hostilice á 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


143 


don Fructuoso Rivera. No es de nuestro resorte explicar 
estas que parecen contradicciones, pero sí diremos que 
este general, se ha lavado la mancha de traidor, con 
que se ha mancillado su reputación alguna vez. El he- 
cho de combatir conira los enemigos de ta República, 
es bastante para alejar toda duda sobre el particular. » 

«El Tiempo», «El Liberal» y otros periódicos de Bue- 
nos Aires, se expresaban en estos términos: 

« El héroe de Misiones se contrajo á formar el ejérci- 
to que se llamó del Norte. Se te presentaron en San Lo 
renzo al mayor D. Bernabé Rivera, sobre 250 voluntarios, 
siendo muchos de ellos de los orientales perseguidos 
que habían ido á buscar asilo entre los enemigos. De la 
campaúa oriental acudieron porción de jefes y oficiales 
¿incorporarse á las filas del general Rivera en Misiones. 
Reunió y* disciplinó algunos cientos de naturales de 
aquella provincia, y merced al liberal procedimiento ob- 
servado con los vencidos que se le presentaban, desar- 
mándolos y dejándolos en completa libertad, encontró 
en las poblaciones conquistadas, simpatías y adhesión.» 

En nombre de la República y desplegando su bandera, 
había reconquistado las Misiones. Venciendo en lucha 
leal al común enemigo, había vengado noblemente sus 
agravios personales, y confundido con los hechos á sus 
detractores. 

La recuperación de las Misiones Orientales estaba ya 
efectuada y con ella el general Rivera se había crea- 
do una posición respetable ante la cual debían aca- 
llarse todas las pequeneces. 

El Gobierno de Dorrego recelaba algo de las conse- 
cuencias, en circunstancias de prepararse al envío de 
los negociadores de la paz á Río Janeiro, y se trataba 
de resolver sobre las bases presentadas por lord Pon- 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


somby. Presentía que Rivera no se prestaría fácilmen- 
te á la entrega de las Misiones Orientales, y que esa 
resistencia embarazaría las negociaciones. Gomo medio 
dé evitarlo, resolvió que inmediatamente el general don 
Estanislao López marchase á Misiones á tomar la di- 
rección de la guerra por aquella parte, con el carácter 
de primer jefe del ejército del Norte, para cuyo efecto 
su división de santafecinos, sería reforzada con 250 
reclutas cordobeses y otros contingentes, para formar 
un ejército, de que seria segundo jefe el generel Ri- 
vera, impartiéndose órdenes al mismo tiempo para el 
retiro del coronel Oribe á su puesto en la línea de 
Montevideo. (1) 

Mientras el general López dá cumplimiento a es- 
tasdisposiciones del Gobierno’ encargado de la dirección 
de*la guerra contra el Emperador del Brasil, volvamos 
á tomar el hilo de los acontecimientos en el Ibi 
cuy. 

López Chico y el coronel Oribe habían quedado en 
Ibicuy en actitud hostil al general Rivera. López Chico 
propuso d Oribe ir á entrevistarse con Rivera, de quien 
era particular amigo, para tener ocasión de conocer 
con certidumbre su posición y el estado y número de 
sus fuerzas para las ulterioridades. Oribe convino 
en ello, y López Chico íué á realizar su entrevista. Ei 
general Riyera, bastante suspicáz, para no dejar de cal- 
cular el objeto dé López á su campo, desplegó á su lle- 
gada á su vista todo el aparato de sus fuerzas que ya 
tenía muy aumentada. Tuvieron sus conferencias, re. 
sultando de ellas que el auxiliar- de su perseguidor, 
» conviniese en separarse de éste, y retirarse á Corrien- 
» tes con su fuerza, mediante la entrega de una canti- 
” dad de cabezas de ganado que le haría' Rivera. De 

(1) La Campaña de Misiones por el coronel Pueyrredon, 
1828. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


145 


» regreso López Chico al campo del coronel Oribe, le 
» declaró su resolución de retirarse con su tropa para 
» Corrientes, como lo realizó. Esta defección obligó á 
» Oribe a repasar el Ibicuy, y regresar á su país, dan- 
» do por terminada su comisión. » (1) 

Con efecto, de resultas de este incidente reagravado 
con la deserción de la gente de Oribe que se pasaba á 
Rivera, emprendió su retirada el coronel Oribe, para lo 
cual se le habían impartido con repetición órdenes su' 
periores. 

Dueño el general Rivera de la campaña, continuó sus 
operaciones. Fué sucesivamente ocupando los pueblos, 
al mismo tiempo que engrosaba su fuerza, con la cual 
se había situado en Itaqui, cuando se presentó el ge- 
neral don Estanislao López con su división, á la parte 
occidental del Uruguay, y allí lo encontró. 

Tocóle al general López cumplir las disposiciones 
del Gobierno de Dorrego, encargado de la dirección de 
la guerra, poniéndose en marcha, y haciéndole saber 
al general Rivera la resolución del Gobierno, envián- 
dole con nota del 21 de Junio, los despachos de segundo 
jefe del ejército del Norte. Era de suponerse que en su 
posición no se prestase ú aceptar el rol subalterno 
que se le designaba, y que dejase de comprender las 
tendencias de tal disposición. Con efecto, declinó el 
nombramiento, dando sus razones al general López, 
en nota fecha 6 de Julio que vamos á transcribir tex- 
tualmente : 

o Cuartel General en Raqui. 6 de Julio de 1828. 

» Los despachos de segundo jefe del ejército del 
Norte que V. E. se ha dignado incluirme en su estima- 


(1) Historia Política y Militar de las Itepúblieas del Plata, 
por don Antonio Díaz. 


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COMPENDIO DE LA. HISTORIA 


ble nota fecha 22 del pasado, que tuve el honor de con- 
testar separadamente, se hallan en mi poder, y aunque 
aprecio en el más alto grado la distinción que el Gobier- 
no encargado de la dirección de la guerra ha querido 
hacerme, no permiten mis actuales circunstancias, mi 
honor y mi delicadeza, el que los acepte. 

», Ninguno mejor que V. E. sabe los justos motivos 
que tengo para no aceptar tal nombramiento. Aún exis- 
te en mi poder la comunicación original que V. E. me 
dirigió al Entre-Ríos, por la que me avisaba que el Go- 
bierno le había ordenado no me admitiese, ni me diese 
ninguna clase-de colocación en su ejército, y supe pos- 
teriormente que se le encargaba mi persecución á todo 
trance. 

» Toda la República está llena de las notas del Mi- 
nisterio de la Guerra de ese mismo Gobierno, dirigi- 
das al Comandante don Manuel Oribe para el mismo 
objeto. 

» En casi todas ellas se dejan ver las terribles palabras 
de traidor Fructuoso Rivera-, y después de todo ésto, 
¿quiere V. E. que yo, renunciando hasta á los más no 
bles sentimientos del honor y de la dignidad de hom- 
bre, reciba un destino tan elevado en el mismo ejército 
en que se me negó colocación, aún en clase de soldado 
raso ? Yo reclamo aquí la atención de V. E. y que, escu- 
chando la voz de su corazón en el silencio de las pa- 
siones que suelen ofuscar el entendimiento humano, 
diga con la franqueza propia de su carácter, si son jus- 
tos y justísimos los’motivos en que me apoyo para no 
admitir el referido nombramiento. 

» Yo no sé, Excmo. señor, hasta cuándo se quiere 
apurar mi constancia y sufrimiento. Diez y ocho años 
de continuos sacrificios y fatigas habrían bastado para 
convencer al mundo entero de mi firme adhesión por 
los sagrados intereses de mi patria; pero ellos solamen- 
te han servido para hacerme sentir toda clase de ma- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 147 

Ies, sin que hasta ahora se haya podido arribar al ob- 
jeto de mis incesantes desvelos. 

» Olvidado enteramente hasta de mi mismo, he vivido 
sólo para mi patria. Su dicha y su engrandecimiento 
han sido el móvil de todas mis acciones, y cuando la 
perfidia política de estos tiempos de calamidad pública 
me ha perseguido sin cesar, yo he marchado por el 
sendero del honor y de la gloria, dejando atrás mezqui- 
nas ideas, preocupaciones vulgares y todos aquellos 
sentimientos innobles que manchan y sirven de lunar 
á las acciones honorables del hombre público. 

» Pero ¡qué desgracia! Mientras que los verdaderos hi- 
jos de la patria hacen callar todas sus pasiones en pre 
sencia de los males que afligen, no faltan seres tan 
degradados que, olvidando su, primer deber, le abren 
profundas heridas y derraman sin cesar sobre la tierra 
de los libres, la simiente fecunda de la discordia, auxi- 
liando por este medio los esfuerzos que hacen las mise- 
rables reliquias de los ejércitos de este trono bambo- 
leante. • 


» Por estas consideraciones, que á mi juicio son de 
grave peso, ni es prudente esperarlo todo del Gobierno, 
ni estar ciegamente sujeto á sus mandatos, y en aquel 
estado de inacción que manda hacia el primer Magis- 
trado, pues que sería muy probable que los enemigos' 
personales se aprovechasen de esta circunstancia, para 
descargar el último .golpe sobre sus rivales, sin que la 
autoridad de un Gobierno que ellos desprecian pueda 
sex'vír de obstáculo. Esto mismo ha visto V. E. practi- 
car á Oribe, quien aprovechándose de nuestra inocen- 
te confianza y de las atenciones que teníamos al trente 
,-delenemigo común, invadió esta provincia trayendo la 
desolación y la muerte contra los bravos que acaban de 
dar á la patria un día de gloria, mejorando sensible- 
mente el estado militar y político de la República. 


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COMPENDIO DE LA. HISTORIA 


148. 


» En vano tuvo repetidas órdenes del Gobierno Na 
cional para dejarme de perseguir. Todas fueron des- 
preciadas por él. . . 

» De todo esto resulta el que yo no me haya resigna- 
do á admitir destino alguno en el ejército que man 
da V. E. hasta que el Gobierno me haga la justicia que 
merece mi patriotismo, y que se me dé una salisfaeiún 
pública de la atroz calumnia que se me levantó decla- 
rándome traidor á la patria. Asimismo espero que el 
coronel Oribe será juzgado por el atroz asesinato que 
cometió con los chasques que mandé de la Cruz Alta 
á los Gobiernos de las provincias, por la interceptación 
de toda la correspondencia oficial y particular, y por ha 
ber desobedecido al Gobierno é invadido alevosamente 
esta provincia, promoviendo la guerra civil. 

» Obrando el Gobierno en este sentido, yo rae presta- 
ré gustoso á recibir el destino que se me diere, aún 
cuando pudiese mortificar algo mi amor propio; pero 
desde ahora protesto sacrificarlo todo en llegando este 
caso, á la subordinación que -debemos prestar á la pri- 
mera autoridad de la República. Sin embargo de todo 
lo expuesto, V. E. debe estar seguro de que todos los 
recursos de que es capaz esta provincia, estarán á su 
disposición luego que arribe á ella. Yo mismo propon-’ 
deré con mi persona, mi poder y mi influjo, a que V. E. 
se corone de gloria, no teniendo ta menor cosa que me 
embaracé para acompañarlo como un amigo y compa- 
triota ú cualquier punto del territorio enemigo á qué 
quiera llevar las armas de la patria. 

» Éstos son mis verdaderos sentimientos; con' ellos 
puede contar. V- E., recibiendo las protestas de mi dis- 
tinguido aprecio y particular consideración. 

» Fructuoso Rivera. ’ 

ó) Exento, señor general don Estanislao López, goberna- 
dor de Santa Ee. » 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 149 


Después de esta repulsa, no se insistió en la pre- 
lención, si bien se esquivó la salisfaeión 'expresa que 
exigía ú su honra lastimada. « Por algunos dias se cam- 
» biaron ñolas entre él y el general López que dieron 
» por resultado que 'éste emprendiese su retirada, en 
» la mejor armonía, entregando á Rivera los contin- 
» gentes que llevaba, con lo cual empezó á formarse el 
» ejército del Norte, bajo la dirección del coronel don 
» Manuel Escalada, nombrado jefe del Estado Mayor. 
» Al retirarse el general López mandóle ofrecer el gene- 
t) ral Rivera auxilio de ganado para su retirada, lo que 
i) no fué aceptado por López. El general López se reti- 
» ró pues, á su provincia,' dando cuenta al Gobierno 
') general de su procedimiento. Particularmente explicó 
» en caria confidencial á don Agustín Almeida los rao' 
o tivos que tuvo para proceder como lo hizo, propen- 
» diendo á la conciliación, y cuya carta por consejo del 
» doctor Obes, diú Almeida á la prensa. (1) 

La ..altura, abnegación y suma prudencia, con que se 
condujo el general López en esta emergencia, fué digna 
de aplauso, evitando con ella muchos males, sere 
nando los ánimos en» lo posible y haciendo más fructí- 
fera la victoria de Misiones, que era, ( como escribía 
Rorrego á Lavatleja, } una gloria nacional que debía ser 
vir de vinculo á la confraternidad de los patriotas. El 
general López, bien animado y desprendido, lejos de 
querer hacer cuestión de mando, ni fomentar la discor- 
dia, que venía desgraciadamente lacerando el corazón 
de la patria, prescinde del puesto que se le designaba 
de primer jefe del ejército del Norte, rehúsa la direc- 
ción de la guerra en la parte' de Misiones, abstenién- 
dose noblemente de lastimar el derecho ajeno, pone á 
disposición del general Rivera, el reconquistador de las 
Misiones Orientales, los contingentes y elementos que 

(1) «La Campaña de Misiones», por el corone] Pueyrredbn. 


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150 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


trata, para que los utilice en bien de la causa común, 
y se retira tranquilo y satisfecho á su provincia, dando 
cuenta al Gobierno general de sus procedimientos. 

¡Hermoso rasgo de abnegación patriótica, y de ejem- 
plar cívica virtud, que merece bien de la patria ! 

El general Rivera continuó al frente del ejército, que 
remontó con un fuerte reclutamiento de naturales de 
Misiones, preparándose para todas las contingencias 
de la guerra que pudieran sobrevenir. 

El Gobierno de Dorrego le instaba que avanzase has* 
ta Río Tardo, para ponerse en comunicación con e l 
ejército nacional que debía dar vado á ciertas combi 
naciones, para dirijirse en seguida en una expedición 
al- Paraguay, y á cuya cabeza iría el mismo general RL 
vera. Éste no se mostraba dispuesto á esas aventuras 
en la actualidad, y espíritus suspicaces atribuían esos 
proyectos al deseo de alejarlo de Misiones, respondien- 
do á rivalidades estrechas ó cálculos egoístas, fruto de 1 
antagonismo creado entre las banderías ó parcialida- 
des políticas en los estravíos lamentables de la revo- 
lución, dando origen á los partidos militantes que tan 
tos dolores costaron á las nacientes sociedades del Pla- 
ta, en una y otra banda. 

Entre tanto, el estado de cosas en Misiones había me- 
jorado, desde la desaparición del elemento hostil que 
*e perjudicara, aún en su debilidad ó impotencia. Res- 
tablecida la armonía entre el vencedor de Misiones y el 
Gobierno Argentino, la situación se presentaba más 
ajhagüeña. Sin embargo, parecía existir en la atmós- 
fera política algo que no- satisfacía, ó contrariaba los 
rumbos de las aspiraciones, y se trataba de arribar ó 
advenimientos. 

En esa situación, el general Lavalteja, respondiendo, 
al parecer, á inspiraciones del Gobierno de Dorrego, es- 
cribió al general Rivera, en el sentido de inclinarlo á 
aceptar ciertas posiciones y temperamentos que á jui* 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


151 


ció de Rivera no le era dable asentir, sin que antes se 
reparasen las notas ofensivas á su honra con que se 
le habla difamado ante el ejército. La contestación del 
general Rivera fué terminante, revelando en sus térmi- 
nos el espíritu que lo dominaba. 

Sin entrar en el campo dé las susceptibilidades que 
respetaremos, y cuya razón de ser, apreciará el crite- 
rio desapasionado del lector, creemos no deber defrau- 
dar á la Historia, del contenido de la contestación del 
general Rivera dirijida at general Lavalleja,— rivales 
ambos,— pertinente á la misiva de este último, enviada 
con iecha 19 de Julio, con el mayor don José María Re- 
yes, y cuya respuesta aprobó parte de la prensa de Bue- 
nos Aires* pareeiéndole descubrir un doble juego en el 
asunto. En este concepto, consignamos los términos de 
su contenido tal como se registra en « El Liberal», nú- 
mero 179, periódico de Buenos Aires. 

lié aquí sus términos: 

« Señor general don Juan Antonio Lavalleja. 

» Misiones, Agosto de 1828. 

» Mi apreciado compadre: 

» Ha llegado á mi poder la carta de Vd., de 19 del pa- 
gado, que me fué entregada por el mayor de infantería 
don José María Reyes. No hay duda, 'compadre, que des- 
pués de todos los sucesos que han demostrado r su con- 
ducta pública y personal hácia mí, las genialidades de 
Vd. sólo pueden tener lugar en el hecho de adoptar una 
conducta distinta para arribará la reparación de mi cré- 
dito y honor, minado tan injusta como atrozmente. Asi 
es que no debe Vd. extrañar el estilo severo con que le 
contesto, diverso al de la suya; pues he jurado que nad§ 
me hará retraer de la firme y justa resolución de no ca- 


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152 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


pitular hasta queVd. vuelva sobre sus pasos, y se me 
restituya al frente de su ejército la opinión que debo 
merecer, haciendo anonadar la existencia de esos de- 
cretos vigentes que de ningún modo pueden permane- 
cer, y el Gobierno proceda como debe. 

» Lo que exijo de Vd. y del Gobierno, es justo; pues 
mientras una declaratoria especial y pública no me 
restituya lo que se me ha usurpado, no cesaré, compa- 
dre, en exijirlo á todo trance, ni menos ocuparé ningún 
destino público, el cual sería siempre incompatible con 
los principios que presiden mi carácter y me obligan á 
adoptar las circunstancias. 

» Después de esto, no me resta más sino asegurarle 
á usted que la fortuna y la victoria coronarán con un 
brillante triunfo nuestra amistad y compromisos. En- 
tonces, en brazos de la amistad, verá usted aparecer á 
su compadre caracterizado siempre de aquellos senti- 
mientos que con más fe los cultivará para con el ge- 
neral Lavalleja. 


Fructuoso Rivera, u 

Volviendo al ejército del Norte, que se trataba de or- 
ganizar con empeño, se había establecido su campo á 
ocho leguas de lbicuy, en la costa del arroyo de Itú, co- 
mo refiere Pueyrredón, que fué uno de los jefes venidos 
de Buenos Aires que se le incorporaron. El coronel 
don Manuel Escalada, procedente del mismo punto, 
vino destinado por el Gobierno para jefe del Estado 
Mayor, quien desde su llegada se dedicó con actividad 
á la organización del ejército á las órdenes del general 
Rivera. 

Conjuntamente con el coronel Escalada vinieron va- 
rios oficiales que se destinaron muy luego, entre ellos 
el capitán Martiniano Chilaver, el de igual clase, José 
María Piran; el teniente Miguel Galán que se incorpo- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


153 


raron al ejército, el cual había empezado á formarse 
con regularidad con los contingentes que había aporta- 
do el general don Estanislao López y que entregó á 
Rivera de perfecto acuerdo. Poco después, en el interés 
de reforzarlas, se resolvió mandar un escuadrón de 
caballería á las órdenes del coronel don Eduardo Trolé, 
que se le incorporó con unos 20 oficiales, entre estos 
los capitanes Martiniano Chilaver, el de igual clase Eva- 
risto Carriego, y el teniente Miguel Galán, que fueron 
bizarros militares del ejército del Norte, como Manuel 
A. Pueyrredón y otros de honrosos recuerdos. 

(i Una larga temporada permanecieron en aquel cam- 
pamento-refiere Pueyrredón en sus apuntes de la cam- 
paña á Misiones— creando y disciplinando los cuerpos, 
al mismo tiempo que iban haciéndose ocupar los pue- 
blos, sin peligro de ningún género. » 


CAPÍTULO XI 


El negociado de paz con el Brasil.— Mediación de Su Ma- 
jestad Británica — Protocolo de la negociación.— Conven- 
ción Preliminar de Paz celebrada entre el Gobierno de 
la República de las Provincias Uñidas del Rio de la Plata 
y Su Majestad el Emperador del Brasil.— Agosto de 1828. 


Era una necesidad sentida el restablecimiento de la 
paz entre la República de las Provincias Unidas del 
Río de la Plata y el Imperio del Brasil. El Gobierno 
de Su Majestad Británica, había ofrecido expontánea- 
mente sus buenos oficios á los beligerantes desde prin- 
cipios de este año, y ambos Gobiernos aceptaron la me- 
diación de Su Majestad Británica, para la negociación 
de la paz. 

Desde entonces empezó á trabajarse en ese sentido 


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154 COMPENDIO DE LA. HISTORIA 

con tanto más interés, cuanto que los perjuicios que 
causaba la guerra, tanto al Brasil como á la República 
Argentina, y al comercio en general, afectaban honda 
mente á todos y reclamaban un término. Por otra parte, 
Borrego recelaba algún movimiento sério contra el Go- 
bierno por la oposición, y por otra, los imperiales en la 
Banda Oriental no poseían sinó las ciudades de Monte- 
video y la Colonia, estando todo lo demás del territo- 
rio oriental dominado por los contrarios. 

En esa situación, tuvo lugar la toma de tas Misiones 
Orientales por Rivera, suceso de trascendencia para el 
- Imperio, cuya noticia produjo gran sensación en Rio 
Janeiro, predisponiendo los ánimos más á la paz. 

Para valorar la importancia de ese acontecimiento, 
y juzgar de la influencia que tuvo en la paz, bastará 
la referencia histórica de este episodio: 

<» Se leían en el Consejo del Emperador los despa- 
» chos del Presidente de la Cisplatina, en que, unuu- 
» ciando las disenciones de los principales jefes orien- 
» tales — Rivera y Lavalleja— y exajerando las couseeuen- 
» cías, predecían la disolución de las fuerzas republi- 
» canas, y el próximo triunfo de la causa imperial. 
» Las esperanzas renacieron para el Imperio. Pero, 

» algunas horas después, se recibieron y leyeron otros 
» despachos de la Cisplatina, en que se daba cuenta 
» de la ocupación de los pueblos de Misiones por el 
» general Rivera, y el emperador dijo, aterrado, á sus 
» Consejeros: Con otra nueva discordia como esta de los 
» jefes oriéntales se vienen hasta Puerto Alegre. Es pre- 
» ciso hacer la paz 

» El Gobierno de Buenos Aires, por su parte, veía 
» la necesidad de hacer la paz, y el de S. M. B. inter- 
» puso sus buenos oficios con el Imperio del Brasil y 
» el Gobierno encargado de la dirección de los nego- 
" cios generales de la República de las Provincias Uní 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY . 155 


» das del Río de la l’lata. — Los hechos de armas de 
» Rivera en las Misiones, hicieron una sensación pro 
» funda en Rio Janeiro, é inclinaron el ánimo del em- 
» parador á las negociaciones, de suerte que, combi- 
» liándose los intereses de todos, y merced á la ínter - 
» vención de la Inglaterra, y á los desastres sufridos 
» por ambas partes, determinó el Gobierno de Buenos 
» Aires mandar al Janeiro una nueva misión, encar 
» gando su desempeño á los generales don Juan Ra- 
íl món Batcarce y don Tomás Guido, como Plenipoten- 
» ciarios. » ( l ) 

Cada vez más, ganaba terreno la disposición á la 
paz, y la impaciencia popular se mostraba exijente 
para que se activase la negociación, procediéndose al 
envío délos plenipotenciarios que debían realizarla. 
Por íin, el Gobierno argentino, venciendo algunas di- 
ficultades, procedió el veintisiete de Julio at nombra- 
miento de sus Plenipotenciarios los generales don 
Juan Ramón Batcarce, ministro de Guerra y Relaciones 
Exteriores, y don Tomás Guido, para tratar, ajustar y 
concluir con los que designase el Emperador del Bra- 
sil, cualquier Convención ó Tratado para la terminación 
de la presente guerra y el restablecimiento de la paz 
entre las Provincias Unidas y el Imperio del Brasil, 
con arreglo á las instrucciones que se les habían dado, 
nombrándose ú la vez ó don Pedro Feliciano Cavia 
para Secretario de- la Legación. 

Al siguiente día se pusieron en viaje para Río Ja- 
neiro, á cuyo punto llegaron en los primeros días de 
Agosto. 

Tan luego fueron recibidos en aquella córte, y des- 
cansaron de las molestias del viaje, entablaron la ne- 


(1) Apuntes para la Historia de la República Oriental del 
Uruguay, por Deodoro De Pascuale. tomo l. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


gociación. Abrieron la primera conferencia á los once 
días del mes de Agosto., con los Plenipotenciarios del 
Imperio, nombrados por el Emperador, á saber: el 
marqués de Aracaty, ministro de los Negocios Extran- 
jeros; don José Clemente Pereira, ministro del Impe- 
rio; y don Joaquín de Oliveira Alvarez, ministro y se- 
cretario de Estado de los Negocios de Guerra. 


PROTOCOLO 


Siendo conveniente, para conocer el espíritu en que 
fué celebrada la Convención Preliminar de paz entre los 
gobiernos del Imperio del Brasil y el de las provincias 
Unidas del Río de la Plata, imponerse perfectamente 
del Protocolo de la negociación, lo consignamos en 
primer término en este lugar, precediendo á la Conven- 
ción Preliminar de Paz respectiva. 


PROTOCOLO 

DE LA NEGOCIACIÓN DE ESTA CONVENCIÓN 


A once de Agosto de mil ochocientos veinte y ocho, ü 
las doce del día, se reunieron en la Secretaría de Estado 
de Negocios Extranjeros, los Plenipotenciarios de la 
República de las Provincias Unidas del Río de la Plata, 
y los Plenipotenciarios para celebrar una Convención 
Preliminar de Paz entre los Estados. Presentaron los 
competentes plenos poderes del tenor siguiente, que 
fueron hallados en bueno y debida forma: 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


157 


PLENO PODER DE LA REPÚBLICA ARGENTINA 

El Gobierno de Buenos Aires, encargado de la direc- 
ción de la guerra y relaciones exteriores de las Provin- 
cias Unidas del Río de la Plata. Considerando cuán 
conveniente es á los intereses de las Provincias Uni- 
das del Río de la Plata y á los del Imperio del Brasil, 
arribar á un advenimiento que termine la presente 
guerra: Por tanto, y teniendo el Gobierno plena confian- 
za en la persona del general don Tomás Guido, ha ve- 
nido en autorizarlo, nombrarlo y constituirlo, como por 
el presente pleno poder lo autoriza, nombra y constitu- 
ye, para que en la clase de Ministro Plenipotenciario, 
asociado al general don Juan Ramón Balcarce, minis- 
tro de Guerra y Relaciones Exteriores, y á nombre del 
Gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata, 
trate, ajuste, y concluya con la persona, ó perso- 
nas, que estén investidas de igual Poder y autoridad 
por parte de S. M. I., cualquier Convención ó Tra- 
tado para la terminación de la presente guerra, y el 
restablecimiento de la paz entre las Provincias Unidas 
y el Imperio del Brasil, con arreglo á las instrucciones 
que se le lian dado; obligándose, como por el presente 
instrumento se obliga, á aceptar y ratificar en la forma 
que designan las leyes del país, todo lo que eñ virtud 
de este pleno Poder, prometan y firmen los expresados 
Ministros Plenipotenciarios. A este efecto se le expide 
el presente pleno Poder, firmado, sellado, y autorizado 
según corresponde. — Dado en Buenos Aires, á veinte y 
siete de Julio de mil ochocientos veinte y* ocho. 

(Lugar del sello.) 


José María Rojas. 


Manuel Dorrego. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


lf)8 

En la misma conformidad se halla estendido el ple- 
no Poder del señor general don Juan Ramón Balcarce. 

PLENOS PODERES DE S. M. EL EMPERADOR 

Don Pedro, por la gracia de Dios y unánime aclama- 
ción de los pueblos, Emperador Constitucional, y defen- 
sor perpétuo del Brasil, etc. Hago saber á los que esta 
mi carta especial vieren, que habiendo el Gobierno de 
la República Argentina nombrado los generales de su 
ejército, don Juan Ramón Balcarce, y don Tomás Guido 
por sus Plenipotenciarios, para tratar de todo lo que 
fuere concerniente al restablecimiento de la paz entre 
este Imperio y la dicha República:— Deseando yo con- 
tribuir de mi parte para un tan saludable fin, he tenido 
por bién, teniendo en consideración las luces y proba- 
do celo del marqués de Aracaty, dp mi Consejo, gentil 
hombre de mi Imperial Cámara, Consejero de Hacienda, 
Comendador de la Orden de Abis, Senador del Imperio, 
Ministro y Secretario de Estado de los Negocios Extran- 
jeros; José Clemente Pereira, de mi Consejo', Desembar- 
gador de la casa de Suplicación, Dignatario de la Impe- 
rial Orden del Crucero, Caballero de la de Cristo, Ministro 
y Secretario de Estado de los Negocios del Imperio, 
encargado interinamente de los Negocios de Justicia; y 
Joaquín de Oliveira Alvarez, de mi Consejo y del de 
guerra, Teniente General de los Ejércitos nacionales é 
imperiales, Oficial de la Imperial Orden del Crucero, 
Comendador de la de Abis, Ministro y Secretario de Es- 
tado de los Negocios déla guerra, nombrarlos, como por 
esta los nombro, mis Plenipotenciarios, para que, con- 
ferenciando con los Plenipotenciarios nombrados por 
el Gobierno de la referida República, puedan estipular, 
concluir, y firmar hasta el punto de ratificación, según 
las instrucciones que de mi inmediatamente recibieren 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 159 


una Convención preliminar de paz y amistad entre los 
dos países; dándoles yo para este efecto todos los ple- 
nos Poderes, mandato general y especial que es nece 
sorio; y prometo, en fe de palabra imperial, que tendré 
por firme y válido, y ratificaré todo lo que por mis Mi- 
nistros Plenipotenciarios acl hoc así fuese estipulado, 
concluido y firmado en mi Imperial nombre con los 
Plenipotenciarios nombrados por el Gobierno de la Re- 
pública Argentina, munidos de igual'es plenos Poderes. 
En testimonio de lo cual mandé es tender la presente 
por mi firmada, y sellada con el sello grande de las 
armas del Imperio y refrendada por mi Ministro Se- 
cretario de Estado abajo firmado— Dada en el Palacio 
del Río de Janeiro, á los nueve días del mes de Agosto 
del afio del Nacimiento de Nuestro Señor Jesu Cristo 
de 1828, séptimo de la Independencia y del Imperio.— 
EMPERADOR, con rúbrica y guarda. 

Miguel de Sousa Melho y Aloin. 

Carta porque vuestra majestad imperial tiene á bien 
nombrar sus plenipotenciarios al marqués de Aracaty, 
José Clemente Pereira y Joaquín de Oliveira Alvarez, 
para que, conferenciando con los Plenipotenciarios 
nombrados por el Gobierno de la República Argentina, 
puedan estipular, concluir y firmar basta el punto de 
ratificación una Convención preliminar de paz; todo en 
la forma arriba declarado. — Para V. M. I. ver. — Fran- 
cisco de Paula Souza y Amorin, la hizo. (En el re- 
verso. ) 

Los Plenipotenciarios de la Repúbliea de las Provin- 
cias Unidas, abrieron la conferencia, exponiendo, que 
ya que la fortuna había puesto en contacto á los dos 
Estados beligerantes, para explicarse y entenderse so- 
bre un ajustamiento de paz, era muy grato ú la Lega- 


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160 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


ción Argentina declarar, primero que todo, que no apo- 
yando la política de su Gobierno principio alguno de- 
sorganizador ni participando de los accesos de un re- 
publicanismo fanático, jamás había encontrado ni en 
contraría razón positiva ni aparente para una guerra con 
sus vecinos, por las diferencias de las formas; por- 
que bastante sabido es el axioma de que la legisla- 
ción, y no la categoría del Gobierno, es la que hace 
felices ó desgraciados á los pueblos: que sin pretensio- 
nes la República de extender los límites de sús terri- 
torios, y mucho ménos de llevar el desorden al seno 
de los Estados limítrofes, habría conservado una paz 
inaltera ble con el Imperio del Brasil, si los sucesos no 
hubiesen conducido la República á la fatal necesidad 
de revindicar derechos con las armas y protejer á 
un pueblo que constituyendo una parte de la Repú- 
blica luchaba por su independencia de un poder ex- 
terior; que la Legación apelaba en apoyo de esta ver- 
dad, á las protestas solemnes del Gobierno de esta 
República, á las deliberaciones de su Congreso, y á 
todos los actos públicos de aquella nación, que prece * 
dieron á la guerra : declaraba también la Legación, 
que considerando el Gobierno de la República, que la 
vitalidad, la fuerza y la opulencia de los nuevos Esta- 
dos del continente americano, dependían esencialmente 
del fomento y progreso de la civilización, la guerra 
absorviendo todos los cuidados de los respectivos 
Gobiernos, estrechaba la esfera de las luces, y con- 
servando á una gran parte de la población en las tinie- 
blas de la ignorancia, el poder é influencia de ésta, 
se iba estendiendo en proporción de la debilidad de 
la clase ilustrada y pensadora: que era imposible pre- 
ver hasta qué punto llegarían los males de esta situa- 
ción, pero que no podría negarse que en uno y otro 
país se corría ya el grande riesgo de venir á ser vic- 
timas de una multitud tumultuosa, que, sobreponién- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


161 


dose al imperio de la razón, principiase á ejercer todas 
las pasiones, que deshonran y' aniquilan á la nación 
más vigorosa; que bien fácil seria á los ministros de 
S. M. 1. prever de que parte estaba el riesgo más in- 
minente examinando la naturaleza de la población, de 
ambos Estados: que el Gobierno de la República juz- 
gaba que la paz era la mejor muralla-contra tal irrup- 
ción, y que con este presentimiento se prestaba á ella 
con la misma franqueza con que se había prestado aj 
combate, siempre que el honor de la República que- 
dase intacto; que la Legación, lejos de hacer proposi- 
ción alguna que ni remotamente fuese deshonrosa á 
S. M. el Emperador del Brasil, procuraría siempre con- 
sultar feu decoro y dignidad, á efecto de que enta- 
blada la negociación sobre bases de perfecta equidad, 
condujese á los Ministros Plenipotenciarios de ambas 
partes, á los ajustes de una transacción firme y plau- 
sible. 

La Legación de la República expuso igualmente que 
desde que los Gobiernos de los nuevos Estados se ha 
bían organizado, y se regían por los principios domi- 
nantes en el mundo ilustrado, no debían esperar que 
se adoptase por los Ministros de S. M. L, en el curso 
de la negociación, la diplomacia tortuosa y siniestra 
que sólo podía convenir al que tiene que esconder en 
las sinuosidades del engaito y de la perfidia las pre- 
tensiones de la ambición; que la Legación adoptaría 
siempre el camino más corto y más derecho para lie 
gar prontamente al término que más conviene á los 
Estados beligerantes: la concitación de sus diferencias 
y el fin de la guerra. 

Los Ministros. Plenipotenciarios de S. M, el Empera- 
dor, concordando en los principios de los Ministros 
Plenipotenciarios de la República Argentina, menos so- 
bre el recelo de revoluciones políticas dentro del Im_ 
perio, que manifestaron no temían, porque aún cuan- 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


do por acaso pudiesen aparecer, serían inmediatamente 
sofocados por hallarse cimentado el Gobierno Impe 
rial constitucional de una manera fuerte y segura, de- 
clararon que S. M. el Emperador del Brasil había es 
tado siempre animado de miras pacificas hacia la Re- 
pública de las Provincias Unidas, sin que jamás la di- 
ferencia de sistema de gobierno fuese un motivo de 
indisposición para con ella; siendo una prueba nada 
equívoca la dificultad con que se empeñó en la guerra, 
no entrando en ella sino después que había sido im- 
posible evitarla, y las diligencias que había mandado 
promover para arribar á um compostura_que termine 
la guerra por medio de una paz decorosa á la nación 
brasilera, y á la corona del mismo Señor, siendo al 
mismo tiempo estable y duradera; y como ésta nunca 
se podría obtener tal, sino era cimentada en principios 
liberales é intereses recíprocos para las dos altas partes 
contratantes, y que al mismo tiempo éstas no se com 
prometiesen á sofocar las simientes de discordia que 
una guerra civil y de partido podía levantar en la Pro- 
vincia de Montevideo, desde luego manifestaban en la 
manera más positiva y solemne á los Plenipotenciarios 
de la República, que era sobre los enunciados prin- 
cipios, que con la más perfecta buena fe, y separados 
de todas las máximas que una política tortuosa podía 
aconsejar, entraban en la presente negociación; no pu 
diendo dejar.de lisonjearse mucho al ver que los sobre 
dichos Plenipotenciarios de la República estuviesen 
animados de iguales sentimientos, que les honraba de- 
masiado: teniendo solo que añadir, que separados por 
su posición del continente europeo, ninguna política 
convenía tanto á los gobiernos americanos como la de 
la unión por los lazos de amistad eterna, que respetan- 
do los lazos relacionados y amistad del viejo mundo, 
los colocase en la actitud de grandeza y grado de pros- 
peridad para que los convidaba la naturaleza; y conclu- 


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m 


DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


yeron diciendo, que en vista de los sentimientos ma 
infestados por los Plenipotenciarios de la República, 
desde luego se lisonjeaban con la esperanza de arribar 
á un feliz resultado. 

La Legación dijo en seguida que aunque el Gobierno 
de la República había aceptado explícitamente las ba 
ses propuestas por S. M. I. para una Convención pre- 
liminar de paz, que les fueron trasmitidas en extracto 
por el intermedio del ministro de S. M. B. en Buenos 
Aires, no prestó su asenso dios que en cinco artículos 
asignó en 18 de Marzo del corriente año, S. E. el señor 
marqués de-Aracaty; que por ese motivo, la Legación 
Argentina, fiel á los encargos de su Gobierno, se pro- 
ponía dar su opinión expresa sobre el tenor de las 
bases; y para el efecto, pedía se leyesen los artículos, 
que literalmente son los siguientes: 

Artículo 1".— S. M. el Emperador del Brasil por una 
parte, y la República de las Provincias Cuidas del Río 
de la Plata por otra, deseando poner término á la 
guerra y establecer sobre bases sólidas y duraderas 
la armonía, buena inteligencia y amistad 'que deben 
existir entre naciones vecinas cuya riqueza y prospe- 
ridad se hallan tan íntimamente ligadas, convienen en 
aceptar la mediación de Ja Gran Bretaña, así para ajus- 
tar desde luego una Convención preliminar, como 
para un Tratado definitivo de paz y amistad al que la 
dicha Convención ha de servir de base. 

Art. 2°.— S. M. I. queriendo por una parle manifestar 
cuanto desea que no quede subsistente motivo alguno 
para futuras desavenencias, que alteren la tranquilidad 
de sus súbditos, y perturben la buena armonía que de- 
sea conservar con las demás potencias, promete del 
modo más solemne crear, erijir y constituir completa 
mente la Provincia Cisplatina en un Estado libre, sepa- 
rado é independiente. La categoría de este nuevo Esta- 


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164 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


do, será determinada en el Tratado que se lia de ajustar 
en la forma del artículo I o . 

Art. 3°.— Luego que la aceptación de los dos preceden- 
tes artículos por las dos partes contratantes, sea recí- 
procamente inlimada por los ministros de la Potencia 
mediadora, serán nombrados y mandados á la ciudad de 
Montevideo los respectivos Plenipotenciarios encarga 
dos de ajuslar sobre los cinco artículos presentes, una 
Convención preliminar que sirva de base al Tratado 
definitivo. 

Art. 4 o . — Desde el momento en que se reuniesen los 
referidos Plenipotenciarios, cesarán las hostilidades por 
tierra y por mar sobre el principio de statu quo de los 
beligerantes, reservando las partes contratantes sus 
respectivos derechos, como existían antes de la guerra; 
y quedando entendido:— 1.°, que durante este armisticio, 
las tropas imperiales, sus caballadas y respectivo tren, 
no ocuparán en la Banda Oriental ningunos otros puntos 
fuera de aquellos que ocupan al presente; y que las 
fuerzas al mando del general Lavalleja subsistirán dentro 
de los límites de sus presentes posiciones; — 2.°, que se 
suspenderá el bloqueo; y las hostilidades por mar en dos 
días hasta Santa María, en ocho días hasta Santa -Catali 
na, en quince hasta Cabo Frío, en veinte y dos hasta 
Pernambuco, en cuarenta hasta la línea, en sesenta has 
ta la costa del Este, y en ochenta á los mares de Eu- 
ropa. 

Art. 5 o . — Mientras dure este armisticio no se pedirá 
cuenta á persona alguna por cualquiera de las partes 
contratantes, de su conducta política en el intervalo de 
la guerra. 

La Legación de la República de las Provincias Uni- 
das, pidió que sedes permitiese hacer sus observado 
nes sobre el artículo 2°, porque el primero era suscepti 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 165 


ble de lijeras modificaciones sin que se alterase la 
substancia. 

La Legación principió probando que el medio más 
seguro para hacer interminable la negociación y ale- 
jarse del punto donde convenía arribar luego, seria el 
de ocuparse en cuestionar el derecho que cada una 
de las partes beligerantes pretendía tener á la posesión 
de la Banda Oriental del Río de la Plata: que la Lega- 
ción no se excusaría de esto, si se le estrechase á 
discutirlo; pero que la causa de la humanidad y los 
intereses bien entendidos de uno y otro país, imponían 
deberes más urgentes, y éstos no podrían llenarse, si 
en el momento en que todo era de hecho, se remon- 
taban ambas partes al origen oscuro de querellas y 
pretensiones complicadas : que la Legación proponía 
la hipótesis de que existiesen derechos probables por 
una y otra parte al territorio en cuestión; y que una 
vez admitida esta idea por punto de partida, se entra- 
ría en la negociación sin mayores tropiezos, que la 
Legación no dudando que los ministros plenipotencia- 
rios adoptasen el mismo pensamiento, no se detenia 
en negarse absolutamente al artículo 2." en el que se 
reservaba el emperador del Brasil la facultad de crear, 
erigir y constituir la Banda Oriental del Río de la 
Plata en un Estado independiente : no obstante, esta 
negativa no implicaba una oposición decidida á que 
S. M. I. participase de la gloria de influir en la inde-. 
pendencia de aquella provincia, antes por el contrario, 
ejercería en la Constitución de ella todo aquel influjo 
que sin perjudicar los derechos de un Estado indepen- 
diente ni defraudar los que conserva la República, le 
garantiese la seguridad de sus fronteras: la Legación 
juzgaba que no podría ocultarse á la penetración de 
los ilustrados ministros de S. M. 1., que si la Repú- 
blica admitiese por base de una Convención preliminar, 
de paz el artículo 2 o como había sido redactado, sería 


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160 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


lo mismo que reconocer en Su Majestad Imperial una 
soberanía exclusiva sobre la provincia de Montevideo, 
cargar con la responsabilidad de una guerra injusta 
que había costado grandes sacrificios de dinero y de 
sangre, y acabar por desatender al clamor de los ha- 
bitantes de la provincia oriental: más con todo, con 
sentida la suposición gratuita de que el obierno déla 
República y sus Plenipotenciarios, en que la Córte del 
Brasil se aproximase á la base indicada, se le llama- 
ría tan impropiamente una base de paz, que antes lo 
seria de una guerra más encarnizada y duradera, por- 
que la moral de un Gobierno republicano es un ente 
imajinario, toda vez que choca con la voluntad de la 
República, que vela sobre su dignidad, y que poséela 
conciencia de su poder. La Legación no recurría para 
sostener esta verdad á otras reflexiones, que sin duda 
serian familiares á los ilustrados ministros del Imperio, 
sino al argumento práctico y victorioso que le ofrecía 
el éxito de la última Convención reprobada y rechazada 
por el sentimiento pronunciado de todas las Provincias 
de la República. Que la Legación juzgaría ofender las 
intenciones pacificas de S. M. I. si presumiese que 
se insistiría' por su parte en el proyecto de ocuparse 
en constituir el Estado llamado Cisplatino, pués por 
este medio sería imposible arribar á la terminación de 
la guerra; que la Legación se lisongeaba de que, tra- 
tándose esla grave cuestión en el sosiego de la razón, 
y sin pretensiones inoportunas de ambas partes, se en- 
contraría. el modo de conciliar sus verdaderos inte- 
reses. 

Los Ministros del Imperio contestaron, que no era 
s.u intención entrar en la cuestión del derecho que las 
dos naciones, pudieran tener á la provincia de Monte- 
video, porque una tal cuestión, á más de complicada, 
sólo serviría para inutilizar la negociación de la paz, 
único objeto de que se trataba, por sí cortada desde 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 167 


el momento en que S. M. el Emperador había declara- 
do que constituiría la misma provincia en un Estado li- 
bre é independiente. Pasando la cuestión ó la forma de 
verificar esta promesa, el mismo señor deseaba que 
fuese la más coherente con los verdaderos principios 
liberales reconocidos en el día; insistiendo sólo en que 
el decoro de sus sagrados deberes fuese perfectamente 
guardado, lo que no podría verificarse, si por alguna 
forma la provincia Cisplatina, quedase privada de su 
imperial protección, en tanto que no se encontrase ple- 
namente constituida: que así lo exijían los derechos de 
los ciudadanos de la misma Provincia, comprometidos 
en la causa del Imperio, que per este solo motivo ven- 
drían a ser objeto de venganzas y persecuciones injus- 
tas, siempre que allí no se estableciese un Gobierno 
constitucional que los garantiese. 

¿Cómo puede responder la República Argentina, dije- 
ron los Ministros, deque no se renueven en la Cispla- 
lina, los tiempos calamitosos de Artigas, y que la guerra 
de partidos no vuelva á devorar aquellos pueblos? 

Y si esta escena se repite como es de temer que se 
repita, ¿á qué amparo habrán deacojerse los ciudadanos 
pacíficos, que los ponga á cubierto de la devastación y 
robos de un jefe armado que se levante, despreciador 
en todo caso de la ley de las libertades y de las propie- 
dades? , 

Los ministros del Imperio recordaron en esta ocasión 
las disenciones últimamente acaecidas en la Banda 
Oriental en el corriente año; la rivalidad entre los ge 
nerales Rivera y Lavalleja: los medios de destrucción 
con que cada uno contaba; deduciendo de todo, por ne- 
cesaria consecuencia, el peligro que se presentaba de 
que toda la Provincia se dividiese en partidos, desde el 
momento de que esta fuese abandonada á su propia 
suerte. Agregaron que en política hablaban más los he 
chos que todas las teorías; y el ejemplo de todas las re- 


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'168 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


voiucionesy de todos los Estados nuevos que se consti- 
tuyen, demostraban convincentemente el justo recelo 
de los males que ellos preveían; y era el poderoso y 
único motivo que aconsejaba á S. M. el Emperador, la 
necesidad de no abandonar la provincia de Montevideo 
á su suerte, en cuanto un Gobierno plenamente consti- 
tuido no ofreciese una garantía satisfactoria á la segu- 
ridad de la misma provincia y también á sus fronteras; 
y observando que la República tenía igual interés en 
que aquella provincia no fuese abandonada á sí misma, 
Ínterin no se hallase completamente constituida, con- 
cluyendo asegurando, que salvos estos principios, con- 
vendría á los medios que pareciesen convenientes al 
objeto queS. M. el Emperador se había propuesto cuan- 
do en la base 2. a prometió declarar constituir completo 
mente la provincia de Montevideo en Estado libre é in- 
dependiente. 

La Legación replicó que esta cuestión debía resol- 
verse por la comparación de los males que podrían 
sobrevenir á un puñado de- orientales comprometidos 
en la causa del emperador si S. M. I. renunciase al 
empleo de constituir la Provincia Oriental con los 
que gravitarían sobre el Imperio en la continuación de 
la guerra; que se pusiesen en la balanza de un juicio 
imparcial ambos extremos y la Legación respetaría la 
desición de los ministros del Imperio; porque tampoco 
esperaba que no se llegase á distinguir el valor de los 
compromisos de los pocos orientales ligados á la cau- 
sa de S. M. del de los derechos de un pueblo que 
combatía por su independencia política y su libertad 
civil: que desde luego la Legación no podía anticiparse 
á predecir sucesos en la. Banda Oriental; más que 
debiendo entenderse que nc era ni la voluntad ñi el 
interés de la República que los ciudadanos comprome- 
tidos en la causa del Imperio quedasen á merced de 
los caprichos de jefes armados sino bajo garantías 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 169 


especiales y absoluta amnistía sobre hechos y opinio- 
nes, no participaba la Legación de los recelos que 
manifestaban los ministros de S. M. 

A más de que en el cuadro que acaba de presentarse 
sobre el Estado de la Banda Oriental, se habían figu- 
rado sombras donde la Legación encontraba más cla- 
ridad; porque aunque no negaba que habían ocurrido 
diferencias entre los generales Lavalleja y Rivera, éstas 
habfcm desaparecido desde que el destino de su patria 
los había traído á un punto de contacto. La Legación 
no descubría bastante importancia en estos incidentes 
de detal para que fuesen antepuestos á consideracio- 
nes más graves. 

Tales eran los ejemplos prácticos que S. M. acababa 
de ver en el continente Americano; que la Legación 
sentía citar el proverbio muy vulgar, de que «el bien 
contra la voluntad de quien lo recibe, degenera fácil- 
mente en mal » : que los ministros brasileros no po- 
dían haberse olvidado del anatema de los pueblos 
contra un eminente jefe americano que intentó dar 
constituciones: que después de estas lecciones, la pru- 
dencia no permitiría esperar mejor aquiescencia de 
parte de los orientales para ser constituidos por un 
poder estraño y no sería ciertamente un favorable 
auspicio para la constitución, .que S. M. intentase 
darles el colocarla bajo la fuerza. 

La Legación concluía proponiendo que S. M. decla- 
rase la independencia de la Banda Oriental, dejándola 
en libertad para que los Representantes de la misma 
se diesen la constitución que creyesen convenirles; y 
que para remover temores de ulteriores abusos contra 
-la seguridad del Imperio y de la República, la Consti- 
tución fuese examinada por comisarios competentes 
autorizados para ver y declarar si contiene algún ar- 
ticulo ó artículos contrarios á los intereses de ambos 
Estados; que esta independencia podía ser temporaria 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


170 


y por un término suficiente para conocer si la Banda 
Oriental poseía capacidad política para crear y conser- 
var sus instituciones. 

Después de algunas otras pequeñas observaciones 
declararon los ministros del Imperio, que suponiendo 
que en la base segunda estuviese enunciado que S. M. 
el Emperador, prometía constituir completamente la 
provincia Cisplatina, ellos jamás se habían manifes- 
tado en un sentido por donde pudiese extenderse*que 
el mismo señor pretendiese dar La Constitución á 
aquella provincia, y antes por el contrario, reconocían 
la inconveniencia de una tal medida, y que en este 
sentido les parecía que la Convención podría asen- 
tarse sobre las bases que iban á exponer, y 'presen 
taron los siguientes artículos, salvo maydr redacción: 

1. °— S. M. el Emperador del Brasil declara la inde- 
pendencia de la provincia Cisplatina, y' la República 
Argentina reconoce la misma independencia, y se obli- 
ga á sustentarla. 

2. ° — Se señalará el tiempo de seis años para obser 
varse si la Cisplatina está en circunstancias de poder 
mantener su independencia: y en el momento en que 
aparezca la anarquía, las dos naciones ajustarán inme- 
diatamente entre sí, los medios de asegurar su inde 
pendencia y tranquilidad. 

3. °— La Constitución será hecha por Representantes 
de la Cisplalina, y después será examinada por Co- 
misarios de los dos Gobiernos, para ver si contiene 
principios que se opongan á la seguridad é interes 
de los mismos Gobiernos. / 

4. °— Una fuerza de los dos Gobiernos será conser- 
vada en los puntos que se ajustase. 

5. —Todos los ciudadanos de la Cisplatina, que qui- 
sieren retirarse del territorio de ésta, lo podrán ha- 


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171 


HE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


cer llevando consigo £us propiedades, salvo perjuicio 
de tercero. 

Los Plenipotenciarios Argentinos recibieron estos ar- 
tículos y prometieron presentar su redacción en la con- 
ferencia siguiente, dándose esta por acabada. — Juan 
Ramón Balcarce.— Tomás Guido.— Marqués de Ara- 
caty.— José Clemente Pereira.— Joaquín de Oliveira 
Alvarez. 


CONFERENCIA DE 14 BE AGOSTO DE 1828 
leído el protocolo de la antecedente conferencia, 

FUE APROBADO 

La Legación de la República délas Provincias Unidas 
propuso á los ministros del Imperio, que tomasen en 
consideración la minuta que presentaban de varios ar- 
tículos explanatorios, de los que los mismos señores 
ministros le habían entregado en la conferencia ante- 
rior; pero que después de leído el proyecto en general, 
la Legación escucharía las observaciones de los seño- 
res ministros de S. M. I. y liaría las suyas con el mis- 
mo espíritu de franqueza de que había usado hasta en- 
tónces: en consecuencia se leyó el proyecto que sigue: 

S. M. el Emperador del Brasil por una parte, y la 
República de las Provincias' Unidas por otra, deseando 
sinceramente poner término á la guerra, y establecer 
bases sólidas y duraderas de la armonía, buena inteli- 
gencia y amistad que deben existir -entre naciones ve- 
cinas, cuya riqueza y prosperidad están intimamente 
ligadas, han resuelto ajustar una Convención preliminar 
como base del tratado definitivo de paz, que debe ce- 
lebrarse entre ambas partes contratantes, y para este 
efecto, etc. 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


Art. 1°.— S. M. I. y la República Argentina convienen 
en aceptar la mediación de la Gran Bretaña, así para 
ajustar la Convención preliminar, como para el Tratado 
definitivo de paz y amistad entre ambas partes contra- 
tantes. 

Art. 2 o . — S. M. el Emperador del Brasil y la República 
de las Provincias Unidas del Rio de la Plata, declaran y 
consienten solemnemente en la independencia é inte- 
gridad. de la Provincia de Montevideo, llamada hoy 
Cisplatina, renuncian á todos los derechos que podrían 
pretender á ella, y se obligan y comprometen recípro- 
camente á sostener la independencia é integridad de la 
dicha provincia, bajo las condiciones estipuladas en los 
artículos siguientes: 

Art. 3°.— La provincia de Montevideo creará, erigiré y 
constituirá un Gobierno, bajo la forma que considere 
más conveniente á sus Intereses, necesidades y recur- 
sos. 

Art. 4°.— La Constitución política de la provincia de 
Montevideo, no será promulgada sin previo examen de 
Comisarios nombrados por S. M. I. y por el Gobierno 
de las Provincias Unidas, quienes no podrán en ma- 
nera alguna embarazar su publicación, á menos que, 
y en el único caso de que la Constitución contenga 
principio alguno contrario al derecho de gentes y á las 
leyes internacionales: este caso será explicado público 
y categóricamente por los Comisarios de ambas partes 
contratantes . 

Art. 5°.— S. M. el Emperador del Brasil, '-y la República 
de las Provincias Unidas del Río de la Plata, acuerdan 
y convienen en que la provincia de Montevideo ensaye 
durante el período de cinco años, su capacidad política 
para organizarse y constituirse como tal Estado inde 
pendiente, y al fin del período de los cinco años esti- 
pulados, la provincia de Montevideo llamada hoy Cis- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 173 

platina, será considerada en libertad para pronunciarse 
sobre su futuro destino. 

Art. 6 o . — Si la provincia de Montevideo en el mismo 
período de cinco años se envolviese en guerras civiles, 
y la anarquía impidiese la conservación de un Gobierno 
.regular, estable y suficiente para mantener las garan 
tías sociales, y para respetar y hacer respetar la invio- 
labilidad del territorio de ambos Estados contratantes, 
las dos potencias convendrán inmediatamente entre si, 
en los medios de restablecer el orden legal adopta- 
do por la provincia de Montevideo. 

Art. 7°.— Ambas portes contratantes, se comprometen 
solemne y religiosamente, á retirar toda intervención 
en el orden interior de lo provincia de Montevideo, si 
llegase ó tomarse por la? causas indicadas en el ar- 
tículo anterior, luego que los autoridades legítimamente 
constituidas por la misma provincia, restablecidas al 
ejercicio de la ley, puedan garantir la seguridad de las 
fronteras limítrofes á la provincia de Montevideo, asi 
del Brasil como de las Provincias Unidas. 

Art. 8 o . — Las fuerzas de la República de las Provincias 
Unidas, desocuparán el territorio brasilero y el de la 
Provincia de Montevideo, en el término de dos meses, 
contados desde el canje de las ratificaciones de la pre. 
sente Convención, traslandándose á la margen dere- 
cha del del Río de la Plata ó del Uruguay y las fuerzas 
de S. M. I. se retirarán absolutamente del territorio de 
la Provincia de Montevideo, á las fronteras del Imperio 
en el mismo término. 

Art. 9°.— Las plazas de Montevideo y la Colonia, y 
cualesquiera otros puntos fortificados que se hallen 
ocupados por las fuerzas de S. M. I., ó por las de la 
República Argentina dentro del territorio de la misma 
provincia, en la dala de la ratificación de la presente 
Convención, serán entregadas in statu quo ante bellum, 
al Gobierno de la Provincia de Montevideo, elejido por 


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174 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


sus legítimos Representantes, sin que' por ninguna 
circunstancia la ocupación de las fortalezas pueda pa 
sar el término especificado en el artículo anterior. 

Los ministros de S. M. I. observaron que había poca 
dificultad en ajustar los primeros cuatro artículos, alte- 
rando la redacción sin tocar en lo sustancial; que en 
cuanto al quinto, no podían escusarse de notar que se 
tentase el arbitrio de una independencia temporaria, 
quimérica é insuficiente; que la honra así de la Repú- 
blica como del Brasil, consistía en que, conviniendo una 
vez en constituir entre ambos Estados un tercero, goza- 
se de una independencia duradera, sin que quedase la. 
sospecha de que alguno de los dos Estados contratantes, 
se reservaba pretestos para injerirse y trastornar su 
destino; que si la capacidad política de la Cisplatina, no 
era bastante para organizarse' sólidamente, ambos Go- 
biernos contratantes debían auxiliarla con sus consejos 
y protección y fomentar en ella el orden y la regularidad, 
en primer lugar, porque la prosperidad de aquel país 
refluiría sobre los dos Estados limítrofes, y en segundo 
lugar, porque si la inhabilidad ó las pasiones que se 
desenvuelven en todo nuevo Estado prevaleciesen en la 
Banda Oriental, principiaban á ser de hecho amenaza- 
das las fronteras de la. República y del Imperio, y era de 
necesidad precaver este mal, comenzando por inspirar 
confianza ó los orientales: que el ensayo de la indepen- 
dencia de aquella provincia, por el espacio de cinco 
años, era considerado por los ministros de S. M. como 
ofensivo é injurioso á los orientales, porque era lo mis- 
mo que darles por mitad la libertad que pretendían y 
sujetarlos á un vergonzoso estado de pupilos; que la 
única política que convenía en la opinión de los minis- 
tros de S. M. era proteger por un tiempo dado y por 
parte de ambos Estados, la independencia é integridad 
de la provincia, é impedir la renovación de la guerra 
civil, hasta que consolidada las instituciones de la mis- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 175 


raa provincia, cesasen los temores de unos y otros; y 
finalmente, que por el mero hecho de considerarse la 
provincia de Montevideo en independencia y libertad, 
ya se entendía que podía pronunciarse sohre su futuro 
destino; y que por tanto no había necesidad de hacer 
de este derecho una condición, porque inmediatamen- 
te temerían, y con razón, que se preparaban lazos para 
prenderlos, y obligar la voluntad de aquel pueblo áuna 
declaración calculada por los intereses de alguno de los 
Estados contratantes. 

Los ministros de S. M. no rechazaron los artículos 6 
á 8 inclusive; y pasando á tratar del tiempo en que las 
tropas imperiales debían evacuar la plaza de Montevi- 
deo, se negaron al término que se fijaba en el artículo 9.° 
porqub no bastaba que se estableciese un Gobierno pro- 
visorio, y se publicase una Constitución en la Banda 
Oriental; era necesario tiempo para observar si se cum- 
pliría; que el honor. del Brasil estaba empeñado en la 
protección de los habitantes pacíficos y honrados, que 
se habían entregado en los brazos del Emperador; Aco- 
sados de la anarquía, y que aunque S. M. I. protesta- 
ba por el organo de sus ministros, que declaraba in- 
dependiente la Cisplatina, nada quería de ella sino su 
felicidad bajo la Constitución que se diese á si misma, 
su promesa empeñada, y la dignidad de su corona, no 
le permitían dejar expuesta la población de Montevideo 
á las depredaciones y desórdenes de una soldadesca 
indisciplinada, que para que desapareciesen todas las 
sospechas, las tropas que quedasen dentro de la plaza 
de Montevideo, se conservarían en observación hasta 
que espirase el término que ios Plenipotenciarios de 
S. M. propondrían. 

La Legación, recopilando las reflexiones de los Ple- 
nipotenciarios imperiales, se limitó á contestar á dos 
puntos principales: primero, al de la independencia 
temporaria de Montevideo: segundo, al de la perma- 


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176 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


nencia de las tropas en la plaza de este nombre por un 
tiempo mayor del que había propuesto la Legaciómacerca 
del primero dijo, que en las mismas observaciones que 
los Plenipotenciarios de S. M. habían hecho desde la 
primera conferencia respecto del estado moral de la pro 
vincia de Montevideo, se deducía la necesidad de limi- 
tar á un ensayo temporario la independencia de la 
Banda Oriental. Si la provincia carecía de luces y re- 
cursos para constituirse; si por las pretensiones de je- 
fes militares se había de dividir en bandos; si por el 
choque de intereses individuales, había de renacer la 
guerra civil, y ponerse en conflicto la seguridad de las 
personas y 'de las propiedades de los ciudadanos pací- 
ficos, como temían los Plenipotenciarios imperiales, era 
necesario suspendar un juicio absoluto sobre la mis- 
ma provincia. IJn plazo de cinco años era suficiente 
para que lo.s Cisplatinos ensayasen sus capacidades 
políticas; y tan injusto sería privarlos del último de 
sus derechos, y dejar de reconocer ilimitadamente su 
independencia, si supiesen hacer un buen uso de ella, 
como dan lugar por una liberalidad prematura, á que 
jamás fuese organizada aquella provincia, y que sub- 
sistiese la necesidad de estar sobre las armas para evi- 
tar el contagio de principios anárquicos. Que no existía 
razón alguna para que* los Cisplatinos reputasen por 
ofensivo é injurioso el proyecto de una independen- 
cia temporaria, porque quedando, como queda á su 
arbitrio su propio destino en el término señalado, á 
ellos solos deberían imputar los resultados; que la Le- 
gación, haciendo la justicia debida al patriotismo de la 
clase influyente de la Banda Oriental, llamada provin- 
cia de Montevideo, no esperaba los desórdenes, que al 
parecer de los Ministros Plenipotenciarios de S. M., . 
amenazaban todavía aquel territorio; pero que, aún 
dado tan desgraciado caso, pedia la Legación que los 
Plenipotenciarios se fijasen en una consideración 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 177 


importante, nomo era, que la República no reservaba 
para sí protección alguna, ni aún para después de aquel 
término^ y sólo deseaba preparar una tabla para que á 
su conclusión los íiabitantés pacíficos y buenos ciuda- 
danos, de la provincia de Montevideo, se salvasen de 
un naufragio político, pasando á gozar de la plenitud 
de sus derechos, y de las garantías sociales por la agre- 
gación del territorio de Montevideo al Imperio ó á la 
República, cuya elección era también un acto espon- 
táneo de la misma provincia, según el artículo en cues- 
tión. 

En cuanto á la permanencia de las tropas imperia- 
les en Montevideo, hasta después de jurada la Cons- 
titución de la provincia, la Legación se negaba á ello 
absolutamente, porque no encontraba ni exactitud, ni 
fuerza en las razones que se habían dado para una 
ocupación dilatada. Que se alegaba el temor de las vio- 
lencias contra los ciudadanos residentes dentro de la 
plaza, más que la Legación de la República no podía 
convenir en el agravio que se hacía á las tropas arre- 
gladas pertenecientes á la provincia, y que en el día 
componen parte del ejército bajo de una rigurosa dis- 
ciplina; que ellas ocuparían la plaza, y mantendrían 
en ella el orden con el respeto más sagrado á las ga- 
rantías: fuera de que no debía olvidarse, que si los Ple- 
nipotenciarios de S. M. se proponían destruir todo re- 
celo para que la paz fuese estable, se obraba contra el 
sentido de esta política, desde que continuase la ocu- 
pación de la plaza por las tropas imperiales, y por un 
tiempo tan indeterminado como el del juramento de la 
Constitución: que esta circunstancia sólo bastaría para 
inutilizar cualquier Convención, y prolongar la guerra. 
Si se buscaban garantías que salvasen la solemnidad 
de las pi’omesas de S. M., la Legación las encontraba 
en la amnistía sobre hechos y opiniones, y en la erec- 
ción de* un Gobierno representativo. 


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178 COMPENDIO DE LA HISTORIA 


Los ministros ele S. M. pasaron á ocuparse en la íor-- 
me en que debía instalarse el Gobierno provisorio; y 
así para esclarecer esta cuestión, como la del plazo de 
la ocupación de la plaza de Montevideo, redactaron la 
minuta siguiente: * - 

MINUTA. — El Gobierno actual de la Banda Oriental, 
convocará inmediatamente los Representantes por la 
parte de la provincia que le está sujeta; y el Gobierno 
actual de Montevideo convocará igualmente los Repre- 
sentantes de lo otra parte de la misma provincia que 
¡e está sujeta; arreglándose en el número de los dipu- 
tados y forma de su elección por el Reglamento por 
que se hizo la última elección de Representantes de lo 
misma provincia. 

Estos Representantes, reunidos fuera de la plaza y 
de cualquier punto que esté ocupado por tropas, esta- 
blecerán inmediatamente un Gobierno provisorio que 
debe gobernar toda la provincia hasta que se instale 
el Gobierno permanente que creare la Constitución y 
aquellos Gobiernos actuales cesarán inmediatamente 
que se instale el Gobierno provisorio. 

Las tropas imperiales ocuparán la plaza hasta que se 
instale el Gobierno provisorio. 

Instalado éste, ¿ qüé punto ocuparán las tropas im- 
periales y las de la República ? ¿ En qué número y 
hasta que tiempo ? 

Concluida la lectura, la Legación de la República de 
jas Provincias Unidas se reservó examinar con deten- 
ción los artículos de la minuta, y. tratar de su conteni- 
do en la conferencia inmediata, con la que finalizó la 
presente.— Juan Ramón Balcarce. — Tomás Guido. — , 
Marqués de Aracaty.— José Clemente Pereira.— Joa- 
quín DE OLIVEIRA ALVAREZ. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


CONFERENCIA DE 15 DE7 AGOSTO DE 1828 

LEÍDO EL PROTOCOLO DE LA CONFERENCIA ANTECEDENTE, 
FUÉ APROBADO 

La Legación de la República de las Provincias Unidas 
comenzó por observar, que el primer artículo de la mi- 
nuta redactada por los Plenipotenciarios de S. M. I. en 
la conferencia precedente, daba una ingerencia directa 
al Gobierno actual de Montevideo, en la elección de Re- 
presentantes de la provincia, lo que era absolutamente 
inadmisible. La Legación continuó explicando los mo- 
tivos fundamentales de esta resistencia, y reasumién- 
dolos, propuso el dilema siguiente: ó los ciudadanos re- 
sidentes dentro de la plaza de Montevideo, son ciuda- 
danos del Imperio, ó ciudadados de la provincia; en 3 1 
primer caso, sería en política una monstruosidad el’ 
admitirlos á los comicios públicos de la provincia; si 
son considerados como ciudadanos de la misma, ningu- 
na autoridad debe entrometerse en sus actos de Sobe 
'ranía: deben ser convocados por las autoridades de la 
provincia y proceder libres de toda coacción militar en 
la elección de Representantes; que en vano se hacía 
valer la pasibilidad de las tropas brasileras dentro de la 
plaza, desde que se ratificase la Convención preliminar 
de paz, pues aunque ni las autoridades imperiales, ni 
la presencia de esas mismas tropas, emplearan influjo 
alguno en la elección, seria siempre acusada de nuli- 
dad; porque á la verdad no dejaría de ser un fenóme- 
no que llegase ú practicarse, libre de los sufragios y 
maniobras, de los que se habían mantenido separados 
de los intereses de la provincia. Que por otro parte, los 
ilustrados Plenipotenciarios de S. M. no podrían dejar 
de advertir una contradicción entre los principios jus- 
tos y honrosos que propusieron en la minula citada 


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180 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


para la erección del Gobierno provisorio, y los que se 
daban como regla para *la elección de Representantes 
por la plaza de Montevideo; que la Legación no cesaría 
de repetir, que no debería estarse al rigor de una fór- 
mula, que cuando mucho sería para dar un nombre 
pomposo á las cosas, si esa misma fórmula estorbaba 
la práctica de un proyecto importante; que tal sería el 
resultado inevitable si los distinguidos ministros de 
S. M. no abandonasen la convocación y elección por el 
Gobierno de Montevideo dentro de la plaza, bajo la tu- 
tela de bayonetas extranjeras; porque desde luego ins- 
piraría recelos á una multitud belicosa y sospechosa, y 
se suscitarían dificultades insuperables para la organi- 
zación de la provincia, y talvez para la paz que era el 
objeto real y más interesante para ambos Estados; que 
en el supuesto que las tropas brasileras quedasen me- 
ramente de observación dentro de la plaza, y que las 
autoridades civiles se limitasen á hacer conservar el 
orden y administrar justicia hasta que la plaza fuese 
evacuada, la convocación debería hacerse por el Gobierno 
actual de la provincia á los ciudadanos residentes den- 
tro déla plaza, con conocimiento del Gobierno acriden 
tal de ésta, y con sujeción á las disposiciones reglamen- 
tarias que adoptase el mismo Gobierno para consultar 
la libertad en la elección. 

Los Ministros Plenipotenciarios de S. M. el Empe 
rador respondieron, que no obstante las razones que 
acababan de oír, al parecer plausibles, no podían de- 
jar de insistir en el artículo en discusión; porque sien- 
do el principal argumento de los ilustrados Plenipoten- 
ciarios Argentinos, que, ó los, habitantes déla plaza de 
Montevideo son ciudadanos brasileros, y en este caso 
no pueden ser oídos en las elecciones de la Cisplatina; 
ó son ciudadanos de ésta, y en este caso deben ser 
convocados por autoridad de su país, y no por una 
extraña, y que en esta calidad debe ser considerado 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


181 " 


el Gobierno de la sobredicha plaza; este dilema queda 
destruido, luego que los mismos' señores Plenipoten- 
ciarios quisiesen reflexionar; que desde el momento 
en que la provincia Cisplatina íuese declarada indepen- 
diente, los ciudadanos de la referida plaza no pueden 
dejar de ser considerados ciudadanos de la misma pro- 
vincia; y admitido este principio, no puede entrar en 
cuestión el derecho que ellos tienen de votar en las 
elecciones de sus Representantes; y siendo sin duda 
el derecho más precioso del ciudadano en los gobiernos 
representativos, no podían los mismos Plenipotenciarios 
del Imperio dejar de llamar muy sériamente la ilustra- 
da atención de los señores Plenipotenciarios de la Re ; 
pública, sobre la injusticia que se haría á los ciudada- 
nos de la plaza de Montevideo, en privarlos del derecho 
de votar en las elecciones; que no pudiendo admitirse 
un tal principio, toda la cuestión pasaba á considerar 
cuál sería la autoridad más competente para hacer la 
convocación y mandar proceder á las elecciones. Tres 
son los medios que se ofrecen— continuaron los Pleni- 
potenciarios imperiales,— para resolver la cuestión: pri- 
mero, haciéndose la convocatoria por uno de los dos Go- 
biernos: segundo, haciéndose por úna tercera autori- 
dad: tercero, ó por ambos Gobiernos en la conformi- 
dad del artículo propuesto. El primer medio no es ad- 
misible, porque las mismas razones que tiene la Le- 
gación Argentina para no. convenir en que la convo- 
catoria sea hecha por el Gobierno de la plaza de Mon- 
tevideo, por no reconocerlo legítimo, tienen los minis- 
tros de S. M. I. para no convenir en que la convocato- 
ria sea hecha por el Gobierno de la Banda Oriental, 
porque para ellos también este Gobierno no es legiti- 
mo. El segundo medio es absolutamente impracticable 
por la imposibilidad de encontrarse una reciproca apro- 
bación de una tercera autoridad. ¡Siendo por conse- 
cuencia necesario convenir en el último medio pro- 


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182 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


puesto, no sólo como el único que no ofrece inconve- 
nientes, sino por ser el más propio y fácil, por cuanto 
conviene observar que supuesto sea cierto que la Cis- 
platina queda independiente desde elmiomento en que 
su independencia fuese completamente declarada, los 
dos Gobiernos actuales de la misma provincia han de 
subsistir en la forma ya admitida hasta la instalación 
del Gobierno provisorio; y siendo asi, ¿quién no vé que 
las cosas sé conservan en el statu quo al tiempo de la 
convocatoria de las elecciones? porque éstas deben 
preceder á la instalación del Gobierno provisorio. Y 
continuando por consecuencia en estar sujeta al Go- 
bierno de la Banda Oriental la parte de ciudadanos 
que hoy lo reconoce, y al de la plaza de Montevideo 
aquella parte qde le obedece, nada puede hallarse 
más natural y competente que la medida propuesta, 
de ser hecha la convocatoria de los Representantes 
por ambos Gobiernos en la parte respectiva de su 
mando. 

- Concluyeron finalmente los mismos Plenipotenciarios 
del Imperio, con que siendo una razón muy plausible 
la que los Representantes de la República habían pro- 
ducido, cuando ■ ponderaron el receto de la influencia 
que las bayonetas brasileras podrían tomar en las elec- 
ciones que se hiciesen dentro de la plaza, ellos espe- 
raban que este recelo desapareciese, cuando los mismos 
señores reflexionasen que la? tropas de S. M. el Empe- 
rador deberían quedar meramente pasivas, y de obser- 
vación, con el único fin de proteger al Gobierno, y 
nunca para intervenir en sus negocios políticos, que 
últimamente ellos estaban penetrados que se haría gran- 
de injusticia á los ciudadanos déla plaza de Montevideo 
en la exclusión pretendida de voto en las elecciones, y 
S. M. el Emperador se había pronunciado de una ma- 
nera positiva de que no consentiría en esto, no obstante 
que no se negarían á cualquier medio de conciliación 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 183 


que se propusiese, siempre que quedase salvo el prin- 
cipio sostenido y defendido por ellos. 

La Legación se reservó presentar el artículo en dis- 
cusión bajo otra redacción, que quedase en armonía 
con el segundo párrafo de la minuta, cuyo espíritu era 
liberal; y pasó á examinar el tercer artículo sobre la 
ocupación de la’ plaza, limitada á la época en que se 
instale el Gobierno Provisorio de la Provincia. 

Los ministros Plenipotenciario de S. M. expusieron, 
que meditando detenidamente el punto de la ocupa- 
ción,' juzgaban que comprometerían el decoro de S. M. 
y la seguridad de los. habitantes pacíficos de Montevi- 
deo, y darían lugar á que, desenfrenadas las pasiones 
de los partidos en la Banda Oriental, frustaseu las in 
tenciones pacificas de S. M. y del Gobierno de la Re- 
pública Argentina, si abandonasen la plaza sin que pre- 
cediese la existencia de una Constitución que puesta 
en práctica, determinase los derechos y los deberes é 
impidiese el trastorno del orden: que cuando se había 
asentado que la tropa de ocupación no sólo seria de 
observación meramente, seria la guarda de la autoridad 
legal que se crease en la provincia de Montevideo: cuan- 
do se había propuesto que durante el mismo período 
la República pudiese conservar en la provincia una 
fuerza igual y con el mismo objeto, los ministros no es- 
peraban que se les imputase mala fé, ni pretensión al- 
guna desmedida; que era preciso convencerse, de que 
con el anuncio de la paz se excitarían y chocarían in- 
tereses personóles que llegarían á producir un nuevo 
incendio, si la República y el Imperio no preservaban 
á este Estado naciente de los horrores de la anarquía, 
que el interés supremo de ambos Estados consistía en 
evitar para lo futuro toda coalición; y estas ventajas no 
podrían obtenerse, si se abandonase á la provincia de 
Montevideo á su inexperiencia, si á los promotores del 
desorden no quedase nada que temer; y que con este 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


único fin los plenipotenciarios brasileros proponían el 
artículo siguiente: 

Artículo — Las tropas imperiales, en el número que se 
convendrá, continuarán ocupando la plaza de Montevi- 
deo hasta que se jure la Constitución, y un año des- 
pués; permaneciendo meramente pasivas y de observa- 
ción, sin que por ningún principio puedan tomar la más 
pequeña intervención en el Gobierno, y.su número no 
podrá ser aumentado: más podrán ser mudadas arbi- 
trariamente. 

La Legación délas Provincias Unidas rechazó el ar- 
tículo antecedente, como destructor de los justos fi- 
nes que los Plenipotenciarios brasileros querían pro- 
mover. 

La Legación hizo presente, que la forma en qué es- 
taba redactado el artículo, importaba una ocupación 
indefinida de la plaza de Montevideo, y por consig<wo«te 
la existencia de una de las causas de la guerra actual; 
que aunque la Legación estaba bien convencida de la 
posibilidad de presentarse en pocas semanas una 
Constitución para la provincia de Montevideo, todo 
esto hasta ahora no pasaba de una agradable conje- 
tura: que los ministros no podrían negar que esa mis- 
ma facilidad existía para que la organización del Có- 
digo se prorrogase indefinidamente por los ardides de 
la .intriga, nunca más vigente y fecunda que cuando 
se interponían grandes intereses : que este temor de 
que es susceptible aún el hombre vulgar, aniquilaría 
toda la confianza, y ningún pretesto, ninguna decla- 
ración bastaría por más solemne que fuese, para 
aquietar y dar el sosiego de la paz; que si los Ministros 
Plenipotenciarios juzgaban comprometido el decoro de 
S. M. si saliesen las tropas imperiales de la plaza de 
Montevideo antes de un año después de jurada la 
Constitución de la provincia, la Legación comprome- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 185 


tería sus deberes y traicionaría sus sentimientos si 
admitiese, la condición propuesta como base de los 
preliminares de paz: que la Legación, aunque había 
convenido en que las minutas presentadas hasta el 
presente por ambas partes contratantes, se juzgasen 
como materia de mera discusión, entretanto no estu- 
viesen ajustadas y firmadas por unos y otros minis- 
tros, no podía escusarse de notar la enorme distancia 
del artículo redactado en la conferencia anterior al 
que ahora presentaban los Plenipotenciarios imperia- 
les: que la Legación repetía que no era admisible el 
plazo propuesto para la ocupación de la plaza de Mon- 
tevideo; pero que, sin embargo, esperaba que con 
mejor acuerdo los Plenipotenciarios de S. M. adhirie- 
sen á los términos que la Legación había ya indicado, 
y que podrían ajustarse definitivamente en la próxima 
conferencia.— Juan Ramón Balcarce.— Tomás Guido.— 
Marqués de Aracaty,— José Clemente Pe reirá.— Joa- 
quín Olivera Alvarez. 


CONFERENCIA DE 19 DE AGOSTO DE 1823 

LEÍDO EL PROTOCOLO DE LA CONFERENCIA ANTERIOR, 
FUÉ APROBADO 

Los Plenipotenciarios de S. M. abrieron la conferen- 
cia presentando una minuta de Convención, á cuya lec- 
tura procedieron, y es del tenor siguiente: 

S. M. el Emperador del Brasil, y el Gobierno de la Re- 
pública de las Provincias Unidas, deseando poner térmi- 
no á la guerra, y establecer sobre bases sólidas y dura- 
deras la buena inteligencia, armonía y amistad que debe 
existir entre naciones vecinas, llamadas por sus intere- 


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186 


COMPENDIO DE LA. HISTORIA 


ses a vivir unidas por lazos de perfecta alianza, acordaron 
por la mediación de S. M. B., ajustar entre sí una Coa- 
vención preliminar que servirá de base al Tratado defi- 
nitivo de paz, que ha de celebrarse entre ambas altas 
partes contratantes, y para este fin, etc. 

. Artículo 1°.— S. M. el Emperador del Brasil declara á 
la Provincia Cisplatina separada del Imperio del Brasil 
para poderse constituir en estado libre é independiente 
de toda y cualquier nación, bajo la forma de Gobierno 
que juzgase mas conveniente á sus intereses, necesi- 
dades y recursos. 

Art. 2°.— El Gobierno de la República de las Provincias 
Unidas, reconoce la independencia de la Provincia Cis- 
platina, y conviene en que ella se constituya en Estado 
libre é independiente por la forma declarada en el artícu- 
lo antecedente. 

. Art. 3°.— Ambas altas partes contratantes se obligan 
recíprocamente á mantener y defender la independen- 
cia de la Provincia Cisplatina. 

Art. 4°.— El Gobierno actual de la Banda Oriental, inme- 
diatamente que fuese ratificada la presente Convención, 
convocará los Representantes de la parte de la expre- 
sada provincia que le está sujeta; y el Gobierno actual 
de Montevideo hará igual convocatoria por su parte, re- 
gulándose el número de los Diputados, y la forma de su 
elección por el Reglamento por que se hizo la última 
elección de Representantes de la misma provincia. 

Art. 5 o . — Reunidos los Representantes fuera de la pla- 
za de Montevideo, y de cualquier lugar que se halle 
ocupado por tropas, y que esté al ménos diez leguas 
distante de las más próximas, establecerán primero que 
todo un Gobierno provisorio, que debe gobernar toda la 
provincia hasta que se instale el Gobierno permanente 
que hubiese de crear la Constitución. El Gobierno ac- 
tual de Montevideo, y así mismo el de la Banda Orien- 
tal, 'cesarán inmediatamenie que se instale aquel. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 187 


Art. fío .— Los mismos Representantes tratarán luego 
después, de hacer la Constitución política del Estado de 
la Provincia Cisplatina; la cual antes de ser jurada, será 
examinada por comisarios de los dos Gobiernos contra- 
tantes, para el único fin de ver si en ella se contiene 
algún artículo ó artículos que se opongan á los intereses 
y seguridad de sus Estados respectivos: este caso, si 
ocurriese será explicado pública y categóricamente por 
los sobredichos comisarios, y decidido de común acuer- 
do por ellos. 

Art. 7°.— Será libre á todo y cualquier habitante de la 
Provincia Cisplatina la salida para fuera del territorio 
de ésta, llevando consigo los bienes de su propiedad, 
salvo perjuicio de tercero, hasta el tiempo del juramen- 
to de la Constitución, sino quisiese sujetarse á esta, y 
sus derechos de seguridad individual y de propiedad le 
serán garantidos por los dos Gobiernos contratantes. Ha- 
brá perfecto olvido de todos y cualesquiera hechos, y 
opiniones políticas que los habitantes de la Provincia 
Cisplatina hubiesen profesado hasta la ratificación de la 
presente Convención. 

Art. 8°.— Siendo un deber de las altas partes contra- 
tes auxiliar y protejer la Provincia Cisplatina hasta que 
ella se constituya completamente, convienen que si antes 
de jurada la Constitución política de la misma Provincia 
y después de seis años, la tranquilidad y seguridad pú- 
blica de ella fuese perturbada .por facciones ó partidos 
que se pueden levantar, los mismos Gobiernos acorda- 
rán entre sí los medios de hacer restablecer el orden, ó 
fin de que se mantenga y subsista la forma de Gobier- 
no legal que la provincia hubiese establecido. Pasado 
este plazo, cesará toda la protección que por este artículo 
se le promete. Y así mismo, durante el referido tiempo, 
toda la' intervención de los dos -Gobiernos se limitará á 
hacer restablecer el orden legal, y cesará inmediatamen 
te que este fuere restablecido. 


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188 COMPENDIO DE LA HISTORIA 


Art. 9.°— Las tropas de las Provincias Unidas, deso- 
cuparán el territorio brasilero y el de la provincia Cis- 
•plátina, en el término ele dos meses, contados desde 
el día en que se verificare el canje de las ratificacio- 
nes de la presente Convención; pasándose á la margen 
derecha del Río de la Plata, ó del Uruguay, menos 
una fuerza de mil y quinientos hombres, que el Gobierno 
de la misma República podrá conservar dentro del te- 
rritorio de la expresada provincia, si así lo juzgase 
conveniente, en el punto que elijiese, hasta que la 
Constitución política déla misma sea jurada; con ex- 
presa obligación de hacer retirar esta fuerza dentro del 
preciso y perentorio término de los primeros seis me- 
ses siguientes al juramento de la Constitución, á más 
tardar. 

Art. 10°.— Las tropas de S. M. el Emperador, desocu- 
parán el territorio de la provincia de Montevideo en 
el término de dos meses, contado desde el día en 
que se verificare el canje de las ratificaciones de la 
presente Convención, retirándose para las fronteras 
del Imperio ó embarcándose; ménos una fuerza de mil 
y quinientos hombres que el Gobierno del mismo señor 
podrá conservar dentro de la plaza de Montevideo, has- 
ta que la Constitución política de la sobredicha pro 
vincia sea jurada: con la expresa obligación de hacer 
retirar esta fuerza dentro del preciso y perentorio tér- 
mino de los primeros seis meses siguientes al jura- 
mento de la Constitución, á más tardar, entregando 
á ese tiempo la sobredicha plaza in síatu <juq ante be - 
Uum ó. comisarios competentemente autorizados ad hoe 
por el Gobierno legítimo de la referida provincia. 

Art. 11°.— Queda entendido que tanto las tropas impe- 
riales, como las de la República, que en conformidad 
de los artículos 9 o y 10°, -se conservaran temporariamen- 
te en el territorio de la Provincia Cisplatina, no podrán 
intervenir en forma alguna en los negocios políticos 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY Í89 


de la misma provincia, su Gobierno, instituciones, 
constitución, etc.; unas y otras serán consideradas co- 
mo meramente pasivas y de observación; conserva- 
das allí para protejer al Gobierno, y garantir Las liber- 
tades y propiedades públicas é individuales; y sólo po- 
drán obrar activamente si el Gobierno legal requiriese 
su auxilio. 

Art. 12°.— Luego que.se hiciese el canje déla presente 
Convención, habrá entera cesación de hostilidades por 
mar y tierra: el bloqueo será levantado en el término 
de cuarenta y ocho horas por parte de la escuadra 
imperial, y las sobredichas hostilidades por mar ce 
sarán dentro de dos dias hasta Santa María ; en 
ocho hasta Santa Catalina; en quince hasta Cabo Frío; 
en veintidós hasta Pernambuco; en cuarenta hasta la 
Línea; en sesenta hasta la costa del Este; y en ochen- 
ta hasta los mares de Europa. Todas las presas que 
se lucieren en la mar, pasados los plazos que quedan 
asentados, serán Juzgadas malas presas, y reciproca- 
mente indemnizadas. 

Art. 13°.— Todos los prisioneros de una y otra parte, 
que hubieren sido hechos durante la guerra por mar 
y por tierra, serán puestos en libertad, luego que la 
presente Convención hubiese sido ratificada, y canjea- 
das las ratificaciones; con la condición única de que 
no podrán salir sin que primero aseguren el pago de 
las deudas que hubiesen contraído en el país dónde 
se hallaren. 

Art. 14°.— El canje de las ratificaciones de la presente 
Convención será hecho en la plaza de Montevideo den 
tro del tiempo de dos meses, ó antes si fuere posible, 
contados desde el día de su fecha. 

Cloncluída la lectura déla minuta antecedente, la le- 
gación de las Provincias Unidas, dijo: que en cuanto 
al primer artículo, poco tenía que observar; pero que 
respecto del segundo, le parecía que los Plenipoten- 


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190 COMPENDIO DE LA HISTORIA 


ciarios de S. M. no habían tenido presente la hipótesis 
establecida al principio de las conferenciad, á saber, 
la existencia de derechos probables por una y otra 
parte: que la declaración por S. M. y el reconocimien- 
to por la República importaba la admisión de un de- 
recho exclusiVb en el Emperador del Brasil á la Banda 
Oriental, que se habla constantemente negado y que 
la Legación no estaba dispuesta_á admitir en ningún 
caso: que lo más que podría alcanzarse en este punto, 
sería el ascenso de la República á la declaración de la 
independencia hecha por S. M., siempre que la Repú- 
blica se conformase en hacer por su parte igual de- 
claración; sobre ló que la Legación de la República 
propondría una nueva redacción del artículo cita- 
do. La Legación no presentó objeciones al artículo 

3. °; más respecto de la facultad que por el artículo 

4. ° se confería al Gobierno actual de Montevideo, para 
convocar los Representantes correspondientes á la po- 
blación, la Legación dijo, que no tenía motivo de variar 
sus opiniones emitidas sobre esta materia: convino 
en los artículos 5 o á 8 o inclusive; y tomando en consi- 
deración los artículos 9 o y 10°, se negó á que el plazo 
para la evacuación de la plaza comenzase á contarse 
desde el juramento de la Constitución de la Banda Orien- 
tal, y ofreció presentar dos artículos en sustitución de 
los dos indicados, y se* convino en la substancia de los 
artículos 10° á 14° del Proyecto de Convención. 

Los Plenipotenciarios de S. M. el Emperador del Bra- 
sil, respondieron sustentando la redacción del 2.° ar- 
tículo, que supuesto fuese cierto que ellos por su parte 
hubiesen declarado que no era su intención entrar en 
la cuestión de derechos ó la Provincia Cisplatina, la 
certeza del hecho de la incorporación de la misma al 
territorio del Imperio, sostenido por el otro hecho de 
hallarse la misma separada de la República, al tiempo 
de la incorporación, justificaba la razón de pertenecer 


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DE LA. REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 19i 


á S. M. el Kmperador del Brasil, hacer la declaración 
de su independencia, y asistir á la República Argenti- 
na el derecho de reconocer la misma independencia: 
y por estos principios y hechos que no podían ser 
contestados ellos debían insistir en la redacción que 
habían presentado. 

Pasando después á considerar el tiempo en que 
las tropas imperiales debían ocupar la plaza de Mon- 
tevideo, observaron gue sentían encontrar una opo- 
sición lañ decidida por parte de la Legación -de _ la 
República de las Provincias Unidas; y sentían mucho 
más no poder coníormai’se en modificar el mismo 
plazo por estar enteramente convencidos de la nece- 
sidad de la misma ocupación por todo el tiempo 
que proponían; y sin juzgar necesario perder tiem- 
po en demostrar que en esta exijencia no ocultaban 
miras siniestras por deber estar convencidos de su 
franqueza y buena fe, los ministros de la República 
Argentina en vista de la linea de conducta que ellos 
habían manifestado en el curso de esta negociación, 
se veían en la precisión de repetir que las únicas y 
verdaderas razones en que se fundaban, era la nece- 
sidad en que se hallaba el decoro de S. M. el Empe- 
rador, de no abandonar la provincia de Montevideo á 
su suerte, y al peligro de ser afligida por los horrores 
de la guerra civil, si por acaso le faltase la protección 
del mismo seúor antes de hallarse ella protejida por 
un Gobierno legal, fuerte y seguro: que á más de esto, 
S. M. el Emperador había dado su palabra de consti- 
tuir plenamente la misma provincia, y esto no se veri- 
ficaría en el caso de retirar su protección á la expre- 
sada provincia, antes que se hallase completamente 
constituida, y porque ella no podría ser considerada 
como constituida completamente, sino después que 
su Constitución fuese jurada. Era de este principio que 
deducían la necesidad de que las tropas del Imperio 


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192 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


continuasen ocupando la plaza de Montevideo hasta la 
época estipulada en el artículo en discusión; y que 
habiendo manifestado en otro artículo que las mismas 
tropas se conservarían meramente pasivas y de obser- 
vación, y. que sólo operarían en apoyo del Gobierno 
legal, cuando por éste fuesen requeridas, bien se vela 
que ningún otro fin ofrecía la ocupación exigida que 
no fuese el de querer evitar que algún partido ambi-. 
cioso se levantase contra el Gobierno legitimo de la 
provincia, y viniese á inutilizar por este medio el re- 
sultado que la presente Convención debía traer, tanto 
al Imperio, como á la República en la constitución de 
la misma provincia en Estado libre é independiente; 
siendo obvio que de no verificarse este resultado, las 
fronteras del Imperio podrían llegar á ser amenazadas, 
y la paz por consecuencia perturbada. — Que en esto 
hasta la República tenía un igual interés, y por tanto, 
era de esperar que ella por su parte se empeñase en 
mantener el orden en la Banda Oriental por medio de 
fuerzas iguales á las que el Imperio conservaría en la 
plaza de Montevideo, en cuanto éstas, por su parte, lo 
mantuviesen en la misma plaza. — Concluyeron, final- 
mente, ponderando que no pudiendo hollarse ninguna 
otra garantía que afianzase la £ conservación del orden 
en la Provincia Cisplatina mientras no se jurase su 
Constitución, estaban íntimamente convencidos que 
todo cuanto se hiciese por esta Convención, sería de 
una efímera duración, porque la anarquía .aparecería 
necesariamente, y con ésta todos los demás males que 
le son consiguientes. 

La Legación de la República presentó entonces la 
redacción de los artículos siguientes, en sustitución 
del 9" y 10° de la minuta en discusión, con lo que se 
finalizó la conferencia: 

« Las fortalezas de Montevideo y la Colonia perma- 
necerán en posesión de S. M. I. por el término de cua- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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1ro meses contados desde la dato de la presente Con- 
vención; y si antes que espire este periodo se instalase 
el Gobierno provisorio en la provincia de Montevideo, 
por sus legítimos representantes, las mismas fortalezas 
serán inmediatamente evacuadas y entregadas á las 
autoridades constituidas del nuevo Estado; S. M. I. y 
la República de las Provincias Unidas convienen en 
que no se prorrogue por motivo alguno el término 
acordado en el artículo anterior para la ocupación de 
ambas plazas de Montevideo y la Colonia por las tropas 
brasileras. 

» Deseando S. M. I. y la República de las Provincias 
Unidas, que la tranquilidad de la provincia de Monte- 
video no sea perturbada por la guerra civil, y que los 
ciudadanos pacíficos de la misma provincia disfruten 
de la inmunidad .de sus derechos y de todas las garan- 
tías sociales durante el tiempo de la organización del 
Gobierno permanente de la provincia y de su carta 
constitucional, ambas altas partes contratantes se con- 
vienen en que una división de tropas de S. M. I. que 
no pase de 1.500 hombres y otra igual de la República, 
ocupen, las del Imperio, la población de Maldonado y 
las de la República, la de la Colonia por el término 
de un año contado desde la data de la presente Con- 
vención. 

» Las tropas establecidas en el articulo anterior, per- 
manecerán en sus respectivas posesiones meramente 
pasivas y de observación, sin que por ningún principio 
puedan tomar la menor intervención en el Gobierno é 
instituciones políticas de la provincia, ni levantar for- 
tificaciones estables, ni ser aumentadas en número, 
pero podrán ser relevadas al arbitrio de los respectivos 
Gobiernos. — Juan Ramón Balcarce. — Tomás GuiDO.r— 
Marqués de Aracaty.— José Clemente Pereira.— Joa- 
quín de OLIVEIRA ALVAREZ. <> 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


CONFERENCIA DE 21 DE AGOSTO DE *1828 

LEÍDO EL PROTOCOLO DE LA CONFERENCIA PASADA, FUÉ 

APROBADO 

Abrieron la conferencia los Plenipotenciarios de las 
Provincias Unidas, proponiendo á los ministros de S. M. 
el Emperador, que manifestasen si habían tomado en 
consideración los dos artículos redactados y presenta- 
dos por la Legación Argentina en la conferencia del 19, 
acerca de la evacuación de las plazas de Montevideo y 
la Colonia, pues que, ajustado esté punto, seria fácil 
arribar a un perfecto acuerdo sobre los demás artícu- 
los pendientes. , 

Los Plenipotenciarios brasileros respondieron que 
estaban firmes en la opinión que habían formado, y 
principiaron por observar que no estaban resueltos á 
aceptar otro término para la evacuación de las plazas 
sino el que habían propuesto en la conferencia ante 
cedente en el proyecto de Convención: que no podían 
dejar de suponer que la Legación Argentina estuviese 
penetrada de la justicia de la pretensión del Empe- 
rador. ■ 

Los Plenipotenciarios de la República pidieron eii~ 
tonoes que se leyese toda la redacción del proyecto 
que la Legación Argentina tenía la honra de presentar, 
esperando que no se haría observación alguna en par 
ticular, en tanto los ministros del Imperio no se hubie- 
sen enterado del proyecto en general, persuadiéndose 
la Legación que los ministros dé S. M. encontrarían 
un enlace justo de principios, y un sentimiento recf 
proco de honor que garantía la estabilidad de lo que se 
tratase, después de lo que la Legación escucharía con 
placer las observaciones que quisiesen hacer los,mi- 


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nistros de S. M. I. — Estos convinieron en ello, y se 
procedió á la lectura de la redacción siguiente : 

« S. M. el Emperador del Brasil y el Gobierno de la 
República de las Provincias Unidas, deseando poner 
término ¿ la guerra y establecer sobre bases sólidas y 
duraderas la buena inteligencia, armonía y amistad 
que debe existir entre naciones vecinas, llamadas por 
sus intereses á vivir unidas por los lazos de perpetua 
alianza, acordaron— por la mediación de S. M. Britá- 
nica — ajustar entre sí una Convención preliminar que 
servirá de base al tratado definitivo de paz que ha de 
celebrarse entre ambas altas partes contratantes, y para 
este fin, etc.’: 

» Articulo l«. — S. M. el Emperador del Brasil declara la 
provincia de Montevido, llamada hoy Cisplatina, sepa- 
rada del Brasil para poderse constituir en Estado libre 
é independiente de toda y cualquiera nación, bajo la 
forma de Gobierno que juzgase más conveniente á sus 
intereses, necesidades y recursos. 

» Art. 2°.— El Gobierno de la República de las Provin- 
cias Unidas declara la independencia de la provincia 
de Montevideo, llamada hoy Cisplatina, y conviene en 
que se constituya en Estado libre é independiente en la 
forma declarada en el artículo anterior. 

» Art. 3°.— Ambas altas partes contratantes se obligan 
recíprocamente á mantener y defender la independen- 
cia é integridad de la provincia de Montevideo por el 
término de cinco años, y bajo las condiciones estipu- 
ladas en los artículos siguientes: 

» Art. 4°.— El Gobierno actual <le la Banda Oriental, in- 
mediatamente que la presente Convención fuese ra- 
tificada, convocará los Representantes de la parte de 
dicha provincia que le está sujeta, y los ciudadanos 
dependientes del Gobierno actual de Montevideo serán 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


libres para saliv de la plaza, y gozar del voto activo y 
pasivo en la elección de Representantes, bajo la más 
solemne amnistía sobre sus hechos anteriores y opi- 
niones políticas. 

» Art. 5°. — Reunidos los Representantes fuera de la pía 
za de Montevideo y de cualquier lugar que se halle 
ocupado por tropas, y que esté al ménos diez leguas 
distante de las más próximas, establecerán primero 
que todo un Gobierno Provisorio que debe gobernar 
toda la provincia hasta que se instale el Gobierno per- 
manente que hubiere de ser creado por la Constitución. 
El Gobierno actual de Montevideo, y el de la Banda 
Oriental cesarán inmediatamente que se instale aquel. 

» Art. 6°.— Los mismos Representantes se ocuparán 
en formar la Constitución política de la provincia de 
Montevideo, la cual antes de ser jurada, será exami 
nada por comisarios de los dos Gobiernos contratantes 
para el único fin de ver si en ella se contiene algún 
artículo ó artículos que se opongan al derecho de 
gentes; y seguridad de sus Estados respectivos. Si acón 
teciere este caso, será explicado pública y categórica- 
mente por los dichos comisarios, y decidido de común 
acuerdo por ellos. 

» Art. 7®.— Será permitido á todo y cualquiera habitante 
de la Provincia de Montevideo salir fuera del territorio 
de ella llevando consigo los bienes de su propiedad 
sin perjuicio de tercero, hasta el tiempo del juramento 
de la Constitución, sino quieren sujetarse á ella; y sus 
derechos de seguridad individual le serán garantidos 
por los dos Gobiernos contratantes en sus respectivos 
territorios. Habrá perfecto olvido de todos y cualesquie 
ra hechos y opiniones políticas que los habitantes de la 
Provincia de Montevideo y "los del territorio brasilero 
ocupado por tropas de la República hubiesen profesa- 
do hasta la ratificación de la presente Convención. 

» Art. 8°.— S. M. el Emperador del Brasil y la República 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


de las Provincias Unidas del Río de la Plata convienen 
en que la Provincia de Montevideo ensaye por el periodo 
de cinco años, su capacidad política para organizarse, 
constituirse y conservarse como tal Estado independien- 
te, y al fin délos cinco años estipulados, la provincia de 
Montevideo reunida por sus legítimos Representantes, 
será considerada en libertad para pronunciarse sobre 
su futuro destino. 

» Art. 9°. — Ambas altas partes contratantes convienen 
en que si antes de la jura de la Constitución política de 
la Provincia de Montevideo en el referido período de los 
cinco años, la "tranquilidad de la misma Provincia fuese 
perturbada .por facciones ó partidos internos que amena- 
zen Inseguridad de las fronteras limítrofes, S. M. I. y la 
República de las Provincias Unidas acordarán entre sí 
los medios de restablecer el orden, á fin de que se man- 
tenga y conserve el Gobierno legal que la Provincia hu- 
biese establecido. Pasado aquel plazo cesará toda protec- 
ción que por este artículo se promete y cualquiera que sea 
el uso que se haga de la misma protección, cesará 
inmediatamente que el orden legal sea establecido. 

» Art. 10°.— Las tropas de la República de las Provin- 
cias Unidas, desocuparán el territorio brasilero y el de 
la provincia de Montevideo en el término de dos me- 
ses, contados desde el día en que se verifique el cange 
de las ratificaciones de la presente Convención, pa- 
sando á la margen derecha del Río de la Plata ó del 
Uruguay, ménos una fuerza de 1.500 hombres que el 
Gobierno de la misma República podrá conservar en 
los pueblos de las Misiones Orientales del Uruguay, 
con la expresa obligación de hacer retirar esta fuerza 
dentro del preciso y perentorio término de 15 días des- 
pués de notificada la evacuación de la plaza de Mon- 
tevideo. 

» Art. 11.— Las tropas de S. M. I. desocuparán el terri- 
torio de la provincia de Montevideo en el término de 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


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dos meses, contados desde el día en que se verifique 
el cange de las ratificaciones de la presente Convelí*-' 
ción, retirándose para las fronteras del. Imperio, ó em- 
barcándose, menos una fuerza de mil y quinientos 
hombres que el Gobierno de S. M. I. podrá conservar 
dentro de la plaza de Montevideo hasta que se esta- 
blezca et Gobierno Provisorio de la provincia, y con la 
expresa obligación de hacer retirar esta fuerza dentro 
del preciso y perentorio término de los primeros cua- 
tro meses siguientes al establecimiento del Gobierno 
de la misma provincia, entregando á ese tiempo dicha 
plaza in siatu quo ante bellum á comisarios competen 
temente autorizados ad hoc por el Gobierno legítimo 
de la referida provincia. 

Art. 12°.— Queda convenido entre ambas altas partes 
contratantes, que tanto las tropas imperiales, como las 
déla República, que en conformidad de los artículos 10° 
y 11°, se conserven temporalmente en el territorio de 
la provincia de Montevideo, como en los pueblos Orien- 
tales de las Misiones, no podrán intervenir, en manera 
alguna en los negocios políticos de la misma provin- 
cia, su Gobierno, instituciones, constitución, etc., unas 
y otras serán consideradas como meramente pasivas 
y de observación, conservadas allí para proteger el Go- 
bierno y garantir las libertades y propiedades públicas 
é individuales, y sólo podrán obrar activamente si el 
Gobierno legal requiriese su auxilio. 

Art. 13° —Luego que se haga el cange de las ratifica- 
ciones de la presente Convención cesarán inmediata- 
mente las hostilidades por mar y por tierra. El bloqueo 
será levantado en el plazo de 48 horas por parte de la 
escuadra imperial; y las dichas hostilidades por mar ce 
sarán • dentro de dos días hasta Santa Catalina, en 15 
hasta Cabo Frío; en 22 hasta Pernambuco; en 40 hasta 
la linea; en 30 hasta la Costa del Este, y en 80 hasta los 
mares de Europa. Todas las presas que se hicieren en 


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el mar pasados los plazos que quedan señalados, serán 
juzgadas malas presas, y reciprocamente indemniza- 
das. 

Art. 14°.— Todos los prisioneros de'una y otra parte que 
hubieren sido tomados durante la guerra en mar ó en 
tierra, serán puestos en libertad, luego que la presente 
Convención sea ratificada, y las ratificaciones cangeadas, 
con la condición única de que no podrán salir sin que 
primero aseguren el pago de las deudas que hubieren 
contraido en el país donde se hallen. 

Art. 15°.— Luego que sean cangeadas las ratificaciones, 
ó en el término, que acordaren ambas altas partes con- 
tratantes, nombrarán sus respectivos Plenipotenciarios 
para ajustar y concluir el tratado definitivo de paz en- 
tre la República de las Provincias Unidas y el Imperio 
del Brasil. 

Art. 16°. — Sí, lo que no es de esperar, no llegasen á 
acordarse ambas altas partes contratantes sobre las 
diferencias que puedan suscitarse en el arreglo, con 
la mediación de S. M. Británica, de la paz definitiva de 
uno y otro Estado, no podrán renovárselas hostilida- 
des entre la República y el Imperio del Brasil, antes 
de los cincos años estipulados para la independencia 
temporaria de la provincia de Montevideo, y vencido 
este plazo, sin darse aviso con seis meses de anticipa- 
ción, y con conocimiento de la potencia mediadora. 

Art. 17°.— Las ratificaciones de la presente Convención 
serán cangeadas en la plaza de Montevideo. » 

Concluida la lectura los Plenipotenciarios de S. M. 
dijeron, que notaban que la Legación había hecho una 
variación substancial en la" redacción del 2.» artículo 
de la minuta de Convención, sostituyendo la palabra 
—declarar — á la de reconocer , en que los Ministros de 
S. M. I. habían insistido, porque á S. M. sólo era á 
quien competía— declarar,— por cuanto el Estado Cis- 
platino era parte integrante del Imperio, y S. M. lo des- 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


membraba de él en cumplimiento de la promesa 
de constituirlo; fuera de las demás razones que en otra 
conferencia habían producido. 

La Legación contestó, que si ella consintiese en el 
principio que los señores Ministros pretendían estable- 
cer para oponerse á la alteración indicada, sería lo mis- 
mo que canonizar un derecho esclusivo que la Lega- 
ción no estaba dispuesta á admitir; que desde la pri- 
mera conferencia habían convenido los señores Minis- 
tros en escusar la cuestión de derecho para evitar la 
funesta necesidad de intricarse en un laberinto, del cual 
no sería fácil salir con la prontitud con .que los inte- 
reses inútuos exigían un asenso cordial entre ambas 
partes: que procurándose una reciprocidad perfecta se 
había entrado á negociar sóbre la hipótesis de que los 
dos poderes beligerantes tuviesen derechos probables 
sobre la provincia de Montevideo; por consiguiente, 
obrando en armonía con esta idea no podía uno decla- 
rar y otro reconocer : que la Legación sentía tener que 
recordar á SS. EE. los señores Ministros de S. M. que 
la provincia de Montevideo no había dejado de ser par- 
te integrante de la República, pues que ni durante la 
guerra civil en aquel territorio, ni después que fué ocu- 
pada por una fuerza exterior, podría citarse acto algu- 
no de renuncia, cesión, ú otro semejante de parte de la 
República que la inhabilitase para hacer valer sus de- 
rechos, siendo á más de esto esta convicción la razón 
pública por la que el Estado Argentino se comprome- 
tió en la presente guerra. SS. EE. los señores Minis- 
tros del Imperio convinieron desde luego en que seria 
inoportuno ocuparse del derecho, y manifestaron creer, 
-que desde la época del Gobierno de Artigas la provin- 
cia de Montevideo se gobernaba independiente de la 
de Buenos Aires. La Legación dió por cierto el hecho;, 
pero hizo ver la diferencia entre ser independiente tem- 
porariamente de la autoridad central del Estado por Ja 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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iuerza de los sucesos, y adquirir un ser propio é in- 
conexo con el todo de la República: apoyando esta re- 
flexión en el ejemplo ocurrido en la República durante 
elabandonode los pueblos hasta la nueva organización 
de ella, sin que por esto pudiese decirse, que cada uno 
de ellos ya no pertenecía á la Nación. 

Los Ministros de S. M. el Emperador manifestaron 
que para cortar dificultades vendrían en convenir en 
la redacción del segundo con alguna pequeña altera- 
ción que después presentarían. Pasando luego á consi- 
derar ql artículo 11 relativo á la evacuación de las tro- 
pas de S. M. I. ponderaron qué convenía llamar la cues- 
tión á dos puntos principales en que no habían podi- 
do concordar en las antecedentes conferencias, siendo 
el primero relativo á las autoridades á quienes debía 
competir el derecho de hacer la Convocatoria de Re- 
presentantes de la Provincia Cisplatina para formar su 
Gobierno Provisorio y la Constitución; por cuanto, aún 
cuando por ahora conviniesen los Plenipotenciarios de 
la República en que fuese permitido á los ciudadanos 
de Montevideo salir fuera de la plaza para ir á votar 
dónde quisiesen, este permiso debía ó la verdad ser 
considerado como nulo é ilusorio por ser absolutamen- 
te inpracticable el que un tan crecido número de ha- 
bitantes saliesen en un mismo día de sus casas, y para 
lugares distantes; y de convenirse en esto, seria lo mis- 
mo que decirles « nosotros os permitimos el derecho 
de votar, más no votareis, porque no podréis hacerlo 
sin obstáculos casi invencibles ; •> en el caso de que 
así se hiciese tendrían los habitantes de Montevideo 
razón bastante para acusar á unos y otros Plenipoten- 
ciarios de haber ajustado un artículo que les privaba 
de unos de sus mejores derechos constitucionales; lo 
que sería sin duda un error imperdonable si se come- 
tiese en el mismo acto en que justamente se ocupaban 
de hacerles restituir todos sus derechos. ¿Y para qué 


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COMPENDIO DELA HISTORIA 


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dejar é la plaza de Montevideo, continuaron los mismos 
Ministros, una justa^razón de queja, y futuras recla- 
maciones contra el nuevo ór'den de cosas que en la Pro 
vincia se estableciese ? ¿A qué fin dejar una puerta abier- 
ta para que puedan oponerse á la aceptación de la cons- 
titución por el bien fundado principio de que no fue 
ron representados ? Seria injusticia manifiesta una tal 
privación de derechos no pudiesen fácilmente ser ejer- 
cidos (1); que por esta razón repetian lo que ya habían 
manifestado en otra conferencia, que S. M. el Empera- 
dor se había pronunciado decisivamente en este senti- 
do; y que no podían ni debían por tanto, dejar de in- 
sistir en la redacción del artículo en la forma propues- 
ta por ellos en la antecedente conferencia, ó en alguna 
otra que dejase salvo el principio principal en que el 
se apoyaba. 

La Legación contestó, que no podía dejar de no- 
tar la contradicción notoria que envolvía la pretensión 
actual de los Ministros del Imperio con la declaración 
de la independencia de la Provincia Oriental ajustada 
en el artículo 1.® y con el noble principio que habían 
establecido en el artículo 5.® de la redacción del 19. En 
este se deduce que ninguna influencia militar debe in 
tervenir en la elección de Representantes de la Provin- 
cia, y ahora se insiste en que los ciudadanos de Mon- 
tevideo elijan los mismos dentro de la plaza bajo el 
poder de las armas, y por la convocatoria de un Go- 
bierno que no puede reservarse otro carácter después 
de las ratificaciones de la presente Convención, sinó 
el de una autoridad transitoria, circunscripta á la con- 
servación del orden dentro de la plaza hasta la época ajus- 
tada paar su evacuación; que llamaba la atención de los 
señores Ministros de S. M. para las observaciones que 

(1) Aquí debe haber un error de copia, que no tenemos me- 
dios de salvar. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


203 


con este motivo se habían hecho en las conferencias 
anteriores, sobre todo cuando se trataba de un nego- 
cio que en último resultado vendría a caer bajo la 
censura, del mundo civilizado: que era indispensable 
que sobre el derecho de elección se fijasen ideas ex 
tridamente acordes con los principios reconocidos co- 
mo base del sistema representativo, porque de lo con- 
trario no solo quedaban expuestos á una critica auste- 
ra la honra y la rectitud de los Gobiernos contratantes 
sino también la inteligencia y buena fe de los Minis- 
tros negociadores. 

La Legación tampoco podrá permitirse hacer la 
irgusticia á los ilustrados ministros de S. M. I. de que 
ignorasen que todo acto popular, que toda elección 
practicada en Montevideo en tanto que residiesen en 
ella las tropas imperiales, por más independientes que 
éstas fuesen, y fuese cual fuese la liberalidad ó 
inepcia de las autoridades de Montevideo, seria con 
siderada obra de la coacción, ó cuando menos del te 
mor; y tratándose de echar los fundamentos de una 
paz sólida, y del orden de la provincia de Montevideo, 
no era el medio de consultar estos objetos de interés 
recíproco para ambos Estados, arrojar la simiente del 
descontento y de la desconfianza, que tal vez llegase 
á ser el origen de rivalidades funestas; y en fin, de 
que se dilatase el término que se buscaba por ambos. 
Si los señores ministros de S. M. pretenden que. los 
ciudadanos de Montevideo nc queden privados del de- 
recho de votar, el artículo propuesto por. la Legación 
abre el camino para que hagan uso de este derecho. 
Si se mira á-los inconvenientes de la distancia del 
punto de la reunión, como un obstáculo para que 
concurran á la elección de Representantes de la Pro- 
vincia, ellos correrán á aumentar el número luego que 
queden libres de la fuerza extranjera, y tomarán la 
parte relativa que les corresponde en la organización 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


de la constitución y del Gobierno permanente de la 
misma provincia, porque antes de aquel plazo era ne 
cesario que SS.'EE. los señores ministros conviniesen 
en que los ciudadanos mismos de Montevideo no se 
juzgarían enteramente libres, ó cuando ménos en las 
elecciones públicas se llenarían det temor que inspira 
la presencia de la fuerza armada. 

La misma Legación agregó que la intervención de 
la autoridad actual de Montevideo en la convocatoria 
y en la elección practicada bajo la influencia de las 
tropas imperiales, importaría un motivo suficiente para 
que los orientales y todos aquellos que no están tan 
penetrados como la Legación Argentina, del honor y 
sentimientos pacíficos de S. M, 1. no se conformasen 
con esta estipulación, y ganasen tal vez una masa de 
opinión suficiente para repeler la Convención; lo que 
sería un mal incalculable para los verdaderos intere- 
ses de ambos Estados, y juzgaba que de ninguna 
manera seria el ánimo de SS. EE. que se admitiese 
una condición con el riesgo de no ser aprobada la 
'Convención. 

Los señores Plenipotenciarios, de S. M. dijeron en- 
tonces, que los neníales no podrían alegar un moti- 
vo racional para la desaprobación indicada, porque en 
la suposición de que los habitantes de Montevideq 
eran independientes del Imperio desde que se ratifica- 
se la Convención por. ambas partes, sería tan extraño 
que el Gobierno provisorio de la Banda Oriental tratase 
de dar una oposición tal á su autoridad mientras resi- 
dan en ella las tropas de su S. M. I., como lo seria que 
las autoridades de aquella se ingeriesen en los nego- 
cios fuera de su recinto; y que por consiguiente insis- 
tían en la redacción del artículo tal como lo habían pre- 
sentado los mismos Ministros; porque todo cuanto no 
fuese la admisión de este artículo sería una verdadera 
razón para la queja de los habitantes de la plaza, ori- 


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e 


gen para futuras reclamaciones, y una mancha inex- 
tinguible que echarían sobre sí y sobre el decoro del 
Emperador. 

La Legación observó que desde que una y otra parte 
se avanzase á extremos distantes con ánimo determi- 
nado á no moverse, no llegaría nunca el día de encon- 
trarse en el camino, y darse la mano, y esto era preci- 
samente lo que más importaba á ambos Estados: que 
le ocurría en aquel momento un medio que facilitaba 
el ajuste sobre el asunto que se discutía: que la Lega- 
ción se prestaría á consentir en la Convocatoria del Go- 
bierno de Montevideo á los ciudadanos existentes bajo 
su jurisdicción, en tanto que esta elección fuese con- 
forme al Reglamento de las Elecciones adoptado por la 
provincia, y con la condición de que se practique fuera 
de tiro de cañón de la plaza, entendiéndose que la Le- 
gación se reservaba meditar más detenidamente sobre 
este asunto, para lo que deseaba saber la opinión de 
SS. EE. los señores ministros del Imperio acerca de 
lo que acababa de proponer. 

Los ministros del Imperio se prestaron inmediata- 
mente ó esta idea, y se pasó á considerar el artículo 
sobre el término para la evacuación de la plaza de 
Montevideo. 

La Legación hizo presente que había meditado con 
detención este asunto, y no encontraba un motivo plau- 
sible para que fuese substraído el articulo como estaba 
redactado; que en él se había procurado conciliar la 
dignidad de S. M. en tiempo suficiente para que las 
tropas se retirasen sin precipitación, y las garantías 
, necesarias para los habitantes de la plaza de Monte, 
video, pues que no pasaban á la jurisjjición de otro 
Gobierno, sino después de instalado por los legítimos 
Representantes, y entre los que se hallarían los co- 
rrespondientes á Montevideo. 

Los ministros del Imperio repusieron, que lejos de 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


quedar salva la dignidad y honor de la nación Brasile- 
ra, y de S. M. el Emperador, ella resultaría necesa- 
riamente comprometida en el caso de la pronta eva- 
cuación de las tropas, que la Legación Argentina soli- 
citaba; porque aunqne esta se empeñase en querer su- 
poner que el órden y las garantías individuales que- 
darían establecidas luego que el Gobierno de toda la 
provincia entrase en el ejercicio de sus funciones, la 
experiencia de los hechos hablaba por todas las teo- 
rías, y ella enseñaba que jamás la anarquía deja de 
aparecer en medio de Gobiernos mal constituidos, y 
jamás faltan en los Estados naciones hombres am- 
biciosos, que aspirando al mando, no hay arbitrio de 
que no se valgan para obtenerlo. Que era por todas 
estas razones que insistían en la necesidad de que la 
provincia de Montevideo fuese ocupada por la fuerza 
propuesta de tropas imperiales dentro de la plaza; y 
otra igual de tropas de la República en el punto ó pun- 
tos que esta eligiese; y que todo cuanto fuese salir fuera 
de estos principios seria lo mismo que no querer que 
la Provincia de Montevideo se constituyese, y dejar á 
sus habitantes una justa razón de queja contra aque- 
llos á quienes cupo en parte decidir hasta cierto punto 
de su destino, y la posteridad los acusaría de falta de 
previsión en puntos que no pueden escaparse á los 
ojos de medianos pensadores. 

La Legación replicó que la garantía sobre hechos y 
opiniones políticas existía desde que se enagenasen las 
ratificaciones, y que los ciudadanos bajo el amparo de 
aquella condición nada tenían que temer por dos ra- 
zones bien obvias: 1.» Porque los Representantes y el 
Gobierno provisorio cargaban con la responsabilidad 
del cumplimiento de aquella garantía, que á nadie in- 
teresaba más que á los mismos orientales: 2. a porque 
comprometidos ambos Estados beligerantes ó velar so- 
bre el orden de la provincia de Montevideo, no era de 


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DE. LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 207 


esperar que el espíritu de partido arrostrase los riesgos 
de excitar contra sí la reprobación de dos Estados li- 
mítrofes incomparablemente más fuertes. A más de 
que no podrían negar los señores ministros de S. M. 
que, en primer lugar, para que quedasen ajustadas y 
sancionadas las garantías individuales por los repre- 
sentantes de la-provincia de Montevideo desde el acto 
de la instalación de su Gobierno provisorio, no era 
necesario que la constitución se hubiese hecho, porque 
es muy conforme á práctica que aquellas se establez- 
can por un cuerpo deliberante como base de la consti- 
tución, y esto basta para que la libertad, la propiedad 
y la seguridad no sean violadas despóticamente; en se- 
gundo lugar, después de cuanto se ha escrito sobre cons- 
tituciones y cuando los Representantes de la provincia 
de Montevideo puedan tener en vista los mismos pro- 
yectos de las que la República reunida en congreso ha 
ofrecido al examen y aceptación de los pueblos en dife- 
rentes épocas, todas ellas formadas sobre principios li- 
berales, .bien se puede asegurar, que antes de concluir 
el período de la ocupación de Montevideo indicado por 
la Legación, los Representantes habrían organizado su 
constitución, porque á eso está ligado también el honor 
y el interés de los mismos orientales. 

Los Ministros de S. M., admitiendo el hecho de la 
facilidad con que se podría organizar lá constitución 
de la provincia, dedujeron de esta misma facilidad un 
argumento para apoyar su pretensión, diciendo que 
nada obstaba entonces al término que pretendían, por- 
que éste sería tanto menor, cuanto más antes se cons- 
tituyesen los orientales; y que siendo conveniente á 
ambos Estados contratantes que este suceso tuviese 
lugar, luego era ventajosa la condición de permanecer 
perentoriamente cuatro meses .después de jurada la 
Constitución, en cuanto ella serviría de preservativo 
contra los partidos y de estímulo para que los orien- 


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208 


COMPENDIO DE LA HISTORIA» 


tales se apresurasen á constituirse, en vez de ocuparse 
acaso en disputar el mando un partido con otro. 

La Legación observó que los ministros de S. M. con- 
vendrían que en todas las cosas era preferible la prác- 
tica á la belleza de las teorías, y que la práctica en 
este negocio, era, en la opinión de la Legación, que 
señalándose un término para la oeupaeión de la plaza, 
conforme al proyecto de los señores ministros, los 
orientales y todos los que no reconociesen tan profun- 
damente como la Legación la buena íé de S. M. I. y de 
sus distinguidos ministros, llenándose de sospechas 
por causa de una prolongada ocupación, principiarán 
por recelar nuevas intrigas para retardar el día- de la 
constitución, y tal vez acabarían por sublevar la opi- 
nión pública contra la Convención, inutilizando sus 
deseados efectos. Fuera de que la Legación no podia 
comprender como los señores ministros de S. M. pa- 
recía no tener presente, que no pudiendo las tropas 
déla República desocupar las poblaciónes de las Misiones 
Orientales hasta la desocupación de la plaza de Monte- 
video se quisiese correr el riesgo de nuevas coalicio- 
nes, y de una vecindad peligrosa á las fronteras del 
imperio: que la Legación concluía por manifestar, que 
sentiría vivamente que La insistencia de SS. EE, los 
señores ministros de S. M. la redujese al caso de tener 
que consultar á su Gobierno, cuando la demora, aumen. 
tando la incertidumbre, causaba males incalculables, y 
daba lugar á que continuase inútilmente el derrama- 
miento de sangre que tanto importaba economizar. Y 
no pudiendo ajustarse cosa alguna- definitivamente que- 
dó pendieute el artículo parala próxima conferencia. ~ 
Juan Ramón Balcarce.— Tomás Guido.— Marqués de 
Aracaty.— José Clemente Perryra.— Jqaqúín de Oli- 
veira Alvares. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


209 


CONFERENCIA DE 23 DE AGOSTO DE 1828 


LEÍDO EL PROTOCOLO DE LA ANTECEDENTE, FUE APROBADO 


Los Plenipotenciarios de S. M. I. manifestando, que 
persuadidos de las dificultades que impedían á la Le- 
gación de la República de las Provincias Unidas acce- 
der á que las tropas brasileras permaneciesen en la 
plaza de Montevideo en número de 1.500 hombres hasta 
seis meses después de jurada la Constitución, y de la 
necesidad en que se verían en tal caso, de consultar 
Á su Gobierno, se prestaba al plazo que la misma Le- 
gación Argentina había propuesto, porque sin esto 
tampoco sería posible arribar á un acomodamiento. 
Los ministros de S. M. I. observaron también que 
cuando de su parte se removían todos los obstáculos, 
esperaban que la Legación Argentina no presentase 
otros nuevos que embarazasen la negociación; y en 
'consecuencia, se procedió á la lectura de la redacción 
presentada por los ministros de S. M. y es la siguiente: 

S. M. el Emperador del Brasil, y el Gobierno déla Re- 
pública de las Provincias Unidas, deseando poner térmi- 
no é la guerra, y establecer sobre bases sólidas y 
duraderas la buena inteligencia, armonía y amistad que 
debe existir entre naciones vecinas, llamadas por sus 
intereses á vivir unidas por los lazos de perpétua alian- 
za, acordaron, por la mediación de S. M. Británica, ajus- 
tar entre sí una Convención preliminar, que servirá de 
base al Tratado definitivo de paz que hade celebrarse 
entre las dos altas parles contratantes, y para este 
fin, etc. 

II 


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210 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


Artículo l.° — S. M. el Emperador del Brasil, declara á la 
Provincia de Montevideo, llamada hoy Gisplatina, sepa- 
rada del territorio del Imperio del Brasil, para el fin de 
que se pueda constituir en Estado libre é independien- 
te de toda y cualquiera nación, bajo la forma de gobier- 
no que juzgase más conveniente á sus intereses, nece- 
sidades y recursos. 

Art. 2.° — El Gobierno de la República de las Provin- 
cias Unidas conviene en la declaración de la indepen- 
dencia de la Provincia de Montevideo, llamada hoy Cis- 
platina, y en que se constituya en Estado libre é inde- 
pendiente. por la forma declarada en el artículo ante- 
cedente. 

Art. 3.°— Ambas altas Partes contratantes se obligan 
á defender la independencia é integridad de la Provin- 
cia Gisplatina por el tiempo y en la forma que se ajus- 
tare en el Tratado de paz. 

Art. 4.° — El Gobierno actual de la Banda Oriental, in- 
mediatavnente que la presente Convención fuere rati- 
ficada, convocará los Representantes de la parte de la 
sobredicha Provincia que le esta actualmente .sujeta; y 
el Gobierno actual de Montevideo liará una igual con- 
vocatoria por su parte; regulándose el número de los 
Diputados, y la forma de su elección, por el regla- 
mento porque se hizo la última elección de Represen- 
tantes de la misma provincia; con la declaración ade- 
más de que se procederá á las elecciones de los Di- 
putados por la población de la plaza de Montevideo 
deba dar éxtramuros de la misma plaza, y en lugar ' 
que quede fuera del alcance de su artillería. 

Art. 5.°— Reunidos los Representantes fuera de la pla- 
za de Montevideo, y de cualquier otro lugar que se 
hallare ocupado por tropas, y que esté al menos diez 
leguas distante de las más próximas, establecerán un 
Gobierno Provisorio que debe gobernar toda la Provin- 
cia, hasta que se instale el Gobierno permanente que 


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211 


DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


hubiere de ser creado por la Constitución. Los Gobier- 
nos actuales de Montevideo y de la Banda Oriental 
cesarán inmediatamente que aquel se instale. 

Art, 6.°— Los mismos Representantes se ocuparán in- 
mediatamente de liacer la Constitución política del Es 
tado de la Cisplatina, y ésta antes de ser jurada será 
examinada por comisarios de los dos Gobiernos con- 
tratantes para el único fin de ver si en la misma se 
contiene algún artículo ó artículos que se opongan á 
la seguridad de los Estados de los mismos Gobiernos. 
Este caso, si ocurriese, será explicado pública y cate- 
góricamente por los sobredichos comisarios y decidi- 
do de común acuerdo por ellos. 

Art. 7°. — Será permitido y todo y cualquier habitan- 
te, etc. 

Art. 8 o . — Habrá perpétuo y absoluto olvido de todos 
y cualesquiera hechos y opiniones políticas que los 
habitantes de la Provincia Cisplatina y los del territo- 
rio del Imperio del Brasil, ocupado por las tropas de 
la República de las Provincias Unidas, hubieren pro 
tesado ó practicado hasta la ratificación de la presente 
Convención. 

Art. 9°.— -Siendo un deber de los dos Gobiernos con- 
tratantes auxiliar y proteger á la Provincia Cisplatina, 
hasta que ella se constituya completamente, convienen 
los mismos Gobiernos, que si antes de jurada la Consti- 
tución de la misma Provincia, y más cinco años después, 
la tranquilidad y seguridad pública fuere perturbada por 
facciones ó partidos que dentro de ella puedan levantar- 
se, prestarán á su Gobierno legal el auxilio necesario 
para Jhacerla mantener y sostener. Pasado el plazo 
sobredicho, cesará toda la protección que por este artículo 
se promete al Gobierno legal de la Cisplatina; y quedará 
la misma, considerada en estado de perfecta y absoluta 
independencia. 

Queda entendido muy claro y explícitamente, que 


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. 212 COMPENDIO DE LA HISTORIA 


cualquiera que pueda ser la verificación de la protección 
que por este artículo se promete á la Provincia Cisplati- 
na, la misma protección se limitará á hacer restablecer 
el orden, y cesará inmediatamente que éste fuere res- 
tablecido. 

Art. 10°. — Las tropas de la Banda Oriental déla Pro 
vincia Cisplatina desocuparán todo el territorio brasile 
ro, y las tropas de la República de las Provincias Uni- 
das desocuparán todo el territorio brasilero y el de la 
sobredicha Provincia Cisplatina en el prefijo y perento- 
rio término de dos meses, contados desde el día en que 
se verifique el cange de las ratificaciones de la- presen- 
te Convención, pasando las segundas á la margen de 
recha del Río de la Plata ó del Uruguay, menos una 
fuerza de 1.500 hombres que el Gobierno de la misma 
República podrá conservar dentro del territorio de la 
Cisplatina en el punto que juzgare conveniente, hasta 
que las tropas del Imperio evacúen completamente la 
plaza de Montevideo. 

Art. 11'. — Las tropas de S. M. el Emperador del Bra- 
sil desocuparán el territoMo de la Provincia Cisplatina en 
el fijo y perentorio término de dos meses contados desde 
el día en que se verificare el cange de las ratificaciones 
de la presente Convención, retirándose para las fron- 
teras del Imperio ó embarcándose, ménos una fuerza 
de 1.500 hombres que el Gobierno del mismo Señor po- 
drá conservar en la plaza de Montevideo hasta que se 
instale el Gobierno provisorio de la Cisplatina; con la 
expresa y categórica obligación de retirar esta fuerza 
dentro del preciso y perentorio término de los primeros 
cuatro meses siguientes al establecimiento del sobredi- 
cho t obierno á más tardar, entregando en el acto.de la 
desocupación la expresada plaza de Montevideo en 
statu quo ante bellum a comisarios competentemente 
autorizados ad hoc por el Gobierno legítimo de la misma 
Provincia. 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 213 

Art. 12.°— Queda entendido que tanto las tropas im- 
periales como las de la República, que en conformidad 
de los dos artículos antecedentes quedan estacionadas 
temporariamente en el territorio de la Provincia Cis- 
platina, no podrán intervenir por forma alguna en los 
negocios políticos de ésta, su gobierno, instituciones, 
etc., ellas serán consideradas como meramente pasivas 
y de observación, conservadas allí para proteger el Go- 
bierno y garantir las libertades y propiedades públicas, 
y las individuales; y solo podrán operar activamente si 
el Gobierno legítimo requiriese su auxilio. 

Art. 13.o — Luego que el cange de las ratificaciones de 
la presente Convención se hiciere, habrá entera cesa- 
ción de hostilidades por mar y por tierra: el bloqueo 
será levantado en el término de cuarenta y ocho horas, 
por parte de la Escuadra Imperial; las hostilidades por 
tierra, cesarán de parte á parte luego que la misma 
Convención y sus ratificaciones fueren notificadas á los 
ejércitos; y por mar dentro de dos días hasta Santa 
María, en ocho hasta Santa Catalina, en quince hasta 
Cabo Frío, en veinte y dos hasta Pernambuco, en cua- 
renta hasta la Línea, en sesenta hasta la Costa del Este, 
y en ochenta hasta los mares de Europa. Todos los 
apresamientos que se hicieren en el mar ó en tierra 
pasado el tiempo que queda expresado, seráft juzgados 
malas presas y recíprocamente indemnizadas. 

Art. 14.* — Todos los prisioneros de una y otra parte 
que hubiesen sido hechos durante la guerra en la mar 
ó en tierra, serán puestos en libertad, luego que la 
presente Convención fuere ratificada, y las ratificacio- 
nes cangeadas, con la condición única de que no po- 
drán salir sin que primero aseguren el pago de las deu- 
das . que hubieren contraído en el país dónde se ha- 
llaren. 

Art. 15.° — Después que se hubiere verificado el cange 
de las ratificaciones, ambas altas Partes contratantes 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


214 


nombrarán de parte á parte sus respectivos plenipo- 
tenciarios para ajustar y concluir el Tratado definitivo 
de paz, que debe celebrarse entre la República de las 
Provincias Unidas y el Imperio del Brasil. 

Art. 16«— Si lo que no es de esperar, las altas Partes 
contratantes no llegasen á ajustar el Tratado definitivo 
de paz bajo la mediación de la Gran Bretaña, con mo- 
tivo de cuestiones que puedan suscitarse en que no 
concuerden, no podrán renovarse las hostilidades entre 
la República y el Imperio antes de ser trascursados los 
5 años estipulados en el artículo 8 a , ni aún después de 
vencido este plazo, sin previa notificación, hecha 6 me- 
ses antes con conocimiento de la potencia mediadora- 

Art. 17°.— El cange de las ratificaciones de la presente 
Convención será hecho en la plaza de Montevideo den- 
tro del tiempo de setenta días, ó antes si pudiere ser, 
contados desde el día en que la misma Convención fue- 
re firmada. 

Llegando al 2.° artículo, los ministros del Imperio dije- 
ron, que conviniendo la República en la declaración de 
la independencia, ¡en nada se ofendían los derechos que 
podría pretender la República, y se concillaba el cum- 
plimiento de la promesa de S. M. el Emperador. 

La Legación contestó que tomaría nuevamente en con- 
sideración el artículo, y, continuándose la lectura, al llegar 
donde hablaba del plazo de la ocupación, los ministros 
de S. M. la suspendieron para declarar que si se adver- 
tía que en la Minuta nada se hablaba de la ocupación 
temporaria de las poblaciones de las Misiones Orienta- 
les, hasta la evacuación de la Plaza de Montevideo, era 
porque los ministros de S. M. no admitían esta condición 
que inutilizaría todo lo que se había trabajado para 
la paz. 

La Legación replicó que sin dejar de conocer los in- 
convenientes que podría producir tal ocupación tempo- 
raria, ya de las Misiones Orientales ya de la plaza de 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


215 


Montevideo para la consolidación de la Paz, no se había 
propuesto otra cosa sino una perfecta reciprocidad; y 
sentía decir, que aunque en el plan presentado por la Lega- 
ción no la había en el grado a que debiera llegar por la 
diferente importancia militar y política de las respectivas 
posiciones, que ho se debía tratar ya del cumplimiento 
religioso de lo que se estipulase, porque la Legación, 
repetía con complacencia, no tenía temor alguno á este 
respecto; mas que ni por este sentimiento podía escusar-- 
se dé pretender todas aquellas prendas de recíproca se- 
guridad, que eran admitidas entre naciones mal cultas, 
y que alejaban todo pretesto á los recelos á un pueblo 
celoso. 

Los ministros de S. M. I. replicaron, que admitían el 
principio de la reciprocidad, más que ésta sólo existía 
en el artículo que quedaba redactado por ellos: poique 
considerándose la Provincia de Montevideo como un 
territorio neutro desde que ambas partes conviniesen 
en su absoluta independencia, jamás podría argüirse 
que los 1.500 hombres imperiales quedaban en territorio 
de la República de las Provincias Unidas, ántes por el 
contrario en el mismo territorio neutral, y esto tem- 
porariamente, como podía quedar igual número de las 
tropas de la República en el punto que escogiese: Que 
recomendaban á la Legación que tuviese presente, que 
si consintiesen en la ocupación temporaria de las Mi- 
siones Orientales, se daría una ventaja decidida á la 
República, inconciliable con los principios de justicia 
que relucían en la negociación y con el objeto de los 
negociadores; y que así los ministros de S. M. repelían 
tal pretensión. 

La Legación de las Provincias Unidas, renovando sus 
protestas de ilimitada confianza en el cumplimiento 
de las estipulaciones en que convienen S. M. I. y la 
República, expuso que en la guerra la fuerza es el ma- 
yor garante de la ejecución : que la Legación no pre- 


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216 


COMPENDIO DELA HISTORIA 


tendía ciertamente que la fuerza entrase en parte para 
asegurar el Tratado, más que ocupando .posiciones de 
influencia próximamente iguales, se guardase la equi- 
dad de una y otra parte. 

La Legación pidió, por último, tiempo suficiente para 
volver á considerar la Minuta presentada por los seño- 
res ministros de S. M., y estando conforme con esto, 
se convino en reunirse la noche del 25.— Juan Ramón 
Balcarce.— Tomás Guido.— Marqués de Aracaty.— José 
Glemente Pereyra.— Joaquín de Olivéira Alvarez. 


CONFERENCIA DE 25 DE AGOSTO DE 1828 


LEÍDO el PROTOCOLO de la antecedente, fué aprobado 


A las cuatro y media de la tarde, reunidos en la sala 
de sus conferencias los señores ministros negociadores 
por parte de S. M. I. y de la República de las Provin- 
cias Unidas, la Legación anunció, que después de medi- 
tar profundamente sobre las razones cbn que los señores 
ministros de S. M. I. se oponían á la ocupación de las 
Misiones Orientales por las tropas de la República hasta 
la evacuación absoluta de la plaza de Montevideo, tas 
consideraba insuficientes para abandonar la pretensión 
de aquella garantía; para esto se fundaba, á más de las 
reflexiones producidas en la conferencia anterior, en 
que la neutralidad de la Provincia de Montevideo, que 
querían hacer valer los señores ministros de S. M. no 
existía defacto dentro de la plaza de Montevideo, mien- 
tras permaneciesen en ella tropas y autoridades impe- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


217 


ríales; lo que no sucedía dentro del recinto que ocupa- 
sen las tropas de la República en la Provincia Oriental 
en el plazo ajustado; por consiguiente, no sólo íaltaba 
en todo sentido la reciprocidad en las garantías, sino 
también que á ninguno podría ocultarse la enorme di- 
ferencia entre quien mando en un punto fortificado, y 
abiertas las comunicaciones por mar, y quien se con- 
serva en una posición aislada, y se mantiene pasiva- 
mente respecto de las autoridades y leyes déla Provincia; 
y agregó qüe nada ofendería tanto al carácter oficial y 
personal de los ministros de la República, como el que 
se llegase á entender, que solicitando la ocupación de 
las Misiones Orientales hasta la evacuación de la pla- 
za de Montevideo, descubrían menos confianza y fé 
sincera en el cumplimiento de las estipulaciones que 
S. M. I. admitiese y ratificase; tampoco admitiría la 
aplicación de la menor sospecha sobre las miras de 
extensión de territorio que la República pudiese tener, 
pues que sus instituciones resistían esto, su política lo 
reprobaba, y su interés le aconsejaba ocuparse sólo de 
su organización interior; que la pretensión única de la 
Legación Argentina, estaba reducida á que se abrazase 
una reciprocidad aproximadamente que calmase los es 
píritus acalorados con la guerra, y precaviese los efec- 
tos de cualquier desvío substancial por una y otra par- 
te; que la República no quería ni un palmo de terreno 
dentro de los límites del Imperio, y que la ocupación 
temporaria de las Misiones, guardaría únicamente la 
proporción con el tiempo que durase la evacuación de 
Montevideo, lo que era bien fácil de acelerar por parte 
de S. M. I. 

Los ministros de S. M. contestaron, que sería de de- 
sear que la Legación se fijase en las diferentes épocas 
á que podía referirse la cuestión que se ventilaba; á 
saber: la anterior á la declaración de la independencia 
de la Provincia Gisplatina, y la posterior al cange de 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


las ratificaciones de la Convención, que después de és- 
tas no podría decir, la República de las Provincias 
Unidas con propiedad, que se ocupaba ni aún tempo- 
ralmente una parte de su territorio, ocupándose Mon- 
tevideo por un tiempo dado y estipulado; y que asi co- 
mo, si por algún accidente S. M. T. estuviese en pose- 
sión de cualquier punto de la República al firmarse 
esta Convención, seria injusto que d-espués de cangea- 
das las ratificaciones, pretendiese conservarlo, así tam- 
bién lo era pretender conservar' una parte del territo- 
rio brasilero, como garantía hasta la evacuación de la 
Plaza de Montevideo, de lo que no podía dudarse un 
momento después de la solemne promesa de S. M. I. 
que ya estaba entendido que la fuerza de uno y otro 
Estado que quedase en la Banda Oriental durante el 
plazo señalado no podía entrometerse en asuntos de 
gobierno, ni en las leyes é instituciones de la Pro 
víncia de Montevideo: que el término de 4 meses ajus- 
tado para que saliese la guarnición de los últimos 
1.500 hombres dé la Plaza de Montevideo, era únicamen- 
te para que hubiese tiempo de avisar á la Corte del 
Río de Janeiro la instalación del Gobierno provisorio 
de dicha provincia y recibir los transportes suficientes 
para conducir las tropas y su treri. Ultimamente di- 
jeron que, S. M. I. estaba irrevocablemente resuelto á 
no consentir en que después de ratificada la Conven- 
ción Preliminar de Paz, quedasen tropas de la Repú- 
blica dentro de su territorio; que en esto se hallaban 
también comprometidas las opiniones y el mismo 
decoro de los ministros negociadores por parte de 
Su Majestad, cuya conducta sería un objeto de general 
aprobación, y de una censura bien merecida si se 
prestasen á la ocupación de las Misiones por el tiem- 
po que solicitaba la Legación: por consiguiente, sobre 
esta base nada se podría ya adelantar, y antes al con- 
trario, el insistir en la ocupación de las Misiones, im- 


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DE LA. REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


219 


portaba lo mismo que inutilizar todo cuanto se había 
hecho. 

La Legación expuso que si no se encontraba un tér- 
mino medio que concillase los extremos, ó no se pre- 
sentaba por parte de Los ministros de S. M. otra garan 
tía, sería necesario que la Legación consultase á su 
Gobierno y corriese, con profundo sentimiento suyo, 
los riesgos de la demora, riesgos que no estaban afec- 
tos á circunstancias desfavorables á la República, más 
si al progreso de los males originados de una guérra 
que ya era tiempo de terminar. 

Los ministros de S. M. coincidiendo con las ideas 
que ya habían manifestado; dijeron que después de ha- 
berse pronunciado decididamente S. M. I. contra la 
conservación de tropas de la República dentro de las 
Misiones, y cualquier otro punto del territorio brasilero, 
porque la consideraba ofensiva á su dignidad y su de 
coro, y de ninguna manera conforme con la reciproci- 
dad, que debía ser el principio sobre que estribase la 
presente Convención, si la Legación no abandonaba el 
artículo propuesto acerca de las Misiones Orientales, 
de nada valia cuanto se había hecho y la negociación 
quedaba rota, porque la demora que produciría una con 
sulta en el punto é que había llegado el negocio, en- 
volvía consecuencias funestas, que juzgaban era de 
interés de ambos países prevenir. 

En esta opinión se fijaron los ministros de S. M. I., y 
agregaron, que ya que la Legación indicaba sus deseos 
de atras seguridades equivalentes á la conservación 
temporaria de las Misiones por las tropas de la Repú- 
blica, les ocurría proponer que á más de los 1 500 hom- 
bres que por el artículo podía conservar la República 
en el punto que escojiese dentro de la Provincia de 
Montevideo hasta la evacuación completa de la plaza 
por las tropas de S. M. I., pudiese la República de las 
Provincias Unidas aumentar aquella fuerza hasta el 


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COMPENDIO DE LA HISTORIA 


número que juzgase conveniente, y por el espacio que se 
estipulaba, pues seguros como estaban, de que las 
tropas de S. M. I. evacuarían absolutamente la plaza 
citada, al plazo estipulado en la Convención Preliminar 
de Paz, era indiferente á los ministros de S. M. i. que 
el Gobierno de la República obtuviese esta ventaja 
temporaria. 

La Legación contestó que no le parecía desatendible 
la propuesta que acababa de oír; que la examinaría 
con imparcialidad, y que al dia siguiente manifestaría 
decididamente su opinión sobre ella; con lo que con- 
cluyó la conferencia. — Juan Ramón Balcarce.— Tomás 
Guido.— Marqués de Aracaty.— José Clemente Perei- 
ra.— Joaquín de Oliveira Alyarez. 


CONFERENCIA DE 26 DE AGOSTO DE 1828 


leído el protocolo de la antecedente, fue aprobado 


La Legación de las Provincias Unidas manifestó que 
después de varias meditaciones acerca de ta propuesta 
de los señores ministros de S. M. I. en la conferencia 
anterior, consentían en que se sustituyese á la de la 
ocupación temporaria de las Misiones Orientales; que 
declaraba la Legación que este ascenso era indepen- 
diente de toda la presunción de ventaja por parte de 
la República, porque, haciendo justicia á su Gobierno, 
muy lejos estaba de presumir que si elegía algún pun- 
to dentro de la provincia para mantener una división 
de tropas en él, como le era permitido por el tenor 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


221 


de la Convención preliminar y por el plazo que se 
había prescripto, ese número se aumentaría, cuando 
la República había manifestado siempre el deseo posi- 
tivo de cortar celoso desconfianzas: que, sin embargo, 
salvas las apariencias de reciprocidad, y más que todo, 
satisfecha la Legación de las Provincias Unidas, de la 
sinceridad y buena fe con que S. M. el emperador del 
Brasil cumpliría sus estipulaciones, no insistía ya en 
la ocupación temporaria de las Misiones; y luego se 
procedió á la lectura de la redacción presentada por la 
Legación en la forma siguiente : 

(Esta redacción es en todo conforme á la aprobada, con 
sólo las variaciones que se notarán- de la conferencia que 
suscitó y quedaron en ella arregladas). 

Concluida la lectura, los seúores ministros de S. M. I. 
admitieron el articulo 1°; y en cuanto al 2°, observaron ' 
no poder admitir la palabra consiente , porque, siguiendo 
el orden constitucional observado en el Imperio del 
Brasil, se usa la palabra consiente en los casos en que 
S. M. I. da su sanción á la ley, y aparecería confun- 
dido, al ménos en el concepto público, el verdadero 
sentido del artículo. Suscitáronse con este motivo ex- 
plicaciones recíprocas sobre la propiedad y oportuni- 
dad del término; pero, al fin, la Legación convino en 
la alteración propuesta por los ministros de S. M. I., 
sustituyendo el articulo por el ^ siguiente: 

(i El Gobierno de la República de las Provincias Uni- 
» das, concuerda én cleclarar, por su parte, la indepen- 
» dencia de la provincia de Montevideo, llamada hoy 
» Cisplatina, y en que se constituya en Estado libre é 
» independiente en la forma declarada en el artículo 
» antecedente. » 


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222 


COMPENDIO DE LA HISTORIA 


Y no habiendo discrepancia sustancial, respecto de 
los artículos 3» á 9 o inclusive, se tomó en consideración 
el 10°. 

Los ministros de S. M. 1. declararon que, como lo 
habían dicho en las coníerencios anteriores, juzgaban 
impropia la última cláusula del artículo, á saber : {ha- 
blando de la provincia de Montevideo} para pronun- 
ciarse sobre su futuro destino ; porque era bien enten- 
dido que desde que la provincia de Montevideo fuese 
considerada en estado de absoluta y .perfecta indepen- 
dencia, podía decidir de su destino futuro. 

La Legación de las Provincias Unidas insistió en que 
la cláusula citada quedase en pie, para que todos los 
partidos y todos los intereses desapareciesen, y para 
que la provincia reconociese en esta esplicita declara- 
ción, un principio de confianza, un estimulo para el 
orden y un camino franco para tomar, al fin, el partido 
que le conviniese, sin el recelo de contrariar los inte- 
reses ó la voluntad de alguno de sus limítrofes. Los 
ministros de S. M. I. repitieron que esos mismos obje- 
tos comprendía el artículo citado, sin la necesidad de 
la adición que se pretende. Concordando, por fin, los 
ministros de una y otra parte, convinieron en que se 
suprimiese la dicha adición; y continuando después el 
exámen de los artículos siguientes, pasaron sin inno- 
vaciones notables hasta el artículo 17 inclusive. Sobre 
éste, .los ministros de. S. M. 1. advirtieron que en su 
opinión no era necesario que se expresase para la 
evacuación completa del territorio de la provincia de 
Montevideo, ni aludir al tiempo gn que habían de ser 
nombrados por ambas partes contratantes los minis- 
tros plenipotenciarios para ajustar y concluir el Tratado 
definitivo de paz: Que quedando el nombramiento para 
después del cange de las ratificaciones, ya se dejaba 
entender que quedaba á la voluntad de los respectivos 
Gobiernos la elección del tiempo en que juzgasen con- 


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DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 


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veniente tal nombramiento. Conviniendo los ministros 
plenipotenciarios, asi en este punto como en los que 
restan de la redacción del proyecto de la Convención 
preliminar, leído en la actual conferencia, se ajustó la 
confrontación para la mai'iana siguiente. 

Luego, la Legación de las Provincias Unidas llamó 
la atención de los ministros de S. M. I. hacia un ar- 
tículo que á juicio de la Legación era de un interés 
vital p